Buscar este blog

lunes, 13 de enero de 2014

Volumen XV - Conferencias de introducción al psicoanálisis (Partes I y II) (1915-1916) CONFERENCIAS 14-15

14ª conferenciaEl cumplimiento de deseo

Señoras y señores: ¿Debo recordarles el camino que hemos dejado atrás? ¿Cómo en la aplicación de nuestra técnica tropezamos con la desfiguración onírica, acordamos soslayarla primero y recogimos en los sueños infantiles las referencias decisivas sobre la esencia del sueño? ¿Y cómo después, armados con los resultados de esta indagación, abordamos directamente la desfiguración onírica y -así lo espero- la vencimos paso a paso? Ahora bien, tenemos que confesarnos que lo hallado por un camino y lo hallado por el otro no coinciden del todo. Se nos plantea la tarea de componer esos dos hallazgos y ajustarlos uno al otro.
Desde ambos lados resultó que el trabajo del sueño consiste esencialmente en la trasposición de pensamientos a una vivencia alucinatoria. ¿Cómo puede acontecer eso? He ahí algo bastante enigmático, pero es un problema de la psicología general que no ha de ocuparnos aquí. Por los sueños infantiles averiguamos que el trabajo del sueño* se propone eliminar,
62
mediante un cumplimiento de deseo, un estímulo anímico perturbador del dormir. De los sueños desfigurados no pudimos enunciar nada parecido antes de que supiéramos interpretarlos. Pero desde el comienzo esperábamos poder introducir los sueños desfigurados dentro de la misma perspectiva que obtuvimos para los infantiles. La primera confirmación de esta expectativa fue la intelección de que en verdad todos los sueños ... son sueños de niños, trabajan con el material infantil, con mociones anímicas y mecanismos infantiles. Ahora que consideramos haber vencido la desfiguración onírica, tenemos que emprender esta otra indagación: averiguar si la concepción de los sueños como cumplimiento de deseo tiene validez también para los desfigurados.
Poco antes sometimos a la interpretación toda una serie de sueños, pero omitimos por completo el cumplimiento de deseo. Estoy seguro de que muchas veces ustedes se vieron asediados por esta pregunta: ¿Dónde queda entonces el cumplimiento de deseo, que supuestamente es la meta del trabajo onírico? Esta pregunta es importante; en efecto, esto es lo que plantean nuestros críticos legos. Como ustedes saben, la humanidad tiene una tendencia instintiva a defenderse de las novedades intelectuales. Entre las exteriorizaciones de esa tendencia se cuenta la de reducir enseguida al mínimo el alcance de una novedad así, comprimiéndola si es posible en un lema. El cumplimiento de deseo es el lema escogido para la nueva doctrina del sueño. Los legos preguntan: ¿Dónde está el cumplimiento de deseo? Cuando escuchan que el sueño sería un cumplimiento de deseo, enseguida plantean esa pregunta y la responden por la negativa. Al punto se les ocurren incontables experiencias oníricas propias en que al soñar se anudó un displacer y aun una grave angustia; así la aseveración de la doctrina psicoanalítica del sueño se les hace bastante inverosímil. Fácil nos resulta responderles que el cumplimiento de deseo no puede ser evidente en los sueños desfigurados: hay que buscarlo primero. Por tanto, no es posible indicarlo antes de interpretar el sueño. Sabemos también que los deseos de estos sueños desfigurados son deseos prohibidos, rechazados por la censura; su presencia, justamente, fue la causa de la desfiguración onírica y el motivo para la intervención de la censura. Pero a los críticos legos es difícil hacerles admitir que antes de la interpretación del sueño no es lícito preguntar por el cumplimiento de deseo. Olvidan esto siempre, una Y otra vez. Su actitud negativa frente a la teoría del cumplimiento de deseo no es en verdad otra cosa que una consecuencia de la censura onírica, un sustituto y una emanación de la negativa con que tropezaron estos deseos oníricos censurados.
Desde luego, tendremos necesidad de explicarnos la existencia de tantos sueños de contenido penoso y, en particular, (le los sueños de angustia. Tropezamos aquí por vez primera con el problema de los afectos en el sueño, que merece por sí solo un estudio, pero del que desgraciadamente no podemos ocuparnos. Si el sueño es un cumplimiento de deseo, no podría incluir sensaciones penosas; en esto los críticos legos parecen tener razón. Pero es preciso tener en cuenta tres clases de complicaciones en que ellos no han reparado.
En primer lugar: puede ocurrir que el trabajo del sueño no logre plenamente crear un cumplimiento de deseo, de suerte que una parte del afecto penoso de los pensamientos oníricos quede pendiente y añore en el sueño manifiesto. El análisis tendría que mostrar entonces que esos pensamientos oníricos eran todavía más penosos que el sueño conformado a partir de ellos. Y eso es lo que en todos los casos puede demostrarse. Convenimos, entonces, en que el trabajo del sueño no ha alcanzado su fin, tal como el sueño de beber, provocado por un estímulo de sed, no logra su propósito de extinguirla. Uno sigue sediento y se ve forzado a despertarse para beber. No obstante, era un sueño cabal, no había resignado nada de su esencia. Tendríamos que decir: Ut desint vires, tamen est laudanda voluntas(199). Al menos el propósito, que claramente se reconoce, sigue siendo digno de alabanza. Tales casos de fracaso no son nada raros. Contribuye a ello el hecho de que para el trabajo del sueño es mucho más difícil alterar el sentido de los afectos que el de los contenidos; los afectos suelen ser muy resistentes. Hay casos en que el trabajo del sueño ha logrado refundir el contenido penoso de los pensamientos oníricos en un cumplimiento de deseo, mientras que el afecto penoso se abre paso todavía inalterado. En tales sueños el afecto para nada condice con el contenido, y nuestros críticos pueden decir que a tal punto el sueño no es un cumplimiento de deseo, que en él un contenido inofensivo puede sentirse como penoso. A este despropósito objetaremos que la tendencia del trabajo del sueño al cumplimiento de deseo sale a la luz de la manera más nítida justamente en los sueños de esa índole, porque está aislada. El error proviene de que el que no conoce las neurosis imagina demasiado íntimo el enlace entre contenido y afecto, y por eso no puede concebir que un contenido se retoque sin que la exteriorización de afecto correspondiente se altere también (ver nota(200)).
Un segundo factor, mucho más importante y que cala más hondo, descuidado igualmente por los legos, es el siguiente. Un cumplimiento de deseo tendría sin duda que brindar placer, pero también cabe preguntar: ¿a quién? Desde luego, a quien tiene el deseo. Ahora bien, sabemos que el soñante mantiene con sus deseos una relación sumamente particular. Los desestima {verwerfen}, los censura; en suma, no le gustan. Por tanto, un cumplimiento de ellos no puede brindarle placer alguno, sino lo contrario. La experiencia muestra entonces que eso contrario, que hemos de explicar todavía, entra en escena en la forma de la angustia. Por consiguiente, en su relación con sus deseos oníricos, el soñante sólo puede ser equiparado a una sumación de dos personas, que, empero, están ligadas por una fuerte comunidad. En lugar de toda una serie de ulteriores puntualizaciones, les ofrezco un conocido cuento en que reencontrarán idénticas relaciones. Un hada buena promete a una pareja pobre, marido y mujer, el cumplimiento de los tres primeros deseos que se les ocurran. Eso los llena de dicha y se proponen escoger con cuidado los tres deseos. Pero la mujer se deja seducir por el aroma de unas salchichas que cocinan en la choza vecina, y desea para sí un par de salchichas como esas. Y volando están ellas ahí; es el primer cumplimiento de deseo. Entonces el marido se enoja y en su ira desea que las salchichas le queden a su mujer colgadas de la nariz. También esto se consuma, y las salchichas no pueden removerse de su nuevo lugar; he ahí el segundo cumplimiento de deseo, pero el deseo fue del hombre: a la mujer no le gusta nada ese cumplimiento de deseo. Ya saben cómo sigue el cuento. Puesto que los dos en el fondo son uno, marido y mujer, el tercer deseo tiene que ser que las salchichas se aparten de la nariz de la mujer. Podremos aplicar este cuento muchas veces en otros contextos; aquí nos sirve sólo como ilustración de la posibilidad de que el cumplimiento de deseo de uno pueda significar displacer para el otro cuando los dos no están de acuerdo entre sí (ver nota(201)).
Ahora no nos resultará difícil llegar a una comprensión todavía mayor de los sueños de angustia. Sólo tendremos que utilizar una observación y decidirnos después a aceptar un supuesto en cuyo apoyo pueden aducirse muchas cosas. La observación es que los sueños de angustia a menudo tienen un contenido despojado de toda desfiguración; por así decir, se ha sustraído :de la censura. El sueño de angustia es muchas veces un cumplimiento no disfrazado de deseo, no desde luego el de un deseo admisible, sino el de uno reprobado. La angustia desarrollada ha
63
ocupado el lugar de la censura. Mientras que del sueño infantil puede enunciarse que es el cumplimiento franco de un deseo permitido, y del sueño desfigurado común, que es el cumplimiento disfrazado de un deseo reprimido, al sueño de angustia sólo le conviene esta fórmula: es el cumplimiento franco de un deseo reprimido. La angustia es el indicio de que el deseo reprimido ha resultado más fuerte que la censura, le ha impuesto su cumplimiento de deseo o estuvo a punto de hacerlo. Concebirnos que eso que para él es cumplimiento de deseo, para nosotros, que nos situamos del lado de la censura onírica, sólo puede ser ocasión de unas sensaciones penosas y de la defensa. La angustia que entonces emerge en el sueño es, si lo prefieren, una angustia frente a la fuerza de estos deseos ordinariamente sofrenados {Niederhalten} . ¿Por qué esta defensa emerge en forma de angustia? No se lo puede colegir del estudio del sueño solo; se requiere, es evidente, estudiar la angustia en otros lugares (ver nota(202)).
Lo mismo que es válido para los sueños de angustia no desfigurados, tenemos derecho a suponerlo también para los que han experimentado una cuota de desfiguración y para los otros sueños de displacer cuyas sensaciones penosas probablemente corresponden a aproximaciones a la angustia. El sueño de angustia es, por lo común, un sueño de despertar; solemos interrumpir el dormir antes de que el deseo reprimido del sueño haya impuesto, contra la censura, su cumplimiento pleno. En este caso el sueño ha fracasado en su cometido, pero no por eso se modifica su esencia. Hemos comparado al sueño con el guardián nocturno o con un guardián del dormir que quiere preservárnoslo. También el guardián nocturno se ve en la coyuntura de despertar al durmiente, a saber, cuando se siente demasiado débil para ahuyentar por sí solo la perturbación o el peligro. No obstante, muchas veces se logra seguir durmiendo aunque el sueño empiece a ponerse peliagudo y a volcarse a la angustia. Nos decimos, dormidos: «Esto no es más que un sueño», y seguimos durmiendo.
¿En qué casos el deseo del sueño será capaz de vencer a la censura? La condición para ello puede ser llenada tanto por el deseo cuanto por la censura oníricos. Por razones que se ignoran, el deseo puede cobrar alguna vez una hiperintensidad; pero uno tiene la impresión de que más a menudo es la censura onírica la responsable de este desplazamiento de la relación de fuerzas. Tenemos ya averiguado que la censura trabaja en cada caso individual con intensidad diferente, trata a cada elemento con un grado de rigor diverso; ahora querríamos agregar él supuesto de que es absolutamente variable y no todas las veces aplica el mismo rigor al mismo elemento chocante. Si una vez las cosas se han conjugado de modo que se siente impotente frente a un deseo onírico que amenaza coparla, ella se sirve entonces, en vez de la desfiguración, del último recurso que le queda: abandonar el estado del dormir, con desarrollo de angustia.
Aquí paramos mientes en que no sabemos todavía en absoluto cuál es el motivo por el que estos deseos malignos, reprobados, se agitan justamente por las noches para turbarnos mientras dormimos. Difícilmente la respuesta no se encuentre en un supuesto referido a la naturaleza del estado del dormir. Durante el día, sobre estos deseos gravita la pesada presión de una censura que les hace imposible exteriorizarse mediante efectos cualesquiera. Por la noche, es probable que esta censura, como todos los otros intereses de la vida anímica, se recoja o al menos se rebaje fuertemente en beneficio de un único deseo, el de dormir. A este rebajamiento de la censura durante la noche deben entonces los deseos prohibidos el que les sea permitido agitarse de nuevo. Ciertos neuróticos insomnes nos confiesan que su insomnio fue inicialmente deliberado. No se atrevían a dormir porque sentían temor de sus sueños, vale decir, sentían temor de las consecuencias de esa aminoración de la censura. Mas no por eso el recogimiento de la censura significa un descuido grave. Lo habrán notado fácilmente: el estado del dormir paraliza nuestra motilidad; por más que nuestros propósitos malignos se empiecen a remover, no son capaces de hacer otra cosa más que un sueño, inocuo en la práctica. A. este tranquilizador estado de cosas alude la muy razonable observación que el durmiente suele hacer (aunque nocturna, no pertenece a la vida onírica): «Es sólo un sueño». Por eso le damos permiso y seguimos durmiendo.
