Notas introductorias del Volumen 13 / El interés por el psicoanálisis (1913)
El interés por el psicoanálisis (1913)«Das Interesse an der Psychoanalyse»
Ediciones en alemán
1913 Scientia, 14, nº 31, págs. 240-50, y nº 32, págs. 369-84. 1924 GS, 4, págs. 313-43. 1943 GW , 8, págs. 390-420.
Traducciones en castellano
1928 «El múltiple interés de la psicoanálisis». BN (17 vols.), 12, págs. 91-124. Traducción de Luis López-Ballesteros. 1943 Igual título. EA, 12, págs. 93-127. El mismo traductor. 1948 Igual título. BN (2 vols.), 2, págs. 875-88. El mismo traductor. 1953 Igual título. SR, 12, págs. 73-99. El mismo traductor. 1968 Igual título. BN (3 vols.), 2, págs. 967-80. El mismo traductor. 1972 Igual título. BN (9 vols.), 5, págs. 1851-67. El mismo traductor.
Este trabajo fue escrito por Freud ante la expresa solicitud del director de Scientia, la conocida publicación científica italiana. Las fechas precisas de su aparición fueron, probablemente, setiembre y noviembre de 1913. Es la única descripción amplia que hizo alguna vez de las aplicaciones no médicas del psicoanálisis.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 13 / Experiencias y ejemplos extraídos de la practica analítica (1913)
Experiencias y ejemplos extraídos de la practica analítica (1913)«Erfahrungen und Beispiele aus der analytischen Praxis»
Ediciones en alemán
1913 Int. Z. ärztl. Psychoanal., 1, n° 4, págs. 377-82. (Nº 1, 2, 3, 4, 9, 10, 13, 15, 19, 20, 21 y 22 de Freud.) 1928 GS, 11, págs. 301-3. (Introducción y nº 13, 15, 19 y 22.) 1931 Neurosenlehre und Technik, págs. 306-8. (Introducción y nº 13, 15, 19 y 22.)
1946 GW, 10, págs. 40-2. (Introducción y nº 13, 15, 19 y 22.) 1972 SA, 2, págs. 239, 349 350, 398-9, 417-8. Los ítems 1, 2, 3, 9, 115, 19 y 20 fueron incluidos enLa interpretación de los sueños desde la 4º ed. (1914) en adelante.
Traducciones en castellano
1944 «Experiencias y ejemplos de la práctica analítica». EA, 19, págs. 305-8. Traducción de Ludovico Rosenthal. 1955 Igual título. SR, 19, págs. 261-3. El mismo traductor. 1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 178-80. 1972 Igual título. BN (9 vols.), 5, págs. 1675-8.
Al aparecer por primera vez en Internationale Zeítschrift für Psychoanalyse, esta nómina abarcaba veintidós ítems; doce de ellos pertenecían a Freud, nueve eran de Ferenczi y uno de Tausk. Había también una introducción cuyo autor no figuraba, pero que presumiblemente era Freud, ya que se la incluyó en los Gesammelte Schriften. (Véase, asimismo AE, 13, pág. 197,

97
n. 1.) Siete de los ítems de Freud fueron luego agregados, con muy pequeñas variantes, a la 4ª y siguientes ediciones de La interpretación de los sueños(1900a). La introducción y cuatro de los ítems de Freud se reimprimieron en Gesammelte Schriften y en Gesammelte Werke, aunque en realidad uno de ellos ya había sido incorporado a La interpretación de los sueños. Quedan así dos ítems (los números 4 y 21) que nunca fueron reimpresos en alemán.
Aquí se trascribe todo lo que en la versión original pertenecía a Freud. Nos ha parecido más sencillo conservar la numeración primitiva de los ítems; los números faltantes corresponden a las contribuciones de Ferenczi y Tausk.
James Strachey
Aquí se trascribe todo lo que en la versión original pertenecía a Freud. Nos ha parecido más sencillo conservar la numeración primitiva de los ítems; los números faltantes corresponden a las contribuciones de Ferenczi y Tausk.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 13 / Acerca del fausse reconnaissance («dejà raconté») en el curso del trabajo psicoanalítico (1914)
Acerca del fausse reconnaissance («dejà raconté») en el curso del trabajo psicoanalítico (1914)
«Über fausse reconnaissance ("déjà raconté") während der psychoanalytischen Arbeit»
Ediciones en alemán1914 Int. Z. ärztl. Psychoanal., 2, nº 1, págs. 1-5.
1918 SKSN, 4, págs. 149-56. (1922, 21 ed.)
1924 Technik und Metapsychol., págs. 76-83.
1925 GS, 6, págs. 76-83.
1931 Neurosenlebre und Technik, págs. 352-9.
1946 GW, 10, págs. 116-23.
1975 SA, «Ergänzungsband» {Volumen complementario}, págs. 231-8.
Traducciones en castellano
1930 «La "fausse reconnaissance" ("déjà raconté") durante el análisis». BN (17 vols.), 14, págs. 141-7. Traducción de Luis López-Ballesteros.
1943 Igual título. EA, 14, págs. 145-51. El mismo traductor.
1948 Igual título. BN (2 vols.), 2, págs. 331-4. El mismo traductor.
1953 Igual título. SR, 14, págs. 113-8. El mismo traductor.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 2, págs. 423-6. El mismo traductor.
1972 Igual título. BN (9 vols.), 5, págs. 1679-82. El mismo traductor.
Este artículo constituye una ampliación de una nota al pie agregada por Freud a un trabajo suyo, de índole técnica, escrito poco tiempo antes: «Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico» (1912e), AE, 12, pág. 113.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 13 / El Moisés de Miguel Angel (1914)
El Moisés de Miguel Angel (1914)«Der Moses des Michelangelo»

98
Ediciones en alemán
1914 Imago, 3, nº 1, págs. 15-36, 1924 GS, 10, págs. 257-86. 1924 Dichtung und Kunst, págs. 29-58. 1946 GW, 10, págs. 172-201. 1975 SA, 10, págs. 195-220.
«Nachtrag zur Arbeit über den Moses des Míchelangelo»
1927 «Appendice». Revue francaise de psychanalyse, 1, págs. 147-8. (11 ed., en francés, trad. por M. Bonaparte.) 1927 Imago, 13, n° 4, págs. 552-3. 1928GS, 11, págs. 409-10, 1948 GW, 14, págs. 321-2. 1975 SA, 10, págs. 221-2.
Traducciones en castellano*
1943 «El "Moisés" de Miguel Angel». EA, 18, págs. 95-128. Traducción de Ludovico Rosenthal. 1948 Igual título. BN (2 vols.), 2, págs. 977-89. Tra ducción de Luis López-Ballesteros. 1954 Igual título. SR, 18, págs. 83-108. Traducción de Ludovico Rosenthal, 1968 Igual título. BN (3 vols.), 2, págs. 1069-81. Traducción de Luis López-Ballesteros. 1972 Igual título. BN (9 vols.), 5, págs. 1876-91. El mismo traductor.
1943 «Apéndice (al "Moisés" de Miguel Angel)». EA, 18, págs. 129-30. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1914 Imago, 3, nº 1, págs. 15-36, 1924 GS, 10, págs. 257-86. 1924 Dichtung und Kunst, págs. 29-58. 1946 GW, 10, págs. 172-201. 1975 SA, 10, págs. 195-220.
«Nachtrag zur Arbeit über den Moses des Míchelangelo»
1927 «Appendice». Revue francaise de psychanalyse, 1, págs. 147-8. (11 ed., en francés, trad. por M. Bonaparte.) 1927 Imago, 13, n° 4, págs. 552-3. 1928GS, 11, págs. 409-10, 1948 GW, 14, págs. 321-2. 1975 SA, 10, págs. 221-2.
Traducciones en castellano*
1943 «El "Moisés" de Miguel Angel». EA, 18, págs. 95-128. Traducción de Ludovico Rosenthal. 1948 Igual título. BN (2 vols.), 2, págs. 977-89. Tra ducción de Luis López-Ballesteros. 1954 Igual título. SR, 18, págs. 83-108. Traducción de Ludovico Rosenthal, 1968 Igual título. BN (3 vols.), 2, págs. 1069-81. Traducción de Luis López-Ballesteros. 1972 Igual título. BN (9 vols.), 5, págs. 1876-91. El mismo traductor.
1943 «Apéndice (al "Moisés" de Miguel Angel)». EA, 18, págs. 129-30. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1948 Igual título. BN (2 vols.), 2, pág. 990. Traducción de Luis López-Ballesteros.
1954 Igual título. SR, 18, págs. 109-10. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 2, págs. 1081-2. Traducción de Luis López-Ballesteros.
1972 Igual título. BN (9 vols.), 5, pág. 1891. El mismo traductor.
El interés de Freud por la estatua de Miguel Angel era de antigua data. Fue a verla el cuarto día de su primera visita a Roma, en setiembre de 1901, así como en muchas oportunidades posteriores. Ya en 1912 proyectaba el presente trabajo, y el 25 de setiembre le confesó desde Roma a su esposa: «Visito todos los días al Moisés de San Pietro in Vincoli, sobre el cual quizás escriba algunas palabras» (Freud, 1960a). Pero no lo hizo hasta el otoño de 1913. Muchos años más tarde, refiriéndose a este trabajo en una carta que envió el 12 de abril de 1933 a Edoardo Weiss, le decía: «Día tras día, durante tres solitarias semanas de setiembre de 1913 [un desliz por 1912], permanecí en la iglesia frente a la estatua, estudiándola, midiéndola y dibujándola, hasta que me alumbró esa comprensión que expresé en mi ensayo, aunque sólo osé hacerlo en forma anónima. Pasó mucho tiempo antes de que legitimara a este hijo no analítico» (1960a).
Ernest Jones, en el segundo volumen de su biografía de Freud (Jones, 1955), describe las largas vacilaciones de este acerca de la publicación del trabajo y su resolución final de hacerlo imprimir anónimamente. Apareció en Imago con el encabezamiento «por ***», y hasta 1924 no se supo a quién identificaba ese signo.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 13 / Sobre la psicología del colegial (1914)
Sobre la psicología del colegial (1914)
«Zur Psychologie des Gymnasiasten»
Ediciones en alemán

99
1914 En el Festschrift {número especial de homenaje} conmemorativo del 50° aniversario de la fundación del K. k. Erzherzog Rainer-Realgymnasium (octubre). 1926 Almanach 1927, págs. 43-6. 1928 GS, 11, págs. 287-90. 1935 Z. psychoanal. Päd., 9, págs. 307-10. 1946 GW, 10, págs. 204-7. 1972 SA, 4, págs. 235-40.
Traducciones en castellano
1944 «Sobre la psicología del colegial». EA, 19, págs. 283-8. Traducción de Ludovico Rosenthal. 1954 Igual título. SR, 19, págs. 249-52. El mismo traductor. 1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 169-72. 1972 Igual título. BN (9 vols.), 5, págs. 1892-4.
Entre los nueve y los diecisiete años de edad (1865-1873), Freud estudió en el «Leopoldstadter Kommunalreal und Obergymnasiurn» de Viena, conocido popularmente como «Sperlgymnasiurn» por estar situado en la calle Sperl. Más tarde su nombre fue modificado y se lo designó «K. k. Erzherzog Rainer-Realgymnasiurn». El presente trabajo fue escrito para una compilación destinada a celebrar el 50º aniversarío de la fundación del colegio. En una carta a un condiscípulo escrita el 16 de junio de 1873 (1941), Freud detalla los pormenores de su examen final del bachillerato, mencionando en particular el ensayo sobre la elección de una profesión, al que hace referencia en este escrito (AE, 13, pág. 248) y que fuera calificado como «sobresaliente» por los examinadores.
James Strachey
Traducciones en castellano
1944 «Sobre la psicología del colegial». EA, 19, págs. 283-8. Traducción de Ludovico Rosenthal. 1954 Igual título. SR, 19, págs. 249-52. El mismo traductor. 1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 169-72. 1972 Igual título. BN (9 vols.), 5, págs. 1892-4.
Entre los nueve y los diecisiete años de edad (1865-1873), Freud estudió en el «Leopoldstadter Kommunalreal und Obergymnasiurn» de Viena, conocido popularmente como «Sperlgymnasiurn» por estar situado en la calle Sperl. Más tarde su nombre fue modificado y se lo designó «K. k. Erzherzog Rainer-Realgymnasiurn». El presente trabajo fue escrito para una compilación destinada a celebrar el 50º aniversarío de la fundación del colegio. En una carta a un condiscípulo escrita el 16 de junio de 1873 (1941), Freud detalla los pormenores de su examen final del bachillerato, mencionando en particular el ensayo sobre la elección de una profesión, al que hace referencia en este escrito (AE, 13, pág. 248) y que fuera calificado como «sobresaliente» por los examinadores.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 14
Notas introductorias del Volumen 14Notas introductorias del Volumen 14
Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico (1914)«Zur Geschichte der psychoanalytischen Bewegung»
Ediciones en alemán
1914 Jb. Psychoanalyse, 6, págs. 207-60.
1918 SKSN, 4, págs. 1-77. (1922, 21 ed.)
1924 Leipzig, Viena y Zurich: Internationaler Psychoanalytischer Verlag, 72 págs. (Publicado a fines de 1923.)
1924 GS, 4, págs. 411-80.
1946GW, 10, págs. 44-113.
Traducciones en castellano

100
1928 «Historia del movimiento psicoanalítico». BN (17 vols.), 12, págs. 125-98. Traducción de Luis López-Ballesteros.
1943 Igual título. EA, 12, págs. 129-202. El mismo traductor.
1948 Igual título. BN (2 vols.), 2, págs. 889-919. El mismo traductor.
1953 Igual título. SR, 12, págs.100-54. El mismo traductor.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 2, págs. 981-1011. El mismo traductor.
1972 Igual título. BN (9 vols.), 5, págs. 1895-930. El mismo traductor.
En las ediciones alemanas anteriores a 1924 se indica, al final del trabajo, la fecha «febrero de 1914. En realidad, parece haber sido escrito en enero y febrero de ese año. En la edición de 1924 se hicieron algunas modificaciones secundarias, y se agregó la extensa nota al pie de las págs. 32 y 33 de esta edición.
Una acabada exposición de la situación que condujo a escribir este trabajo se ofrece en el segundo tomo de la biografía de Freud escrita por Ernest Jones, (1955, págs. 142 y sigs.). Aquí bastará con un breve resumen. Los desacuerdos de Adler con las opiniones de Freud habían alcanzado su punto crítico en 1910, y los de Jung, unos tres años después. A pesar de esas divergencias, sin embargo, ambos siguieron caracterizando a sus teorías, por largo tiempo, como «psicoanálisis». El propósito del presente artículo fue enunciar claramente los postulados e hipótesis fundamentales del psicoanálisis, para mostrar que las teorías de Adler y Jung eran totalmente incompatibles con aquellos, y para extraer la inferencia de que llamar con el mismo nombre a estos puntos de vista contradictorios no podía sino llevar a una confusión general. Y si bien durante muchos años la opinión popular siguió insistiendo en que había «tres escuelas de psicoanálisis», los argumentos de Freud terminaron por imponerse. Adler ya había elegido la denominación de «psicología individual» para sus teorías, y poco después Jung adoptó la de «psicología analítica» para las suyas.
Con miras a dejar perfectamente en claro los principios esenciales del psicoanálisis, Freud trazó la historia del desarrollo de esos principios desde los comienzos preanalíticos. La primera sección del artículo abarca el período durante el cual él fue el único participante -es decir, más o menos hasta 1902-. La segunda sección continúa la historia hasta 1910 aproximadamente, el período durante el cual las concepciones psicoanalíticas comenzaron a extenderse a círculos más amplios. Recién en la tercera sección Freud examina los puntos de vista disidentes, primero los de Adler y. luego los de Jung, y señala los aspectos fundamentales en que se apartan de los hallazgos del psicoanálisis. En esta última sección, y en alguna medida también en el resto del artículo, vemos a Freud adoptando un tono mucho más beligerante que en cualquiera de sus otros escritos. Y en vista de sus experiencias durante los tres o cuatro años anteriores, este talante poco habitual no puede mover a sorpresa.
Otros dos trabajos de Freud, contemporáneos de este, versan también sobre los puntos de vista de Adler y Jung. En «Introducción del narcisismo» (1914c), compuesto casi al mismo tiempo que la «Contribución», aparecen algunos párrafos polémicos respecto de Jung al final de la primera sección (AE, 14, págs. 77-8), y respecto de Adler al comienzo de la tercera (págs. 89-90). El historial clínico del «Hombre de los Lobos» (1918b), escrito en lo esencial a fines de 1914, aunque publicado (con dos pasajes adicionales) recién en 1918, fue pensado en gran parte como una refutación empírica a Adler y Jung, y contiene muchos ataques a sus teorías. En los trabajos posteriores de Freud hay una cantidad de referencias dispersas a estas polémicas (sobre todo en escritos de divulgación o semiautobiográficos); pero siempre en un tono más austero y nunca en forma extensa. Debe mencionarse especialmente, sin embargo, una discusión circunstanciada de los puntos de vista de Adler sobre las fuerzas motivadoras de la represión, en la sección final del artículo «Pegan a un niño» (1919e), AE, 17, págs. 197 y sigs. Otra severa crítica a Adler, de cierta extensión, se hallará en la 341 de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a), AE, 22, págs. 130-2.
En lo atinente a los fragmentos puramente históricos y autobiográficos de este trabajo, debe señalarse que Freud siguió más o menos el mismo derrotero en suPresentación autobiográfica (1925d), aunque en algunos puntos esta última es complementaría del presente artículo. Para un tratamiento más completo del tema, debe remitirse al lector, por supuesto, a la biografía en tres tomos de Jones. En nuestras notas de pie de página no hemos intentado en absoluto volver a recorrer el camino ya transitado en esa obra.
James Strachey
1943 Igual título. EA, 12, págs. 129-202. El mismo traductor.
1948 Igual título. BN (2 vols.), 2, págs. 889-919. El mismo traductor.
1953 Igual título. SR, 12, págs.100-54. El mismo traductor.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 2, págs. 981-1011. El mismo traductor.
1972 Igual título. BN (9 vols.), 5, págs. 1895-930. El mismo traductor.
En las ediciones alemanas anteriores a 1924 se indica, al final del trabajo, la fecha «febrero de 1914. En realidad, parece haber sido escrito en enero y febrero de ese año. En la edición de 1924 se hicieron algunas modificaciones secundarias, y se agregó la extensa nota al pie de las págs. 32 y 33 de esta edición.
Una acabada exposición de la situación que condujo a escribir este trabajo se ofrece en el segundo tomo de la biografía de Freud escrita por Ernest Jones, (1955, págs. 142 y sigs.). Aquí bastará con un breve resumen. Los desacuerdos de Adler con las opiniones de Freud habían alcanzado su punto crítico en 1910, y los de Jung, unos tres años después. A pesar de esas divergencias, sin embargo, ambos siguieron caracterizando a sus teorías, por largo tiempo, como «psicoanálisis». El propósito del presente artículo fue enunciar claramente los postulados e hipótesis fundamentales del psicoanálisis, para mostrar que las teorías de Adler y Jung eran totalmente incompatibles con aquellos, y para extraer la inferencia de que llamar con el mismo nombre a estos puntos de vista contradictorios no podía sino llevar a una confusión general. Y si bien durante muchos años la opinión popular siguió insistiendo en que había «tres escuelas de psicoanálisis», los argumentos de Freud terminaron por imponerse. Adler ya había elegido la denominación de «psicología individual» para sus teorías, y poco después Jung adoptó la de «psicología analítica» para las suyas.
Con miras a dejar perfectamente en claro los principios esenciales del psicoanálisis, Freud trazó la historia del desarrollo de esos principios desde los comienzos preanalíticos. La primera sección del artículo abarca el período durante el cual él fue el único participante -es decir, más o menos hasta 1902-. La segunda sección continúa la historia hasta 1910 aproximadamente, el período durante el cual las concepciones psicoanalíticas comenzaron a extenderse a círculos más amplios. Recién en la tercera sección Freud examina los puntos de vista disidentes, primero los de Adler y. luego los de Jung, y señala los aspectos fundamentales en que se apartan de los hallazgos del psicoanálisis. En esta última sección, y en alguna medida también en el resto del artículo, vemos a Freud adoptando un tono mucho más beligerante que en cualquiera de sus otros escritos. Y en vista de sus experiencias durante los tres o cuatro años anteriores, este talante poco habitual no puede mover a sorpresa.
Otros dos trabajos de Freud, contemporáneos de este, versan también sobre los puntos de vista de Adler y Jung. En «Introducción del narcisismo» (1914c), compuesto casi al mismo tiempo que la «Contribución», aparecen algunos párrafos polémicos respecto de Jung al final de la primera sección (AE, 14, págs. 77-8), y respecto de Adler al comienzo de la tercera (págs. 89-90). El historial clínico del «Hombre de los Lobos» (1918b), escrito en lo esencial a fines de 1914, aunque publicado (con dos pasajes adicionales) recién en 1918, fue pensado en gran parte como una refutación empírica a Adler y Jung, y contiene muchos ataques a sus teorías. En los trabajos posteriores de Freud hay una cantidad de referencias dispersas a estas polémicas (sobre todo en escritos de divulgación o semiautobiográficos); pero siempre en un tono más austero y nunca en forma extensa. Debe mencionarse especialmente, sin embargo, una discusión circunstanciada de los puntos de vista de Adler sobre las fuerzas motivadoras de la represión, en la sección final del artículo «Pegan a un niño» (1919e), AE, 17, págs. 197 y sigs. Otra severa crítica a Adler, de cierta extensión, se hallará en la 341 de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a), AE, 22, págs. 130-2.
En lo atinente a los fragmentos puramente históricos y autobiográficos de este trabajo, debe señalarse que Freud siguió más o menos el mismo derrotero en suPresentación autobiográfica (1925d), aunque en algunos puntos esta última es complementaría del presente artículo. Para un tratamiento más completo del tema, debe remitirse al lector, por supuesto, a la biografía en tres tomos de Jones. En nuestras notas de pie de página no hemos intentado en absoluto volver a recorrer el camino ya transitado en esa obra.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 14 / Introducción del narcisismo. (1914)
Introducción del narcisismo. (1914)«Zur Einführung des Narzissmus»

101
Ediciones en alemán
1914 Jb. Psychoanalyse, 6, págs. 1-24. 1918 SKSN, 4, págs. 78-112. (1922, 21 ed.) 1924 Leipzig, Viena y Zurich: Internationaler Psychoanalytischer Verlag,35 págs. 1925 GS, 6, págs. 155-87. 1931 Theoretische Schriften, págs. 25-57. 1946 GW, 10, págs. 138-70. 1975 SA, 3, págs. 37-68.
Traducciones en castellano
1930 «Introducción al narcisismo». BN (17 vols.), 14, págs. 215-46. Traducción de Luis López-Ballesteros. 1943 Igual título. EA, 14, págs. 223-54. El mismo traductor. 1948 Igual título BN (2 vols.), 1, págs. 1097-110. El mismo traductor. 1953 Igual título. SR, 14, págs. 171-95. El mismo traductor. 1967 Igual título.BN (3 vols.), 1, págs. 1083-96. El mismo traductor. 1972 Igual título. BN (9 vols.), 6, págs. 2017-33. El mismo traductor.
Freud había estado usando el término «narcisismo» mucho antes de 1914. Nos informa Ernest Jones que en una reunión de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, el 10 de noviembre de 1909, Freud declaró que el narcisismo era un estadio intermedio entre el autoerotísmo y el amor de objeto. Por entonces estaba preparando la segunda edición de los Tres ensayos de teoría sexual (1905d) para la imprenta (el prólogo está fechado en diciembre de 1909), y probablemente la primera mención pública del nuevo término es la que se incluye en una nota al pie agregada en esa edición (AE, 7, pág. 132n.); esto, si suponemos que la nueva edición se dio a conocer en los primeros meses de 1910, porque a fines de mayo del mismo año apareció el libro sobre Leonardo da Vinci (1910c), donde hay una referencia considerablemente más extensa al narcisismo (AE, 11, pág. 93). El artículo de Rank sobre el tema, mencionado por Freud al comienzo del presente estudio, se publicó en 1911, y pronto siguieron otras referencias del propio Freud; por ejemplo, en el caso Schreber (1911c), AE, 12, pág. 56, y en Tótem y tabú(1912-13), AE, 13, págs. 92-3.
La idea de escribir el presente artículo se menciona por primera vez en las cartas de Freud de junio de 1913, y completó el primer borrador durante unas vacaciones en Roma, en la tercera semana de setiembre del mismo año. Recién a fines de febrero de 1914 dio comienzo a la versión final, que quedó terminada un mes después.
Es este uno de los escritos más importantes de Freud, y puede considerárselo como uno de los pivotes de la evolución de sus puntos de vista. Resume sus elucidaciones anteriores sobre el tema del narcisismo, y examina el lugar que corresponde a este último en el desarrollo sexual. Pero va mucho más allá, porque incursiona en el problema más profundo de las relaciones

1914 Jb. Psychoanalyse, 6, págs. 1-24. 1918 SKSN, 4, págs. 78-112. (1922, 21 ed.) 1924 Leipzig, Viena y Zurich: Internationaler Psychoanalytischer Verlag,35 págs. 1925 GS, 6, págs. 155-87. 1931 Theoretische Schriften, págs. 25-57. 1946 GW, 10, págs. 138-70. 1975 SA, 3, págs. 37-68.
Traducciones en castellano
1930 «Introducción al narcisismo». BN (17 vols.), 14, págs. 215-46. Traducción de Luis López-Ballesteros. 1943 Igual título. EA, 14, págs. 223-54. El mismo traductor. 1948 Igual título BN (2 vols.), 1, págs. 1097-110. El mismo traductor. 1953 Igual título. SR, 14, págs. 171-95. El mismo traductor. 1967 Igual título.BN (3 vols.), 1, págs. 1083-96. El mismo traductor. 1972 Igual título. BN (9 vols.), 6, págs. 2017-33. El mismo traductor.
Freud había estado usando el término «narcisismo» mucho antes de 1914. Nos informa Ernest Jones que en una reunión de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, el 10 de noviembre de 1909, Freud declaró que el narcisismo era un estadio intermedio entre el autoerotísmo y el amor de objeto. Por entonces estaba preparando la segunda edición de los Tres ensayos de teoría sexual (1905d) para la imprenta (el prólogo está fechado en diciembre de 1909), y probablemente la primera mención pública del nuevo término es la que se incluye en una nota al pie agregada en esa edición (AE, 7, pág. 132n.); esto, si suponemos que la nueva edición se dio a conocer en los primeros meses de 1910, porque a fines de mayo del mismo año apareció el libro sobre Leonardo da Vinci (1910c), donde hay una referencia considerablemente más extensa al narcisismo (AE, 11, pág. 93). El artículo de Rank sobre el tema, mencionado por Freud al comienzo del presente estudio, se publicó en 1911, y pronto siguieron otras referencias del propio Freud; por ejemplo, en el caso Schreber (1911c), AE, 12, pág. 56, y en Tótem y tabú(1912-13), AE, 13, págs. 92-3.
La idea de escribir el presente artículo se menciona por primera vez en las cartas de Freud de junio de 1913, y completó el primer borrador durante unas vacaciones en Roma, en la tercera semana de setiembre del mismo año. Recién a fines de febrero de 1914 dio comienzo a la versión final, que quedó terminada un mes después.
Es este uno de los escritos más importantes de Freud, y puede considerárselo como uno de los pivotes de la evolución de sus puntos de vista. Resume sus elucidaciones anteriores sobre el tema del narcisismo, y examina el lugar que corresponde a este último en el desarrollo sexual. Pero va mucho más allá, porque incursiona en el problema más profundo de las relaciones
entre el yo y los objetos externos, y traza la nueva distinción entre «libido yoica» y «libido de objeto». Además -y quizás esto sea lo más importante-, introduce los conceptos de «ideal del yo» y de la instancia de observación de sí vinculada con él, bases de lo que finalmente sería llamado el «superyó», en El yo y el ello ( 1923b). Y además de todo esto, en dos puntos -al final de la primera sección y al comienzo de la tercera- el artículo aborda las controversias con Adler y Jung, tema principal de la «Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico» -escrita más o menos simultáneamente con el presente trabajo, durante los primeros meses de 1914-. No cabe duda de que uno de los motivos de Freud al redactar este artículo fue mostrar que el concepto de narcisismo constituye una alternativa frente a la «libido» no sexual de Jung y a la «protesta masculina» de Adler.
Estos tópicos están lejos de ser los únicos que aquí se plantean, y por lo tanto no ha de sorprerdernos que el trabajo tenga la inusual apariencia de una producción excesivamente comprimida, que desborda su propio marco por la cantidad de material que contiene. El mismo Freud parece haber sentido algo así. Nos dice Ernest Jones (1955, pág. 340) que «estaba muy insatisfecho con el resultado»; y el 16 de marzo de 1914 escribió a Abraham: «El "Narcisismo" fue un parto difícil y presenta todas las deformaciones consiguientes» (Freud, 1965a, pág. 163).
Aunque así sea, este artículo, punto de partida de muchas líneas de pensamiento posteriores, exige un estudio prolongado -y no ha de defraudar a quien lo emprenda-. Algunas de sus ideas se siguieron elaborando en «Duelo y melancolía» (1917e), y en Psicología de las masas y análisis del yo (1921c), capítulos VIII y XI.
El tema del narcisismo ocupa también la mayor parte de la 26ª de las Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17). El ulterior desarrollo de sus nuevos puntos de vista sobre la estructura de la psique -que ya comienzan a hacerse evidentes aquí-llevaría a Freud a reevaluar algunas de sus afirmaciones, especialmente respecto del funcionamiento del yo. En relación con esto debe señalarse que el significado atribuido por Freud a «das Ich» {el yo} sufrió una gradual modificación. Al principio usó el término sin mayor precisión, pero en sus últimos escritos le dio un significado mucho más definido y estricto. El presente artículo ocupa un lugar de transición en este desarrollo. El tema se trata más detalladamente en mi «Introducción» a El yo y el ello (1923b), AE, 19, págs. 7 y sigs.
James Strachey

102
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 14 / Trabajos sobre metapsicología. (1915)
Trabajos sobre metapsicología. (1915)Freud publicó la primera exposición extensa de sus concepciones sobre teoría psicológica en el capítulo VII de La interpretación de los sueños (1900a), que incorporó -en forma modificada-gran parte de lo esencial contenido en su anterior «Proyecto de psicología» de 1895 (1950a), inédito en vida de él. A excepción de algunas breves disquisiciones ocasionales, como las del capítulo VI de su libro sobre el chiste (1905c), hubieron de pasar diez años antes de que Freud volviera a ahondar en problemas teóricos. Un artículo exploratorio, «Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico» (1911b), fue seguido por otras aproximaciones más o menos tentativas: en la tercera parte del análisis de Schreber (1911c), en su «Nota sobre el concepto de lo inconciente en psicoanálisis» (1912g), escrita en inglés, y en el extenso examen del narcisismo (1914c). Finalmente, en la primavera y el verano de 1915, emprendió una vez más una exposición completa y sistemática de sus teorías psicológicas.
Los cinco trabajos que siguen constituyen una serie interrelacionada. Como se nos informa en una nota al pie en el cuarto de ellos (cf. AE, 14, pág. 221), integran una recopilación que Freud había planeado publicar originalmente en forma de libro, bajo el título de Zur Vorbereítung einer Metapsyhologie {Trabajos preliminares para una metapsicología(144)}. Agrega allí que la intención de la serie era proporcionar un fundamento teórico estable para el psicoanálisis.
Aunque los tres primeros artículos se publicaron en 1915 y los dos últimos en 1917, Ernest Jones (1955, pág. 208) nos dice que en realidad todos ellos fueron escritos en un período de unas siete semanas, entre el 15 de marzo y el 4 de mayo de 1915. También dice que en los tres meses siguientes se agregaron a la serie siete artículos más, quedando la colección de doce artículos completa para el 9 de agosto. Sin embargo, Freud nunca publicó esos otros siete artículos, y parece probable que los haya destruido posteriormente, ya que no se ha encontrado rastro alguno de ellos y, de hecho, su existencia misma fue desconocida u olvidada hasta que Jones examinó las cartas de Freud. Mientras los estaba escribiendo, en 1915, mantenía informados de sus progresos a sus corresponsales (Abraham, Ferenczi y Jones); pero después sólo parece haber una única referencia a ellos, en una carta a Abraham de noviembre de 1917. Freud debe de haber escrito esta carta en la época en que se publicaron los dos últimos artículos, y por lo que dice en ella se infiere que los otros siete todavía existían y que él seguía teniendo la intención de publicarlos, aunque pensaba que aún no había llegado el momento oportuno. (Cf. Freud, 1965a.)
Conocemos los temas de cinco de esos siete artículos: la conciencia, la angustia, la histeria de conversión, la neurosis obsesiva y las neurosis de trasferencia en general; y podemos detectar posibles remisiones a ellos en los artículos que sobrevivieron. Incluso cabe conjeturar que los temas examinados en los dos artículos no especificados eran la sublimación y la proyección(145) (o la paranoia), porque hay alusiones bastante directas a estos temas. La recopilación de doce artículos habría sido, entonces, muy amplia, abarcando los procesos que están en la base de la mayoría de las neurosis y psicosis principales (histeria de conversión, histeria de angustia, neurosis obsesiva, locura maníaco-depresiva y paranoia) y en los sueños; los mecanismos psíquicos de la represión, la sublimación, la introyección y la proyección, y los dos sistemas psíquicos de la conciencia y el inconciente.
Difícilmente pueda exagerarse la pérdida que significa la desaparición de esos artículos. En la época en que Freud los escribió se daba una conjunción única de factores favorables. Su anterior trabajo teórico importante (el capítulo VII de La interpretación de los sueños) había sido escrito quince años antes, en una etapa relativamente temprana de sus estudios psicológicos. Ahora, en cambio, tenía a sus espaldas veinticinco años de experiencia psicoanalítica sobre la cual basar sus construcciones teóricas, y sus facultades intelectuales estaban en su apogeo. La circunstancia accidental de que su práctica profesional se redujera debido al estallido de la Primera Guerra Mundial le permitió disponer, durante cinco meses, del tiempo libre necesario para llevar adelante su intento. Sin duda, podemos consolarnos pensando que buena parte del contenido de los artículos perdidos debe de haber encontrado cabida en los escritos posteriores de Freud, pero daríamos mucho por contar, en cuestiones tales como la conciencia y la sublimación, con exámenes que se extendieran en una trama argumental única, en lugar de las alusiones dispersas y relativamente magras con las que tenemos que contentarnos.
Varios pasajes de la correspondencia de Freud atestiguan la existencia de dichos artículos. Por ejemplo, en una carta a J. J. Putnam del 8 de julio de 1915, escribe: «Estoy aprovechando la interrupción en mi tarea [causada por la Primera Guerra Mundial] para terminar un libro que contendrá una serie de doce ensayos psicológicos» (Freud, 1960a). Asimismo, en una carta a Lou Andreas-Salomé del 30 de julio de 1915 dice: «El fruto de esta época probablemente cobrará la forma de un libro de 12 ensayos, comenzando por el que versa sobre las pulsiones y los destinos de pulsión. [ . . . ] El libro está concluido, salvo la necesaria revisión para acomodar y adecuar entre sí los diferentes ensayos». Y en otra carta a Lou Andreas-Salomé, del 25 de mayo de 1916, afirma: «Mi libro con los 12 ensayos de este tipo no puede publicarse antes de que termine la guerra, y quién sabe cuánto tiempo después de esa anhelada fecha» (Freud, 1966a). También a Binswanger, en una carta del 17 de diciembre de 1915 (Freud, 1955f), le mencionó la existencia de los «doce» ensayos y su intención de publicarlos luego de la guerra. La hipótesis de que desestimara en definitiva por insatisfactorios los últimos siete trabajos es fuertemente corroborada en su intercambio epistolar con Lou Andreas-Salomé. El 18 de marzo de 1919 esta le escribía: «¿Dónde está su Metapsicología, ahora que los capítulos publicados fueron incluidos en el cuarto volumen de la "NI" [SKSN]?¿Dónde están los restantes, que ya estaban terminados?». A lo cual Freud replica el 2 de abril: «¿Dónde está mi Metapsicología? En primer lugar, no ha sido escrita aún. No me es posible elaborar el material de manera sistemática; la índole fragmentaria de mis observaciones y el carácter esporádico de mis ideas no lo permitirían. Sin embargo, si vivo diez años más, puedo seguir trabajando durante todo ese tiempo, no me muero de hambre, no soy asesinado, no quedo demasiado sumergido por la desdicha de mi familia o de quienes me rodean -y es pedir que se den muchas condiciones-, entonces prometo hacer ulteriores contribuciones a ella. En esta línea, una primera estará contenida en mi ensayo "Más allá del principio de placer" ... ». (Cf. Freud, 1966a.)
En vista de la especial importancia de esta serie de artículos, nos ha parecido conveniente incluir notas introductorias más extensas que las habituales, así como una generosa cantidad

103
de notas de pie de página; en particular, damos amplias remisiones a otros escritos de Freud que pueden arrojar luz sobre algunos puntos oscuros. Se hallará una lista de las obras teóricas más importantes de Freud en un «Apéndice» al final de la serie (AE, 14, págs. 257-8).
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 14 / Trabajos sobre metapsicología. (1915) / Pulsiones y destinos de pulsión. (1915)
Pulsiones y destinos de pulsión. (1915)«Triebe und Triebschicksale»
Ediciones en alemán 1915 Int. Z. ärztl. Psychoanal., 3, nº 2, págs. 84-100. 1918 SKSN, 4, págs. 252-78. (1922, 2° ed.) 1924 GS, 5, págs. 443-65. 1924Technik und Metapsychol., págs. 165-87. 1931 Theoretische Schriften, págs. 58-82. 1946 GW, 10, págs. 210-32. 1975 SA, 3, págs. 75-102.
Traducciones en castellano
1924 «Los instintos y sus vicisitudes». BN (17 vols.), 9, págs. 119-43. Traducción de Luis López-Ballesteros.
1943 «Los instintos y sus destinos». EA, 9, págs. 116-39. El mismo traductor.
1948 «Los instintos y sus vicisitudes». BN (2 vols.), 1, págs. 1047-57. El mismo traductor.
1953 «Los instintos y sus destinos». SR, 9, págs. 100-19. El mismo traductor.
1967 Igual título. BN (3 vols.), 1, págs. 1035-45. El mismo traductor.
1972 Igual título. BN (9 vols.)., 6, págs. 2039-52. El mismo traductor.
Freud comenzó a escribir este artículo el 15 de marzo de 1915; junto con el siguiente («La represión»), había sido completado para el 4 de abril.
En aras de una comprensión más clara, es preciso llamar la atención sobre una ambigüedad en el uso de los términos «Trieb(146)» {«pulsión»} y«Triebrepräsentanz» {«agencia representante de pulsión»}. En la página 117 (AE, 14), Freud define a la pulsión como «un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático, como un representante(147) psíquico de los estímulos que provienen del interior del cuerpo y alcanzan el alma». En dos oportunidades anteriores la había definido casi en los mismos términos. Unos pocos años antes, hacia el final de la sección III de su estudio del caso Schreber (1911c), AE, 12, pág. 68, definió a la pulsión como «el concepto fronterizo de lo somático respecto de lo anímico, [ ... ] el representante psíquico de poderes orgánicos». Y en un pasaje escrito probablemente pocos meses antes que el presente artículo y agregado a la tercera edición (publicada en 1915, pero con un prólogo fechado en octubre de 1914) de sus Tres ensayos de teoría sexual (1905d), AE, 7, pág. 153, la definió como «la agencia representante psíquica de una fuente de estímulos intrasomática en continuo fluir [ ... ] uno de los conceptos del deslinde de lo anímico respecto de lo corporal». Estas tres caracterizaciones parecen dejar en claro que Freud no trazaba distinción alguna entre una pulsión y su «agencia representante psíquica». Aparentemente consideraba a la pulsión misma como el representante psíquico de fuerzas somáticas. Sin embargo, si nos volvemos ahora a los artículos posteriores de esta serie, parecería que Freud traza allí una distinción muy neta entre la pulsión y su representante psíquico. El ejemplo más claro es quizás un pasaje de «Lo inconciente» (AE, 14, pág. 173): «Una pulsión nunca puede pasar a ser objeto de la conciencia; sólo puede serlo la representación que es su representante. Ahora bien, tampoco en el interior de lo inconciente puede estar representada si no es por la representación. [ ... ] Entonces, cada vez que pese a eso hablamos de una moción pulsional inconciente o de una moción pulsional reprimida, no [ ... ] podemos aludir sino a una moción pulsional cuya agencia representanterepresentación es inconciente». El mismo punto de vista aparece en muchos otros pasajes. Por ejemplo, en el artículo sobre la represión (AE, 14, pág. 143), Freud habla de la «agencia representante psíquica (agencia representante-representación) de la pulsíón», y continúa: « ... la agencia representante en cuestión persiste inmutable y la pulsión sigue ligada a ella»; en el mismo artículo (AE, 14, pág. 147) escribe luego que una agencia representante de pulsión es «una representación o un grupo de representaciones investidas desde la pulsión con un determinado monto de energía psíquica (libido, interés) », y sigue diciendo que «junto a la representación interviene algo diverso, algo que representa {räpresentieren} a la pulsión». En

104
este segundo grupo de citas, por lo tanto, la pulsión ya no es considerada como agencia representante psíquica de mociones somáticas, sino más bien como nopsíquica en sí misma. Ambos puntos de vista aparentemente diferentes, se encuentran en otros lugares en los escritos posteriores de Freud, si bien el segundo de ellos es el que predomina. Puede ser, empero, que la contradicción sea más aparente que real, y que su solución resida precisamente en la ambigüedad del concepto mismo -en su carácter de concepto fronterizo entre lo físico y lo anímico-.
En una cantidad de pasajes, Freud expresó su insatisfacción con el estado del conocimiento psicológico acerca de las pulsiones. No mucho antes, por ejemplo, en «Introducción del narcisismo» (1914c, AE, 14, pág. 75), se había quejado de «la total inexistencia de una doctrina de las pulsiones que de algún modo nos oriente». Más tarde, en Más allá del principio de placer .(1920g), AE, 18, pág. 34, aludió a las pulsiones como «el elemento más importante y oscuro de la investigación psicológica», y en su artículo para la Encyclopaedia Britannica (1926f), AE, 20, pág. 253, confesó que «la doctrina de las pulsiones es para el psicoanálisis, sin duda, un ámbito oscuro». El presente artículo es un temprano intento de abordar el tema con amplitud. Muchos trabajos posteriores lo corrigieron y completaron en varios puntos, pero de todos modos perdura como la exposición más clara sobre qué entendía Freud por «pulsión», y cómo pensaba que ella operaba. Es cierto que reflexiones posteriores lo llevaron a modificar sus puntos de vista sobre la clasificación de las pulsiones y sus determinantes más profundos; pero este artículo es una base indispensable para comprender los desarrollos que habían de seguir.
Quizá convenga resumir aquí el curso de sus cambiantes puntos de vista sobre la clasificación de las pulsiones. Un hecho sorprendente es que estas hicieron su aparición en un momento relativamente tardío de la secuencia de sus escritos. La palabra «Trieb» apenas si se encuentra en los trabajos del período de Breuer, en la correspondencia con Fliess e incluso en La interpretación de los sueños (1900a). Recién en los Tres ensayos (1905d) se menciona ampliamente a la «pulsión sexual» como tal; en cuanto a «Triebregungen» {«mociones pulsionales»}, que sería una de las expresiones más comunes de Freud, parece no haber existido antes del artículo sobre «Acciones obsesivas y prácticas religiosas» (1907b). Pero estas son meras consideraciones terminológicas: por supuesto, las pulsiones estaban presentes con otros nombres. Su lugar lo ocupaban en gran medida cosas tales como las «excitaciones», las « representaciones afectivas», las «mociones de deseo», los «estímulos endógenos», etc. Por ejemplo, aquí (AE, 14, pág. 114) Freud distingue entre un «estímulo», fuerza que opera «de un solo golpe», y una «pulsión», que siempre actúa como una fuerza constante. Esta precisa distinción había sido trazada por él veinte años antes, sólo que en lugar de «estímulo» y «pulsión» hablaba entonces de «excitación exógena» y «endógena» (ver nota(148)). De modo similar, poco más adelante (pág. 115) señala que el organismo primitivo puede eludir los estímulos externos pero no las necesidades pulsionales. También en este caso había adelantado la idea veinte años antes, aunque una vez más el término usado en esa oportunidad fue «estímulos endógenos». Nos referimos a un pasaje del «Proyecto de psicología» de 1895 (1950a), AE, 1, pág. 341, donde prosigue diciendo que estos estímulos endógenos «provienen de células del cuerpo y dan por resultado las grandes necesidades: hambre, respiración, sexualidad», pero en ninguna parte se encuentra allí la palabra «pulsión».
En este período inicial, el conflicto subyacente en las psiconeurosis se describía a veces como un conflicto entre «el yo» y «la sexualidad»; y si bien se usaba con frecuencia el término «libido», se lo conceptualizaba como manifestación de la «tensión sexual somática», que a su vez era considerada un fenómeno químico. Recién en los Tres ensayos se estableció explícitamente que la libido era una expresión de la pulsión sexual. El otro participante del conflicto («el yo») permaneció indefinido durante mucho más tiempo. Se examinaron principalmente sus funciones -en particular la «represión», la «resistencia» y el «examen de realidad»-, pero poco se dijo (fuera de un intento muy temprano en el «Proyecto», AE, 1, págs. 366-9) sobre su estructura o su dinámica (ver nota(149)). Las pulsiones de «autoconservación» habían sido escasamente mencionadas, salvo de modo indirecto y en relación con la teoría de que la libido se apuntalaba en ellas en las fases más tempranas de su desarrollo (ver nota(150)); y no parecía haber razones obvias para vincularlas con el papel desempeñado por el yo como agente represor en los conflictos neuróticos. Luego, aparentemente en forma súbita, en un breve trabajo sobre la perturbación psicógena de la visión (1910i), Freud introdujo la expresión «pulsiones yoicas», a las que identificó, por una parte, con las pulsiones de autoconservación y, por otra, con la función represora. De ahí en más el conflicto se presentó regularmente como un conflicto entre dos series de pulsiones: la libido y las pulsiones yoicas.
No obstante, la introducción del concepto de «narcisismo» suscitó una complicación. En el artículo correspondiente (1914c), Freud planteó la noción de «libido yoica» (o «Libido narcisista»), que inviste al yo, por contraste con la «libido de objeto», que inviste a los objetos (AE, 14, págs. 73-4). Un pasaje de ese artículo (loc. cit.) y una acotación en este trabajo (AE, 14, págs. 119-20) muestran que Freud ya presentía que esta clasificación «dualista» de las pulsiones quizá no fuera válida. Es cierto que en el análisis de Schreber (1911c) insistió en la diferencia entre «Investiduras yoicas» y «libido», y entre el «interés emanado de fuentes eróticas» y el «interés en general» -distinción que reaparece, en una réplica a Jung, en el artículo sobre el narcisismo. En el presente artículo volvió a emplear el término «interés»; y en la 26ª de las Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17), «interés yoico» o simplemente «interés» aparecen regularmente por oposición a «libido». Con todo, permanecía oscura la naturaleza exacta de estas pulsiones no libidinales. El punto decisivo en la clasificación de las pulsiones se alcanzó en Más allá del principio de placer (1920g). En el capítulo VI de ese trabajo, Freud reconoce francamente que se había llegado a una situación difícil, y declara de manera explícita que «desde luego, la libido narcisista es una exteriorización de fuerzas de pulsiones sexuales», y que «es preciso identificarla con las "pulsiones de autoconservación"» (AE, 18, págs. 49 y sigs.). Todavía sostiene, sin embargo, que hay pulsiones yoicas y pulsiones de objeto que no son libidinales, y continuando con su postura dualista introduce su hipótesis de la pulsión de muerte. Al final del capítulo VI de Más allá del principio de placer, una larga nota al pie (AE, 18, pág. 59) da cuenta de la evolución que habían tenido hasta entonces sus puntos de vista sobre la clasificación de las pulsiones; y vuelve a abordar el tema, a la luz de su recientemente completado cuadro de la estructura de la psique, en el capítulo IV de El yo y el ello (1923b). En el capítulo VI de El malestar en la cultura (1930a), Freud recorre una vez más todo este territorio, prestando especial consideración, por primera vez, a las pulsiones agresivas y destructivas. Hasta entonces les había concedido escasa atención, excepto en aquellos casos (como en el sadismo y el masoquismo) en que, aparecían fusionadas con elementos libidinales; pero en ese capítulo las aborda en su forma pura y las explica como retoños de la pulsión de muerte. La 32ª de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a), AE, 22, págs. 95 y sigs., incluye otra revisión del tema, y el resumen final está contenido en el capítulo II de su obra póstuma Esquema del psicoanálisis (1940a), AE, 23, págs.146-9 (ver nota(151)).

En una cantidad de pasajes, Freud expresó su insatisfacción con el estado del conocimiento psicológico acerca de las pulsiones. No mucho antes, por ejemplo, en «Introducción del narcisismo» (1914c, AE, 14, pág. 75), se había quejado de «la total inexistencia de una doctrina de las pulsiones que de algún modo nos oriente». Más tarde, en Más allá del principio de placer .(1920g), AE, 18, pág. 34, aludió a las pulsiones como «el elemento más importante y oscuro de la investigación psicológica», y en su artículo para la Encyclopaedia Britannica (1926f), AE, 20, pág. 253, confesó que «la doctrina de las pulsiones es para el psicoanálisis, sin duda, un ámbito oscuro». El presente artículo es un temprano intento de abordar el tema con amplitud. Muchos trabajos posteriores lo corrigieron y completaron en varios puntos, pero de todos modos perdura como la exposición más clara sobre qué entendía Freud por «pulsión», y cómo pensaba que ella operaba. Es cierto que reflexiones posteriores lo llevaron a modificar sus puntos de vista sobre la clasificación de las pulsiones y sus determinantes más profundos; pero este artículo es una base indispensable para comprender los desarrollos que habían de seguir.
Quizá convenga resumir aquí el curso de sus cambiantes puntos de vista sobre la clasificación de las pulsiones. Un hecho sorprendente es que estas hicieron su aparición en un momento relativamente tardío de la secuencia de sus escritos. La palabra «Trieb» apenas si se encuentra en los trabajos del período de Breuer, en la correspondencia con Fliess e incluso en La interpretación de los sueños (1900a). Recién en los Tres ensayos (1905d) se menciona ampliamente a la «pulsión sexual» como tal; en cuanto a «Triebregungen» {«mociones pulsionales»}, que sería una de las expresiones más comunes de Freud, parece no haber existido antes del artículo sobre «Acciones obsesivas y prácticas religiosas» (1907b). Pero estas son meras consideraciones terminológicas: por supuesto, las pulsiones estaban presentes con otros nombres. Su lugar lo ocupaban en gran medida cosas tales como las «excitaciones», las « representaciones afectivas», las «mociones de deseo», los «estímulos endógenos», etc. Por ejemplo, aquí (AE, 14, pág. 114) Freud distingue entre un «estímulo», fuerza que opera «de un solo golpe», y una «pulsión», que siempre actúa como una fuerza constante. Esta precisa distinción había sido trazada por él veinte años antes, sólo que en lugar de «estímulo» y «pulsión» hablaba entonces de «excitación exógena» y «endógena» (ver nota(148)). De modo similar, poco más adelante (pág. 115) señala que el organismo primitivo puede eludir los estímulos externos pero no las necesidades pulsionales. También en este caso había adelantado la idea veinte años antes, aunque una vez más el término usado en esa oportunidad fue «estímulos endógenos». Nos referimos a un pasaje del «Proyecto de psicología» de 1895 (1950a), AE, 1, pág. 341, donde prosigue diciendo que estos estímulos endógenos «provienen de células del cuerpo y dan por resultado las grandes necesidades: hambre, respiración, sexualidad», pero en ninguna parte se encuentra allí la palabra «pulsión».
En este período inicial, el conflicto subyacente en las psiconeurosis se describía a veces como un conflicto entre «el yo» y «la sexualidad»; y si bien se usaba con frecuencia el término «libido», se lo conceptualizaba como manifestación de la «tensión sexual somática», que a su vez era considerada un fenómeno químico. Recién en los Tres ensayos se estableció explícitamente que la libido era una expresión de la pulsión sexual. El otro participante del conflicto («el yo») permaneció indefinido durante mucho más tiempo. Se examinaron principalmente sus funciones -en particular la «represión», la «resistencia» y el «examen de realidad»-, pero poco se dijo (fuera de un intento muy temprano en el «Proyecto», AE, 1, págs. 366-9) sobre su estructura o su dinámica (ver nota(149)). Las pulsiones de «autoconservación» habían sido escasamente mencionadas, salvo de modo indirecto y en relación con la teoría de que la libido se apuntalaba en ellas en las fases más tempranas de su desarrollo (ver nota(150)); y no parecía haber razones obvias para vincularlas con el papel desempeñado por el yo como agente represor en los conflictos neuróticos. Luego, aparentemente en forma súbita, en un breve trabajo sobre la perturbación psicógena de la visión (1910i), Freud introdujo la expresión «pulsiones yoicas», a las que identificó, por una parte, con las pulsiones de autoconservación y, por otra, con la función represora. De ahí en más el conflicto se presentó regularmente como un conflicto entre dos series de pulsiones: la libido y las pulsiones yoicas.
No obstante, la introducción del concepto de «narcisismo» suscitó una complicación. En el artículo correspondiente (1914c), Freud planteó la noción de «libido yoica» (o «Libido narcisista»), que inviste al yo, por contraste con la «libido de objeto», que inviste a los objetos (AE, 14, págs. 73-4). Un pasaje de ese artículo (loc. cit.) y una acotación en este trabajo (AE, 14, págs. 119-20) muestran que Freud ya presentía que esta clasificación «dualista» de las pulsiones quizá no fuera válida. Es cierto que en el análisis de Schreber (1911c) insistió en la diferencia entre «Investiduras yoicas» y «libido», y entre el «interés emanado de fuentes eróticas» y el «interés en general» -distinción que reaparece, en una réplica a Jung, en el artículo sobre el narcisismo. En el presente artículo volvió a emplear el término «interés»; y en la 26ª de las Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17), «interés yoico» o simplemente «interés» aparecen regularmente por oposición a «libido». Con todo, permanecía oscura la naturaleza exacta de estas pulsiones no libidinales. El punto decisivo en la clasificación de las pulsiones se alcanzó en Más allá del principio de placer (1920g). En el capítulo VI de ese trabajo, Freud reconoce francamente que se había llegado a una situación difícil, y declara de manera explícita que «desde luego, la libido narcisista es una exteriorización de fuerzas de pulsiones sexuales», y que «es preciso identificarla con las "pulsiones de autoconservación"» (AE, 18, págs. 49 y sigs.). Todavía sostiene, sin embargo, que hay pulsiones yoicas y pulsiones de objeto que no son libidinales, y continuando con su postura dualista introduce su hipótesis de la pulsión de muerte. Al final del capítulo VI de Más allá del principio de placer, una larga nota al pie (AE, 18, pág. 59) da cuenta de la evolución que habían tenido hasta entonces sus puntos de vista sobre la clasificación de las pulsiones; y vuelve a abordar el tema, a la luz de su recientemente completado cuadro de la estructura de la psique, en el capítulo IV de El yo y el ello (1923b). En el capítulo VI de El malestar en la cultura (1930a), Freud recorre una vez más todo este territorio, prestando especial consideración, por primera vez, a las pulsiones agresivas y destructivas. Hasta entonces les había concedido escasa atención, excepto en aquellos casos (como en el sadismo y el masoquismo) en que, aparecían fusionadas con elementos libidinales; pero en ese capítulo las aborda en su forma pura y las explica como retoños de la pulsión de muerte. La 32ª de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a), AE, 22, págs. 95 y sigs., incluye otra revisión del tema, y el resumen final está contenido en el capítulo II de su obra póstuma Esquema del psicoanálisis (1940a), AE, 23, págs.146-9 (ver nota(151)).