Si, en tercer lugar, recuerdan ustedes la concepción según la cual el soñante que se revuelve contra sus deseos es equiparable a una sumación de dos personas separadas, pero conectadas estrechamente de algún modo, hallarán concebible otra posibilidad de que por la vía de un cumplimiento de deseo pueda producirse algo en extremo displacentero, a saber, una punición. Aquí puede servir de nuevo como ilustración el cuento de los tres deseos: las salchichas en el plato son el cumplimiento directo del deseo de la primera persona, la mujer; las salchichas en la nariz de esta son el cumplimiento de deseo de la segunda, el marido, pero a la vez el castigo por el necio deseo de la mujer. En las neurosis, después, reencontraremos también la motivación del tercer deseo, el único que nos queda pendiente del cuento. Ahora bien, hay muchas tendencias punitorias de esa índole en la vida anímica del hombre; son muy fuertes, y se puede hacerlas responsables de una parte de los sueños penosos(203). Ahora, quizá, dirán ustedes que de esa manera no queda en pie gran cosa del famoso cumplimiento de deseo. Pero sí lo miran más de cerca admitirán que no tienen razón. Por contraposición a la multiplicidad, que después mencionaremos, de lo que el sueño podría ser -y que, según muchos autores, de hecho es-, la solución cumplimiento de deseo cumplimiento de angustia cumplimiento de castigo es bien circunscrita. A esto se suma que la angustia es el opuesto directo del deseo, que los opuestos se sitúan particularmente próximos entre sí en la asociación y, como tenemos averiguado, coinciden en el inconciente. Además, considérese que el castigo es también un cumplimiento de deseo, el de la otra persona, la censuradora.
En conjunto, por consiguiente, no he hecho concesión alguna a la objeción de ustedes contra la teoría del cumplimiento de deseo. Pero estamos obligados a poner de manifiesto el cumplimiento de deseo en cualquier sueño desfigurado, y no queremos por cierto sustraernos de esta tarea. Recurramos al sueño, ya interpretado, de las tres malas localidades a cambio de 1 florín y 50 kreuzer, que ya tantas cosas nos ha enseñado. Espero que todavía lo recuerden ustedes. Una dama a quien su marido le comunica durante el día que Elisa, una amiga de ella sólo tres meses más joven, se ha comprometido, sueña que está sentada en el teatro con su marido. Un sector de la platea está casi vacío. Su marido le dice que Elisa y su prometido también habrían querido ir al teatro, pero no pudieron pues sólo les daban malas localidades, tres por 1 florín y 50. Ella piensa que tampoco habría sido una desgracia. Nosotros habíamos colegido que los pensamientos oníricos se referían al fastidio por haberse casado tan temprano y a la insatisfacción con su marido. Nos es lícito ser curiosos y averiguar el modo en que estos tristes pensamientos se refundieron en un cumplimiento de deseo, así como el lugar en que se encuentra su huella dentro del contenido manifiesto. Ahora ya sabemos que el elemento «demasiado temprano, apresuradamente» fue eliminado del sueño por la censura. La platea vacía es una alusión a eso. El enigmático «tres por 1 florín y 50» nos resulta más comprensible ahora con ayuda del simbolismo, que después hemos aprendido. El 3(204) en efecto, significa un hombre, y el elemento manifiesto es fácil de traducir: comprarse un marido a cambio de la
64
dote. («Uno diez veces(205) mejor habría podido comprarme a cambio de mi dote».) El casarse está sustituido, a todas luces, por el ir al teatro. El «procurarse demasiado temprano entradas para el teatro» está en remplazo directo del casarse demasiado temprano. Empero, esta sustitución es la obra del cumplimiento de deseo. Nuestra soñante nunca estuvo tan insatisfecha con su temprano matrimonio como el día en que recibió la noticia de los esponsales de su amiga. En su tiempo estaba orgullosa de él y se consideraba aventajada frente a su amiga. Muchachas ingenuas suelen dejar traslucir, luego de sus esponsales, su alegría por el hecho de que pronto les estará permitido ir al teatro, a ver las piezas que hasta entonces tenían prohibidas; les estará permitido ver todo. Esa pizca de placer de ver o de curiosidad que aquí sale a la luz fue por cierto, al principio, un placer de ver sexual [escoptofilia], volcado a la vida sexual, en particular de los padres, y pasó a ser después un fuerte motivo que empujó a las muchachas al matrimonio temprano. De tal manera, la visita al teatro se convierte en un evidente sustituto alusivo del estar casado. En el fastidio actual por su casamiento temprano, ella se remonta por eso al tiempo en que era para ella un cumplimiento de deseo porque le satisfacía su placer de ver, y ahora, guiada por esa vieja moción de deseo, sustituye el casarse por el ir-al-teatro.
Podemos decir que no nos hemos rebuscado precisamente el ejemplo más cómodo para la pesquisa de un cumplimiento de deseo escondido. De manera análoga tendríamos que proceder en el caso de otros sueños desfigurados. No puedo hacerlo frente a ustedes, y meramente quiero enunciar el convencimiento de que se lo logra en todos los casos. Mas quiero demorarme en este punto de la teoría. La experiencia me ha enseñado que, de toda la doctrina del sueño, es uno de los que más peligros corren, y promueve muchas discordias y malentendidos. Además, quizás estén ustedes todavía bajo la impresión de que yo me retracté de una parte de mi aseveración cuando manifesté que el sueño era un deseo cumplido o lo contrario de esto, una angustia o una punición realizadas, y opinarán que ha llegado el momento de arrancarme otras restricciones. También he oído el reproche de que las cosas que a mí mismo me parecen evidentes las expongo de manera demasiado sucinta y, por eso, poco convincente.
Cuando alguien ha avanzado con nosotros hasta este punto en la interpretación de los sueños, aceptando todos sus aportes, no es raro que se detenga frente al cumplimiento de deseo y pregunte: «Concedido que el sueño en todos los casos posee un sentido, y que este puede ser puesto de manifiesto por la técnica psicoanalítica, pero, ¿por qué este sentido, a despecho de toda evidencia, ha de comprimirse siempre en la fórmula del cumplimiento de deseo? ¿Por qué el sentido de este pensar nocturno no podría ser tan vario como el del pensar diurno, vale decir, que el sueño correspondiera una vez a un deseo cumplido, la otra, como usted mismo ha dicho, a lo contrario de él o a un temor realizado, pero además pudiera expresar un designio, una advertencia, una reflexión con sus pros y sus contras, o un reproche, un prurito de la conciencia moral, un ensayo de prepararse para una prueba inmninente, etc.? ¿Por qué precisamente siempre y sólo un deseo, o a lo sumo su contrario?».
Podría pensarse que una diferencia en este punto no sería importante si se está de acuerdo en todo lo demás. Basta, se diría, con que descubramos el sentido del sueño y los caminos que llevan a individualizarlo, y parece secundario que determinemos ese sentido demasiado estrictamente; pero no es así. Un malentendido en este punto atañe a la esencia de nuestro conocimiento del sueño y pone en peligro su valor para la comprensión de la neurosis. Esa suerte de avenimiento que en la vida de los negocios se aprecia como «buena voluntad» está fuera de lugar en la empresa científica y es más bien dañino.
Mi primera respuesta a esa pregunta, «¿Por qué el sueño no sería multívoco, en el sentido indicado?», reza como suele en tales casos: Yo no sé por qué no ha de serlo. Nada tendría yo en contra de ello. Que sea como le dé la gana. Una pequeñez se opone a esa concepción más amplia y cómoda del sueño, a saber, que en realidad las cosas no son así. Mi segunda respuesta destacará que tampoco a mí me es ajeno el supuesto de que el sueño responde a diversas formas de pensamiento y operaciones intelectuales. Una vez, dentro de una historia clínica, informé de un sueño que sobrevino tres noches sucesivas y después no lo hizo más, y expliqué ese comportamiento por el hecho de que el sueño respondía a un designio y no hacía falta que retornase luego de que se lo ejecutó (ver nota(206)). Más tarde he publicado un sueño que respondía a una confesión (ver nota(207)). Y si es así, ¿cómo puedo todavía contradecirme y aseverar que el sueño es siempre y es sólo un deseo cumplido?
Lo hago porque no quiero dejar pasar un tonto malentendido que puede costarnos el fruto de nuestros empeños en torno del sueño, un malentendido que confunde al sueño con los pensamientos oníricos latentes y enuncia sobre él algo que pertenece única y exclusivamente a estos últimos. En efecto, es enteramente cierto que el sueño puede subrogar todo eso y ser sustituido por todo eso que antes enumeramos: un designio, una advertencia, una reflexión, una preparación, un intento de solucionar una tarea, etc. Pero si ustedes lo miran bien, reconocerán que todo eso no es válido sino para los pensamientos oníricos latentes que han sido trasmudados en el sueño. Por las interpretaciones de los sueños se enteran ustedes de que el pensar inconciente de los hombres se ocupa de esos designios, preparaciones, reflexiones, etc., con los cuales después el trabajo del sueño confecciona al sueño. Si por el momento a ustedes no les interesa el trabajo del sueño, pero les interesa mucho el trabajo de pensamiento inconciente del hombre, eliminen entonces el primero y enuncien del sueño esto que en la práctica es totalmente correcto: él responde a una advertencia, a un designio, etc. En la actividad psicoanalítica este caso se da a menudo: las más de las veces el empeño apunta exclusivamente a volver a descomponer la forma del sueño y a insertar en su lugar dentro de la trama los pensamientos latentes de los que el sueño ha nacido.
Y así, como de pasada, por la apreciación de los pensamientos oníricos latentes venimos a enterarnos de que todos esos actos anímicos que hemos mencionado, de alta complejidad, pueden ocurrir inconcientemente. ¡Resultado tan grandioso cuanto desconcertante!
Pero, para volver atrás: ustedes tienen toda la razón si ponen en claro que se han valido de un giro abreviado, y no creen que deban referir esa mentada multiplicidad a la esencia del sueño. Cuando hablan del «sueno» tienen que aludir al sueño manifiesto, vale decir, al producto del trabajo del sueño, o a lo sumo al trabajo mismo del sueño, o sea, a aquel proceso psíquico que a partir de los pensamientos oníricos latentes forma al sueño manifiesto. Todo otro empleo de la palabra es conceptualmente confuso, y sólo puede provocar perjuicios (ver nota(208)). Si con sus asertos ustedes apuntan a los pensamientos latentes que hay tras el sueño, tienen que decirlo directamente y no ocultar el problema del sueño valiéndose de un modo de expresión más difuso. Los pensamientos oníricos latentes son el material que el trabajo del sueño remodela en el sueño manifiesto. ¿Por qué a toda costa se empeñan ustedes en confundir el material con el trabajo que lo informa? ¿En qué aventajarían a quienes sólo conocieran el
65
producto del trabajo y no pudieran explicarse de dónde proviene y cómo está hecho?
Lo único esencial en el sueño es el trabajo que ha operado sobre el material de pensamientos. No tenemos derecho alguno a pasárnoslo por alto en la teoría, por más que en ciertas situaciones prácticas nos sea lícito descuidarlo. La observación analítica muestra, también, que el trabajo del sueño nunca se limita a traducir estos pensamientos a los modos de expresión arcaicos o regresivos que ya conocen ustedes. En cambio, por regla general agrega algo que no pertenece a los pensamientos latentes del día, pero que es el genuino motor de la formación del sueño. Este agregado indispensable es el deseo, igualmente inconciente, para cuyo cumplimiento es remodelado el contenido del sueño. El sueño puede ser todo lo que se quiera mientras ustedes sólo tomen en cuenta los pensamientos subrogados por él: advertencia, designio, preparación, etc.; es siempre también el cumplimiento de un deseo inconciente, y es sólo esto si ustedes lo consideran como resultado del trabajo del sueño. Un sueño, por tanto, nunca es un designio o una advertencia, pura y simplemente, sino siempre un designio, etc., traducido al modo de expresión arcaico con el auxilio de un deseo inconciente y remodelado para el cumplimiento de estos deseos (ver nota(209)). Uno de esos caracteres, el cumplimiento de deseo, es el constante; los otros pueden variar; pueden ser a su vez también un deseo, de suerte que el sueño figure como cumplido un deseo latente del día con el auxilio de un deseo inconciente.
Yo comprendo muy bien todo esto, pero no sé si he logrado hacerlo comprensible también para ustedes. Además, tropiezo con dificultades para probárselo. Por una parte, eso no se obtiene sin el cuidadoso análisis de muchos sueños y, por la otra, este punto, el más espinoso e importante de nuestra concepción del sueño, no puede exponerse de manera convincente sin referirlo a lo que viene después. ¿Acaso pueden creer ustedes, en vista de la íntima trabazón de todas las cosas, que uno pueda penetrar muy hondamente en la naturaleza de una de ellas sin haberse ocupado de otras cosas de naturaleza parecida? Puesto que todavía nada sabemos de los parientes cercanos del sueño, de los síntomas neuróticos, tenemos que conformarnos también aquí con lo alcanzado. Sólo quiero elucidar frente a ustedes un ejemplo más, y plantear una nueva consideración.
Tomemos de nuevo aquel sueño al que ya varias veces volvimos, el de las tres localidades de teatro a cambio de 1 florín y 50. Puedo asegurarles que al principio eché mano de él sin propósito alguno, en calidad de ejemplo. A los pensamientos oníricos latentes ya los conocen ustedes: fastidio por haberse apresurado tanto en casarse, frente a la noticia de que su amiga recién acaba de comprometerse; menosprecio por su marido, la idea de que habría conseguido uno mejor con que sólo hubiera esperado. Al deseo que ha hecho de estos pensamientos un sueño ya lo conocen también: es el placer de ver, el de poder ir al teatro, muy probablemente una ramificación de la curiosidad antigua de averiguar por fin lo que pasa cuando uno se casa. Como es sabido, esta curiosidad se dirige en los niños, por regla general, a la vida sexual de los padres; es, por consiguiente, infantil y, en la medida en que continúa presente más tarde, es una moción pulsional cuyas raíces llegan hasta lo infantil.
Pero la noticia que recibió ese día no brindó ocasión alguna para que despertase ese placer de ver; meramente, para el fastidio y el arrepentimiento. Esa moción de deseo no pertenecía en principio a los pensamientos latentes, y pudimos enhebrar en el análisis el resultado de la interpretación del sueño sin atender a ella. El fastidio tampoco era en sí soñable; del pensamiento: «Fue un disparate casarse tan temprano», no podía nacer un sueño antes que a partir de él se despertase el viejo deseo de ver, de una buena vez, lo que ocurre cuando se está casado. Este deseo formó, pues, el contenido del sueño sustituyendo el casarse por el ir-al-teatro, y le dio la forma de un cumplimiento de deseo anterior: «Así, me es permitido ir al teatro y mirar todo lo prohibido, y tú no puedes hacerlo; yo estoy casada y tú debes esperar». De tal modo, la situación presente se mudó en su contraria, fue puesto un viejo triunfo en el lugar de la derrota reciente. Colateralmente, a la satisfacción del placer de ver se entrelaza una satisfacción del egoísmo competitivo. Ahora esta satisfacción determina el contenido manifiesto del sueño, donde realmente se dice que ella está sentada en el teatro, mientras que la amiga no pudo entrar. Los fragmentos del contenido del sueño tras los cuales todavía se ocultan los pensamientos oníricos latentes se sobreimponen a esa situación de satisfacción como una modificación discordante e incomprensible. La interpretación del sueño tiene que prescindir de todo cuanto sirve a la figuración del cumplimiento de deseo, y recobrar, partiendo de esas indicaciones, los penosos pensamientos oníricos latentes.
La nueva consideración que quiero presentarles se propone dirigir la atención de ustedes a los pensamientos oníricos latentes, empujados ahora al primer plano. Les ruego no olviden que ellos son, en primer lugar, inconcientes para el soñante; en segundo lugar, enteramente comprensibles y coherentes, de suerte que se dejan comprender como reacciones naturales frente a la ocasión del sueño; en tercer lugar, que pueden tener el valor de una moción anímica
o una operación intelectual cualesquiera. Ahora, con más rigor que antes, llamar a estos pensamientos «restos diurnos», los confíese o no el soñante. Separo entonces restos diurnos y pensamientos oníricos latentes, designando con este último título, en armonía con nuestro uso anterior, a todo cuanto averiguamos a raíz de la interpretación del sueño, mientras que los restos diurnos son sólo una parte de aquellos. Así pues, nuestra concepción desemboca en que a los restos diurnos se les suma algo, algo que también pertenecía a lo inconciente, una moción de deseo intensa, pero reprimida, y esta sola es la que ha posibilitado la formación del sueño. La repercusión de esta moción de deseo sobre los restos diurnos crea el otro sector de los pensamientos oníricos latentes, aquel que ya no tiene que aparecer racional ni concebible desde la vida de vigilia.
Para la relación de los restos diurnos con el deseo inconciente, me he servido de una comparación que no puedo sino repetir aquí. Para cualquier empresa se requiere de un capitalista que sufrague los gastos, y de un empresario que tenga la idea y sepa llevarla a cabo. En la formación del sueño, el papel del capitalista lo desempeña siempre y sólo el deseo inconciente: él presta la energía psíquica para la formación del sueño; el empresario es el resto diurno que decide acerca del uso de ese gasto. Ahora bien, el propio capitalista puede tener la idea y la pericia, o el empresario mismo poseer capital. Esto simplifica la situación práctica, pero dificulta su comprensión teórica. En la economía política, aunque tal sea el caso, siempre se descompone a esa persona única en sus dos aspectos de capitalista y de empresario, y así se restablece la situación básica de la cual partió nuestra comparación. En la formación del sueño se presentan estas mismas variaciones; dejo a cargo de ustedes el proseguirlas (ver nota(210)).
Aquí no podemos seguir adelante, pues es probable que hace largo tiempo los inquiete a ustedes un reparo que merece ser escuchado. «¿Son los restos diurnos -me preguntan-realmente inconcientes en el mismo sentido que el deseo inconciente que debe agregárseles
66
para hacerlos soñables?». Van ustedes por buen rumbo. Ahí está el punto donde salta toda la cosa. Ellos no son inconcientes en el mismo sentido. El deseo del sueño pertenece a un otro inconciente, a aquel que hemos individualizado como de origen infantil, provisto de mecanismos particulares. Sería totalmente apropiado diferenciar estas dos maneras de lo inconciente mediante designaciones diversas. Pero, para ello, preferimos esperar hasta que nos familiaricemos con el campo de fenómenos de las neurosis. Se nos ha echado en cara que hablar de un inconciente es ya una extravagancia; ¿qué se dirá ahora si confesamos que no nos basta con menos de dos de ellos? (ver nota(211)).
Interrumpamos aquí. Otra vez, han debido conformarse con algo incompleto; pero, ¿no es reconfortante pensar que este saber tiene continuación, y que esta será producida por nosotros mismos o por quienes nos sigan? ¿Y acaso nosotros mismos no hemos averiguado gran cantidad de cosas nuevas y sorprendentes?

15ª conferencia. Incertezas y críticas

Señoras y señores: No queremos abandonar todavía el campo del sueño sin tratar de las dudas e incertezas más corrientes a que han dado lugar las novedades y concepciones que llevamos expuestas. Los oyentes atentos que haya entre ustedes habrán recogido ya algún material para ello.
1. Quizás estén bajo la impresión de que los resultados de nuestro trabajo interpretativo del sueño, aunque la técnica se aplique correctamente, admiten tantas imprecisiones que se vuelve imposible una traducción segura del sueño manifiesto a los pensamientos oníricos latentes. Para abonarlo, aducirán que, en primer lugar, uno nunca sabe si un determinado elemento del sueño ha de comprenderse en su sentido genuino o simbólicamente, pues las cosas usadas como símbolos no por eso dejan de ser ellas mismas. Pero si no se tiene ningún asidero objetivo para decidir esto, la interpretación queda librada en este punto al capricho del intérprete del sueño. Además, como el trabajo del sueño hace fundirse los opuestos, todo el tiempo queda indeterminado si un cierto elemento onírico debe comprenderse en el sentido positivo o en el negativo, como él mismo o como su contrario. Nueva oportunidad para que se despliegue el capricho del intérprete. En tercer lugar, por las inversiones de todo tipo de que tanto gusta el sueño, queda librado al intérprete practicar una de ellas en los lugares del sueño que a él le parezca. Por último, aducirán haber oído que rara vez se está seguro de que la interpretación hallada para el sueño sea la única posible. Se corte el riesgo de omitir una sobre interpretación totalmente lícita del mismo sueño. En estas circunstancias, concluirán, queda librado al capricho del intérprete un espacio de maniobras cuya amplitud parece incompatible con la certeza objetiva de los resultados. O pueden ustedes suponer también que la falla no está en el sueño, sino que las insuficiencias de nuestra interpretación de él se deberían a incorrecciones de nuestras concepciones y premisas.
Todo el material de ustedes es irreprochable, pero no creo que justifique las conclusiones que extraen, en dos direcciones, a saber: que la interpretación del sueño como nosotros la cultivamos está librada al capricho, y que las carencias de los resultados ponen en entredicho la justifiación de nuestro procedimiento. Si en vez de arbitrariedad del intérprete se avinieran a decir su destreza, su experiencia, su comprensión, yo convendría en ello. Sin duda, no podemos prescindir de un factor personal de esta índole, en particular en las tareas más difíciles de la interpretación de sueños. Pero tampoco las cosas son distintas en otras empresas científicas. No hay medio alguno de evitar que determinada persona maneje peor o explote mejor que otra cierta técnica. Y lo otro que nos parece capricho, por ejemplo en cuanto a la interpretación de los símbolos, se eliminará por el hecho de que, en general, la trabazón recíproca de los pensamientos oníricos, la del sueño con la vida del soñante y toda la situación psíquica en que el sueño sobreviene, selecciona una sola entre las posibilidades dadas de interpretación, y desecha a las otras por inaplicables. La afirmación de que las imperfecciones de la interpretación del sueño implican que nuestras premisas son incorrectas queda desvirtuada cuando se observa que la multivocidad o el carácter indeterminado del sueño es, más bien, una propiedad suya que necesariamente debía preverse.
Dijimos, recordémoslo ahora, que el trabajo del sueño emprende una traducción de los pensamientos oníricos a un modo de expresión primitivo, análogo a la escritura figural. Todos estos sistemas primitivos de expresión, empero, están aquejados de parejas indeterminaciones y ambigüedades, sin que por eso tengamos derecho a poner en duda su practicabilidad. La fusión de los opuestos por obra del trabajo del sueño es análoga, como ya saben, al llamado «sentido antitético de las palabras primordiales» en las lenguas más antiguas. El lingüista Abel (1884), a quien debemos este punto de vista, nos pide que no creamos por ello que la comunicación que hacía una persona a otra con el auxilio de palabras tan ambivalentes era ambigua. Más bien, tono y gesto, dentro del contexto de lo dicho, tienen que haber señalado inequívocamente cuál de los dos opuestos quería comunicar el hablante. En la escritura, donde los gestos faltan, fueron sustituidos por un signo figural añadido, no destinado a ser proferido; por ejemplo, la imagen de un hombrecillo en cuclillas con aire de abatimiento o uno bizarramente erguido, según que el ambiguo ken de la escritura jeroglífica quisiera significar «débil» o «fuerte». Así, a pesar de la multivocidad de los sonidos y de los signos se evitaba el malentendido.
Los viejos sistemas de expresión, por ejemplo las escrituras de las lenguas más antiguas, nos
67
dejan ver una cantidad de indeterminaciones que en nuestra escritura actual no toleraríamos. En muchas escrituras semíticas sólo se dibujan las consonantes de las palabras; el lector tiene que intercalar las vocales omitidas según su conocimiento y según, el contexto. No exactamente así, pero de manera muy parecida, procede la escritura jeroglífica, a raíz de lo cual la articulación fonética del Egipto antiguo ha permanecido ignota para nosotros. La escritura sagrada de los egipcios conoce todavía otras imprecisiones. Así, se dejaba al albedrío del escriba ordenar las imágenes de derecha a izquierda o de izquierda a derecha. Para poder leer había que atenerse al precepto de que se debía hacerlo siguiendo la dirección en que miraban las figuras, pájaros, etc. Pero el escriba podía también ordenar los signos figurales en series verticales, y cuando hacía inscripciones en objetos más pequeños se dejaba llevar por el buen gusto y consideraciones relativas al aprovechamiento del espacio para alterar de otros modos todavía la secuencia de los signos. Lo más perturbador en la escritura jeroglífica es, sin duda, que no conoce una separación entre las palabras. Las imágenes van separadas sobre la superficie a intervalos regulares, y en general no puede saberse si un signo pertenece todavía a la palabra que le precede o constituye el principio de una nueva. En la escritura cuneiforme de los persas, en cambio, una cuña oblicua servía como «separador de palabras».
Una lengua antiquísima, pero que todavía hablan y escriben 400 millones de personas, es la china. No crean que yo comprendo algo de ella: sólo me he instruido al respecto porque esperaba hallar analogías con las imprecisiones del sueño. Mi expectativa, por cierto, no se vio defraudada. La lengua china abunda en imprecisiones tales que podrían meternos miedo, Como es sabido, consta de un número de sonidos silábicos que son proferidos solos o combinados de a dos, Uno de los dialectos principales posee unos cuatrocientos de tales sonidos. Ahora bien, puesto que el léxico de este dialecto se calcula en unas cuatro mil palabras, resulta que cada sonido tiene, en promedio, diez significados distintos; algunos menos, pero otros, bastantes más. Hay entonces toda una serie de recursos para evitar la multivocidad, puesto que por el contexto solamente no puede colegirse cuál de los diez significados del sonido silábico se propone el hablante evocar en el oyente. Algunos de esos recursos son la combinación de dos sonidos en una palabra compuesta ~ el uso de cuatro «tonos» diversos en la emisión de estas sílabas. Para nuestra comparación es todavía más interesante la circunstancia de que en esta lengua la gramática es casi inexistente. De ninguna de esas palabras de una sola sílaba puede decirse si es sustantivo, verbo o adjetivo, y faltan todas las flexiones de las palabras por las que podrían reconocerse género, número, caso, tiempo o modo. Esa lengua consiste, por así decir, sólo en la materia prima, y en ello se asemeja a la manera en que nuestro lenguaje conceptual es reducido por el trabajo del sueño a su materia prima, a saber ' omitiendo expresar sus relaciones. En el chino, en todos los casos de imprecisión, la decisión se deja a cargo de la comprensión del oyente, que para ello se guía por el contexto. Me he anotado un ejemplo de un refrán chino, que traducido literalmente diría:
«Poco que ver mucho que maravilloso».