105
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 14 / Trabajos sobre metapsicología. (1915) / La represión. (1915)
La represión. (1915)«Die Verdrängung»
Ediciones en alemán
1915 Int. Z. ärztl. Psychoanal., 3, n° 3, págs. 129-38. 1918 SKSN, 4, págs. 279-93. (1922, 2ª ed.) 1924 GS, 5, págs. 466-79. 1924 Technik und Metapsychol., págs. 188-201. 1931 Theoretische Schriften, págs. 83-97. 1946 GW, 10, págs. 248-61. 1975 SA, 3, págs. 103-18.
Traducciones en castellano
1924 «La represión». BN (17 vols.), 9, págs. 145-58. Traducción de Luis López-Ballesteros.
1943 Igual título. EA, 9, págs. 140-53. El mismo traductor.
1948 Igual título. BN (2 vols.), 1, págs. 1057-63. El mismo traductor.
1953 Igual título. SR, 9, págs. 121-31. El mismo traductor.
1967 Igual título. BN (3 vols.), 1, págs. 1045-51. El mismo traductor.
1972 Igual título. BN (9 vols.), 6, págs. 2053-60. El mismo traductor.
En su «Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico» (1914d), Freud declaró que la doctrina de la represión es «el pilar fundamental sobre el que descansa el edificio del psicoanálisis»; en el presente artículo, así como también en la sección IV de «Lo inconciente» (1915e), hizo la formulación más elaborada de dicha doctrina.
Históricamente, el concepto de represión se retrotrae a los comienzos mismos del psicoanálisis. La primera publicación en que se lo mencionó {en la bibliografía de Freud} fue «Sobre el mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos: comunicación preliminar», de Breuer y Freud (1893), AE, 2, pág. 36. El término«Verdrüngung» ya había sido utilizado por Herbart, psicólogo de comienzos del siglo XIX, y probablemente llegó a conocimiento de Freud a través de su maestro Meynert, quien era un admirador de Herbart (ver nota(152)). No obstante, en la «Contribución» ya citada, Freud insistió en que sin lugar a dudas él había concebido esa doctrina independientemente. En su Presentación autobiográfica (1925d) escribió: «Fue una novedad, y nada semejante se había reconocido antes en la vida anímica».
Hay en los escritos de Freud varios relatos acerca de la forma en que se produjo el descubrimiento; por ejemplo, en los Estudios sobre la histeria (1895d), AE, 2, págs. 275-6, y también en la «Contribución». En todos ellos se destaca que el concepto de represión fue sugerido imperiosamente por el fenómeno clínico de la resistencia, que a su vez salió a relucir a raíz de una innovación técnica: el abandono de la hipnosis en el tratamiento catártico de la histeria.
En el relato incluido en los Estudios sobre la histeria, la palabra utilizada para describir el proceso no es en realidad «represión» sino «defensa». En esa temprana época Freud empleaba ambos términos indistintamente, casi como equivalentes, aunque tal vez «defensa» era más común. Pronto, sin embargo, como señala en su trabajo sobre el papel de la sexualidad en la etiología de las neurosis (1906a), AE, 7, págs. 267-8, comenzó a remplazar este último por aquel. Así, por ejemplo, en el historial clínico del «Hombre de las Ratas» (1909d) examinó el mecanismo de la «represión» en las neurosis obsesivas -o sea, el desplazamiento de la investidura afectiva de la representación chocante, a diferencia de su destierro total de la conciencia en la histeria- y aludió a «dos tipos de represión» (AE, 10, pág. 154). De hecho, en el presente artículo el término es usado en este sentido amplio, como se ve en el examen de los diversos mecanismos de represión en las distintas variedades de psiconeurosis que efectúa hacia el final. Parece bastante claro, sin embargo, que la forma de represión a la que Freud aludía fundamentalmente aquí era la que se presenta en la histeria; y mucho después, en Inhibición, síntoma y angustia (1926d), AE, 20, págs. 152-3, propuso restringir el término

106
«represión» a este mecanismo en particular y restaurar el uso de «defensa» como «designación general para todas las técnicas de que se sirve el yo en los conflictos que eventualmente llevan a la neurosis». La importancia de este distingo fue más tarde ejemplificada por él en «Análisis terminable e interminable» (1937c), AE, 23, págs. 238 y sigs.
La índole de la fuerza impulsora que pone en marcha a la represión constituyó un permanente problema para Freud, aunque en este trabajo apenas alude a él. Se planteaba, en particular, el interrogante acerca del vínculo entre la represión y la vida sexual; en sus primeros tiempos, Freud dio variables respuestas a esto, como puede verse en muchos lugares en su correspondencia con Fliess (1950a), pero más tarde rechazó firmemente todo intento de «sexualizar» la represión. Se hallará una amplia discusión de esta cuestión (con especial referencia a los puntos de vista de Adler) en «Pegan a un niño"» (1919e), AE, 17, págs. 196 y sigs. Más adelante aún, en Inhibición, síntoma y angustia (1926d), AE, 20, esp. págs. 152 y sigs., y en la 32ª de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a), AE, 22, pág. 79, arrojó nueva luz sobre el asunto sosteniendo que la angustia no era, como había afirmado antes (y como lo hace en este trabajo), una consecuencia de la represión sino una de sus principales fuerzas impulsoras (ver nota(153)).
James Strachey
La índole de la fuerza impulsora que pone en marcha a la represión constituyó un permanente problema para Freud, aunque en este trabajo apenas alude a él. Se planteaba, en particular, el interrogante acerca del vínculo entre la represión y la vida sexual; en sus primeros tiempos, Freud dio variables respuestas a esto, como puede verse en muchos lugares en su correspondencia con Fliess (1950a), pero más tarde rechazó firmemente todo intento de «sexualizar» la represión. Se hallará una amplia discusión de esta cuestión (con especial referencia a los puntos de vista de Adler) en «Pegan a un niño"» (1919e), AE, 17, págs. 196 y sigs. Más adelante aún, en Inhibición, síntoma y angustia (1926d), AE, 20, esp. págs. 152 y sigs., y en la 32ª de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a), AE, 22, pág. 79, arrojó nueva luz sobre el asunto sosteniendo que la angustia no era, como había afirmado antes (y como lo hace en este trabajo), una consecuencia de la represión sino una de sus principales fuerzas impulsoras (ver nota(153)).
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 14 / Trabajos sobre metapsicología. (1915) / Lo inconciente. (1915).
Lo inconciente. (1915).«Das Unbewusste»
Ediciones en alemán 1915 Int. Z. ärztl. Psychoanal., 3, nº 4, págs. 189-203, y nº 5, págs. 257-69.
1918 SKSN, 4, págs. 294-338. (1922, 21 ed.) 1924 GS, 5, págs. 480-519. 1924 Technik und Metapsychol., págs. 202-41. 1931 Theoretische Schrilten, págs. 98-140. 1946 GW, 10, págs. 264-303. 1975 SA, 3, págs. 119-73.
Traducciones en castellano
1924 «Lo inconciente». BN (17 vols.), 9, págs. 159-200. Traducción de Luis López-Ballesteros. 1943 Igual título. EA, 9, págs. 154-94. El mismo traductor 1948 Igual título. BN (2 vols.), 1, págs. 1063-81. El mismo traductor. 1953 Igual título. SR, 9, págs. 133-63. El mismo traductor. 1967 Igual título. BN (3 vols.), 1, págs. 1051-68. El mismo traductor. 1972 Igual título. BN (9 vols.), 6, págs. 2061-82. El mismo traductor.
Aparentemente, este artículo fue escrito en menos de tres semanas, entre el 4 y el 23 de abril de 1915. Se publicó ese mismo año en el Internationale Zejtschríft, en dos entregas: la primera incluía las secciones I a IV, y la segunda, las secciones V a VII. En las ediciones anteriores a 1924 el artículo no estaba dividido en secciones, pero los actuales títulos de estas aparecían al margen del texto. La única excepción es la frase «y el punto de vista tópico», que actualmente forma parte del título de la sección II, y que originalmente figuraba, en el margen, al comienzo del segundo párrafo, junto a las palabras «Dentro de una exposición positiva... » (pág. 169). En la edición de 1924 se introdujeron también unas pocas modificaciones menores en el texto.
Si la serie de «Trabajos sobre metapsicología» es quizá lo más importante entre los escritos teóricos de Freud, no cabe duda de que el presente ensayo sobre «Lo inconciente» es la culminación de esa serie.
El concepto de que existen procesos anímicos inconcientes es, desde luego, fundamental en la

107
teoría psicoanalítica. Freud nunca dejó de insistir, incansablemente, en los argumentos en favor de ello, ni de combatir las objeciones que se le oponían. De hecho, el último fragmento inconcluso de su pensamiento teórico, el escrito de 1938 al que tituló «Algunas lecciones elementales sobre psicoanálisis» (1940b), es una reivindicación de aquel concepto.
Debe aclararse enseguida, sin embargo, que el interés de Freud por este supuesto nunca fue de naturaleza filosófica -aunque, sin duda, los problemas filosóficos aguardaban inevitablemente a la vuelta de la esquina-. Su interés era práctico. Encontró que sin ese supuesto le resultaba imposible explicar o aun describir una gran variedad de fenómenos que le salían al paso. Formulándolo, por el contrario, se le abría el camino a una región, inmensamente fértil, de nuevos conocimientos.
En los comienzos del pensamiento freudiano, no puede haber habido en el medio que lo rodeaba grandes resistencias contra esta idea. Los maestros inmediatos de Freud (p. e¡., Meynert) (ver nota(154)) se regían fundamentalmente, hasta donde llegaba su interés por la psicología, por los puntos de vista de J. F. Herbart (1776-1841); y parece ser que en la escuela secundaria a la que asistió Freud se utilizaba un libro de texto que contenía los principios herbartianos (Jones, 1953, págs. 409-10). El reconocimiento de la existencia de procesos anímicos inconcientes desempeñaba un papel esencial en el sistema de Herbart. A pesar de esto, Freud no adoptó la hipótesis de inmediato en las primeras etapas de sus investigaciones psicopatológicas. Es cierto que desde el principio parece haber sentido la fuerza del argumento puesto de relieve en las páginas iniciales del presente artículo: a saber, que restringir los sucesos anímicos a los que son concientes, y entremezclarlos con los sucesos puramente físicos, neurológicos, es algo que «quiebra la continuidad psíquica» e introduce brechas ininteligibles en la cadena de los fenómenos observados. Pero esta dificultad podía encararse de dos maneras distintas. Podemos desentendernos de los sucesos físicos y adoptar la hipótesis de que las brechas están cubiertas por sucesos anímicos inconcientes; o, por el contrario, podemos desentendernos de los sucesos anímicos concientes y construir una cadena puramente física, sin solución de continuidad, que abarcaría todos los hechos de la observación, Para Freud, que en los comienzos de su carrera científica había estado totalmente dedicado a la fisiología, esta segunda posibilidad resultó al principio irresistiblemente atractiva. Sin duda esto se vio reforzado por las opiniones de Hughlings-Jackson, cuya obra Freud admiraba -como lo demostró en su monografía sobre las afasias (1891b)- (ver nota(155)) Por lo tanto, el método de descripción de los fenómenos psicopatológicos que Freud adoptó al principio fue el neurológico, y todos sus escritos del período de Breuer se basan expresamente en ese método. La posibilidad de construir una «psicología» a partir de elementos puramente neurológicos ejerció gran fascinación intelectual sobre él, y consagró muchos meses del año 1895 a dar cumplimiento a esa hazaña. Así, el 27 de abril (Freud, 1950a, Carta 23), escribió a Fliess: «Me encuentro tan atollado en la "Psicología para neurólogos" que me consume por completo, al punto de que estoy trabajando en exceso y me veo obligado a interrumpir. Jamás he estado tan intensamente preocupado por cosa alguna. ¿Y qué saldrá de todo esto? Espero que algo resulte ... ». Algo salió, por cierto, mucho después: el «torso» que conocemos como «Proyecto de psicología», enviado a Fliess en setiembre y octubre de 1895. Esta sorprendente producción se propone describir y explicar todo el ámbito de la conducta humana, normal y patológica, por medio de un complicado manejo de dos entidades materiales: la neurona y la «cantidad fluyente», una energía física o química no especificada. De esta manera, Freud evitó por entero la necesidad de postular cualesquiera procesos anímicos inconcientes: la cadena de sucesos físicos era ininterrumpida y completa.
Sin duda, son muchas las razones por las que el «Proyecto» nunca se terminó y toda la línea de pensamiento subyacente fue al poco tiempo abandonada. Pero la principal es que el neurólogo Freud fue desplazado y sustituido por el psicólogo: cada vez se hizo más evidente que aun la elaborada maquinaria de los sistemas neuronales resultaba demasiado incómoda y burda para lidiar con las sutilezas que el «análisis psicológico» estaba trayendo a la luz, y que sólo podían describirse en el lenguaje de los procesos anímicos. En realidad, el interés de Freud había ido desplazándose muy gradualmente. Su tratamiento del caso de Emmy von N. fue dos o tres años anterior a la publicación de su monografía sobre las afasias, y el historial clínico correspondiente fue escrito más de un año antes que el «Proyecto». Estampó por primera vez en letra impresa la expresión «lo inconciente» en una nota al pie de ese historial clínico (AE, 2, pág. 96); y aunque la teoría ostensible que sirve de base a su participación en los Estudios sobre la histeria (1895d) sea neurológica, ya se insinuaba firmemente allí la psicología, y con ella la necesidad de los procesos anímicos inconcientes. Por cierto, los cimientos mismos de la hipótesis de la represión en la histeria y del método catártico clamaban por una explicación psicológica, y su fundamentación neurológica en la segunda parte del «Proyecto» sólo se hizo posible mediante acrobáticos esfuerzos (ver nota(156)). Pocos años más tarde, en La interpretación de los sueños ( 1900a), había ocurrido una extraña trasformación: no sólo desapareció por completo la explicación neurológica de la psicología, sino que buena parte de lo que Freud escribiera en el «Proyecto» en términos del sistema nervioso resultaba ser ahora válido, y mucho más inteligible, al traducírselo a términos anímicos. El inconciente quedó, de tal modo, establecido de una vez para siempre.
Pero, debe repetírselo, Freud no estableció una mera entidad metafísica. Lo que hizo en el capítulo VII de La interpretación de los sueños fue, por así decir, convertir la entidad metafísica en algo de carne y hueso. Por primera vez mostró cómo era el inconciente, cómo trabajaba, cómo difería de otras partes de la psique y cuáles eran sus relaciones recíprocas con ellas. En el artículo que sigue volvió a esos descubrimientos, ampliándolos y profundizándolos.
No obstante, ya antes de eso se había hecho evidente que el término «inconciente» era ambiguo. Tres años atrás, en el artículo que escribió en inglés para la Society for Psychical Research (1912g), y que en muchos sentidos es un prólogo a este, había investigado cuidadosamente tales ambigüedades, y diferenciado entre los usos «descriptivo», «dinámico» y «sistemático» de la palabra. Repite estas distinciones en la sección II del presente artículo, aunque en forma algo diferente; y volvería de nuevo sobre ellas en el capítulo I de El yo y el ello (1923b), y con mayor extensión todavía en la 31ª de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a). La desprolijidad con que se acomoda el contraste entre «conciente» e «inconciente» a las diferencias entre los diversos sistemas de la psique se expone con toda claridad; pero su posición completa no fue puesta en perspectiva sino en El yo y el ello, donde Freud introdujo un nuevo cuadro estructural de la psique. Pese a la insatisfactoria aplicabilidad del criterio para distinguir «conciente o inconciente», Freud insistió siempre (como lo hace aquí en dos lugares, y de nuevo en El yo y el ello y en las Nuevas conferencias) en que ese criterio «es en definitiva la única antorcha en la oscuridad de la psicología de las profundidades». (Ver nota(157))

Debe aclararse enseguida, sin embargo, que el interés de Freud por este supuesto nunca fue de naturaleza filosófica -aunque, sin duda, los problemas filosóficos aguardaban inevitablemente a la vuelta de la esquina-. Su interés era práctico. Encontró que sin ese supuesto le resultaba imposible explicar o aun describir una gran variedad de fenómenos que le salían al paso. Formulándolo, por el contrario, se le abría el camino a una región, inmensamente fértil, de nuevos conocimientos.
En los comienzos del pensamiento freudiano, no puede haber habido en el medio que lo rodeaba grandes resistencias contra esta idea. Los maestros inmediatos de Freud (p. e¡., Meynert) (ver nota(154)) se regían fundamentalmente, hasta donde llegaba su interés por la psicología, por los puntos de vista de J. F. Herbart (1776-1841); y parece ser que en la escuela secundaria a la que asistió Freud se utilizaba un libro de texto que contenía los principios herbartianos (Jones, 1953, págs. 409-10). El reconocimiento de la existencia de procesos anímicos inconcientes desempeñaba un papel esencial en el sistema de Herbart. A pesar de esto, Freud no adoptó la hipótesis de inmediato en las primeras etapas de sus investigaciones psicopatológicas. Es cierto que desde el principio parece haber sentido la fuerza del argumento puesto de relieve en las páginas iniciales del presente artículo: a saber, que restringir los sucesos anímicos a los que son concientes, y entremezclarlos con los sucesos puramente físicos, neurológicos, es algo que «quiebra la continuidad psíquica» e introduce brechas ininteligibles en la cadena de los fenómenos observados. Pero esta dificultad podía encararse de dos maneras distintas. Podemos desentendernos de los sucesos físicos y adoptar la hipótesis de que las brechas están cubiertas por sucesos anímicos inconcientes; o, por el contrario, podemos desentendernos de los sucesos anímicos concientes y construir una cadena puramente física, sin solución de continuidad, que abarcaría todos los hechos de la observación, Para Freud, que en los comienzos de su carrera científica había estado totalmente dedicado a la fisiología, esta segunda posibilidad resultó al principio irresistiblemente atractiva. Sin duda esto se vio reforzado por las opiniones de Hughlings-Jackson, cuya obra Freud admiraba -como lo demostró en su monografía sobre las afasias (1891b)- (ver nota(155)) Por lo tanto, el método de descripción de los fenómenos psicopatológicos que Freud adoptó al principio fue el neurológico, y todos sus escritos del período de Breuer se basan expresamente en ese método. La posibilidad de construir una «psicología» a partir de elementos puramente neurológicos ejerció gran fascinación intelectual sobre él, y consagró muchos meses del año 1895 a dar cumplimiento a esa hazaña. Así, el 27 de abril (Freud, 1950a, Carta 23), escribió a Fliess: «Me encuentro tan atollado en la "Psicología para neurólogos" que me consume por completo, al punto de que estoy trabajando en exceso y me veo obligado a interrumpir. Jamás he estado tan intensamente preocupado por cosa alguna. ¿Y qué saldrá de todo esto? Espero que algo resulte ... ». Algo salió, por cierto, mucho después: el «torso» que conocemos como «Proyecto de psicología», enviado a Fliess en setiembre y octubre de 1895. Esta sorprendente producción se propone describir y explicar todo el ámbito de la conducta humana, normal y patológica, por medio de un complicado manejo de dos entidades materiales: la neurona y la «cantidad fluyente», una energía física o química no especificada. De esta manera, Freud evitó por entero la necesidad de postular cualesquiera procesos anímicos inconcientes: la cadena de sucesos físicos era ininterrumpida y completa.
Sin duda, son muchas las razones por las que el «Proyecto» nunca se terminó y toda la línea de pensamiento subyacente fue al poco tiempo abandonada. Pero la principal es que el neurólogo Freud fue desplazado y sustituido por el psicólogo: cada vez se hizo más evidente que aun la elaborada maquinaria de los sistemas neuronales resultaba demasiado incómoda y burda para lidiar con las sutilezas que el «análisis psicológico» estaba trayendo a la luz, y que sólo podían describirse en el lenguaje de los procesos anímicos. En realidad, el interés de Freud había ido desplazándose muy gradualmente. Su tratamiento del caso de Emmy von N. fue dos o tres años anterior a la publicación de su monografía sobre las afasias, y el historial clínico correspondiente fue escrito más de un año antes que el «Proyecto». Estampó por primera vez en letra impresa la expresión «lo inconciente» en una nota al pie de ese historial clínico (AE, 2, pág. 96); y aunque la teoría ostensible que sirve de base a su participación en los Estudios sobre la histeria (1895d) sea neurológica, ya se insinuaba firmemente allí la psicología, y con ella la necesidad de los procesos anímicos inconcientes. Por cierto, los cimientos mismos de la hipótesis de la represión en la histeria y del método catártico clamaban por una explicación psicológica, y su fundamentación neurológica en la segunda parte del «Proyecto» sólo se hizo posible mediante acrobáticos esfuerzos (ver nota(156)). Pocos años más tarde, en La interpretación de los sueños ( 1900a), había ocurrido una extraña trasformación: no sólo desapareció por completo la explicación neurológica de la psicología, sino que buena parte de lo que Freud escribiera en el «Proyecto» en términos del sistema nervioso resultaba ser ahora válido, y mucho más inteligible, al traducírselo a términos anímicos. El inconciente quedó, de tal modo, establecido de una vez para siempre.
Pero, debe repetírselo, Freud no estableció una mera entidad metafísica. Lo que hizo en el capítulo VII de La interpretación de los sueños fue, por así decir, convertir la entidad metafísica en algo de carne y hueso. Por primera vez mostró cómo era el inconciente, cómo trabajaba, cómo difería de otras partes de la psique y cuáles eran sus relaciones recíprocas con ellas. En el artículo que sigue volvió a esos descubrimientos, ampliándolos y profundizándolos.
No obstante, ya antes de eso se había hecho evidente que el término «inconciente» era ambiguo. Tres años atrás, en el artículo que escribió en inglés para la Society for Psychical Research (1912g), y que en muchos sentidos es un prólogo a este, había investigado cuidadosamente tales ambigüedades, y diferenciado entre los usos «descriptivo», «dinámico» y «sistemático» de la palabra. Repite estas distinciones en la sección II del presente artículo, aunque en forma algo diferente; y volvería de nuevo sobre ellas en el capítulo I de El yo y el ello (1923b), y con mayor extensión todavía en la 31ª de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a). La desprolijidad con que se acomoda el contraste entre «conciente» e «inconciente» a las diferencias entre los diversos sistemas de la psique se expone con toda claridad; pero su posición completa no fue puesta en perspectiva sino en El yo y el ello, donde Freud introdujo un nuevo cuadro estructural de la psique. Pese a la insatisfactoria aplicabilidad del criterio para distinguir «conciente o inconciente», Freud insistió siempre (como lo hace aquí en dos lugares, y de nuevo en El yo y el ello y en las Nuevas conferencias) en que ese criterio «es en definitiva la única antorcha en la oscuridad de la psicología de las profundidades». (Ver nota(157))

108
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 14 / Trabajos sobre metapsicología. (1915) / Complemento metapsicológico a la doctrina de los sueños (1917 [1915])
Complemento metapsicológico a la doctrina de los sueños (1917 [1915])«Metapsychologische Ergänzung zur Traumlehre»
Ediciones en alemán
1917 Int. Z. ärztl. Psychoanal., 4, n° 6, págs. 277-87. 1918 SKSN, 4, págs. 339-55. (1922, 21 ed.) 1924 GS, 5, págs. 520-34. 1924 Technik und Metapsychol., págs. 242-56. 1931 Theoretische Schriften, págs. 141-56. 1946 GW, 10, págs. 412-26. 1975 SA, 3, págs. 175-91.
Traducciones en castellano
1924 «Adición metapsicológica a la teoría de los sueños». BN (17 vols.), 9, págs. 201-15. Traducción de Luis López-Ballesteros.
1943 Igual título. EA, 9, págs. 195-208. El mismo traductor.
1948 Igual título. BN (2 vols.), 1, págs. 1081-7. El mismo traductor.
1953 Igual título. SR, 9, págs. 165-75. El mismo traductor.
1967 Igual título. BN (3 vols.), 1, págs. 1069-75. El mismo traductor.
1972 Igual título. BN (9 vols.), 6, págs. 2083-90. El mismo traductor.
Este artículo, junto con el siguiente («Duelo y melancolía»), parece haber sido escrito en un lapso de once días, entre el 23 de abril y el 4 de mayo de 1915. No se publicaron hasta dos años después. Como lo indica el título, se trata en esencia de una aplicación del esquema teórico que Freud acababa de reformular a las hipótesis propuestas en el capítulo VII de La interpretación de los sueños (1900a); pero en gran medida consiste en una discusión sobre los efectos producidos por el estado del dormir en los diferentes «sistemas» de la psique. Y esta discusión, a su vez, se centra fundamentalmente en el problema de la alucinación y en una investigación sobre cómo es que en nuestro estado normal podemos distinguir entre fantasía y realidad.
Freud se había ocupado de este problema desde época muy temprana. Le dedicó mucho espacio en el «Proyecto de psicología» de 1895 (1950a), AE, 1, esp. págs. 370-5 y 408 y sigs. Y la solución que allí propuso se asemeja visiblemente a la enunciada aquí -aunque la terminología usada es diferente-. Incluía dos líneas principales de pensamiento. Freud sostenía que los «procesos psíquicos primarios», por sí mismos, no hacen distinción alguna entre una representación y una percepción; primero tienen que ser inhibidos por los «procesos psíquicos secundarios», los cuales sólo pueden operar cuando hay un «yo» con una reserva de investiduras lo suficientemente grande como para proveer la energía necesaria para efectuar la inhibición. El fin de la inhibición es dar tiempo a que los «signos de realidad» lleguen desde el aparato perceptual. Pero, en segundo lugar, además de esta función de inhibición y posposición, el yo también es responsable de dirigir las investiduras de «atención» hacia el mundo exterior, sin lo cual los signos de realidad no podrían observarse.
En La interpretación de los sueños (1900a), AE, 5, págs. 558 y sigs., y 587 y sigs., Freud insistió nuevamente en la función de inhibición y posposición, como un factor esencial en el proceso de juzgar si las cosas son reales o no, y una vez más atribuyó esa función al «proceso secundario», aunque sin mencionar al yo como tal. El siguiente tratamiento detenido del tema corresponde a «Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico» ( 1911b), donde por primera vez Freud utilizó la frase «examen de realidad». Nuevamente puso énfasis allí en que el proceso se caracterizaba por la posposición, pero además se ocupó de la función de atención, describiéndola como un examen periódico del mundo externo, y vinculándola en particular con los órganos de los sentidos y la conciencia. Este último aspecto del problema -el papel desempeñado por los sistemas P y Cc- es el único al que se da preponderancia en el artículo que sigue.
Pero el interés de Freud por el tema de ninguna manera quedó agotado tras el presente estudio. En Psicología de las masas y análisis del yo (1921c), por ejemplo, atribuyó al ideal del yo la función de examen de realidad (AE, 18, pág. 108) -atribución de la que, sin embargo, se retractó

109
poco después, en una nota al pie de El yo y el ello (1923b), AE, 19, pág. 30, n. 2-. Y ahora, por primera vez desde los tempranos días del «Proyecto», el examen de realidad fue adscrito definitivamente al yo. En un tratamiento posterior y particularmente interesante de este tema -en «La negación» (1925h), AE, 19, pág. 256-, se presenta a la prueba de realidad como dependiente de la estrecha relación genética del yo con los instrumentos de la percepción sensorial. También en ese artículo (al igual que en «Nota sobre la "pizarra mágica"» (1925a), casi contemporáneo) hay ulteriores referencias al envío periódico, por parte del yo, de investiduras exploratorias hacia el mundo exterior -evidentemente una alusión, en distintos términos, a lo que originalmente se había descrito como «atención»-. Pero en «La negación» Freud lleva más lejos su análisis del examen de realidad, y reconduce el curso de su desarrollo hasta los más tempranos vínculos de objeto del individuo.
En sus últimos años, el creciente interés de Freud por la psicología del yo lo llevó a examinar con más detenimiento las relaciones entre el yo y el mundo externo. En dos artículos breves (1924b y 1924e), publicados poco después de El yo y el ello, abordó la distinción entre la relación del yo con la realidad en las neurosis y las psicosis. Y en su artículo sobre el fetichismo (1927e) describió por primera vez en forma detallada un método de defensa del yo -la«Verleugnung» (desmentida)- que hasta ese momento no había sido diferenciado nítidamente de la represión, y que designaba la reacción del yo ante una realidad externa intolerable. El tema fue objeto de ulterior desarrollo en algunos de los escritos finales de Freud, sobre todo en el capítulo VIII del póstumoEsquema del psicoanálisis (1940a), AE, 23, págs. 197 y sigs.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 14 / Trabajos sobre metapsicología. (1915) / Duelo y melancolía. (1917 [1915]).
Duelo y melancolía. (1917 [1915]).
«Trauer und Melancholie»
Ediciones en alemán1917 Int. Z. ärztl. Psychoanal., 4, nº 6, págs. 288-301. 1918 SKSN, 4, págs. 356-77. (1922, 2º ed.) 1924 GS, 5, págs. 535-53. 1924 Technik und Metapsychol., págs. 257-75. 1931 Theoretische Schriften, págs. 157-77. 1946 GW, 10, págs. 428-46. 1975 SA, 3, págs. 193-212.
Traducciones en castellano *
1924 «La aflicción y la melancolía». BN (17 vols.), 9, págs. 217-35. Traducción de Luis López-Ballesteros. 1943 Igual título. EA, 9, págs. 209-26. El mismo traductor. 1948 Igual título. BN (2 vols.), 1, págs. 1087-95. El mismo traductor. 1953 Igual título. SR, 9, págs. 177-90. El mismo traductor. 1967 Igual título. BN (3 vols.), 1, págs. 1075-82. El mismo traductor. 1972 «Duelo y melancolía». BN (9 vols.), 6, págs. 2091-100. El mismo traductor.
Ernest Jones (1955, págs. 367-8) nos informa que Freud le expuso el tema del presente artículo en enero de 1914, y habló sobre él en la Sociedad Psicoanalítica de Viena el 30 de diciembre de ese año. En febrero de 1915 escribió un primer borrador. Lo remitió a Abraham (cf. Freud, 1965a, págs. 206-7 y 211-2), quien le envió extensos comentarios; entre ellos, la importante sugerencia de una conexión entre la melancolía y la etapa oral de la libido. El borrador final quedó completado el 4 de mayo de 1915, pero, como el del artículo anterior, fue publicado dos años después.
En época muy temprana (probablemente en enero de 1895), Freud había enviado a Fliess un detallado intento de explicar la melancolía (término bajo el cual Freud incluía, por lo común, lo que ahora suele describirse como estados de depresión) en términos puramente neurológicos (Freud, 1950a, Manuscrito G), AE, 1, págs. 239-46.
Este intento no resultó muy fructífero, y pronto fue remplazado por un enfoque psicológico.

110
Apenas dos años más tarde, nos encontramos con uno de los casos más notables de anticipación de los hechos por parte de Freud. Ocurre en un manuscrito, también dirigido a Fliess y titulado «Anotaciones III». Consignemos que en este manuscrito, fechado el 31 de mayo de 1897, aparece prefigurado por primera vez el complejo de Edipo (Freud, 1950a, Manuscrito N), AE, 1, pág. 296. El pasaje en cuestión, tan denso en significado que por momentos resulta oscuro, merece ser citado en forma completa:
«Los impulsos hostiles hacia los padres (deseo de que mueran) son, de igual modo, un elemento integrante de la neurosis. añoran concientemente como representación obsesiva. En la paranoia les corresponde lo más insidioso del delirio de persecución (desconfianza patológica de los gobernantes y los monarcas). Estos impulsos son reprimidos en tiempos en que se suscita compasión por los padres: enfermedad, muerte de ellos. Entonces es una exteriorización del duelo hacerse reproches por su muerte (las llamadas melancolías), o castigarse histéricamente, mediante la idea de la retribución, con los mismos estados [de enfermedad] que ellos han tenido. La identificación que así sobreviene no es otra cosa, como se ve, que un modo del pensar, y no vuelve superflua la búsqueda del motivo».
Freud parece haber dejado totalmente de lado la aplicación ulterior a la melancolía de la línea de pensamiento bosquejada en este pasaje. De hecho, muy rara vez volvió a mencionar este estado antes del presente artículo, si se exceptúan algunas observaciones suyas incluidas en un debate sobre el suicidio que tuvo lugar en 1910 en la Sociedad Psicoanalítica de Viena (véase Freud (1910g), AE, 11, pág. 232); en esa oportunidad destacó la importancia de establecer una comparación entre la melancolía y los estados normales de duelo, pero declaró que el problema psicológico, allí involucrado era todavía insoluble.
Lo que permitió a Freud reabrir el tema fue, por supuesto, la introducción de los conceptos del narcisismo y de un ideal del yo. El presente artículo puede considerarse, en verdad, una extensión del trabajo sobre el narcisismo que Freud escribiera un año antes (1914c). Así como en ese trabajo había descrito el funcionamiento de la «instancia crítica», en este se ve la misma instancia operando en la melancolía.
Pero las implicaciones de este artículo -que no fueron evidentes de inmediato- estaban destinadas a ser más importantes que la explicación del mecanismo de un estado patológico particular. El material aquí contenido llevó a la ulterior consideración de la «instancia crítica», en Psicología de las masas y análisis del yo(1921c), AE, 18, págs. 122 y sigs.; y esto a su vez condujo a la hipótesis del superyó, en El yo y el ello (1923b), y a una nueva evaluación del sentido de culpa.
Desde otro punto de vista, este artículo exigió someter a examen toda la cuestión de la naturaleza de la identificación. Freud parece haberse inclinado primero por considerarla estrechamente asociada a la fase oral o canibálica del desarrollo de la libido, y quizá dependiente de ella. Así, en Tótem y tabú (1912-13), AE, 13, págs. 143-4, había escrito acerca de la relación entre los hijos y el padre de la borda primordial: «En el acto de la devoración consumaban la identificación con él». Y en un pasaje agregado a la tercera edición de los Tres ensayos de teoría sexual (1905d), publicado en 1915 pero escrito algunos meses antes que el presente artículo, describió la fase oral o canibálica como «el paradigma de lo que más tarde, en calidad de identificación, desempeñará un papel psíquico tan importante» (AE, 7, pág. 180). Aquí se refiere a la identificación como «la etapa previa de la elección de objeto [ ... ] el primer modo [ ... ] como el yo distingue a un objeto», y agrega que el yo «querría incorporárselo, en verdad, por la vía de la devoración, de acuerdo con la fase oral o canibálica del desarrollo libidinal» (ver nota(158)). Y ciertamente, aunque haya sido Abraham quien sugirió la relevancia de la fase oral para la melancolía, el propio Freud había comenzado ya a interesarse por ello, como lo muestra el historial clínico del «Hombre de los Lobos» (1918b), escrito durante el otoño de 1914 y en el que esa fase desempeña un papel prominente. (Cf. AE, 17, pág. 97.) Pocos años después, en Psicología de las masas (1921c), AE, 18, págs. 99 y sigs., donde se retoma el tema de la identificación como continuación explícita del examen que aquí se hace de él, parece haber un cambio respecto del punto de vista anterior -o quizá solamente una elucidación-. Allí leemos que la identificación es algo que precede a la investidura de objeto y se distingue de ella, aunque todavía se nos dice que «se comporta como un retoño de la primera fase, la fase oral». En muchos de sus escritos posteriores, Freud hizo reiterado énfasis en esta concepción de la identificación; por ejemplo, en El yo y el ello (1923b), donde escribe que la identificación con los padres «no parece ser, en el comienzo, el resultado o el desenlace de una investidura de objeto; es una identificación directa e inmediata, y más temprana que cualquier investidura de objeto» (AE, 19, pág. 33).
«Los impulsos hostiles hacia los padres (deseo de que mueran) son, de igual modo, un elemento integrante de la neurosis. añoran concientemente como representación obsesiva. En la paranoia les corresponde lo más insidioso del delirio de persecución (desconfianza patológica de los gobernantes y los monarcas). Estos impulsos son reprimidos en tiempos en que se suscita compasión por los padres: enfermedad, muerte de ellos. Entonces es una exteriorización del duelo hacerse reproches por su muerte (las llamadas melancolías), o castigarse histéricamente, mediante la idea de la retribución, con los mismos estados [de enfermedad] que ellos han tenido. La identificación que así sobreviene no es otra cosa, como se ve, que un modo del pensar, y no vuelve superflua la búsqueda del motivo».
Freud parece haber dejado totalmente de lado la aplicación ulterior a la melancolía de la línea de pensamiento bosquejada en este pasaje. De hecho, muy rara vez volvió a mencionar este estado antes del presente artículo, si se exceptúan algunas observaciones suyas incluidas en un debate sobre el suicidio que tuvo lugar en 1910 en la Sociedad Psicoanalítica de Viena (véase Freud (1910g), AE, 11, pág. 232); en esa oportunidad destacó la importancia de establecer una comparación entre la melancolía y los estados normales de duelo, pero declaró que el problema psicológico, allí involucrado era todavía insoluble.
Lo que permitió a Freud reabrir el tema fue, por supuesto, la introducción de los conceptos del narcisismo y de un ideal del yo. El presente artículo puede considerarse, en verdad, una extensión del trabajo sobre el narcisismo que Freud escribiera un año antes (1914c). Así como en ese trabajo había descrito el funcionamiento de la «instancia crítica», en este se ve la misma instancia operando en la melancolía.
Pero las implicaciones de este artículo -que no fueron evidentes de inmediato- estaban destinadas a ser más importantes que la explicación del mecanismo de un estado patológico particular. El material aquí contenido llevó a la ulterior consideración de la «instancia crítica», en Psicología de las masas y análisis del yo(1921c), AE, 18, págs. 122 y sigs.; y esto a su vez condujo a la hipótesis del superyó, en El yo y el ello (1923b), y a una nueva evaluación del sentido de culpa.
Desde otro punto de vista, este artículo exigió someter a examen toda la cuestión de la naturaleza de la identificación. Freud parece haberse inclinado primero por considerarla estrechamente asociada a la fase oral o canibálica del desarrollo de la libido, y quizá dependiente de ella. Así, en Tótem y tabú (1912-13), AE, 13, págs. 143-4, había escrito acerca de la relación entre los hijos y el padre de la borda primordial: «En el acto de la devoración consumaban la identificación con él». Y en un pasaje agregado a la tercera edición de los Tres ensayos de teoría sexual (1905d), publicado en 1915 pero escrito algunos meses antes que el presente artículo, describió la fase oral o canibálica como «el paradigma de lo que más tarde, en calidad de identificación, desempeñará un papel psíquico tan importante» (AE, 7, pág. 180). Aquí se refiere a la identificación como «la etapa previa de la elección de objeto [ ... ] el primer modo [ ... ] como el yo distingue a un objeto», y agrega que el yo «querría incorporárselo, en verdad, por la vía de la devoración, de acuerdo con la fase oral o canibálica del desarrollo libidinal» (ver nota(158)). Y ciertamente, aunque haya sido Abraham quien sugirió la relevancia de la fase oral para la melancolía, el propio Freud había comenzado ya a interesarse por ello, como lo muestra el historial clínico del «Hombre de los Lobos» (1918b), escrito durante el otoño de 1914 y en el que esa fase desempeña un papel prominente. (Cf. AE, 17, pág. 97.) Pocos años después, en Psicología de las masas (1921c), AE, 18, págs. 99 y sigs., donde se retoma el tema de la identificación como continuación explícita del examen que aquí se hace de él, parece haber un cambio respecto del punto de vista anterior -o quizá solamente una elucidación-. Allí leemos que la identificación es algo que precede a la investidura de objeto y se distingue de ella, aunque todavía se nos dice que «se comporta como un retoño de la primera fase, la fase oral». En muchos de sus escritos posteriores, Freud hizo reiterado énfasis en esta concepción de la identificación; por ejemplo, en El yo y el ello (1923b), donde escribe que la identificación con los padres «no parece ser, en el comienzo, el resultado o el desenlace de una investidura de objeto; es una identificación directa e inmediata, y más temprana que cualquier investidura de objeto» (AE, 19, pág. 33).
Más tarde, sin embargo, lo más significativo de este artículo parece haber sido para Freud su exposición del proceso a través del cual una investidura de objeto es remplazada en la melancolía por una identificación. En el capítulo III de El yo y el ello, Freud argüiría que ese proceso no se restringe a la melancolía sino que es bastante general. Estas identificaciones regresivas, señaló, son en buena medida la base de lo que llamamos el «carácter» de una persona. Pero, lo que es mucho más importante, indicó que las más tempranas de estas identificaciones regresivas -las que provienen del sepultamiento del complejo de Edipo- pasan a ocupar una posición muy especial, y forman de hecho el núcleo del superyó.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 14 / Un caso de paranoia que contradice la teoría psicoanalítica.

111
Un caso de paranoia que contradice la teoría psicoanalítica. (1915)
1915 Int. Z. ärztl. Psychoanal., 3, nº 6, págs. 321-9. 1918 SKSN, 4, págs. 125-38. (1922, 2ª ed.) 1924 GS, 5, págs. 288-300. 1926 Psychoanalyse der Neurosen, págs. 23-37. 1931 Neurosenlehre und Technik, págs. 23-36. 1946 GW, 10, págs. 234-46. 1973 SA, 7, págs. 205-16.
Traducciones en castellano
1929 «Comunicación de un caso de paranoia contrario a la teoría psicoanalítica». BN (17 vols.), 13, págs. 175-87. Traducción de Luis López-Ballesteros. 1943 Igual título. EA, 13, págs. 181-93. El mismo traductor. 1948 Igual título. BN (2 vols.), 1, págs. 1006-11. El mismo traductor. 1953 Igual título. SR, 13, págs. 141-50. El mismo traductor.
1967 Igual título. BN (3 vols.), 1, págs. 994-9. El mismo traductor. 1972 «Un caso de paranoia contrarío a la teoría psicoanalítica». BN (9 vols.), 6, págs. 2010-6. El mismo traductor.
El historial clínico presentado en este artículo sirve como confirmación del punto de vista enunciado por Freud en su análisis de Schreber (1911c), en el sentido de que hay una estrecha relación entre la paranoia y la homosexualidad. Incidentalmente, es una demostración práctica dirigida a los profesionales acerca del peligro de emitir una opinión apresurada sobre un caso basándose en un conocimiento superficial de los hechos. Las últimas páginas contienen algunas interesantes observaciones de un tipo más general, sobre los procesos que operan durante un conflicto neurótico.
«Mitteilung eines der psychoanalytischen Theorie wiclersprechenden Falles von Paranoia»
Ediciones en alemán1915 Int. Z. ärztl. Psychoanal., 3, nº 6, págs. 321-9. 1918 SKSN, 4, págs. 125-38. (1922, 2ª ed.) 1924 GS, 5, págs. 288-300. 1926 Psychoanalyse der Neurosen, págs. 23-37. 1931 Neurosenlehre und Technik, págs. 23-36. 1946 GW, 10, págs. 234-46. 1973 SA, 7, págs. 205-16.
Traducciones en castellano
1929 «Comunicación de un caso de paranoia contrario a la teoría psicoanalítica». BN (17 vols.), 13, págs. 175-87. Traducción de Luis López-Ballesteros. 1943 Igual título. EA, 13, págs. 181-93. El mismo traductor. 1948 Igual título. BN (2 vols.), 1, págs. 1006-11. El mismo traductor. 1953 Igual título. SR, 13, págs. 141-50. El mismo traductor.
1967 Igual título. BN (3 vols.), 1, págs. 994-9. El mismo traductor. 1972 «Un caso de paranoia contrarío a la teoría psicoanalítica». BN (9 vols.), 6, págs. 2010-6. El mismo traductor.
El historial clínico presentado en este artículo sirve como confirmación del punto de vista enunciado por Freud en su análisis de Schreber (1911c), en el sentido de que hay una estrecha relación entre la paranoia y la homosexualidad. Incidentalmente, es una demostración práctica dirigida a los profesionales acerca del peligro de emitir una opinión apresurada sobre un caso basándose en un conocimiento superficial de los hechos. Las últimas páginas contienen algunas interesantes observaciones de un tipo más general, sobre los procesos que operan durante un conflicto neurótico.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 14 / De guerra y muerte. Temas de actualidad. (1915)
De guerra y muerte. Temas de actualidad. (1915)«Zeitgemässes über Krieg und Tod»
Ediciones en alemán
1915 Imago, 4, nº 1, págs. 1-21.
1918 SKSN, 4, págs. 486-520. (1922, 21 ed.)
1924 GS, 10, págs. 315-46.
1924 Leipzig, Viena y Zurich: Internationaler.Psychoanalytischer Verlag, 35 págs.
1946 GW, 10, págs. 324-55.
1974 SA, 9, págs. 33-60.
Traducciones en castellano
1943 «Sobre la guerra y la muerte». EA, 18, págs. 277- 312. Traducción de Ludovico Rosenthal.

112
1948 «Consideraciones de actualidad sobre la guerra y la muerte». BN (2 vols.), 2, págs. 1002-16. Traducción de Luis López-Ballesteros.
1954 «Sobre la guerra y la muerte». SR, 18, págs. 219-44. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1968 «Consideraciones de actualidad sobre la guerra y la muerte». BN (3 vols.), 2, págs. 1094-108. Traducción de Luis López-Ballesteros.
1972 Igual título. BN (9 vols.), 6, págs. 2101-17. El mismo traductor.
Estos dos ensayos se escribieron alrededor de marzo y abril de 1915, unos seis meses después del estallido de la Primera Guerra Mundial, y expresan algunas de las meditadas opiniones de Freud acerca de ella. Sus reacciones más personales se describen en el capítulo VII del segundo volumen de Ernest Jones (1955).Aquí se incluye como apéndice una carta escrita por Freud a un holandés conocido suyo, el doctor Frederik van Eeden, publicada poco antes que el presente trabajo. Hacia el final del mismo año (1915), Freud escribió otro ensayo sobre un tema análogo, «La transitoriedad», que también se hallará. Muchos años más tarde volvió sobre el tema, en su carta abierta a Einstein, ¿Por qué la guerra? (1933b). El segundo de los dos ensayos que siguen, sobre la muerte, fue al parecer leído por primera vez en una reunión del B'nai B'rith -el club judío de Viena al que Freud perteneció durante gran parte de su vida-, en abril de 1915 (cf. 1941e). Este ensayo, por supuesto, se basa en gran medida en el mismo material que la segunda sección de Tótem y tabú (1912-13).
James Strachey
1954 «Sobre la guerra y la muerte». SR, 18, págs. 219-44. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1968 «Consideraciones de actualidad sobre la guerra y la muerte». BN (3 vols.), 2, págs. 1094-108. Traducción de Luis López-Ballesteros.
1972 Igual título. BN (9 vols.), 6, págs. 2101-17. El mismo traductor.
Estos dos ensayos se escribieron alrededor de marzo y abril de 1915, unos seis meses después del estallido de la Primera Guerra Mundial, y expresan algunas de las meditadas opiniones de Freud acerca de ella. Sus reacciones más personales se describen en el capítulo VII del segundo volumen de Ernest Jones (1955).Aquí se incluye como apéndice una carta escrita por Freud a un holandés conocido suyo, el doctor Frederik van Eeden, publicada poco antes que el presente trabajo. Hacia el final del mismo año (1915), Freud escribió otro ensayo sobre un tema análogo, «La transitoriedad», que también se hallará. Muchos años más tarde volvió sobre el tema, en su carta abierta a Einstein, ¿Por qué la guerra? (1933b). El segundo de los dos ensayos que siguen, sobre la muerte, fue al parecer leído por primera vez en una reunión del B'nai B'rith -el club judío de Viena al que Freud perteneció durante gran parte de su vida-, en abril de 1915 (cf. 1941e). Este ensayo, por supuesto, se basa en gran medida en el mismo material que la segunda sección de Tótem y tabú (1912-13).
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 14 / La transitoriedad. (1916 [1915])
La transitoriedad. (1916 [1915])«Vergänglichkeit»
Ediciones en alemán
1916 En Das Land Goethes, 1914-1916, Stuttgart: Deutsche Verlagsanstalt, págs. 37-8. 1926 Almanach 1927, págs. 39-42. 1928 GS, 11, págs. 291-4. 1946 GW, 10, págs. 358-61. 1975 SA, 10, págs. 223-7.
Traducciones en castellano
1944 «Lo perecedero». EA, 19, págs. 289-93. Traducción de Ludovico Rosenthal. 1955 Igual título. SR, 19, págs. 253-6. El mismo traductor. 1968 Igual título. BN(3 vols.), 3, págs. 172-5. 1972 Igual título. BN (9 vols.), 6, págs. 2118-20.
Este ensayo fue escrito en noviembre de 1915, aceptando una invitación de la Berliner Goethebund (Sociedad Goethe de Berlín) para colaborar en un volumen conmemorativo que fue editado al año :siguiente bajo el título de Das Land Goethes {El país de Goethe}. Este volumen, de cuidadosa preparación, incluía gran cantidad de contribuciones de conocidos autores y artistas del pasado y del presente, tales como Bernhard von Bülow, Clemens von Brentano, Ricarda Huch, Gerbard Hauptmann y Max Liebermann. El original alemán (aparte del cuadro que ofrece sobre los sentimientos de Freud acerca de la guerra, la cual se hallaba entonces en su segundo año) constituye una excelente muestra de su talento literario.
Interesa hacer notar que el presente ensayo incluye una enunciación de la teoría del duelo contenida en el artículo «Duelo y melancolía» (1917e), que Freud había escrito algunos meses antes pero que no fue publicado hasta dos años después.
James Strachey

113
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 14 / Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo psicoanalítico (1916)
Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo psicoanalítico (1916)«Einige Charaktertypen aus der psychoanalytischen Arbeit»
Ediciones en alemán
1916 Imago, 4, nº 6, págs. 317-36. 1918 SKSN, 4, págs. 521-52. (1922, 2º ed.) 1924 GS, 10, págs. 287-314. 1924 Dichtung und Kunst, págs. 59-86. 1925Almanach 1926, págs. 21-6. (1° ensayo solamente.) 1935 Psychoan. Pädagog., 9, págs. 193-4. (3° ensayo solamente.) 1946 GW, 10, págs. 364-91. 1975 SA, 10, págs. 229-53.
Traducciones en castellano
1943 «Algunos tipos caractéricos revelados por el psi`coanálísis». EA, 18, págs. 131-62. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1948 «Varios tipos de carácter descubiertos en la labor analítica». BN (2 vols.), 2, págs. 990-1002. Traducción de Luis López-Ballesteros.
1954 «Algunos tipos caractéricos revelados por el psicoanálisis». SR, 18, págs. 111-34. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1968 «Varios tipos de carácter descubiertos en la labor analítica». BN (3 vols.), 2, págs. 1082-94. Traducción de Luis López-Ballesteros.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2413-28. El mismo traductor.
Estos tres ensayos se publicaron en el último número de 1916 de la revista Imago. El tercero de ellos, a pesar de ser el más breve, ha tenido tanta repercusión como cualquiera de los otros escritos no médicos de Freud, puesto que echó una luz totalmente nueva sobre los problemas de la psicología del delito.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 15
Notas introductorias del Volumen 15Notas introductorias del Volumen 15
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 15 / Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17 [1915-17])
Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17 [1915-17])Vorlesungen zur Einführung in die Psychoanalyse

114
1934 GS, 12, págs. 383-4.
Ediciones en alemán
1916 Parte I (publicada separadamente), Die Fehlleistungen. Leipzig y Viena: Heller. 1916 Parte II (publicada separadamente), Der Traum. La misma editorial. 1917 Parte III (publicada separadamente),. AlIgemeine Neurosenlehre. La misma editorial. 1917 Las tres partes en un tomo. La misma editorial, VIII + 545 págs. 1918 2ª ed. (con índice y lista de cuarenta correcciones). La misma editorial, VIII + 553 págs. 1920 3ª ed. (reimpresión corregida de la anterior). Leipzig, Viena y Zurich: InternationalerPsychoanalytischer Verlag, VIII + 553 págs. 1922 4ª ed. (reimpresión corregida de la anterior). La misma editorial, VIII + 554 págs. (También las partes II y III, publicadas separadamente bajo los títulos Vorlesungen über den Traum y AlIgemeine Neurosenlehre.)
1922 Edición de bolsillo (sin índice). La misma editorial, IV + 495 págs. 1922 Edición de bolsillo (2ª ed., corregida y con índice). La misma editorial, IV + 502 págs. 1924 GS, 7, 483 págs. 1926 5ª ed. (reimpresión de GS). Leipzig, Viena y Zurich: Internationaler Psychoanalytiscber
Verlag, 483 págs. 1926 Edición de bolsillo (3ª ed.). La misma editorial. 1930 Edición en octavo. La misma editorial, 501 págs. 1933 (Con licencia.) Berlín: Kíepenheuer, 524 págs. 1940 GW, 11, 495 págs. 1969 SA, 1, págs. 33-445.
«Vorrede zur hebräischen Ausgabe»
1950 GW, 16, págs. 274-5.
Traducciones en castellano
1923 Introducción a la psicoanálisis. BN (17 vols.), 4 (partes I-II) y 5 (parte III). Traducción de Luis López-Ballesteros.
1943 Igual título. EA, 4 (partes I-II) y 5 (parte III). El mismo traductor.
1948 Igual título. BN (2 vols.), 2, págs. 59-300. El mismo traductor.
1953 Igual título. SR,4 (partes I-II) y 5 (parte III). El mismo traductor.
1967 Introducción al psicoanálisis. BN (3 vols.), 2, págs. 151-392. El mismo traductor.
1972 Lecciones introductorias al psicoanálisis. BN (9 vols.), 6, págs. 2123-412. El mismo traductor.
1955 «Prólogo para la edición hebrea». SR, 20, págs. 1934. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 320-1
1972 Igual título. BN (9 vols.), 6, pág. 2123.
Este libro tuvo una circulación más vasta que cualquier otra obra de Freud, salvo quizá la Psicopatología de la vida cotidiana (1901b) (ver nota(159)). También se caracteriza por la cantidad de errores de imprenta. Como se indica en la nómina de ediciones, cuarenta fueron corregidos en la segurada, de 1918; pero había muchos más, y en las sucesivas ediciones puede observarse una cantidad considerable de leves variantes en el texto (ver nota(160)).
La fecha real de publicación de las tres partes no es clara. La primera parte estaba con seguridad a la venta antes de fines de julio de 1916, como se desprende de una mención de Freud en una carta a Lou Andreas-Salomé, del 27 de julio de 1916 (cf. Freud, 1960a). En la misma carta dice que la segunda parte está a punto de aparecer. Una misiva de Freud a Abraham del 18 de diciembre de 1916 sugiere que en realidad no apareció hasta fin de año. (Cf. Freud, 1965a.) La tercera parte parece haberse publicado en mayo de 1917.

115
El año académico de la Universidad de Viena se dividía en dos partes: un período (o semestre) de invierno, de octubre a marzo, y uno de verano, de abril a julio. Las conferencias fueron dictadas por Freud en dos períodos de invierno sucesivos, durante la Primera Guerra Mundial: 1915-16 y 1916-17 (ver nota(161)). En el segundo tomo de la biografía de Jones ( 1955, págs. 245 y sigs.) podrá encontrarse una descripción completa de las circunstancias que llevaron a su publicación.
Aunque la pertenencia de Freud a la Universidad de Viena había sido sólo «periférica» -como él mismo lo señala en el «Prólogo» a las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (l933a)-, pronunció allí muchas series de conferencias, desde la época de su nombramiento como Privatdozent {docente adscrito} en 1885 y como Professor Extraordinarius {profesor asociado} en 1902. De ellas no se ha conservado registro, aunque pueden encontrarse algunos relatos, por ejemplo de Hanns Sachs ( 1945, págs. 39 y sigs.), Theodor Reik (1942, págs. 19 y sigs.) y Ernest Jones (1953, págs. 375 y sigs.). Freud decidió que la serie iniciada en el otoño de 1915 sería la última, y acordó su publicación a sugerencia de Otto Rank. En el «Prólogo» ya citado a las Nuevas conferencias, Freud nos dice que la primera mitad de las anteriores -vale decir, las que aquí presentamos fueron improvisadas, y volcadas al papel inmediatamente después, y que las de la segunda mitad fueron redactadas ese año {1916} en las vacaciones de verano, en Salzburgo, y pronunciadas con fidelidad literal en el invierno siguiente. Agrega que en esa época todavía poseía una memoria fonográfica, ya que por más que sus conferencias fueran preparadas con sumo cuidado, las pronunciaba directamente, sin leerlas(162) y por lo común sin utilizar anotaciones. Hay acuerdo general acerca de su técnica de conferenciante: nunca era retórico y su tono era el de una conversación tranquila e incluso íntima. Pero no debe suponerse por ello que fuera descuidado o desordenado. Sus conferencias tenían casi siempre una forma definida -cabeza, cuerpo y cola- y a menudo podían dar al oyente la impresión de poseer una unidad estética.
Se ha dicho (Reik, 1942, pág. 19) que a Freud le disgustaba dar conferencias; pero es difícil conciliar esto, no sólo con la cantidad de conferencias que dictó en el curso de su vida, sino con el hecho de que una proporción notablemente alta de su obra impresa tiene la forma de conferencias. Sin embargo, hay una explicación posible para esta incoherencia. El examen muestra que las obras que aparecen bajo esa forma son sobre todo las expositivas: por ejemplo, la temprana conferencia sobre «La etiología de la histeria» (1896c), otra algo posterior «Sobre psicoterapia» (1905a), y también, por supuesto, las Cinco conferencias dictadas en Estados Unidos (1910a) y la presente serie. Pero más allá de esto, cuando muchos años después Freud emprendió una exposición de los últimos desarrollos de sus puntos de vista, volvió a vertirlos -sin motivos evidentes- en forma de conferencias, y publicó sus Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a), aunque nunca hubo posibilidad de dictarlas como tales. De modo que, evidentemente, la conferencia, como método de exponer sus opiniones, le atraía, pero sólo bajo una condición: él tenía que mantener un contacto vívido con su auditorio, ya fuera este real o supuesto.
Los lectores de este tomo notarán cómo Freud conserva de continuo este contacto: cómo pone regularmente objeciones en la boca de sus oyentes y cuán frecuentes son las discusiones imaginarias entre ellos y él. En realidad, Freud trasladó este método de presentar sus puntos de vista a obras que no son en absoluto conferencias:¿Pueden los legos ejercer el análisis? (1926e) y la mayor parte de El porvenir de una ilusión (1927c) tienen la forma de diálogos entre el autor y un oyente crítico. Al contrario de lo que suponen ciertas nociones equivocadas, Freud se oponía totalmente a presentar sus puntos de vista de una manera autoritaria y dogmática: «Yo no se los quiero comunicar», dice a su auditorio; «prefiero que lo colijan ustedes mismos». Las objeciones no debían ser acalladas, sino planteadas abiertamente y examinadas. Y esto, después de todo, no era más que una extensión de una característica esencial en la técnica del mismo psicoanálisis.Las Conferencias de introducción al psicoanálisis pueden considerarse con justicia como un inventario de los puntos de vista de Freud y de la posición del psicoanálisis en la época de la Primera Guerra Mundial. Las secesiones de Adler y Jung eran ya historia pasada, el concepto del narcisismo databa de varios años atrás, el célebre historial clínico del «Hombre de los Lobos» había sido escrito (con excepción de dos pasajes) un año antes de que comenzaran las Conferencias,aunque se publicó después. También la gran serie de artículos «metapsicológicos» sobre aspectos fundamentales de la teoría había quedado terminada pocos meses antes, aunque sólo tres de ellos estaban publicados. (Dos más se publicaron poco después de las Conferencias, pero los siete restantes desaparecieron sin dejar huellas.) Estas últimas actividades (y, sin duda, también la preparación de estas Conferencias) se vieron facilitadas por la disminución del trabajo clínico de Freud, impuesta por la guerra. Aparentemente se había alcanzado una divisoria de aguas y parecía llegado el tiempo para hacer un alto. Pero en realidad se estaban gestando nuevas ideas creativas, que habrían de ver la luz en Más allá del principio de placer (1920g), Psicología de las masas y análisis del yo (1921c) y El yoy el ello(1923b). Por cierto, no debe trazarse una línea demarcatoria demasiado nítida. Ya pueden detectarse aquí, por ejemplo, indicios de la noción de «compulsión de repetición», y son evidentes los comienzos del análisis del yo, mientras que las dificultades respecto de los múltiples sentidos del término «inconciente» están allanando el camino para la nueva versión estructural de la psique.
En su «Prólogo» a estas Conferencias, Freud habla algo despectivamente acerca de la ausencia de novedad en su contenido. Pero nadie, por familiarizado que esté con la literatura psicoanalítica, corre el riesgo de aburrirse al leerlas, ni dejará de encontrar en ellas muchas cosas que son inhallables en otra parte. Las elucidaciones sobre la angustia (25ª conferencia) y sobre las fantasías primordiales (24ª conferencia) -que el mismo Freud destaca, como material nuevo, en su «Prólogo»- no son las únicas que podría haber mencionado. El resumen del simbolismo, en la 10ª conferencia, es probablemente el más completo que haya producido. En ningún otro lugar ofrece una síntesis tan clara de la formación de los sueños como en las páginas finales de la 14ª conferencia. No hay comentarios más lúcidos sobre las perversiones que los ofrecidos en las conferencias 20ª y 21ª. Por último, el análisis de los procesos de la terapia psicoanalítica, en la 28ª conferencia, no tiene parangón. Y aun allí donde los temas parecerían muy trajinados (p. ej., el mecanismo de las operaciones fallidas y de los sueños), se los aborda desde direcciones inesperadas, arrojando nueva luz sobre lo que podría haber resultado un terreno deprimentemente familiar. Las Conferencias de introducción al psicoanálisis se han hecho cabales merecedoras de su popularidad (ver nota(163)).
James Strachey

116
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 17
Notas introductorias del Volumen 17Notas introductorias del Volumen 17
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 17 / De la historia de una neurosis infantil (1918 [1914])
De la historia de una neurosis infantil (1918 [1914])«Aus der Geschichte einer inf antilen Neurose»
Ediciones en alemán
1918 SKSN, 4, págs. 578-717.
1922 SKSN, 5, págs. 1-140.
1924 Leipzig, Viena y Zurich: Internationaler Psychoanalytischer Verlag, 132 págs.
1924 GS, 8, págs. 439-567.
1931 Neurosenlebre und Technik, págs. 37-171.
1947 GW, 12, págs. 29-157.
1975 SA, 8, págs. 125-232.
Traducciones en castellano
1932 «Historia de una neurosis infantil». BN (17 vols.), 16, págs. 16l-(?). Traducción de Luis López-Ballesteros.
1943 Igual título. EA, 16, págs. 179-318. El mismo traductor.
1948 Igual título. BN (2 vols.), 2, págs. 693-750. El mismo traductor.
1953 Igual título. SR, 16, págs.143-251. El mismo traductor.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 2, págs. 785-841. El mismo traductor.
1972 Igual título. BN (9 vols.), 6, págs, 1941-2009. El mismo traductor.
En la edición alemana de 1924 se introdujeron algunos cambios, principalmente en materia de fechas, y se agregó una larga nota al final.
Es este el más elaborado y, sin duda, el más importante de todos los historiales clínicos de Freud. Su protagonista, un acaudalado joven ruso, inició su análisis con él en febrero de 1910. Aquí se informa sobre su primer período de tratamiento, que se extendió hasta julio de 1914, cuando Freud consideró terminado el caso. Comenzó a escribir el historial en octubre de ese año y loconcluyó a comienzos de noviembre (vernota(164)). No obstante, postergó por cuatro años su publicación. Ningún cambio de importancia, nos dice, fue introducido en su forma definitiva, pero se le agregaron dos largos pasajes. La historia del caso luego de ese primer período fue descrita por Freud en la nota que añadió al final de la edición alemana de 1924 . Suministramos allí alguna información posterior aún, procedente en parte de publicaciones subsiguientes del propio Freud y en parte de datos que han salido a la luz después de la muerte de este.
Freud se refirió en varias oportunidades al caso del «Hombre de los Lobos» en obras editadas antes y después de este historial; tal vez sea útil enumerar esas referencias. La primera evidencia impresa de su interés por el caso fue un párrafo que apareció con su firma, a comienzos del otoño de 1912, en Zentralblatt für Psychoanalyse (ver nota(165)), cuya

117
motivación evidente es el sueño de los lobos que constituye el elemento más destacado del historial:
«A los colegas que ejercen el análisis les solícito que reúnan y analicen cuidadosamente sueños de sus pacientes cuya interpretación autorice la inferencia de que los soñantes han sido en su primera infancia espectadores de un comercio sexual. Basta con una mera indicación para que se comprenda el particularísimo valor que revisten estos sueños en más de un aspecto. Desde luego, sólo habrán de considerarse probatorios los sueños que hayan sobrevenido durante la infancia misma y se los recuerde desde ella».
Otro pasaje acerca de este tema apareció a comienzos de 1913 en Internationale Zeitschrift für ärztliche Psychoanalyse (1, pág. 79) con el título «Sueños infantiles de significado especial(166)»: *
«En el "Foro abierto" de Zentralblatt für Psychoanalyse, 2, pág. 680, requerí de mis colegas que dieran a publicidad cualquier sueño sobrevenido en la infancia "cuya interpretación autorice la inferencia de que los soñantes han sido en su primera infancia espectadores de un comercio sexual". Debo ahora agradecer a la doctora Mira Gincburg (de Breitenau-Schaffhausen) por una primera contribución que parece cumplir con las condiciones indicadas. Prefiero posponer la apreciación de este sueño hasta que dispongamos de un material más vasto, con vistas a un examen comparativo».
A esta nota le seguía el informe de la doctora Gincburg sobre el sueño en cuestión. Ese mismo año, Hitschmann informó acerca de un sueño similar (Internationale Zeitschrift für ärztliche Psychoanalyse, 1, pág. 476), pero no hubo más comunicaciones de Freud sobre el tema. En el curso de ese verano, empero, dio a publicidad «Materiales del cuento tradicional en los sueños» (1913d), donde de hecho se relataba el sueño de los lobos; la parte correspondiente de ese trabajo fue reproducida aquí. Y a principios del año siguiente apareció «Acerca del fausse reconnaissance ("déjà raconté") en el curso del trabajo psicoanalítico» (1914a), en que se describía otro episodio del caso y que también fue en parte reproducido aquí. Hay, asimismo, una referencia indirecta al «Hombre de los Lobos» en el examen de los tempranos recuerdos infantiles en «Recordar, repetir y reelaborar» (1914g), AE, 12, pág. 151.
El trabajo metapsicológico sobre «La represión» (1915d), publicado antes que este historial pero escrito con posterioridad, contiene un párrafo referido a la fobia del paciente a los lobos. Muchos años después, Freud volvió a ocuparse del caso al examinar las zoofobias de los niños en Inhibición, síntoma y angustia (1926d); en los capítulos IV y VII de esa obra, la fobia a los lobos de este paciente es comparada con la fobia a los caballos analizada en el caso del pequeño Hans (1909b).Finalmente, en uno de sus últimos trabajos, «Análisis terminable e interminable» (1937c), Freud hizo algunos comentarios críticos acerca de la innovación técnicade fijar un plazo al tratamiento, introducida en el presente caso.
Para Freud, la importancia fundamental de este historial clínico en el momento de su publicación residía claramente en el apoyo que le ofrecía para sus críticas a Adler, y, más aún, a Jung. Contenía pruebas concluyentes para refutar cualquier rechazo de la sexualidad infantil. Pero durante el tratamiento surgieron muchas otras cosas de gran valor, algunas de las cuales ya habían sido presentadas ante el mundo en el intervalo de cuatro años que medió entre la redacción del historial y su publicación. Por ejemplo, el nexo entre las «escenas primordiales» y las «fantasías primordiales», que condujo en forma directa al oscuro problema del posible carácter hereditario del contenido psíquico de estas últimas. Este problema, ya examinado en la 23ª de las Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17),AE, 16, págs, 336-8, fue ulteriormente tratado aquí en dos pasajes añadidos por Freud. Asimismo, el notable material de la sección VII, relacionado con el erotismo anal del paciente, fue utilizado en «Sobre las trasposiciones de la pulsión, en particular del erotismo anal» (1917c).
Más importante todavía fue la luz que arrojó el presente análisis en cuanto a la fase anterior, oral, de organización de la libido, examinada con cierta extensión. La primera referencia publicada de Freud a esta fase se halla en un párrafo agregado en 1915 a la tercera edición de los Tres ensayos de teoría sexual (1905d), AE, 7, pág. 180. El prólogo de esta edición está fechado en «octubre de 1914», justamente el mes en que se dedicó a redactar el historial del «Hombre de los Lobos». Parece probable que el material «canibálico» revelado en este análisis haya tenido un papel destacado en la preparación de algunas de las más trascendentales teorías que ocuparon a Freud por esta época: las interrelaciones entre incorporación, identificación, la formación de un ideal del yo, el sentimiento de culpa y los estados patológicos de depresión. De estas teorías, algunas habían sido propuestas en el último ensayo de Tótem y tabú (1912-13), escrito a mediados de 1913, y en «Introducción del narcisismo» (1914c), concluido a principios de 1914; otras aparecerían en «Duelo y melancolía» (1917e). Si bien este último no se publicó hasta 1917, ya se le había dado su forma definitiva a comienzos de mayo de 1915, y muchas de las opiniones en él vertidas fueron expuestas por Freud en la Sociedad Psicoanalítica de Viena el 30 de diciembre de 1914, apenas unas semanas después de terminar la redacción de este historial (Jones, 1955, pág. 367).
De los hallazgos clínicos, quizás el principal fue la revelación del papel determinante que tuvieron en la neurosis del paciente sus mociones femeninas primarias. Sumuy marcada bisexualidad no hizo sino confirmar puntos de vista quc Freud había sostenido desde mucho tiempo atrás y que se remontaban a la época de su amistad con Fliess. Pero en sus escritos posteriores Freud hizo más hincapié que antes en el carácter universal de la bisexualidad y en la existencia de un complejo de Edipo «invertido» o «negativo», tesis que alcanzó su más clara expresión en el capítulo III de El yo y el ello (1923b), al tratar el complejo de Edipo «completo». Por otro lado, se resiste aquí fuertemente a la tentadora inferencia teórica de que motivos vinculados a la bisexualidad son los determinantes invariables de la represión, tema sobre el cual se explayaría poco después en «'Pegan a un niño"» (1919e).
Finalmente, tal vez sea legítimo llamar la atención sobre el extraordinario talento literario con

«A los colegas que ejercen el análisis les solícito que reúnan y analicen cuidadosamente sueños de sus pacientes cuya interpretación autorice la inferencia de que los soñantes han sido en su primera infancia espectadores de un comercio sexual. Basta con una mera indicación para que se comprenda el particularísimo valor que revisten estos sueños en más de un aspecto. Desde luego, sólo habrán de considerarse probatorios los sueños que hayan sobrevenido durante la infancia misma y se los recuerde desde ella».
Otro pasaje acerca de este tema apareció a comienzos de 1913 en Internationale Zeitschrift für ärztliche Psychoanalyse (1, pág. 79) con el título «Sueños infantiles de significado especial(166)»: *
«En el "Foro abierto" de Zentralblatt für Psychoanalyse, 2, pág. 680, requerí de mis colegas que dieran a publicidad cualquier sueño sobrevenido en la infancia "cuya interpretación autorice la inferencia de que los soñantes han sido en su primera infancia espectadores de un comercio sexual". Debo ahora agradecer a la doctora Mira Gincburg (de Breitenau-Schaffhausen) por una primera contribución que parece cumplir con las condiciones indicadas. Prefiero posponer la apreciación de este sueño hasta que dispongamos de un material más vasto, con vistas a un examen comparativo».
A esta nota le seguía el informe de la doctora Gincburg sobre el sueño en cuestión. Ese mismo año, Hitschmann informó acerca de un sueño similar (Internationale Zeitschrift für ärztliche Psychoanalyse, 1, pág. 476), pero no hubo más comunicaciones de Freud sobre el tema. En el curso de ese verano, empero, dio a publicidad «Materiales del cuento tradicional en los sueños» (1913d), donde de hecho se relataba el sueño de los lobos; la parte correspondiente de ese trabajo fue reproducida aquí. Y a principios del año siguiente apareció «Acerca del fausse reconnaissance ("déjà raconté") en el curso del trabajo psicoanalítico» (1914a), en que se describía otro episodio del caso y que también fue en parte reproducido aquí. Hay, asimismo, una referencia indirecta al «Hombre de los Lobos» en el examen de los tempranos recuerdos infantiles en «Recordar, repetir y reelaborar» (1914g), AE, 12, pág. 151.
El trabajo metapsicológico sobre «La represión» (1915d), publicado antes que este historial pero escrito con posterioridad, contiene un párrafo referido a la fobia del paciente a los lobos. Muchos años después, Freud volvió a ocuparse del caso al examinar las zoofobias de los niños en Inhibición, síntoma y angustia (1926d); en los capítulos IV y VII de esa obra, la fobia a los lobos de este paciente es comparada con la fobia a los caballos analizada en el caso del pequeño Hans (1909b).Finalmente, en uno de sus últimos trabajos, «Análisis terminable e interminable» (1937c), Freud hizo algunos comentarios críticos acerca de la innovación técnicade fijar un plazo al tratamiento, introducida en el presente caso.
Para Freud, la importancia fundamental de este historial clínico en el momento de su publicación residía claramente en el apoyo que le ofrecía para sus críticas a Adler, y, más aún, a Jung. Contenía pruebas concluyentes para refutar cualquier rechazo de la sexualidad infantil. Pero durante el tratamiento surgieron muchas otras cosas de gran valor, algunas de las cuales ya habían sido presentadas ante el mundo en el intervalo de cuatro años que medió entre la redacción del historial y su publicación. Por ejemplo, el nexo entre las «escenas primordiales» y las «fantasías primordiales», que condujo en forma directa al oscuro problema del posible carácter hereditario del contenido psíquico de estas últimas. Este problema, ya examinado en la 23ª de las Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17),AE, 16, págs, 336-8, fue ulteriormente tratado aquí en dos pasajes añadidos por Freud. Asimismo, el notable material de la sección VII, relacionado con el erotismo anal del paciente, fue utilizado en «Sobre las trasposiciones de la pulsión, en particular del erotismo anal» (1917c).
Más importante todavía fue la luz que arrojó el presente análisis en cuanto a la fase anterior, oral, de organización de la libido, examinada con cierta extensión. La primera referencia publicada de Freud a esta fase se halla en un párrafo agregado en 1915 a la tercera edición de los Tres ensayos de teoría sexual (1905d), AE, 7, pág. 180. El prólogo de esta edición está fechado en «octubre de 1914», justamente el mes en que se dedicó a redactar el historial del «Hombre de los Lobos». Parece probable que el material «canibálico» revelado en este análisis haya tenido un papel destacado en la preparación de algunas de las más trascendentales teorías que ocuparon a Freud por esta época: las interrelaciones entre incorporación, identificación, la formación de un ideal del yo, el sentimiento de culpa y los estados patológicos de depresión. De estas teorías, algunas habían sido propuestas en el último ensayo de Tótem y tabú (1912-13), escrito a mediados de 1913, y en «Introducción del narcisismo» (1914c), concluido a principios de 1914; otras aparecerían en «Duelo y melancolía» (1917e). Si bien este último no se publicó hasta 1917, ya se le había dado su forma definitiva a comienzos de mayo de 1915, y muchas de las opiniones en él vertidas fueron expuestas por Freud en la Sociedad Psicoanalítica de Viena el 30 de diciembre de 1914, apenas unas semanas después de terminar la redacción de este historial (Jones, 1955, pág. 367).
De los hallazgos clínicos, quizás el principal fue la revelación del papel determinante que tuvieron en la neurosis del paciente sus mociones femeninas primarias. Sumuy marcada bisexualidad no hizo sino confirmar puntos de vista quc Freud había sostenido desde mucho tiempo atrás y que se remontaban a la época de su amistad con Fliess. Pero en sus escritos posteriores Freud hizo más hincapié que antes en el carácter universal de la bisexualidad y en la existencia de un complejo de Edipo «invertido» o «negativo», tesis que alcanzó su más clara expresión en el capítulo III de El yo y el ello (1923b), al tratar el complejo de Edipo «completo». Por otro lado, se resiste aquí fuertemente a la tentadora inferencia teórica de que motivos vinculados a la bisexualidad son los determinantes invariables de la represión, tema sobre el cual se explayaría poco después en «'Pegan a un niño"» (1919e).
Finalmente, tal vez sea legítimo llamar la atención sobre el extraordinario talento literario con

118
que Freud expuso el caso. Enfrentaba una tarea de pionero: la de ofrecer una descripción científica de sucesos psicológicos cuya novedad y complejidad no habían sido jamás imaginadas. El resultado es una obra que no sólo elude los peligros de la confusión y la oscuridad sino que, además, mantiene fascinado al lector desde el principio hasta el fin.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 17 / Sobre las trasposiciones de la pulsión, en particular del erotismo anal (1917)
Sobre las trasposiciones de la pulsión, en particular del erotismo anal (1917)«Über Triebumsetzungen, insbesondere der Analerotik»
Ediciones en alemán
1917 Int. Z. ärztl. Psychoanal., 4, n° 3, págs. 125-30. 1918 SKSN, 4, págs. 139-48. (1922, 2ª ed.) 1924 GS, 5, págs. 268-76. 1926 Psychoanalyse der Neurosen,págs. 40-9. 1931 Sexualtheorie und Traumlebre, págs. 116-24. 1946 GW, 10, págs. 402-10. 1973 SA, 7, págs. 123-31.
Traducciones en castellano
1929 «Sobre las transmutaciones de los instintos y especialmente del erotismo anal». BN (17 vols.), 13, págs. 154-62. Traducción de Luis López-Ballesteros.
1943 Igual título. EA, 13, págs. 159-67. El mismo traductor.
1948 Igual título. BN (2 vols.), 1, págs. 1011-5. El mismo traductor.
1953 Igual título. SR, 13, págs. 125-31. El mismo traductor.
1967 Igual título. BN (3 vols.), 1, págs. 999-1003. El mismo traductor.
1972 Igual título. BN (9 vols.), 6, págs. 2034-8. El mismo traductor.
Aunque este artículo no se publicó hasta 1917, es probable que haya sido escrito bastante tiempo antes, tal vez incluso en 1915. En esa época, a causa de las dificultades de la guerra, era inevitable que las publicaciones sufrieran largas demoras. Lo esencial del artículo ya estaba contenido en un párrafo agregado a la edición de 1915 de los Tres ensayos de teoría sexual (1905d), AE, 7, pág. 169. Además, varias de sus conclusiones parecen derivar del análisis del «Hombre de los Lobos» (1918b), cuyo historial fue en su mayor parte redactado en el otoño de 1914. En la sección VII de dicho historial se ilustra con cierto detalle la tesis del presente trabajo.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 17 / Una dificultad del psicoanálisis. (1917 [1916])
Una dificultad del psicoanálisis. (1917 [1916])«Eine Schwierigkeit der Psychoanalyse»

119
Primera edición
1917 «A pszihoanalizis egy nehézségéröl», Nyugat (Budapest), 10, n° 1, págs. 47-52. (Traducción al húngaro.)
Ediciones en alemán
1917 Imago, 5, n° 1, págs. 1-7. 1918 SKSN, 4, págs. 553-63. (1922, 2ª ed.) 1924 GS, 10, págs. 347-56. 1947 GW, 12, págs. 3-12.
Traducciones en castellano
1943 «Una dificultad del psicoanálisis». EA, 18, págs. 9-20. Traducción de Ludovico Rosenthal. 1948 Igual título. BN (2 vols.), 2, págs. 1016-20. Traducción de Luis López-Ballesteros. 1953 Igual título. SR, 18, págs. 13-22. Traducción de Ludovico Rosenthal. 1968 Igual título. BN (3 vols.), 2, págs. 1108-12. Traducción de Luis López-Ballesteros. 1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2432-6. El mismo traductor.
H. Ignotus, destacado hombre de letras húngaro de la época, invitó a Freud para que colaborara con un artículo en la revista Nyugat, de la que aquel era director; el resultado fue este trabajo, que evidentemente tenía por destinatario a lectores cultos pero poco informados. Escrito a fines de 1916, se lo publicó por primera vez en traducción al húngato a comienzos de 1917. El original alemán apareció en Imago dos o tres meses más tarde.
En un trabajo varios años posterior (1925e), Freud examinó con más amplitud las resistencias contra las teorías psicoanalíticas. La primera parte del presente artículo es, desde luego, un resumen de «Introducción del narcisismo» (1914c). Las tres «afrentas al amor propio» de los seres humanos se mencionan también al final de la 18ª de las Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17), AE, 16, págs. 260-1, a cuya redacción se puso término más o menos por la misma época en que fue escrito este trabajo.
James Strachey
1917 «A pszihoanalizis egy nehézségéröl», Nyugat (Budapest), 10, n° 1, págs. 47-52. (Traducción al húngaro.)
Ediciones en alemán
1917 Imago, 5, n° 1, págs. 1-7. 1918 SKSN, 4, págs. 553-63. (1922, 2ª ed.) 1924 GS, 10, págs. 347-56. 1947 GW, 12, págs. 3-12.
Traducciones en castellano
1943 «Una dificultad del psicoanálisis». EA, 18, págs. 9-20. Traducción de Ludovico Rosenthal. 1948 Igual título. BN (2 vols.), 2, págs. 1016-20. Traducción de Luis López-Ballesteros. 1953 Igual título. SR, 18, págs. 13-22. Traducción de Ludovico Rosenthal. 1968 Igual título. BN (3 vols.), 2, págs. 1108-12. Traducción de Luis López-Ballesteros. 1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2432-6. El mismo traductor.
H. Ignotus, destacado hombre de letras húngaro de la época, invitó a Freud para que colaborara con un artículo en la revista Nyugat, de la que aquel era director; el resultado fue este trabajo, que evidentemente tenía por destinatario a lectores cultos pero poco informados. Escrito a fines de 1916, se lo publicó por primera vez en traducción al húngato a comienzos de 1917. El original alemán apareció en Imago dos o tres meses más tarde.
En un trabajo varios años posterior (1925e), Freud examinó con más amplitud las resistencias contra las teorías psicoanalíticas. La primera parte del presente artículo es, desde luego, un resumen de «Introducción del narcisismo» (1914c). Las tres «afrentas al amor propio» de los seres humanos se mencionan también al final de la 18ª de las Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17), AE, 16, págs. 260-1, a cuya redacción se puso término más o menos por la misma época en que fue escrito este trabajo.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 17 / Un recuerdo de infancia en Poesía y verdad (1917)
Un recuerdo de infancia en Poesía y verdad (1917)«Eine Kindheitserinnerung aus Dichtung und Wahrheit»
Ediciones en alemán
1917 Imago, 5, n° 2, págs. 49-57.
1918 SKSN, 4, págs. 564-77. (1922, 2ª ed.)
1924 GS, 10, págs. 357-68.
1924 Dichtung und Kunst págs. 87-98.
1947 GW, 12, págs. 15-26.
1975 SA, 10, págs. 255-66.
Traducciones en castellano

120
1943 «Un recuerdo de infancia en "Poesía y verdad" de Goethe». EA, 18, págs. 169-83. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1948 «Un recuerdo infantil de Goethe en "Poesía y verdad"». BN (2 vols.), 2, págs. 1036-41. Traducción de Luis López-Ballesteros.
1953 «Un recuerdo de infancia en "Poesía y verdad" de Goethe». SR, 18, págs. 139-50. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1968 «Un recuerdo infantil de Goethe en "Poesía y verdad"». BN (3 vols.), 3, págs. 1128-33. Traducción de Luis López-Ballesteros.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2437-43. El mismo traductor.
La primera parte de este artículo fue expuesta por Freud ante la Sociedad Psicoanalítica de Viena el 13 de diciembre de 1916, y la segunda parte, el 18 de abril de 1917; el trabajo en sí no fue escrito hasta setiembre de este último año, mientras regresaba de su veraneo en los montes Tatra, de Hungría. La fecha de publicación es incierta, ya que a la sazón Imago aparecía en forma muy irregular como consecuencia de la guerra. En una larga nota agregada en 1919 a Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci (1910c), AE, 11, págs. 79-80, n. 5, Freud resume las conclusiones a que llega en el presente trabajo.
James Strachey
1948 «Un recuerdo infantil de Goethe en "Poesía y verdad"». BN (2 vols.), 2, págs. 1036-41. Traducción de Luis López-Ballesteros.
1953 «Un recuerdo de infancia en "Poesía y verdad" de Goethe». SR, 18, págs. 139-50. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1968 «Un recuerdo infantil de Goethe en "Poesía y verdad"». BN (3 vols.), 3, págs. 1128-33. Traducción de Luis López-Ballesteros.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2437-43. El mismo traductor.
La primera parte de este artículo fue expuesta por Freud ante la Sociedad Psicoanalítica de Viena el 13 de diciembre de 1916, y la segunda parte, el 18 de abril de 1917; el trabajo en sí no fue escrito hasta setiembre de este último año, mientras regresaba de su veraneo en los montes Tatra, de Hungría. La fecha de publicación es incierta, ya que a la sazón Imago aparecía en forma muy irregular como consecuencia de la guerra. En una larga nota agregada en 1919 a Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci (1910c), AE, 11, págs. 79-80, n. 5, Freud resume las conclusiones a que llega en el presente trabajo.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 17 / Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica. (1919 [1918])
Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica. (1919 [1918])«Wege der psychoanalytischen Therapie»
Ediciones en alemán
1919 Int. Z. ärztl. Psychoanal., 5, n° 2, págs. 61-8. 1922 SKSN, 5, págs. 146-58. 1924 Technik und Metapsychol., págs. 136-47. 1925 GS, 6, págs. 136-47. 1931Neurosenlehre und Technik, págs. 411-22. 1947 GW, 12, págs. 183-94. 1975 SA, «Ergänzungsband» (Volumen complementario), págs. 239-49.
Traducciones en castellano
1930 «Los caminos de la terapia psicoanalítica». BN (17vols.), 14, págs. 200-10. Traducción de Luis López Ballesteros. 1943 Igual título. EA, 14, págs. 207-17. El mismo traductor. 1948 Igual título. BN (2 vols.), 2, págs. 357-61. El mismo traductor. 1953 Igual título. SR, 14, págs. 159-67. El mismo traductor. 1968 Igual título.BN (3 vols.), 2, págs. 449-53. El mismo traductor. 1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2457-62. El mismo traductor.
Esta alocución fue leída por Freud en el 5° Congreso Psicoanalítico Internacional, celebrado en Budapest los días 28 y 29 de setiembre de 1918, poco antes de que finalizara la Primera Guerra Mundial. Fue escrita en el verano anterior, durante su estada en la casa de Anton von Freund en Steinbruch, un suburbio de Budapest.
En este trabajo, el acento principal recae en los métodos «activos» más tarde vinculados fundamentalmente con el nombre de Ferenczi. Fue el último de los escritos puramente técnicos de Freud en esa época; publicó otros dos casi veinte años después: «Análisis terminable e

121
interminable» (1937c) y «Construcciones en el análisis» (1937d). Su alocución en el Congreso de Nuremberg, «Las perspectivas futuras de la terapia psicoanalítica» (1910d), contenía ya un preanuncio de estos métodos «activos».
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 17 / ¿Debe enseñarse el psicoanálisis en la universidad?. (1919 [1918])
¿Debe enseñarse el psicoanálisis en la universidad?. (1919 [1918])«Kelle az egyeternen a psychoanalysist tanitani?»
Primera edición
(1918 Fecha probable de redacción del trabajo.)
1919 Gyógyászat (Budapest), 59, n° 13, pág. 192. (Traducción al húngaro.)
Traducciones en castellano
1955 «Sobre la enseñanza del psicoanálisis en la universidad». RP, 12, n° 1, págs. 111-4. Traducción de Marta Békei y Ludovico Rosenthal. (Ver Nota(167))
1955 Igual título. SR, 21, págs. 395-8. Los mismos traductores.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 994-6.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2454-6.
Este trabajo se publicó por primera vez en traducción al húngaro (probablemente realizada por Ferenczi) en la revista médica Gyógyászat, de Budapest, el 30 de marzo de 1919. Aparentemente, integraba una serie de trabajos de distintos autores acerca de las reformas en la enseñanza médica. Es probable que Freud lo escribiera durante el otoño de 1918, en la época en que se celebró el 5° Congreso Psicoanalítico Internacional, en Budapest. Entre los estudiantes de medicina de esta ciudad había, por entonces, considerable agitación en procura de que el psicoanálisis fuera incluido en el plan de estudios. De hecho, en marzo de 1919, cuando los bolcheviques asumieron temporariamente el gobierno de Hungría, Ferenczi fue nombrado profesor de psicoanálisis en la universidad.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 17 / «Pegan a un niño». Contribución al conocimiento de la génesis de las perversiones sexuales. (1919).
«Pegan a un niño». Contribución al conocimiento de la génesis de las perversiones sexuales. (1919).
«"Ein Kind wird geschlagen". Beitrag zur Kenntnis der Entstehung sexueller Perversionen»
Ediciones en alemán1919 Int. Z. ärztl. Psychoanal., 5, n° 3, págs. 151-72.
1922 SKSN, 5, págs. 195-228.
1924 GS, 5, págs. 344-75.
1926 Psychoanalyse der Neurosen, págs. 50-84.

122
1931 Sexualtheorie und Traumlehre, págs. 124-55.
1947 GW, 12, págs. 197-226.
1973 SA, 7, págs. 229-54.
Traducciones en castellano
1929 «Pegan a un niño (Aportación al conocimiento de la génesis de las perversiones sexuales)». BN (17 vols.), 13, págs. 232-62. Traducción de Luis López Ballesteros.
1943 Igual título. EA, 13, págs. 241-71. El mismo traductor.
1948 Igual título. BN (2 vols.), 1, págs. 1195-208. El mismo traductor.
1953 Igual título. SR, 13, págs. 185-207. El mismo traductor.
1967 Igual título. BN (3 vols.), 1, págs. 1181-94. El mismo traductor.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2465-80. El mismo traductor.
En una carta a Ferenczi del 24 de enero de 1919, Freud le anunciaba que estaba escribiendo un artículo sobre el masoquismo. Fue terminado e intitulado a mediados de marzo, y se publicó en el verano del mismo año.
Este trabajo consiste, en su mayor parte, en una minuciosa indagación clínica acerca de una clase particular de perversión. Los hallazgos de Freud iluminan especialmente el problema del masoquismo, y, como está implícito en el subtítulo, su propósito era, asimismo, ampliar el conocimiento de las perversiones en general. Desde este punto de vista, el artículo puede considerarse un complemento al primero de los Tres ensayos de teoría sexual (1905d).
Sin embargo, a esto se agrega un examen -al cual Freud atribuía suma importancia- de los motivos que llevan a la represión, con especial referencia a las teorías que al respecto propusieron Fliess y Adler . Si bien el mecanismo de la represión había sido exhaustivamente considerado en dos de los trabajos metapsicológicos de Freud -en «La represión» (1915d) y en la sección IV de «Lo inconciente» (1915e)-, el problema de los motivos que la originan, mencionado al pasar en la última sección del análisis del «Hombre de los Lobos» (1918b), no es tratado en ningún lugar de una manera tan completa como aquí. Por supuesto, este problema había interesado y aun intrigado a Freud desde sus primeras épocas, y hay numerosas referencias a él en la correspondencia con Fliess (1950a). Hacia el fin de su vida volvió a abordarlo, en «Análisis terminable e interminable» (1937c), donde discutió una vez más las teorías de Fliess y de Adler.James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 17 / Introducción a Zur Psychoanalyse der Kriegsneurosen (1919)
Introducción a Zur Psychoanalyse der Kriegsneurosen (1919)Ediciones en alemán
1919 Introducción a Zur Psychoanalyse der Kriegsneurosen(168), Leipzig y Viena: Internationaler Psychoanalytischer Verlag, págs. 3-7. 1928 GS, 11, págs. 252-5.1931 Neurosenlehre und Technik, págs. 310-5. 1947 GW, 12, págs. 321-4.
Traducciones en castellano
1955 «Introducción al Simposio sobre las neurosis de guerra». SR, 20, págs. 154-8. Traducción de Ludovico Rosenthal. 1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 297-301. 1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2542-4.

123
El 5° Congreso Psicoanalítico Internacional, celebrado en Budapest los días 28 y 29 de setiembre de 1918, y en el cual Freud leyó su alocución sobre los «Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica» (1919a), incluyó también un debate acerca del psicoanálisis de las neurosis de guerra, el cual se inició con tres ponencias presentadas, respectivamente, por Sándor Ferenczi, Karl Abraham y Ernst Simmel. Estos tres trabajos, junto con otro de Ernest Jones sobre el mismo tema, leído ante la Sociedad Real de Medicina de Londres el 9 de abril de 1918, fueron publicados un año más tarde en un pequeño volumen -el primero de la recientemente fundada Internationaler Psychoanalytischer Verlag. Estuvieron precedidos de esta breve introducción de Freud, quien volvió a ocuparse de la cuestión en un informe presentado al año siguiente ante un comité creado por el Ministerio de Guerra austríaco (Freud, 1955c). Dicho informe se reproduce aquí como apéndice a este texto.
James Strachey
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 17 / Lo ominoso. (1919)
Lo ominoso. (1919)«Das Unheimliche»
Ediciones en alemán
1919 Imago, 5, n° 5-6, págs. 297-324.
1922 SKSN, 5, págs. 229-73.
1924 GS, 10, págs. 369-408.
1924 Dichtung und Kunst, págs. 99-138.
1947 GW, 12, págs. 229-68.
1972 SA, 4, págs. 241-74.
Traducciones en castellano
1943 «Lo siniestro». EA, 18, págs. 185-232. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1954 Igual título. SR, 18, págs. 151-86. El mismo traductor.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2483-505.
Este trabajo, que se publicó en el otoño de 1919, es mencionado por Freud en una carta a Ferenczi del 12 de mayo de ese año, donde le dice que ha rescatado un antiguo manuscrito del fondo de un cajón y lo está reescribiendo. Nada se sabe sobre la fecha de su primera redacción
o sobre la medida en que lo modificó, pero la nota de Tótem y tabú (1912-13), muestra que ya en 1913 el tema rondaba su pensamiento, y al menos los pasajes referidos a la «compulsión de repetición» deben de haber sido fruto de la revisión, ya que incluyen una síntesis de gran parte de Más allá del principio de placer(1920g), obra a la que aluden como «casi concluida». En la carta a Ferenczi antes mencionada le anunciaba también que había terminado el borrador de dicha obra, la cual sólo se publicaría un año más tarde. Se hallarán más detalles al respecto en mi «Nota introductoria» a ese trabajo (cf. AE, 18, pág. 3).
La primera sección del presente escrito plantea, con su extensa cita de un diccionario alemán, particulares dificultades al traductor. Esperamos que los lectores no se dejen desalentar por este obstáculo inicial, ya que el artículo rebosa de un interesante y significativo contenido, y va mucho más allá de las meras disquisiciones lingüísticas.
James Strachey

124
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 18
Notas introductorias del Volumen 18Notas introductorias del Volumen 18
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 18 / Más allá, del principio de placer (1920)
Más allá, del principio de placer (1920)Jenseits des LustPrinzips
Ediciones en alemán
1920 Leipzig, Viena y Zurích: Internationaler Psychoanalytischer Verlag, 60 págs.
1921 2ª ed. La misma editorial, 64 págs.
1923 3ª ed. La misma editorial, 94 págs.
1925 GS, 6, págs. 191-257.
1931 Theoretische Schrilten, págs. 178-247.
1940 GW, 13, págs, 3-69.
1975 SA, 3, págs. 213-72.
Traducciones en castellano
1923 Más allá del principio del placer. BN (17 vols.), 2, págs. 299-378. Traducción de Luis López-Ballesteros.
1943 Igual título. EA, 2, págs. 275-346. El mismo traductor.
1948 Igual título. BN (2 vols.), 1, págs. 1111-40. El mismo traductor.
1952 Igual título. SR, 2, págs. 217-75. El mismo traductor.
1967 Igual título. BN (3 vols.), 1, págs. 1097-126. El mismo traductor.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2507-41. El mismo traductor.
En la segunda edición, Freud introdujo una cierta cantidad de agregados; las modificaciones posteriores del texto fueron mínimas.
Como revela su correspondencia, Freud ya había comenzado a trabajar en el primer borrador de Más allá del principio de placer en marzo de 1919, y en el siguiente mes de mayo comunicó que lo había concluido. En esa misma fecha terminaba su artículo sobre «Lo ominoso» (1919h), en uno de cuyos párrafos se asienta en unas pocas frases gran parte del núcleo de la presente obra. Alude Freud en ese párrafo a la «compulsión de repetición» como fenómeno manifiesto en la conducta de los niños y en el tratamiento psicoanalítico, sugiere que deriva de la naturaleza más íntima de las pulsiones y declara que es lo suficientemente poderosa como para hacer caso omiso del principio de placer. No hay empero allí ninguna referencia a las «pulsiones de muerte». Añade Freud que ya ha completado una exposición detallada del tema.
El artículo sobre «Lo ominoso», que incluía este resumen, fue publicado en el otoño de 1919. Como más tarde le informó Freud a Wittels, en setiembre de ese año dejó el manuscrito de Más allá del principio de placer a algunos amigos suyos en Berlín (Abrahamy Eitingon) para que lo leyeran; a la sazón ya estaba completo (o sea, incluía el concepto de las pulsiones de muerte), con excepción del fragmento sobre la mortalidad o inmortalidad de los protozoos (ver nota(169)). Pero Freud retuvo la obra todavía un año; a comienzos de 1920 estaba nuevamente trabajando en ella, y en una carta a Eitingon del 20 de febrero hay una referencia a las «pulsiones de muerte». En junio, seguía revisándola; el 16 de ese mes presentó un resumen del casi concluido libro en la Sociedad Psicoanalítica de Viena (ver nota(170)), y por fin lo terminó a mediados de julio. El 9 de setiembre pronunció una conferencia en el Congreso Psicoanalítico Internacional celebrado en La Haya, con el título «Complementos a la doctrina de los sueños», y en ella anunciaba la próxima aparición del libro, que tuvo lugar a comienzos de diciembre. La conferencia se publicó, «resumida por el autor», en Internationale Zeitschrift für Psychoanalyse, 6 (1920), págs. 397-8. Aunque no se tiene la certeza de que este resumen haya sido preparado por el propio Freud, tal vez interese reproducirlo aquí.
«Complementos a la doctrina de los sueños» (ver nota(171))
«El orador se ocupó, en sus breves comentarios, de tres puntos relativos a la doctrina de los

125
sueños. Los dos primeros concernían a la tesis según la cual los sueños son cumplimientos de deseo, exponiéndose algunas modificaciones indispensables de dicha tesis. El tercero se refería a un material que confirmó plenamente su rechazo de la presunta "tendencia prospectíva" de los sueños (ver nota(172)).
»Explicó el orador que junto a los bien conocidos sueños de deseo y sueños de angustia, fácilmente asimilables dentro de la teoría, había motivos para admitir la existencia de una tercera categoría, a la que dio el nombre de "sueños de punición". Si se tiene en cuenta el justificado supuesto de la existencia en el yo de una instancia especial de crítica y observación de sí (el ideal del yo, el censor, la conciencia moral), también a estos sueños de punición debería subsumírselos en la teoría del cumplimiento de deseo, pues figurarían el cumplimiento de un deseo proveniente de esa instancia crítica. Tales sueños -sostuvo- son a los sueños de deseo ordinarios aproximadamente lo que los síntomas de la neurosis obsesiva, surgidos por formación reactiva, son a los de la histeria.
»Sin embargo, hay otra clase de sueños que plantean, a juicio del orador, una excepción más sería a la regla de que los sueños son cumplimientos de deseo; son ellos los denominados "sueños traumáticos", como los que tienen lugar en personas que han sufrido un accidente, pero también los que en el curso del psicoanálisis de neuróticos les vuelven a hacer presentes unos traumas olvidados de su infancia. En conexión con el problema de acomodar estos sueños dentro de la doctrina del cumplimiento de deseo, el orador hizo referencia a una obra suya que habrá de publicarse próximamente con el título de Más allá del principio de placer.
»El tercer punto de la comunicación del orador se vinculó con una investigación todavía inédita del doctor Varendonck, de Gante. Este autor logró someter en vasta escala a su observación conciente el fantaseo inconciente en un estado de duermevela -proceso que denominó "pensamiento autista"- De esta indagación parecía desprenderse que prever lo que es posible que acontezca el día siguiente, preparar eventuales soluciones y adaptaciones, etc., pertenece cabalmente al campo de la actividad preconciente que también crea los pensamientos oníricos latentes, y, como ha mantenido siempre el orador, nada tiene que ver con el trabajo del sueño» (ver nota(173)).
Dentro de la serie de escritos metapsicológicos de Freud, puede considerarse que Más allá del principia de placer inaugura la fase final de sus concepciones. Ya había llamado la atención sobre la «compulsión de repetición» como fenómeno clínico, pero aquí le atribuye las características de una pulsión; asimismo, por primera vez plantea la nueva dicotomía entre Eros y las pulsiones de muerte que tuvo cabal elaboración en El yo y el ello (1923b). En la presente obra encontramos también indicios del nuevo cuadro estructural de la mente que habría de dominar todos los escritos posteriores de Freud. Por último, aquí hace su primera aparición explícita el problema de la destructividad, que tuvo un papel cada vez más prominente en sus obras teóricas.
Que varios elementos del presente trabajo proceden de escritos metapsicológicos anteriores -como «Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico» (1911b), «Introducción del narcisismo» (1914c) y «Pulsiones y destinos de pulsión» (1915c), resultará obvio; merece en cambio destacarse particularmente cuán de cerca siguen algunas de las primeras secciones el «Proyecto de psicología» (1950a) bosquejado por Freud veinticinco años antes, en 1895.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 18 / Psicología de las masas y análisis del yo (1921)
Psicología de las masas y análisis del yo (1921)Massenpsychologie und Ich-Analyse
Ediciones en alemán
1921 Leipzig, Viena y Zurich: Internationaler Psychoanalytischer Verlag, iii + 140 págs. 1923 2ª ed. La misma editorial, iv + 120 págs. 1925 GS, 6, págs. 261-349. 1931 Theoretische Schrilten, págs. 248-337. 1940 GW, 13, págs. 71-161. 1974 SA, 9, págs. 61-134.
Traducciones en castellano

126
1924 Psicología de las masas y análisis del yo. BN (17 vols.), 9, págs. 3-105. Traducción de Luis López-Ballesteros.
1943 Igual título. EA, 9, págs. 7-104. El mismo traductor.
1948 Igual título. BN (2 vols.), 1, págs. 1141-80. El mismo traductor.
1953 Igual título. SR, 9, págs. 7-90. El mismo traductor.
1967 Igual título. BN (3 vols.), 1, págs. 1127-66. El mismo traductor.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2563-610. El mismo traductor.
En la primera edición alemana, algunos párrafos del texto principal de la obra fueron impresos en un tipo de letra más pequeño. Siguiendo instrucciones de Freud, cuando traduje esta obra al inglés {en 1922} convertí esos párrafos en notas de pie de página. Esta misma conversión se efectuó en todas las ediciones alemanas subsiguientes, salvo el caso mencionado [AE, 18, pág. 91, n. 4]. En las ediciones posteriores a la primera Freud introdujo leves modificaciones y agregados.
Por las cartas de Freud sabemos que se le ocurrió por primera vez la «simple idea» de explicar la psicología de las masas en la primavera de 1919. En esa época no produjo nada al respecto, pero en febrero de 1920 ya estaba trabajando en el tema y en agosto de ese año tenía escrito un primer borrador. No obstante, no comenzó a darle su forma definitiva sino hasta febrero de 1921. El libro quedó terminado antes de fines de marzo y se publicó tres o cuatro meses más tarde.
Hay escasa conexión directa entre la presente obra y Más allá del principio de placer (1920g), que la precedió muy de cerca. Las ilaciones de pensamiento que Freud retoma aquí derivan más bien del cuarto de los ensayos de Tótem y tabú (1912-13), así como de su trabajo sobre el narcisismo (1914c) -en cuyo último párrafo se plantean, muy compendiadas, muchas de las cuestiones que aquí se examinan- y de «Duelo y melancolía» (1917e). Asimismo, Freud vuelve en esta oportunidad al hipnotismo y la sugestión, temas que ya habían atraído su interés en la temprana época de sus estudios con Charcot en 1885-86 (ver nota(174)).
El título del presente libro nos está diciendo que su importancia apunta en dos distintas direcciones. Por un lado, explica la psicología de las masas sobre la base de los cambios que tienen lugar en la psicología de la mente individual; por el otro, lleva un paso más allá la investigación de Freud sobre la anatomía estructural de la psique, que había sido prefigurada en Más allá del principio de placer (1920g) y que fue desarrollada más cabalmente en El yo y el ello (1923b).
James Strachey
1943 Igual título. EA, 9, págs. 7-104. El mismo traductor.
1948 Igual título. BN (2 vols.), 1, págs. 1141-80. El mismo traductor.
1953 Igual título. SR, 9, págs. 7-90. El mismo traductor.
1967 Igual título. BN (3 vols.), 1, págs. 1127-66. El mismo traductor.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2563-610. El mismo traductor.
En la primera edición alemana, algunos párrafos del texto principal de la obra fueron impresos en un tipo de letra más pequeño. Siguiendo instrucciones de Freud, cuando traduje esta obra al inglés {en 1922} convertí esos párrafos en notas de pie de página. Esta misma conversión se efectuó en todas las ediciones alemanas subsiguientes, salvo el caso mencionado [AE, 18, pág. 91, n. 4]. En las ediciones posteriores a la primera Freud introdujo leves modificaciones y agregados.
Por las cartas de Freud sabemos que se le ocurrió por primera vez la «simple idea» de explicar la psicología de las masas en la primavera de 1919. En esa época no produjo nada al respecto, pero en febrero de 1920 ya estaba trabajando en el tema y en agosto de ese año tenía escrito un primer borrador. No obstante, no comenzó a darle su forma definitiva sino hasta febrero de 1921. El libro quedó terminado antes de fines de marzo y se publicó tres o cuatro meses más tarde.
Hay escasa conexión directa entre la presente obra y Más allá del principio de placer (1920g), que la precedió muy de cerca. Las ilaciones de pensamiento que Freud retoma aquí derivan más bien del cuarto de los ensayos de Tótem y tabú (1912-13), así como de su trabajo sobre el narcisismo (1914c) -en cuyo último párrafo se plantean, muy compendiadas, muchas de las cuestiones que aquí se examinan- y de «Duelo y melancolía» (1917e). Asimismo, Freud vuelve en esta oportunidad al hipnotismo y la sugestión, temas que ya habían atraído su interés en la temprana época de sus estudios con Charcot en 1885-86 (ver nota(174)).
El título del presente libro nos está diciendo que su importancia apunta en dos distintas direcciones. Por un lado, explica la psicología de las masas sobre la base de los cambios que tienen lugar en la psicología de la mente individual; por el otro, lleva un paso más allá la investigación de Freud sobre la anatomía estructural de la psique, que había sido prefigurada en Más allá del principio de placer (1920g) y que fue desarrollada más cabalmente en El yo y el ello (1923b).
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 18 / Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina (1920)
Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina (1920)«Über die Psychogenese einies Falles von weiblicher Homosexualität»
Ediciones en alemán
1920 Int. Z. Psychoanal., 6, n° 1, págs. 1-24. 1922 SKSN, 5, págs. 159-94. 1924 GS, 5, págs. 312-43. 1926 Psychoanalyse der Neurosen, págs. 87-124. 1931Sexualtheorie und Traumlehre, págs. 155-88. 1947 GW, 12, págs. 271-302. 1973 SA, 7, págs. 255-81.
Traducciones en castellano *
1929 «Sobre la psícogénesis de un caso de homosexualidad femenina». BN (17 vols.), 13, págs. 199-231. Tra ducción de Luis López-Ballesteros. 1943 Igual título.EA, 13, págs. 207-39. El mismo traductor. 1948 Igual título. BN (2 vols.), 1, págs. 1016-29. El mismo traductor.

127
1953 Igual título. SR, 13, págs. 160-84. El mismo traductor.
1967 Igual título. BN (3 vols.), 1, págs. 1004-17. El mismo traductor.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2545-61. El mismo traductor.
Según Ernest Jones (1957, pág. 42), este artículo fue terminado en enero de 1920 y se publicó en marzo de ese mismo año.
Freud acometió aquí otra vez, luego de un intervalo de casi veinte años, el relato detallado (aunque incompleto) del historial de una paciente mujer; pero si en el caso «Dora» (1905e [1901]), y en sus contribuciones a Estudios sobre la histeria(1895d), se había ocupado casi con exclusividad de la histeria, ahora comenzó a considerar más en profundidad toda la cuestión de la sexualidad en la mujer. Sus investigaciones en este ámbito lo llevarían más tarde a escribir sus trabajos sobre la diferencia anatómica entre los sexos (1925j) y sobre la sexualidad femenina (1931b), así como también la 33ª de sus Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a). El presente artículo contiene, además, una exposición de algunas de las concepciones posteriores de Freud sobre la homosexualidad en general, y ciertas interesantes puntualizaciones técnicas.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 18 / Psicoanálisis y telepatía (1941 [1921])
Psicoanálisis y telepatía (1941 [1921])
«Psychoanalyse und Telepathie» Ediciones en alemán
(1921 Agosto. Fecha del manuscrito.)
1941 GW, 17, págs. 27-44.
Traducciones en castellano
1955 «Psicoanálisis y telepatía». SR, 21, págs. 33-50. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 372-84.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2648-59.
El manuscrito está fechado al comienzo «2 de agosto de 1921» y al final «Gastein, 6 de agosto de 1921». No tiene título, y el que aquí adoptamos es el que le pusieron los editores de las
Gesammelte Werke.
En una nota preliminar a la edición alemana se establece que el trabajo «fue escrito con motivo de la reunión del Consejo Directivo Central de la Asociación Psicoanalítica Internacional, celebrada en las montañas del Harz a comienzos de setiembre de 1921». Ernest Jones, quien era a la sazón el presidente de dicho Consejo, nos dice empero que en esa fecha no celebró ninguna reunión en las montañas del Harz; hubo, sí, un encuentro de los colaboradores más inmediatos de Freud: Abraham, Eitingon, Ferenczi, Rank y Sachs, además del propio Jones. Al parecer, el trabajo fue leído ante este grupo oficioso.
El propósito de Freud era informar sobre tres casos, pero cuando se puso a preparar el manuscrito en Gastein descubrió que había olvidado en Viena el material del tercer caso, y se vio obligado a remplazarlo por otro material, de índole diferente. Ese «tercer caso», cuyo original sobrevivió como manuscrito separado, lleva el siguiente encabezamiento: «Apéndice. He aquí el informe, omitido por causa de la resistencia, sobre un caso de trasferencia de pensamiento durante la práctica analítica». Este caso es el relacionado con el doctor Forsyth y la saga de los Forsyth {de Galsworthy}, el último de los registrados en la 30ª de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a), AE, 22, págs. 44 y sigs. Las dos versiones del caso se asemejaban mucho; sólo se modificaron algunas palabras aisladas. Por ello, no me pareció necesario incluirlo aquí.
Este trabajo, el primero que escribió Freud sobre la telepatía, no fue publicado nunca en vida de él, aunque en su mayor parte se lo incluyó, en diversas formas, en sus escritos posteriores acerca de este tema. El primero de ellos en ser publicado es el que le sigue en este volumen,

128
«Sueño y telepatía» (1922a), que versa sobre un tópico algo distinto. Poco después escribió una breve nota titulada «El significado ocultista del sueño», incluida en «Algunas notas adicionales a la interpretación de los sueños en su conjunto» (1925i), AE, 19, págs. 137-40. Al parecer, su intención era incorporarla a La interpretación de los sueños (1900a) y, de hecho, se la publicó por primera vez formando parte de un apéndice al volumen III de los Gesammelte Schriften, el que contiene dicha obra; pero no fue incluida en ninguna de las ediciones posteriores. Por último, tenemos la confe-rencia antes mencionada, sobre «Sueños y ocultismo», en las Nuevas conferencias (1933a). Cabe señalar que en esta última ocasión ya no se sentía asaltado por la duda en cuanto a la conveniencia de ocuparse del tema, tan evidente en el presente artículo; y en verdad, hacia el final de la conferencia se retracta expresamente del temor aquí expresado en cuanto a que la perspectiva científica de los psicoanalistas podría verse amenazada si se estableciera la verdad de la trasferencia de pensamiento.
James Strachey
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 18 / Sueño y telepatía (1922)
Sueño y telepatía (1922)«Traum und Telepathie»
Ediciones en alemán
1922 Imago, 8, n° 1, págs. 1-22.
1925 GS, 3, págs. 278-304.
1925 Traumlebre, págs. 22-48.
1931 Sexualtheorie und Traumlehre, págs. 326-54.
1940 GW , 13, págs. 165-91.
Traducciones en castellano
1944 «El sueño y la telepatía». EA, 19, págs. 165-97. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1955 Igual título. SR, 19, págs. 139-63. El mismo traductor.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 96-115.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2631-47.
Aunque redactado luego de «Psicoanálisis y telepatía» (1941d [1921]), este trabajo fue, de todos los de Freud sobre el tema, el primero en publicarse. No puede haber sido escrito mucho antes de fines de noviembre de 1921, ya que en el material examinado figura una fecha ocho semanas posterior al 27 de setiembre de ese año. Del propio texto surge que fue planeado como una conferencia, y en el manuscrito original (así como en las ediciones de 1922 y 1925) se leía, debajo del título: «Conferencia pronunciada ante la Sociedad Psicoanalítica de Viena». Pese a ello, las actas publicadas de la Sociedad de Viena no contienen ningún dato que confirme que el trabajo fue alguna vez leído allí. Parece probable que Freud abandonara, por alguna razón, su propósito de hacerlo cuando ya estaba en composición el primer número de Imago de 1922.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 18 / Sobre algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y la homosexualidad. (1922 [1921])
Sobre algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y la homosexualidad. (1922 [1921])«Über einige neurotische Mechanismen bei
Elfersucht, Paranoia und Homosexualität»
Ediciones en alemán

129
1922 Int. Z. Psychoanal., 8, n° 3, págs. 249-58. 1924 GS, 5, págs. 387-99. 1924 Psychoanalyse der Neurosen, págs. 125-39. 1931 Neurosenlehre und Technik, págs. 173-86. 1940 GW, 13, págs. 195-207. 1973 SA, 7, págs. 217-28.
Traducciones en castellano
1929 «Sobre algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y la homosexualidad». BN (17 vols.), 13, págs. 277-90. Traducción de Luis López-Ballesteros. 1943 Igual título. EA, 13, págs. 288-99. El mismo traductor. 1948 Igual título. BN (2 vols.), 1, págs. 1030-5. El mismo traductor. 1953 Igual título. SR, 13, págs. 219-29. El mismo traductor. 1967 Igual título. BN (3 vols.), 1, págs. 1018-22. El mismo traductor. 1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2611-8. El mismo traductor.
Sabemos por Ernest Jones (1957, págs. 85-6) que este trabajo fue escrito probablemente en enero de 1921 y leído por Freud ante un pequeño grupo de amigos en setiembre de ese año en las montañas del Harz, en la misma ocasión que «Psicoanálisis y telepatía» (1941d [1921]) (cf. mi «Nota introductoria» a este último trabajo, AE, 18, pág. 167). El examen de los delirios paranoicos (AE, 18, pág. 220) se remonta en parte a observaciones similares contenidas en el capítulo XII de Psicopatología de la vida cotidiana (1901b), AE, 6, págs. 248-9.
James Strachey
Traducciones en castellano
1929 «Sobre algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y la homosexualidad». BN (17 vols.), 13, págs. 277-90. Traducción de Luis López-Ballesteros. 1943 Igual título. EA, 13, págs. 288-99. El mismo traductor. 1948 Igual título. BN (2 vols.), 1, págs. 1030-5. El mismo traductor. 1953 Igual título. SR, 13, págs. 219-29. El mismo traductor. 1967 Igual título. BN (3 vols.), 1, págs. 1018-22. El mismo traductor. 1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2611-8. El mismo traductor.
Sabemos por Ernest Jones (1957, págs. 85-6) que este trabajo fue escrito probablemente en enero de 1921 y leído por Freud ante un pequeño grupo de amigos en setiembre de ese año en las montañas del Harz, en la misma ocasión que «Psicoanálisis y telepatía» (1941d [1921]) (cf. mi «Nota introductoria» a este último trabajo, AE, 18, pág. 167). El examen de los delirios paranoicos (AE, 18, pág. 220) se remonta en parte a observaciones similares contenidas en el capítulo XII de Psicopatología de la vida cotidiana (1901b), AE, 6, págs. 248-9.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 18 / Dos artículos de enciclopedia: «Psicoanálisis» y «Teoría de la libido» (1923 [1922])
Dos artículos de enciclopedia: «Psicoanálisis» y «Teoría de la libido» (1923 [1922])«"Psychoanalyse" und "Libidotheorie"»
Ediciones en alemán
1923 En Handwörterbuch der Sexualwissenschaft, M. Marcuse, ed., Bonn, págs. 296-308 y 377-83.
1928 GS, 11, págs. 201-23.
1940 GW, 13, págs. 211-33.
Traducciones en castellano
1934 «Sistemática» y «Teoría de la libido». BN (17 vols.), 17, págs. 265-(?). Traducción de Luis López-Ballesteros.
1943 «La psicoanálisis» y «La teoría de la libido». EA, 17, págs. 241-64 y 265-70. El mismo traductor.
1948 «Sistemática» y «Teoría de la libido». BN (2 vols.), 2, págs. 19-29 y 29-32. El mismo traductor.
1953 «La psicoanálisis» y «La teoría de la libido». SR, 17, págs. 183-201 y 201-4. El mismo traductor.
1967 «Sistemática» y «Teoría de la libido». BN (3 vols.), 2, págs. 111-21 y 121-3. El mismo traductor.
1974 «Psicoanálisis» y «Teoría de la libido». BN (9 vols.), 7, págs. 2661-74 y 2674-6. El mismo traductor.

130
Según una nota que aparece en los Gesammelte Schriften, 11, pág. 201, estos artículos fueron escritos en el verano de 1922, vale decir, antes de que Freud formulara sus nuevos puntos de vista sobre la estructura de la mente en El yo y el ello (1923b). Si bien esos puntos de vista no se expresan en estos artículos, debe haberlos tenido claramente presentes mientras los escribía, pues fue en setiembre de 1922, en el Congreso Psicoanalítico Internacional de Berlín (mencionado en uno de los artículos, AE, 18, pág. 244), cuando hizo públicas sus nuevas concepciones acerca del yo, el superyó y el ello. Un artículo de carácter didáctico que escribió poco después para una publicación norteamericana (1924f), delineado de manera algo similar, toma en cuenta esas nuevas ideas.
James Strachey
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 19
Notas introductorias del Volumen 19Notas introductorias del Volumen 19
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey /
131
Notas introductorias del Volumen 19 / El yo y el ello. (1923)
El yo y el ello. (1923)
Das Ich und das Es
Ediciones en alemán1923 Leipzig, Viena y Zurich: Internationaler Psychoana-lytischer Verlag, 77 págs. 1925 GS, 6, págs. 351-405. 1931 Theoretische Schriften, págs. 338-91.1940 GW, 13, págs. 237-89. 1975 SA, 3, págs. 273-330.
Traducciones en castellano
1924 El yo y el ello. BN (17 vols.), 9, págs. 237-96. Traducción de Luis López-Ballesteros. 1943 Igual título. EA, 9, págs. 227-81. El mismo traductor. 1948Igual título. BN (2 vols.), 1, págs. 1213-34. El mismo traductor. 1953 Igual título. SR, 9, págs. 191-237. El mismo traductor. 1967 Igual título. BN (3 vols.), 2, págs.9-30. El mismo traductor. 1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2701-28. El mismo traductor.
Este libro apareció en la tercera semana de abril de 1923, si bien Freud ya venía pensando en él al menos desde julio del año anterior (Jones, 1957, pág. 104). El 26de setiembre de 1922, en el 7º Congreso Psicoanalítico Internacional celebrado en Berlín (el último al que asistió), leyó un breve trabajo titulado «Etwas vom Unbewussten» {Consideraciones sobre lo inconciente}, que preanunciaba el contenido de la presente obra. Ese trabajo no se publicó, pero un resumen de él apareció en Internationale Zeitschrift für Psychoanalyse, 8, nº 4, pág. 486, y aunque no se sabe con certeza si fue escrito por Freud, vale la pena reproducirlo:
«Consideraciones sobre lo inconciente.
(ver nota)(175)
«El disertante repite la conocida historia de desarrollo del concepto de inconciente" en el psicoanálisis. "Inconciente" es al comienzo un término meramente descriptivo que, por consiguiente, incluye a lo latente por el momento. Empero, la concepción dinámica del proceso represivo fuerza a dar a lo inconciente un sentido sistemático, de suerte que se lo equipara a lo reprimido. Lo latente, inconciente sólo de manera temporaria, recibe el nombre de "preconciente" y se sitúa, desde el punto de vista sistemático, en las proximidades de lo conciente. El doble significado del sustantivo "inconciente" ha conllevado ciertas desventajas difíciles de evitar, y que no son sustanciales. Pero se demuestra que no es factible hacer coincidir lo reprimido con lo inconciente, y el yo con lo preconciente y lo conciente. El disertante elucida los dos hechos que prueban que también dentro del yo hay un inconciente que desde el punto de vista dinámico se comporta como lo inconciente reprimido, a saber: la resistencia en el análisis, que parte del yo, y el sentimiento inconciente de culpa. Comunica que en un trabajo de pronta aparición,El yo y el ello, ha intentado apreciar la influencia que estas nuevas íntelecciones no pueden menos que ejercer sobre la concepción de lo inconciente».
El yo y el ello es la última de las grandes obras teóricas de Freud. Ofrece una descripción de la psique y su operación que a primera vista es nueva y aun revolucionaria; y, en verdad, todos los escritos psicoanalíticos posteriores a su publicación llevan su impronta inconfundible -al menos en lo tocante a la terminología-. Pero como tan a menudo sucede con Freud, es posible rastrear el origen de estas ideas y síntesis aparentemente novedosas en trabajos suyos anteriores, a veces incluso de mucho tiempo atrás.
Precursores del cuadro general de la psique que aquí se presenta fueron, sucesivamente, el «Proyecto de psicología» de 1895 (Freud, 1950a), el capítulo VII de La interpretación de los sueños ( 1900a) y los trabajos metapsicológicos de 1915. En todos ellos se consideraron, inevitablemente, los problemas conexos del funcionamiento y la estructura de la psique, aunque con variable hincapié en uno u otro aspecto. La circunstancia histórica de que en sus orígenes el psicoanálisis estuvo vinculado al estudio de la histeria lo llevó de inmediato a formular la hipótesis de la represión (o, en términos más generales, la defensa) como función psíquica, y esto a su vez condujo a una hipótesis tópica: un esquema ~e la psique dividida en dos partes, una de las cuales era la reprimida y la otra la represora. A todas luces, íntimamente ligada a estas hipótesis estaba la cualidad de «conciencia»; y no era difícil equiparar la parte reprimida de la psique con lo «inconciente» y la represora con lo «conciente». Freud representó esta concepción en sus primeros diagramas del aparato psíquico, contenidos en La interpretación de los sueños (AE, 5, págs. 531-4) y en su carta a Fliess del 6 de diciembre de 1896 (Freud, 1950a,, Carta 52), AE, 1, págs. 274-8; y este esquema en apariencia simple fue el cimiento en que se asentaron todas sus ideas teóricas iniciales: desde el punto de vista funcional, una fuerza reprimida trataba de abrirse paso hacía la actividad pero era frenada por una fuerza represora; desde el punto de vista estructural, a un «inconciente» se oponía un «yo».
No obstante, pronto surgieron complicaciones. Se vio enseguida que la palabra «inconciente» era utilizada en dos sentidos: el «descriptivo» (según el cual simplemente se atribuía a un estado psíquico una particular cualidad) y el «dinámico» (según el cual se atribuía a un estado psíquico una particular función). El distingo fue hecho, aunque no en los mismos términos, ya

132
en La interpretación de los sueños (AE, 5, págs. 602-3), y con mucho mayor claridad en «Nota sobre el concepto de lo inconciente en psicoanálisis» (1912g), AE, 12, págs. 273-4. Pero desde el comienzo (como lo muestran perfectamente los diagramas) estuvo envuelta en esto otra noción, más oscura: la de los «sistemas» o «instancias» existentes en el aparato psíquico. Este concepto implicaba una división tópica o estructural de la psique basada en algo más que la función, una división en partes a las que podía atribuírseles ciertas características y modos de operación diferentes. Sin duda había ya implícita una idea de esa índole en la expresión «el inconciente(176)», de temprana aparición (p.ej., en una nota al pie de Estudios sobre la histeria ( 1895d), AE, 2, pág. 95, n. 31 ). El concepto de «sistema» fue explicitado en La interpretación de los sueños (AE, 5, pág. 530). Los términos con que allí se lo introdujo sugerían de inmediato imágenes espaciales, tópicas, aunque Freud advertía que no debía tomárselas al pie de la letra. Había un cierto número de estos «sistemas» (sistema mnémico, sistema percepción, etc.) y entre ellos «el inconciente», que «en aras de la simplicidad» sería designado «el sistema Icc».
En estos primeros pasajes, manifiestamente el sistema inconciente no significaba otra cosa que lo reprimido, hasta que en la última sección de La interpretación de los sueños se señala algo de alcances mucho más vastos. La cuestión quedó en suspenso hasta la ya mencionada «Nota sobre el concepto de lo inconciente», en la cual, amén de establecer una clara diferenciación entre los usos descriptivo y dinámico del término «inconciente», Freud define un tercer uso, «sistemático» (AE, 12, pág. 277). En este pasaje proponía emplear el símbolo «icc» únicamente para el «sistema» inconciente. Todo esto parece muy claro, pero, extrañamente, el cuadro volvió a desdibujarse una vez más en el trabajo metapsicológico «Lo inconciente» (1915e), en cuya segunda sección (AE, 14, págs. 168 y sigs.) ya no se hablaba de tres usos del término sino sólo de dos. El uso «dinámico» había desaparecido, presumiblemente subsumido en el «sistemático(177)», seguía llamándose «Icc» al sistema, si bien ahora incluía a lo reprimido. Por último, en el capítulo I de la presente obra -así como en la 3º de sus Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a)-Freud volvió a establecer un triple distingo y clasificación, aunque al final del capítulo aplica la abreviatura «Icc», por inadvertencia tal vez, a las tres clases de «inconciente».
La cuestión que se plantea es si el término «inconciente» era en verdad apropiado como designación de un sistema.
En el modelo estructural del aparato psíquico, lo que desde el principio se distinguió con toda claridad de «el inconciente» fue «el yo»; ahora, resultaba que el yo mismo debía ser descrito en parte como «inconciente». Esto fue señalado en Más allá del principio de placer (1920g), en una frase que en la primera edición de esa obra rezaba: «Es posible que en el yo sea mucho lo inconciente(178); probablemente abarcamos sólo una pequeña parte de eso con el nombre de preconciente»,y que en la segunda edición pasó a afirmar: «Es que sin duda también en el interior del yo es mucho lo inconciente; justamente lo que puede llamarse el núcleo del yo; abarcamos sólo una pequeña parte de eso con el nombre de preconciente(179)». Y este descubrimiento y su fundamentación fueron establecidos con mayor insistencia aún en el capítulo 1 del presente trabajo.
Se había vuelto evidente, entonces, que tanto en lo que atañe a «el inconciente» como en lo que atañe a «el yo», la condición de conciente no era ya un criterio valedero para esbozar un modelo estructural de la psique. Por ende, Freud abandonó en este contexto, como marca diferenciadora, la condición de ser «conciente», y a partir de ese momento comenzó a considerarla simplemente como algo que podía adscribirse o no a un estado psíquico. De hecho, no restaba de este término más que su antiguo sentido «descriptivo». La nueva terminología introducida por él fue sumamente clarificadora e hizo posible ulteriores avances clínicos; pero no implicaba un cambio fundamental en sus concepciones sobre la estructura y el funcionamiento de la psique. En verdad, las tres entidades que ahora se presentaban, el ello, el yo y el superyó, tenían todas una larga historia (dos de ellas bajo otro nombre), que valdrá la
pena repasar.
La expresión «das Es» («el ello»), como el propio Freud explica, fue tomada directamente de Georg Grodeleck, un médico que ejercía en Baden-Baden, se había vinculado con el psicoanálisis poco tiempo atrás y había suscitado gran simpatía en Freud por la amplitud de sus ideas. A su vez, Groddeck parece haber tomado la frase de su maestro, Ernst Schweninger, un conocido médico alemán de una generación anterior. Pero, como también señala Freud, el uso de la palabra se remonta sin duda a Nietzsche. Sea como fuere, Freud la adoptó dándole un significado diferente y más preciso que el de Groddeck. Ella vino a aclarar y en parte a remplazar los mal definidos usos de las expresiones anteriores «el inconciente», «el Icc» y «el inconciente sistemático».(ver nota)(180)
Las cosas son bastante menos nítidas en lo que respecta a «das Ich» («el yo»). Por cierto, este vocablo era bien conocido antes de Freud; pero el sentido preciso que él le adjudicó en sus primeros escritos no carece de ambigüedad. Parece posible discernir dos usos principales: en uno de estos, el vocablo designa el «sí-mismo» de una persona como totalidad (incluyendo, quizá, su cuerpo), para diferenciarla de otras personas; en el otro uso, denota una parte determinada de la psique, que se caracteriza por atributos y funciones especiales. Freud empleó el término en este segundo sentido en la detallada descripción de «el yo» que efectuó en su «Proyecto de psicología» de 1895 (AE, 1, págs. 368-369), como también en la anatomía del aparato psíquico que emprende en El yo y el ello. Pero en algunos de sus trabajos de los años intermedios (particularmente en los vinculados con el narcisismo), el «yo» parece más bien corresponder al «sí-mísmo» {«das Selbst»}. No es fácil, sin embargo, trazar una línea demarcatoria entre ambos sentidos del vocablo. (ver nota)(181)
Lo cierto es que tras su aislado intento de analizar en detalle la estructura y funcionamiento del yo en el «Proyecto» de 1895, Freud casi no tocó más el tema durante quince años. Su interés se centró en sus investigaciones sobre lo inconciente y las pulsiones, en especial las sexuales, y en el papel que estas desempeñaban en el comportamiento psíquico normal y patológico. Desde luego, nunca soslayó el hecho de que las fuerzas represoras cumplían un papel igualmente importante, sino que insistió en esto permanentemente; pero dejó para el futuro su examen más atento. Por el momento bastaba con incluirlas bajo el rótulo general de «el yo».
Alrededor del año 1910 hubo dos indicios de un cambio. En su artículo acerca de la perturbación psicógena de la visión (1910i) se mencionan, al parecer por vez primera, las «pulsiones yoicas», en las que se combinan las funciones de represión y de autoconservación (AE, 11, pág. 211 ). El otro desarrollo, más importante, fue la hipótesis del narcisismo, propuesta en 1909 y que dio paso a un detallado examen del yo y sus funciones en una variedad de contextos: el estudio sobre Leonardo da Vinci (1910c), el historial clínico de Schreber (1911c), «Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico» (1911b), «Introducción del