No es difícil de entender. Quizá quiera decir: «Mientras menos ha visto uno, tanto más para maravillarse encuentra». O: «Mucho tiene para maravillarse aquel que ha visto poco». Desde luego, no interesa decidir entre estas traducciones, que difieren sólo gramaticalmente. A pesar de estas imprecisiones, se nos asegura, la lengua china es un medio bien perfilado de expresión del pensamiento. Por tanto, la imprecisión no lleva forzosamente a la ambigüedad.
Ahora tenemos que confesar sin ambages que para el sistema expresivo del sueño las cosas son mucho más desfavorables que para todas estas viejas lenguas y escrituras. En efecto, en el fondo ellas están, a pesar de todo, destinadas a la comunicación, vale decir, calculadas para que se las comprenda, cualesquiera que sean los caminos y los recursos. Este carácter, precisamente, le falta al sueño. El sueño no quiere decir nada a nadie; no es un vehículo de la comunicación; al contrario, se empeña en permanecer incomprendido. Por eso, no debería maravillarnos ni desconcertarnos que un número de ambigüedades e imprecisiones del sueño permanezcan indecidibles. Como ganancia segura de nuestra comparación nos queda esta única intelección: esas imprecisiones, que se querrían emplear para objetar el acierto de nuestras interpretaciones de sueños, son, más bien, caracteres regulares de todos los sistemas primitivos de expresión.
¿Hasta dónde llega realmente la comprensibilidad del sueño? He ahí algo que sólo puede establecerse por la práctica y la experiencia (ver nota(212)). Yo opino que llega a mucho, y la comparación de los resultados que obtienen analistas correctamente formados corrobora mi creencia. El público lego, aun el de los científicos legos, gusta, como es sabido, de alardear de un prudente escepticismo cuando se enfrenta a las dificultades e incertezas de un logro científico. Creo que se equivoca en ello. No todos ustedes saben, quizá, que una situación parecida se presentó en la historia del desciframiento de las inscripciones asirio-babilónicas. Hubo un tiempo en que la opinión pública hasta llegó a tener por unos ilusos a los descifradores de signos cuneiformes y a tachar de «fraude» toda esta investigación. Pero en 1857 la Royal Asiatic Society hizo una comprobación decisiva. Solicitó a cuatro de los más prestigiosos descifradores de la escritura cuneiforme, Rawlinson, Hincks, Fox Talbot y Oppert, traducciones independientes bajo sobre sellado de una inscripción que acababa de descubrirse; y, por la comparación de las cuatro lecturas, pudo proclamar que el acuerdo entre ellas era suficientemente grande como para justificar que se diera crédito a lo ya logrado y se confiara en ulteriores progresos. Las burlas del mundo de los legos cultos se fueron acallando poco a poco, y la certidumbre en la lectura de los documentos de escritura cuneiforme ha aumentado extraordinariamente desde entonces.
2. Una segunda serie de reparos arraiga hondamente en la impresión -tampoco ustedes, sin duda, han escapado a ella- de que cierto número de soluciones a que nos vemos precisados en la interpretación de los sueños *parecen forzadas, artificiosas, traídas de los cabellos, y por tanto son violentas y aun de efecto cómico y chistoso. Las manifestaciones en este sentido son tan frecuentes que quiero escoger al azar la última que ha llegado a mi conocimiento. Escuchen esto: En la libre Suiza, no hace mucho, un director de seminario fue destituido de su puesto por ocuparse del psicoanálisis. Apeló, y una revista de Berna hizo público el voto del tribunal universitario sobre su caso. De este documento extracto algunos párrafos que se refieren al psicoanálisis: «Además, sorprende lo rebuscado y artificioso de muchos ejemplos que se encuentran también en el mencionado libro del doctor Pfister, de Zurich ... tenía que sorprender mucho, pues, que un director de seminario aceptase sin crítica todas estas tesis y seudodemostraciones». Estos párrafos son presentados como la decisión de un «juez sereno». Yo opino, más bien, que esa serenidad es «artificiosa». Entremos a considerar más de cerca
68
estas manifestaciones, con la esperanza de que un poco de reflexión y un poco de conocimiento del asunto no han de ser dañinos para un juicio sereno.
Es en verdad regocijante ver cuán rápido y cuán imperturbablemente puede alguien, en una espinosa cuestión de la psicología profunda, emitir juicio siguiendo sus primeras impresiones. Las interpretaciones le parecen rebuscadas y forzadas, no le gustan; por tanto, son falsas y toda esa cosa interpretativa no vale nada; ni por asomo se le pasa por la cabeza la otra posibilidad: que estas interpretaciones presentan esa apariencia forzosamente, que tienen buenas razones para presentarla, a lo cual seguiría el intento de averiguar cuáles son esas buenas razones.
El asunto que fue objeto del juicio se refiere en lo esencial a los resultados del desplazamiento, que ustedes han llegado a conocer como el medio más poderoso de la censura onírica. Con el auxilio del desplazamiento, la censura onírica crea formaciones sustitutivas que hemos llamado «alusiones». Pero como tales son difíciles de reconocer; no es fácil descubrir el camino de regreso desde ellas hasta lo genuino, y se conectan con lo genuino por medio de las más extrañas e insólitas asociaciones extrínsecas. En todos estos casos, empero, se trata de cosas que tienen que permanecer ocultas, que están destinadas al secreto; es lo que la censura onírica se propone lograr. Pero a algo que tiene que ser ocultado no se puede esperar hallarlo en su sitio, en el lugar que le corresponde. Los destacamentos de vigilancia de fronteras que hoy ejercen sus funciones son, en este aspecto, más astutos que aquel tribunal suizo. En la pesquisa de documentos e informaciones no *se conforman con andar a la pesca de cartapacios y portafolios, sino que tienen en cuenta la posibilidad de que los espías y contrabandistas de esas cosas prohibidas puedan llevarlas en los lugares más recónditos de sus vestidos, donde decididamente no estarían en su sitio; por ejemplo, entre la doble suela de sus botas. Y si se encuentra ahí esas cosas solapadas, sin duda que fueron rebuscadas(213), pero también ... halladas.
Si admitimos como posibles los enlaces más remotos y extraños, de apariencia ora cómica, ora chistosa, entre un elemento onírico latente y su sustituto manifiesto, no hacemos sino seguir abundantes experiencias de ejemplos cuya resolución por regla general no hemos hallado nosotros mismos. A menudo a uno le es imposible dar por sí mismo tales interpretaciones; ningún hombre sensato podría colegir el enlace existente. El soñante nos da la traducción, o bien de un plumazo, por su ocurrencia directa -puede hacerlo, pues es en él donde se ha producido esta formación sustitutiva-, o nos brinda tanto material que la solución ya no exige una agudeza particular, sino que se impone como necesaria, Si el soñante no viene en nuestro auxilio de alguno de estos dos modos, el elemento manifiesto en cuestión permanecerá para nosotros eternamente incomprendido. Permítanme ustedes que agregue todavía un ejemplo de esta clase, que he vivenciado hace poco. Una de mis pacientes ha perdido a su padre en el curso de su tratamiento conmigo. Desde entonces se vale de cualquier ocasión para hacerlo revivir en el sueño. En uno de sus sueños el padre aparece en un cierto contexto, que no interesa aquí, y dice: Son las once y cuarto, son las once y medía, son las doce menos cuarto. Para la interpretación de esta extravagancia sólo acude la ocurrencia de que el padre veía con gusto que sus hijos adultos se reunieran puntualmente en torno a la mesa a la hora de comer. Esto tenía, sin duda, estrecha relación con el elemento onírico, mas no permitía inferencia alguna sobre su origen. Por la situación de ese momento en la cura, había una justificada sospecha de que un rechazo crítico, cuidadosamente sofocado, contra el padre amado y venerado tenía algo que ver en este sueño. En la ulterior persecución de sus ocurrencias, aparentemente muy alejadas del sueño, la soñante cuenta que ayer en su presencia se había hablado de muchos asuntos de psicología, y un pariente había manifestado esto: «El hombre primordial {Urmensch} pervive en todos nosotros». Ahora creemos comprender. Esto le dio una excelente oportunidad para hacer que el padre muerto perviviera. Lo convirtió entonces en el sueño en el hombre de las horas {Uhrmensch} haciéndoleanunciar los cuartos de hora que faltaban para el almuerzo.
En este ejemplo, no podrán ustedes apartar de sí el parecido con un chiste, y en realidad La ocurrido con harta frecuencia que el chiste del soñante se creyera del intérprete. Hay aún otros ejemplos en los que es muy difícil decidir si se está frente a un chiste o frente a un sueño. Ahora bien, recuerden ustedes que idéntica duda se nos planteó ante muchos deslices en el habla. Un hombre cuenta como sueño propio que su tío, mientras estaban sentados en el auto(móvil) de él, le dio un beso (ver nota(214)). El mismo agrega con presteza la interpretación; significa: autoerotismo (un término de la doctrina de la libido, que designa la satisfacción sin objeto ajeno). ¿Acaso este hombre nos gastó una broma presentándonos un chiste que se le había ocurrido como si fuera un sueño? Creo que no; realmente lo ha soñado así. Pero, ¿de dónde viene esta desconcertante semejanza? Esta pregunta, en su tiempo, me distrajo un poco de mi camino, pues me impuso la necesidad de someter al chiste como tal a una indagación a fondo (ver nota(215)). De ahí resultó, en cuanto a la génesis del chiste, que una ilación de pensamiento preconciente(216) es abandonada por un momento a la elaboración inconciente, de donde después emerge como chiste. Bajo la influencia del inconciente experimenta la acción de los mecanismos que reinan ahí, la condensación y el desplazamiento, vale decir, los mismos procesos cuya participación hemos descubierto en el trabajo del sueño, y a esta comunidad ha de atribuirse la semejanza entre chiste y sueño, allí donde aparece. El «chiste onírico» indeliberado no ofrece nada de la ganancia de placer del chiste. Quizá la profundización en el estudio del chiste pueda enseñarles a ustedes el porqué. El «chiste onírico» nos parece un chiste malo, no nos hace reír, nos deja fríos (vernota(217)).
En esto seguimos las huellas de la interpretación de sueños de los antiguos, que junto a tantas cosas inútiles nos ha dejado buenos ejemplos de una interpretación que nosotros mismos no sabríamos aventajar. Les cuento un sueño que tuvo importancia histórica, del que con ciertas divergencias informan Plutarco y Artemidoro Daldiano, acerca de Alejandro Magno. Cuando el rey estaba empeñado en el sitio de la ciudad de Tiro, que se defendía con obstinación (322 a. C.), soñó cierta vez que vio a un sátiro danzando. Aristandros, el intérprete de sueños, que se encontraba con el ejército, le interpretó ese sueño descomponiéndole la palabra «sátiro» (tuya es Tiro), y por eso le aseguró el triunfo sobre la ciudad. Alejandro se dejó llevar por esta interpretación, prosiguió el sitio y por fin se apoderó de Tiro. La interpretación, de apariencia bastante artificiosa, fue indudablemente la correcta (ver nota(218)).
3. Puedo imaginarme que les hará una impresión particular oír que también han sido planteadas objeciones a nuestra concepción del sueño por personas que en calidad de psicoanalistas se han ocupado desde hace mucho tiempo de la interpretación de sueños. Habría sido insólito que una tan propicia ocasión para nuevos errores se dejara sin aprovechar, y así, mediante confusiones conceptuales y generalizaciones injustificadas, se obtienen tesis que en materia de inexactitud no quedan muy a la zaga de la concepción médica del sueño. Ustedes ya conocen
69
una de ellas. Enuncia que el sueño se ocupa de intentos de adaptación al presente y de solución de las tareas futuras, vale decir, persigue una «tendencia prospectiva» (Maeder [1912])Ya hemos apuntado que esta tesis descansa en una confusión del sueño con los pensamientos oníricos latentes y, por tanto, tiene por premisa el descuido del trabajo del sueño. Como característica de la actividad mental inconciente, a que pertenecen los pensamientos oníricos latentes, no es ninguna novedad; eso por un lado; por el otro, no es exhaustiva, pues la actividad mental inconciente se ocupa de muchas otras cosas además de la preparación del futuro (ver nota(219)). Una confusión mucho más grave parece estar en la base de la aseveración según la cual tras todo sueño se hallaría el «artículo de la muerte» [Stekel1911a, pág. 34]. No sé con precisión lo que quiere decir esta fórmula, pero supongo que tras ella está la confusión del sueño con la personalidad total del soñante (ver nota(220)).
Una generalización injustificada de unos pocos buenos ejemplos es la tesis según la cual todo sueño admitiría dos interpretaciones; una es la que hemos mostrado, la llamada psicoanalítica, y otra, la llamada anagógica, que prescinde de las mociones pulsionales y apunta a una figuración de las operaciones más altas del alma (Silberer [1914]) (ver nota(221)). Hay sueños así, pero en vano pretenderían ustedes extender esta concepción siquiera a una mayoría de sueños. Después de todo cuanto han oído, les resultará completamente inconcebible la aseveración de que todos los sueños han de interpretarse bisexualmente, como fusión de una corriente masculina con una que ha de llamarse femenina (Adler [1910]) (ver nota(222)). Hay también, desde luego, algunos sueños de esa índole, y más adelante tal vez se enteren ustedes de que están construidos como ciertos síntomas histéricos. Si menciono todos estos descubrimientos de nuevos caracteres universales del sueño, es para alertarlos contra ellos, o para que al menos no tengan duda alguna sobre el juicio que me merecen.