En estos primeros pasajes, manifiestamente el sistema inconciente no significaba otra cosa que lo reprimido, hasta que en la última sección de La interpretación de los sueños se señala algo de alcances mucho más vastos. La cuestión quedó en suspenso hasta la ya mencionada «Nota sobre el concepto de lo inconciente», en la cual, amén de establecer una clara diferenciación entre los usos descriptivo y dinámico del término «inconciente», Freud define un tercer uso, «sistemático» (AE, 12, pág. 277). En este pasaje proponía emplear el símbolo «icc» únicamente para el «sistema» inconciente. Todo esto parece muy claro, pero, extrañamente, el cuadro volvió a desdibujarse una vez más en el trabajo metapsicológico «Lo inconciente» (1915e), en cuya segunda sección (AE, 14, págs. 168 y sigs.) ya no se hablaba de tres usos del término sino sólo de dos. El uso «dinámico» había desaparecido, presumiblemente subsumido en el «sistemático(177)», seguía llamándose «Icc» al sistema, si bien ahora incluía a lo reprimido. Por último, en el capítulo I de la presente obra -así como en la 3º de sus Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a)-Freud volvió a establecer un triple distingo y clasificación, aunque al final del capítulo aplica la abreviatura «Icc», por inadvertencia tal vez, a las tres clases de «inconciente».
La cuestión que se plantea es si el término «inconciente» era en verdad apropiado como designación de un sistema.
En el modelo estructural del aparato psíquico, lo que desde el principio se distinguió con toda claridad de «el inconciente» fue «el yo»; ahora, resultaba que el yo mismo debía ser descrito en parte como «inconciente». Esto fue señalado en Más allá del principio de placer (1920g), en una frase que en la primera edición de esa obra rezaba: «Es posible que en el yo sea mucho lo inconciente(178); probablemente abarcamos sólo una pequeña parte de eso con el nombre de preconciente»,y que en la segunda edición pasó a afirmar: «Es que sin duda también en el interior del yo es mucho lo inconciente; justamente lo que puede llamarse el núcleo del yo; abarcamos sólo una pequeña parte de eso con el nombre de preconciente(179)». Y este descubrimiento y su fundamentación fueron establecidos con mayor insistencia aún en el capítulo 1 del presente trabajo.
Se había vuelto evidente, entonces, que tanto en lo que atañe a «el inconciente» como en lo que atañe a «el yo», la condición de conciente no era ya un criterio valedero para esbozar un modelo estructural de la psique. Por ende, Freud abandonó en este contexto, como marca diferenciadora, la condición de ser «conciente», y a partir de ese momento comenzó a considerarla simplemente como algo que podía adscribirse o no a un estado psíquico. De hecho, no restaba de este término más que su antiguo sentido «descriptivo». La nueva terminología introducida por él fue sumamente clarificadora e hizo posible ulteriores avances clínicos; pero no implicaba un cambio fundamental en sus concepciones sobre la estructura y el funcionamiento de la psique. En verdad, las tres entidades que ahora se presentaban, el ello, el yo y el superyó, tenían todas una larga historia (dos de ellas bajo otro nombre), que valdrá la
pena repasar.
La expresión «das Es» («el ello»), como el propio Freud explica, fue tomada directamente de Georg Grodeleck, un médico que ejercía en Baden-Baden, se había vinculado con el psicoanálisis poco tiempo atrás y había suscitado gran simpatía en Freud por la amplitud de sus ideas. A su vez, Groddeck parece haber tomado la frase de su maestro, Ernst Schweninger, un conocido médico alemán de una generación anterior. Pero, como también señala Freud, el uso de la palabra se remonta sin duda a Nietzsche. Sea como fuere, Freud la adoptó dándole un significado diferente y más preciso que el de Groddeck. Ella vino a aclarar y en parte a remplazar los mal definidos usos de las expresiones anteriores «el inconciente», «el Icc» y «el inconciente sistemático».(ver nota)(180)
Las cosas son bastante menos nítidas en lo que respecta a «das Ich» («el yo»). Por cierto, este vocablo era bien conocido antes de Freud; pero el sentido preciso que él le adjudicó en sus primeros escritos no carece de ambigüedad. Parece posible discernir dos usos principales: en uno de estos, el vocablo designa el «sí-mismo» de una persona como totalidad (incluyendo, quizá, su cuerpo), para diferenciarla de otras personas; en el otro uso, denota una parte determinada de la psique, que se caracteriza por atributos y funciones especiales. Freud empleó el término en este segundo sentido en la detallada descripción de «el yo» que efectuó en su «Proyecto de psicología» de 1895 (AE, 1, págs. 368-369), como también en la anatomía del aparato psíquico que emprende en El yo y el ello. Pero en algunos de sus trabajos de los años intermedios (particularmente en los vinculados con el narcisismo), el «yo» parece más bien corresponder al «sí-mísmo» {«das Selbst»}. No es fácil, sin embargo, trazar una línea demarcatoria entre ambos sentidos del vocablo. (ver nota)(181)
Lo cierto es que tras su aislado intento de analizar en detalle la estructura y funcionamiento del yo en el «Proyecto» de 1895, Freud casi no tocó más el tema durante quince años. Su interés se centró en sus investigaciones sobre lo inconciente y las pulsiones, en especial las sexuales, y en el papel que estas desempeñaban en el comportamiento psíquico normal y patológico. Desde luego, nunca soslayó el hecho de que las fuerzas represoras cumplían un papel igualmente importante, sino que insistió en esto permanentemente; pero dejó para el futuro su examen más atento. Por el momento bastaba con incluirlas bajo el rótulo general de «el yo».
Alrededor del año 1910 hubo dos indicios de un cambio. En su artículo acerca de la perturbación psicógena de la visión (1910i) se mencionan, al parecer por vez primera, las «pulsiones yoicas», en las que se combinan las funciones de represión y de autoconservación (AE, 11, pág. 211 ). El otro desarrollo, más importante, fue la hipótesis del narcisismo, propuesta en 1909 y que dio paso a un detallado examen del yo y sus funciones en una variedad de contextos: el estudio sobre Leonardo da Vinci (1910c), el historial clínico de Schreber (1911c), «Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico» (1911b), «Introducción del

133
narcisismo» (1914c) y «Lo inconciente» (1915e). En este último trabajo tuvo lugar, empero, otra modificación: lo que antes se llamaba «el yo» pasó a ser «el sistema Cc (Prcc)(182)». Este es el sistema progenitor de «el yo» tal como lo encontramos en la terminología corregida, de la cual, según hemos visto, se eliminó la desorientadora vinculación con la cualidad de «conciencia».
Todas las funciones del sistema Cc (Prcc), como habían sido enumeradas en «Lo inconciente» (AE, 14, págs. 185-6), y que incluyen la censura, el examen de realidad, etc., son asignadas ahora al «yo»(183). Pero el examen de una de esas funciones, en particular, habría de dar trascendentales resultados: me refiero a la facultad de autocrítica. Ella y su correlato, el «sentimiento de culpa», habían atraído el interés de Freud desde las primeras épocas, principalmente en conexión con la neurosis obsesiva, Su teoría de que lis compulsiones son «reproches mudados, que retornan desde la represión», por el placer sexual de que se disfrutó en la infancia, teoría explicada en su segundo artículo sobre las neuropsicosis de defensa (1896b), ya había sido más o menos esbozada en las cartas a Ress. En esta etapa de su pensamiento, quedaba sobrentendido que los reproches podían ser inconcientes, y así lo declaró expresamente en «Acciones obsesivas y prácticas religiosas» (1907b), AE, 9, pág. 106. No obstante, fue el concepto de narcisismo el que Permitió echar luz sobre el verdadero mecanismo de tales autorreproches. En la sección III de «Introducción de! narcisismo», Freud comienza indicando que el narcisismo de la infancia es remplazado en el adulto por la devoción a un yo ideal que se forma en su interior, y sugiere luego la posibilidad de que exista una «instancia psíquica particular» cuyo cometido sea «observar de manera continua al yo actual» midiéndolo con el yo ideal o ideal del yo expresiones que al parecer utilizaba en forma indistinta(AE, 14, pág.92). Lo mismo hace en las Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17), AE, 16, págs. 389-90. Atribuía a esa instancia funciones como la conciencia moral de la persona normal, la censura onírica y ciertas representaciones delirantes paranoides. En «Duelo y melancolía» (1917e), AE, 14, pág. 245, le adjudicó también la responsabilidad por ciertos estados de duelo patológicos e insistió expresamente en que era distinta del resto del yo; aclaró más aún esto último enPsicología de las masas Y análisis del yo (1921c). Debe advertirse, sin embargo, que aquí ya se había dejado de lado el distingo entre el «ideal del yo» en sí y la «instancia» encargada de hacerlo cumplir: esta era denominada específicamente «ideal del yo» (AE, 18, págs. 103-4). En el presente trabajo, el «superyó» («das Über. Ich(184)») aparece la primera vez como equivalente del «ideal del yo», si bien luego cobra predominantemente el carácter de una instancia admonitoria o prohibidora. En realidad, después de El yo y el ello y de dos o tres trabajos breves que le siguieron inmediatamente, el «ideal del yo» desapareció casi por completo como tecnicismo. Reaparece en forma esporádica en un par de oraciones de las Nuevas conferencias,donde encontramos un retorno al distingo establecido originalmente, pues una «función importante» atribuida al superyó es actuar como «portador del ideal del yo con el que el yo se mide» (AE, 22, pág. 60), casi las mismas palabras con que se había introducido el ideal del yo en el artíc ulo sobre el narcisismo (AE, 14, pág. 90).
Este distingo parece artificial, empero, cuando reparamos en la descripción que hace Freud de la génesis del superyó -descripción cuya importancia sin duda sólo es superada en esta obra por la tesis principal de la división tripartita de la psique- Se nos muestra que el superyó deriva de la trasformación de las primeras investiduras de objeto del niño en identificaciones: ocupa el sitio del complejo de Edipo. Este mecanismo de remplazo de una investidura de objeto por una identificación y la introyección del objeto había sido aplicado por primera vez, en el estudio sobre Leonardo, para explicar uno de los tipos de homosexualidad, en que el niño sustituye el amor por su madre identificándose con ella (AE, 11, pág. 93). Más tarde, en «Duelo y melancolía» (AE, 14, págs. 246-7), utilizó ese mismo concepto para dilucidar los estados depresivos. Exámenes más detallados de estas diversas clases de identificaciones e introyecciones se efectuaron en los capítulos VII, VIII y XI de Psicología de las masas; pero no fue sino en la presente obra cuando Freud alcanzó su concepción definitiva acerca del superyó y su proveniencia de los más tempranos vínculos de objeto del niño
Una vez efectuada su anatomía de la psique, Freud estaba en condiciones de estudiar sus implicaciones, y esto es lo que hace en las últimas páginas del libro -la relación entre las partes de la psique y las dos clases de pulsiones, y las relaciones que esas partes mantienen entre sí, con especial referencia al sentimiento de culpa- Muchas de estas cuestiones (sobre todo la última) darían tema a otros escritos que se sucedieron rápidamente. Véase, por ejemplo, «El problema económico del masoquismo» (1924c), «El sepultamiento del complejo de Edipo» (1924d), los dos trabajos sobre neurosis y psicosis (1924b y 1924e) y «Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos» (1925j) -todos los cuales integran el presente volumen-, así como la obra, más importante aún, Inhibición, síntoma y angustia (1926d), publicada muy poco después.
Finalmente, un prolongado examen posterior del superyó, junto con interesantes consideraciones acerca del uso apropiado de expresiones como «superyó», «conciencia moral», «sentimiento de culpa», «necesidad de castigo» y «arrepentimiento», se incluye en los capítulos VII y VIII de El malestar en la cultura ( 1930a).
James Strachey
Todas las funciones del sistema Cc (Prcc), como habían sido enumeradas en «Lo inconciente» (AE, 14, págs. 185-6), y que incluyen la censura, el examen de realidad, etc., son asignadas ahora al «yo»(183). Pero el examen de una de esas funciones, en particular, habría de dar trascendentales resultados: me refiero a la facultad de autocrítica. Ella y su correlato, el «sentimiento de culpa», habían atraído el interés de Freud desde las primeras épocas, principalmente en conexión con la neurosis obsesiva, Su teoría de que lis compulsiones son «reproches mudados, que retornan desde la represión», por el placer sexual de que se disfrutó en la infancia, teoría explicada en su segundo artículo sobre las neuropsicosis de defensa (1896b), ya había sido más o menos esbozada en las cartas a Ress. En esta etapa de su pensamiento, quedaba sobrentendido que los reproches podían ser inconcientes, y así lo declaró expresamente en «Acciones obsesivas y prácticas religiosas» (1907b), AE, 9, pág. 106. No obstante, fue el concepto de narcisismo el que Permitió echar luz sobre el verdadero mecanismo de tales autorreproches. En la sección III de «Introducción de! narcisismo», Freud comienza indicando que el narcisismo de la infancia es remplazado en el adulto por la devoción a un yo ideal que se forma en su interior, y sugiere luego la posibilidad de que exista una «instancia psíquica particular» cuyo cometido sea «observar de manera continua al yo actual» midiéndolo con el yo ideal o ideal del yo expresiones que al parecer utilizaba en forma indistinta(AE, 14, pág.92). Lo mismo hace en las Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17), AE, 16, págs. 389-90. Atribuía a esa instancia funciones como la conciencia moral de la persona normal, la censura onírica y ciertas representaciones delirantes paranoides. En «Duelo y melancolía» (1917e), AE, 14, pág. 245, le adjudicó también la responsabilidad por ciertos estados de duelo patológicos e insistió expresamente en que era distinta del resto del yo; aclaró más aún esto último enPsicología de las masas Y análisis del yo (1921c). Debe advertirse, sin embargo, que aquí ya se había dejado de lado el distingo entre el «ideal del yo» en sí y la «instancia» encargada de hacerlo cumplir: esta era denominada específicamente «ideal del yo» (AE, 18, págs. 103-4). En el presente trabajo, el «superyó» («das Über. Ich(184)») aparece la primera vez como equivalente del «ideal del yo», si bien luego cobra predominantemente el carácter de una instancia admonitoria o prohibidora. En realidad, después de El yo y el ello y de dos o tres trabajos breves que le siguieron inmediatamente, el «ideal del yo» desapareció casi por completo como tecnicismo. Reaparece en forma esporádica en un par de oraciones de las Nuevas conferencias,donde encontramos un retorno al distingo establecido originalmente, pues una «función importante» atribuida al superyó es actuar como «portador del ideal del yo con el que el yo se mide» (AE, 22, pág. 60), casi las mismas palabras con que se había introducido el ideal del yo en el artíc ulo sobre el narcisismo (AE, 14, pág. 90).
Este distingo parece artificial, empero, cuando reparamos en la descripción que hace Freud de la génesis del superyó -descripción cuya importancia sin duda sólo es superada en esta obra por la tesis principal de la división tripartita de la psique- Se nos muestra que el superyó deriva de la trasformación de las primeras investiduras de objeto del niño en identificaciones: ocupa el sitio del complejo de Edipo. Este mecanismo de remplazo de una investidura de objeto por una identificación y la introyección del objeto había sido aplicado por primera vez, en el estudio sobre Leonardo, para explicar uno de los tipos de homosexualidad, en que el niño sustituye el amor por su madre identificándose con ella (AE, 11, pág. 93). Más tarde, en «Duelo y melancolía» (AE, 14, págs. 246-7), utilizó ese mismo concepto para dilucidar los estados depresivos. Exámenes más detallados de estas diversas clases de identificaciones e introyecciones se efectuaron en los capítulos VII, VIII y XI de Psicología de las masas; pero no fue sino en la presente obra cuando Freud alcanzó su concepción definitiva acerca del superyó y su proveniencia de los más tempranos vínculos de objeto del niño
Una vez efectuada su anatomía de la psique, Freud estaba en condiciones de estudiar sus implicaciones, y esto es lo que hace en las últimas páginas del libro -la relación entre las partes de la psique y las dos clases de pulsiones, y las relaciones que esas partes mantienen entre sí, con especial referencia al sentimiento de culpa- Muchas de estas cuestiones (sobre todo la última) darían tema a otros escritos que se sucedieron rápidamente. Véase, por ejemplo, «El problema económico del masoquismo» (1924c), «El sepultamiento del complejo de Edipo» (1924d), los dos trabajos sobre neurosis y psicosis (1924b y 1924e) y «Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos» (1925j) -todos los cuales integran el presente volumen-, así como la obra, más importante aún, Inhibición, síntoma y angustia (1926d), publicada muy poco después.
Finalmente, un prolongado examen posterior del superyó, junto con interesantes consideraciones acerca del uso apropiado de expresiones como «superyó», «conciencia moral», «sentimiento de culpa», «necesidad de castigo» y «arrepentimiento», se incluye en los capítulos VII y VIII de El malestar en la cultura ( 1930a).
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 19 / Una neurosis demoniaca en el siglo XVII (1923 [1922])
Una neurosis demoniaca en el siglo XVII (1923 [1922])«Eine Teufelsneurose im siebzehnten Jahrhundert»

134
Ediciones en alemán
1923 Imago, 9, nº 1, págs. 1-34. 1924 GS, 10, págs. 409-45. 1924 Leipzig, Viena y Zurích: Internationaler Psychoanalytischer Verlag, 43 págs. 1928 Edición especial para bibliófilos, con 7 láminas. La misma editorial, 81 págs. 1940 GW, 13, págs. 317-53. 1973 SA, 7, págs. 283-319.
Traducciones en castellano
1943 «Una neurosis demoníaca en el siglo XVII». EA, 18, págs. 233-75. Traducción de Ludovico Rosenthal. 1948 Igual título. BN (2 vols.), 2, págs. 1020-36. Traducción de Luis López-Ballesteros. 1954 Igual título. SR, 18, págs. 187-218. Traducción de Ludovico Rosenthal. 1967 Igual título. BN (3 vols.), 2, págs. 1112-27. Traducción de Luis López-Ballesteros. 1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2677-96. El mismo traductor.
La edición para bibliófilos se preparó con destino al Congreso de Bibliófilos Alemanes, celebrado en Viena en 1928. Contenía reproducciones en blanco y negro de tres de las pinturas (las que representan las apariciones primera, segunda y quinta del Diablo) y de cuatro folios del manuscrito original.
Este trabajo fue escrito en los últimos meses de 1922 (Jones, 1957, pág. 105). Su origen es suficientemente explicado a comienzos de la sección I por el propio Freud, cuyo interés por la brujería, la posesión por el demonio y otros fenómenos afines era de antigua data. Posiblemente le fue estimulado por sus estudios en la Salpêtrière en 1885-86. Charcot también había prestado suma atención a los aspectos históricos de la neurosis, según se señala más de una vez en el «Informe» de Freud sobre sus estudios en París (1956a). En la primera serie de lecciones de Charcot que tradujo Freud (1886f) se describe, a comienzos de la Lección XVI, un caso de posesión del siglo xvi, y en la segunda serie traducida por Freud (1892-94), en la séptima de las Leçons du mardi, encontramos un examen de la naturaleza histérica de las «demoniomanías» medievales. Amén de ello, en su nota necrológica sobre Charcot, Freud (1893f) puso especial hincapié en este aspecto de la obra de su maestro.
Dos cartas a Fliess, del 17 y el 24 de enero de 1897 (Freud, 1950a, Cartas 56 y 57), AE, 1, págs. 283-4, donde Freud alude a la relación entre las brujas y el Diablo, revelan que su interés no había cejado; en verdad, en la primera de ellas habla como si el tema ya hubiera sido discutido frecuentemente con Fliess. Ya se sugiere allí que el Diablo puede ser una figura paterna, y se insiste particularmente en el papel desempeñado por el material de tipo anal en las creencias medievales sobre las brujas. Ambos puntos vuelven a mencionarse en una breve alusión contenida en «Carácter y erotismo anal» (1908b), AE, 9, pág. 157.
Nos dice Jones (1957, pág. 378) que el 27 de enero de 1909 Hugo Heller, librero y editor vienés, leyó ante la Sociedad Psicoanalítica de Viena, de la que era miembro, un trabajo sobre «La historia del Diablo». Por desgracia no hemos tenido acceso a las actas de la Sociedad, pero Jones sostiene que Freud hizo una larga exposición sobre los componentes psicológicos de la creencia en el Diablo, evidentemente con lineamientos en gran parte similares a los de la sección III del presente artículo. En esta sección, asimismo, Freud deja atrás el examen del caso individual y del limitado problema demonológico, y pasa a considerar algunas de las cuestiones, más amplías, implícitas en la adopción por parte del varón de una actitud femenina hacía el padre. Y presenta como un problema análogo el historial del doctor Schreber, si bien en ningún lugar afirma que el presente caso sea de paranoia.
En fecha reciente se publicó un suntuoso volumen que lleva por título Schizophrenia 1677, de los doctores Ida Macalpine v R. A. Hunter (Londres: Dawson, 1956), el cual incluye un facsímil del manuscrito del «Trofeo de Mariazell» y reproducciones en color de las nueve pinturas anexas a él. (ver nota)(185) El examen de estas permitió hacer uno o dos agregados y enmiendas a la descripción del manuscrito efectuada por Freud, quien sin duda se basó enteramente en la trascripción e informe del doctor Payer-Thurn. Debemos añadir que los extensos comentarios de los doctores Macalpine y Hunter están en su mayoría dirigidos a criticar las opiniones que sobre este caso sostuvo Freud; y por desgracia nos ha sido imposible adoptar su traducción de los numerosos párrafos del manuscrito citados por Freud, ya que en dos o tres puntos importantes su versión no concuerda con la de este.
Más recientemente aún, el doctor G. Vandendriessche ha descubierto una cantidad de material histórico vinculado a Christoph Haizmann y que Freud desconocía; entre dicho material se encuentran nuevas trascripciones de fragmentos del Trophacum que le permitieron corregir el texto del manuscrito vienés y reconstruir sus porciones dañadas. Sus hallazgos han sido incorporados con todo detalle a un examen crítico del trabajo de Freud (Vandendriessche, 1965).
James Strachey

1923 Imago, 9, nº 1, págs. 1-34. 1924 GS, 10, págs. 409-45. 1924 Leipzig, Viena y Zurích: Internationaler Psychoanalytischer Verlag, 43 págs. 1928 Edición especial para bibliófilos, con 7 láminas. La misma editorial, 81 págs. 1940 GW, 13, págs. 317-53. 1973 SA, 7, págs. 283-319.
Traducciones en castellano
1943 «Una neurosis demoníaca en el siglo XVII». EA, 18, págs. 233-75. Traducción de Ludovico Rosenthal. 1948 Igual título. BN (2 vols.), 2, págs. 1020-36. Traducción de Luis López-Ballesteros. 1954 Igual título. SR, 18, págs. 187-218. Traducción de Ludovico Rosenthal. 1967 Igual título. BN (3 vols.), 2, págs. 1112-27. Traducción de Luis López-Ballesteros. 1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2677-96. El mismo traductor.
La edición para bibliófilos se preparó con destino al Congreso de Bibliófilos Alemanes, celebrado en Viena en 1928. Contenía reproducciones en blanco y negro de tres de las pinturas (las que representan las apariciones primera, segunda y quinta del Diablo) y de cuatro folios del manuscrito original.
Este trabajo fue escrito en los últimos meses de 1922 (Jones, 1957, pág. 105). Su origen es suficientemente explicado a comienzos de la sección I por el propio Freud, cuyo interés por la brujería, la posesión por el demonio y otros fenómenos afines era de antigua data. Posiblemente le fue estimulado por sus estudios en la Salpêtrière en 1885-86. Charcot también había prestado suma atención a los aspectos históricos de la neurosis, según se señala más de una vez en el «Informe» de Freud sobre sus estudios en París (1956a). En la primera serie de lecciones de Charcot que tradujo Freud (1886f) se describe, a comienzos de la Lección XVI, un caso de posesión del siglo xvi, y en la segunda serie traducida por Freud (1892-94), en la séptima de las Leçons du mardi, encontramos un examen de la naturaleza histérica de las «demoniomanías» medievales. Amén de ello, en su nota necrológica sobre Charcot, Freud (1893f) puso especial hincapié en este aspecto de la obra de su maestro.
Dos cartas a Fliess, del 17 y el 24 de enero de 1897 (Freud, 1950a, Cartas 56 y 57), AE, 1, págs. 283-4, donde Freud alude a la relación entre las brujas y el Diablo, revelan que su interés no había cejado; en verdad, en la primera de ellas habla como si el tema ya hubiera sido discutido frecuentemente con Fliess. Ya se sugiere allí que el Diablo puede ser una figura paterna, y se insiste particularmente en el papel desempeñado por el material de tipo anal en las creencias medievales sobre las brujas. Ambos puntos vuelven a mencionarse en una breve alusión contenida en «Carácter y erotismo anal» (1908b), AE, 9, pág. 157.
Nos dice Jones (1957, pág. 378) que el 27 de enero de 1909 Hugo Heller, librero y editor vienés, leyó ante la Sociedad Psicoanalítica de Viena, de la que era miembro, un trabajo sobre «La historia del Diablo». Por desgracia no hemos tenido acceso a las actas de la Sociedad, pero Jones sostiene que Freud hizo una larga exposición sobre los componentes psicológicos de la creencia en el Diablo, evidentemente con lineamientos en gran parte similares a los de la sección III del presente artículo. En esta sección, asimismo, Freud deja atrás el examen del caso individual y del limitado problema demonológico, y pasa a considerar algunas de las cuestiones, más amplías, implícitas en la adopción por parte del varón de una actitud femenina hacía el padre. Y presenta como un problema análogo el historial del doctor Schreber, si bien en ningún lugar afirma que el presente caso sea de paranoia.
En fecha reciente se publicó un suntuoso volumen que lleva por título Schizophrenia 1677, de los doctores Ida Macalpine v R. A. Hunter (Londres: Dawson, 1956), el cual incluye un facsímil del manuscrito del «Trofeo de Mariazell» y reproducciones en color de las nueve pinturas anexas a él. (ver nota)(185) El examen de estas permitió hacer uno o dos agregados y enmiendas a la descripción del manuscrito efectuada por Freud, quien sin duda se basó enteramente en la trascripción e informe del doctor Payer-Thurn. Debemos añadir que los extensos comentarios de los doctores Macalpine y Hunter están en su mayoría dirigidos a criticar las opiniones que sobre este caso sostuvo Freud; y por desgracia nos ha sido imposible adoptar su traducción de los numerosos párrafos del manuscrito citados por Freud, ya que en dos o tres puntos importantes su versión no concuerda con la de este.
Más recientemente aún, el doctor G. Vandendriessche ha descubierto una cantidad de material histórico vinculado a Christoph Haizmann y que Freud desconocía; entre dicho material se encuentran nuevas trascripciones de fragmentos del Trophacum que le permitieron corregir el texto del manuscrito vienés y reconstruir sus porciones dañadas. Sus hallazgos han sido incorporados con todo detalle a un examen crítico del trabajo de Freud (Vandendriessche, 1965).
James Strachey

135
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 19 / Observaciones sobre la teoría y la practica de la interpretación de los sueños (1923 [1922])
Observaciones sobre la teoría y la practica de la interpretación de los sueños (1923 [1922])«Bernerkungen zur Theorie und Praxis der Traumdeutung»
Ediciones en alemán
1923 Int. Z. PsYchoanal., 9, nº 1, págs. 1-11. 1925 GS, 3, págs. 305-18. 1925 Traumlehre, págs. 49-62. 1931 Sexualtheorie und Traumlehre, págs. 354-68. 1940 GW, 13, págs. 301-14. 1975 SA, «Ergänzungsband» (Volumen complementario), págs. 257-70.
Traducciones en castellano
1944 «Observaciones sobre la teoría y la práctica de la interpretación onírica». EA, 19, págs. 199-217. Traducción de Ludovico Rosenthal. 1955 Igual título. SR, 19, págs. 165-78. El mismo traductor. 1968 Igual título, BN (3 vols.), 3, págs. 116-25. 1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2619-27.
Freud dio a conocer el contenido de este trabajo a sus compañeros de viaje en una excursión realizada en setiembre de 1921 por la región montañesa del Harz (Jones, 1957, pág. 86); en la misma excursión les leyó también otros dos trabajos suyos: «Psicoanálisis y telepatía» (1941d) y «Sobre algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y la homosexualidad» (1922b). No obstante, el presente artículo no fue escrito sino un año después, en julio de 1922, en Gastein (Jones, 1957, pág. 93). (En Jones, 1955, pág. 269, se da equivocadamente «1923» como año de redacción.) Según podrá apreciarse, las secciones VIII y X reflejan el interés de Freud por la «compulsión de repetición» y por la demostración de la existencia de un «ideal del yo», tal como lo había expuesto, respectivamente, en otras dos obras de esa misma época: Más allá del principio de placer (1920g) y Psicología de las masas y análisis del yo (1921c).
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 19 / Algunas notas adicionales a la interpretación de los sueños en su conjunto (1925)
Algunas notas adicionales a la interpretación de los sueños en su conjunto (1925)«Enige Nachträge zum Ganzen der Traumdeutung»
Ediciones en alemán
1925 GS, 3, págs. 172-84.
1925 Traumlehre, págs. 63-76.
1931 Sexualtheorie und Traumlehre, págs. 369-81. (Se omitió el ensayo C.)
1952 GW, 1, págs. 559-73.
Traducciones en castellano

136
1944 «La significación ocultista del sueño»; «Los límites de la interpretabilidad de los sueños»; «La responsabilidad moral por el contenido de los sueños». EA, 19, págs. 219-26, 227-33 y 235-42. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1955 Iguales títulos. SR, 19, págs. 185-90, 191-6 y 197- 202. El mismo traductor.
1968 Iguales títulos. BN (3 vols.), 3, págs. 128-31, 131-4 y 134-7.
1974 Iguales títulos. BN (9 vols.), 8, págs. 2887-9, 2890- 2 y 2893-5.
El volumen 3 de los Gesammelte Schriften, en que este trabajo apareció por primera vez, se publicó en el otoño de 1925. Más o menos por esa misma época (setiembre de dicho año), el tercero de estos ensayos fue incluido en el Almanach 1926 (págs. 27-31), y también en Imago, 11, nº 3 (1925), págs. 234-8. Estos tres ensayos tuvieron una historia bibliográfica algo accidentada. Como expliqué en mi «Introducción» a La interpretación de los sueños ( 1900a), AE, 4, pág. 5, al preparar la primera recopilación de obras de Freud (los Gesammelte Schriften) se resolvió dedicar el segundo volumen a una reimpresión sin cambio alguno de la primera edición de Die Traumdeutung, y reunir en el tercer volumen todas las correcciones y agregados hechos por Freud en ediciones posteriores. Entre este material adicional había tres «ZusatskapiteIn» {capítulos suplementarios}; los dos primeros (que se ocupaban de los símbolos y de la elaboración secundaría, respectivamente) consistían casi por entero en los antiguos agregados incorporados a partir de la segunda edición. Pero el «Zusatskapitel C»(el actual grupo de ensayos) era completamente nuevo y no había aparecido en ninguna edición previa. No obstante, es indudable que Freud tenía el propósito de incluirlos en todas las ediciones futuras de Die Traumdeutung, ya que en la reimpresión de la primera edición de los Gesammelte Schriften (2, pág. 538) estipula con toda claridad que debía ubicárselos al final de la obra. (ver nota)(186)
Esto era en 1925. La siguiente edición de Die Traumdeutung en un solo volumen (la octava) fue la de 1930; en ella halló cabida todo el nuevo material de la edición de 1925 con la sola excepción de ese «Capítulo suplementario C». Consecuencia inmediata de esto fue su ausencia en la traducción inglesa revisada de 1932 (hecha por Brill) y en la edición que abarca el volumen doble, 2-3, de las Gesammelte Werke (1942). (ver nota)(187) En verdad, parecía perseguido por la mala fortuna, pues accidentalmente se lo pasó por alto cuando le llegó el turno de ser incluido en las Gesammelte Werke en el lugar cronológico correspondiente (el volumen 14, publicado en 1948), hasta que al fin hubo que hacerle sitio en el último de los volúmenes de dicha colección que vieron la luz (el volumen 1, que apareció en 1952). Por consiguiente, durante más de veinte años se había perdido de vista el texto alemán.
La primera de estas omisiones, la de la octava edición de Die Traumdeutung, tiene una posible explicación. En el último de estos ensayos, Freud declara aceptar algo más que a medias la autenticidad de la telepatía; cuando el ensayo se publicó por primera vez, dio lugar a la vigorosa protesta de Ernest Jones, quien sostuvo que dañaría la causa del psicoanálisis en los círculos científicos, especialmente en Inglaterra. Según refiere el episodio Jones (1957, págs, 422 y sigs.), Freud pareció no inmutarse por su objeción; pero es admisible que pese a todo cediera a esta, al menos hasta el punto de no incluir el ensayo en la edición canónica de la más famosa de sus obras.
1955 Iguales títulos. SR, 19, págs. 185-90, 191-6 y 197- 202. El mismo traductor.
1968 Iguales títulos. BN (3 vols.), 3, págs. 128-31, 131-4 y 134-7.
1974 Iguales títulos. BN (9 vols.), 8, págs. 2887-9, 2890- 2 y 2893-5.
El volumen 3 de los Gesammelte Schriften, en que este trabajo apareció por primera vez, se publicó en el otoño de 1925. Más o menos por esa misma época (setiembre de dicho año), el tercero de estos ensayos fue incluido en el Almanach 1926 (págs. 27-31), y también en Imago, 11, nº 3 (1925), págs. 234-8. Estos tres ensayos tuvieron una historia bibliográfica algo accidentada. Como expliqué en mi «Introducción» a La interpretación de los sueños ( 1900a), AE, 4, pág. 5, al preparar la primera recopilación de obras de Freud (los Gesammelte Schriften) se resolvió dedicar el segundo volumen a una reimpresión sin cambio alguno de la primera edición de Die Traumdeutung, y reunir en el tercer volumen todas las correcciones y agregados hechos por Freud en ediciones posteriores. Entre este material adicional había tres «ZusatskapiteIn» {capítulos suplementarios}; los dos primeros (que se ocupaban de los símbolos y de la elaboración secundaría, respectivamente) consistían casi por entero en los antiguos agregados incorporados a partir de la segunda edición. Pero el «Zusatskapitel C»(el actual grupo de ensayos) era completamente nuevo y no había aparecido en ninguna edición previa. No obstante, es indudable que Freud tenía el propósito de incluirlos en todas las ediciones futuras de Die Traumdeutung, ya que en la reimpresión de la primera edición de los Gesammelte Schriften (2, pág. 538) estipula con toda claridad que debía ubicárselos al final de la obra. (ver nota)(186)
Esto era en 1925. La siguiente edición de Die Traumdeutung en un solo volumen (la octava) fue la de 1930; en ella halló cabida todo el nuevo material de la edición de 1925 con la sola excepción de ese «Capítulo suplementario C». Consecuencia inmediata de esto fue su ausencia en la traducción inglesa revisada de 1932 (hecha por Brill) y en la edición que abarca el volumen doble, 2-3, de las Gesammelte Werke (1942). (ver nota)(187) En verdad, parecía perseguido por la mala fortuna, pues accidentalmente se lo pasó por alto cuando le llegó el turno de ser incluido en las Gesammelte Werke en el lugar cronológico correspondiente (el volumen 14, publicado en 1948), hasta que al fin hubo que hacerle sitio en el último de los volúmenes de dicha colección que vieron la luz (el volumen 1, que apareció en 1952). Por consiguiente, durante más de veinte años se había perdido de vista el texto alemán.
La primera de estas omisiones, la de la octava edición de Die Traumdeutung, tiene una posible explicación. En el último de estos ensayos, Freud declara aceptar algo más que a medias la autenticidad de la telepatía; cuando el ensayo se publicó por primera vez, dio lugar a la vigorosa protesta de Ernest Jones, quien sostuvo que dañaría la causa del psicoanálisis en los círculos científicos, especialmente en Inglaterra. Según refiere el episodio Jones (1957, págs, 422 y sigs.), Freud pareció no inmutarse por su objeción; pero es admisible que pese a todo cediera a esta, al menos hasta el punto de no incluir el ensayo en la edición canónica de la más famosa de sus obras.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 19 / La organización genital infantil (Una interpolación en la teoría de la sexualidad). (1923)
La organización genital infantil (Una interpolación en la teoría de la sexualidad). (1923)«Die infantile Genitalorganisation (Eine Einschaltung in die Sexualtheorie) »
Ediciones en alemán
1923 Int. Z. Psychoanal., 9, nº 2, págs. 168-71.
1924 GS, 5, págs. 232-7.
1926 Psychoanalyse der Neurosen, págs. 140-6.
1931 Sexualtheorie und Traumlehre, págs. 188-93.
1940 GW, 13, págs. 291-8.
1972 SA, 5, págs. 235-41.
Traducciones en castellano
1929 «La organización genital infantil (Adición a la teoría sexual)». BN (17 vols.), 13, págs. 119-24. Traducción de Luis López-Ballesteros.

137
1943 Igual título. EA, 13, págs. 123-8. El mismo traductor.
1948 Igual título. BN (2 vols.), 1, págs. 1209-12. El mismo traductor.
1953 Igual título. SR, 13, págs. 97-101. El mismo traductor.
1967 Igual título. BN (3 vols.), 1, págs. 1195-7. El mismo traductor.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2698-700. El mismo traductor.
Este trabajo fue escrito en febrero de 1923 (Jones, 1957, pág. 106). Es en esencia, como lo indica el subtítulo, un agregado a los Tres ensayos de teoría sexual (1905d); y, de hecho, en tina nota al pie agregada allí en la edición aparecida al año siguiente (1924) se sintetiza lo fundamental de lo expuesto en el presente trabajo (cf. AE, 7, pág. 181 ).
Le sirven de punto de partida principalmente las secciones 5 y 6 del segundo ensayo, añadidas ambas en 1915. Pero también retoma ideas que se encuentran en «La predisposición a la neurosis obsesiva» (1913i), AE, 12, págs. 343-5, y otras de más antigua data todavía, que aparecen en «Sobre las teorías sexuales infantíles» 1908c), AE, 9, págs. 191-5.
James Strachey
1948 Igual título. BN (2 vols.), 1, págs. 1209-12. El mismo traductor.
1953 Igual título. SR, 13, págs. 97-101. El mismo traductor.
1967 Igual título. BN (3 vols.), 1, págs. 1195-7. El mismo traductor.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2698-700. El mismo traductor.
Este trabajo fue escrito en febrero de 1923 (Jones, 1957, pág. 106). Es en esencia, como lo indica el subtítulo, un agregado a los Tres ensayos de teoría sexual (1905d); y, de hecho, en tina nota al pie agregada allí en la edición aparecida al año siguiente (1924) se sintetiza lo fundamental de lo expuesto en el presente trabajo (cf. AE, 7, pág. 181 ).
Le sirven de punto de partida principalmente las secciones 5 y 6 del segundo ensayo, añadidas ambas en 1915. Pero también retoma ideas que se encuentran en «La predisposición a la neurosis obsesiva» (1913i), AE, 12, págs. 343-5, y otras de más antigua data todavía, que aparecen en «Sobre las teorías sexuales infantíles» 1908c), AE, 9, págs. 191-5.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 19 / Neurosis y psicosis. (1924 [1923])
Neurosis y psicosis. (1924 [1923])«Neurose und Psychose»
Ediciones en alemán
1924 Int. Z. Psychoanal., 10, nº 1, págs. 1-5.
1924 GS, 5, págs. 418-22. 1926 Psyckoanalyse der Neurosen, págs. 163-8. 1931 Neurosenlehre und Technik, págs. 186-91. 1940 GW, 13, págs, 387-91. 1975 SA, 3, págs. 331-7.
Traducciones en castellano
1930 «Neurosis y psicosis». BN ( 17 vols.), 14, págs. 258- 62. Traducción de Luis López-Ballesteros. 1943 Igual título. EA, 14, págs. 267-71. El mismo traductor.1948 Igual título. BN (2 vols.), 2, págs. 407-9. El mismo traductor. 1953 Igual título. SR, 14, págs. 206-9. El mismo traductor. 1967 Igual título. BN (3 vols.), 2,págs. 499-501. El mismo traductor. 1974 Igual título, BN (9 vols.), 7, págs. 2742-4. El mismo traductor.
Este escrito data de fines del otoño de 1923. Es una aplicación de las nuevas hipótesis formuladas en El yo y el ello (1923b) al problema particular de la diferencia genética entre neurosis y psicosis. Un examen similar fue realizado por Freud en otro trabajo escrito pocos meses después que este: «La pérdida de realidad en la neurosis y la psicosis» 1924e). Las raíces de la cuestión ya habían sido investigadas en el primer artículo sobre las neuropsicosis de defensa (1894a), AE, 3, págs. 60-1.
En el segundo párrafo de este trabajo, Freud dice haber sido estimulado por «una ilación de pensamiento inspirada desde otro lado». Parece probable que se estuviera refiriendo a la obra de Hollós y Ferenczi (1922) sobre el psicoanálisis de la parálisis general, que acababa de aparecer y en la cual Ferenczi había colaborado con una sección teórica.
James Strachey

138
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 19 / El problema económico del masoquismo (1924)
El problema económico del masoquismo (1924)«Das ökonomische Problem des Masochismus»
Ediciones en alemán
1924 Int. Z. Psyckoanal., 10, nº 2, págs. 121-33. 1924 GS, 5, págs. 374-86. 1926 Psychoanalyse der Neurosen, págs. 147-62. 1931 Neurosenlebre und Tecknik, págs. 193-207. 1940 GW, 13, págs. 371-83. 1975 SA, 3, págs. 339-54.
Traducciones en castellano
1929 «El problema económico del masoquismo». BN (17 vols.), 13, págs. 263-76. Traducción de Luis López- Ballesteros. 1943 Igual título. EA, 13, págs. 273-86.El mismo traductor. 1948 Igual título. BN (2 vols.), 1, págs. 1036-42. El mismo traductor. 1953 Igual título. SR, 13, págs. 208-18. El mismo traductor. 1967 Igual título. BN (3 vols.), 1, págs. 1023-30. El mismo traductor.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2752-9. El mismo traductor.
El presente trabajo fue concluido antes de fines de enero de 1924 (Jones, 1957, pág. 114).
En esta importante obra, Freud ofrece su más completa descripción del enigmático fenómeno del masoquismo. Ya lo había abordado, aunque siempre en forma más bien provisional, en sus Tres ensayos de teoría sexual (1905d),
AE, 7, págs. 142-5(188), en «Pulsiones y destinos de pulsión» (1915c), AE, 14, págs. 122-5, y, con mucho mayor amplitud, en «Pegan a un niño"» (1919e),artículo este último al que él mismo calificó, en una carta a Ferenczi, como «un escrito sobre el masoquismo». En todos los trabajos mencionados, el masoquismo deriva de un sadismo anterior, no reconociéndose nada semejante a un masoquismo primario. (Cf., por ejemplo, AE, 14, págs. 123-4, y 17, págs. 190-1.) Sin embargo, en Más allá del principio de placer (1920g), tras la introducción de la «pulsión de muerte», se nos dice que «podría haber también un masoquismo primario» (AE, 18, pág. 53), y en la presente obra su existencia se da por cierta(189), explicándola principalmente sobre la base de la «mezcla» y «desmezcla» de las dos clases de pulsiones -concepto ya examinado en detalle en El yo y el ello (1923b), que se publicó menos de un año antes-, al paso que en las interesantes consideraciones introductorias se analiza la aparente contradicción de una pulsión que apunta al displacer, y se distingue por primera vez con claridad el «principio de constancia» del «principio de placer».
Freud muestra que ese masoquismo primario o «erógeno» tiene dos formas derivadas; a una de ellas, que denomina «femenina», ya la había examinado en su trabajo «"Pegan a un niño"»; pero la tercera clase de masoquismo, el «masoquismo moral», le permite explayarse sobre muchos puntos que habían sido apenas rozados en El yo y el ello, y plantear nuevos problemas en relación con los sentimientos de culpa y la actividad de la conciencia moral.
James, Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 19 / El sepultamiento del complejo de Edipo (1924)

139
El sepultamiento del complejo de Edipo (1924)
«Der Untergang des Ödipuskomplexes»
(ver nota)(190)
Ediciones en alemán
1924 Int. Z. Psychoanal., 10, nº 3, págs. 245-52. 1924 GS, 5,-págs. 423-30. 1926 Psychoanalyse der Neurosen, págs. 169-77. 1931 Neurosenlehre und Technik, págs. 191-9. 1940 GW, 13, págs. 395-402. 1972 SA, 5, págs. 243-51.
Traducciones en castellano
1930 «El final del complejo de Edipo». BN (17 vols.), 14, págs. 263-70. Traducción de Luis López-Ballesteros. 1943 Igual título. EA, 14, págs. 273-80. El mismo traductor. 1948 Igual título. BN (2 vols.), 2, págs. 409-12. El mismo traductor. 1953 Igual título. SR, 14, págs. 210-5. El mismo traductor. 1967 Igual título. BN (3 vols.), 2, págs. 501-4. El mismo traductor. 1974 «La disolución del complejo de Edipo». BN (9 vols.), 7, págs. 2748-51. El mismo traductor.
Escrito en los primeros meses de 1924, este artículo no hace, en esencia, sino elaborar lo dicho en un pasaje de El yo y el ello (1923b). Si reclama un interés especial es porque en él se hace hincapié por primera vez en que la sexualidad sigue un curso diferente de desarrollo en los varones y las niñas. Esta línea de pensamiento novedosa fue proseguida unos dieciocho meses más tarde en «Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos» (1925j). En mi «Nota introductoria» a este último trabajo hago la historia de las cambiantes ideas de Freud sobre esta cuestión.
«Der Untergang des Ödipuskomplexes»
(ver nota)(190)
Ediciones en alemán
1924 Int. Z. Psychoanal., 10, nº 3, págs. 245-52. 1924 GS, 5,-págs. 423-30. 1926 Psychoanalyse der Neurosen, págs. 169-77. 1931 Neurosenlehre und Technik, págs. 191-9. 1940 GW, 13, págs. 395-402. 1972 SA, 5, págs. 243-51.
Traducciones en castellano
1930 «El final del complejo de Edipo». BN (17 vols.), 14, págs. 263-70. Traducción de Luis López-Ballesteros. 1943 Igual título. EA, 14, págs. 273-80. El mismo traductor. 1948 Igual título. BN (2 vols.), 2, págs. 409-12. El mismo traductor. 1953 Igual título. SR, 14, págs. 210-5. El mismo traductor. 1967 Igual título. BN (3 vols.), 2, págs. 501-4. El mismo traductor. 1974 «La disolución del complejo de Edipo». BN (9 vols.), 7, págs. 2748-51. El mismo traductor.
Escrito en los primeros meses de 1924, este artículo no hace, en esencia, sino elaborar lo dicho en un pasaje de El yo y el ello (1923b). Si reclama un interés especial es porque en él se hace hincapié por primera vez en que la sexualidad sigue un curso diferente de desarrollo en los varones y las niñas. Esta línea de pensamiento novedosa fue proseguida unos dieciocho meses más tarde en «Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos» (1925j). En mi «Nota introductoria» a este último trabajo hago la historia de las cambiantes ideas de Freud sobre esta cuestión.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 19 / La pérdida de realidad en la neurosis y la psicosis (1924)
La pérdida de realidad en la neurosis y la psicosis (1924)«Der Realitätsverlust bei Neurose und Psychose
Ediciones en alemán
1924 Ini. Z. Psyckoanal., 10, nº 4, págs. 374-9. 1925 GS, 6, págs. 409-14. 1926 Psychoanalyse der Neurosen, págs. 178-84. 1931 Neurosenlebre und Technik,págs. 199-204. 1940 GW, 13, págs. 363-8. 1975 SA, 3, págs. 355-61.
Traducciones en castellano
1930 «La pérdida de realidad en la neurosis y en la psicosis». BN (17 vols.), 14, págs. 271-6. Traducción de Luis López-Ballesteros.
1943 Igual título. EA, 14, págs. 281-6. El mismo traductor.

140
1948 Igual título. BN (2 vols.), 2, págs. 412-4. El mismo traductor.
1953 Igual título. SR, 14, págs. 216-20. El mismo traductor.
1967 Igual título. BN (3 vols.), 2, págs. 504-6. El mismo traductor.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2745-7. El mismo traductor.
De acuerdo con lo que consigna una nota al pie de la primera traducción al inglés (Collected Papers, 2, pág. 277), dicha traducción habría sido publicada con anterioridad a la primera edición en alemán.
El trabajo fue escrito antes de fines de mayo de 1924, ya que Abraham leyó el manuscrito en el curso de ese mes. Continúa la argumentación iniciada en «Neurosis y psicosis» (1924b), ampliándola y enmendándola. En su posterior artículo sobre el fetichismo (1927e), Freud formuló algunas dudas en cuanto a la validez de la distinción establecida en estos dos trabajos.
James Strachey
1953 Igual título. SR, 14, págs. 216-20. El mismo traductor.
1967 Igual título. BN (3 vols.), 2, págs. 504-6. El mismo traductor.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2745-7. El mismo traductor.
De acuerdo con lo que consigna una nota al pie de la primera traducción al inglés (Collected Papers, 2, pág. 277), dicha traducción habría sido publicada con anterioridad a la primera edición en alemán.
El trabajo fue escrito antes de fines de mayo de 1924, ya que Abraham leyó el manuscrito en el curso de ese mes. Continúa la argumentación iniciada en «Neurosis y psicosis» (1924b), ampliándola y enmendándola. En su posterior artículo sobre el fetichismo (1927e), Freud formuló algunas dudas en cuanto a la validez de la distinción establecida en estos dos trabajos.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 19 / Breve informe sobre el psicoanálisis (1924 [1923])
Breve informe sobre el psicoanálisis (1924 [1923])«Kurzer Abriss der Psychoanalyse»
Primera edición
(ver nota)(191)
(1923 Fecha de redacción.)
1924 En These Eventful Years: The Twentieth Century in the Making, as Told by Many of its Makers {Estos años memorables: cómo se fue forjando el siglo veinte, según el relato de muchos de sus hacedores}, Londres y Nueva York: Encyclopaedia Britannica Publishing Co., 2, cap. LXXIII, págs. 511-23. (Traducción de A. A. Brill.)
Ediciones en alemán
1928 GS, 11, págs. 183-200. 1940 GW, 13, págs. 403-27.
Traducciones en castellano
1934 «Historia de la psicoanálisis». BN ( 17 vols.), 17, págs. 237-8. Traducción de Luis López-Ballesteros. 1943 Esquema de la psicoanálisis. EA, 17, págs. 215-39. El mismo traductor. 1948 «Historia». BN (2 vols.), 2, págs. 9-19. El mismo traductor. 1953 Esquema de la psicoanálisis. SR, 17, págs. 163-82. El mismo traductor. 1968 «Historia». BN (3 vols.), 2, págs. 101-11. El mismo traductor. 1974 Esquema del psicoanálisis. BN (9 vols.), 7, págs. 2729-41. El mismo traductor.
Según Ernest Jones (1957, pág. 114), Freud escribió este artículo a pedido de la empresa norteamericana Encyclopaedia Britannica Publishing Co., en octubre y noviembre de 1923. No debe confundírselo con el que escribió dos años más tarde para la propia Enclopaedia Britannica (1926f). El texto alemán fue publicado por primera vez en 1928 con un título menos estridente que el de la versión inglesa.
James Strachey

141
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 19 / Las resistencias contra el psicoanálisis (1925 [1924])
Las resistencias contra el psicoanálisis (1925 [1924])«Die Wlderstände gegen die Psychoanalyse»
Primera edición
1925 «Résistances à la psychanalyse», La Revue Juive (Ginebra), marzo. (Traducción al francés.)
Ediciones en alemán
1925 Imago, 11, nº 3, págs. 222-33.
1925 Almanach 1926, págs. 9-21.
1926 Psychoanalvse der Neurosen, págs. 185-98.
1928 GS, 11, págs. 224-35.
1948 GW, 14, págs. 99-110.
Traducciones en castellano
1944 «Las resistencias contra el psicoanálisis». EA, 19, págs. 125-40. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1955 Igual título. SR, 19, págs. 99-109. El mismo traductor.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 73-80.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2801-7.
Freud integraba el «Comité editorial» de La Revue Juive, publicación en que este ensayo apareció por primera vez, traducido al francés. Lo escribió a solic;tud de su director efectivo, Albert Cohen, probablemente en setiembre de 1924. El original alemán fue publicado de manera casi simultánea en Imago y en el Almanach 1926en setiembre de 1925, unos seis meses después que la versión francesa.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 19 / Nota sobre la «pizarra mágica» (1925 [1924])
Nota sobre la «pizarra mágica» (1925 [1924])«Notiz über den "Wunderblock"»
Ediciones en alemán
1925 Int. Z. Psychoanal., 11, nº 1, págs. 1-5. 1925 GS, 6, págs. 415-20. 1931 Theoretische Schriften, págs. 392-8. 1948 GW, 14, págs. 3-8. 1975 SA, 3, págs. 363-9.
Traducciones en castellano
1930 «El "block maravilloso"». BN (17 vols.), 14, págs. 277-82. Traducción de Luis López-Ballestetos.
1943 Igual título. EA, 14, págs. 287-92. El mismo traductor.

142
1948 Igual título. BN (2 vols.), 2, págs. 414-6. El mismo traductor.
1953 Igual título. SR, 14, págs. 221-5. El mismo traductor.
1967 Igual título. BN (3 vols.), 2, págs. 506-8. El mismo traductor.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2808-11. El mismo traductor.
Este trabajo fue redactado probablemente en el otoño de 1924, pues en noviembre de dicho año Freud le informaba en una carta a Abraham que lo estaba revisando (Jones, 1957, págs. 124-5).
En cuanto al curioso artefacto que sirvió de base a Freud para preparar esta ingeniosa y esclarecedora reseña de los sistemas «conciencia», «preconciente» y «percepción-conciencia», todavía es posible conseguirlo, al menos en Gran Bretaña(192). A quienes estén en condiciones de hacer la inspección directa de uno de estos artefactos, ella les aclarará mucho el contenido del artículo.
James Strachey
1953 Igual título. SR, 14, págs. 221-5. El mismo traductor.
1967 Igual título. BN (3 vols.), 2, págs. 506-8. El mismo traductor.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2808-11. El mismo traductor.
Este trabajo fue redactado probablemente en el otoño de 1924, pues en noviembre de dicho año Freud le informaba en una carta a Abraham que lo estaba revisando (Jones, 1957, págs. 124-5).
En cuanto al curioso artefacto que sirvió de base a Freud para preparar esta ingeniosa y esclarecedora reseña de los sistemas «conciencia», «preconciente» y «percepción-conciencia», todavía es posible conseguirlo, al menos en Gran Bretaña(192). A quienes estén en condiciones de hacer la inspección directa de uno de estos artefactos, ella les aclarará mucho el contenido del artículo.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 19 / La negación (1925)
La negación (1925)«Die Verneinung»
Ediciones en alemán
1925 Imago, 11, nº 3, págs. 217-21.
1926 Psychoanalyse der Neurosen, págs. 199-204.
1928 GS, 11, págs. 3-7.
1931 Theoretische Schriften, págs. 399-404.
1948 GW, 14, págs. 11-5.
1975 SA, 3, págs. 371-7.
Traducciones en castellano
1948 «La negación». BN (2 vols.), 2, págs. 1042-4. Traducción de Luis López-Ballesteros.
1955 Igual título. SR, 21, págs. 195-201. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1967 Igual título. BN (3 vols.), 2, págs. 1134-6. Traducción de Luis López-Ballesteros.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, págs. 2884-6, El mismo traductor,
Según Ernest Jones (1957, pág. 125), este artículo fue escrito en julio de 1925, aunque sin lugar a dudas Freud venía reflexionando sobre el tema desde algún tiempo atrás, como lo indica la nota al pie que agregó en 1923 al historial clínico de «Dora» (1905e).
Es uno de sus trabajos más sucintos. Aunque trata primordialmente de un punto especial de la metapsicología, en sus pasajes iniciales y finales roza cuestiones técnicas. Las referencias contenidas en las notas al pie mostrarán que ambos aspectos del artículo tenían ya una larga historia.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 19 / Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos (1925)
Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica
143
entre los sexos (1925)
«Einige psychische Folgen des anatomischen. Geschlechtsunterschieds»
Ediciones en alemán
1925 Int. Z. Psychoanal., 11, nº 4, págs. 401-10. 1926 Psychoanalyse der Neurosen, págs. 205-19. 1928 GS, 11, págs. 8-19. 1931 Sexualtheorie und Traumlehre, págs. 207-20. 1948 GW, 14, págs. 19-30. 1972 SA, 5, págs. 253-66.
Traducciones en castellano
1955 «Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica». SR, 21, págs. 203-15. Traducción de Ludovico Rosenthal. 1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 482-91. 1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, págs. 2896-903.
Concluido en agosto de 1925, fecha en que Freud lo mostró a Ferenczi, este trabajo fue leído en nombre del autor por Anna Freud en el Congreso Psicoanalítico Internacional de Homburg, el 3 de setiembre; poco después se lo publicó en la Zeitschrift (Jones, 1957, pág. 119).
En este breve artículo está condensada la primera reformulación completa que hizo Freud de sus concepciones sobre el desarrollo psicológico de la mujer. Contiene en germen toda su labor posterior en torno de este tema.
Desde los primeros tiempos, Freud se lamentó de la oscuridad que rodeaba la vida sexual de las mujeres. Así, al comienzo de sus Tres ensayos de teoría sexual(1905d), escribió que la vida amorosa del hombre «es la única que se ha hecho asequible a la investigación, mientras que la de la mujer permanece envuelta en una oscuridad todavía impenetrable» (AE, 7, pág. 137). Análogamente, en «Sobre las teorías sexuales infantiles» (1908c) sostuvo: «Debido a circunstancias externas e internas poco propicias, las comunicaciones que siguen se refieren predominantemente al desarrollo sexual de uno de los sexos, a saber, el masculino» (AE, 9, pág.189). Y mucho tiempo más tarde, en su folleto sobre el análisis ejercido por legos ( 1926e): «Acerca de la vida sexual de la niña pequeña sabemos menos que sobre la del varoncito. Que no nos avergüence esa diferencia; en efecto, incluso la vida sexual de la mujer adulta sigue siendo un dark continent {continente desconocido} para la psicología» (AE, 20, pág. 199). (ver nota)(193)
Uno de los resultados de esta oscuridad fue que a menudo llevó a Freud a suponer que la psicología de la mujer podía considerarse simplemente análoga a la del hombre. Hay muchos ejemplos de esto. En La interpretación de los sueños (1900a), en su primera descripción amplia de la situación edípica, parte de la premisa de un total paralelo entre ambos sexos: « ... la primera inclinación de la niña atendió al padre y los primeros apetitos infantiles del varón apuntaron a la madre» (AE, 4,págs. 266-7). De modo similar, en la 21º de las Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17), dentro de su extensa descripción del desarrollo sexual en los niños afirma: «Como ustedes notan, sólo he pintado la relación del varoncito con su padre y su madre. Con las necesarias modificaciones, las cosas son en un todo semejantes en el caso de la niña pequeña. La actitud de tierna dependencia hacia el padre, la sentida necesidad de eliminar por superflua a la madre y ocupar su puesto... » (AE, 16, págs. 303-4). 0 bien, en Psicología de las masas y análisis del yo (1921c), refiriéndose a la historia de las identificaciones del niño: «Lo mismo vale para la niña, con las correspondientes sustituciones» (AE, 18, pág. 100). Incluso en El yo y el ello (1923b), se supone que los complicados procesos concomitantes y posteriores al sepultamiento del complejo de Edipo son análogos en niñas y varones. (ver nota)(194) En otros sitios, Freud meramente omite la descripción del complejo de Edipo en las mujeres, como ocurre en el artículo para la enciclopedia de Marcuse (1923a), AE, 18, pág. 241. Pero al analizar la «fase fálica» y el papel que desempeña dentro de la organización genital infantil (1923e), reconoce honestamente: «Por desdicha, sólo podemos describir estas constelaciones respecto del varoncito; carecemos de una intelección de los procesos correspondientes en la niña pequeña ... ».
Lo cierto es que durante largo tiempo, desde su análisis de «Dora» en 1900, Freud no había dirigido su interés a la psicología femenina. En el curso de quince años no dio a publicidad ningún material clínico importante referido a una mujer. Vino luego «Un caso de paranoia que contradice la teoría psicoanalítica» (1915f), donde lo esencial estaba en la relación de la paciente con su madre. Lo mismo podría decirse de «Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina» (1920a).Entre uno y otro, se publicó «Pegan a un niño"» (1919e), que versaba casi con exclusividad sobre el desarrollo sexual infantil de las niñas; y aquí ya hay clara evidencia de insatisfacción con la «analogía» entre ambos sexos: «Así se malograba la expectativa de un paralelismo íntegro» (AE, 17, pág. 193).
No hay duda de que a partir de entonces el problema de la evolución sexual de la mujer no abandonó la mente de Freud. Y aunque poco se encuentra al respecto en El yo y el ello, las teorías allí formuladas sobre el fin del complejo de Edipo, sumadas a nuevas observaciones clínicas, suministraron la clave de la nueva tesis. Ya en «El sepultamiento del complejo de Edipo» (1924d) Freud estaba tentando el camino que lo llevaría hacia ella, pero sólo en el presente artículo la expuso cabalmente por vez primera. Se explayaría más acerca de este tema en «Sobre la sexualidad femenina» (1931b(195)), en la 33º de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a), y, por último, en el capítulo VII de su póstumo Esquema del psicoanálisis (1940a).

«Einige psychische Folgen des anatomischen. Geschlechtsunterschieds»
Ediciones en alemán
1925 Int. Z. Psychoanal., 11, nº 4, págs. 401-10. 1926 Psychoanalyse der Neurosen, págs. 205-19. 1928 GS, 11, págs. 8-19. 1931 Sexualtheorie und Traumlehre, págs. 207-20. 1948 GW, 14, págs. 19-30. 1972 SA, 5, págs. 253-66.
Traducciones en castellano
1955 «Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica». SR, 21, págs. 203-15. Traducción de Ludovico Rosenthal. 1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 482-91. 1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, págs. 2896-903.
Concluido en agosto de 1925, fecha en que Freud lo mostró a Ferenczi, este trabajo fue leído en nombre del autor por Anna Freud en el Congreso Psicoanalítico Internacional de Homburg, el 3 de setiembre; poco después se lo publicó en la Zeitschrift (Jones, 1957, pág. 119).
En este breve artículo está condensada la primera reformulación completa que hizo Freud de sus concepciones sobre el desarrollo psicológico de la mujer. Contiene en germen toda su labor posterior en torno de este tema.
Desde los primeros tiempos, Freud se lamentó de la oscuridad que rodeaba la vida sexual de las mujeres. Así, al comienzo de sus Tres ensayos de teoría sexual(1905d), escribió que la vida amorosa del hombre «es la única que se ha hecho asequible a la investigación, mientras que la de la mujer permanece envuelta en una oscuridad todavía impenetrable» (AE, 7, pág. 137). Análogamente, en «Sobre las teorías sexuales infantiles» (1908c) sostuvo: «Debido a circunstancias externas e internas poco propicias, las comunicaciones que siguen se refieren predominantemente al desarrollo sexual de uno de los sexos, a saber, el masculino» (AE, 9, pág.189). Y mucho tiempo más tarde, en su folleto sobre el análisis ejercido por legos ( 1926e): «Acerca de la vida sexual de la niña pequeña sabemos menos que sobre la del varoncito. Que no nos avergüence esa diferencia; en efecto, incluso la vida sexual de la mujer adulta sigue siendo un dark continent {continente desconocido} para la psicología» (AE, 20, pág. 199). (ver nota)(193)
Uno de los resultados de esta oscuridad fue que a menudo llevó a Freud a suponer que la psicología de la mujer podía considerarse simplemente análoga a la del hombre. Hay muchos ejemplos de esto. En La interpretación de los sueños (1900a), en su primera descripción amplia de la situación edípica, parte de la premisa de un total paralelo entre ambos sexos: « ... la primera inclinación de la niña atendió al padre y los primeros apetitos infantiles del varón apuntaron a la madre» (AE, 4,págs. 266-7). De modo similar, en la 21º de las Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17), dentro de su extensa descripción del desarrollo sexual en los niños afirma: «Como ustedes notan, sólo he pintado la relación del varoncito con su padre y su madre. Con las necesarias modificaciones, las cosas son en un todo semejantes en el caso de la niña pequeña. La actitud de tierna dependencia hacia el padre, la sentida necesidad de eliminar por superflua a la madre y ocupar su puesto... » (AE, 16, págs. 303-4). 0 bien, en Psicología de las masas y análisis del yo (1921c), refiriéndose a la historia de las identificaciones del niño: «Lo mismo vale para la niña, con las correspondientes sustituciones» (AE, 18, pág. 100). Incluso en El yo y el ello (1923b), se supone que los complicados procesos concomitantes y posteriores al sepultamiento del complejo de Edipo son análogos en niñas y varones. (ver nota)(194) En otros sitios, Freud meramente omite la descripción del complejo de Edipo en las mujeres, como ocurre en el artículo para la enciclopedia de Marcuse (1923a), AE, 18, pág. 241. Pero al analizar la «fase fálica» y el papel que desempeña dentro de la organización genital infantil (1923e), reconoce honestamente: «Por desdicha, sólo podemos describir estas constelaciones respecto del varoncito; carecemos de una intelección de los procesos correspondientes en la niña pequeña ... ».
Lo cierto es que durante largo tiempo, desde su análisis de «Dora» en 1900, Freud no había dirigido su interés a la psicología femenina. En el curso de quince años no dio a publicidad ningún material clínico importante referido a una mujer. Vino luego «Un caso de paranoia que contradice la teoría psicoanalítica» (1915f), donde lo esencial estaba en la relación de la paciente con su madre. Lo mismo podría decirse de «Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina» (1920a).Entre uno y otro, se publicó «Pegan a un niño"» (1919e), que versaba casi con exclusividad sobre el desarrollo sexual infantil de las niñas; y aquí ya hay clara evidencia de insatisfacción con la «analogía» entre ambos sexos: «Así se malograba la expectativa de un paralelismo íntegro» (AE, 17, pág. 193).
No hay duda de que a partir de entonces el problema de la evolución sexual de la mujer no abandonó la mente de Freud. Y aunque poco se encuentra al respecto en El yo y el ello, las teorías allí formuladas sobre el fin del complejo de Edipo, sumadas a nuevas observaciones clínicas, suministraron la clave de la nueva tesis. Ya en «El sepultamiento del complejo de Edipo» (1924d) Freud estaba tentando el camino que lo llevaría hacia ella, pero sólo en el presente artículo la expuso cabalmente por vez primera. Se explayaría más acerca de este tema en «Sobre la sexualidad femenina» (1931b(195)), en la 33º de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a), y, por último, en el capítulo VII de su póstumo Esquema del psicoanálisis (1940a).

144
Casi no hay aspecto que no esté ya presente en esta obra en forma resumida, pero lo notable es que muchos de ellos habían estado al alcance de la mano desde largo tiempo atrás, y sólo se requería ligarlos entre sí. Verbigracia, ciertas peculiaridades del desarrollo sexual de las niñas habían sido notadas anteriormente por Freud, poniendo énfasis en ellas. En la primera edición de los Tres ensayos sostuvo que «en la niña la zona erógena rectora se sitúa en el clítoris» y que, en armonía con esto, «la sexualidad de la niña pequeña posee un carácter enteramente masculino», y tiene que producirse «la oleada represiva de la pubertad» para que la estimulabilidad erógena del clítoris se trasfiera a la vagina y la masculinidad se trueque en feminidad (AE, 7, págs. 200-2). Sin embargo, la mayoría de estas puntualizaciones ya habían sido hechas en una carta a Fliess del 14 de noviembre de 1897 (Freud, 1950a, Carta 75), AE, 1, págs. 311-3. La elucidación fue ampliada en «Sobre las teorías sexuales infantiles», conectándola con la envidia del pene por parte de la mujer y con el complejo de castración(AE, 9, págs. 193-4). (ver nota)(196) En «Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo psicoanalítico» ( 1916d), AE, 14, pág. 322, se apunta que el daño narcisista que esto causa a la niña la lleva a experimentar resentimiento contra su madre; y otros motivos de este resentimiento habían sido enumerados en «Un caso de paranoia que contradice la teoría psicoanalítica» (AE, 14, págs. 267-8).
Ni siquiera habían dejado de formularse los fundamentos primordiales de la nueva tesis -aunque parecieran haber permanecido en el olvido durante un largo período- En los Tres ensayos se declara que el primer objeto sexual de un niño es el pecho materno, el cual «se vuelve paradigmático para todo vínculo de amor» (AE, 7, pág. 203). A todas luces, esto se pretendía válido tanto para la niña como para el varón, pero al parecer es en el presente trabajo donde se lo repite expresamente por primera vez. (ver nota)(197) Se ponía así de manifiesto el doble cambio exigido de la niña pequeña para que pudiera alcanzar el complejo de Edipo «normal»: cambio de órgano sexual rector y cambio de objeto sexual. Y quedaba abierto el camino para investigar su fase «preedípica», así como las diferencias entre niña y niño que estaban implícitas en las hipótesis de El yo y el ello: la diferencia en cuanto a la relación entre su complejo de castración y su complejo de Edipo, y la ulterior diferencia en la construcción del superyó. La síntesis de estas diversas piezas de conocimiento, provenientes de estratos de la obra de Freud tan separados entre sí, es lo que otorga importancia al presente artículo.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition.Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 19 / Josef Popper-Lynkeus y la teoría del sueño (1923)
Josef Popper-Lynkeus y la teoría del sueño (1923)«Josef Popper-Lynkeus und die Theorie des Traumes»
Ediciones en alemán
1923 Allgemeine Nährpflicht (Viena), 6. 1928 GS, 11, págs. 295-7. 1940 GW, 13, págs. 357-9.
Traducciones en castellano
1944 «J. Popper-Lynkeus y la teoría onírica». EA, 19 págs. 295-8. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1955 Igual título. SR, 19, págs. 179-83. El mismo traductor.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 126-8.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2628-9.
Josef Popper (1838-1921 ), de profesión ingeniero, era muy conocido en Austria por sus escritos publicados bajo el seudónimo de «Lynkeus», que versaban principalmente sobre temas filosóficos y sociológicos. En el libro de Fritz Wittels que en inglés llevó por título An End to Poverty {Fin de la pobreza} (Londres,1925) se describen sus planes de reforma social, y los traductores de la obra, Eden y Cedar Paul, dan también una breve biografía de Popper. Su libro Phantasien eines Realisten {Fantasías de un realista}, en el cual basa Freud sus comentarios, apareció en Viena en 1899; se trataba de una colección de relatos y piezas breves de ficción que alcanzó gran popularidad y tuvo muchas reediciones (en 1921 apareció la vigesimoprimera). El trabajo de Freud fue escrito sin lugar a dudas en ocasión del fallecimiento de Popper, para ser publicado en la Allgemeine NährpfIicht, revista inspirada por este y destinada, como lo indica su título, al deber de proveer de alimento a todos los seres humanos. Unos diez años más tarde, Freud escribió otro artículo, más largo, sobre el mismo tema: «Mi contacto con Josef Popper-Lynkeus» (1932c).
James Strachey

145
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 20
Notas introductorias del Volumen 20Notas introductorias del Volumen 20
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 20 / Presentación autobiográfica. (1925 [1924])
Presentación autobiográfica. (1925 [1924])Selbstdarstellung
Ediciones en alemán
1925 En L. R. Grote, Die Medizin der Gegenwart in Selbstdarstellungen, Leipzig: Felix Meiner, 4, págs. 1-52.
1928 GS, 11, págs. 119-82.
1934 En forma de libro, con el título Selbstdarstellung, Leipzig, Viena y Zurich: Interna tionaler Psychoanalytischer Verlag, 52 págs.
1936 2º ed. Viena: Internationaler Psychoinalytischer Verlag, 107 págs. (Incluye nuevas notas al pie, otros agregados en el texto y el «Posfacio», escritos en 1935.)
1946 Londres: Imago Publishíng Co., 107 págs. (Reimpresión de la anterior, con diferentes ilustraciones.)
1948 GW, 14, págs. 33-96. (Con las nuevas notas al pie de la 2º ed., de 1936, pero sin los otros agregados. Para el «Posfacio» de 1935, véase lo que sigue.)
«Nachschrift 1935»
Primera edición
1935 En Autobiography, Nueva York: W. W. Norton, 153 págs. (La edición inglesa apareció simultáneamente con el título An Autobiographical Study, Londres: The Hogarth Press e Institute of Psycho-Analysis, 137 págs.)
Ediciones en alemán
1935 Almanach1936, págs. 9-14. 1936 En Selbstdarstellung, 2º ed., págs. 102-7. 1946 En la reimpresión londinense de Selbstdarstellung. 1950 GW, 16, págs. 31-4.
Traducciones en castellano
1924 Sin título. BN (17 vols.), 9, págs. 297-370. Traducción de Luis López-Ballesteros. 1943 Sin título. EA, 9, págs. 283-354. El mismo traductor. 1948 Autobiografía. BN (2 vols.), 2, págs. 921-50. El mismo traductor. 1953 Sin título. SR, 9, págs. 239-98. El mismo traductor. 1968 Autobiografía. BN (3 vols.), 2,págs. 1013-42. El mismo traductor. 1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2761-98. El mismo traductor.

146
1955 «Apéndice al "Estudio autobiográfico"». SR, 21, págs. 305-10. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 535-8.
1974 «Adición de 1935». BN (9 vols.), 7, págs. 2798-800. Traducción de Jacobo Nurnhauser Tognola,
Como explica Freud en el «Posfacio», la traducción de esta obra al inglés, publicada en Estados Unidos (Nueva York: Brentano, 1927), fue incluida en el mismo volumen que ¿Pueden los legos ejercer el análisis? ( 1926e), pero ni en la tapa ni en la portada de este último se mencionaba la Presentación autobiográfica. Cuando, ocho años más tarde, otro editor norteamericano quiso volver a publicarla, le sugirió a Freud que la revisase y actualizase. Así fue como el material agregado apareció en inglés antes que en alemán. En Gesammelte Schriften, 11, sólo se da, por supuesto, el texto de la primera edición; enGesammelte Werke, 14, volumen publicado en 1948, se ofrece una reproducción fotostática de aquella versión junto con las nuevas notas agregadas en la segunda edición; pero desgraciadamente se pasó por alto el gran número de cambios y agregados hechos en el cuerpo principal del trabajo. Por consiguiente, estos no figuran en las Gesammelte Werke, aunque sí se los hallará, naturalmente, en las ediciones del libro que se hicieron por separado (1936 y 1946). En la traducción que sigue damos cuenta de ellos.
Según Ernest Jones (1957, pág. 123), la parte fundamental del escrito fue redactada en agosto y setiembre de
1924, y apareció en febrero de 1925; el «Posfacio» fue terminado en mayo de 1935.
Suele hacerse referencia a esta obra, equivocadamente, como la «autobiografía» de Freud. El título de la serie para la cual fue originalmente escrita -Die Medizin der Gegenwart in Selbstdarstellungen {La medicina actual a través de presentaciones autobiográficas}, que apareció en cuatro volúmenes entre los años 1923 y 1925, incluyendo colaboraciones de alrededor de veintisiete importantes personalidades médicas- muestra bien a las claras que sus directores pretendían ofrecer un relato de la historia reciente de la medicina hecho por la pluma de quienes tuvieron un destacado papel en ella. Así pues, el estudio de Freud es, en esencia, una descripción de su participación personal en el desarrollo del psicoanálisis. Como él mismo señala en el primer párrafo, inevitablemente debía volver a recorrer el trayecto ya atravesado en su «Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico» (1914d) diez años atrás. Sin embargo, la comparación entre ambas obras indica que la presente fue redactada en un talante muy distinto. Las polémicas que agriaron el trabajo anterior habían perdido significación, y ahora Freud estaba en condiciones de trazar en forma serena y totalmente objetiva la evolución de sus ideas científicas.
Quienes deseen conocer su vida privada deben remitirse, una vez más, a los tres volúmenes de la biografía de Jones.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 535-8.
1974 «Adición de 1935». BN (9 vols.), 7, págs. 2798-800. Traducción de Jacobo Nurnhauser Tognola,
Como explica Freud en el «Posfacio», la traducción de esta obra al inglés, publicada en Estados Unidos (Nueva York: Brentano, 1927), fue incluida en el mismo volumen que ¿Pueden los legos ejercer el análisis? ( 1926e), pero ni en la tapa ni en la portada de este último se mencionaba la Presentación autobiográfica. Cuando, ocho años más tarde, otro editor norteamericano quiso volver a publicarla, le sugirió a Freud que la revisase y actualizase. Así fue como el material agregado apareció en inglés antes que en alemán. En Gesammelte Schriften, 11, sólo se da, por supuesto, el texto de la primera edición; enGesammelte Werke, 14, volumen publicado en 1948, se ofrece una reproducción fotostática de aquella versión junto con las nuevas notas agregadas en la segunda edición; pero desgraciadamente se pasó por alto el gran número de cambios y agregados hechos en el cuerpo principal del trabajo. Por consiguiente, estos no figuran en las Gesammelte Werke, aunque sí se los hallará, naturalmente, en las ediciones del libro que se hicieron por separado (1936 y 1946). En la traducción que sigue damos cuenta de ellos.
Según Ernest Jones (1957, pág. 123), la parte fundamental del escrito fue redactada en agosto y setiembre de
1924, y apareció en febrero de 1925; el «Posfacio» fue terminado en mayo de 1935.
Suele hacerse referencia a esta obra, equivocadamente, como la «autobiografía» de Freud. El título de la serie para la cual fue originalmente escrita -Die Medizin der Gegenwart in Selbstdarstellungen {La medicina actual a través de presentaciones autobiográficas}, que apareció en cuatro volúmenes entre los años 1923 y 1925, incluyendo colaboraciones de alrededor de veintisiete importantes personalidades médicas- muestra bien a las claras que sus directores pretendían ofrecer un relato de la historia reciente de la medicina hecho por la pluma de quienes tuvieron un destacado papel en ella. Así pues, el estudio de Freud es, en esencia, una descripción de su participación personal en el desarrollo del psicoanálisis. Como él mismo señala en el primer párrafo, inevitablemente debía volver a recorrer el trayecto ya atravesado en su «Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico» (1914d) diez años atrás. Sin embargo, la comparación entre ambas obras indica que la presente fue redactada en un talante muy distinto. Las polémicas que agriaron el trabajo anterior habían perdido significación, y ahora Freud estaba en condiciones de trazar en forma serena y totalmente objetiva la evolución de sus ideas científicas.
Quienes deseen conocer su vida privada deben remitirse, una vez más, a los tres volúmenes de la biografía de Jones.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 20 / Inhibición, síntoma y angustia. (1926 [1925])
Inhibición, síntoma y angustia. (1926 [1925])Hemmung, Symptom und Angst
Ediciones en alemán
1926 Leipzíg, Viena y Zurich: Internationaler Psychoanalytischer Verlag, 136 págs. 1928 GS, 11, págs. 23-115. 1931 Neurosenlehre und Technik, págs. 205-99.1948 GW, 14, págs. 113-205. 1972 SA, 6, págs. 227-308.
Traducciones en castellano
1934 Inhibición, síntoma y angustia. BN (17 vols.), 11, págs. 5-111. Traducción de Luis López-Ballesteros. 1943 Igual título. EA, 11, págs. 7-103. El mismo traductor. 1948 Igual título. BN (2 vols.), 1, págs. 1235-75. El mismo traductor. 1953 Igual título. SR, 11, págs.9-82. El mismo traductor. 1967 Igual título. BN (3 vols.), 2, págs. 31-71. El mismo traductor.

147
1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, págs. 2833-83. El mismo traductor.
Un fragmento del capítulo I del manuscrito original apareció en el periódico vienés Neue Freie Presse el 21 de febrero de 1926.
Sabemos por Ernest Jones (1957) que este libro fue escrito en julio de 1925, revisado en diciembre de ese año y publicado en la tercera semana de febrero de1926.
Los temas aquí tratados abarcan un vasto ámbito, y hay indicios de que Freud tuvo inusuales dificultades para conferir a la obra un carácter unitario. Esto se aprecia, por ejemplo, en el repetido examen de la misma cuestión en diversos puntos del trabajo, con una terminología muy semejante; en la necesidad que sintió Freud de reunir en la «Addenda» cierto número de materias separadas; e incluso en el propio título del libro. Pero aun cuando en este se tratan importantes problemas colaterales, como las diferentes clases de resistencia, el distingo entre represión y defensa, y las relaciones entre la angustia, el dolor y el duelo, lo cierto es que su tema principal es la angustia. Si se echa una mirada a la lista de escritos que damos en el «Apéndice B», se advertirá hasta qué punto esta cuestión estuvo continuamente presente en Freud desde el comienzo hasta el fin de sus estudios psicológicos. Aunque en algunos aspectos del problema sus opiniones sufrieron pocas variantes, en otros (como nos dice en estas páginas) las modificó considerablemente. Tal vez sea interesante esbozar, siquiera, la historia de estos cambios en lo referente a las dos o tres cuestiones principales.
La angustia como libido trasmudada
Freud abordó por primera vez el problema de la angustia en el curso de sus investigaciones sobre las neurosis «actuales»; sus más tempranos exámenes de este asunto se hallan en su primer trabajo sobre la neurosis de angustia (1895b) y en la comunicación que le envió a Fliess poco tiempo antes, probablemente en junio de1894 (Freud, 1950a, Manuscrito E), AE, 1, págs. 228 y sigs. En ese momento se hallaba influido en gran medida por sus estudios neurológicos y profundizaba su intento de expresar los datos psicológicos en términos de la fisiología. En particular, siguiendo a Fechner, había adoptado como postulado fundamental el «principio de constancia», según el cual era inherente al sistema nervioso la tendencia a reducir, o al menos a mantener constante, el monto de excitación presente en él. Por consiguiente, cuando hizo el hallazgo clínico de que en los casos de neurosis de angustia era siempre posible comprobar cierta interferencia de la descarga de la tensión sexual, estableció, como es natural, la conclusión de que la excitación acumulada buscaba la vía de salida trasformándose en angustia. Según consideraba Freud, se trataba de un proceso puramente físico, sin ninguna determinación psíquica.
La angustia sobrevenida en las fobias o en las neurosis obsesivas plantearon desde el comienzo una complicación, pues aquí era imposible descartar la presencia de fenómenos psíquicos; pero en lo tocante al surgimiento de la angustia, la explicación siguió siendo la misma. En estos casos (las psiconeurosis), la razón de que se acumulase excitación no descargada era de índole psíquica: la represión; no obstante, en todo lo demás ocurría como en las neurosis «actuales»: la excitación acumulada (o libido) se trasmudaba directamente en angustia.

Un fragmento del capítulo I del manuscrito original apareció en el periódico vienés Neue Freie Presse el 21 de febrero de 1926.
Sabemos por Ernest Jones (1957) que este libro fue escrito en julio de 1925, revisado en diciembre de ese año y publicado en la tercera semana de febrero de1926.
Los temas aquí tratados abarcan un vasto ámbito, y hay indicios de que Freud tuvo inusuales dificultades para conferir a la obra un carácter unitario. Esto se aprecia, por ejemplo, en el repetido examen de la misma cuestión en diversos puntos del trabajo, con una terminología muy semejante; en la necesidad que sintió Freud de reunir en la «Addenda» cierto número de materias separadas; e incluso en el propio título del libro. Pero aun cuando en este se tratan importantes problemas colaterales, como las diferentes clases de resistencia, el distingo entre represión y defensa, y las relaciones entre la angustia, el dolor y el duelo, lo cierto es que su tema principal es la angustia. Si se echa una mirada a la lista de escritos que damos en el «Apéndice B», se advertirá hasta qué punto esta cuestión estuvo continuamente presente en Freud desde el comienzo hasta el fin de sus estudios psicológicos. Aunque en algunos aspectos del problema sus opiniones sufrieron pocas variantes, en otros (como nos dice en estas páginas) las modificó considerablemente. Tal vez sea interesante esbozar, siquiera, la historia de estos cambios en lo referente a las dos o tres cuestiones principales.
La angustia como libido trasmudada
Freud abordó por primera vez el problema de la angustia en el curso de sus investigaciones sobre las neurosis «actuales»; sus más tempranos exámenes de este asunto se hallan en su primer trabajo sobre la neurosis de angustia (1895b) y en la comunicación que le envió a Fliess poco tiempo antes, probablemente en junio de1894 (Freud, 1950a, Manuscrito E), AE, 1, págs. 228 y sigs. En ese momento se hallaba influido en gran medida por sus estudios neurológicos y profundizaba su intento de expresar los datos psicológicos en términos de la fisiología. En particular, siguiendo a Fechner, había adoptado como postulado fundamental el «principio de constancia», según el cual era inherente al sistema nervioso la tendencia a reducir, o al menos a mantener constante, el monto de excitación presente en él. Por consiguiente, cuando hizo el hallazgo clínico de que en los casos de neurosis de angustia era siempre posible comprobar cierta interferencia de la descarga de la tensión sexual, estableció, como es natural, la conclusión de que la excitación acumulada buscaba la vía de salida trasformándose en angustia. Según consideraba Freud, se trataba de un proceso puramente físico, sin ninguna determinación psíquica.
La angustia sobrevenida en las fobias o en las neurosis obsesivas plantearon desde el comienzo una complicación, pues aquí era imposible descartar la presencia de fenómenos psíquicos; pero en lo tocante al surgimiento de la angustia, la explicación siguió siendo la misma. En estos casos (las psiconeurosis), la razón de que se acumulase excitación no descargada era de índole psíquica: la represión; no obstante, en todo lo demás ocurría como en las neurosis «actuales»: la excitación acumulada (o libido) se trasmudaba directamente en angustia.
Algunas citas mostrarán cuán fiel se mantuvo Freud a este punto de vista. En el citado «Manuscrito E» (circa 1894) escribió: «La angustia ha surgido por mudanzadesde la tensión sexual acumulada» (AE, 1, pág. 231). En La interpretación de los sueños (1900a): «La angustia es un impulso libidinoso que parte de lo inconciente y es inhibido por lo preconciente» (AE, 4, pág. 342). En su trabajo sobre la Gradiva de Jensen (1907a): «La angustia de los sueños de angustia, como en general toda angustia neurótica, [ ... ] proviene de la libido en virtud del proceso de la represión» (AE, 9, pág. 51 ). En su escrito metapsicológico sobre «La represión» (1915d): «Después de la represión, [ ... ] la parte cuantitativa [de la moción pulsional, o sea, su energía] no ha desaparecido, sino que se ha traspuesto en angustia» (AE, 14, pág. 150). Finalmente, en 1920 agregó todavía, en una nota al pie de la cuarta edición de los Tres ensayos de teoría sexual ( 1905d): «El hecho de que la angustia neurótica nace de la libido, es un producto de la trasmudación de esta y mantiene con ella la relación del vinagre con el vino es uno de los resultados más significativos de la investigación psicoanalítica» (AE, 7, pág. 205).
Sin embargo, es interesante notar que ya en una época temprana parece haberlo asaltado la duda respecto de esta cuestión. En una carta a Fliess del 14 de noviembre de 1897 (Freud, 1950a, Carta 75) comenta, sin relación aparente con el resto de lo que venía diciendo: «De acuerdo con ello, he resuelto considerar en lo sucesivo como factores separados lo que produce libido y lo que produce angustia» (AE, 1, pág. 313). En ningún lugar hay otra evidencia de esta retractación aislada. En la obra que aquí prologamos, Freud dejó de lado la teoría que había sostenido durante tanto tiempo: ya no concibe a la angustia como libido trasmudada, sino como una reacción frente a situaciones de peligro regida por un modelo particular. Pero aun afirma como muy posible que en el caso de la neurosis de angustia «sea el exceso de libido no aplicada el que encuentre su descarga en el desarrollo de angustia». Este último remanente de la antigua teoría sería abandonado pocos años más tarde. Al examinar el problema de la angustia en la 32º de sus Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a), escribió que también en la neurosis de angustia el desarrollo de angustia era una reacción ante una situación traumática: «Ya no afirmaremos que sea la libido misma la que se muda entonces en angustia» (AE, 22, pág. 87).
Angustia realista y angustia neurótica
Pese a su teoría de que la angustia neurótica era libido trasmudada, Freud insistió desde el comienzo en la íntima relación existente entre la angustia debida a peligros externos y la provocada por amenazas pulsionales. En su primer trabajo sobre la neurosis de angustia (1895b) leemos: «La psique cae en el afecto de la angustia cuando se siente incapaz para

148
tramitar, mediante la reacción correspondiente, una tarea (un peligro) que se avecina desde afuera; cae en la neurosis de angustia cuando se nota incapaz para reequilibrar la excitación (sexual) endógenamente generada. Se comporta entonces como si ella proyectara la excitación hacia afuera. El afecto, y la neurosis a él correspondiente, se sitúan en un estrecho vínculo recíproco; el primero es la reacción ante una excitación exógena, y la segunda, ante una excitación endógena análoga» (AE, 3, pág. 112).
Esta posición, sobre todo en lo referente a las fobias, fue elaborada luego en muchos escritos de Freud; por ejemplo, en «La represión» (1915d) y «Loinconciente» (1915e), AE, 14, págs. 149-51 y 179-80, respectivamente, así como en la 25º de las Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17).Pero, si se seguía pensando que en las neurosis «actuales» la angustia derivaba directamente de la libido, era difícil sostener que en ambos casos se trataba de una misma clase de angustia. Con el abandono de este punto de vista y la nueva distinción entre angustia automática y angustia-señal se aclaró todo, y ya no hubo motivo para ver una diferencia de género entre la angustia neurótica y la realista.
La situación traumática y las situaciones de peligro
Una de las dificultades adicionales de la presente obra es que el distingo entre la angustia como reacción directa y automática frente a un trauma, y la angustia como señal de peligro que anuncia la inminencia de ese trauma, aunque mencionado al pasar en diversos puntos, sólo se reafirma en el último capítulo. (Quizá sean de más fácil comprensión las formulaciones, más breves, contenidas en la 32º de las Nuevas conferencias.)
El factor determinante de la angustia automática es una situación traumática, y esta es, esencialmente, una vivencia de desvalimiento del yo frente a una acumulación de excitación, sea de origen externo o interno, que aquel no puede tramitar. La «angustia-señal» es la respuesta del yo a la amenaza de una situación traumática, amenaza que constituye una situación de peligro. Aunque los peligros internos cambian en las distintas etapas de la vida, tienen como carácter común el implicar la separación o pérdida de un objeto amado, o la pérdida de su amor; esta separación o pérdida puede, por diversas vías, conducir a una acumulación de deseos insatisfechos y, por ende, a una situación de desvalimiento. Freud nunca había reunido antes todos estos factores, pero cada uno de ellos tiene una larga historia.
La situación traumática en sí es, a todas luces, descendiente directa del estado de tensión acumulada y no descargada del que hablaba Freud en sus primeros escritos sobre la angustia. Algunas de las descripciones que aquí se hacen de ese estado podrían ser citas textuales de pasajes de 1894 o 1895. Verbigracia, leemos: «Sea que el yo vivencie en un caso un dolor que no cesa, en otro una estasis de necesidad que no puede hallar satisfacción... ». Compárese esto con el siguiente fragmento del «Manuscrito E» (1950a): « ... una acumulación de tensión sexual física [ ... ] consecuencia de una descarga estorbada» (AE, 1, pág. 230). Cierto es que en este temprano período las excitaciones acumuladas eran casi siempre consideradas libidinosas, pero no siempre. En otra oración del «Manuscrito E» se señala que la angustia puede ser «una sensación producida por la acumulación de un estímulo endógeno diverso, el estímulo de respirar [ . . . ], que es entonces susceptible de aplicación para una tensión física acumulada en general». Asimismo, en el «Proyecto de psicología» de 1895 (1950a), Freud enumera, entre las necesidades principales que originan estímulos endógenos prontos a la descarga, el hambre, la respiración y la sexualidad (AE, 1, pág. 341 ), y en un pasaje posterior indica que esa descarga «exige una alteración en el mundo exterior (provisión de alimento, acercamiento del objeto sexual)», alteración que «el organismo humano es al comienzo incapaz de llevar a cabo». Para lograrlo se precisa un «auxilio ajeno», que el niño convoca con sus gritos. Y aquí Freud menciona «el inicial desvalimiento del ser humano».En la parte III del «Proyecto de psicología» hay una referencia similar a la necesidad que tiene el niño de llamar la atención «del individuo auxiliador (por lo común, el objeto-deseo mismo) sobre [su] estado anhelante y menesteroso».
Todos estos fragmentos parecen constituir un preanuncio de la descripción del estado de desvalimiento, en el cual el niño echa de menos a su madre, en la presente obra. Ya lo había formulado claramente en la nota al pie de los Tres ensayos (1905d) a que hicimos referencia antes (AE, 7, págs. 204-5), donde dice que el miedo del niño a la oscuridad obedece a que echa de menos a una persona querida.
Pero esto nos lleva al problema de los diversos peligros específicos capaces de precipitar una situación traumática en distintas épocas de la vida. Sucintamente, son ellos: el nacimiento, la pérdida de la madre como objeto, la pérdida del pene, la pérdida del amor del objeto, la pérdida del amor del superyó. Sobre el nacimiento trataremos en la sección E; acabamos de mencionar algunas referencias tempranas a la importancia de la separación de la madre. La amenaza de castración, con sus devastadores efectos, es sin duda el más conocido de todos estos peligros; pero vale la pena recordar que en una nota al pie agregada en 1923 al historial clínico del pequeño Hans (1909b), Freud desaprueba que se aplique el rótulo de «complejo de castración» a las otras clases de separación que el niño debe sufrir inevitablemente (AE, 10, págs. 9-10). Tal vez deba verse en ese pasaje una primera alusión al concepto de la angustia causada por la separación, que aquí cobra prominencia. El hincapié en el peligro de perder el amor del objeto amado es relacionado expresamente en esta obra con las características de la sexualidad femenina, de la que Freud había comenzado a ocuparse muy poco tiempo atrás. (ver nota)(198) Por último, el peligro de perder el amor del superyó nos remite a las controversias con respecto al sentimiento de culpa, tal como había sido reformulado también poco antes en El yo y el ello (1923b).
La angustia-señal
En lo que atañe al displacer en general, era esta una noción de antigua data en Freud. En el

149
«Proyecto de psicología» de 1895 (Freud, 1950a) se describe así el mecanismo mediante el cual el yo restringe el desarrollo de vivencias penosas: «Por ese medio se habría limitado cuantitativamente el desprendimiento de displacer; su comienzo, en efecto, sería para el yo la señal de emprender una defensa normal»(AE, 1, pág. 405). Y en La interpretación de los sueños (1900a) se sostiene que «el pensar tiene que tender [ ... ] a restringir el desarrollo del afecto por el trabajo de pensamiento a un mínimo que aún sea utilizable como señal» (AE, 5, pág. 592). Y en «Lo inconciente» (1915e), esta misma idea es aplicada ya a la angustia; refiriéndose a la aparición en las fobias de « representaciones sustitutivas» y al entorno a ellas asociado, que recibe una intensa investidura, Freud escribe: «Una excitación en cualquier lugar de este parapeto dará, a consecuencia del enlace con la representación sustitutiva, el envión para un pequeño desarrollo de angustia que ahora es aprovechado como señal a fin de inhibir el ulterior avance de este último ... » (AE, 14 pág. 180). De igual manera, en la 25ºde las Conferencias de introducción (1916-17) se nos dice en uno o dos lugares que el estado de «apronte angustiado» brinda una «señal» para impedir el estallido de una grave angustia. De ahí no había más que un paso hasta la esclarecedora exposición de las páginas que aquí siguen. Puede observarse que también en la presente obra el concepto se introduce primero como señal de «displacer» y sólo luego como señal de «angustia».
Angustia y nacimiento
Queda en pie esta cuestión: ¿Qué determina la forma en que se exterioriza la angustia? También esto fue examinado por Freud en sus primeros escritos. Al principio, en armonía con su concepción de la angustia como libido trasmudada, consideró que sus síntomas más notorios -la falta de aliento y las palpitaciones eran elementos propios del acto del coito, que, a falta de una vía de descarga normal para la excitación, aparecían aislados y exagerados. Esta descripción figura en el citado «Manuscrito E», que probablemente data de junio de 1894, así como en su primer trabajo sobre la neurosis de angustia (1895b), AE, 3, pág. 111; y se la repite en el historial clínico de «Dora» (1905e [1901]), donde leemos: «Hace ya años he puntualizado que la disnea y las palpitaciones de la histeria y de la neurosis de angustia son sólo unos fragmentos desprendidos de la acción del coito» (AE, 7, pág. 70). No resulta claro cómo se compadecía todo esto con las concepciones de Freud sobre la expresión de las emociones en general, que por cierto parecen derivar en última instancia de Darwin. En los Estudios sobre la histeria (1895d),Freud citó en dos oportunidades el libro que aquel dedicó al problema (Darwin, 1872), apuntando en la segunda de ellas que, conforme a las enseñanzas del naturalista inglés, la expresión de las emociones «consiste en operaciones originariamente provistas de sentido y acordes a un fin» (AE, 2, pág. 193). Jones (1955,pág. 494) informa que en un debate de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, llevado a cabo en 1909, Freud había dicho que «todo afecto [ ... ] es sólo una reminiscencia de un suceso». Mucho después, en la 25º de sus Conferencias de introducción (1916-17), retomó este punto manifestando su creencia de que el «núcleo» de un afecto «es la repetición de determinada vivencia significativa» (AE, 16, pág. 360). Recordó allí, asimismo, la explicación que antes había dado de los ataques histéricos como revivencias de sucesos infantiles (1909a; AE, 9, pág. 210), y añadió como conclusión que «el ataque histérico es comparable a un afecto individual neoformado, y el afecto normal, a la expresión de una histeria general que se ha hecho hereditaria». Esta teoría es repetida en términos casi iguales en la presente obra.
Sea cual fuere el papel cumplido por esta teoría de los afectos en la anterior explicación de Freud sobre la forma de la angustia, fue esencial en su nueva explicación, que salió a la luz, en apariencia sin antecedentes, en una nota al pie agregada en la segunda edición de La interpretación de los sueños (1900a). (ver nota)(199) Altérmino de un examen de las fantasías sobre la vida en el vientre materno, dice (destacando la frase con bastardillas): «El acto del nacimiento es, por lo demás, la primera vivencia de angustia y, en consecuencia, la fuente y el modelo del afecto de angustia» (AE, 5, pág. 403). Esa edición se publicó en 1909, pero el prólogo está fechado en el «verano de 1908». Una posible pista sobre la súbita aparición en ese momento de esta idea revolucionaria la da el prólogo que muy poco tiempo atrás (está fechado en «marzo de 1908») escribiera para el libro de Stekel sobre los estados de angustia (Freud, 19081). Cierto es que en ese prólogo no hay el mínimo indicio de la nueva teoría, y que en su obra Stekel parece aceptar explícitamente la teoría anterior sobre el vínculo entre angustia y coito; pero es indudable que Freud había vuelto a dirigir su interés hacia el problema, y fue tal vez entonces cuando revivió en él un antiguo recuerdo de un suceso que narró más tarde, al examinar la angustia en las Conferencias de introducción (1916-17). Me refiero a la historia que, como anécdota cómica, contara en una reunión de médicos uno de los jóvenes asistentes: una partera, al preguntársele en el examen qué significaba la aparición de meconio en el agua del nacimiento, respondió: «Que el niño está angustiado». «Se rieron de ella y la reprobaron», continúa Freud, «pero yo [ ... ] empecé a sospechar que esa pobre mujer del pueblo había puesto certeramente en descubierto un nexo importante» (AE, 16, págs. 361-2). Este recuerdo debía remontarse a 1884, pero al parecer Freud no lo mencionó nunca hasta esa conferencia de 1917; es posible que su lectura del libro de Stekel lo reavivara, dando lugar al surgimiento en 1908 de la nueva teoría, que en adelante ya no sería abandonada por él. Le confirió un sitio de especial prominencia en «Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre» (1910h), AE, 11, pág. 166, trabajo cuyo contenido esencial ya había sido expuesto ante la Sociedad Psicoanalítica de Viena en mayo de 1909; y las actas de la Sociedad correspondientes a noviembre de ese año, citadas por Jones (1955, pág. 494), nos lo presentan señalando que el niño tiene su primera vivencia de angustia en el propio acto de su nacimiento.
Tras esa conferencia de 1917, el problema quedó en barbecho por algunos años, hasta reaparecer repentinamente en El yo y el ello (1923b), donde se dice que el nacimiento es «el primer gran estado de angustia» (AE, 19, pág. 59). Con esto llegamos a la época en que Rank publicó Das Trauma der Geburt {El trauma del nacimiento}. El nexo cronológico entre esa afirmación de Freud y la obra de Rank no está del todo claro. El yo y el ello viola luz en abril de 1923; la portada del libro de Rank lleva como fecha « 1924 », pero en su última página se lee: «escrito en abril de 1923», y en la dedicatoria se declara que le fue «obsequiado» a Freud el 6 de mayo de 1923 (día de su cumpleaños). Si bien Jones (1957, pág. 60) sostiene expresamente que Freud no lo leyó antes de su publicación en diciembre de ese año, ya en setiembre de 1922 este se hallaba al tanto de las ideas generales de Rank, y sin duda eso basta para justificar la referencia al nacimiento en El yo y el ello. (ver nota)(200)
En su obra, Rank iba mucho más allá de la mera adopción de las elucidaciones de Freud sobre la forma de la angustia. Argumentaba que todos los posteriores ataques de angustia son intentos de «descargar por abreacción» el trauma del nacimiento. Con similares argumentos

Angustia y nacimiento
Queda en pie esta cuestión: ¿Qué determina la forma en que se exterioriza la angustia? También esto fue examinado por Freud en sus primeros escritos. Al principio, en armonía con su concepción de la angustia como libido trasmudada, consideró que sus síntomas más notorios -la falta de aliento y las palpitaciones eran elementos propios del acto del coito, que, a falta de una vía de descarga normal para la excitación, aparecían aislados y exagerados. Esta descripción figura en el citado «Manuscrito E», que probablemente data de junio de 1894, así como en su primer trabajo sobre la neurosis de angustia (1895b), AE, 3, pág. 111; y se la repite en el historial clínico de «Dora» (1905e [1901]), donde leemos: «Hace ya años he puntualizado que la disnea y las palpitaciones de la histeria y de la neurosis de angustia son sólo unos fragmentos desprendidos de la acción del coito» (AE, 7, pág. 70). No resulta claro cómo se compadecía todo esto con las concepciones de Freud sobre la expresión de las emociones en general, que por cierto parecen derivar en última instancia de Darwin. En los Estudios sobre la histeria (1895d),Freud citó en dos oportunidades el libro que aquel dedicó al problema (Darwin, 1872), apuntando en la segunda de ellas que, conforme a las enseñanzas del naturalista inglés, la expresión de las emociones «consiste en operaciones originariamente provistas de sentido y acordes a un fin» (AE, 2, pág. 193). Jones (1955,pág. 494) informa que en un debate de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, llevado a cabo en 1909, Freud había dicho que «todo afecto [ ... ] es sólo una reminiscencia de un suceso». Mucho después, en la 25º de sus Conferencias de introducción (1916-17), retomó este punto manifestando su creencia de que el «núcleo» de un afecto «es la repetición de determinada vivencia significativa» (AE, 16, pág. 360). Recordó allí, asimismo, la explicación que antes había dado de los ataques histéricos como revivencias de sucesos infantiles (1909a; AE, 9, pág. 210), y añadió como conclusión que «el ataque histérico es comparable a un afecto individual neoformado, y el afecto normal, a la expresión de una histeria general que se ha hecho hereditaria». Esta teoría es repetida en términos casi iguales en la presente obra.
Sea cual fuere el papel cumplido por esta teoría de los afectos en la anterior explicación de Freud sobre la forma de la angustia, fue esencial en su nueva explicación, que salió a la luz, en apariencia sin antecedentes, en una nota al pie agregada en la segunda edición de La interpretación de los sueños (1900a). (ver nota)(199) Altérmino de un examen de las fantasías sobre la vida en el vientre materno, dice (destacando la frase con bastardillas): «El acto del nacimiento es, por lo demás, la primera vivencia de angustia y, en consecuencia, la fuente y el modelo del afecto de angustia» (AE, 5, pág. 403). Esa edición se publicó en 1909, pero el prólogo está fechado en el «verano de 1908». Una posible pista sobre la súbita aparición en ese momento de esta idea revolucionaria la da el prólogo que muy poco tiempo atrás (está fechado en «marzo de 1908») escribiera para el libro de Stekel sobre los estados de angustia (Freud, 19081). Cierto es que en ese prólogo no hay el mínimo indicio de la nueva teoría, y que en su obra Stekel parece aceptar explícitamente la teoría anterior sobre el vínculo entre angustia y coito; pero es indudable que Freud había vuelto a dirigir su interés hacia el problema, y fue tal vez entonces cuando revivió en él un antiguo recuerdo de un suceso que narró más tarde, al examinar la angustia en las Conferencias de introducción (1916-17). Me refiero a la historia que, como anécdota cómica, contara en una reunión de médicos uno de los jóvenes asistentes: una partera, al preguntársele en el examen qué significaba la aparición de meconio en el agua del nacimiento, respondió: «Que el niño está angustiado». «Se rieron de ella y la reprobaron», continúa Freud, «pero yo [ ... ] empecé a sospechar que esa pobre mujer del pueblo había puesto certeramente en descubierto un nexo importante» (AE, 16, págs. 361-2). Este recuerdo debía remontarse a 1884, pero al parecer Freud no lo mencionó nunca hasta esa conferencia de 1917; es posible que su lectura del libro de Stekel lo reavivara, dando lugar al surgimiento en 1908 de la nueva teoría, que en adelante ya no sería abandonada por él. Le confirió un sitio de especial prominencia en «Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre» (1910h), AE, 11, pág. 166, trabajo cuyo contenido esencial ya había sido expuesto ante la Sociedad Psicoanalítica de Viena en mayo de 1909; y las actas de la Sociedad correspondientes a noviembre de ese año, citadas por Jones (1955, pág. 494), nos lo presentan señalando que el niño tiene su primera vivencia de angustia en el propio acto de su nacimiento.
Tras esa conferencia de 1917, el problema quedó en barbecho por algunos años, hasta reaparecer repentinamente en El yo y el ello (1923b), donde se dice que el nacimiento es «el primer gran estado de angustia» (AE, 19, pág. 59). Con esto llegamos a la época en que Rank publicó Das Trauma der Geburt {El trauma del nacimiento}. El nexo cronológico entre esa afirmación de Freud y la obra de Rank no está del todo claro. El yo y el ello viola luz en abril de 1923; la portada del libro de Rank lleva como fecha « 1924 », pero en su última página se lee: «escrito en abril de 1923», y en la dedicatoria se declara que le fue «obsequiado» a Freud el 6 de mayo de 1923 (día de su cumpleaños). Si bien Jones (1957, pág. 60) sostiene expresamente que Freud no lo leyó antes de su publicación en diciembre de ese año, ya en setiembre de 1922 este se hallaba al tanto de las ideas generales de Rank, y sin duda eso basta para justificar la referencia al nacimiento en El yo y el ello. (ver nota)(200)
En su obra, Rank iba mucho más allá de la mera adopción de las elucidaciones de Freud sobre la forma de la angustia. Argumentaba que todos los posteriores ataques de angustia son intentos de «descargar por abreacción» el trauma del nacimiento. Con similares argumentos

150
explicaba todas las neurosis -destronando así, dicho sea de paso, el complejo de Edipo-, y proponía una nueva técnica terapéutica basada en la superación de ese trauma. Los comentarios publicados de Freud sobre el libro de Rank fueron aparentemente favorables en un comienzo(201); pero en Inhibición, síntoma y angustia se puso de manifiesto un cambio radical y definitivo en esas opiniones. El rechazo de las concepciones de Rank estimuló a Freud para reconsiderar las suyas propias, y la presente obra es el resultado de ello.
James Strachey
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 20 / ¿Pueden los legos ejercer el análisis?. Diálogos con un juez imparcial (1926)
¿Pueden los legos ejercer el análisis?. Diálogos con un juez imparcial (1926)Die Frage der Laienanalyse
Unterredungen mit einem Unparteiischen
Ediciones en alemán
1926 Leipzig, Viena y Zurich: Internationaler Psychoanalytischer Verlag, 123 págs.
1928 GS, 11, págs. 307-84.
1948 GW, 14, págs. 209-86.
1975 SA, «Ergänzungsband» {Volumen complementario}, págs. 271-341.
«Nachwort zur Die Frage der Laienanalyse»
1927 Int. Z. Psychoanal., 13, nº 3, págs. 326-32.
1928 GS, 11, págs. 385-94.
1948 GW, 14, págs. 287-96.
1975 SA, «Ergänzungsband» {Volumen complementario}, págs. 342-9.
Traducciones en castellano
1928 El análisis profano. BN (17 vols.), 12, págs. 5-90. Traducción de Luis López-Ballesteros.
1943 Igual título. EA, 12, págs. 7-92. El mismo traductor.
1948 Análisis profano (Psicoanálisis y medicina). BN (2 vols.), 2, págs. 751-86. El mismo traductor.
1953 El análisis profano. SR, 12, págs. 7-71. El mismo traductor.
1968 Análisis profano (Psicoanálisis y medicina). BN (3 vols.), 2, págs. 843-78. El mismo traductor.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, pág. 2911-53. El mismo traductor.
1955 «Apéndíce a la discusión sobre El análisis profano». SR, 21, págs. 227-36. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 498-505. 1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, págs. 2954-9.
Fragmentos del trabajo original, con el título «Psychoanalyse und Kurpfuscherei» {Psicoanálisis y curanderismo}, se incluyeron en el Almanach 1927, publicado en setiembre de 1926 (más o menos por la misma época en que apareció el libro).
En el primer semestre de 1926 se inició en Viena una causa judicial contra Theodor Reik, miembro prominente de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, que no era médico. Basándose en informaciones de una persona a la que había tratado psicoanalíticamente, se le imputó trasgredir una antigua ley austríaca contra el «curanderismo», que declaraba ilegal el tratamiento de pacientes por alguien que no tuviese el título de médico. Freud intervino al punto enérgicamente. En rigor, ya venía defendiendo la posición de Reik y del análisis ejercido por legos desde 1924. En una carta inédita que escribió a Abraham el 11 de noviembre de ese año le decía: «El fisiólogo Durig, miembro jerárquico del Consejo de Salud y, como tal, dotado de alta autoridad oficial, solicitó mi opinión sobre el análisis ejercido por legos. Se la di por escrito y luego discutí el tema con él, y esto dio lugar a un amplio acuerdo entre ambos». Pese a dicho acuerdo, el Consejo Municipal de Viena prohibió oficialmente a Reik, al parecer, la práctica del psicoanálisis en febrero de 1925. (ver nota)(202)
Freud comenzó a redactar el presente opúsculo a fines de junio de 1926, para su publicación

151
inmediata; fue impreso antes de fines de julio y publicado en setiembre. En parte, quizá, como consecuencia de su intervención, pero también en parte porque las pruebas contra Reik eran insuficientes, el fiscal dio por cerrada la causa luego de una investigación preliminar. (ver nota)(203)
Pero el asunto no paró allí. La publicación del opúsculo de Freud trajo a primer plano las grandes diferencias de opinión existentes dentro de las propias asociaciones psicoanalíticas en cuanto a la admisibilidad del ejercicio del psicoanálisis por personas sin título médico. Era, pues, conveniente ventilar la cuestión, y en 1927 se dio a publicidad una larga serie de ponderadas declaraciones (28 en total) de analistas de varios países en las dos revistas psicoanalíticas oficiales -en alemán, en Internatíonale Zeitschrift (13, partes 1, 2 y 3), y en inglés, en Internatíonal Journal (8, partes 2 y 3)-. El propio Freud puso término a esta serie de pronunciamientos con un «Epílogo» en el que respondió a las argumentaciones de sus opositores y expuso de nuevo sus puntos de vista.
En el tercer volumen de su biografía sobre Freud, Ernest Jones dedicó un capítulo a la detallada reseña de esos puntos de vista (1957, págs. 309 y sigs.). Desde los primeros tiempos, Freud sostuvo firmemente que el psicoanálisis no debía ser considerado como de competencia exclusiva de la profesión médica. La primera publicación en que expresó esta opinión parece ser su introducción al libro de Pfister (Freud, 1913b); el 18 de julio de 1926 envió a Neue Freie Presseuna carta sobre este mismo tema; y en otra carta citada por Jones (1957, pág. 323), que data de 1938, cuando se aproximaba el fin de su vida, declaró: «No he abjurado nunca de estas opiniones y las sostengo con mayor insistencia aún que antes». Pero es en la presente obra donde discutió más cabal y puntillosamente el problema.
Aparte de esa cuestión, en estas páginas Freud hizo quizá su más feliz descripción de la teoría y práctica del psicoanálisis, escrita en su estilo más ágil y vivaz. La parte teórica, en especial, posee, con respecto a sus obras de divulgación anteriores, la ventaja de haber sido redactada luego de la gran clarificación de sus concepciones sobre la estructura de la psique en El yo y el ello (1923b).
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 20 / Psicoanálisis (1926)
Psicoanálisis (1926)
«Psycho.Analysis»
Primera edición
(1925 Fecha probable de redacción del trabajo.)
1926 En Encyclopaedia Britannica, 13º ed., vol. supl. 3, págs. 253-5. Trad. de J. Strachey. (1929, 14º ed., 18, págs. 672-4; reimpresión de la anterior.)
Ediciones en alemán
1934 GS, 12, págs. 372-80.
1934 Almanach 1935, págs. 9-17. (No incluye bibliografía.)
1935 Z. Psychoanal. Pádag., 9, nº 2, págs. 73-80. (Incluye bibliografía.)
1948 GW, 14, págs. 299-307. (Incluye bibliografía.)
Traducciones en castellano
1955 «Psicoanálisis: escuela freudiana». SR, 21, págs. 217- 26. Traducción de Ludovico Rosenthal. (Incluye bibliografía.)
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 492-8. (Incluye bibliografía.)
1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, págs. 2904-9. (Incluye bibliografía.)
La decimoprimera edición de la Encyclopaedia Britannica, publicada en 1910-11, no contenía referencia alguna al psicoanálisis. Luego de la Primera Guerra Mundial, en 1922, apareció la conocida como «decimosegunda edición», consistente en la anterior más tres «nuevos volúmenes», y tampoco en ella se hacía alusión a aquel tema. Poco después se decidió publicar una «decimotercera edición», que habría de constar una vez más de la decimoprimera y tres «nuevos volúmenes suplementarios », sólo que estos últimos serían diferentes de los que compusieron la «decimosegunda edición». En esta oportunidad se estimó necesario incluir un artículo sobre el psicoanálisis, y la colaboración le fue solicitada al propio Freud. Sin duda a este le alegró el pedido, ya que la Encyc Iopaedia Britannica ocupaba un cálido sitio en su corazón: mientras preparaba Tótem y tabú (1912-13), le escribió a Ernest Jones (el 24 de febrero de 1912) dándole la lista de todas las fuentes autorizadas que había consultado, y al final decía con evidente orgullo: «Ahora hasta estoy en posesión de la EncycIopaedia Britannica, 11º ed., 1911»

152
(Jones, 1953, pág. 395). Y siempre estaba ávido por consultarla. (ver nota)(204) Además, ya en 1924 había escrito un largo artículo sobre el psicoanálisis para una compilación en dos volúmenes publicada por los editores de la Encyclopaedia Britannica bajo el título These Eventful Years: The Twentieth Century in the Making, as Told by Many of its Makers {Estos años memorables: cómo se fue forjando el siglo veinte, según el relato de muchos de sus hacedores}. (ver nota)(205)
Había trascurrido un breve lapso desde la publicación de la decimotercera edición cuando se vio la necesidad de producir una edición totalmente nueva de la obra en su conjunto. Hubo un intento de remplazar el artículo de Freud por otro diferente, pero gracias a los esfuerzos aunados de Ernest Jones y del propio Freud la idea se frustró, de modo tal que se lo dejó inmodificado en la «decimocuarta edición» 1929) y en todas las subsiguientes.
No obstante, cuando en 1934 salió a luz el original alemán de este trabajo se comprobó que desde el principio se habían introducido en la versión inglesa cierto número de cambios pequeños pero no intrascendentes. Por ejemplo, el título del artículo, que en el original era «Psicoanálisis», en esa versión aparecía como «Psicoanálisis: escuela freudiana(206)»; una referencia poco halagüeña a Jung y a Adler había sido eliminada, y se habían insertado subtítulos que no parecen contribuir a que se siga el hilo de la argumentación de Freud.
Para nuestros presentes propósitos, hemos creído que lo mejor era volver al original alemán tal como fue preparado por Freud, indicando en notas a pie de página las más importantes divergencias con respecto a la versión publicada en la Encyclopaedia.
James Strachey
Había trascurrido un breve lapso desde la publicación de la decimotercera edición cuando se vio la necesidad de producir una edición totalmente nueva de la obra en su conjunto. Hubo un intento de remplazar el artículo de Freud por otro diferente, pero gracias a los esfuerzos aunados de Ernest Jones y del propio Freud la idea se frustró, de modo tal que se lo dejó inmodificado en la «decimocuarta edición» 1929) y en todas las subsiguientes.
No obstante, cuando en 1934 salió a luz el original alemán de este trabajo se comprobó que desde el principio se habían introducido en la versión inglesa cierto número de cambios pequeños pero no intrascendentes. Por ejemplo, el título del artículo, que en el original era «Psicoanálisis», en esa versión aparecía como «Psicoanálisis: escuela freudiana(206)»; una referencia poco halagüeña a Jung y a Adler había sido eliminada, y se habían insertado subtítulos que no parecen contribuir a que se siga el hilo de la argumentación de Freud.
Para nuestros presentes propósitos, hemos creído que lo mejor era volver al original alemán tal como fue preparado por Freud, indicando en notas a pie de página las más importantes divergencias con respecto a la versión publicada en la Encyclopaedia.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 20 / Alocución ante los miembros de la Sociedad B'nai B'rith (1941 [1926])
Alocución ante los miembros de la Sociedad B'nai B'rith (1941 [1926])«Ansprache, an die Mitglieder des Vereins B'nai B'rith» Edición en alemán
1941 GW, 17, págs. 51-3.
Traducciones en castellano
1955 «Discurso a los miembros de la Sociedad B'nai B'rith». SR, 21, págs. 55-8. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 387-8.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, págs. 3229-30.
Este discurso fue leído en nombre de Freud durante una de las reuniones de la Sociedad B'nai B'rith, realizada el 6 de mayo de 1926 en homenaje al 70ºcumpleaños de aquél. Fue precedido por una presentación muy elogiosa que hizo de él su médico, el profesor Ludwig Braun.
La Sociedad B'nai B'rith (Hijos del Pacto) es una entidad con fines culturales, intelectuales y de beneficencia, representativa de los intereses de los judíos. Fundada en Estados Unidos a mediados del siglo xix, tiene filiales en muchos lugares del mundo. Como se verá enseguida, Freud se unió al grupo de Viena en 1895, y durante muchos años acostumbró asistir regularmente a sus reuniones de los martes cada quince días. En diversas ocasiones pronunció allí conferencias; se conocen los temas acerca de los cuales versaron algunas: sobre los sueños, en diciembre de 1897 (Freud, 1950a, Carta 78); otra no determinada en marzo de 1900; sobre Lafécondité, de Zola(207), el 27 de abril de 1900 (Jones,1953, pág. 363); sobre La révolte des anges, de Anatole France (Sachs, 1945, pág. 103); y también leyó allí, en 1915, el segundo de los ensayos de su trabaio «De guerra y muerte. Temas de actualidad» (1915b)(Jones, 1955, pág. 415).
James Strachey

153
Traducciones en castellano
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 21
Notas introductorias del Volumen 21Notas introductorias del Volumen 21
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 21 / El porvenir de una ilusión. (1927)
El porvenir de una ilusión. (1927)Die Zukunft einer Illusion
Ediciones en alemán
1927 Leipzig, Viena y Zurich: Internationaler Psychoanalytischer Verlag, 91 págs. 1928 2ª ed. La misma editorial, 91 págs. (Sin modificaciones.) 1928 GS, 11, págs. 411-66. 1948 GW, 14, págs. 325-80. 1974 SA, 9, págs. 135-89.
1930 «El porvenir de una ilusíón». BN (17 vols.), 14, págs. 5-66. Traducción de Luis López-Ballesteros.
1943 Igual título. EA, 14, págs. 7-68. El mismo traductor.
1948 Igual, título. BN (2 vols.), 1, págs. 1277-303. Elmismo traductor.
1953 Igual título. SR, 14, págs. 7-54. El mismo traductor.
1967 Igual título. BN (3 vols.), 2, págs. 73-100. El mismo traductor.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, págs. 2961-92. El mismo traductor.
Freud comenzó a escribir esta obra en la primavera europea de 1927, la terminó en el mes de setiembre de ese año y fue publicada en noviembre.
En el «Posfacio» que añadió en 1935 a su Presentación autobiográfica (1925d) destacó que en los diez años anteriores se había producido un «cambio significativo» en sus escritos: «Tras el rodeo que a lo largo de mi vida di a través de las ciencias naturales, la medicina y la psicoterapia, mi interés regresó a aquellos problemas culturales que una vez cautivaron al joven apenas nacido a la actividad del pensamiento» (AE, 20, pág. 68). Por supuesto, varias veces había tocado tangencialmente esos problemas en dichos años -en especial, en Tótem y tabú (1912-13)- (ver nota(208)); pero con El porvenir de una ilusión inauguró una serie de estudios que habrían de constituir su preocupación primordial por el resto de su vida. De ellos, los más importantes son El malestar en la cultura (1930a), sucesor directo del que aquí presentamos; el examen de diversas filosofías de la vida en la última de sus Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a); sucarta abierta a Einstein, ¿Por qué la guerra? (1933b), y, por último, Moisés y la religión monoteísta (1939a), en el cual trabajó desde 1934 en adelante.
James Strachey

154
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 21 / El malestar en la cultura. (1930 [1929])
El malestar en la cultura. (1930 [1929])Das Unbehagen in der Kultur
Ediciones en alemán
1930 Leipzig, Viena y Zurich: Internationaler Psychoanalytischer Verlag, 136 págs. 1931 2ª 7 ed. La misma editorial, 136 págs. (Reimpreso de la 1ª edición algunos agregados.) 1934 GS, 12, págs. 29-114. 1948 GW, 14, págs. 421-506. 1974 SA, 9, págs. 191-270.
Traducciones en castellano
1944 «El malestar en la cultura». EA, 19, págs. 9-113. Traducción de Ludovico Rosenthal. 1955 Igual título. SR, 19, págs. 11-90. El mismo traductor. 1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 1-66. 1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, págs. 3017-67.
El primer capítulo del manuscrito original en alemán fue publicado poco antes que el resto del libro en Psychoanalytísche Bewegung, 1, nº 4, noviembre-diciembre de 1929. El quinto capítulo apareció por separado en la siguiente entrega de la misma revista, 2, n° 1, enero-febrero de 1930. En la edición de 1931 se añadieron dos o tres notas de pie de página y la oración final.
Freud concluyó El porvenir de una ilusión (1927c) en el otoño de 1927. Durante los dos años que siguieron produjo muy poco -principalmente, sin duda, a causa de su enfermedad-. Pero en el verano de 1929 comenzó a escribir una nueva obra, también de tema sociológico. El primer borrador estuvo terminado a fines de julio; el libro fue enviado a los impresores a comienzos de noviembre y publicado en realidad antes de fin de año, aunque en su portada figuraba como fecha «1930» (Jones, 1957).
El título que inicialmente eligió Freud fue «Das Unglück in der Kultur» {La infelicidad en la cultura}, pero más tarde remplazó «Unglück» por «Unbehagen»{malestar}. Como no era fácil encontrar en inglés un buen equivalente para esta palabra, en una carta a la señora Joan Rívíere, traductora de la obra a esa lengua, Freud le sugirió como título «Man's Discomfort in Civilization»; pero fue la propia señora Riviere la que propuso para la versión inglesa el título finalmente adoptado(209).
El tema principal del libro -el irremediable antagonismo entre las exigencias pulsionales y las restricciones impuestas por la cultura- puede rastrearse en los primeros escritos psicológicos de Freud. Así, por ejemplo, el 31 de mayo de 1897 le escribía a Fliess que «el incesto es antisocial; la cultura consiste en la progresiva renuncia a él» (Freud, 1950a, Manuscrito N), AE, 1, pág. 299; y un año más tarde, en su trabajo «La sexualidad en la etiología de las neurosis» (1898a), sostendría que se torna lícito «responsabilizar a nuestra civilización por la propagación de la neurastenia» (AE, 3, pág. 270). Sin embargo, en esos primeros escritos Freud no parece haber considerado que la represión era enteramente causada por influencias sociales externas. Aunque en los Tres ensayos de teoría sexual (1905d) se refirió al «vínculo de oposición existente entre la cultura y el libre desarrollo de la sexualidad» (AE, 7, pág. 221), en otro lugar de la misma obra hacía el siguiente comentario acerca de los diques que se levantan contra la pulsíón sexual durante el período de latencia: «En el niño civilizado se tiene la impresión de que el establecimiento de esos diques es obra de la educación, y sin duda alguna ella contribuye en mucho. Pero en realidad este desarrollo es de condícionamiento orgánico, fijado hereditariamente, y llegado el caso puede producirse sin ninguna ayuda de la educación».
La idea de que pudiera existir una «represión orgánica» que allanara el camino a la cultura (idea desarrollada en dos largas notas al pie al comienzo y al final del capítulo IV) se remonta también a ese período inicial. En una carta a Fliess del 14 de noviembre de 1897, Freud escribía que a menudo había vislumbrado «que en la represión coopera algo orgánico» (Freud, 1950a, Carta 75), AE, 1, pág. 310; y a continuación sugería, tal como lo haría luego en dichas notas al pie, que la adopción de la postura erecta y el remplazo del olfato por la vista como sentido predominante fueron factores de importancia en la represión. Una alusión aún más temprana a lo mismo aparece en una carta del 11 de enero de 1897 (ibid., Carta 55), AE, 1, pág. 282. Entre las obras publicadas, las únicas menciones a estos temas anteriores a la actual parecen ser un breve pasaje del análisis del «Hombre de las Ratas» (1909d), AE, 10, pág. 193, y otro más breve todavía en «Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa» (1912d), AE, 11, pág. 182. En particular, no se halla ningún análisis de las fuentes interiores más profundas de la cultura en «La moral sexual "cultural" y la nerviosidad moderna» (1908d) -con mucho, el examen más extenso de este tema que puede encontrarse en los escritos de Freud-, donde se recoge la impresión de que las restricciones propias de la cultura son impuestas desde afuera(210).