4. El valor objetivo de la investigación de los sueños pareció puesto temporariamente en entredicho por esta observación: que los pacientes en tratamiento analítico acomodaban el contenido de sus sueños a las teorías predilectas de sus médicos, pues unos soñaban predominantemente con mociones pulsionales de carácter sexual, los otros con ansias de poder, y otros, todavía, con el renacimiento (Stekel). El peso de esta observación se achica si se reflexiona en que los hombres ya soñaban antes de que existiese un tratamiento psicoanalítico que pudiera guiar sus sueños, y los que ahora están en tratamiento ya solían soñar antes de que este empezara. El contenido fáctico de esta novedad se deja reconocer enseguida como obvio y carente de importancia para la teoría del sueño. Los restos diurnos incitadores del sueño quedan pendientes de los poderosos intereses de la vida de vigilia. Cuando los dichos del médico y sus incitaciones cobran importancia para el analizado, entonces ingresan en el círculo de los restos diurnos, pueden prestar los estímulos psíquicos para la formación del sueño al igual que los otros intereses del día, no tramitados y teñidos de afecto, y tienen efectos parecidos a los estímulos somáticos que operan sobre el durmiente mientras duerme. Como estos otros incitadores del sueño, también las ilaciones de pensamiento incitadas por el médico pueden aparecer dentro del contenido manifiesto del sueño o ser rastreadas en su contenido latente. Como bien sabemos, se producen experimentalmente sueños; mejor dicho, una parte del material del sueño puede introducirse en este. Por tanto, en el caso de estas influencias sobre sus pacientes, el analista no desempeña otro papel que el del experimentador que, como hizo Mourly Vold, hace adoptar ciertas posiciones a los miembros del sujeto de experimentación.
A menudo puede influirse al soñante en aquello sobre lo cual ha de soñar, pero nunca instilarle lo que soñará. El mecanismo del trabajo del sueño y el del deseo onírico inconciente están sustraídos a cualquier influencia ajena. Ya en la apreciación de los sueños por estímulo somático reconocimos que la especificidad y la autonomía de la vida onírica se revelan en la reacción con que el sueño responde a los estímulos corporales o anímicos que se le aportan. Por tanto, en la base de la aseveración aquí considerada, que pretende poner en duda la objetividad de la investigación del sueño, hay de nuevo una confusión, esta vez la del sueño con el material onírico (ver nota(223)).
Es todo, señoras y señores, cuanto quería contarles sobre los problemas del sueño. Hacen bien en sospechar que he omitido muchas cosas, y aun han experimentado que en casi todos los puntos me vi obligado a no ser completo. Pero esto tiene que ver con el vínculo que los problemas oníricos mantienen con los de las neurosis, Hemos estudiado el sueño como introducción a la doctrina de las neurosis, y era por cierto más justo proceder de este modo y no a la inversa. Pero así como el sueño es preparatorio para las neurosis, por otro lado su apreciación correcta de él sólo podrá lograrse después de que se conozcan los fenómenos neuróticos (ver nota(224)).
Yo no sé lo que pensarán sobre esto, pero debo asegurarles que no me arrepiento por haber ocupado tan largamente el interés de ustedes, y el tiempo disponible, en los problemas del sueño. En ningún otro objeto es posible conseguir con tanta rapidez el convencimiento acerca de la justeza de las aseveraciones que son cuestión de vida o muerte para el psicoanálisis. Se requeriría el esforzado trabajo de muchos meses y aun de años para mostrar que los síntomas de un caso de neurosis poseen su sentido, sirven a un propósito v proceden de la peripecia vital de la persona enferma. En cambio, basta quizás un esfuerzo de unas pocas horas para demostrar esto mismo respecto de un producto onírico al principio incomprensible y confuso, y para corroborar así todas las premisas del psicoanálisis: la condición inconciente {Unbewusstheit} de unos procesos anímicos, los mecanismos peculiares a que obedecen y las fuerzas impulsoras que en ellos se exteriorizan. Y si parangonamos la fundamental analogía de construcción entre sueño y síntoma neurótico con la brusca mudanza que hace del soñante un hombre despierto y racional, obtenemos la seguridad de que también la neurosis descansa sólo en la alteración del juego de fuerzas entre los poderes de la vida del alma (vernota(225)).
Notas finales 1 (Ventana-emergente - Popup)
Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17 [1915-17])
Vorlesungen zur Einführung in die Psychoanalyse
Ediciones en alemán
1916Parte I (publicada separadamente), Die Fehlleistungen. Leipzig y Viena: Heller. 1916Parte II (publicada separadamente), Der Traum. La misma editorial. 1917Parte III (publicada separadamente),. AlIgemeine Neurosenlehre. La misma editorial. 1917 Las tres partes en un tomo. La misma editorial, VIII + 545 págs. 1918 2ª ed. (con índice y lista de cuarenta correcciones). La misma editorial, VIII + 553 págs. 19203ª ed. (reimpresión corregida de la anterior). Leipzig, Viena y Zurich: Internationaler
Psychoanalytischer Verlag, VIII + 553 págs. 1922 4ª ed. (reimpresión corregida de la anterior). La misma editorial,VIII+ 554 págs. (También las partes II y III, publicadas separadamente bajo los títulos Vorlesungen über den Traum y AlIgemeinNeurosenlehre.)
1922 Edición de bolsillo (sin índice). La misma editorial, IV + 495 págs. 1922 Edición de bolsillo (2ª ed., corregida y con índice). La misma editorial, IV + 502 págs. 1924 GS, 7, 483 págs. 19265ª ed. (reimpresión de GS). Leipzig, Viena y Zurich: Internationaler Psychoanalytiscber Verlag, 483
págs. 1926 Edición de bolsillo (3ª ed.). La misma editorial. 1930 Edición en octavo. La misma editorial, 501 págs. 1933 (Con licencia.) Berlín: Kíepenheuer, 524 págs. 1940 GW, 11, 495 págs. 1969 SA, 1, págs. 33-445.
71
«Vorrede zur hebräischen A usgabe»
1934 GS, 12, págs. 383-4. 1950 GW, 16, págs. 274-5.
Traducciones en castellano
1923 Introducción a la psicoanálisis. BN (17 vols.), 4 (partes I-II) y 5 (parte III). Traducción de Luis López-Ballesteros. 1943 Igual título. EA, 4 (partes I-II) y 5 (parte III). El mismo traductor. 1948 Igual título. BN (2 vols.), 2, págs. 59-300. El mismo traductor. 1953 Igual título. SR, 4 (partes I-II) y 5 (parte III). El mismo traductor. 1967 Introducción al psicoanálisis. BN (3 vols.), 2, págs. 151-392. El mismo traductor. 1972 Lecciones introductorias al psicoanálisis. BN(vols.), 6, págs. 2123-412. El mismo traductor. 1955 «Prólogo para la edición hebrea». SR, 20, págs. 1934. Traducción de Ludovico Rosenthal. 1968 Igual título. BN (3 vols.), 3págs. 320-1 1972 Igual título. BN (9 vols.), 6, pág. 2123.
Este libro tuvo una circulación más vasta que cualquier otra obra de Freud, salvo quizá la Psicopatología de la vida cotidiana (1901b) (ver nota). También se caracteriza por la cantidad de errores de imprenta. Como se indica en la nómina de ediciones, cuarenta fueron corregidos en la segurada, de 1918; pero había muchos más, y en las sucesivas ediciones puede observarse una cantidad considerable de leves variantes en el texto (ver nota).
La fecha real de publicación de las tres partes no es clara. La primera parte estaba con seguridad a la venta antes de fines de julio de 1916, como se desprende de una mención de Freud en una carta a Lou Andreas-Salomé, del 27 de julio de 1916 (cf. Freud, 1960a). En la misma carta dice que la segunda parte está a punto de aparecer. Una misiva de Freud a Abraham del 1 8 de diciembre de 1916 sugiere que en realidad no apareció hasta fin de año. (Cf. Freud, 1965a.) La tercera parte parece haberse publicado en
mayo de 1917.
El año académico de la Universidad de Viena se dividía en dos partes: un período (o semestre) de invierno, de octubre a marzo, y uno de verano, de abril a julio. Las conferencias fueron dictadas por Freud en dos períodos de invierno sucesivos, durante la Primera Guerra Mundial: 1915-16 y 1916-17 (ver nota). En el segundo tomo de la biografía de Jones ( 1955, págs. 245 y sigs.) podrá encontrarse una descripción completa de las circunstancias que llevaron a su publicación.
Aunque la pertenencia de Freud a la Universidad de Viena había sido sólo «periférica» -como él mismo lo señala en el «Prólogo» a las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (l933a)-pronunció allí muchas series de conferencias, desde la época de su nombramiento como Privatdozent {docente adscrito} en1885 y como Professor Extraordinarius {profesor asociado} en 1902. De ellas no se ha conservado registro, aunque pueden encontrarse algunos relatos, porejemplo de Hanns Sachs ( 1945, págs. 39 y sigs.), Theodor Reik (1942, págs. 19 y sigs.) y Ernest Jones (1953, págs. 375 y sigs.). Freud decidió que la serie iniciada en el otoño de 1915 sería la última, y acordó su publicación a sugerencia de Otto Rank. En el «Prólogo» ya citado a las Nuevas conferencias, Freud nos dice que la primera mitad de las anteriores -vale decir, las que aquí presentamos fueron improvisadas, y volcadas al papel inmediatamente después, y que las de la segunda mitad fueron redactadas ese año {1916} en las vacaciones de verano, en Salzburgo, y pronunciadas con fidelidad literal en el invierno siguiente. Agrega que en esa época todavía poseía una memoria fonográfica, ya que por más que sus conferencias fueran preparadas con sumo cuidado, las pronunciaba directamente, sin leerlas y porlo común sin utilizar anotaciones. Hay acuerdo general acerca de su técnica de conferenciante: nunca era retórico y su tono era el de una conversación tranquila e incluso íntima. Pero no debe suponerse por ello que fuera descuidado o desordenado. Sus conferencias tenían casi siempre una forma definida -cabeza, cuerpo y cola- y a menudo podían dar al oyente la impresión de poseer una unidad estética.
Se ha dicho (Reik, 1942, pág. 19) que a Freud le disgustaba dar conferencias; pero es difícil conciliar esto, no sólo con la cantidad de conferencias que dictó en el curso de su vida, sino con el hecho de que una proporción notablemente alta de su obra impresa tiene la forma de conferencias. Sin embargo, hay una explicación posible para esta incoherencia. El examen muestra que las obras que aparecen bajo esa forma son sobre todo las expositivas: por ejemplo, la temprana conferencia sobre «La etiología de la histeria» (1896c), otra algo posterior «Sobre psicoterapia»(1905a), y también, por supuesto, las Cinco conferencias dictadas en Estados Unidos (1910a)y la presente serie. Pero más allá de esto, cuando muchos años después Freud emprendió una exposición de los últimos desarrollos de sus puntos de vista, volvió a vertirlos -sin motivos evidentes- en forma de conferencias, y publicó sus Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a), aunque nunca hubo posibilidad de dictarlas como tales. De modo que, evidentemente, la conferencia, como método de exponer sus opiniones, le atraía, pero sólo bajo una condición: él tenía que mantener un contacto vívido con su auditorio, ya fuera este real o supuesto.
Los lectores de este tomo notarán cómo Freud conserva de continuo este contacto: cómo pone regularmente objeciones en la boca de sus oyentes y cuán frecuentes son las discusiones imaginarias entre ellos y él. En realidad, Freud trasladó este método de presentar sus puntos de vista a obras que no son en absoluto conferencias:¿Pueden los legos ejercer el análisis? (1926e) y la mayor parte de El porvenir de una ilusión (1927c) tienen la forma de diálogos entre el autor y un oyente crítico. Al contrario de lo que suponen ciertas nociones equivocadas, Freud se oponía totalmente a presentar sus puntos de vista de una manera autoritaria y dogmática: «Yo no se los quiero comunicar», dice a su auditorio; «prefiero que lo colijan ustedes mismos». Las objeciones no debían ser acalladas, sino planteadas abiertamente y examinadas. Y esto, despuésde todo, no era más que una extensión de una característica esencial en la técnica del mismo psicoanálisis.
Las Conferencias de introducción al psicoanálisis pueden considerarse con justicia como un inventario de los puntos de vista de Freud y de la posición del psicoanálisis en la época de la Primera Guerra Mundial. Las secesiones de Adler y Jung eran ya historia pasada, el concepto del narcisismo databa de varios años
72
atrás, el célebre historial clínico del «Hombre de los Lobos» había sido escrito (con excepción de dos pasajes) un año antes de que comenzaran lasConferencias, aunque se publicó después. También la gran serie de artículos «metapsicológicos» sobre aspectos fundamentales de la teoría había quedado terminada pocos meses antes, aunque sólo tres de ellos estaban publicados. (Dos más se publicaron poco después de las Conferencias, pero los siete restantes desaparecieron sin dejar huellas.) Estas últimas actividades (y, sin duda, también la preparación de estas Conferencias) se vieron facilitadas por la disminución del trabajo clínico de Freud, impuesta por la guerra. Aparentemente se había alcanzado una divisoria de aguas y parecía llegado el tiempo para hacer un alto. Pero en realidad se estaban g estando nuevas ideas creativas, que habrían de ver la luz en Más allá del principio de placer (1920g), Psicología de las masas y análisis del yo (1921c) y El yo y el ello (1923b)Por cierto, no debe trazarse una línea demarcatoria demasiado nítida. Ya pueden detectarse aquí, por ejemplo, indicios de la noción de «compulsión de repetición», y son evidentes los comienzos del análisi s del yomientras que las dificultades respecto de los múltiples sentidos del término «inconciente» están allanando el camino para la nueva versión estructural de la psique.
En su «Prólogo» a estas Conferencias, Freud habla algo despectivamente acerca d e la ausencia de novedad en su contenido. Pero nadie, por familiarizado que esté con la literatura psicoanalítica, corre el riesgo de aburrirse al leerlas, ni dejará de encontrar en ellas muchas cosas que son inhallables en otra parte. Las elucidaciones sobre la angustia (25ªconferencia) y sobre las fantasías primordiales (24ª conferencia) -que el mismo Freud destaca, como material nuevo, en su «Prólogo»- no son las únicas que podría haber mencionado. El resumen del simbolismo, en la 10ª conferencia, es probablemente el más completo que haya producido. En ningún otro lugar ofrece una síntesis tan clara de la formación de los sueños como en las páginas finales de la 14ªconferencia. No hay comentarios más lúcidos sobre las perversiones que los ofrecidos en l as conferencias20ª y 21ªPor último, el análisis de los procesos de la terapia psicoanalítica, en la 28ª conferencia, no tiene parangón. Y aun allí donde los temas parecerían muy trajinados (p. ej., el mecanismo de las operaciones fallidas y de los sueños), se los aborda desde direcciones inesperadas, arrojando nueva luz sobre lo que podría haber resultado un terreno deprimentemente familiar. Las Conferencias de introducción al psicoanálisisse han hecho cabales merecedoras de su popularidad (vernota).
James Strachey
2 (Ventana-emergente - Popup)
[La traducción al hebreo fue publicada por Verlag Stybel en Jerusalén, en 1930.]
3 (Ventana-emergente - Popup)
[Véase un pasaje análogo en ¿Pueden los legos ejercer el análisis? (1926e), AE, 20, pág. 175.]
4 (Ventana-emergente - Popup)
[En el sentido de los partidarios de la «filosofía de la naturaleza» panteísta de Schelling, que tuvo vigencia en Alemania en la primera parte del siglo xix.]
5 (Ventana-emergente - Popup)
[«Sie» (ustedes) en las primeras ediciones alemanas; «sie» (ellos) en GS y GW.]
6 (Ventana-emergente - Popup)
[Destaquemos desde ya que en alemán las palabras «Unbewusst» {inconciente} y « bewusst» {conciente} tienen una forma gramatical pasiva y, en general, un sentido pasivo. En inglés, las palabras «conscious» y «unconscious» pueden ser utilizadas en forma pasiva, pero, con igual frecuencia, lo son en forma activa. Así, en inglés se diría: «I am conscious of a pain in my toe» {literalmente: «Soy conciente de un dolor en un dedo mío del pie»}o «He was unconscious of his hatred»{«El era inconciente de su odio»}; en alemán, en cambio, lo habitual sería decir que el dolor es conciente oel odio es inconciente, y este es el uso adoptado comúnmente por Freud.]
7 (Ventana-emergente - Popup)
[Esta cuestión se examina extensamente en el trabajo de Freud sobre «Lo inconciente» (1915e), AE, 14, págs. 161 y sigs.]
8 (Ventana-emergente - Popup)
[Las pulsiones sexuales son el tema de la 20ª conferencia]
9 (Ventana-emergente - Popup)
[El tratamiento más completo que hizo Freud del tema del antagonismo entre la cultura y las fuerzas pulsionales se halla en El malestar en la cultura (1930a).]
10 (Ventana-emergente - Popup)
[«Fehlleistungen»; este concepto general no existía antes de Freud, y para su traducción al inglés se acuñó el término parapraxes. Toda laPsicopatología de la vida cotidiana (1901b)está destinada a examinar estas operaciones fallidas. Freud a menudo recurrió a ellas (como lo hace aquí) en sus escritos didácticos, por considerarlas el material más apropiado para una introducción a sus teorías. De hecho, fueron uno de los primeros temas de que se ocuparon sus propias investigaciones psicológicas. Parte de la historia de su interés por este tema se hallará en mi «Introducción» aPsicopatología de la vida cotidiana, AE, 6, págs. 3-7. {Como en las presentes conferencias se alude repetidamente a esa obra, a fin de ahorrar espacio emplearemos la abreviatura «PVC»; los números de página remitirán siempre al volumen 6 de esta edición.}]
{«Acto, fallido» ha llegado a ser, desde la traducción de López-Ballesteros, una expresión de uso corriente en castellano para referirse a este concepto de Freud; por eso la conservamos en el título de estas conferencias. Pero no fue posible hacerlo en el texto mismo: 1) La traducción de López-Ballesteros no es unívoca, sino que vierte Fehlleistung y Fehlhandlung por la misma expresión «acto fallido», y al primero de esos términos, muchas veces por «funcionamiento fallido,». Strachey traduce ambos por «parapraxis», aunqu e en alguna ocasión usa«faulty acts» para el segundo. En realidad, Fehlleistung parece una expresión más abarcadora queFehlbandlung; esta última se halla más limitada a acciones en el mundo de las cosas. Es cierto que están muy próximas, pero preferimos que su sinonimia (relativa) se establezca en el texto mismo, distinguiéndolas en la traducción. 2) En todas las obras de Freud, hemos vertido «Leistung» por «operación» (cuando el término denota «operaciones» del aparato anímico). 3) Al comienzo de la 4ª conferencia, Freud se pregunta si las Fehlleistung son «actos» (Akt) psíquicos. Traducimos, pues, Fehlleistung por «operación fallida», Fehlbandlungpor «acción fallida», y Akt por «acto».}
11 (Ventana-emergente - Popup)
{También en inglés el prefijo «mis-» cumple análoga función; en castellano sucede lo propio con ciertas voces que empiezan por «tras-», como «trastrabarse», «trastrocar», «trascordarse», en tanto que otras, como «trasoír», «trasver», son hoy arcaísmos fuera de uso}
12 (Ventana-emergente - P opup)
[En las ediciones posteriores al año 1922 no figura esta palabra.]
13 (Ventana-emergente - Popup)
[Esta era una experiencia personal de Freud; cf. PVC, pág. 28.]
14 (Ventana-emergente - Popup)
[Un semanario humorístico.]
15 (Ventana-emergente - Popup)
[Freud ya había sostenido con frecuencia en otros lugares que es posible realizar las funciones con mayor precisión
73
en ausencia de atención conciente; cf. PVC, pág. 131.]
16 (Ventana-emergente - Popup)
[Lo que se pretendía decir era «Kronprinz»(príncipe de la Corona); «Korn» significa «cereal», y «Knorr», «protuberancia».]
17 (Ventana-emergente - Popup)
[Parece haber aquí cierta confusión. En realidad, en el acto I, escena 2, del drama de Schiller, es el propio rey el que anuncia la defección del condestable.]
18 (Ventana-emergente - Popup)
[Desde el punto de vista de la traducción, es muy infortunado que en estas tres conferencias sobre los actos fallidos Freud eligiera como ejemplos más frecuentes los deslices en el habla, ya que estos, por su propia naturaleza, son particularmente difíciles de traducir. Sin embargo, hemos preferido mantener los ejemplos que da Freud, con explicaciones a pie de página o entre corchetes, en lugar de remplazarlos por otros equivalentes en inglés. {En general, lo mismo se ha hecho en la versión castellana.} Se hallarán gran cantidad de muestras de deslices en el habla para la lengua inglesa, en especial, en los trabajos de A. A. Brill (1912) y Ernest Jones (1911b).]
19 (Ventana-emergente - Popup)
{Quiso decirse: «Yacía sobre mi pecho tan pesadamente»; la proferencia «Schwest», carente de significado, era una deformación de «Brust» (pecho) debida a la anticipación del «schwe» de «schwer» (pesadamente).}
20 (Ventana-emergente - Popup)
[Este ejemplo y el anterior figuran en PVC, pág 57.]
21 (Ventana-emergente - Popup)
(«Los invito a eructar por (aufzustossen) la salud de nuestro jefe», en vez de «brindar por» (anzustossen).}
22 (Ventana-emergente - Popup)
[Este caso figura también en PVC, pág. 58,]
23 (Ventana-emergente - Popup)
[«Puse el preparado en el buzón»en vez de «en la incubadora»; Brielkasten es, literalmente, caja para cartas; Brütkasten, cajapara incubar. Estos dos últimos ejemplos aparecen en PVC, págs. 70 y 58.]
24 (Ventana-emergente - Popup)
[PVC, pág. 62. Freud también recurrió a este ejemplo en uno de sus últimos escritos, inconcluso: «Algunas lecciones elementales sobre psicoanálisis» (1940b).]
25 (Ventana-emergente - Popup)
[«Riedel y Beutel» era una conocida tienda de ramos generales de Viena. Siemens y Halske eran, por supuesto, los conocidos ingenieros eléctricos.]
26 (Ventana-emergente - Popup)
[Estos dos últimos ejemplos aparecen en PVC, págs. 89 y 72.]
27 (Ventana-emergente - Popup)
[Este ejemplo y el siguiente aparecen en PVC, págs. 97-9.]
28 (Ventana-emergente - Popup)
[Lichtenberg era uno de los autores favoritos de Freud, quien cita muchos de sus epigramas en El chiste y su relación con lo inconciente(1905c). El dicho sobre Agamenón es vuelto a considerar, y se lo cita en el libro sobre el chiste (AE, 8, pág. 88), así como en PVC (pág. 113), donde también aparece el comentario de Goethe (pág. 213).]
29 (Ventana-emergente - Popup)
{«Tendenz», en alemán, como la palabra castellana «tendencia», abarca los dos sentidos: el subjetivo (orientación de la conducta) y el objetivo (orientación de un proceso), que en inglés se vertirían, respectivamente, por «purpose» y
«trend». La traducción al castellano no es, pues, dudosa. En nuestra versión, «propósito» traduce «Absickt», «designio» traduce «Vorsatz» (a veces purpose en Strachey), y reservamos «intención» para «Intention».}
30 (Ventana-emergente - Popup)
[«Er sagt es ja selbst», tomado de la traducción alemana corriente de Las bodas de Fígaro, en cuyo acto III esta frase se repite varias veces. ]
31 (Ventana-emergente - Popup)
[Reproducido de PVC, pág. 81.]
32 (Ventana-emergente - Popup)
Meringer y Mayer [1895; cf. PVC, pág. 61]
33 (Ventana-emergente - Popup)
Ibid. [cf. PVC, pág. 60].
34 (Ventana-emergente - Popup)
[Término con que se designaba en Viena a una chuleta de cerdo.]
35 (Ventana-emergente - Popup)
Ambos ejemplos son de Meringer y Mayer. [Se los encontrará también en PVC, pág. 84. En el primero de estos ejemplos intraducibles, «Apopos» es una palabra inexistente, pero «Popo» es la forma en que los niños designan la «cola». En el segundo, la palabra sin sentido sería literalmente «mujer caga huevos», mientras que la que se quería pronunciar significa «trocitos de clara de huevo».]
36 (Ventana-emergente - Popup)
[En PVC, págs. 28-9.]
37 (Ventana-emergente -Popup)
[Se hallará un detenido examen de esta dificultad en uno de los últimos trabajos de Freud, titulado «Construcciones en el análisis» (1937d).]
38 (Ventana-emergente - Popup)
[Juego de palabras entre Versprechen, desliz en el habla, y Vergehen, delito, falta.]
39 (Ventana-emergente - Popup)
[La Asociación de Periodistas de Viena. Se hallará esta anécdota en PVC, págs. 89-90; fue relatada originalmente por Max Graf.]
40 (Ventana-emergente - Popup)
Tomado de Jung [1907, pág. 52; aparece en PVC, pág. 32. La cita del final constituye el primer verso y el refrán de un poema de Heine, «Aus der Matratzengruft», perteneciente asu Nachlese (Antología}, nº IV.]
41 (Ventana-emergente - Popup)
Tomado de Brill [1912, pág. 191; también en PVC, pág. 218]
42 (Ventana-emergente - Popup)
[También se menciona este pasaje de Bernard Shaw en PVC, pág. 152, n. 36.]
43 (Ventana-emergente - Popup)
Tomado de Dattner. [PVC, pág. 203.]
44 (Ventana-emergente - Popup)
[PVC, págs. 139-40.]
45 (Ventana-emergente - Popup)
Véanse, asimismo, las recopilaciones similares de Maeder [1906, 1908b] (en francés), Brill [1912] (en inglés), Jones [1911b] (en inglés) y J. Stárcke [1916] (en holandés), etc.
46 (Ventana-emergente - Popup)
74
[En inglés en el original. Este ejemplo y los dos siguientes aparecen en PVC, págs. 224-5.]
47 (Ventana-emergente - Popup)
Comunicado por R. Reitler.
48 (Ventana-emergente - Popup)
[Esteejemplo y los dos siguientes aparecen en PVC, págs. 199-200.]