155
Pero, en verdad, no le fue posible a Freud evaluar claramente el papel cumplido en estas restricciones por las influencias interiores y exteriores, así como sus efectos recíprocos, hasta que sus investigaciones sobre la psicología del yo lo llevaron a establecer la hipótesis del superyó y su origen en las primeras relaciones objetales del individuo. Es por ello que un tramo tan extenso de la presente obra (en especial, en los capítulos VII y VIII) está dedicado a indagar y elucidar la naturaleza del sentimiento de culpa; y por ello también Freud declara su «propósito de situar al sentimiento de culpa como el problema más importante del desarrollo cultural». A su vez, sobre esto se edifica la segunda de las principales cuestiones colaterales tratadas en este trabajo (si bien ninguna de ellas es, en rigor de verdad, una cuestión colateral): la de la pulsión de destrucción.
La historia de los puntos de vista de Freud sobre la pulsión agresiva o de destrucción es complicada, y aquí sólo se la puede reseñar de manera sumaria. En sus escritos iniciales, la examinó predominantemente en el contexto del sadismo. Sus primeros análisis extensos del sadismo se hallan en Tres ensayos de teoría sexual (1905d), donde aparece como una de las «pulsiones parciales» que componen la pulsión sexual. En el primero de los ensayos dice: «El sadismo respondería, entonces, a un componente agresivo de la pulsión sexual, componente que se ha vuelto autónomo, exagerado, elevado por desplazamiento al papel principal» (AE, 7, pág. 143). Sin embargo, en el segundo ensayo reconocía la primitiva independencia de las mociones agresivas: «Tenernos derecho a suponer que las mociones crueles fluyen de fuentes en realidad independientes de la sexualidad, pero que ambas pueden entrar en conexión tempranamente ... ». Las fuentes independientes señaladas debían reconducirse a las pulsiones de autoconservación. En la edición de 1915 de los Tres ensayos se modificó este pasaje, consignando en su lugar que «la moción cruel proviene de la pulsión de apoderamiento» y eliminando la frase sobre su independencia respecto de la sexualidad. Pero ya en 1909, mientras libraba combate contra las teorías de Adler, Freud se había pronunciado de un modo mucho más terminante. En el caso del pequeño Hans (1909b) se lee: «No puedo decidirme a admitir una pulsión particular de agresión junto a las pulsiones sexuales y de autoconservación con que estamos familiarizados, y en un mismo plano con ellas» (AE, 10, pág. 112) (ver nota(211)). La hipótesis del narcisismo abonaba la renuencia a aceptar una pulsión agresiva independiente de la libido. Desde el comienzo se pensó que las mociones de agresividad, y también de odio, pertenecían a la pulsión de autoconservación, y como esta era ahora subsumida en la libido, no hacía falta suponer ninguna pulsión agresiva independiente. Y ello pese a la bipolaridad de las relaciones objetales, las frecuentes mezclas de amor y odio y el complicado origen del odio mismo. (Cf. «Pulsiones y destinos de pulsión» (1915c), AE, 14, págs. 132-3.) Hasta que Freud no estableció la hipótesis de una «pulsión de muerte» no salió a luz una pulsión agresiva realmente independiente; esto ocurrió en Más allá del principio de placer(1920g), en particular en el capítulo VI (AE, 18, págs. 51-3), si bien cabe destacar que incluso en ese escrito y en otros posteriores -p. ej., en el capítulo IV de El yo y el ello (1923b)- la pulsión agresiva era aún algo secundario, que derivaba de la primaria pulsíón de muerte, autodestructiva. Y lo mismo es válido para el presente trabajo -aunque aquí el énfasis recae mucho más en las manifestaciones exteriores de la pulsión de muerte- y para los subsiguientes exámenes del problema en la 32ªde las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a) y en diversos lugares de su Esquema del psicoanálisis (1940a). Resulta tentador, empero, citar un fragmento de una carta que dirigió Freud el 27 de mayo de 1937 a la princesa Marie Bonaparte(212) en el que parece sugerir que, en sus orígenes, la agresividad volcada hacia el mundo exterior poseía mayor independencia: «El vuelco de la pulsión agresiva hacia adentro es, desde luego, la contrapartida del vuelco de la libido hacia afuera, cuando esta pasa del yo a los objetos. Se podría imaginar un esquema según el cual originalmente, en los comienzos de la vida, toda la libido estaba dirigida hacia adentro y toda la agresividad hacia afuera, y que esto fue cambiando gradualmente en el curso de la vida. Pero quizás esto no sea cierto». Para ser justos debemos agregar que, en su siguiente carta a Marie Bonaparte, Freud le escribió: «Le ruego no adjudique demasiado valor a mis observaciones sobre la pulsión de destrucción. Fueron hechas en forma espontánea y tendrían que ser cuidadosamente sopesadas si se pensara en publicarlas. Además, contienen muy poco de nuevo».
Por todo lo dicho, se apreciará enseguida que El malestar en la cultura es una obra cuyo interés rebasa considerablemente a la sociología.
James Strachey
La historia de los puntos de vista de Freud sobre la pulsión agresiva o de destrucción es complicada, y aquí sólo se la puede reseñar de manera sumaria. En sus escritos iniciales, la examinó predominantemente en el contexto del sadismo. Sus primeros análisis extensos del sadismo se hallan en Tres ensayos de teoría sexual (1905d), donde aparece como una de las «pulsiones parciales» que componen la pulsión sexual. En el primero de los ensayos dice: «El sadismo respondería, entonces, a un componente agresivo de la pulsión sexual, componente que se ha vuelto autónomo, exagerado, elevado por desplazamiento al papel principal» (AE, 7, pág. 143). Sin embargo, en el segundo ensayo reconocía la primitiva independencia de las mociones agresivas: «Tenernos derecho a suponer que las mociones crueles fluyen de fuentes en realidad independientes de la sexualidad, pero que ambas pueden entrar en conexión tempranamente ... ». Las fuentes independientes señaladas debían reconducirse a las pulsiones de autoconservación. En la edición de 1915 de los Tres ensayos se modificó este pasaje, consignando en su lugar que «la moción cruel proviene de la pulsión de apoderamiento» y eliminando la frase sobre su independencia respecto de la sexualidad. Pero ya en 1909, mientras libraba combate contra las teorías de Adler, Freud se había pronunciado de un modo mucho más terminante. En el caso del pequeño Hans (1909b) se lee: «No puedo decidirme a admitir una pulsión particular de agresión junto a las pulsiones sexuales y de autoconservación con que estamos familiarizados, y en un mismo plano con ellas» (AE, 10, pág. 112) (ver nota(211)). La hipótesis del narcisismo abonaba la renuencia a aceptar una pulsión agresiva independiente de la libido. Desde el comienzo se pensó que las mociones de agresividad, y también de odio, pertenecían a la pulsión de autoconservación, y como esta era ahora subsumida en la libido, no hacía falta suponer ninguna pulsión agresiva independiente. Y ello pese a la bipolaridad de las relaciones objetales, las frecuentes mezclas de amor y odio y el complicado origen del odio mismo. (Cf. «Pulsiones y destinos de pulsión» (1915c), AE, 14, págs. 132-3.) Hasta que Freud no estableció la hipótesis de una «pulsión de muerte» no salió a luz una pulsión agresiva realmente independiente; esto ocurrió en Más allá del principio de placer(1920g), en particular en el capítulo VI (AE, 18, págs. 51-3), si bien cabe destacar que incluso en ese escrito y en otros posteriores -p. ej., en el capítulo IV de El yo y el ello (1923b)- la pulsión agresiva era aún algo secundario, que derivaba de la primaria pulsíón de muerte, autodestructiva. Y lo mismo es válido para el presente trabajo -aunque aquí el énfasis recae mucho más en las manifestaciones exteriores de la pulsión de muerte- y para los subsiguientes exámenes del problema en la 32ªde las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a) y en diversos lugares de su Esquema del psicoanálisis (1940a). Resulta tentador, empero, citar un fragmento de una carta que dirigió Freud el 27 de mayo de 1937 a la princesa Marie Bonaparte(212) en el que parece sugerir que, en sus orígenes, la agresividad volcada hacia el mundo exterior poseía mayor independencia: «El vuelco de la pulsión agresiva hacia adentro es, desde luego, la contrapartida del vuelco de la libido hacia afuera, cuando esta pasa del yo a los objetos. Se podría imaginar un esquema según el cual originalmente, en los comienzos de la vida, toda la libido estaba dirigida hacia adentro y toda la agresividad hacia afuera, y que esto fue cambiando gradualmente en el curso de la vida. Pero quizás esto no sea cierto». Para ser justos debemos agregar que, en su siguiente carta a Marie Bonaparte, Freud le escribió: «Le ruego no adjudique demasiado valor a mis observaciones sobre la pulsión de destrucción. Fueron hechas en forma espontánea y tendrían que ser cuidadosamente sopesadas si se pensara en publicarlas. Además, contienen muy poco de nuevo».
Por todo lo dicho, se apreciará enseguida que El malestar en la cultura es una obra cuyo interés rebasa considerablemente a la sociología.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 21 / Fetichismo. (1927)
Fetichismo. (1927)«Fetischismus»
Ediciones en alemán
1927 Almanach1928, págs. 17-24. 1927 Int. Z. Psychoanal., 13, nº 4, págs. 373-8.

156
1928 GS, 11, págs. 395-401.
1931 Sexualtheorie und Traumlehre, págs. 220-7.
1948 GW, 14, págs. 311-7.
1975 SA, 3, págs. 379-88.
Traducciones en castellano
1951 «Fetichismo». RP, 8, nº 1, págs. 83-7. Traducción de Verena Saslavsky.
1955 Igual título. SR, 21, págs. 237-44. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 505-10
1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, págs. 2993-6.
Este trabajo fue concluido a fines de la primera semana de agosto de 1927 (Jones, 1957) y publicado ese mismo otoño casi simultáneamente en el Almanach 1928 y en el último número de la Zeitschrift correspondiente a 1927.
En su primer examen del fetichismo, el incluido en los Tres ensayos de teoría sexual (1905d), Freud comentaba que «ninguna otra variante de la pulsión sexual que linde con lo patológico ha atraído tanto nuestro interés» (AE, 7, pág. 139), y en verdad volvió a ocuparse del tema en varias oportunidades. En aquella primera reseña no fue mucho más allá de sostener que «en la elección del fetiche se manifiesta la influencia persistente de una impresión sexual recibida casi siempre en la primera infancia»; y tamb ién se detuvo en ese punto cuando en su estudio sobre la Gradiva (Freud, 1907a), uno o dos años más tarde, hizo algunos comentarios al pasar acerca del fetichismo del pie (AE, 9, págs. 39-40). Su siguiente aproximación al tema parece haber sido un trabajo inédito, «Sobre la génesis del fetichismo», que leyó en la Sociedad Psicoanalítica de Viena el 24 de febrero de 1909 (Jones, 1955); desgraciadamente, no hemos tenido acceso a las Actas de dicha Sociedad. En esa época estaba a punto de preparar para su publicación el análisis del «Hombre de las Ratas» (1909d), y en este hacía un comentario novedoso acerca del vínculo del fetichismo con el placer de oler (AE, 10, pág. 193), que más adelante amplió en una nota al pie agregada en 1910 a la segunda edición de los Tres ensayos (AE, 7, pág. 141). Pero poco después de eso debe de haber discernido un nuevo y más importante vínculo, pues en esa misma nota al pie se halla su primera afirmación de que el fetiche ocupa el lugar del pene faltante de la mujer -lo cual había figurado destacadamente entre las teorías sexuales infantiles a las que poco tiempo atrás les dedicara un trabajo (1908c), AE, 9, págs. 192-4-. Esta nueva explicación del fetiche fue mencionada también por Freud en su estudio sobre Leonardo (1910c), AE, 11, pág. 90, publicado casi inmediatamente después de que apareciera la nota al pie de los Tres ensayos.
1931 Sexualtheorie und Traumlehre, págs. 220-7.
1948 GW, 14, págs. 311-7.
1975 SA, 3, págs. 379-88.
Traducciones en castellano
1951 «Fetichismo». RP, 8, nº 1, págs. 83-7. Traducción de Verena Saslavsky.
1955 Igual título. SR, 21, págs. 237-44. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 505-10
1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, págs. 2993-6.
Este trabajo fue concluido a fines de la primera semana de agosto de 1927 (Jones, 1957) y publicado ese mismo otoño casi simultáneamente en el Almanach 1928 y en el último número de la Zeitschrift correspondiente a 1927.
En su primer examen del fetichismo, el incluido en los Tres ensayos de teoría sexual (1905d), Freud comentaba que «ninguna otra variante de la pulsión sexual que linde con lo patológico ha atraído tanto nuestro interés» (AE, 7, pág. 139), y en verdad volvió a ocuparse del tema en varias oportunidades. En aquella primera reseña no fue mucho más allá de sostener que «en la elección del fetiche se manifiesta la influencia persistente de una impresión sexual recibida casi siempre en la primera infancia»; y tamb ién se detuvo en ese punto cuando en su estudio sobre la Gradiva (Freud, 1907a), uno o dos años más tarde, hizo algunos comentarios al pasar acerca del fetichismo del pie (AE, 9, págs. 39-40). Su siguiente aproximación al tema parece haber sido un trabajo inédito, «Sobre la génesis del fetichismo», que leyó en la Sociedad Psicoanalítica de Viena el 24 de febrero de 1909 (Jones, 1955); desgraciadamente, no hemos tenido acceso a las Actas de dicha Sociedad. En esa época estaba a punto de preparar para su publicación el análisis del «Hombre de las Ratas» (1909d), y en este hacía un comentario novedoso acerca del vínculo del fetichismo con el placer de oler (AE, 10, pág. 193), que más adelante amplió en una nota al pie agregada en 1910 a la segunda edición de los Tres ensayos (AE, 7, pág. 141). Pero poco después de eso debe de haber discernido un nuevo y más importante vínculo, pues en esa misma nota al pie se halla su primera afirmación de que el fetiche ocupa el lugar del pene faltante de la mujer -lo cual había figurado destacadamente entre las teorías sexuales infantiles a las que poco tiempo atrás les dedicara un trabajo (1908c), AE, 9, págs. 192-4-. Esta nueva explicación del fetiche fue mencionada también por Freud en su estudio sobre Leonardo (1910c), AE, 11, pág. 90, publicado casi inmediatamente después de que apareciera la nota al pie de los Tres ensayos.
Años más tarde, atrajo su atención el peculiar problema del origen del fetichismo del pie (al cual se hace referencia en el presente artículo). El 11 de marzo de 1914 leyó en la Sociedad Psicoanalítica de Viena otro trabajo, «Un caso de fetichismo del pie», que también permaneció inédito pero del cual por fortuna contamos con un resumen de Ernest Jones (1955). Allí se explicaba la elección del pie como fetiche por una pulsión de ver los genitales que quería alcanzar su objeto desde abajo, detenida en su camino por represión; esta explicación fue añadida en la tercera edición de los Tres ensayos, de 1915, a la nota al pie que antes mencionamos. En la 22ª de sus Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17), Freud informó sumariamente acerca de un historial clínico semejante.
Si bien el presente artículo tiene importancia porque compendia y amplía las anteriores concepciones de Freud acerca del fetichismo, su principal interés radica en algo muy diferente, a saber, el nuevo desarrollo metapsicológico que introduce. En los años precedentes, Freud había estado empleando el concepto de «desmentida» («Verleugnung»), especialmente en relación con las reacciones de los niños al notar la distinción anatómica entre los sexos (ver nota(213)). En este trabajo, basándose en nuevas observaciones clínicas, expone sus razones para suponer que esta «desmentida» implica necesariamente una escisión en el yo del sujeto. Al final de su vida, Freud retomó esta cuestión y extendió sus alcances; lo hizo en su artículo inconcluso sobre «La escisión del yo en el proceso defensivo» (1940e), publicado en forma póstuma, y en el capítulo VIII del Esquema del psicoanálisis (1940a), AE, 23, págs. 203-6. Pero aunque en estos dos lugares el fetichismo es especialmente considerado, Freud señala allí que la «escisión del yo» no es exclusiva de aquel sino que tiene lugar, en realidad, en muchas otras situaciones en que el yo enfrenta la necesidad de erigir una defensa -y esto último ocurre no sólo en la desmentida sino además en la represión-. (Ver nota(214)).
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 21 / El humor. (1927).
El humor. (1927).
«Der Humor»

157
Ediciones en alemán
1927 Almanach1928, págs. 9-16. 1928 Imago, 14, nº 1, págs. 1-6. 1928 GS, 11, págs. 402-8 1948 GW, 14, págs. 383-9. 1972 SA, 4, págs. 275-82.
Traducciones en castellano
1951 «El humor». RP, 8, n° 1, págs. 74-8. Traducción de Ludovico Rosenthal. 1955 Igual título. SR, 21, págs. 245-52. El mismo traductor. 1968 Igual título.BN (3 vols.), 3, págs. 510-4. 1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, págs. 2997-3000.
Freud escribió este artículo en cinco días en la segunda semana de agosto de 1927 (Jones, 1957), y fue leído en su nombre por Anna Freud el 1º de setiembre ante el 10º Congreso Psicoanalítico Internacional, celebrado en Innsbruck. En el otoño de ese mismo año fue publicado en el Almanachpsicoanalítico para 1928.
Tras un intervalo de más de veinte años, retorna aquí al tema examinado en la última sección de su libro sobre el chiste (1905c), considerándolo a la luz del nuevo cuadro estructural de la psique. Hacia el final del artículo emergen algunas interesantes cuestiones de metapsicología, y por primera vez se presenta al superyó bajo una faz amable.
James Strachey
1927 Almanach1928, págs. 9-16. 1928 Imago, 14, nº 1, págs. 1-6. 1928 GS, 11, págs. 402-8 1948 GW, 14, págs. 383-9. 1972 SA, 4, págs. 275-82.
Traducciones en castellano
1951 «El humor». RP, 8, n° 1, págs. 74-8. Traducción de Ludovico Rosenthal. 1955 Igual título. SR, 21, págs. 245-52. El mismo traductor. 1968 Igual título.BN (3 vols.), 3, págs. 510-4. 1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, págs. 2997-3000.
Freud escribió este artículo en cinco días en la segunda semana de agosto de 1927 (Jones, 1957), y fue leído en su nombre por Anna Freud el 1º de setiembre ante el 10º Congreso Psicoanalítico Internacional, celebrado en Innsbruck. En el otoño de ese mismo año fue publicado en el Almanachpsicoanalítico para 1928.
Tras un intervalo de más de veinte años, retorna aquí al tema examinado en la última sección de su libro sobre el chiste (1905c), considerándolo a la luz del nuevo cuadro estructural de la psique. Hacia el final del artículo emergen algunas interesantes cuestiones de metapsicología, y por primera vez se presenta al superyó bajo una faz amable.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 21 / Una vivencia religiosa. (1928 [1927])
Una vivencia religiosa. (1928 [1927])«Ein religlöses Erlebnis»
Ediciones en alemán
1928 Imago, 14, nº 1, págs. 7-10. 1928 GS, 11, págs. 467-70. 1928 Almanach 1929, págs. 9-12. 1948 GW, 14, págs. 393-6.
Traducciones en castellano
1930 «Una experiencia religiosa». BN (17 vols.), 14, págs. 283-6. Traducción de Luis López-Ballesteros. 1943 Igual título. EA, 14, págs. 293-6. El mismo traductor. 1948 Igual título. BN (2 vols.), 2, págs. 417-8. El mismo traductor. 1953 Igual título. SR, 14, págs. 226-9. El mismo traductor. 1967 Igual título. BN (3 vols.), 2, págs. 509-10. El mismo traductor. 1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, págs. 3001-3. El mismo traductor.

158
Este trabajo, publicado a comienzos de 1928, fue escrito, según Ernest Jones (1957}, a fines de 1927. El propio Jones nos informa que la visita de Viereck a Freud, punto de partida de los acontecimientos que desembocaron en la redacción del artículo, tuvo lugar a fines de junio de 1926. Viereck (un conocido periodista norteamericano que se interesó en el psicoanálisis) publicó su relato de la visita en el otoño siguiente; fue reimpreso en el volumen Glimpses of the Great (1930, págs. 28 y sigs.), y Jones of rece algunos fragmentos (loc. cit.).
La versión alemana que dio Freud de la carta que le enviara el médico norteamericano no coincide exactamente en su contenido con el texto inglés publicado en International journal of Psycho-Analysis, para el cual se utilizó presumiblemente el manuscrito original; las diferencias son, empero, insignificantes.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 21 / Dostoievski y el parricidio. (1928 [1927])
Dostoievski y el parricidio. (1928 [1927])
«Dostojewski und die Vatertötung»
Ediciones en alemán
1928 En Die Urgestalt der Brüder Karamasoff, R. Fülop Miller y F. Eckstein, eds., Munich, págs. xi-xxxvi.
1929 Almanach 1930, págs. 9-31.
1934 GS, 12, págs. 7-26.
1948 GW, 14, págs. 399-418.
1975 SA, 10, págs. 267-86.
Traducciones en castellano1948 «Dostoyevsky y el parricidio». BN (2 vols.), 2, págs. 1044-53. Traducción de Luis López-Ballesteros.
1955 Igual título. SR, 21, págs. 253-72. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1967 Igual título. BN (3 vols.), 2, págs. 1136-45. Traduccíón de Luis López-Ballesteros.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, págs. 3004-15. El mismo traductor.
A partir de 1925, los editores Fülóp-Miller y Eckstein, de Munich, comenzaron a publicar una serie de volúmenes suplementarios de la gran edición alemana de las obras de Dostoievski dirigida por Moeller van den Bruck, que se había completado pocos años antes. Los nuevos volúmenes, de igual formato que los de aquella edición, contenían escritos póstumos, manuscritos inconclusos y material de varias fuentes que arrojaban luz sobre el carácter y la obra del escritor ruso. Uno de ellos estaba destinado a reunir bocetos y borradores relacionados con Los hermanos Karamazov, así como un análisis de los orígenes de este libro; y los editores estaban ansiosos por persuadir a Freud de que redactase una introducción acerca de la psicología tanto del libro como de su autor. Aparentemente, tomaron contacto con él a comienzos de 1926, y Freud empezó a escribir su ensayo a fines de junio de ese año. Sin embargo, la urgente necesidad de dar a conocer su folleto sobre el análisis ejercido por legos (1926e), en vista del proceso judicial iniciado contra Theodor Reik, lo apartó de la tarea (cf. AE, 20, págs. 168-9). De ahí en más parece haber perdido interés por ese ensayo, sobre todo, como nos relata Ernest Jones (1957), luego de haber encontrado un libro de Neufeldisobre el mismo tema, el cual, según apuntó Freud en una nota al pie (pág. 191) -con notable modestia, destaquémoslo-, contenía la mayoría de las ideas que él estaba expresando. No está claro en qué momento retomó la redacción del ensayo. Jones (loc. cit.) sugiere que lo había concluido ya a comienzos de 1927; pero esto no parece muy probable, pues la novela de Stefan Zweig de la que se ocupa la parte final del ensayo apareció en 1927. El volumen en el que se incluyó como introducción el ensayo de Freud (titulado La versión original de «Los hermanos Karamazov») sólo se publicó en el otoño de 1928.
El ensayo consta de dos partes bien definidas. La primera trata del carácter de Dostoievski en general, su masoquismo, su sentimiento de culpa, sus ataques «epileptoides» y su actitud dual en lo atinente al complejo de Edipo. La segunda analiza en especial su pasión por el juego e incluye el relato de una novela breve de Stefan Zweig que esclarece la génesis de esa afición. Como se puede apreciar en la carta posterior de Freud a Theodor Reik que publicamos en el apéndice de este trabajo, esas dos partes del ensayo están más íntimamente vinculadas de lo que parece a primera vista.

159
Tal vez el ensayo muestre señales de un trabajo «circunstancial» hecho a pedido, pero contiene mucho de interés; por ejemplo, las primeras consideraciones sobre los ataques histéricos desde que escribiera su temprano trabajo acerca de este tema veinte años atrás (1909a), así como una reformulación de sus últimas concepciones sobre el complejo de Edipo y el sentimiento de culpa, y un esclarecimiento colateral del problema de la masturbación que no ha de hallarse en su anterior examen de este (1912f). Pero, por sobre todas las cosas, tuvo aquí oportunidad de expresar sus puntos de vista acerca de un escritor a quien él ubicó en primerísima línea.
James Strachey
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 21 / Carta a M. Leroy sobre un sueño de Descartes. (1929)
Carta a M. Leroy sobre un sueño de Descartes. (1929)«Brief an Maxim [sic] Leroy: Über einen Traum des Cartesius»
Ediciones en francés
1929 En M. Leroy, Descartes, le philosophe au masque, París: Editions Rieder, 1, págs. 89-90. (En francés.)
1934 GS, 12, págs. 403-5. (Reimpresión de la carta de Freud y extractos del libro de Leroy. En francés.)
1948 GW, 14, págs. 558-60. (Reimpresión de la anterior.)
Traducciones en castellano
1955 «Carta a Maxim Leroy sobre un sueño de Descartes». SR, 19, págs. 203-8. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 137-9.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, págs. 3094-5.
No se cuenta con el manuscrito original de esta carta en alemán. Su versión al francés fue hecha ciertamente por Leroy.
Mientras estaba preparando su libro sobre Descartes, Maxime Leroy (1929) sometió a Freud una serie de sueños del filósofo(215) para que se los comentara. No podemos saber con exactitud qué relato de los sueños le dio Leroy a Freud, pues las ediciones alemanas no reproducen el texto de su carta sino que citan meramente la descripción contenida en el volumen publicado de Leroy -en el que también incluyó este la traducción de la respuesta de Freud-.
Aparentemente, el relato original de los sueños de Descartes y la interpretación formulada por él ocupaban las páginas iniciales de un manuscrito conocido como «Olympica», escrito probablemente en el invierno de 1619-20 y que se ha perdido. Empero, un abate del siglo xvii, Adrien Baillet, pudo verlo y publicó una paráfrasis que contenía algunas citas del original latín en su libro La vie de Monsieur Des-Cartes (169 1, 1; el relato de los sueños figura en págs. 81-5). Leroy se basó en esta versión, pero parece seguro que Freud estudió el texto completo de Baillet, ya que en su respuesta menciona el «melón de un país extranjero» (frase que aparecía en la trascripción del abate) allí donde Leroy habla simplemente del «melón».
También Leibniz tuvo acceso al manuscrito «Olympica» y tomó nota de algunos fragmentos; pero lamentablemente estas notas sólo incluyen una breve referencia a los sueños: «Somnium 1619, nov. in quo carmen 7 cujus initium: Quod vitae sectabor iter? ... Auson(216)». Como Leíbniz no dice en ningún lugar que ha visto la «explicacíón» de los sueños, Leroy se inclinó a suponer que esta había sido, al menos en gran parte, fabricada por el abate Baillet, y en su libro expresa esta opinión de la cual, sin embargo, no parece haber llegado a Freud ninguna referencia (ver nota(217)).
La versión de los sueños publicada por Leroy (1929, 1, pág. 84), paráfrasis de la de Baillet, aparece (en francés) en una nota al pie en las ediciones alemanas. Reza así:
«Entonces, en la noche, donde todo es fiebre, huracán, pánico, unos fantasmas se elevan ante el soñante. Intenta levantarse para ahuyentarlos. Pero vuelve a caer, avergonzado de sí

160
mismo, sintiendo que una gran debilidad lo incomoda en el costado derecho. Bruscamente se abre una ventana de su habitación. Espantado, siente que lo arrastran las ráfagas de un viento impetuoso que lo obliga a hacer piruetas girando varías veces sobre su pie izquierdo.
»Arrastrándose y titubeante, llega ante los edificios del colegio donde ha sido educado. En un desesperado esfuerzo intenta entrar en la capilla a fin de cumplir con sus plegarias. En ese momento pasan unas personas. Quiere detenerse, hablarles; nota que una de ellas lleva un melón. Pero un viento violento lo rechaza hacia la capilla.
»Abre entonces los ojos, atenaceado por un vivo dolor en el costado izquierdo. No sabe si sueña o si está despierto. A medias dormido, se dice que un genio maligno ha querido seducirlo, y entonces murmura alguna plegaria para exorcizarlo.
»Vuelve a dormirse. Un trueno lo despierta, que llena la habitación de chispas. Una vez más se pregunta si duerme o vela, si es sueño o ensoñación, abriendo y cerrando los ojos para alcanzar la certeza; luego, tranquilizado, se adormece, pues la fatiga triunfa sobre él.
»Sobreexcitado por esos rumores y esos sordos sufrimientos, Descartes abre un diccionario, luego una antología poética. Ese explorador intrépido sueña con este verso: "Quod vitae sectabor iter?". ¿Un nuevo viaje al país de los sueños? En ese momento, se presenta de pronto un hombre a quien no conoce; pretende hacerle leer un fragmento de Ausonio que comienza con estas palabras: "Est et non(218)".' Pero ese hombre desaparece y llega otro. También el libro se desvanece y al reaparecer está adornado con retratos grabados en talla dulce. Al fin, la noche se apacigua».
La explicación de los sueños, que Leroy toma de Baillet, figura, asimismo, como nota al pie en las ediciones alemanas, y es la siguiente:
«Juzgó que el Diccionario significaba en verdad la suma de todas las ciencias, y que la antología poética intitulada Corpus poetarum designaba en particular, y expresamente, la unión de filosofía y sabiduría. [ ... ] Prosiguiendo, todavía dormido, la interpretación de su sueño, Descartes conjeturó que el verso sobre la incertidumbre del género de vida que debía elegirse y que comienza con "Quod vitae sectabor iter?" representaba el buen consejo de un sabio o aun la teología moral...
»Entendió que los poetas reunidos en la antología significaban la Revelación y el Entusiasmo, con que no desesperaba de ser favorecido; y al verso "Est et non", que es el Sí y el No de Pitágoras, lo comprendió como la verdad y la falsedad en los conocimientos humanos y las ciencias profanas. Y viendo que la aplicación de todas esas cosas se conseguía tan a su placer, tuvo suficiente audacia para persuadirse de que mediante ese sueño el Espíritu de la Verdad había querido abrirle los tesoros de todas las ciencias. Y como no le quedaban por explicar sino los pequeños retratos en talla dulce que había hallado en el segundo libro, dejó de buscar la explicación luego de la visita que un pintor italiano le hizo al día siguiente.
»Este último sueño, cuyo contenido sólo había sido muy "dulce" y agradabilísimo, según él señalaba el futuro: y no se refería sino a lo que debía ocurrirle el resto de su vida. Pero tomó los dos precedentes como amenazadoras advertencias sobre su vida pasada, que acaso no había sido tan inocente ante Dios como ante los hombres. Y creyó que esa era la razón del terror y del espanto que habían acompañado a esos dos sueños. El melón que se le quiso obsequiar en el primer sueño significaba -se dijo- los encantos de la soledad, pero presentados por solicitaciones puramente humanas. El viento que lo empujaba hacia la iglesia del colegio cuando sentía un dolor en el costado derecho no era sino el Genio Maligno que trataba de arrojarlo por la fuerza a un lugar adonde él quería dirigirse voluntariamente. Fue por eso que Dios no permitió que avanzara más ni se dejara arrastrar a un lugar santo por un espíritu que él no había enviado -aunque estaba muy persuadido de que el Espíritu de Dios fue el que le había hecho dar los primeros pasos hacia esa iglesia-. A su entender, el espanto que lo abrumó en el segundo sueño figuraba su sindéresis, es decir, los remordimientos de su conciencia tocantes a los pecados que podía haber cometido en el curso de su vida hasta entonces. El rayo cuyo fragor oyó era la señal del espíritu de la verdad que descendía sobre él para poseerlo».James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 21 / Premio Goethe. (1930)
Premio Goethe. (1930)«Goethe-Preis, 1930»
Ediciones en alemán
«Brief an Dr. Alfons Paquet»
1930 Psychoanal. Bewegung, 2, n° 5, setiembre-octubre, pág. 419. 1934 GS, 12, págs. 406-7.

161
1948 GW, 14, págs. 545-6. 1975 SA, 10, pág. 291.
«Ansprache im Frankfurter Goethe-Haus»
1930 Psychoanal. Bewegung, 2, nº 5, setiembre-octubre, págs. 421-6. 1934 GS, 12, págs. 408-11. 1948 GW, 14, págs. 547-50. 1975 SA, 10, págs. 292-6
Traducciones en castellano
1955 «Carta al doctor Alfons Paquet». SR, 20, págs. 233-4. Traducción de Ludovico Rosenthal. 1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 346-7.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, pág. 3068. 1955 «Discurso en la casa de Goethe, en Francfort». SR, 20, págs. 234-8. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 347-51. 1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, págs. 3068-71.
En 1927, la ciudad de Francfort instituyó el «Prernio Goethe», que sería concedido anualmente a «una personalidad que se haya destacado por su obra y cuya influencia creadora sea digna del homenaje tributado a la memoria de Goethe». Los tres primeros beneficiarios de este premio fueron el poeta Stefan George, el médico, misionero y músico Albert Schweitzer, y el filósofo Leopold Ziegler. La suma acordada era de 10.000 Reichsmark.
A propuesta de Alfons Paquet, conocido hombre de letras y secretario del Consejo de Administración que regenteaba ese Fondo, se resolvió otorgar a Freud el premio correspondiente a 1930. Paquet se lo anunció en una carta fechada el 26 de julio de 1930 y que fue impresa en Psychoanalytische Bewegung, 2, nº 5, págs. 417-8. En ella le decía, entre otros conceptos:
«Ansprache im Frankfurter Goethe-Haus»
1930 Psychoanal. Bewegung, 2, nº 5, setiembre-octubre, págs. 421-6. 1934 GS, 12, págs. 408-11. 1948 GW, 14, págs. 547-50. 1975 SA, 10, págs. 292-6
Traducciones en castellano
1955 «Carta al doctor Alfons Paquet». SR, 20, págs. 233-4. Traducción de Ludovico Rosenthal. 1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 346-7.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, pág. 3068. 1955 «Discurso en la casa de Goethe, en Francfort». SR, 20, págs. 234-8. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 347-51. 1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, págs. 3068-71.
En 1927, la ciudad de Francfort instituyó el «Prernio Goethe», que sería concedido anualmente a «una personalidad que se haya destacado por su obra y cuya influencia creadora sea digna del homenaje tributado a la memoria de Goethe». Los tres primeros beneficiarios de este premio fueron el poeta Stefan George, el médico, misionero y músico Albert Schweitzer, y el filósofo Leopold Ziegler. La suma acordada era de 10.000 Reichsmark.
A propuesta de Alfons Paquet, conocido hombre de letras y secretario del Consejo de Administración que regenteaba ese Fondo, se resolvió otorgar a Freud el premio correspondiente a 1930. Paquet se lo anunció en una carta fechada el 26 de julio de 1930 y que fue impresa en Psychoanalytische Bewegung, 2, nº 5, págs. 417-8. En ella le decía, entre otros conceptos:
«El Consejo de Administración del Fondo, al discernirle a usted el premio, estimado profesor, desea expresar la alta estima que le merecen las revolucionarias consecuencias de las nuevas formas de investigación creadas por usted sobre las fuerzas plasmadoras de nuestro tiempo. Con el método estricto de la ciencia natural, y al mismo tiempo en una osada interpretación de los símiles acuñados por los poetas, su labor investigadora se ha abierto una vía de acceso hacia las fuerzas pulsionales del alma, creando así la posibilidad de comprender en su raíz la génesis y arquitectura de muchas formas culturales y de curar enfermedades para las que el arte médico no poseía hasta entonces las claves. Pero su psicología no sólo ha estimulado y enriquecido a la ciencia médica, sino también a las representaciones de artistas y pastores de almas, historiadores y educadores».
Freud, que a la sazón se hallaba pasando sus vacaciones en la región de Salzkammergut, respondió a la misiva el 3 de agosto(219). Como Paquet le explicaba en su carta, se acostumbraba entregar el premio el 28 de agosto de cada año, en una ceremonia que tenía lugar en la casa natal de Goethe en Francfort, y en la que el premiado debía pronunciar una conferencia que ilustrase su «íntimo vínculo» con el poeta. A causa de su enfermedad, Freud no pudo asistir, y el discurso que preparó fue leído por Anna Freud en la mencionada ceremonia.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 21 / Tipos libidinales. (1931)
Tipos libidinales. (1931)
«Über libidinöse Typen»
Ediciones en alemán

162
1931 Int. Z. Psychoanal., 17, n° 3, págs. 313-6.
1934 GS, 12, págs. 115-9.
1948 GW, 14, págs. 509-13.
1972 SA, 5, págs. 267-72.
Traducciones en castellano
1955 «Sobre los tipos libidinales». SR, 21, págs. 273-8. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 514-7.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, págs. 3074-6.
Este artículo, así como «Sobre la sexualidad femenina» (1931b), que le sigue, fue comenzado por Freud al iniciarse el año 1931 y concluido en el verano. Es un tardío agregado al muy pequeño número de trabajos suyos sobre caracterología. Si bien el tema ya había surgido en algunos escritos (p. ej., en El yo y el ello(1923b), AE, 19, págs. 30 y sigs.), sólo en dos se ocupó explícitamente de él: «Carácter y erotismo anal» (1908b) y «Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo psicoanalítico» (1916d). En el presente artículo el tema es examinado a la luz de su posterior concepción estructural de la psique.
James Strachey
1934 GS, 12, págs. 115-9.
1948 GW, 14, págs. 509-13.
1972 SA, 5, págs. 267-72.
Traducciones en castellano
1955 «Sobre los tipos libidinales». SR, 21, págs. 273-8. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 514-7.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, págs. 3074-6.
Este artículo, así como «Sobre la sexualidad femenina» (1931b), que le sigue, fue comenzado por Freud al iniciarse el año 1931 y concluido en el verano. Es un tardío agregado al muy pequeño número de trabajos suyos sobre caracterología. Si bien el tema ya había surgido en algunos escritos (p. ej., en El yo y el ello(1923b), AE, 19, págs. 30 y sigs.), sólo en dos se ocupó explícitamente de él: «Carácter y erotismo anal» (1908b) y «Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo psicoanalítico» (1916d). En el presente artículo el tema es examinado a la luz de su posterior concepción estructural de la psique.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 21 / Sobre la sexualidad femenina. (1931)
Sobre la sexualidad femenina. (1931)
«Über die weibliche Sexualitát»
Ediciones en alemán
1931 Int. Z. Psychoanal., 17, n° 3, págs. 317-32.
1934 GS, 12, págs. 120-40.
1948 GW, 14, págs. 517-37.
1972 SA, 5, págs. 273-92.
Traducciones en castellano *
1955 «Sobre la sexualidad femenina». SR 21, págs. 279.- 99. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 518-32.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, págs. 3077-89.
Aparentemente, el primer borrador de este trabajo fue escrito a fines de febrero de 1931, pero sólo se lo completó en el verano de dicho año (Jones, 1957.).
El presente estudio es en esencia una reformulación de los hallazgos que Freud había anunciado por primera vez seis años antes, en «Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos» (1925j), trabajo respecto del cual se hallarán consideraciones en mi correspondiente «Nota introductoria» (AE, 19, pág. 261). La publicación de aquel trabajo anterior tuvo notable repercusión entre los psicoanalistas, especialmente, tal vez, en Inglaterra, y es posible que ello haya estimulado a Freud para volver a abordar el tema. La última sección del presente artículo contiene críticas a algunos trabajos ajenos -cosa muy inusual en Freud-; y, curiosamente, parece tratar a esos trabajos cual si hubieran surgido de manera espontánea, y no (como claramente ocurrió) a modo de reacción frente a su propio revolucionario trabajo de 1925 -al cual, de hecho, no se refiere aquí en absoluto-
Pero hay uno o dos aspectos en que el presente artículo amplía el anterior: hace mayor hincapié (evidentemente, sobre la base de nuevo material clínico) en la intensidad y prolongada

163
duración de la ligazón preedípica de la niña con su madre, y lo que quizá sea aún más interesante, efectúa un extenso examen del elemento activo en la actitud de la niña hacia la madre y en la feminidad en general.
Alrededor de un año después de publicado este artículo, Freud retomó la cuestión de la sexualidad femenina en la 33ª de sus Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a), de una manera muy similar pero algo menos técnica, y añadiéndole algunas consideraciones sobre las características de las mujeres en su vida adulta.
James Strachey
Alrededor de un año después de publicado este artículo, Freud retomó la cuestión de la sexualidad femenina en la 33ª de sus Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a), de una manera muy similar pero algo menos técnica, y añadiéndole algunas consideraciones sobre las características de las mujeres en su vida adulta.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 22
Notas introductorias del Volumen 22Notas introductorias del Volumen 22
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 22 / Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933 [1932])
Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933 [1932])Neue Folge der Vorlesungen zur Einführung in die Psychoanalyse
Ediciones en alemán
1933 Viena: Internatíonaler Psychoanalytischer Verlag, 255 págs. 1934 GS, 12, págs. 151-345. 1940 GW, 15, iv + 206 págs. 1969 SA, 1, págs. 447-608.
Traducciones en castellano
1934 Nuevas aportaciones a la psicoanálisis. BN (17 vols.), 17, págs. 5-(?). Traducción de Luis López-Ballesteros. 1943 Igual título. EA, 17, págs. 9-211. El mismo traductor. 1948 Igual título. BN (2 vols.), 2, págs. 787-873. El mismo traductor. 1953 Igual título. SR, 17, págs. 7-162. El mismo traductor. 1967 Igual título.BN (3 vols.), 2, págs. 879-966. El mismo traductor. 1974 Nuevas lecciones introductorias al psicoanálisis. BN (9 vols.), 8, págs. 3101-206. El mismo traductor.
Las conferencias 30ª y 31ª fueron publicadas parcialmente en el Almanach 1933 (págs. 9-30 y 35-58), y la 34ª, tambíén parcialmente, en Psychoanalytische Bewegung, 4 (novíembre-clíciembre de 1932), págs. 481-97. Un resumen del propio Freud sobre la primera parte de la 30ª conferencia apareció, traducido al húngaro, en Magyar Hirlap (Budapest), 25 de diciembre de 1932 (Freud, 1932d).
164
Sabemos por Ernest Jones (1957, págs. 186-7) que, aunque este volumen llevaba en su portada la fecha «1933», en realidad apareció el 6 de diciembre de 1932 -repitiéndose así lo que aconteció con La interpretación de los sueños (1900a).
A comienzos de 1932, la empresa editora de trabajos psicoanalíticos (la «Verlag») se hallaba en una peligrosa situación financiera, y Freud concibió la idea de ir en su auxilio con una nueva serie («Neue Folge» en el título alemán) de conferencias introductorias. A fines de mayo ya tenía escritas la primera y la última, y a fines de agosto había puesto término a los siete capítulos del volumen.
Estas conferencias difieren de las primitivas (Freud, 1916-17) en varios aspectos, además del hecho de que nunca tuvo Freud la intención de pronunciarlas en público. Como señala en el «Prólogo», no son autónomas sino que en esencia constituyen escritos complementarios. Pero lo más llamativo son las diferencias que presentan entre sí en cuanto a su carácter. La primera, sobre los sueños, es apenas algo más que una síntesis de la parte II de la serie primitiva. En cambio, la tercera, cuarta y quinta (que versan, respectivamente, sobre la estructura de la psique, sobre la angustia y la teoría de las pulsiones, y sobre la psicología femenina) incorporan material y teorías totalmente nuevos, que (al menos en el caso de la tercera y la cuarta) se sumergen en consideraciones metapsicológicas y teóricas de una dificultad cuidadosamente evitada quince años atrás. Las tres restantes (o sea, la segunda conferencia y las dos últimas) se ocupan de una miscelánea de temas relacionados sólo de manera indirecta con el psicoanálisis, y lo hacen, por añadidura, en lo que podría llamarse un estilo popular. Lejos estamos de sugerir que carezcan de interés, pero sí exigen del lector un tipo y grado de atención muy distinto del que demandaban las conferencias anteriores. Ya sea que el lector quiera saber qué piensa Freud de la telepatía, la educación, la religión y el comunismo, o quiera conocer sus últimas concepciones del superyó, la angustia, la pulsíón de muerte y la fase preedípica en las niñas, por cierto encontrará en esta obra muchas cosas en que ocuparse.
James Strachey
A comienzos de 1932, la empresa editora de trabajos psicoanalíticos (la «Verlag») se hallaba en una peligrosa situación financiera, y Freud concibió la idea de ir en su auxilio con una nueva serie («Neue Folge» en el título alemán) de conferencias introductorias. A fines de mayo ya tenía escritas la primera y la última, y a fines de agosto había puesto término a los siete capítulos del volumen.
Estas conferencias difieren de las primitivas (Freud, 1916-17) en varios aspectos, además del hecho de que nunca tuvo Freud la intención de pronunciarlas en público. Como señala en el «Prólogo», no son autónomas sino que en esencia constituyen escritos complementarios. Pero lo más llamativo son las diferencias que presentan entre sí en cuanto a su carácter. La primera, sobre los sueños, es apenas algo más que una síntesis de la parte II de la serie primitiva. En cambio, la tercera, cuarta y quinta (que versan, respectivamente, sobre la estructura de la psique, sobre la angustia y la teoría de las pulsiones, y sobre la psicología femenina) incorporan material y teorías totalmente nuevos, que (al menos en el caso de la tercera y la cuarta) se sumergen en consideraciones metapsicológicas y teóricas de una dificultad cuidadosamente evitada quince años atrás. Las tres restantes (o sea, la segunda conferencia y las dos últimas) se ocupan de una miscelánea de temas relacionados sólo de manera indirecta con el psicoanálisis, y lo hacen, por añadidura, en lo que podría llamarse un estilo popular. Lejos estamos de sugerir que carezcan de interés, pero sí exigen del lector un tipo y grado de atención muy distinto del que demandaban las conferencias anteriores. Ya sea que el lector quiera saber qué piensa Freud de la telepatía, la educación, la religión y el comunismo, o quiera conocer sus últimas concepciones del superyó, la angustia, la pulsíón de muerte y la fase preedípica en las niñas, por cierto encontrará en esta obra muchas cosas en que ocuparse.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 22 / Sobre la conquista del fuego. (1932 [1931])
Sobre la conquista del fuego. (1932 [1931])«Zur Gewinnung des Feuers» Ediciones en alemán
1932 Imago, 18, nº 1, págs. 8-13.
1932 Almanach 1933, págs. 28-35.
1934 GS, 12, págs. 141-7.
1950 GW, 16, págs. 3-9.
1974 SA, 9, págs. 445-54.
Traducciones en castellano
1944 «De cómo se obtuvo el fuego». EA, 19, págs. 115-24. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1955 «Sobre la conquista del fuego». SR, 19, págs. 91-8. El mismo traductor.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 67-71.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, págs. 3090-3.
El presente trabajo parece haber sido escrito en diciembre de 1931 (Jones, 1957, pág. 177).
El vínculo entre el fuego y la micción, punto central de este examen del mito de Prometeo, le era familiar a Freud desde mucho tiempo atrás. Ese vínculo suministra la clave del análisis del primer sueño en el caso «Dora» (1905e), AE, 7, págs. 57 y sigs., y vuelve a surgir en el análisis, muy posterior, del «Hombre de los Lobos» (1918b), AE, 17, pág. 84. En ambos casos está envuelto el tema de la enuresis, y esto se liga con otro de los hilos conductores principales del presente artículo: la estrecha asociación fisiológico y psicológica entre las dos funciones del pene (AE, 22, pág. 178). También esto tiene una larga historia en los escritos previos de Freud; en el análisis de «Dora» se lo destacaba explícitamente (AE, 7, pág. 29), y antes aún, en una carta a Fliess del 27 de setiembre de 1898, Freud había declarado: «Un niño que regularmente, hasta su séptimo año, se moja en la cama [ ... ] tiene que haber vivenciado excitaciones sexuales en la infancia» (Freud, 1950a, Carta 97), AE, 1, pág. 318 (ver nota(220)). En todos los períodos, Freud insistió repetidamente en la equivalencia entre enuresis y onanismo; lo hizo, por ejemplo, en el caso «Dora» (1905d), AE, 7, págs. 69-70; en los Tres ensayos de teoría sexual ( 1905d), AE, 7, pág. 172; en las «Apreciaciones generales sobre el ataque histórico» (1909a), AE, 9, pág. 210, y, mucho más tarde, en «El sepultamiento del complejo de Edipo» (1924d), AE,

165
19, pág. 183, así como en «Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos» ( 1925f), AE, 19, pág. 269.
Hay otro nexo del erotismo uretral, en el terreno de la formación del carácter, que no se menciona en el presente artículo, aunque aparece en una nota al pie de El malestar en la cultura (1930a), AE, 21, pág. 89 -de la cual este artículo es una ampliación-. La relación entre erotismo uretral y ambición fue señalada expresamente por primera vez en «Carácter y erotismo anal» (1908b), AE, 9, pág. 158; pero su vínculo, muy similar, con los sentimientos de grandeza y con la megalomanía había sido examinado ya en dos lugares de La interpretación de los sueños (1900a), AE, 4, pág. 231, y 5, págs. 466-7; en este último sitio se hace referencia incidental a la extinción del fuego. Al vínculo con la ambición se aludió más tarde de pasada una o dos veces, considerándolo en forma bastante extensa luego de publicado el presente trabajo, en la 32ª de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a).
James Strachey
Hay otro nexo del erotismo uretral, en el terreno de la formación del carácter, que no se menciona en el presente artículo, aunque aparece en una nota al pie de El malestar en la cultura (1930a), AE, 21, pág. 89 -de la cual este artículo es una ampliación-. La relación entre erotismo uretral y ambición fue señalada expresamente por primera vez en «Carácter y erotismo anal» (1908b), AE, 9, pág. 158; pero su vínculo, muy similar, con los sentimientos de grandeza y con la megalomanía había sido examinado ya en dos lugares de La interpretación de los sueños (1900a), AE, 4, pág. 231, y 5, págs. 466-7; en este último sitio se hace referencia incidental a la extinción del fuego. Al vínculo con la ambición se aludió más tarde de pasada una o dos veces, considerándolo en forma bastante extensa luego de publicado el presente trabajo, en la 32ª de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a).
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 22 / ¿Por qué la guerra?. (Enstein y Freud). (1933)[1932])
¿Por qué la guerra?. (Enstein y Freud). (1933)[1932])Warum Krieg?
Ediciones en alemán
1933 París: Internationales Institut für Geistige Zusammenarbeft (Vojlkerbund) {Instituto Internacional de Cooperación Intelectual (Liga de las Naciones)}, 62 págs. (Carta de Einstein, págs. 11-21; carta de Freud, págs. 25-62.)
1934 GS, 12, págs. 349-63. (Incluye un breve resumen de la carta de Einstein.)
1950 GW, 16, págs. 13-27. (Reimpresión de lo anterior.) 1974 SA, 9, págs. 271-86. (Incluye un breve resumen de la carta de Einstein.)
Traducciones en castellano
1943 El porqué de la guerra. EA, 18, págs. 313-32. Traduccíón de Ludovico Rosenthal. 1954 Igual título. SR, 18, págs. 245-58. El mismo traductor. 1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, págs. 3207-15.
{Estas versiones castellanas no incluyen la carta de Einstein ni su resumen.}
Esta carta de Freud fue publicada parcialmente en Psychoanalytische Bewegung, 5 (1933), págs. 207-16.
En 1931, la Comisión Permanente para la Literatura y las Artes, de la Liga de las Naciones, encargó al Instituto Internacional de Cooperación Intelectual que organizara un intercambio epistolar entre intelectuales representativos, «sobre temas escogidos para servir a los comunes intereses de la Liga de las Naciones y de la vida intelectual», y que diera a publicidad esas cartas en forma periódica. Una delas primeras personalidades a las cuales se dirigió el Instituto fue Einstein, y él mismo sugirió como interlocutor a Freud. En consecuencia, en junio de 1932 el secretario del Instituto le escribió a Freud invitándolo a participar y este aceptó de inmediato. La carta de Einstein llegó a sus manos a comienzos de agosto, y un mes más tarde tenía lista la respuesta. En marzo del año siguiente, el Instituto publicó esta correspondencia en París, en alemán, francés e inglés simultáneamente. No obstante, su circulación fue prohibida en Alemania.
A Freud no le entusiasmó la tarea; en una carta a Eitingon informaba que «había terminado esa correspondencia tediosa y estéril a la que se lo en llamar discusión con Einstein» (Jones, 1957, pág. 187). Freud y Einstein nunca intimaron entre sí y sólo se habían encontrado en una oportunidad, a comienzos de 1927, en la casa del hijo menor de Freud en Berlín. En una carta a Ferenczi, describiendo esa circunstancia decía Freud: «[Einstein] entiende tanto de psicología como yo de física, de modo que tuvimos una conversación muy placentera». Intercambiaron algunas cartas muy amistosas en 1936 y 1939.

166
Freud ya se había referido a la guerra en la sección inicial («La desilusión provocada por la guerra») de su trabajo «De guerra y muerte. Temas de actualidad» (1915b), escrito poco después de comenzar la Primera Guerra Mundial. Pero si bien algunas de las consideraciones del presente artículo aparecen en el anterior, estas se vinculan más estrechamente con las ideas manifestadas en sus recientes trabajos sobre temas sociológicos: El porvenir de una ilusión (1927c) y El malestar en la cultura (1930a). Reviste especial interés un cierto desarrollo que hace Freud en esta carta de su concepción de la cultura como «proceso», punto que ya había sido planteado en diversos lugares de El malestar en la cultura (cf., por ejemplo, AE, 21, págs. 95-6, y 135 y sigs.) Retorna asimismo el tema de la pulsión de destrucción, al que había dedicado considerable espacio en los capítulos V y VI de ese libro y al que habría de volver en escritos posteriores. (Véase mí «Introducción» a El malestar en la cultura, 61-3.)
James Strachey
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 22 / Mi contacto con Josef Popper- Lynkeus (1932)
Mi contacto con Josef Popper- Lynkeus (1932)«Meine Berührung mit Josef Popper-Lynkeus»
Ediciones en alemán
1932 AlIgemeine NährpIlicht (Víena), 15.
1932 Psychoanal. Bewegung, 4, págs. 113-8.
1934 GS, 12, págs. 415-20.
1950 GW, 16, págs. 261-6.
Traducciones en castellano
1955 «Mi relación con Josef Popper-Lynkeus». SR, 19, págs. 209-16. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 139-44.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, págs. 3096-9.
Este trabajo apareció por primera vez en Allgemeine NährpIlicht, publicación fundada con el auspicio de Josef Popper (1838-1921), en un número especial dedicado a conmemorar el décimo aniversario de su muerte. Freud había escrito un artículo de corte similar pero más breve diez años atrás, al producirse el fallecimiento de Popper (Freud, 1923f). En mi «Nota introductoria» a ese trabajo (AE, 19, pág. 279) se hallarán algunos datos referentes a este autor.
Las primeras páginas del presente estudio suministran en verdad una sinopsis, redactada con claridad y precisión características, de lo esencial de la teoría psicológica de Freud.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 22 / Carta a Romain Rolland. (Una perturbación del recuerdo en la Acrópolis) (1936)
Carta a Romain Rolland. (Una perturbación del recuerdo en la Acrópolis) (1936)«Brief an Romain Rolland (Ene Erinnerungsstorung auf der Akropolis) »

167
Ediciones en alemán
1936 Almanach 1937, págs. 9-21.
1950 GW, 16, págs. 250-7.
1972 SA, 4, págs. 283-93.
Traducciones en castellano
1955 «Un trastorno de la memoria en la Acrópolis. Carta abierta a Romain Rolland, en ocasión de su septuagésimo aníversarío». SR, 20, págs. 241-50. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 352-9.
1975 Igual título. BN (9 vols.), 9, págs. 3328-34.
Romain Rolland nació el 29 de enero de 1866; este trabajo le fue dedicado con motivo de cumplir setenta años de edad. Freud sentía por él la más grande admiración, como lo prueba no sólo el presente artículo sino el mensaje que le hizo llegar en ocasión de su 60° aniversario (Freud, 1926a) y las seis o siete cartas publicadas que le escribiera (Freud, 1960a), así como un párrafo al comienzo de El malestar en la cultura (1930a), AE, 21, págs. 65-6. La primera carta que Freud le envió data de 1923, y al parecer se reunió con él en una sola oportunidad, en 1924.
Ha sido imposible hallar una publicación de este trabajo en alemán anterior a la del Almanach que aquí consignamos. Debe tenerse en cuenta que todas las publicaciones vinculadas con Romain Rolland -y muchos otros autores, incluido Thomas Mann y, por supuesto, todos los autores judíos- fueron prohibidas en este período por los nazis.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 23
Notas introductorias del Volumen 23Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 23 / Notas introductorias del Volumen 23
Notas introductorias del Volumen 23
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 23 / Moisés y la religión monoteísta. (1939 [1934-38])
Moisés y la religión monoteísta. (1939 [1934-38])Der Mann Moses und die vionotheistische Religion: Drei Abhandlungen
Ediciones en alemán
1939 Arnsterdam: Verlag Allert de Lange, 241 págs.
1950 GW, 16, págs. 101-246.
1974 SA, 9, págs. 455-581.