49 (Ventana-emergente - Popup)
[Las acciones sintomáticas y casuales son el tema del capítulo IX de PVC.]
50 (Ventana-emergente - Popup)
Esto sucedió en el Reichstag alemán en noviembre de 1908. [Se hallará una descripción más completa en PVC, págs. 96-7; el desliz a que se hace referencia anteriormente aparece en PVC, págs. 120-1.]
51 (Ventana-emergente - Popup)
[Freud incluyó más tarde esta anécdota en la edición de 1917 de PVC, pág. 67.]
52 (Ventana-emergente - Popup)
[Al principio de la 2ª conferencia. No deben confundirse estos «tres grupos» con los que se refieren auna cuestión totalmente distinta: la actitud adoptada hacia los deslices en el habla por quienes los cometen.]
53 (Ventana-emergente - Popup)
{Quizás este fenómeno es más frecuente en la lengua alemana por la «espera» que la caracteriza: en las subordinadas, el verbo aparece al final y sólo ahí adquiere sentido toda la oración.}
54 (Ventana-emergente - Popup)
[Este punto se examina en la 23ª conferencia, 16, pág. 336.]
55 (Ventana-emergente - Popup)
[Este ejemplo fue incluido en la edición de 1917 de PVC, pág. 114.]
56 (Ventana-emergente - Popup)
[El concepto de «volición contraria» desempeñó un importante papel en algunos de los primerísimos trabajos psicopatológicos de Freud; por ejemplo, en «Un caso de curación por hipnosis» (1892-93). Aparece en repetidas oportunidades en PVC.]
57 (Ventana-emergente - Popup)
[Este ejemplo fue agregado en 1917 a PVC, pág. 40.]
58 (Ventana-emergente - Popup)
[Freud lo denominó así en Lainterpretación de los sueños (1900a); véase, p. ej., AE, 5, pág. 590; desde entonces había aludido a él casi invariablemente como «principio de placer»; bajo este nombre se lo examina en la 22ª conferencia, 16, págs. 324-5.]
59 (Ventana-emergente - Popup)
[La amnesia infantil es examinada en la 13ª conferencia. Para una discusión de los olvidos en general, véase la larga nota agregada en 1907 a PVC, pág. 266.]
60 (Ventana-emergente - Popup)
[En PVC, pág. 147, se cita en su totalidad el pasaje tomado de la autobiografía de Darwin (1958, pág. 123).]
61 (Ventana-emergente - Popup)
{Engelmacherinnen; que matan niños, se entiende.}
62 (Ventana-emergente - Popup)
[Los tres últimos ejemplos se describen con más lujo de detalles en PVC, págs. 217 y 220-1.]
63 (Ventana-emergente - Popup)
[Reproducido de PVC, págs. 171-2.]
64 (Ventana-emergente - Popup)
Lo hizo Josef Breuer en los años 1880-82. Véanse las conferencias que pronuncié en Estados Unidos en 1909 (Cinco conferencias sobre psicoanálisis[1910a]) y mi «Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico» [1914d].
65 (Ventana-emergente -Popup)
[La principal obra de Freud sobre el tema de los sueños fue, naturalmente, La interpretación de los sueños (1900a), AE, 4y 5pero apenas hay algún escrito suyo en que no aparezca el tema; una lista de los principales trabajos en que es tratado seda en el Apéndice B a dicha obra (ibid., 5, pág. 669.) En la presente serie de conferencias, se encontrará gran número de referencias a esa obra entre mis comentarios a pie de página. {A fin de ahorrar espacio, se ha utilizado la abreviatura «IS», que en todos los casos remite a los vols. 4 y 5 de la presente edición.}]
66 (Ventana-emergente - Popup)
[Se hallarán consideraciones más detalladas sobre este punto en la 28ª]
67 (Ventana-emergente - Popup)
[La tendencia de los neuróticos obsesivos a la imprecisión y vaguedad ya había sido examinada por Freud en «A propósito de un caso de neurosis obsesiva» (1909d), AE, 10, págs. 181-2. Véase, asimismo, la descripción de ese tipo de enfermedad en la 17ª conferencia, 16, págs. 236 y sigs.]
68 (Ventana-emergente - P opup)
{Juego semántico: el daño incierto inferido a alguien en el sueño se corresponde con la incertidumbre del recuerdo, él mismo dañado.}
69 (Ventana-emergente - Popup)
[Este sueño se explica en la 15ª conferencia.]
70 (Ventana-emergente - Popup)
[En IS, 4, págs. 31 y 120n., se hacen algunos comentarios sobre este libro.]
71 (Ventana-emergente - Popup)
[Véanse, empero, algunas observaciones sobre esto en la 14ª conferencia, pág. 204.]
72 (Ventana-emergente - Popup)
[Cf. IS, 4, pág. 30.]
73 (Ventana-emergente - Popup)
[El psicofísico Fechner (1801-1887) ejerció gran influencia sobre las teorías de Freud (cf. su Presentación autobiográfica (1925d), AE, 20, pág. 55). La conjetura a que se refiere el texto es analizada en IS, 4, págs. 72-3, y 5, pág. 529.]
74 (Ventana-emergente - Popup)
[Sobre este y otros experimentos de Maury, cf. IS, 4, pág. 51.]
75 (Ventana-emergente - Popup)
[Citado también en IS, 4, pág. 154.]
76 (Ventana-emergente - Popup)
[Relatado más ampliamente en IS, 4, pág. 244.]
77 (Ventana-emergente - Popup)
[IS, 4, pág. 239.] {Hay diferencias entre ambos textos en el original.}
78 (Ventana-emergente - Popup)
[El proceso que trasforma los pensamientos oníricos latentes en el contenido manifiesto del sueño, tema de la 11ª conferencia.]
75
79 (Ventana-emergente - Popup)
[La principal calle comercial de Viena.]
80 (Ventana-emergente - Popup)
[IS, 4, pág. 201.]
81 (Ventana-emergente - Popup)
[Poco más adelante, Freud hará algunas salvedades sobre esta afirmación.]
82 (Ventana-emergente - Popup)
[El examen más importante que hizo Freud del tema de las fantasías y su relación con la creación artística se hallará en dos trabajos anteriores: «El creador literario y el fantaseo» (1908e) y «Las fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad» (1908a). Retoma este tema en la 23ª conferencia.]
83 (Ventana-emergente - Popup)
[Al publicarse las conferencias se elimínó del título la palabra «elernentales»]
84 (Ventana-emergente - Popup)
[«Para uso del delfín»: se refiere a la edición expurgada de los clásicos que Luis XIV hizo preparar para su hijo.]
85 (Ventana-emergente - Popup)
[En 1919 Freud agregó una nota sobre este punto aIS, 4, pág. 197, n. 20.]
86 (Ventana-emergente - Popup)
[Se dan varios ejemplos en PVC, págs, 234 y sigs., donde se examina en detalle todo este tema.]
87 (Ventana-emergente - Popup)
[Paris, quien raptó a Helena, había sido pastor en el monte Ida, donde dirimió la contienda entre las tres diosas rivales {Hera, Palas Atenea y Afrodita}.]
88 (Ventana-emergente - Popup)
{Blanco es albus en latín; la palabra «negro» debe de haberla conocido Freud a través del español o el portugués.}
89 (Ventana-emergente - Popup)
[Este episodio se describe más sintéticamente en PVC, pág. 59.]
90 (Ventana-emergente - Popup)
[«Uneigentlich» en todas las ediciones alemanas, aunque por el sentido debería ser aparentemente«eigentlich» (genuino).]
91 (Ventana-emergente - Popup)
[Véase la1ª conferencia; el examen de este tema se retorna en la 13ª conferencia.]
92 (Ventana-emergente - Popup)
[Freud vuelve a esta «regla técnica fundamental del análisis» en la 19ª conferencia, donde proporciono mayores referencias en una nota.]
93 (Ventana-emergente - Popup)
[La 19ª conferencia, 16, págs. 262 y sigs., se ocupa detenidamente del tema de la «resistencia»]
94 (Ventana-emergente - Popup)
[Freud examinó los efectos de una mayor o menor presión de la resistencia sobre la interpretación de los sueños en la sección II de sus «Observaciones sobre la teoría y la práctica de la interpretación de los sueños» (1923c), AE, 19, págs. 112-3.]
95 (Ventana-emergente - Popup)
[Véase la conferencia siguiente.]
96 (Ventana-emergente - Popup)
[Se informa sobre este sueño enIS, 5, pág. 415.] {Hay diferencias entre ambos textos en el original.}
97 (Ventana-emergente - Popup)
{El asombro de la paciente ante las interpretaciones del analista.}
98 (Ventana-emergente - Popup)
[El ejemplo b fue incorporado en su totalidad por Freud aIS como una nota al pie, en 1919 (5, págs. 512-3).]
99 (Ventana-emergente - Popup)
[Este ejemplo, como el siguiente, gira en torno de una analogía verbal: en este caso, la que hay entre hervorzieben (sacar al descubierto) y vorziehen (preferir). Tornado de IS, 5, pág. 410.]
100 (Ventana-emergente - Popup)
[Este ejemplo y el siguiente proceden de IS, 5, pág. 409.]
101 (Ventana-emergente - Popup)
[Este tema es discutido en el capítulo VI del libro de Freud sobre el chiste (1905c), AE, 8, págs. 165-6; véase también infra, págs. 215-6.]
102 (Ventana-emergente - Popup)
[El sueño que sigue ya había sido examinado, aunque de manera mucho menos minuciosa, en IS, 5, págs. 416-7, como también en los capítulos VII y VIII del breve trabajo Sobre el sueño (1901a), AE, 5, págs. 651-2 y 655. Freud vuelve sobre él en varios lugares a lo largo de estas conferencias; véanse págs. 128, 162, 201-2 y 206.]
103 (Ventana-emergente - Popup)
[No existe un capítulo especial sobre sueños de niños en IS, pero se habla de ellos en el capítulo III (AE, 4, págs. 146 y sigs.), donde se encontrarán los ejemplos mencionados en la presente conferencia.]
104 (Ventana-emergente - Popup)
{En la media lengua infantil: «¡Gemán comió todas cedezas!».}
105 (Ventana-emergente - Popup)
[En la región de Salzkammergut, Alta Austria.]
106 (Ventana-emergente - Popup)
[Se observará que estos dos «caracteres principales» o «generales» de los sueños, que a continuación se examinan, no coinciden con los dos «rasgos comunes a todos los sueños» mencionados en la 5ª conferencia.]
107 (Ventana-emergente - Popup)
[El primero es un proverbio húngaro y el segundo un proverbio judío. Cf. IS, 4, pág. 151 y n. 12.]
108 (Ventana-emergente - Popup)
{La niña era Anna Freud, y luego de su nombre decía más o menos esto, en su media lengua: «fesas, fesas silvestes, evos, papía» (o sea, en lenguaje adulto: «fresas, fresas silvestres, huevos, papilla»).}
109 (Ventana-emergente - Popup)
[Estas dos citas aparecen en IS, 4, pág. 150, n. 11.]
110 (Ventana-emergente - Popup)
[Un análisis detallado de un sueño de este tipo se ofrece en IS, 4, págs, 143-4.]
111 (Ventana-emergente - Popup)
[Esto se examina más cabalmente en IS, 5, pág. 404.]
112 (Ventana-emergente - Popup)
[Se informa sobre un sueño de este tipo en IS, 4, pág. 145.]
113 (Ventana-emergente - Popup)
76
114 (Ventana-emergente - Popup)
[La 11ª conferencia está dedicada al trabajo del sueño.]
115 (Ventana-emergente - Popup)
La doctora Von Hug-Hellmuth [1915].116 (Ventana-emergente - Popup)[Esto sucedía durantela guerra de 1914-18, en la cual uno de sus hijos estaba en servicio activo.]117 (Ventana-emergente - Popup)[«Liebesdienste» tiene como primer significado «servicios realizados por amor», «servicios no remunerados»; pero también puede tener otro significado, menos respetable.]

118 (Ventana-emergente - Popup)
[En 1919 este sueño fue agregado como nota en IS, 4, págs. 161-2.]
119 (Ventana-emergente - Popup)
[«Objektivierung»: literalmente, «volver objetivo». El término es empleado varias veces en un trabajo anterior de Freud sobre el tratamiento hipnótico (1892-93) y en Estudios sobre la histeria (1895d), AE, 2, pág. 111. Freud parece utilizar como sinónimo «Realisierung» (realización); véase (1897b), AE, 3, pág, 236.]
120 (Ventana-emergente - Popup)
[En una nota agregada en 1925 aIS (4, pág. 279, n. 33), Freud introdujo algunas limitaciones a su afirmación de que los sueños son totalmente egoístas.]
121 (Ventana-emergente - Popup)
[La frase completa de Charcot rezaba así: «La théorie, c'est bon, mais ça n'empêche pas d'exister» {«La teoría es buena, pero eso no impide que las cosas sean como son»}. Era esta una cita favorita de Freud; véase su homenaje póstumo a Charcot (1893f), AE, 3, pág. 15. donde descríbe las circunstancias en que aquella pronunció]
122 (Ventana-emergente - Popup)
[Citado en IS, 4, pág. 90.]
123 (Ventana-emergente - Popup)
[Freud hizo su más fuerte alegato contra el aspecto destructivo de la naturaleza humana en los capítulos V y VI de El malestar en la cultura (1930a), AE, 21, págs. 107-12 y 113-8.]