168
Traducciones en castellano
1939 Moisés y la religión monoteísta. Buenos Aires: Losada. Traducción, de Felipe Jiménez de Asúa.
1955 Igual título. SR, 20, págs. 7-132. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 181-285.
1975 Igual título. BN (9 vols.), 9, págs. 3241-324.
Los primeros dos ensayos que componen esta obra aparecieron en 1937 en Imago, 23, nº 1, págs. 5-13, y nº 4, págs. 387-419. La sección C de la parte II del tercer ensayo fue leída en nombre del autor por Anna Freud, el 2 de agosto de 1938, en el Congreso Ps icoanalítico Internacional de París, y publicada luego por separado en Internationale Zeitschrift für Psychoanalyse-Imago, 24, nº 1-2 (1939), págs. 6-9, con el título «Der Fortschritt ín der Geistigkeit» {«El progreso en la espiritualidad »}. El primer ensayo y las primeras tres secciones del segundo fueron incluidos en Almanach 1938, págs. 9-43. Al incorporar estas tempranas publicaciones a la obra total sólo se hicieron unos pocos cambios carentes de importancia, de los cuales se da cuenta en la presente edición.
Aparentemente, Freud completó el primer borrador de este libro en el verano de 1934, titulándolo El hombre Moisés, una novela histórica (Jones, 1957, pág. 206). En una larga carta dirigida a Arnold Zweig el 30 de setiembre de 1934 (incluida en Freud, 1960a, Carta 276), hizo una síntesis de él y le manifestó sus razones para no publicarlo. Estas eran más o menos las mismas que expresa en la primera «Advertencia preliminar» al tercer ensayo (AE, 23, pág. 52), a saber: por un lado, sus dudas en cuanto a que su argumentación estuviera suficientemente bien fundada, y, por otro lado, su temor a la reacción que provocaría la publicación entre los dignatarios de la Iglesia Católica Romana que a la sazón tenían un papel dominante en el gobierno austríaco. De la síntesis que hizo entonces se desprende que la obra era en esencia igual a la que hoy tenemos ante nosotros -hasta su división en tres ensayos se mantuvo sin modificar-. No obstante, algunos cambios debe de haber sufrido. Freud exteriorizaba de continuo que se sentía insatisfecho con ella, en particular con el tercer ensayo. Parece que en el verano de 1936 la sometió a una revisión general, si bien las noticias que nos han llegado al respecto distan de ser claras (Jones, 1957, pág. 388). Sea como fuere, el primer ensayo se publicó a comienzos del año siguiente (1937), y el segundo, al término de dicho año (ver nota(221)). Pero al tercero lo retuvo aún, y sólo lo pasó a la estampa luego de su arribo a Inglaterra en la primavera de 1938. El libro se imprimió en Holanda meses después, y en marzo de 1939 se publicó la traducción inglesa.
Es muy probable que al lector de Moisés y lareligión monoteísta lo impresione en primer lugar una cierta heterodoxia, y aun excentricidad, en su construcción: tres ensayos de muy distinta extensión, dos «advertencias» a comienzos del tercero y un «resumen» situado en la mitad de ese mismo ensayo, recapitulaciones y repeticiones continuas: esta clase de irregularidades son desconocidas en otros escritos de Freud, y él mismo lo señala y se disculpa por ello más de una vez. ¿A qué atribuirlo? Sin duda, a las circunstancias en que fue redactada la obra: el largo período (cuatro años o más) durante el cual se la sometió a una constante revisión, y las agudas dificultades externas de la fase final, cuando Austria vivió una serie de perturbaciones políticas que culminaron con la ocupación de Viena por los nazis y la forzada migración de Freud a Inglaterra. Que todas estas influencias sólo dejarían huella en el ámbito limitado y temporario de este único trabajo lo demuestra, de manera muy concluyente, la obra que le siguió de inmediato, Esquema del psicoanálisis (1940a), AE, 23, págs. 133 y sigs., la cual se halla entre las más concisas y mejor organizadas de Freud.
Pero aun si se piensa que Moisés y la religión monoteísta sufre alguna carencia en su forma de exposición, ello no implica una crítica al interés de su contenido o a la coherencia de su argumentación. Sus fundamentos históricos son, por cierto, materia de debate para los especialistas, pero el ingenio con que los desarrollos psicológicos se ajustan a las premisas ha de persuadir, sin duda, al lector desprejuiciado. En particular, a las personas familiarizadas con el psicoanálisis del individuo les fascinará apreciar la misma serie de desarrollos aplicados al análisis de un grupo nacional. Por supuesto, la obra en su conjunto debe considerarse continuación de los estudios anteriores de Freud sobre los orígenes de la organización social humana: Tótem y tabú (1912-13) y Psicología de las masas y análisis del yo (1921c). Se hallará un muy elaborado y esclarecedor examen del libro en la biografía de Jones (1957, págs. 388-401)
James Strachey
1939 Moisés y la religión monoteísta. Buenos Aires: Losada. Traducción, de Felipe Jiménez de Asúa.
1955 Igual título. SR, 20, págs. 7-132. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 181-285.
1975 Igual título. BN (9 vols.), 9, págs. 3241-324.
Los primeros dos ensayos que componen esta obra aparecieron en 1937 en Imago, 23, nº 1, págs. 5-13, y nº 4, págs. 387-419. La sección C de la parte II del tercer ensayo fue leída en nombre del autor por Anna Freud, el 2 de agosto de 1938, en el Congreso Ps icoanalítico Internacional de París, y publicada luego por separado en Internationale Zeitschrift für Psychoanalyse-Imago, 24, nº 1-2 (1939), págs. 6-9, con el título «Der Fortschritt ín der Geistigkeit» {«El progreso en la espiritualidad »}. El primer ensayo y las primeras tres secciones del segundo fueron incluidos en Almanach 1938, págs. 9-43. Al incorporar estas tempranas publicaciones a la obra total sólo se hicieron unos pocos cambios carentes de importancia, de los cuales se da cuenta en la presente edición.
Aparentemente, Freud completó el primer borrador de este libro en el verano de 1934, titulándolo El hombre Moisés, una novela histórica (Jones, 1957, pág. 206). En una larga carta dirigida a Arnold Zweig el 30 de setiembre de 1934 (incluida en Freud, 1960a, Carta 276), hizo una síntesis de él y le manifestó sus razones para no publicarlo. Estas eran más o menos las mismas que expresa en la primera «Advertencia preliminar» al tercer ensayo (AE, 23, pág. 52), a saber: por un lado, sus dudas en cuanto a que su argumentación estuviera suficientemente bien fundada, y, por otro lado, su temor a la reacción que provocaría la publicación entre los dignatarios de la Iglesia Católica Romana que a la sazón tenían un papel dominante en el gobierno austríaco. De la síntesis que hizo entonces se desprende que la obra era en esencia igual a la que hoy tenemos ante nosotros -hasta su división en tres ensayos se mantuvo sin modificar-. No obstante, algunos cambios debe de haber sufrido. Freud exteriorizaba de continuo que se sentía insatisfecho con ella, en particular con el tercer ensayo. Parece que en el verano de 1936 la sometió a una revisión general, si bien las noticias que nos han llegado al respecto distan de ser claras (Jones, 1957, pág. 388). Sea como fuere, el primer ensayo se publicó a comienzos del año siguiente (1937), y el segundo, al término de dicho año (ver nota(221)). Pero al tercero lo retuvo aún, y sólo lo pasó a la estampa luego de su arribo a Inglaterra en la primavera de 1938. El libro se imprimió en Holanda meses después, y en marzo de 1939 se publicó la traducción inglesa.
Es muy probable que al lector de Moisés y lareligión monoteísta lo impresione en primer lugar una cierta heterodoxia, y aun excentricidad, en su construcción: tres ensayos de muy distinta extensión, dos «advertencias» a comienzos del tercero y un «resumen» situado en la mitad de ese mismo ensayo, recapitulaciones y repeticiones continuas: esta clase de irregularidades son desconocidas en otros escritos de Freud, y él mismo lo señala y se disculpa por ello más de una vez. ¿A qué atribuirlo? Sin duda, a las circunstancias en que fue redactada la obra: el largo período (cuatro años o más) durante el cual se la sometió a una constante revisión, y las agudas dificultades externas de la fase final, cuando Austria vivió una serie de perturbaciones políticas que culminaron con la ocupación de Viena por los nazis y la forzada migración de Freud a Inglaterra. Que todas estas influencias sólo dejarían huella en el ámbito limitado y temporario de este único trabajo lo demuestra, de manera muy concluyente, la obra que le siguió de inmediato, Esquema del psicoanálisis (1940a), AE, 23, págs. 133 y sigs., la cual se halla entre las más concisas y mejor organizadas de Freud.
Pero aun si se piensa que Moisés y la religión monoteísta sufre alguna carencia en su forma de exposición, ello no implica una crítica al interés de su contenido o a la coherencia de su argumentación. Sus fundamentos históricos son, por cierto, materia de debate para los especialistas, pero el ingenio con que los desarrollos psicológicos se ajustan a las premisas ha de persuadir, sin duda, al lector desprejuiciado. En particular, a las personas familiarizadas con el psicoanálisis del individuo les fascinará apreciar la misma serie de desarrollos aplicados al análisis de un grupo nacional. Por supuesto, la obra en su conjunto debe considerarse continuación de los estudios anteriores de Freud sobre los orígenes de la organización social humana: Tótem y tabú (1912-13) y Psicología de las masas y análisis del yo (1921c). Se hallará un muy elaborado y esclarecedor examen del libro en la biografía de Jones (1957, págs. 388-401)
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 23 / Esquema del psicoanálisis. (1940 [1938])
Esquema del psicoanálisis. (1940 [1938])Abriss der Psychoanalyse

169
Ediciones en alemán
1940 Int. Z. Psychoanal.-Imago, 25, nº 1, págs. 7-67.
1941 GW, 17, págs. 63-138.
1975 SA, «Ergänzungsband» (Volumen complementario}, págs. 407-21. (Sólo el cap. VI: «Die psychoanalytische Technik».)
Traducciones en castellano
1951 Esquema del psicoanálisis. RP, 8, n° 1, págs. 5-54. Traducción de Ludovíco Rosenthal.
1955 Compendio del psicoanálisis. SR, 21, págs. 67-126. El mismo traductor.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 392-440.
1968 Esquema del psicoanálisis. BN (3 vols.), 3, págs. 1009-62. Traducción de Ramón Rey-Ardid.
1975 Compendio del psicoanálisis. BN (9 vols.), 9, págs. 3379-418.
Cuando se publicó esta obra por primera vez, tanto la edición alemana como la versión inglesa(222) incluyeron dos largos pasajes tomados de un trabajo fragmentario de Freud de la misma época, «Algunas lecciones elementales sobre psicoanálisis» (1940b [ 1938]). En la edición alemana, estos pasajes aparecieron como nota al pie en el capítulo IV (cf. AE, 23, pág. 156, n. 3), y en la inglesa, como un apéndice. Poco después se publicó completo el fragmento del cual habían sido extraídos (cf. AE, 23, págs. 279 y sigs.), y consecuentemente la nota y el apéndice ya no se incluyeron en reimpresiones posteriores.
Por un infortunado descuido, el «Prólogo» del autor (AE, 23, pág. 139) fue omitido en la edición de las Gesammelte Werke, y por ende sólo se lo encontrará, en alemán, en Internationale Zeitschrift für Psychoanalyse. Debe destacarse que el volumen XVII de aquella colección, el primero que vio la luz (en 1941), fue impreso simultáneamente con distinta portada y encuadernación llevando como título Schriften aus dem Nachlass {Escritos póstumos}.
El manuscrito de este trabajo está redactado en forma inusualmente abreviada, en particular el capítulo III («El desarrollo de la función sexual» AE, 23, págs. 150 y sigs.), donde se omiten, por
ejemplo, los artículos definidos e indefinidos y gran cantidad de verbos -podría decirse que su estilo es «telegráfico»-. Los directores de la edición alemana informan que completaron estas abreviaturas; el sentido general no ofrece dudas, y aunque en algunos puntos ese completamiento fue realizado con excesiva libertad, nos pareció que lo más simple era aceptarlo y traducir de la versión suministrada en las Gesammette Werke.El autor no puso título a la parte 1; los editores alemanes adoptaron para ella «Die Natur des Psychischen» {«La naturaleza de lo psíquico»}, que es a su vez un subtítulo del ya citado trabajo «Algunas lecciones elementales sobre psicoanálisis» (cf. AE, 23, pág. 284). Para la presente edición se ha propuesto un título algo más general.
Respecto de la fecha en que Freud comenzó a escribir el Esquema existen algunas opiniones antagónicas. Según Ernest Jones (1957, pág. 255), lo hizo «durante el tiempo de espera en Viena», o sea, en abril o mayo de 1938. No obstante, en su página inicial el manuscrito está fechado el «22 de julio», lo cual da la razón a los editores alemanes cuando sostienen que la obra fue comenzada en julio de 1938 -vale decir, poco después del arribo de Freud a Londres, en los primeros días de junio-. A principios de setiembre había escrito ya 63 páginas, cuando debió interrumpir su trabajo para someterse a una gravísima operación; y no volvió a retomarlo, aunque al poco tiempo dio comienzo a otra obra de divulgación («Algunas lecciones elementales sobre psicoanálisis») que también muy pronto debió dejar.
Así pues, cabe considerar que el Esquema quedó inconcluso, si bien no puede afirmarse sin más que sea incompleto. Cierto es que el último capítulo es más breve que los restantes, y bien podría habérselo continuado con el examen de temas tales como el sentimiento de culpa -ya tocado, empero, en el capítulo VI-; no obstante, constituye un enigma saber hasta dónde y en qué dirección habría proseguido Freud, ya que el programa trazado por él en el «Prólogo» parece haberse cumplido en grado razonable.
Dentro de la larga serie de obras de divulgación que escribió Freud, el Esquema presenta características singulares. Las demás están destinadas, sin excepción, a exponer el psicoanálisis ante un público ajeno a este, un público con muy variados grados y tipos de aproximación general a la materia de la que trata Freud, pero siempre relativamente ignorante en ella. No es este el caso del Esquema. Resulta claro que no es una obra para Í novatos, sino más bien un «curso de repaso» para estudiantes avanzados. En todas sus partes supone que el lector está familiarizado no sólo con la concepción psicológica general de Freud sino con sus descubrimientos y teorías acerca de aspectos muy precisos. Por ejemplo, un par de brevísimas alusiones al papel que cumplen las huellas mnémicas de las impresiones sensoriales de las palabras (AE, 23, págs. 160 y 201) serán apenas inteligibles para quien ignore ciertos difíciles razonamientos del capítulo final de La interpretación de los sueños (1900a) y de la última sección de «Lo inconciente» (1915e); y las exiguas consideraciones que se hacen en dos o tres lugares sobre la identificación y su nexo con los objetos de amor abandonados (AE, 23, págs. 193 y 207) implican conocer siquiera el capítulo III de El yo y el ello (1923b). Pero para quienes ya se mueven a sus anchas entre los escritos de Freud, este trabajo constituirá un epílogo sumamente fascinante. Arroja nueva luz sobre todo aquello de que se ocupa -las teorías fundamentales o las más detalladas observaciones clínicas-, y todo lo examina empleando la terminología más reciente. Hay incluso indicios ocasionales de desarrollos completamente

170
nuevos, en particular al final del capítulo VIII (AE, 23, págs. 203-6), donde recibe amplio tratamiento el problema de la escisión del yo y la desmentida de partes del mundo exterior, tal como lo ejemplifica el fetichismo.
Esto nos muestra que a los 82 años Freud poseía todavía un don sorprendente para enfocar de manera renovada lo que podrían parecer temas trillados. Tal vez en ningún otro sitio alcanza su estilo un nivel más alto de compendiosidad y claridad. Por su tono expositivo, la obra nos trasmite una .sensación de libertad, que es quizá lo que cabía esperar de un maestro como él al presentar por última vez las ideas de las que fue creador.
James Strachey
Esto nos muestra que a los 82 años Freud poseía todavía un don sorprendente para enfocar de manera renovada lo que podrían parecer temas trillados. Tal vez en ningún otro sitio alcanza su estilo un nivel más alto de compendiosidad y claridad. Por su tono expositivo, la obra nos trasmite una .sensación de libertad, que es quizá lo que cabía esperar de un maestro como él al presentar por última vez las ideas de las que fue creador.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 23 / Análisis terminable e interminable. (1937)
Análisis terminable e interminable. (1937)«Die endliche und die unendliche Analyse»
Ediciones en alemán
1937 Int. Z. Psychoanal., 23, nº 2, págs. 209-40.
1950 GW, 16, págs. 59-99.
1975 SA, «Ergänzungsband» {Volumen complementario}, págs. 351-92.
Traducciones en castellano
1946 «Análisis terminable e interminable». RP, 4, nº 2, págs. 224-57. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1955 Igual título. SR, 21, págs. 315-51. El mismo traductor.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 540-72.
1975 Igual título. BN (9 vols.), 9, págs. 3339-64.
Los ocho párrafos finales de la sección VI del original alemán, y un fragmento del párrafo inmediatamente anterior (AE, 23, págs. 244-8), se reimprimieron en el otoño de 1937 en Almanach der Psychoanalyse 1938, págs. 44-50.
Este trabajo fue escrito a comienzos de 1937 y publicado en junio de ese año. junto con el que le sigue en este volumen, «Construcciones en el análisis» (1937d), constituyen los últimos artículos estrictamente psicoanalíticos de Freud que vieron la luz durante su vida. Casi veinte años habían trascurrido desde que diera a publicidad una obra dedicada puramente a la técnica del psicoanálisis -«Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica» (1919a)-, si bien en otros trabajos suyos se había ocupado, por supuesto, de los problemas que esta plantea.
Su primera reseña del modo en que opera la terapia psicoanalítica se encuentra en la 27ª y la 28ª de sus Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17). Volvió sobre el tema, en forma mucho más sucinta., en la 34ª de las Nuevas conferencias ( 1933a), AE, 22, págs. 140-5. Los lectores de estos textos se han mostrado a veces sorprendidos por las diferencias que el presente trabajo parece tener con respecto a aquellos. Estas aparentes divergencias requieren ser examinadas.
En su conjunto, el artículo deja una impresión de pesimismo en relación con la eficacia terapéutica del psicoanálisis. Destaca de continuo sus limitaciones e insiste en las dificultades del procedimiento y los obstáculos que se levantan en su camino. Tal es, de hecho, su tema principal. No obstante, no hay en esto nada totalmente novedoso. Freud siempre fue muy conciente de las barreras que se oponían al éxito del análisis y estuvo dispuesto a investigarlas. Por otra parte, jamás dejó de subrayar la importancia de las aplicaciones no terapéuticas del psicoanálisis -dirección en la cual se inclinaban sus preferencias personales, sobre todo en los últimos años de su vida-. Se recordará que en esos breves párrafos sobre técnica de las Nuevas conferencias escribió: «Nunca fui un entusiasta de la terapia» (AE, 22, pág. 140). No hay, entonces, nada imprevisto en la frialdad que muestra en este artículo hacía las ambiciones terapéuticas del psicoanálisis ni en la enumeración de los escollos que enfrenta. Lo que tal vez provoca mayor sorpresa son ciertas características del examen a que somete la naturaleza y causas subyacentes de tales escollos.
Es digno de nota, en primer lugar, que los factores sobre los que hace principal hincapié son de índole fisiológica y biológica, y por consiguiente insusceptibles, en lo fundamental, de influencia

171
psicológica; tales, por ejemplo, la relativa intensidad «constitucional» de las pulsiones (AE, 23, págs, 227 y sigs.) y la debilidad relativa del yo por procesos fisiológicos como la pubertad, la menopausia y la enfermedad física (AE, 23, págs. 228-9). Pero el estorbo más poderoso y el que se halla fuera de toda posibilidad de control es la pulsión de muerte, a la que dedica un largo pasaje (AE, 23, págs. 244 y sigs.). Freud nos sugiere aquí que ella no sólo es responsable de gran parte de la resistencia que se encuentra en el análisis (como ya lo había apuntado en escritos anteriores), sino que es en verdad la causa última del conflicto anímico (AE, 23, pág. 246). Empero, tampoco en esto hay nada revolucionario. Cierto es que Freud insiste más que lo habitual en los factores constitucionales al hablar de los impedimentos que traban el psicoanálisis, pero siempre había reconocido su sustantividad.
Ni siquiera son nuevos los tres elementos que escoge aquí como «decisivos» para el éxito de la terapia (AE, 23, pág. 227): el pronóstico más favorable en los casos de origen «traumático» que en los de origen «constitucional», la importancia de las consideraciones «cuantitativas» y el problema de la «alteración del yo». En este tercer punto, el artículo arroja mucha luz nueva. En sus descripciones previas del proceso terapéutico, Freud siempre había adjudicado un papel esencial a una alteración en el yo que el analista debía provocar como paso previo a la cancelación de las represiones del paciente. (Véase, por ejemplo, la 28ª de las Conferencias de introducción (1916-17), AE, 16, pág. 414.) Pero poco se sabía acerca de la índole de esa alteración y la manera como podía efectuársela. Sus recientes progresos en el análisis del yo permitieron a Freud ahondar en esta indagación. Ahora concebía más bien la alteración terapéutica del yo como la cancelación de alteraciones ya existentes por obra del proceso defensivo. Y merece señalarse que el hecho de que los procesos defensivos produzcan alteraciones del yo había sido mencionado por Freud en fecha muy temprana. El concepto aparece en su examen de los delirios en «Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa» (1896b), AE, 3, pág. 184, así como en varios pasajes de su Manuscrito K, del 1° de enero de 1896 (1950a),AE, 1, págs. 260, 262 y 267. A partir de entonces, es como si la idea se hubiera mantenido en estado latente; el nexo entre las contrainvestiduras, la formación reactiva y las alteraciones del yo sólo se postula expresamente por primera vez en Inhibición, síntoma y angustia (1926d), AE, 20, págs. 147-9 y 153. Resurge en las Nuevas conferencias (1933a), AE, 22, págs. 83-4, y, luego del prolongado examen del tema en el presente artículo, en Moisés y la religión monoteísta (1939a),AE, 23, pág. 74, y en el Esquema del psicoanálisis (1940a), AE, 23, págs. 179-80.
Empero, hay un aspecto en el cual las opiniones expresadas en esta obra parecen discrepar con lo anterior o aun contradecirlo: el escepticismo con que juzga la eficacia profiláctica del psicoanálisis. Duda de la posibilidad de impedir no sólo que se produzca una neurosis nueva y diferente, sino aun que retorne una neurosis ya tratada. Este cambio se hace evidente si recordamos un pasaje de la 27ª de las Conferencias de introducción: «El hombre que en la relación con el médico ha pasado a ser normal y libre del efecto de unas mociones pulsionales reprimidas, sigue siéndolo en su vida propia, cuando el médico se ha hecho a un lado» (AE, 16, pág. 404). Y en la 289 conferencia, al comparar los efectos de la sugestión hipnótica y del psicoanálisis, decía: «La cura analítica impone a médico y enfermo un difícil trabajo que es preciso realizar para cancelar unas resistencias internas. Mediante la superación de estas, la vida anímica del enfermo se modifica duraderamente, se eleva a un estadio más alto del desarrollo y permanece protegida frente a nuevas posibilidades de enfermar». Análogamente, al final de la 31ª de las Nuevas conferencias sostenía que el propósito del psicoanálisis «es fortalecer al yo, hacerlo más independiente del superyó, ensanchar su campo de percepción y ampliar su organización de manera que pueda apropiarse de nuevos fragmentos del ello. Donde Ello era, Yo debo devenir» (AE, 22, pág. 74). Todos estos pasajes parecen descansar en una misma teoría, que a su vez difiere en aspectos importantes, se diría, de la que está implícita en la presente obra (ver nota(223)).
Creemos que este mayor escepticismo de Freud se basa en su convicción de que es imposible abordar un conflicto que no sea «actual», y en las graves objeciones que se levantan contra la conversión de un conflicto «latente» en uno «actual». Esta postura implicaría una diversa concepción no sólo del proceso terapéutico sino, en términos más generales, del acaecer psíquico. Freud parece considerar aquí al conflicto «actual» como si estuviera aislado en un compartimiento estanco, por así decir. Aunque se ayude al yo a enfrentar este conflicto, no por ello se habrá afectado su capacidad para vérselas con otro. De igual manera, parece concebir aisladas las mociones pulsionales: el haber reducido su esfuerzo en el conflicto actual no esclarece su comportamiento futuro. Por el contrario, de sus ideas anteriores podía inferirse que el proceso analítico es capaz de alterar al yo de un modo más general, persistiendo esa alteración al término del análisis, y que las mociones pulsionales extraían su fuerza de un reservorio indiferenciado de energía. Así, en la medida en que el análisis hubiera tenido éxito, toda nueva incursión de las mociones pulsionales se habría visto reducida en su fuerza por aquel, que habría vuelto más idóneo al yo para enfrentarlas. No existiría, entonces, una segregación absoluta del conflicto «actual» respecto de los «latentes», y la eficacia profiláctica de un análisis (así como su resultado inmediato) dependería de consideraciones cuantitativas -vinculadas al relativo aumento que él hubiera generado en la robustez del yo y su relativo rebajamiento de la intensidad de las pulsiones-.
Más o menos un año después del presente artículo, en el Esquema del psicoanálisis (1940a), la exposición que hizo Freud de los efectos terapéuticos del análisis fue en general muy similar; empero, sobre el particular problema que estamos tratando retornó, quizás, a su opinión anterior. Verbigracia, luego de comentar allí «el tiempo y la pena» que lleva el vencimiento de las resistencias, agregaba que eso es recompensado, «pues produce una ventajosa alteración del yo, que se conserva independientemente del resultado de la trasferencia y se afirma en la vida» (AE, 23, pág. 179). Esto sugeriría una alteración de carácter general.
Es interesante notar que desde los albores de su vida profesional inquietaron a Freud problemas muy semejantes a estos, que por lo tanto estuvieron presentes, puede decirse, en la íntegra extensión de sus estudios analíticos. He aquí el fragmento de una carta que escribió a Wilhelm Fliess el 16 de abril de 1900 (Freud,1950a, Carta 133) y que versa sobre uno de sus pacientes, el señor E., quien había estado en tratamiento con él probablemente desde 1895 (lo estuvo con certeza desde 1897) y a los altibajos de cuyo caso hay repetidas referencias en el epistolario: «E. concluyó, por fin, su carrera como paciente mío con una invitación a cenar en mi casa. Su enigma está casi totalmente resuelto; se siente perfectamente bien y su manera de ser ha cambiado por completo; de los síntomas subsiste todavía un resto. Comienzo a comprender que el carácter en apariencia interminable {Endlosigkeit} de la cura es algo acorde a ley y depende de la trasferencia. Espero que ese resto no menoscabe el éxito práctico. En mis manos estaba continuar la cura, pero vislumbré que ese es un compromiso entre salud y enfermedad, compromiso que los propios enfermos desean, y por eso mismo el médico no

Ni siquiera son nuevos los tres elementos que escoge aquí como «decisivos» para el éxito de la terapia (AE, 23, pág. 227): el pronóstico más favorable en los casos de origen «traumático» que en los de origen «constitucional», la importancia de las consideraciones «cuantitativas» y el problema de la «alteración del yo». En este tercer punto, el artículo arroja mucha luz nueva. En sus descripciones previas del proceso terapéutico, Freud siempre había adjudicado un papel esencial a una alteración en el yo que el analista debía provocar como paso previo a la cancelación de las represiones del paciente. (Véase, por ejemplo, la 28ª de las Conferencias de introducción (1916-17), AE, 16, pág. 414.) Pero poco se sabía acerca de la índole de esa alteración y la manera como podía efectuársela. Sus recientes progresos en el análisis del yo permitieron a Freud ahondar en esta indagación. Ahora concebía más bien la alteración terapéutica del yo como la cancelación de alteraciones ya existentes por obra del proceso defensivo. Y merece señalarse que el hecho de que los procesos defensivos produzcan alteraciones del yo había sido mencionado por Freud en fecha muy temprana. El concepto aparece en su examen de los delirios en «Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa» (1896b), AE, 3, pág. 184, así como en varios pasajes de su Manuscrito K, del 1° de enero de 1896 (1950a),AE, 1, págs. 260, 262 y 267. A partir de entonces, es como si la idea se hubiera mantenido en estado latente; el nexo entre las contrainvestiduras, la formación reactiva y las alteraciones del yo sólo se postula expresamente por primera vez en Inhibición, síntoma y angustia (1926d), AE, 20, págs. 147-9 y 153. Resurge en las Nuevas conferencias (1933a), AE, 22, págs. 83-4, y, luego del prolongado examen del tema en el presente artículo, en Moisés y la religión monoteísta (1939a),AE, 23, pág. 74, y en el Esquema del psicoanálisis (1940a), AE, 23, págs. 179-80.
Empero, hay un aspecto en el cual las opiniones expresadas en esta obra parecen discrepar con lo anterior o aun contradecirlo: el escepticismo con que juzga la eficacia profiláctica del psicoanálisis. Duda de la posibilidad de impedir no sólo que se produzca una neurosis nueva y diferente, sino aun que retorne una neurosis ya tratada. Este cambio se hace evidente si recordamos un pasaje de la 27ª de las Conferencias de introducción: «El hombre que en la relación con el médico ha pasado a ser normal y libre del efecto de unas mociones pulsionales reprimidas, sigue siéndolo en su vida propia, cuando el médico se ha hecho a un lado» (AE, 16, pág. 404). Y en la 289 conferencia, al comparar los efectos de la sugestión hipnótica y del psicoanálisis, decía: «La cura analítica impone a médico y enfermo un difícil trabajo que es preciso realizar para cancelar unas resistencias internas. Mediante la superación de estas, la vida anímica del enfermo se modifica duraderamente, se eleva a un estadio más alto del desarrollo y permanece protegida frente a nuevas posibilidades de enfermar». Análogamente, al final de la 31ª de las Nuevas conferencias sostenía que el propósito del psicoanálisis «es fortalecer al yo, hacerlo más independiente del superyó, ensanchar su campo de percepción y ampliar su organización de manera que pueda apropiarse de nuevos fragmentos del ello. Donde Ello era, Yo debo devenir» (AE, 22, pág. 74). Todos estos pasajes parecen descansar en una misma teoría, que a su vez difiere en aspectos importantes, se diría, de la que está implícita en la presente obra (ver nota(223)).
Creemos que este mayor escepticismo de Freud se basa en su convicción de que es imposible abordar un conflicto que no sea «actual», y en las graves objeciones que se levantan contra la conversión de un conflicto «latente» en uno «actual». Esta postura implicaría una diversa concepción no sólo del proceso terapéutico sino, en términos más generales, del acaecer psíquico. Freud parece considerar aquí al conflicto «actual» como si estuviera aislado en un compartimiento estanco, por así decir. Aunque se ayude al yo a enfrentar este conflicto, no por ello se habrá afectado su capacidad para vérselas con otro. De igual manera, parece concebir aisladas las mociones pulsionales: el haber reducido su esfuerzo en el conflicto actual no esclarece su comportamiento futuro. Por el contrario, de sus ideas anteriores podía inferirse que el proceso analítico es capaz de alterar al yo de un modo más general, persistiendo esa alteración al término del análisis, y que las mociones pulsionales extraían su fuerza de un reservorio indiferenciado de energía. Así, en la medida en que el análisis hubiera tenido éxito, toda nueva incursión de las mociones pulsionales se habría visto reducida en su fuerza por aquel, que habría vuelto más idóneo al yo para enfrentarlas. No existiría, entonces, una segregación absoluta del conflicto «actual» respecto de los «latentes», y la eficacia profiláctica de un análisis (así como su resultado inmediato) dependería de consideraciones cuantitativas -vinculadas al relativo aumento que él hubiera generado en la robustez del yo y su relativo rebajamiento de la intensidad de las pulsiones-.
Más o menos un año después del presente artículo, en el Esquema del psicoanálisis (1940a), la exposición que hizo Freud de los efectos terapéuticos del análisis fue en general muy similar; empero, sobre el particular problema que estamos tratando retornó, quizás, a su opinión anterior. Verbigracia, luego de comentar allí «el tiempo y la pena» que lleva el vencimiento de las resistencias, agregaba que eso es recompensado, «pues produce una ventajosa alteración del yo, que se conserva independientemente del resultado de la trasferencia y se afirma en la vida» (AE, 23, pág. 179). Esto sugeriría una alteración de carácter general.
Es interesante notar que desde los albores de su vida profesional inquietaron a Freud problemas muy semejantes a estos, que por lo tanto estuvieron presentes, puede decirse, en la íntegra extensión de sus estudios analíticos. He aquí el fragmento de una carta que escribió a Wilhelm Fliess el 16 de abril de 1900 (Freud,1950a, Carta 133) y que versa sobre uno de sus pacientes, el señor E., quien había estado en tratamiento con él probablemente desde 1895 (lo estuvo con certeza desde 1897) y a los altibajos de cuyo caso hay repetidas referencias en el epistolario: «E. concluyó, por fin, su carrera como paciente mío con una invitación a cenar en mi casa. Su enigma está casi totalmente resuelto; se siente perfectamente bien y su manera de ser ha cambiado por completo; de los síntomas subsiste todavía un resto. Comienzo a comprender que el carácter en apariencia interminable {Endlosigkeit} de la cura es algo acorde a ley y depende de la trasferencia. Espero que ese resto no menoscabe el éxito práctico. En mis manos estaba continuar la cura, pero vislumbré que ese es un compromiso entre salud y enfermedad, compromiso que los propios enfermos desean, y por eso mismo el médico no

172
debe entrar en él. La conclusión asintótica de la cura a mí me resulta en esencia indiferente; decepciona más bien a los profanos. En todo caso, mantendré un ojo vigilante sobre este hombre ... ».
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 23 / Construcciones en el análisis. (1937)
Construcciones en el análisis. (1937)«Konstruktionen in der Analyse»
Ediciones en alemán
1937 Int. Z. Psychoanal., 23, nº 4, págs. 459-69. 1950 GW , 16, págs. 43-56. 1975 SA, «Ergänzungsband» {Volumen complementario}, págs. 393-406.
Traducciones en castellano
1951 «Construcciones en el análisis». RP, 8, n° 1, págs. 65-73. Traducción de Edgardo Blum. 1955 Igual título. SR, 21, págs. 353-66. Traducción de Ludovico Rosenthal. 1968 «Construcciones en psicoanálisis». BN (3 vols.), 3, págs. 573-83. Traducción de Ramón
Rey-Ardid.
1975 Igual título. BN (9 vols.), 9, págs. 3365-73. El mismo traductor.
El presente trabajo se publicó por primera vez en diciembre de 1937.
Aunque en las obras sobre técnica analítica las construcciones recibieron mucho menos atención que las interpretaciones, como el propio Freud lo destaca, sus escritos contienen muchas referencias a aquellas. Hay dos o tres extensos ejemplos en sus historiales clínicos del «Hombre de las Ratas» (1909d), AE, 10, págs. 144-5 y 161, y del «Hombre de los Lobos» (1918b); este último caso gira en su totalidad en torno de una construcción, pero el problema es tratado específicamente en la sección V (AE, 17, págs. 48 y sigs.). Por último, las construcciones cumplieron gran papel en «Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina» (1920a), como se pone de manifiesto en la sección I (AE, 18, pág. 146).
El artículo finaliza con el examen de una cuestión que interesaba mucho a Freud en esta época: el distingo entre lo que llamó la «verdad histórica» y la «verdad material».
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 23 / La escisión del yo en el proceso defensivo. (1940 [1938])
La escisión del yo en el proceso defensivo. (1940 [1938])«Die Ichspaltung im Abwehrvorgang»
Ediciones en alemán
1940 Int. Z. Psychoanal.-Imago, 25, nº 3-4, págs. 241-4.

173
1941 GW, 17, págs. 59-62.
1975 SA, 3, págs. 389-94.
Traducciones en castellano
1951 «La escisión del yo en el mecanismo de defensa». RP, 8, nº 1, págs. 62-4. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1955 «La escisión del yo en el proceso defensivo». SR, 21, págs. 61-6. El mismo traductor.
1968 «Escisión del "yo" en el proceso de defensa». BN (3 vols.), 3, págs. 589-91. Traducción de Ramón Rey-Ardid.
1975 Igual título. BN (9 vols.), 9, págs. 3375-7. El mismo traductor.
El manuscrito de este importante trabajo inconcluso, que se publicó en forma póstuma, está fechado el 2 de enero de 1938, y según Ernest Jones (1957, pág. 255) fue escrito «en la Navidad de 1937».
En este artículo se profundiza en la indagación del yo y su comportamiento en circunstancias difíciles. Se entrelazan en él dos temas que en los últimos tiempos venían ocupando a Freud: la noción de «desmentida» («Verleugnung») y la idea de que ella da por resultado una «escisión» del yo. La «desmentida» fue habitualmente considerada por Freud, como en este caso, en conexión con el complejo de castración. Aparece, por ejemplo, en «La organización genital infantil» (1923e), AE, 19, pág. 147, donde en una nota al pie doy otras referencias respecto de los lugares en que se ha de hallar el término. Uno de ellos es el breve estudio del «Fetichismo» (1927e), AE, 21, págs. 150-1, del cual el pre-sente trabajo puede considerarse una continuación, ya que en aquel se hacía hincapié en la escisión del yo con poste-rioridad a la desmentida. (Esto ya había sido insinuado en «Neurosis y psicosis» (1924b), AE, 19, págs. 158-9.)
Aunque, por algún inexplicado motivo, Freud dejó este trabajo inconcluso, retomó el tema poco después, en las últimas páginas de Esquema del psicoanálisis(1940a), AE, 23, págs. 203-6. Allí, no obstante, aplica la idea de la escisión del yo no sólo a los casos del fetichismo y las psicosis sino a las neurosis en general. Hay así un enlace con el problema, más amplio, de la «alteración del yo» invariablemente producida por los procesos defensivos. De este problema se había ocupado Freud en fecha reciente, en «Análisis terminable e interminable» (1937c), en especial en la sección V, pero se remonta a las primeras épocas: lo encontramos en el segundo trabajo sobre las neuropsicosis de defensa (1896b), AE, 3, pág. 184, y, antes aun, en
el Manuscrito K de la correspondencia con Fliess (Freud, 1950a), AE, 1, págs. 260-1 y 267. James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 23 / Algunas lecciones elementales sobre psicoanálisis. (1940 [1938])
Algunas lecciones elementales sobre psicoanálisis. (1940 [1938])«Some Elementary Lessons in Psycho-Analysis»
Ediciones en alemán
1940 Int. Z. Psychoanal.-Imago, 25, nº 1, págs. 21-2 (Parcial.)
1941 GW, 17, págs. 141-7. (Completo.)
Traducciones en castellano
1951 «Algunas lecciones elementales sobre psicoanálisis». RP, 8, nº 1, págs. 55-9. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1955 Igual título. SR, 21, págs. 127-34. El mismo traductor.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 441-6. Traducción de Ramón Rey-Ardid.
1975 Igual título. BN (9 vols.), 9, págs. 3419-23. El mismo traductor.

174
Partes aisladas de este trabajo se publicaron originalmente como nota al pie de la primera edición en alemán de Esquema del psicoanálisis (1940a) y como apéndice a la primera traducción inglesa de esa obra (International Journal of Psychoanalysis, 21,nº 1, págs. 83-4).
El título del manuscrito se halla en inglés. Fue redactado en Londres y lleva como fecha el 20 de octubre de 1938. Posee un carácter fragmentario, como elEsquema interrumpido a comienzos de setiembre -si bien luego de un desarrollo más extenso y sustantiv o-, no siendo este sino un nuevo enfoque de la misma cuestión. Se hallarán otras consideraciones sobre estos dos trabajos en mi «Nota introductoria» al Esquema, AE, 23, págs. 135-6.
James Strachey
El título del manuscrito se halla en inglés. Fue redactado en Londres y lleva como fecha el 20 de octubre de 1938. Posee un carácter fragmentario, como elEsquema interrumpido a comienzos de setiembre -si bien luego de un desarrollo más extenso y sustantiv o-, no siendo este sino un nuevo enfoque de la misma cuestión. Se hallarán otras consideraciones sobre estos dos trabajos en mi «Nota introductoria» al Esquema, AE, 23, págs. 135-6.
James Strachey
Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Notas introductorias de James Strachey / Notas introductorias del Volumen 23 / Comentario sobre el antisemitismo. (1938)
Comentario sobre el antisemitismo. (1938)«Ein Wort zum Antisemitismus»
Edición en alemán
1938 Die Zukunft: ein neues Deutschland ein neues Europa, nº 7, 25 de noviembre, pág. 2.
Traducciones en castellano
1968 «Un comentario sobre el antisemitismo». BN (3 vols.), 3, págs. 1007-8. Traducción de Ramón Rey-Ardid.
1975 Igual título. BN (9 vols.), 9, págs. 3424-5. El mismo traductor.
Algunos pormenores sobre la revista en que apareció este artículo han sido proporcionados por Arthur Koestler (1954, págs, 406 y sigs.), su director a la sazón. Publicada en París, la describe como «un semanario de emigrados alemanes». Comenzó a aparecer en el otoño de 1938 y dejó de hacerlo unos dieciocho meses después. Koestler se hizo cargo de ella durante los primeros meses. El artículo de Freud salió en un número «anglo-germano» bilingüe; Koestler relata que acudió a Londres para persuadir a Freud de que enviara su colaboración. En la actualidad esta revista es difícil de conseguir, y estamos sumamente agradecidos al doctor K.
R. Eissler, de los Archivos Sigmund Freud, por habernos suministrado copias fotostáticas del manuscrito original, del artículo impreso y de una muy libre traducción contemporánea anónima al idioma inglés (ver nota(224)).
Como se verá, el artículo consiste casi enteramente en una cita de una fuente de la cual Freud declara no guardar memoria. Se ha sugerido, con cierta verosimilitud, que la cita pertenece en realidad al propio Freud, quien escogió esa manera indirecta para expresar puntos de vista que no le eran muy gratos. En todo caso, hay un gran parentesco entre mucho de lo que aquí se sostiene y opiniones manifestadas por Freud en otros sitios, particularmente en Moisés y la religión monoteísta(1939a), que acababa de terminar. (Véase, por ejemplo, AE, 23, págs. 86-8 y 102-3.) Y el argumento, expuesto aquí tan notoriamente, de que las protestas contra la persecución a los judíos debían ser elevadas por personas que no fueran judías aparece, asimismo, en la carta que Freud dirigió a Time and Tide (1938c), publicada un día después que este artículo (cf AE, 23, págs. 303-4).
James Strachey

175
Notas finales 1 (Ventana-emergente - Popup)
{Cf, la «Advertencia sobre la edición en castellano»}2 (Ventana-emergente - Popup)
Aunque quizá la expresión más emotiva de sus sentimientos es la que figura en su prólogo a la traducción de lasLeçons du mardi (1892-94),
3 (Ventana-emergente - Popup)
{Lecciones sobre las enfermedades del sistema nervioso.}4 (Ventana-emergente - Popup)
{Nuevas conferencias sobre las enfermedades del sistema nervioso, especialmente sobre la histeria]5 (Ventana-emergente - Popup)
{«Al señor doctor Freud, excelentes recuerdos de la Salpêtrière. Charcot».}6 (Ventana-emergente - Popup)
No es tan evidente que pertenezca a Freud otro artículo, mucho más breve, sobre la histeroepilepsia, aunque sí es muy probable que sea suya una de las notas a pie de página incluidas en él, Ofrecemos este artículo en un apéndice7 (Ventana-emergente - Popup)
La única duda posible la plantea un aparente error en la descripción de las concepciones de Charcot8 (Ventana-emergente - Popup)
Digamos de paso que este pasaje sirve también para acabar con el mito, aún vigente, de que el creador del método catártico fue Pierre Janet, uno de cuyos libros, publicado en 1889, contenía ideas similares, dándole así en apariencia prioridad técnica sobre Breuer. La presente referencia de 1888 -que, curiosamente, ha sido por lo general pasada por alto- da por tierra con esta pretensión. Pero en el debate acerca de este punto debe sopesarse la opinión de Andersson.9 (Ventana-emergente - Popup)
{Por considerar que ese artículo databa de 1905, inicialmente se lo incluyó en el volumen 7 de la Standard Edition, págs. 281-302. La datación de este artículo se corrobora en un pasaje de Psicología de las masas y análisis del yo (1921c), donde consigna Freud: «Ahora que vuelvo aabordar el enigma de la sugestión después de haber permanecido alejado de él durante treinta años, hallo que no ha variado en nada» (AE, 18, pág. 85; las bastardillas son nuestras).}
Digamos al pasar que hay una referencia aDie Gesundheit en una carta de Freud a Oskar Pfister datada el 17 de junio de 1910; en ella señala, evidentemente en relación con la cuestión del «esclarecimiento sexual» de los niños: «El libro que pongo en manos de mis hijos es una obra de divulgación médica, Die Gesundheit, a la que yo mismo he contribuido» (Freud, 1963a),
10 (Ventana-emergente - Popup)
Véase una nota mía a pie de página en la Presentación autobiográfica (1925d), AE, 20, pág. 16, n. 36.
11 (Ventana-emergente - Popup)
Al poco tiempo de retornar a Viena, en abril de 1886, pronunció dos conferencias sobre el hipnotismo: el 11 de mayo ante el Club Fisiológico de Viena, y el 27 de mayo ante la Sociedad de Psiquiatría. (Cf. Jones, 1953, pág. 252.)
12 (Ventana-emergente - Popup)
Ya lo había descrito en «Histeria» (1888b)
13 (Ventana-emergente - Popup)
Freud mencionó esta visita en varias oportunidades; por ejemplo, en laPresentación autobiográlica (1925d), AE, 20, pág. 17; en sus Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17), AE, 15, págs.93-4, y en su trabajo inconcluso «Algunas lecciones elementales sobre psicoanálisis» (1940b), AE, 23, pág. 287n.
14 (Ventana-emergente - Popup)
Sus dudas en torno de la eficacia de la sugestión deben de haber comenzado en fecha temprana. En su Presentación autobiográfica (AE, 20, pág. 17), nos narra que a una paciente a la que no había logrado poner en hipnosis profunda la persuadió para que se reuniera con él en Nancy; sin embargo, tampoco Bernheim tuvo éxito con ella, y le confesó a Freud que sólo lograba grandes éxitos con sus pacientes de hospital, pero no en su práctica privada. Se desconoce la identidad de dicha paciente, aunque se ha sugerido, en forma no del todo convincente, que podría tratarse en realidad de Emmy von N. Sea como fuere, el propio Freud (en una carta hastaahora inédita, escrita unos veinte años después) atribuye expresamente a su experiencia con Emmy von N. el haberse percatado de la ineficiencia del tratamiento hipnótico.
15 (Ventana-emergente - Popup)
Existen datos que atestiguan que pronunció conferencias sobre «Hipnosis y sugestión» en el Medizinischer Club de Viena, los días 27 de abril y 4 de mayo de 1892.(Resumen enInternationale Minische Rundschau, 6, nº 20, págs. 815-18, y nº 21, págs. 853-6.)
16 (Ventana-emergente - Popup)
Se hallará una descripción más amplia de esta técnica en una nota mía al pie en los Estudios (AE, 2, págs. 127-8).
17 (Ventana-emergente - Popup)
En 1896 se publicó la segunda edición de la primera obra de Bernheim traducida por Freud. Como luego se verá, en ese volumen efectuó las más drásticas supresiones (particularmente en las secciones clínicas) y eliminó por entero la minuciosa introducción que había redactado para la primera edición. Esto bien puede haber expresado su creciente impaciencia respecto del método de tratamiento en su totalidad.
18 (Ventana-emergente - Popup)
Es un poco difícil establecer una total congruencia entre esta declaración y otra que aparece enEstudios sobre la histeria (1895d), AE, 2, pág. 118: «Cuando estudié el estado sonámbulo de la señora Von N. me acudieron por primera vez dudas acerca de la corrección de la tesis de Bernheim, "Tout est dans la suggestion" {"En la sugestión está todo"}». El análisis de la señora Von N. comenzó aparentemente un año después de esta carta a Fliess, en mayo de 1889, sí bien la fecha no es del todo segura. (Véase el «Apéndice A» de los Estudios, AE, 2, págs. 311 y sigs.)
19 (Ventana-emergente - Popup)
{La sugestión y sus efectos terapéuticos.}
20 (Ventana-emergente - Popup)
{Cf. la «Advertencia sobre la edición en castellano»
21 (Ventana-emergente - Popup)
En un trozo inédito de una carta enviada a Fliess el 21 de mayo de 1894, Freud apunta que estaba dedicado a preparar la última entrega de las Leçons du mardi
22 (Ventana-emergente - Popup)
Véase, no obstante, el artículo «Histeria» para la enciclopedia de Villaret
23 (Ventana-emergente - Popup)
La traducción del segundo volumen al alemán no estuvo a cargo de Freud sino del doctor Max Kahane, en 1895. (Cf. mi «Nota introductoria» al prólogo de Freud para su traducción de Bernheim, De la suggestion ... (Freud, 1888-89)
24 (Ventana-emergente - Popup)
Así nos lo dice el propio Freud al comienzo de este trabajo y en una nota a su traducción de las Leçons du mardi, de Charcot (1892-94) en la que sintetiza la primera parte del presente estudio. No obstante, en su Presentación autobiográfica (1925d), AE, 20, págs. 12-3, señala que la idea partió de él mismo, y parecen ratificarlo dos cartas

176
que en esa época escribió a su esposa desde París, y que han sido citadas por Jones (1953, pág. 257).
25 (Ventana-emergente - Popup)
El título es consignado en alemán
26 (Ventana-emergente - Popup)
Señalemos que varios de los puntos establecidos en este artículo aparecen en «Histeria» (1888b), la colaboración para la enciclopedia de Villaret
27 (Ventana-emergente - Popup)
Su extensa monografía sobre las diplejías cerebrales de la infancia (1893b).
28 (Ventana-emergente - Popup)
Véase también mi «Nota introductoria» al prólogo de Freud para su traducción de Bernheim, De la suggestion. . . (Freud, 1888-89)
29 (Ventana-emergente - Popup)
{Abreviado «AdA» en lo que sigue.}
30 (Ventana-emergente - Popup)
Las cartas de Fliess no han sobrevivido; es indudable que fueron destruidas mucho tiempo antes.
31 (Ventana-emergente - Popup)
{De un total de 284 cartas, manuscritos (entre ellos el «Proyecto de psicología») y notas, se incluyeron en esa edición 168.}
32 (Ventana-emergente - Popup)
{Lo mismo cabe decir de la presente versión castellana]
33 (Ventana-emergente - Popup)
{Abreviado AdA en lo que sigue.}
34 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. mi «Nota introductoria»,
35 (Ventana-emergente - Popup)
Como luego Se verá, Freud utilizó en el «Proyecto» estos y otros varios símbolos para referirse a sus hipótesis básicas.
36 (Ventana-emergente - Popup)
La propialectura del «Proyecto» aclarará el contenido de cada uno de estos temas.
37 (Ventana-emergente - Popup)
{En las siguientes consideraciones de Strachey, sólo hemos suprimido un breve fragmento al final del segundo párrafo, en el que se refería a los criterios fundamentales adoptados por él en su traducción de la obra al inglés.}
38 (Ventana-emergente - Popup)
El manuscrito original del «Proyecto» consta de 100 hojas, 80 de las cuales son de pequeño tamaño (25 X 20 cm, aproximadamente), y las otras 20, más grandes (35 X 25 cm). Las hojas largas comienzan desde la «Parte III» (pág. 408). Las primeras cuatro y media hojas pequeñas, que contienen las dos primeras secciones de la parte I, son evidentemente las escritas (en lápiz) durante el viaje en tren
39 (Ventana-emergente - Popup)
{Estas palabras, frases u oraciones, que aquí aparecen en bastardillas, no han sido destacadas coincidentemente en AdA}
40 (Ventana-emergente - Popup)
Debemos hacer aquí una salvedad respecto de «W» y «Er». Se comprobará que en ocasiones estas abreviaturas subrogan a«Wahrnehmungsbild» {«imagen-percepción»} y «Erinnerungsbild» {«imagen-recuerdo»}, respectivamente, en lugar de «Wabrnehmung» y «Erinnerung». La única manera de decidir cuál es la palabra que corresponde en cada caso reside en que los términos más largos son de género neutro en tanto que los más cortos son femeninos. Habitualmente, un artículo o adjetivo próximos hacen posible esa decisión; pero este es uno de los casos en que el lector debe confiar en el discernimiento del editor, y a veces surgen discrepancias entre la presente versión y la de AdA.
41 (Ventana-emergente - Popup)
{«P» en esta traducción castellana.}
42 (Ventana-emergente - Popup)
Véase sobre este episodio el primer volumen de la biografía de Jones (1953, págs. 316-8).
43 (Ventana-emergente - Popup)
El estudioso inquisitivo puede seguir este largo derrotero, más específicamente, en las cartas a Fliess del l? de enero y 6 de diciembre de 1896, el capítulo VII de La interpretación de los sueños (1900a) {abreviada IS en lo que sigue}, «Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico» (1911b), los trabajos metapsicológicos de 1915, Más allá del principio de placer (1920g), El yo y el ello (1923b), «Nota sobre la «pizarra mágica"» (1925a) y, finalmente, el Esquema del psicoanálisis (1940a [1938]).
44 (Ventana-emergente - Popup)
La descripción general de la operación del aparato psíquico en el capítulo VII (B) de IS (5, págs. 530-1), guarda aún mucha semejanza con el «Proyecto», particularmente porque insiste en considerarlo un aparato receptor: «Toda nuestra actividad psíquica parte de estímulos (internos o externos) y termina en inervaciones».
45 (Ventana-emergente - Popup)
Véase, en especial, el elaborado y minucioso examen que hace Pribram (1962) de la edición anterior del «Proyecto» siguiendo tales lineamientos.
46 (Ventana-emergente - Popup)
Véanse mis comentarios en el «Apéndice C», sobre una presunta referencia a la electricidad en el «Proyecto».
47 (Ventana-emergente - Popup)
{Las versiones castellanas siguientes no incluyen las contribuciones de Breuer; se las hallará en J. Breuer, Contribuciones a los estudios sobre la histeria, México:Siglo XXI editores.
48 (Ventana-emergente - Popup)
(Para la presente versión castellana de las contribuciones de Breuer se ha tomado como fuente la edición alemana de
S. Freud y J. Breuer, Studien über Hysterie, Francfort del Meno: Fischer Taschenbuch Verlag, 1970)
49 (Ventana-emergente - Popup)
Gran parte de lo que sigue ha sido tomado de la biografía de Freud escrita por Ernest Jones (1953), especialmente del capítulo XI.
50 (Ventana-emergente - Popup)
Una puntualización hecha parece indicar, en cambio, que el caso de la señora Cäcilie M. (mencionado algo más adelante) precedió al de la señora Emmy; no obstante, tal vez esta impresión proceda de que en ese lugar el texto no es suficientemente preciso.
51 (Ventana-emergente - Popup)
Anotemos que estos dos análisis apenas habían comenzado en el momento de publicarse la «Comunicación preliminar».
52 (Ventana-emergente - Popup)
El problema de averiguar cuándo empezó Freud a utilizar el método catártico se complica aún más por una declaración suya efectuada en 1916, en las circunstancias que pasamos a relatar. En el Congreso Médico Internacional celebrado en Londres en 1913, cobró notoriedad el absurdo, indocumentado e injusto ataque que lanzó Pierre Janet contra

25 (Ventana-emergente - Popup)
El título es consignado en alemán
26 (Ventana-emergente - Popup)
Señalemos que varios de los puntos establecidos en este artículo aparecen en «Histeria» (1888b), la colaboración para la enciclopedia de Villaret
27 (Ventana-emergente - Popup)
Su extensa monografía sobre las diplejías cerebrales de la infancia (1893b).
28 (Ventana-emergente - Popup)
Véase también mi «Nota introductoria» al prólogo de Freud para su traducción de Bernheim, De la suggestion. . . (Freud, 1888-89)
29 (Ventana-emergente - Popup)
{Abreviado «AdA» en lo que sigue.}
30 (Ventana-emergente - Popup)
Las cartas de Fliess no han sobrevivido; es indudable que fueron destruidas mucho tiempo antes.
31 (Ventana-emergente - Popup)
{De un total de 284 cartas, manuscritos (entre ellos el «Proyecto de psicología») y notas, se incluyeron en esa edición 168.}
32 (Ventana-emergente - Popup)
{Lo mismo cabe decir de la presente versión castellana]
33 (Ventana-emergente - Popup)
{Abreviado AdA en lo que sigue.}
34 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. mi «Nota introductoria»,
35 (Ventana-emergente - Popup)
Como luego Se verá, Freud utilizó en el «Proyecto» estos y otros varios símbolos para referirse a sus hipótesis básicas.
36 (Ventana-emergente - Popup)
La propialectura del «Proyecto» aclarará el contenido de cada uno de estos temas.
37 (Ventana-emergente - Popup)
{En las siguientes consideraciones de Strachey, sólo hemos suprimido un breve fragmento al final del segundo párrafo, en el que se refería a los criterios fundamentales adoptados por él en su traducción de la obra al inglés.}
38 (Ventana-emergente - Popup)
El manuscrito original del «Proyecto» consta de 100 hojas, 80 de las cuales son de pequeño tamaño (25 X 20 cm, aproximadamente), y las otras 20, más grandes (35 X 25 cm). Las hojas largas comienzan desde la «Parte III» (pág. 408). Las primeras cuatro y media hojas pequeñas, que contienen las dos primeras secciones de la parte I, son evidentemente las escritas (en lápiz) durante el viaje en tren
39 (Ventana-emergente - Popup)
{Estas palabras, frases u oraciones, que aquí aparecen en bastardillas, no han sido destacadas coincidentemente en AdA}
40 (Ventana-emergente - Popup)
Debemos hacer aquí una salvedad respecto de «W» y «Er». Se comprobará que en ocasiones estas abreviaturas subrogan a«Wahrnehmungsbild» {«imagen-percepción»} y «Erinnerungsbild» {«imagen-recuerdo»}, respectivamente, en lugar de «Wabrnehmung» y «Erinnerung». La única manera de decidir cuál es la palabra que corresponde en cada caso reside en que los términos más largos son de género neutro en tanto que los más cortos son femeninos. Habitualmente, un artículo o adjetivo próximos hacen posible esa decisión; pero este es uno de los casos en que el lector debe confiar en el discernimiento del editor, y a veces surgen discrepancias entre la presente versión y la de AdA.
41 (Ventana-emergente - Popup)
{«P» en esta traducción castellana.}
42 (Ventana-emergente - Popup)
Véase sobre este episodio el primer volumen de la biografía de Jones (1953, págs. 316-8).
43 (Ventana-emergente - Popup)
El estudioso inquisitivo puede seguir este largo derrotero, más específicamente, en las cartas a Fliess del l? de enero y 6 de diciembre de 1896, el capítulo VII de La interpretación de los sueños (1900a) {abreviada IS en lo que sigue}, «Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico» (1911b), los trabajos metapsicológicos de 1915, Más allá del principio de placer (1920g), El yo y el ello (1923b), «Nota sobre la «pizarra mágica"» (1925a) y, finalmente, el Esquema del psicoanálisis (1940a [1938]).
44 (Ventana-emergente - Popup)
La descripción general de la operación del aparato psíquico en el capítulo VII (B) de IS (5, págs. 530-1), guarda aún mucha semejanza con el «Proyecto», particularmente porque insiste en considerarlo un aparato receptor: «Toda nuestra actividad psíquica parte de estímulos (internos o externos) y termina en inervaciones».
45 (Ventana-emergente - Popup)
Véase, en especial, el elaborado y minucioso examen que hace Pribram (1962) de la edición anterior del «Proyecto» siguiendo tales lineamientos.
46 (Ventana-emergente - Popup)
Véanse mis comentarios en el «Apéndice C», sobre una presunta referencia a la electricidad en el «Proyecto».
47 (Ventana-emergente - Popup)
{Las versiones castellanas siguientes no incluyen las contribuciones de Breuer; se las hallará en J. Breuer, Contribuciones a los estudios sobre la histeria, México:Siglo XXI editores.
48 (Ventana-emergente - Popup)
(Para la presente versión castellana de las contribuciones de Breuer se ha tomado como fuente la edición alemana de
S. Freud y J. Breuer, Studien über Hysterie, Francfort del Meno: Fischer Taschenbuch Verlag, 1970)
49 (Ventana-emergente - Popup)
Gran parte de lo que sigue ha sido tomado de la biografía de Freud escrita por Ernest Jones (1953), especialmente del capítulo XI.
50 (Ventana-emergente - Popup)
Una puntualización hecha parece indicar, en cambio, que el caso de la señora Cäcilie M. (mencionado algo más adelante) precedió al de la señora Emmy; no obstante, tal vez esta impresión proceda de que en ese lugar el texto no es suficientemente preciso.
51 (Ventana-emergente - Popup)
Anotemos que estos dos análisis apenas habían comenzado en el momento de publicarse la «Comunicación preliminar».
52 (Ventana-emergente - Popup)
El problema de averiguar cuándo empezó Freud a utilizar el método catártico se complica aún más por una declaración suya efectuada en 1916, en las circunstancias que pasamos a relatar. En el Congreso Médico Internacional celebrado en Londres en 1913, cobró notoriedad el absurdo, indocumentado e injusto ataque que lanzó Pierre Janet contra

177
Freud y el psicoanálisis. Una réplica de Ernest Jones se publicó en Journal ol Abnormal Psycbo1ogy, 9 (1915), cuya traducción al alemán apareció en Internationale Zeitschrift für árztliche Psychoanalyse, 4 (1916). En el curso de su diatriba, Janet dijo que lo poco que había de valioso en el psicoanálisis provenía enteramente de sus propios escritos anteriores; al refutar esto, Jones señaló que, si bien era cierto que la publicación efectiva de los hallazgos de Breuer y Freud fue posterior a los de Janet (dados a conocer en 1889), la labor clínica en que el primer artículo de aquellos se basaba precedió en varios años a la de este. «La cooperación entre ambos autores -continuaba Jones- fue anterior en diez años a su primera comunicación, y en los Estudios se dice expresamente que uno de los casos sobre los que allí se informa fue tratado con el método catártico más de catorce años antes de la fecha de publicación».En este lugar de la traducción alemana (ibid., pág. 42), una nota al pie con la firma «Freud» reza así: «Nota del editor: Me veo obligado a rectificar al doctor Jones en un punto que es inesencial para su polémica pero tiene importancia para mí. Todo lo dicho acerca de la prioridad e independencia del trabajo que luego se llamaría "psicoanalítico" conserva su validez, pero se refiere exclusivamente al logro de Breuer. Mi participación sólo comenzó en 1891-92. Los préstamos que yo he tomado no los he recibido de Janet sino de Breuer, como muchas veces lo he reconocido públicamente». La fecha que aquí da Freud es enigmática. En 1891 ya habían pasado dos o tres años desde el comienzo del caso de Emmy von N., y aun faltaba un año para el de Elisabeth ven R.
53 (Ventana-emergente - Popup)
Resulta imposible establecer con precisión la fecha de esta nota, pues si bien el prólogo de Freud asu traducción está datado «junio de 1892», la obra se publicó en varias partes, la última de las cuales no pudo haber aparecido antes de fines de mayo de 1894 (cf. AE, 1, págs. 165-6). No obstante, como esa nota figura en una de las primeras páginas del libro, puede estimarse con bastante certidumbre que data del verano o el otoño de 1892.
54 (Ventana-emergente - Popup)
Ambos son recogidos en el primer volumen de laStandard Edition.
55 (Ventana-emergente - Popup)
{En una carta a Ludovico Rosenthal fechada el 22 de marzo de 1955, apuntaba Strachey que esta es «la primerísima traducción de una obra psicológica de Freud que se haya publicado en el mundo» (RP, 3, pág. 226n.).}
56 (Ventana-emergente - Popup)
En la conferencia del 11 de enero de 1893, Freud enunció este principio como sigue: «Si un ser humano experimenta una impresión psíquica, en su sistema nervioso se acrecienta algo que por el momento llamaremos la "suma de excitación". Ahora bien, en todo individuo, para la conservación de su salud, existeel afán de volver a empequeñecer esa suma de excitación» (AE, 3, pág. 37).
57 (Ventana-emergente - Popup)
Ernest Jones (1953, 1, págs. 44 y sigs., y 407 y sigs.) examina con amplitud las diversas influencias que posiblemente obraron sobre las concepciones de Freud. Además de los nombres mencionados en el texto, merece especial mención el psicofísico G. T. Fechner; la deuda que con él tenía fue reconocida por Freud en suPresentación autobiográfica (1925d), AE, 20, pág, 55,
58 (Ventana-emergente - Popup)
Una corrección que Freud se sintió obligado a hacer treinta años después en la última oración del presente libro pone de relieve lainestabilidad de la posición que en materia de neurología aún trataba de mantener en 1895. En esta fecha había empleado el térm ino «Nervensystem» {«sistema nervioso»}, que en 1925 cambió por«Seelenleben» {«vida anímica»}. Pero lo que parecía un cambio trascendental no afectó en lo más mínimo el significado de la oración. Ya en la época en que Freud escribió este trabajo ' el viejo vocabulario neurológico no era más que una envoltura.
59 (Ventana-emergente - Popup)
Como lo había hecho en su primer artículo sobre «Las neuropsicosis de defensa» (1894) y en el bosquejo «III» (1941b), casi con certeza escrito en 1892
60 (Ventana-emergente - Popup)
En verdad, en la cuarta de sus Cinco conferencias sobre psicoanálisis (1910a), AE, 11, pág. 36, afirma categóricamente que en la época de la publicación de losEstudios todavía no creía que esto fuera así.
61 (Ventana-emergente - Popup)
{Prólogo a la primera edición de la «Recopilación de escritos breves sobre la doctrina de las neurosis, 1893-1906».}
62 (Ventana-emergente - Popup)
Freud tradujo al alemán, a solicitud de Charcot, dos de sus libros: el tercer tomo de las leçons sur les maladies du systeme nerveux {Lecciones sobre las enfermedades del sistema nervioso} (1887), cuya versión alemana (Freud, 18861) fue publicada antes que la seguida mitad del original francés, y las leçons du mardi (1887-88) {Lecciones de los martes} (1888) (Freud, 1892-94), volumen al que Freud agregó, sin consentimiento de Charcot, algunas notas a pie de página -hecho que dio lugar, al parecer, a una desavenencia entre ambos (cf. Psicopatologíade la vida cotidiana (1901b), AE, 6, pág. 158)--- Al final de su prólogo a esta segunda traducción se halla su elogio tal vez más entusiasta de Charcot (AE, 1, págs. 169-70). El segundo tomo de las leçons du mardi, correspondiente al año académico 1888-89, fue traducido al alemán por Max Kahane (1895), uno de los primeros, discípulos de Freud,
63 (Ventana-emergente - Popup)
Al final de Estudios sobre la histeria (1895d), AE, 2, págs. 314-5, sehallará una lista de los principales escritos de Freud sobre la histeria de conversión; una lista similar de sus escritos sobre la neurosis obsesiva figura en AE, 10, págs. 250-]
64 (Ventana-emergente - Popup)
La expresión «refugio en la enfermedad» parece presentarse por primera vez en «Apreciaciones generales sobre el ataque histérico» (1909a), AE, 9, pág. 209.
65 (Ventana-emergente -Popup)
El 15 de enero de 1895, Freud pronunció en la Viena Vercin für Psychiatrie und Neurologie {Sociedad Vienesa de Psiquiatría y Neurología} una conferencia con el título «Mecanismo de las representaciones obsesivas y las fobias», y su propio resumen de esa conferencia fue publicado, ese mismo año, en Wiener klinische Wochenschrift, 8, nº 27, pág. 496.
66 (Ventana-emergente - P opup)
{En nuestro caso, hemos traducido unas veces «representación obsesiva», otras veces «compulsión»,}
67 (Ventana-emergente -Popup)
Por lo menos en tres pasajes de sus obras Freud se detiene en los diversos matices de la palabra alemana «Angst» {«angustia»} y de otras dos con ella emparentadas: «Furcht» {«temor»} y «Schreck» {«terror»}; lo hace en la 25º de sus Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17), AE, 16,pág. 357;en Más allá del principio de placer (1920g), AE, 18, págs. 12-3, y en Inhibición, síntoma y angustia (1926d), AE, 20, pág. 154. Si bien destaca que en la «angustia» hay un elemento de anticipación y una ausencia de objeto, las distinciones que traza no resultan del todo convincentes, y en su uso efectivo de estos términos estuvo lejos de regirse invariablemente por ellas. Y esto no debe sorprender, ya que «Angst» no es en modo alguno un tecnicismo psiquiátrico, sino una voz alemana corriente. Posee afinidad con «eng», que significa «constreñido», «restringido»; tiene como referente {al igual que la palabra castellana «angustia», que deriva del latín «angustus», «angosto», «estrecho»} la sensación de ahogo que caracteriza a las formas graves de este estado psíquico. En inglés, donde «Angst» se traduce por «anxiety», un estado más agudo aún se describe con el término «anguish» {de igual procedencia}; y destaquemos que en sus escritos en francés Freud empleó como sinónimos, para traducir «Angst», las palabras «angoisse» y «anxiété»; véase, por ejemplo, «Obsesiones y fobias» (1895c)
68 (Ventana-emergente - Popup)
Aunque conceptualmente es de más antigua data, pues ya aparece entre los primeros escritos psicológicos de Freud que han sobrevivido: el bosquejo de la «Comunicación preliminar» titulado «Nota III» (1941b [1892]) y una carta a Breuer aún anterior, del 29 de junio de 1892 (Freud, 1941a).

53 (Ventana-emergente - Popup)
Resulta imposible establecer con precisión la fecha de esta nota, pues si bien el prólogo de Freud asu traducción está datado «junio de 1892», la obra se publicó en varias partes, la última de las cuales no pudo haber aparecido antes de fines de mayo de 1894 (cf. AE, 1, págs. 165-6). No obstante, como esa nota figura en una de las primeras páginas del libro, puede estimarse con bastante certidumbre que data del verano o el otoño de 1892.
54 (Ventana-emergente - Popup)
Ambos son recogidos en el primer volumen de laStandard Edition.
55 (Ventana-emergente - Popup)
{En una carta a Ludovico Rosenthal fechada el 22 de marzo de 1955, apuntaba Strachey que esta es «la primerísima traducción de una obra psicológica de Freud que se haya publicado en el mundo» (RP, 3, pág. 226n.).}
56 (Ventana-emergente - Popup)
En la conferencia del 11 de enero de 1893, Freud enunció este principio como sigue: «Si un ser humano experimenta una impresión psíquica, en su sistema nervioso se acrecienta algo que por el momento llamaremos la "suma de excitación". Ahora bien, en todo individuo, para la conservación de su salud, existeel afán de volver a empequeñecer esa suma de excitación» (AE, 3, pág. 37).
57 (Ventana-emergente - Popup)
Ernest Jones (1953, 1, págs. 44 y sigs., y 407 y sigs.) examina con amplitud las diversas influencias que posiblemente obraron sobre las concepciones de Freud. Además de los nombres mencionados en el texto, merece especial mención el psicofísico G. T. Fechner; la deuda que con él tenía fue reconocida por Freud en suPresentación autobiográfica (1925d), AE, 20, pág, 55,
58 (Ventana-emergente - Popup)
Una corrección que Freud se sintió obligado a hacer treinta años después en la última oración del presente libro pone de relieve lainestabilidad de la posición que en materia de neurología aún trataba de mantener en 1895. En esta fecha había empleado el térm ino «Nervensystem» {«sistema nervioso»}, que en 1925 cambió por«Seelenleben» {«vida anímica»}. Pero lo que parecía un cambio trascendental no afectó en lo más mínimo el significado de la oración. Ya en la época en que Freud escribió este trabajo ' el viejo vocabulario neurológico no era más que una envoltura.
59 (Ventana-emergente - Popup)
Como lo había hecho en su primer artículo sobre «Las neuropsicosis de defensa» (1894) y en el bosquejo «III» (1941b), casi con certeza escrito en 1892
60 (Ventana-emergente - Popup)
En verdad, en la cuarta de sus Cinco conferencias sobre psicoanálisis (1910a), AE, 11, pág. 36, afirma categóricamente que en la época de la publicación de losEstudios todavía no creía que esto fuera así.
61 (Ventana-emergente - Popup)
{Prólogo a la primera edición de la «Recopilación de escritos breves sobre la doctrina de las neurosis, 1893-1906».}
62 (Ventana-emergente - Popup)
Freud tradujo al alemán, a solicitud de Charcot, dos de sus libros: el tercer tomo de las leçons sur les maladies du systeme nerveux {Lecciones sobre las enfermedades del sistema nervioso} (1887), cuya versión alemana (Freud, 18861) fue publicada antes que la seguida mitad del original francés, y las leçons du mardi (1887-88) {Lecciones de los martes} (1888) (Freud, 1892-94), volumen al que Freud agregó, sin consentimiento de Charcot, algunas notas a pie de página -hecho que dio lugar, al parecer, a una desavenencia entre ambos (cf. Psicopatologíade la vida cotidiana (1901b), AE, 6, pág. 158)--- Al final de su prólogo a esta segunda traducción se halla su elogio tal vez más entusiasta de Charcot (AE, 1, págs. 169-70). El segundo tomo de las leçons du mardi, correspondiente al año académico 1888-89, fue traducido al alemán por Max Kahane (1895), uno de los primeros, discípulos de Freud,
63 (Ventana-emergente - Popup)
Al final de Estudios sobre la histeria (1895d), AE, 2, págs. 314-5, sehallará una lista de los principales escritos de Freud sobre la histeria de conversión; una lista similar de sus escritos sobre la neurosis obsesiva figura en AE, 10, págs. 250-]
64 (Ventana-emergente - Popup)
La expresión «refugio en la enfermedad» parece presentarse por primera vez en «Apreciaciones generales sobre el ataque histérico» (1909a), AE, 9, pág. 209.
65 (Ventana-emergente -Popup)
El 15 de enero de 1895, Freud pronunció en la Viena Vercin für Psychiatrie und Neurologie {Sociedad Vienesa de Psiquiatría y Neurología} una conferencia con el título «Mecanismo de las representaciones obsesivas y las fobias», y su propio resumen de esa conferencia fue publicado, ese mismo año, en Wiener klinische Wochenschrift, 8, nº 27, pág. 496.
66 (Ventana-emergente - P opup)
{En nuestro caso, hemos traducido unas veces «representación obsesiva», otras veces «compulsión»,}
67 (Ventana-emergente -Popup)
Por lo menos en tres pasajes de sus obras Freud se detiene en los diversos matices de la palabra alemana «Angst» {«angustia»} y de otras dos con ella emparentadas: «Furcht» {«temor»} y «Schreck» {«terror»}; lo hace en la 25º de sus Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17), AE, 16,pág. 357;en Más allá del principio de placer (1920g), AE, 18, págs. 12-3, y en Inhibición, síntoma y angustia (1926d), AE, 20, pág. 154. Si bien destaca que en la «angustia» hay un elemento de anticipación y una ausencia de objeto, las distinciones que traza no resultan del todo convincentes, y en su uso efectivo de estos términos estuvo lejos de regirse invariablemente por ellas. Y esto no debe sorprender, ya que «Angst» no es en modo alguno un tecnicismo psiquiátrico, sino una voz alemana corriente. Posee afinidad con «eng», que significa «constreñido», «restringido»; tiene como referente {al igual que la palabra castellana «angustia», que deriva del latín «angustus», «angosto», «estrecho»} la sensación de ahogo que caracteriza a las formas graves de este estado psíquico. En inglés, donde «Angst» se traduce por «anxiety», un estado más agudo aún se describe con el término «anguish» {de igual procedencia}; y destaquemos que en sus escritos en francés Freud empleó como sinónimos, para traducir «Angst», las palabras «angoisse» y «anxiété»; véase, por ejemplo, «Obsesiones y fobias» (1895c)
68 (Ventana-emergente - Popup)
Aunque conceptualmente es de más antigua data, pues ya aparece entre los primeros escritos psicológicos de Freud que han sobrevivido: el bosquejo de la «Comunicación preliminar» titulado «Nota III» (1941b [1892]) y una carta a Breuer aún anterior, del 29 de junio de 1892 (Freud, 1941a).

178
69 (Ventana-emergente - Popup)
Collected Papers, Londres (5 vols.), 1, págs. 155-82.
70 (Ventana-emergente - Popup)
Estos hallazgos ya le habían sido esbozados a Fliess unos meses antes (a partir del 8 de octubre de 1895).
71 (Ventana-emergente - Popup)
Que ya estaba presente en el Manuscrito K de la correspondencia con Fliess (Freud, 1950a), AE, 1, pág. 267.
72 (Ventana-emergente - Popup)
{Título más o menos equivalente al de profesor auxiliar.}
73 (Ventana-emergente - Popup)
{Equivalente a profesor adjunto.}
74 (Ventana-emergente - Popup)
Este episodio ocupa un lugar prominente en uno de los sueños de Freud, relatado en La interpretación de los sueños (1900a), AE, 4, págs. 155 y sigs.
75 (Ventana-emergente - Popup)
{P.ej., 1885e, 1895g, 1895h.}
76 (Ventana-emergente - Popup)
{P.ej., 18871, 1888b, 1890a, 1891c, 1891d.}
77 (Ventana-emergente - Popup)
{El título completo de laStandard Edition es The Standard Edition of the Complete Psychologícal Works of Sigmund Freud (Edición canónica de las obras psicológicas completas de Sigmund Freud).}
78 (Ventana-emergente -Popup)
El nombre de Gisela Fluss aparece de manera imprevista y sin mayor significatividad en los apuntes originales de Freud sobre el historial clínico del «Hombre de las Ratas» ( 1955a), AE, 10, pág. 219
79 (Ventana-emergente - Popup)
{A partir de la edición de 1925 (GS), fueron incorporados total o parcialmente al texto tres trabajos de Freud que habían sido publicados originariamente por separado; elles son: «Un ejemplo típico de sueño edípico disfrazado» (19101), «Agregados a la interpretación de los sueños» (191la) y «Figuración del "gran logro" en el sueño» (1914e).}80 (Ventana-emergente - Popup)
{Se entiende que las remisiones internas de los volúmenes 4 y 5 corresponden a las páginas de la presente edición. Como aclaramos en la «Advertencia sobre la edición en castellano», en el volumen 24 se dará la equivalencia con la paginación de las Gesammelte Werke y la Standard Edition.}
81 (Ventana-emergente - Popup)
Una carta de Freud a André Breton, fechada el 14 de diciembre de 1932 (cf. Freud, 1933e), declara explícitamente que desde la cuarta edición en adelante las bibliografías quedaron totalmente en manos de Rank.
82 (Ventana-emergente - Popup)
En relación con esto, también es muy interesante el artículo de Siegfried Bernfeld «Freud's Earliest Theories» (1944).
83 (Ventana-emergente - Popup)
Debe destacarse que estas especulaciones de Freud anteceden en muchos años a cualquier investigación sistemática sobre la naturaleza de los impulsos nerviosos y las condiciones que rigen su trasmisión.
84 (Ventana-emergente - Popup)
A esto debe aludir Freud en un pasaje de la presente obra, donde señala que había postergado por más de un año la impresión del manuscrito ya terminado. En realidad, le faltaba todavía escribir el primer capítulo.
85 (Ventana-emergente - Popup)
{Si bien las consideraciones que siguen se refieren obviamente a la traducción inglesa, las reproducimos porque tienen validez también para la presente versión castellana.}86 (Ventana-emergente - Popup)
{La versión castellana fue tomada en estecaso de SA, 2, teniendo a la vista GW, 2-3; ambas ediciones reproducen, asimismo, la de 1930}87 (Ventana-emergente - Popup)
{Los de la presente versión, tal como se aclara en la «Advertencia sobre la edición en castellano» figuran entre llaves.}88 (Ventana-emergente - Popup)
{La misma observación vale en el casa de la presente versión.}89 (Ventana-emergente - Popup)
En vida de Freud, la obra fue traducida a las siguientes lenguas: ruso (1910), polaco (1912), inglés (1914), holandés (1916), francés (1922), español (1922), húngaro (1923), japonés (1930, dos versiones), servio-croata (1937), checo (1938), así como al portugués y al sueco (las respectivas traducciones a estas lenguas no especifican la fecha).90 (Ventana-emergente - Popup)
En ediciones posteriores se agregaron en el último capítulo algunas nuevas disquisiciones teóricas.91 (Ventana-emergente - Popup)
{Londres: Fisher Unwin, y Nueva York: Macmillan, 1914, vii + 342 págs.; traducida por A. A. Brill, con una «Introducción» del traductor.}92 (Ventana-emergente - Popup)
{Omitimos otras consideraciones de Strachey sobre la versión inglesa anterior. Por lo demás, el criterio que a continuación se enuncia es el mismo que hemos adoptado en la presente versión.}93 (Ventana-emergente - Popup)
Es un hecho curioso que antes de que Freud escribiese la presente obra no existía, aparentemente, en la psicología este concepto general; en inglés se acuñó el término «parapraxis» para dar cuenta de él. {En lo que sigue, «operación fallida» traduce al vocablo alemán «FebIleistung», y «acción fallida», a «FehIhandIung»94 (Ventana-emergente - Popup)
Como Freud no acude a este ejemplo en ningún otro sitio, tal vez convenga consignarlo aquí, aunque no se nos dé elucidación alguna de él: «Eso me ocurrió no hace mucho con el nombre del poeta autor del Andreas Hofer ("Zu Mantua in Banden. . . "). Estaba convencido de que debía ser un nombre terminado en "-au", como Lindau o Feldau. El poeta se llamaba, naturalmente, Julius Mosen [1803-1867]; el "Julius" no había escapado a mi memoria. Pude demostrar entonces lo siguiente: 1) que había reprimido el nombre Mosen a causa de ciertos nexos; 2) que en dicha represión intervino cierto material infantil, y 3) que los nombres sustitutivos que se me ocurrieron. habían surgido, igual que un síntoma, de ambos grupos de materiales. El análisis quedó completado sin lagunas, pero desgraciadamente es tan poco apto como mi "gran sueño" para ser dado a publicidad ... ».95 (Ventana-emergente - Popup)
Había dedicado el mes de enero a preparar el historial clínico de «Dora», aunque este no fue publicado sino cuatro años más tarde (1905e).96 (Ventana-emergente - Popup)
El propio Freud comentó ampliamente este hecho, v las incongruencias que estas modificaciones pudieron haber introducido en el texto, en su trabajo «La organización genital infantil» ( 1923e), AE, 19 pág- 14597 (Ventana-emergente - Popup)
Su abandono de la teoría de la seducción fue anunciado por él públicamente por primera vez en un breve pasaje y una nota al pie del presente trabajo (pág. 173), y poco después, con más extensión, en «Mis tesis sobre el papel de la
179
sexualidad en la etiología de las neurosis» (1906a). Describió posteriormente sus reacciones personales frente a este hecho en «Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico» (1914d), AE, 14, págs. 17-8, y en su Presentación autobiográfica (1925d), AE, 20, pág. 33.
98 (Ventana-emergente - Popup)
Véase un examen más detenido de este punto en mi «Prefacio» al libro sobre el chiste (1905c), AE, 8, pág. 5.99 (Ventana-emergente - Popup)
{Estos artículos aparecieron en el volumen 9 de laStandard Edition, págs. 253-6, donde se aclara, sin embargo, que por el período en que fueron escritos corresponden al volumen 7, que ya estaba en prensa cuando se descubrió su existencia.}
100 (Ventana-emergente - Popup)
Para la presente versión se ha utilizado esta edición.
101 (Ventana-emergente - Popup)
En una comunicación privada, jones atribuyó esta afirmación al propio Freud.
102 (Ventana-emergente - Popup)
En la presente edición se han numerado, para facilitar las referencias, las secciones en que dividió el autor los capítulos largos
103 (Ventana-emergente - Popup)
Constituye una pequefia excepción el párrafo dedicado a los chistes eróticos en la carta abierta al doctor F. S. Krauss (Freud, 19101» AE, 11, pág. 233.
104 (Ventana-emergente - Popup)
{Las siguientes consideraciones de la edición ingIcsa valen tam bién para la presente versión castellana.}
105 (Ventana-emergente - Popup)
Wilhelm Jensen (1837-1911) era un dramaturgo y novelista de Alemania septentrional, respetado pero no considerado de primera categoría.
106 (Ventana-emergente - Popup)
El s ueño de «Villa Secerno», sobre el cual se informa en La interpretación de los sueños (1900a), AE, 4, pág. 323, si bien no se menciona allí la asociación con Pompeya.
107 (Ventana-emergente - Popup)
En su Presentación autobiográfica (1925d), AE, 20, pág. 61, Freud se refirió algo peyorativamente a Gradiva como «una breve novela, no muy valiosa en sí misma».
108 (Ventana-emergente -Popup)
Ziehen era un enconado opositor del psicoanálisis, aunque curiosamente laPsicopatología de la vida cotidiana (1901b) y el historial de «Dora» (1905e) vieron la luz en una publicación de la que él era codirector.
109 (Ventana-emergente - Popup)
En los primeros tiempos, Freud empleó con suma frecuencia las expresiones «grupos de representaciones» o «grupos psíquicos» en un sentido aparentemente muy similar. Véase, por ejemplo, Estudios sobre la histeria (1895d), AE, 2, págs. 38, 108 y 179-80, y el Manuscrito G (que data probablemente de enero de 1895) en la correspondencia con Fliess (Freud, 1950a), AE, 1, pág. 241. En las dos primeras ediciones de Psicopatología de la vida cotidiana (1901b) se leía en un lugar (AE, 6, pág. 11 On.)«círculos de pensamientos» («Gedankenkreisen»), expresión que en la edición de 1907 y en todas las siguientes se remplazó por «complejos». La palabra «complejos» (aunque tal vez no derivada en este caso de Jung) aparece en El chiste y su relación con lo inconciente (1905c), AE, 8, pág. 95;no obstante, este texto es posterior al trabajo de Jung y Riklin de 1904.
110 (Ventana-emergente - Popup)
Véansetambién algunos pasajes de «La sexualidad en la etiología de las neurosis» (1898a), en particular aquel en que se discute el problema del uso de anticonceptivos (AE, 3, págs. 269-70), discusión que anticipa las observaciones contenidas aquí
111 (Ventana-emergente - Popup)
Freud aludió a ellas en la misma reunión de la Sociedad Psicoanalítica de Viena (el 13 de febrero de 1907) en que leyó la carta citada en su trabajo sobre «El esclarecimiento sexual del niño» (1907c)
112 (Ventana-emergente - Popup)
En todas las ediciones anteriores, en una oportunidad se hace referencia al paciente como «teniente H.», y al «capitán cruel», como «capitán M.»; a fin de hacer concordar las iniciales con los nombres escogidos en los «Apuntes originales», se han cambiado por «L.» y «N.», respectivamente
113 (Ventana-emergente - Popup)
Traducción en castellano (tomada de la versión inglesa) «Las notas originales de Freud sobre el caso del "Hombre de las Ratas"», RP, 22, nº 3, págs. 159-99,sin mención de traductor. La presente versión castellana ha sido tomada de la primera publicación del manuscrito original, L'homme aux rais. Journal d'une analyse(edición bilingüe en alemán y francés), traducida al francés, con una introducción, notas y comentario, por Elza Ribeiro HaweIka, París: Presses Universitaires de France, 1974.
114 (Ventana-emergente - Popup)
{También en esta versión castellana}
115 (Ventana-emergente - Popup)
También asistieron Sándor Ferenczi, Ernest Jones y A. A. Brill, aunque no habían sido invitados. (Según una carta de
E. Jones a J. Strachey fechada el 20 de octubre de 1957.)
116 (Ventana-emergente - Popup)
Se hallará otro relato sobre el acontecimiento en «Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico» (1914d), AE, 14, págs. 29-30, y una descripción más completa, de la cual han sido tomados la mayoría de los detalles que damos aquí, en la biografía de Ernest Jones (1955, págs. 59 y sigs.).
117 (Ventana-emergente - Popup)
En vida de Freud, las conferencias fueron traducidas a muchas otras lenguas: polaco (1911), ruso (1911), húngaro (1912), holandés (1912), italiano (1915), danés (1920), francés (1921), español (1923), portugués (1931) y japonés (1933).
118 (Ventana-emergente - Popup)
En la nota necrológica que escribiera a la muerte de Sándor Ferenczi, Freud consignó la participación que le cupo a este en la génesis de las conferencias. (Cf. Freud (1933c), AE, 22, pág. 227.)
119 (Ventana-emergente - Popup)
Fliess afirmaba que existía un nexo entre bilateralismo y bisexualidad, idea cuestionada por Freud. Más adelante, se hallará una referencia indirecta a esta polémica (que fue uno de los motivos del distanciamiento entre ambos).
120 (Ventana-emergente - Popup)
Las actas de la Sociedad Psicoanalítica de Viena (que desgraciadamente no hemos sido autorizados a citar) revelan que en una reunión mantenida el 11 de diciembre de 1907 Freud hizo algunos comentarios sobre el tema de las biografías con enfoque psicoanalítico. (Cf. Jones, 1955, pág, 383,)
121 (Ventana-emergente - Popup)
Irma Richter señala esto en una nota al pie de su selección de fragmentos tomados de los cuadernos de anotaciones de Leonardo, recientemente publicada (1952, pág. 286). Al igual que Pfister, ella dice que el recuerdo infantil de Leonardo fue un «sueño».
122 (Ventana-emergente - Popup)
Tampoco las referencias a la fecundación natural de los buitres prueban que Leonardo hubiera tenido en su infancia

180
una ligazón exclusiva con su madre -aunque la insuficiencia de esta prueba específica no contradice la existencia de dicha ligazón
123 (Ventana-emergente - Popup)
Otros datos interesantes sobre el padre de Schreber se hallarán en Niederland (1959a, 1959b, 1960, 1963).
124 (Ventana-emergente - Popup)
Por una carta que Freud envió a la princesa Marie Bonaparte el 13 de setiembre de 1926, y que Ernest Jones dio a conocer parcialmente en el tercer volumen de su biografía (1957, pág. 477), parecería que por conducto de un tal doctor Stegmann él había sido informado de esta recaída y de su ocasionamiento (entre otras cuestiones), aunque en el trabajo no hace mención alguna de ello.
125 (Ventana-emergente - Popup)
Ya entonces ocupaba un importante cargo judicial, como director del Landgericbt (Tribunal Regional) en Chemnitz. Tras recobrarse de este primer episodio tuvo una magistratura similar en Leipzig. Inmediatamente antes del segundo episodio fue designado Senatspräsident en Dresde, Sajonia. (Llámase así al juez que preside el Oberlandesgericht o Superior Tribunal de una provincia.)
126 (Ventana-emergente - Popup)
{Estas consideraciones tienen validez también para la presente versión castellana.}
127 (Ventana-emergente - Popup)
Otro ejemplo podría ser la ausencia en sus escritos de un examen cabal de la «contratrasferencia»
128 (Ventana-emergente - Popup)
Digamos al pasar que el capítulo V de esa obra contiene buen número de trozos tomados, a veces casi palabra por palabra, de la presente serie de artículos.
129 (Ventana-emergente - Popup)
{La parte I, págs. 19-65, de este libro contiene la traducción del trabajo al inglés, con una «Introducción» de Jam es Strachey.}
130 (Ventana-emergente - Popup)
{Para la presente versión castellana hemos tomado como fuente esta edición.}
131 (Ventana-emergente - Popup)
El texto de esta carta en alemán, junto con su traducción al inglés, está contenido en la edición norteamericana del trabajo.
132 (Ventana-emergente - Popup)
Una parte del material procede de Kryptadia, publicación de características semejantes aAnthropophyteia que apareció en Heilbronn y París entre 1883 y 1911.
133 (Ventana-emergente - Popup)
La presente versión castellana ha sido tomada de esta traducción al inglés, tal como la reproduce laStandard Edition.
134 (Ventana-emergente - Popup)
Damos una lista completa de referencias en una nota de «Sobre el psicoanálisis "silvestre"» (1910k), AE, 11, pág. 224
135 (Ventana-emergente - Popup)
{Estas consideraciones nos han decidido a traducir el trabajo de la versión alemana, consignando entre llaves algunos de los términos empleados en el original inglés.}
136 (Ventana-emergente - Popup)
Lo que sigue sólo se refiere, por supuesto, a las psiconeurosis.
137 (Ventana-emergente - Popup)
La interpretación de los sueños (1900a) ya estaba publicada. El pasaje en cuestión (AE, 4, págs, 253-8) reconduce los sueños exhibicionistas a situaciones de la temprana infancia.
138 (Ventana-emergente - Popup)
Esto parece preanunciar una puntualización acerca de la histeria y la paranoia en el análisis de Schreber (1911c)
139 (Ventana-emergente - Popup)
«Originäre Verrücktbeit»; este concepto era corriente en la psiquiatría alemana de la segunda mitad del siglo xix.
140 (Ventana-emergente - Popup)
Freud tomó el término «autoerotismo» de Havelock Ellis, quien lo había introducido en un trabajo publicado el año anterior ( 1898a).
141 (Ventana-emergente - Popup)
{El método psicoanalítico.}
142 (Ventana-emergente - Popup)
Ritos escatológicos de todos los pueblos.
143 (Ventana-emergente - Popup)
Elementos escatológicos en las costumbres, los usos, las creencias y el derecho consuetudinario de los pueblos.
144 (Ventana-emergente - Popup)
En GS, 5 (1924), pág. 432, el artículo escrito por Freud para la Society for Psychical Research (1912g) se incluye, junto con estos cinco artículos, bajo el título de «Trabajos sobre metapsicología». Sin embargo, no formó parte de la recopilación original
145 (Ventana-emergente - Popup)
En la tercera parte del análisis de Schreber (1911c), Freud examinó el mecanismo de la proyección, pero se declaró insatisfecho y prometió considerarlo más acabadamente en un trabajo posterior. Al parecer nunca lo hizo, salvo que se trate de uno de esos artículos perdidos.
146 (Ventana-emergente - Popup)
{Strachey traduce«Trieb» por«instinct», «instinto». Hemos preferido emplear «pulsión» aun en sus «Notas introductorias», para evitar las confusiones a que daría lugar el uso de una doble terminología.}
147 (Ventana-emergente - Popup)
La palabra alemana, aquí y en la cita de Schreber, es «Repräsentant» {«representante»}, término utilizado sobre todo en el lenguaje jurídico o constitucional. En todas las otras citas que siguen, como también casi invariablemente después, Freud escribe «Repräsentanz» {«agencia representante»}, que es una forma más abstracta.
148 (Ventana-emergente - Popup)
Véase el primer artículo sobre las neurosis de angustia (1895b), AE, 3, pág. 112.
149 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. el final de mi «Nota introductoria» al artículo sobre el narcisismo (1914c), supra, pág. 69, y un análisis del «examen de realidad» en mi «Nota introductoria» a «Complemento metapsicológico a la doctrina de los sueños» (1917d), infra, págs. 218-9.
150 (Ventana-emergente - Popup)
Véase, por ejemplo, un pasaje de los Tres ensayos (1905d),AE, 7, pág. 165, donde sin embargo la mención explícita de la auto-conservación se agregó en 1915.
151 (Ventana-emergente - Popup)
Algunas observ aciones sobre la pulsíón de destrucción y la posibilidad de su sublimación se incluyen en dos cartas de Freud a la princesa Marie Bonaparte, del 27 de mayo y el 17 de junio de 1937. Ambas cartas se reproducen en el «Apéndice A» (n°. 33 y 34) del tercer volumen de la biografía de Ernest Jones (1957).
123 (Ventana-emergente - Popup)
Otros datos interesantes sobre el padre de Schreber se hallarán en Niederland (1959a, 1959b, 1960, 1963).
124 (Ventana-emergente - Popup)
Por una carta que Freud envió a la princesa Marie Bonaparte el 13 de setiembre de 1926, y que Ernest Jones dio a conocer parcialmente en el tercer volumen de su biografía (1957, pág. 477), parecería que por conducto de un tal doctor Stegmann él había sido informado de esta recaída y de su ocasionamiento (entre otras cuestiones), aunque en el trabajo no hace mención alguna de ello.
125 (Ventana-emergente - Popup)
Ya entonces ocupaba un importante cargo judicial, como director del Landgericbt (Tribunal Regional) en Chemnitz. Tras recobrarse de este primer episodio tuvo una magistratura similar en Leipzig. Inmediatamente antes del segundo episodio fue designado Senatspräsident en Dresde, Sajonia. (Llámase así al juez que preside el Oberlandesgericht o Superior Tribunal de una provincia.)
126 (Ventana-emergente - Popup)
{Estas consideraciones tienen validez también para la presente versión castellana.}
127 (Ventana-emergente - Popup)
Otro ejemplo podría ser la ausencia en sus escritos de un examen cabal de la «contratrasferencia»
128 (Ventana-emergente - Popup)
Digamos al pasar que el capítulo V de esa obra contiene buen número de trozos tomados, a veces casi palabra por palabra, de la presente serie de artículos.
129 (Ventana-emergente - Popup)
{La parte I, págs. 19-65, de este libro contiene la traducción del trabajo al inglés, con una «Introducción» de Jam es Strachey.}
130 (Ventana-emergente - Popup)
{Para la presente versión castellana hemos tomado como fuente esta edición.}
131 (Ventana-emergente - Popup)
El texto de esta carta en alemán, junto con su traducción al inglés, está contenido en la edición norteamericana del trabajo.
132 (Ventana-emergente - Popup)
Una parte del material procede de Kryptadia, publicación de características semejantes aAnthropophyteia que apareció en Heilbronn y París entre 1883 y 1911.
133 (Ventana-emergente - Popup)
La presente versión castellana ha sido tomada de esta traducción al inglés, tal como la reproduce laStandard Edition.
134 (Ventana-emergente - Popup)
Damos una lista completa de referencias en una nota de «Sobre el psicoanálisis "silvestre"» (1910k), AE, 11, pág. 224
135 (Ventana-emergente - Popup)
{Estas consideraciones nos han decidido a traducir el trabajo de la versión alemana, consignando entre llaves algunos de los términos empleados en el original inglés.}
136 (Ventana-emergente - Popup)
Lo que sigue sólo se refiere, por supuesto, a las psiconeurosis.
137 (Ventana-emergente - Popup)
La interpretación de los sueños (1900a) ya estaba publicada. El pasaje en cuestión (AE, 4, págs, 253-8) reconduce los sueños exhibicionistas a situaciones de la temprana infancia.
138 (Ventana-emergente - Popup)
Esto parece preanunciar una puntualización acerca de la histeria y la paranoia en el análisis de Schreber (1911c)
139 (Ventana-emergente - Popup)
«Originäre Verrücktbeit»; este concepto era corriente en la psiquiatría alemana de la segunda mitad del siglo xix.
140 (Ventana-emergente - Popup)
Freud tomó el término «autoerotismo» de Havelock Ellis, quien lo había introducido en un trabajo publicado el año anterior ( 1898a).
141 (Ventana-emergente - Popup)
{El método psicoanalítico.}
142 (Ventana-emergente - Popup)
Ritos escatológicos de todos los pueblos.
143 (Ventana-emergente - Popup)
Elementos escatológicos en las costumbres, los usos, las creencias y el derecho consuetudinario de los pueblos.
144 (Ventana-emergente - Popup)
En GS, 5 (1924), pág. 432, el artículo escrito por Freud para la Society for Psychical Research (1912g) se incluye, junto con estos cinco artículos, bajo el título de «Trabajos sobre metapsicología». Sin embargo, no formó parte de la recopilación original
145 (Ventana-emergente - Popup)
En la tercera parte del análisis de Schreber (1911c), Freud examinó el mecanismo de la proyección, pero se declaró insatisfecho y prometió considerarlo más acabadamente en un trabajo posterior. Al parecer nunca lo hizo, salvo que se trate de uno de esos artículos perdidos.
146 (Ventana-emergente - Popup)
{Strachey traduce«Trieb» por«instinct», «instinto». Hemos preferido emplear «pulsión» aun en sus «Notas introductorias», para evitar las confusiones a que daría lugar el uso de una doble terminología.}
147 (Ventana-emergente - Popup)
La palabra alemana, aquí y en la cita de Schreber, es «Repräsentant» {«representante»}, término utilizado sobre todo en el lenguaje jurídico o constitucional. En todas las otras citas que siguen, como también casi invariablemente después, Freud escribe «Repräsentanz» {«agencia representante»}, que es una forma más abstracta.
148 (Ventana-emergente - Popup)
Véase el primer artículo sobre las neurosis de angustia (1895b), AE, 3, pág. 112.
149 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. el final de mi «Nota introductoria» al artículo sobre el narcisismo (1914c), supra, pág. 69, y un análisis del «examen de realidad» en mi «Nota introductoria» a «Complemento metapsicológico a la doctrina de los sueños» (1917d), infra, págs. 218-9.
150 (Ventana-emergente - Popup)
Véase, por ejemplo, un pasaje de los Tres ensayos (1905d),AE, 7, pág. 165, donde sin embargo la mención explícita de la auto-conservación se agregó en 1915.
151 (Ventana-emergente - Popup)
Algunas observ aciones sobre la pulsíón de destrucción y la posibilidad de su sublimación se incluyen en dos cartas de Freud a la princesa Marie Bonaparte, del 27 de mayo y el 17 de junio de 1937. Ambas cartas se reproducen en el «Apéndice A» (n°. 33 y 34) del tercer volumen de la biografía de Ernest Jones (1957).
152 (Ventana-emergente - Popup)
En el primer volumen de la biografía de Ernest Jones (1953, págs. 407 y sigs.) se encontrará un examen completo de
181
este asunto. 162 (Ventana-emergente - Popup)
153 (Ventana-emergente - Popup)
La distinción entre la represión y la desmentida («Verleugrung») de la realidad externa o de parte de ella por el yo fue examinada por primera vez en forma extensa en el artículo sobre el «Fetichismo» (1927e), AE, 21, pág. 148.154 (Ventana-emergente - Popup)
La posible infl uencia del fisiólogo Hering sobre Freud en este aspecto se examina en el «Apéndice A», de esta edición155 (Ventana-emergente -Popup)
De la cual se encontrará un importante pasaje en el «Apéndice B» de esta edición156 (Ventana-emergente - Popup)
Curiosamente, el primero en hacer una defensa razonada de las representaciones inconcientes fue Breuer, en su contribución teórica a los Estudios sobre la histeria(Breuer y Freud, 1895), AE, 2, págs. 232-4.157 (Ventana-emergente - Popup)
Las palabras finales del capítulo I de El yo y el ello. -Los términos alemanes «bewusst» y «unbewusst» tienen la forma gramatical de participios pasivos, y su sentido habitual es algo así como «conocido concientemente» y «no conocido concientemente». El vocablo inglés «conscious» puede ser usado de esa misma manera pasiva, pero también lo es (y quizá con mayor frecuencia) en un sentido activo: «He was conscious of the sound» {«El fue conciente del sonido»}, y «He lay there unconscious» {«Yacía allí inconciente»}. Los términos alemanes no suelen tener este significado activo, y es importante tomar en cuenta que, en lo que sigue, «conciente» debe entenderse, en general, en un sentido pasivo. Por otra parte, la palabra alemana «Bewusstsein» {«conciencia»} sí tiene un sentido activo. Así, por ejemplo, más adelante Freud habla de un acto psíquico que pasa a ser «objeto de la conciencia», y anteriormente, de «lapercepción [de procesos anímicos] por la conciencia»; en general, cuando emplea frases como «nuestra conciencia» se está refiriendo a nuestra conciencia de algo. Cuando quiere significar la conciencia de un estado anímico en el sentido pasivo utiliza la palabra «Bewusstheit» {«condición de conciente»}, donde «conciente» debe entenderse -como casi siempre en estos artículos- en el sentido pasivo.158 (Ventana-emergente - Popup)
El término «introyección» no aparece en este articulo, aunque Freud ya lo había usado -en un contexto diferente- en el primero de estos trabajos metapsicológicos («Pulsiones y destinos de pulsión» (1915c), supra, pág. 130). Cuando regresó al tema de la identificación, en las páginas de Psicología de las masas a que aludimos, utilizó l a palabra «introyección» en varios puntos, y ella reaparece -aunque no muy frecuentemente- en sus escritos siguientes.159 (Ventana-emergente - Popup)
Las Conferencias fueron por cierto las más traducidas de todas las obras de Freud. En vida de este aparecieron, además de las traducciones al inglés (Nueva York, 1920, sin indicación de traductor; Londres, 1922, trad. por Joan Riviere; 2! ed. rev., 1929), versiones en holandés (1917), francés (1922), italiano (1922), ruso (1922-23), español (1923), japonés (1928), noruego (1929), hebreo (1930), húngaro (1932), servio-croata (1933), chino (1933), polaco (1935) y checo (1936). Probablemente habían aparecido también para entonces en portugués, sueco, y luego en árabe.160 (Ventana-emergente - Popup)
{La presenteversión ha sido traducida, como se aclara en la «Advertencia» (supra, pág. x y n. 4) de las GW; el texto es idéntico al de los GS. En las notas de Strachey se consignan las divergencias más importantes respecto de las versiones anteriores.}161 (Ventana-emergente - Popup)
Según Ernest Jones, la conferencia inaugural fue dictada el 23 de octubre de 1915; pero según una noticia contemporánea (Int. Z. Psychoan., 3, pág. 376), lo fue el 16 de octubre. Hay consenso en el sentido de que las conferencias se dictaron los días sábado.Se ha registrado una única excepción a esta regla, en el caso de su artículo para el Congreso de Budapest (1919a); cf. Jones (1953, pág. 375n.).
163 (Ventana-emergente - Popup)
Debido a su propia naturaleza, estas conferencias tocaron gran variedad de temas, en algunos de los cuales Freud no pudo penetrar muy profundamente (como él mismo lo aclara en el último párrafo de la conferencia final). Muchos lectores, en especial los estudiantes que toman contacto por primera vez con el psicoanálisis a través de este trabajo, se toparán probablemente con algún punto sobre el que querrían aprender más. Por eso hemos tratado, en las notas a pie de páfina, de hacer remisiones particularmente numerosas a otros escritos de Freud, donde el tema abordado en el texto se trata con más extensión.164 (Ventana-emergente - Popup)
Estas fechas fueron extraídas de Ernest Jones (1955, pág. 312), quien las tomó de la correspondencia de Freud; en la nota que aparece en el título de este historial, Freud dice que redactó el historial en el invierno de 1914-15165 (Ventana-emergente - Popup)
{Pedido a los psicoanalistas de ejemplos de sueños de niños de un significado especial, con el título «Offener Sprechsaal» («Foro abierto»).}166 (Ventana-emergente - Popup)
{«Kindheitsträume mit spezieller Bedeutung».Traducción en castellano: 1956: «Sueños infantiles de significado especial», RP, 13, n° 3, págs. 283-4, trad. de L. Rosenthal.}167 (Ventana-emergente - Popup)
{Reproducimos aquí la versión de Marta Békei y Ludovico Rosenthal, con autorización de laRevista de Psicoanálisis. Nunca se encontró el original alemán de este artículo. Las circunstancias del hallazgo de su traducción al húngaro fueron descritas por Rosenthal en su trabajo titulado «Un artículo omitido de Sigmund Freud»,RP (1955), 12, n° 1, págs. 102-10. Consigna allí que la fotocopia de la traducción húngara fue obtenida «por intermedio de la Oficina Sanitaria Panamericana de la Organización Mundial de la Salud, merced a los buenos oficios de la Asociación Psicoanalítica Argentina».}168 (Ventana-emergente - Popup)
{Sobre el psicoanálisis de las neurosis de guerra.}169 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. Freud (1924g), AE, 19, pág. 293n.170 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. Ernest Jones, 1957, pág. 42.171 (Ventana-emergente - Popup)
{«Ergänzungen zur Traumlehre».Traducciones en castellano: 1955: «Complementos a la teoría onírica»,SR, 19, págs. 137-8, trad. de L. Rosenthal; 1968: Igual título, BN (3 vols.), 3, pág. 95; 1974: Igual título, BN (9 vols.), 7, pág. 2630.}172 (Ventana-emergente - Popup)
[Cf. sobre esto La interpretación de los sueños (1900a), AE, 5, pág. 502n. ]173 (Ventana-emergente - Popup)
La introducción de Freud a esta obra de Varendonck se incluye en el volumen AE, 18, págs. 268-9.174 (Ventana-emergente - Popup)
En mi «Introducción» a los trabajos de Freud sobre el hipnotismo y la sugestión (AE, 1, págs. 69-75) se hallarán consideraciones sobre este punto y una bibliografía completa. Digamos al pasar que el acertijo sobre San Cristóbal
182
que aparece AE, 18, pág. 85, ya había sido citado por Freud treinta años atrás, en su reseña (188%) del libro de Forel luces, aLa interpretación de los sueños.
(1889b) sobre el hipnotismo, AE, 1, pág. 110.
175 (Ventana-emergente - Popup)
{Traducciones en castellano: 1955:«Observaciones sobre el inconsciente», SR, 21, pág. 399, trad. de L. Rosenthal; 1968: Igual título, BN (3 vols.), 3, pág.997; 1974: Igual título,BN (9 vols.), 7, pág. 2660.}176 (Ventana-emergente - Popup)
{«Das Unbewusst»: Hemos traducido «lo inconciente», salvo en los casos en que el texto se refiere al «sitema inconciente», donde recurrimos al artículo masculino. Esto implica cierta cuota de interpretación, pues el término alemán siempre es neutro, como lo son también «das Bewusstsein» («la conciencia») y «das Vorbewusst» («lo preconciente»; en este caso también aplicamos el criterio antes expuesto). Lo importante es advertir que no corresponde asociar este problema del género gramatical con el de averiguar si para Freud «inconciente» es cualidado cosa; esto último debe discernirse por el contexto. La aclaración no es ociosa, pues en castellano el artículo neutro sugiere una cualidad, lo que no es igualmente válido para el alemán.}
177 (Ventana-emergente - Popup)
Ambos parecen claramente ser equiparados en Más allá del principio de placer (1920g), AE, 18, pág, 19,178 (Ventana-emergente - Popup)
Aquí Freud se refiere al yo tanto en sentido descriptivo como sistemático.179 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. AE, 18, pág. 19 y n. 4. En verdad, al comienzo de su segundo trabajo sobre las neuropsicosis de defensa (1896b), AE, 3, pág. 163, había dicho que el mecanismo psíquico de ladefensa era «inconciente».180 (Ventana-emergente - Popup)
A partir de la presente obra, Freud casi dejó de usar el símbolo «Icc»; sólo se lo encuentra en las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a), AE, 22, pág. 67, y en Moisés y la religión monoteísta ( 1939a), AE, 23, pág. 92, donde, paradójicamente, es empleado en el sentido «descriptivo». Freud siguió utilizando, aunque cada vez con menor frecuencia, la expresión «el inconciente» como sinónimo de «el ello».181 (Ventana-emergente -Popup)
En un pasaje de El malestar en la cultura ( 1930a), AE, 21, pág. 66, el mismo Freud da como equivalentes «das Ich» y «das Selbst»; y al discutir la responsabilidad del soñante por sus producciones oníricas, en «Algunas notas adicionales a la interpretación de los sueños en su conjunto» (1925i), establece una clara distinción entre los dos usos de la palabra alemana «Ich».182 (Ventana-emergente - Popup)
Estas abreviaturas, como la del «Icc», se remontan a La interpretación de los sueños (1900a), AE, 5, pág. 533, n. 9, aunque ya todas ellas habían sido empleadas (en el sentido sistemático) en la correspondencia con Fliess (Freud, 1950a); cf. la Carta 64 y el Manuscrito N, del 31 de mayo de 1897 (AE, 1, págs, 295-8).183 (Ventana-emergente - Popup)
Se hallarán algunas observaciones sobre la función «sintética» del yo en las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a) AE, 22, pág. 71 y n. 22.184 (Ventana-emergente - Popup)
Jones (1957, pág. 305n.) indica que el término ya había sido empleado antes por Münsterberg (1908), aunque en un sentido diferente, y considera improbable que Freud conociera ese texto.185 (Ventana-emergente - Popup)
Un artículo anterior de los mismos autores (1954) contiene producciones en blanco y negro de los cuadros.186 (Ventana-emergente - Popup)
Además, en el curso de los presentes ensayos Freud habla de «este libro» y «estas páginas» refiriéndose, a todas187 (Ventana-emergente - Popup)
Sólo los dos primeros ensayos sereimprimieron, en 1931, en la recopilación de escritos breves de Freud sobre los sueños. La ausencia del tercer ensayo viene a ratificar la hipótesis que formulamos en el último párrafo de esta «Nota introductoria».188 (Ventana-emergente - Popup)
Gran parte de lo que allí dice sobre este tema fue en verdad agregado al libro en 1915; lo esencial del presente artículo estácontenido en una nota al pie agregada en1924.189 (Ventana-emergente - Popup)
Tal vez deba mencionarse que sólo en escritos posteriores, a partir del capítulo VI de El malestar en la cultura (1930a), Freud dirigió su atención más específicamente a la acción de lapulsión de muertevolcada hacía el mundo exterior (la agresividad y la destructividad), si bien se ocupa de esto hasta cierto punto al final del presente artículo.190 (Ventana-emergente - Popup)
«Untergang». Jones (1957, pág. 114) nos informa que Ferenczi, en una carta a Freud del 24 de marzo de 1924, le objetó que esta palabra era demasiado fuerte y le dio a entender que la habíaescogido como reacción a las ideas de Rank sobre la importancia del «trauma del nacimiento». En su respuesta, dos días después, Freud «admitió que la palabra del título podría haber estado emocionalmente influida por sus sentimientos sobre las nuevas ideas de Rank, pero afirmó que en sí mismo el artículo era totalmente independiente de estas» (Jones, loc. cit.). En verdad, debe señalarse que Freud ya había utilizado la frase «Untergang des ödipuskomplexes» en dos pasajes de El yo y el ello (1923b), escrito antes de que Rank publicara su hipótesis (1924). De hecho, en el primero de ellos empleó también la palabra, más fuerte aún, «Zertrümmerung» {«demolición»}.]191 (Ventana-emergente - Popup)
{Aunque este trabajo fue escrito originalmente en alemán, se publicó por primera vez en inglés, en 1924, con el título «Psychoanalysis: Exploring the Hidden Recesses of the Mind» (Psicoanálisis: exploración de los recovecos ocultos de la mente).}192 (Ventana-emergente - Popup)
{Strachey escribía esto en 1961; en Gran Bretaña la «pizarra mágica» se difundió con la marca «Printator»}193 (Ventana-emergente - Popup)
Ernest Jones escribe (1955, pág: 468) : «Poca duda cabe de que para Freud la psicología de las mujeres era más enigmática que la de los hombres. En cierta oportunidad le dijo a Marie Bonaparte: "El gran interrogante que nunca ha sido respondido y que hasta ahora yo no he podido responder, pese a mis treinta años de indagación del alma femenina, es: ¿Qué demanda una mujer?-». Por desdicha, Jones no da la fecha de esta acotación. El propio Freud sugiere una explicación parcial de su dificultad en «Sobre la sexualidad femenina» (1931b), AE, 21, págs. 228-9, trabajo en el cual la atribuye a las particulares características de la relación trasferencial con sus pacientes mujeres.194 (Ventana-emergente - Popup)
Una afirmación semejante se encuentra en laPresentación autobiográfica (1925d): « ... el varoncito concentra sus deseos sexuales en la persona de la madre y desarrolla mociones hostiles hacia el padre en calidad de rival. De manera análoga adopta posición la niñita (AE, 20, pág. 34). Empero, en 1935 Freud agregó una nota al pie que contenía una drástica enmienda de sus opiniones anteriores y una explicación de la génesis de estas: «Las averiguaciones sobre la sexualidad se hicieron en el varón, y también la teoría derivada de ellas estuvo dirigida al niño varón. La expectativa de un acabado paralelismo entre ambos sexos era bastante natural, pero resultó desacertada. Posteriores indagaciones descubrieron profundas diferencias entre el desarrollo sexual del hombre y el de la mujer», Y resumía luego los hallazgos esenciales que se presentan en este trabajo.195 (Ventana-emergente - Popup)

183
El agregado más importante fue el descubrimiento, basado en nuevo material clínico, de la intensidad y prolongada duración de la ligazón preedípica entre la niña pequeña y su madre.
196 (Ventana-emergente -Popup)
Freud volvió a examinar este punto en «El tabú de la virginidad» (1918a).197 (Ventana-emergente - Popup)
En el artículo sobre el narcisismo (1914c), AE, 14, págs. 84-5, es de nuevo enunciado este hecho primordial, pero en cierto sentido se lo soslaya, y la distinción entre los tempranos objetos libidinales de varones y niñas se centra en la distinción entre los tipos por apuntalamiento y narcisista de elección de objeto.198 (Ventana-emergente - Popup)
En sus trabajos «El sepultamiento del complejo de Edipo» (1924d) y «Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos» (1925j), Freud había comenzado a destacar la diferencia en el desarrollo sexual de los varones y las niñas, insistiendo a la vez en el hecho de que para ambos sexos la madre es el primer objeto de amor. En mi «Nota introductoria» al segundo de los trabajos mencionados trazo la historiade este cambio en sus puntos de vista. (Cf. AE, 19, págs. 261 y sigs.)199 (Ventana-emergente - Popup)
Aparentemente, la Sociedad Psicoanalítica de Viena tuvo conocimiento de esta hipótesis de Freud unos dos años antes de que él la diera a publicidad. Véase una nota al pie agregada por mí a las Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17), AE, 16, pág. 362.200 (Ventana-emergente - Popup)
Señalemos de paso que en esa misma oración de El yo y el ello hay un anticipo de la importancia que aquí se atribuye a la angustia provocada por la separación de la madre, y que ya había sido destacada en la 25º de las Conferencias de introducción (1916-17), AE, 16, pág. 371201 (Ventana-emergente - Popup)
Véanse, por ejemplo, las notas agregadas al análisis del pequeño Hans en 1923(AE, 10, pág. 95) y a los Tres ensayos más o menos por la misma fecha (AE, 7, págs. 206-7). En Jones (1957, págs. 61 y sigs.) se informa ampliamente sobre esta fluctuación en la actitud de Freud.202 (Ventana-emergente - Popup)
Véase la carta de Freud a Julius Tandler del 8 de marzo de 1925 (Freud, 1960a). - Digamos de paso que muy probablemente el fisiólogo Durig le sirvió de modelo para el «juez imparcial».203 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. el «Epílogo»204 (Ventana-emergente - Popup)
En 1924, al cumplir Ferenczi los 50 años de edad, Freud le regaló una colección de la decimoprimera edición (Jones, 1957, pág. 115).205 (Ventana-emergente - Popup)
«Breve informe sobre el psicoanálisis» (1924f). Jones (1957, pág. 140) lo identifica por error con el presente artículo.206 (Ventana-emergente - Popup)
Cabe señalar que en las reimpresiones de laEncyclopaedia que aparecieron luego de 1953 se restauró el título primitivo.207 (Ventana-emergente - Popup)
Este fue uno de los «diez buenos libros» escogidos por Freud en su «Respuesta a una encuesta sobre la lectura y los buenos libros»,(l906f) AE, 9, pág. 224.208 (Ventana-emergente - Popup)
El primer trabajo publicado por Freud en el que abordó el problema de la religión fue «Acciones obsesivas y prácticas religiosas» (1907b).209 (Ventana-emergente - Popup)
{El título definitivo de la obra en inglés fue Civilization and its Discontents. Sobre la equiparación de los términos «civilización» y «cultura» por parte de Freud, véaseEl porvenir de una ilusión (1927c).}210 (Ventana-emergente - Popup)
Se toca el tema en muchas otras obras, entre las cuales cabe mencionar «Las resistencias contra el psicoanálisis» (1925e), AE, 19, págs. 232 y sigs., El porvenir de una ilusión (1927c), y ¿Por qué la guerra? (1933b), AE, 22, págs. 197-8. Véase, asimismo, la idea conexa de un «progreso en la espiritualidad» en Moisés y la religión monoteísta (1939a), AE, 23, págs, 108 y sigs.211 (Ventana-emergente - Popup)
En una nota al pie agregada en 1923, Freud introdujo las inevitables salvedades a este juicio. Desde la época en que lo formulara «me he visto obligado -escribe- a sostener la existencia de una "pulsión agresiva", pero es diferente de la de Adler. Prefiero denominarla "pulsión de destrucción" o "de muerte"». En verdad, lo postulado por Adler había tenido más bien la índole de una pulsión de autoafirmación.212 (Ventana-emergente -Popup)
Quien muy gentilmente nos ha permitido reproducirlo aquí. El fragmento aparece también en el «Apéndice A» de la biografíade Ernest Jones (1957, pág. 494, cita n° 33). Freud había considerado el tema en la sección VI de un trabajo escrito poco antes que esta carta, «Análisis terminable e interminable» (1937c), AE, 23, págs. 246-8213 (Ventana-emergente - Popup)
Véase, por ejemplo, el trabajo que trata expresamente ese tema (1925j), así como estos otros, anteriores: «La organización genital infantil» (1923e), «El problema económico del masoquismo» (1924c) y «La pérdida de realidad en la neurosis y la psicosis» (1924e)214 (Ventana-emergente - Popup)
Tal vez no sea totalmente caprichoso ver algún indicio de estas ideas en un manuscrito enviado a Fliess el 19 de enero de 1896 (Freud, 1950a, Manuscrito K), AE, 1, págs. 260 y sigs. En él, Freud afirma que las «neurosis de defensa»,en su etapa final, entrañan una «malformación» o «alteración» del yo. Algo semejante había sostenido aún antes, en su primer artículo sobre las neuropsicosis de defensa (1894a), AE, 3, pág. 60.215 (Ventana-emergente - Popup)
Se trataba de una serie de sueños que fueron soñados la misma noche, y no de un solo sueño, como da a entender el título en alemán, El propio Freud se refiere a ellos en plural (cf. AE, 21, pág. 201).216 (Ventana-emergente - Popup)
«Un sueño, noviembre 1619, en el cual la Oda VII, que comienza: ¿Qué camino seguiré en la vida? ... Ausonio». Cf. Descartes, 1859-60, 1, pág. 8.217 (Ventana-emergente - Popup)
Este problema se examina en su totalidad en Gouhier, 1958.218 (Ventana-emergente - Popup)
«Es y no es». Las odas citadas son las nos 2 y 4 del libro VII.219 (Ventana-emergente - Popup)
En Gesammelte Schriften y Gesammelte Werke se da como fecha el 5 de agosto. En Briefe 1873-1939 (Freud, 1960a) donde también fue reimpresa, la carta aparece fechada el 26 de julio.220 (Ventana-emergente - Popup)
[El trabajo «Sobre un frecuente síntoma concomitante de la enuresis nocturna en el niño» (Freud, 1893g) es de corte puramente neurológico, carente de implicaciones psicológicas. (Un brevísimo resumen se encontrará en AE, 3, pág. 237).]
184
221 (Ventana-emergente - Popup)
Este último fue concluido el 11 de agosto de 1937 (cf. Freud, 1960a, Carta 290).
222 (Ventana-emergente - Popup)
{Publicada el mismo año (1940) en International Journal of Psychoanalysis, 21, nº 1, págs. 27-82.}
223 (Ventana-emergente - Popup)
Debe añadirse que en otra de las Nuevas conferencias, la 34º, Freud insiste en las limitaciones de la terapia psicoanalítica (ibid., págs. 142-3 ).
224 (Ventana-emergente - Popup)
{La presente versión castellana ha sido tomada de la traducción inglesa de laStandard Edition.}