124 (Ventana-emergente - Popup)
[Como reconoció el propio Freud (IS, 5, pág. 356), sólo en una época relativamente tardía advirtió la cabal importancia del simbolismo onírico, en gran medida por la influencia de Wilhelm Stekel (1911a). Recién en la cuarta edición de IS, de 1914, dedicó al tema una sección especial (la sección E del capítulo VI), donde se encuentra su principal análisis del simbolismo fuera de la presente conferencia. Este tema reaparece, por supuesto, en muchos otros lugares, tanto en IS como en las restantes obras que escribió Freud a lo largo de su vida; más adelante ofrecemos referencias al respecto, La presente conferencia tiene derecho a ser considerada, empero, como el más importante de todos los escritos de Freud acerca del simbolismo]
125 (Ventana-emergente - Popup)
[Se alude aquí al bloqueo de las asociaciones libres a causa de las agitaciones inconcientes provocadas por la trasferencia. Cf. «Sobre la dinámica de la trasferencia» (1912b), AE, 12, págs. 101 y sigs., y también la 27ª conferencia, 16, págs. 392 y sigs.]
126 (Ventana-emergente - Popup)
[Se vuelve sobre esto en la 20ª conferencia.]
127 (Ventana-emergente - Popup)
[Prominente papel tuvo este símbolo en el análisis del primer sueño del caso «Dora» (1905e), AE, 7, págs. 57 y sigs.]
128 (Ventana-emergente - Popup)
[Vale decir, cualquiera de ellos puede ser utilizado en un sueño como símbolo ya sea de los genitales masculinos o femeninos.]
129 (Ventana-emergente - Popup)
[El simbolismo del sombrero fue examinado por Freud en su breve trabajo «Una relación entre un símbolo y un síntoma» (1916c), AE, 14, págs. 346-7.]
130 (Ventana-emergente -Popup)
[En IS, 5, pág.361,Freud sugiere que la explicación podría residir en la semejanza verbal entre Mann (hombre) y Mantel (manto). Este símbolo se examina mejor en la 29ªde las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a), AE, 22, págs. 22-3.]
131 (Ventana-emergente - Popup)
[En IS,4, págs, 324-5, y 5, págs. 353-4,se informa sobre un sueño con gran cantidad de flores simbólicas.]
132 (Ventana-emergente - Popup)
[Freud tomó esta «interpretación correcta del mito» como base de su último libro, Moisés y la religión monoteísta (1939a).]
133 (Ventana-emergente - Popup)
[Shakespeare en Hamlet, acto III, escena 1.]
134 (Ventana-emergente - Popup)
{Nombre de una serie de guías turísticas publicadas por primera vez en Alemania por Karl Baedeker.}
135 (Ventana-emergente - Popup)
[Se ofrecen algunas ilustraciones en IS, 5, pág. 352.]
136 (Ventana-emergente - Popup)
[Véase la elogiosa carta que envió Freud a Krauss (1910f).]
137 (Ventana-emergente - Popup)
77
[Literalmente, «cuarto de mujer», expresión levemente peyorativa muy usada en alemán.]
138 (Ventana-emergente - Popup)
[Antigua forma de designar la corte del Imperio Otomano en Constantinopla hasta 1923; la expresión, de origen turco, se introdujo en el alemán a través del francés.]
inglesa{to possess-to sit}. Un ejemplo de «estar sentado encima» en un sueño con el significado de «poseer» aparece en la sección II del análisis del pequeño Hans (1909b), AE, 10, págs. 32-4. {También en castellano, «poseer» deriva de possiderey esta de sedere, «sentar(se)».}
154 (Ventana-emergente - Popup)
139 (Ventana-emergente - Popup)
[Aquí Freud repite en gran medida lo dicho por él en el trabajo que presentó ante el Congreso de Nuremberg (1910d), AE, 11, pág. 135.]
140 (Ventana-emergente - Popup)
[En inglés tiene también este doble sentido la expresión «tossing off».]
141 (Ventana-emergente - Popup)
[Se refiere al Senatspräsident Schreber, analizado por Freud 1911c), AE, 12, pág. 23.]
142 (Ventana-emergente - Popup)
[Esta revista dejó de publicarse en 1941. Otra de similar orientación, The American Imago, fue fundada por Hanns Sachs en Boston, en 1939.]
143 (Ventana-emergente - Popup)
[Todo el capítulo VI de IS (casi una tercera parte del libro) está dedicado a este tema.]
144 (Ventana-emergente - Popup)
[En la sección A del capítulo VI de IS (4, págs. 287 y sigs.) se estudia la condensación, con abundantes ejemplos.]
145 (Ventana-emergente - Popup)
[Freud comparó en más de una oportunidad el resultado de la condensación con las «fotografías compuestas» de Francis Galton; véase, por ejemplo, IS, 4, pág. 158.]
146 (Ventana-emergente - Popup)
[En la sección I deI capítulo II del libro sobre el chiste (1905c), AE, 8, págs. 18 y sigs., se examina esta técnica, con numerosos ejemplos.]
147 (Ventana-emergente - Popup)
[En IS hay diversos comentarios sobre esto (v. gr., 5, pág. 517).]
148 (Ventana-emergente - Popup)
[El tema del desplazamiento se trata en la sección B del capítulo VI de IS, 4, págs. 311 y sigs., aunque también se presenta en muchos otros lugares del libro.]
149 (Ventana-emergente - Popup)
[Una asociación «extrínseca» es aquella que no se basa en el significado de dos palabras asociadas sino en nexos superficiales entre ellas (como lasimilitud fónica), o puramente accidentales.]
150 (Ventana-emergente - Popup)
[La técnica «alusiva» de los chistes, junto con cierto número de ejemplos, se describe en la sección II del capítulo II del libro sobre el chiste(1905c), AE, 8, págs. 70 y sigs. La necesidad de que sean fácilmente inteligibles se discute en ibid., pág. 143.]
151 (Ventana-emergente - Popup)
[Esta era una de las historias cómicas favoritas de Freud. La relató diez años antes en su libro sobre el chiste(1905c), AE, 8, pág. 195, y volvió a hacerlo ocho años más tarde en El yo y el ello(1923b), AE, 19, pág. 46.]
152 (Ventana-emergente - Popup)
[La principal discusión de este punto se encontrará en la sección C del capítulo VI de IS, 4, págs. 316 y sigs.]
153 (Ventana-emergente - Popup)
[La palabra alemana besitzen («poseer») está más directamente ligada a «sentarse» (sitzen) que su equivalente El azar puso en mis manos, mientras corregía las pruebas de estas páginas, una noticia periodística que trascribo como inesperada elucidación de las tesis precedentes.
«EL CASTIGO DE Dios. Fractura de un brazo por un adulterio: La señora Anna M., esposa de un reservista, querelló a la señora Klementine K. por adulterio,En la querella se afi rma que la K. ha mantenido con Karl M. una relación ¡lícita mientras su propio marido se encontraba en el frente, desde donde incluso le enviaba setenta coronas por mes. Además, la K. ya ha recibido bastante dinero del marido de la querellante, mientras esta se ve obligada a pasar hambre y miseria junto con sus hijos. Camaradas de su marido le contaron que la K. visitaba tabernas con M., donde permanecían bebiendo hasta altas horas de la noche. En una ocasión, la querellada llegó a preguntar al marido de laquerellante, en presencia de varios soldados, si no estaba ya dispuesto a divorciarse de su "vieja" para irse con ella. Además, la doméstica de la K. ha visto repetidas veces al marido de la querellante en la vivienda de la K. con ropas en extremo sucintas.
»La K. negó ayer ante el juez de la Leopoldstadt [distrito de Viena] conocer a M., por lo cual era imposible hablar de relaciones íntimas.
»No obstante, la testigo Albertine M. afirmó que la K. había besado al marido de la querellante, y ella los sorprendió.
»M., llamado a deponer como testigo ya en una primera audiencia, había negado mantener relaciones íntimas con la querellada. Pero ayer envió al juez una carta donde revoca las manifestaciones que hizo en la primera audiencia y admite que hasta junio pasado mantuvo una relación amorosa con la K. En la primera audiencia negó sus relaciones con la inculpada solamente porque ella se le había presentado antes, pidiéndole de rodillas que la salvara y no dijera nada. "Hoy -escribe el testigo- me siento forzado a confesarlo todo ante el tribunal, puesto que me he quebrado mi brazo izquierdo y esto me parece un castigo de Dios por mi delito".
»El juez determinó que la acción punible ya había prescrito, ante lo cual la querellante retiró su demanda y se dictó el descargo de la querellada».
155 (Ventana-emergente - Popup)
[Esto se examina con un ejemplo en IS, 4, págs. 320-2.]
156 (Ventana-emergente - Popup)
{En filología, dos palabras de distinto significado e igual etimología; por ejemplo, «colocar» y «colgar», derivadas ambas del latín «Collocare».}
157 (Ventana-emergente - Popup)
[La absurdidad de los sueños se examina en la sección G del capítulo VI de IS, 5, págs. 426-44.]
158 (Ventana-emergente - Popup)
[Cf. ibid., 5, págs. 510-12. La duda como síntoma de la neurosis obsesiva se examina en la 17ª conferencia, 16, pág. 237.]
159 (Ventana-emergente - Popup)
[Freud escribió una larga reseña de la monografía de Abel (1910e), de la cual gran parte de lo que aquí dice es un resumen. Vuelve sobre el tema en la 15ª conferencia.]
160 (Ventana-emergente - Popup)
78
[Véase la 13ª conferencia.]
161 (Ventana-emergente - Popup)
[El tema de la«regresión» se examina detenidamente en la 22ª conferencia.]
162 (Ventana-emergente - Popup)
[Tema de la sección I del capítulo VI de IS, 5, págs. 485 y sigs.]
163 (Ventana-emergente - Popup)
[En otros sitios Freud excluyó la elaboración secundaria del trabajo del sueño; cf. «Un sueño como pieza probatoria» (1913a), AE, 12, pág. 288 y n. 9.]
164 (Ventana-emergente - Popup)
[Cf. IS, 5, págs. 419 y sigs.]
165 (Ventana-emergente - Popup)
[Cf. IS, 5, págs. 415 y sigs.]
166 (Ventana-emergente - Popup)
[Véanse también algunas observaciones relativas a la construcción de los chistes en la15ª Conferencia.]
167 (Ventana-emergente - Popup)
[Las razones de ello se describen en «El uso de la interpretación de los sueños en el psicoanálisis» (1911e), AE, 12, págs, 87 y sigs.]
168 (Ventana-emergente - Popup)
[Los principales ejemplos son los dos sueños incluidos en el caso «Dora» (1905e) y el sueño infantil del «Hombre de los Lobos» (1918b). Esta última historia de caso ya había sido escrita cuando se pronunció esta conferencia, aunque fue publicada en una fecha posterior.]
169 (Ventana-emergente - Popup)
[Solamente dos de los sueños aquí citados (los que aparecen en los apartados 6 y 7) se mencionan también en otros trabajos. Gran número de ejemplos de sueños, sobre todo del propio Freud, son relatados y analizados en IS.]
170 (Ventana-emergente - Popup)
[Este punto se examina mejor al final de la13ª conferencia.]
171 (Ventana-emergente - Popup)
[Un fragmento de un sueño muy similar a este, si no idéntico, se examina en IS, 5, págs. 430-1, así como en «Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico» (1911b), AE, 12, pág. 230.]
172 (Ventana-emergente - Popup)
{Entsteben: «nacer», en primera acepción. Lo mantenemos así las tres veces que aparece en los casos a ybporque sugiere mejor la relación con «saber» del sueño c. El saber acerca de cómo nacen los niños es una inquietud de la investigación sexual infantil.}
173 (Ventana-emergente - Popup)
[Las investigaciones y teorías sexuales de los niños se examinan en la 20ª conferencia.]
174 (Ventana-emergente - Popup)
[Este sueño, sobre el cual informó originalmente B. Dattner, aparece en IS, 5, págs. 371-2, en una versión un poco distinta.]
175 (Ventana-emergente - Popup)
[Se hacen algunas observaciones al respecto en IS, 5, pág. 357.]
176 (Ventana-emergente - Popup)
[Célebre gran parque vienés, dentro del cual hay una feria de diversiones.]
177 (Ventana-emergente - Popup)
[Este sueño y su interpretación se reproducen casi exactamente de IS, 5, págs. 369-71.]
178 (Ventana-emergente - Popup)
[En el poema de J. L. Uhland, «Konig Karls Meerfahrt», el rey Karl y sus doce caballeros se ven envueltos en una tormenta mientras navegan hacia la Tierra Santa. Los caballeros le manifiestan su inquietud... pero el rey se pone al timón sin decir palabra y lleva la nave a buen puerto.]
179 (Ventana-emergente - Popup)
[Esto es citado como ejemplo de un chistemalo en una nota agregada por Freud en 1912 a su libro sobre el chiste (1905c), AE, 8, pág. 133.]
180 (Ventana-emergente - Popup)
[Este símbolo no había sido mencionado hasta ahora en las conferencias; en IS, 5, pág. 360, se afirma que una serie de habitaciones puede representar un prostíbulo o un harén, o bien (por inversión) un matrimonio monógamo.]
181 (Ventana-emergente - Popup)
[Se hallará un examen más amplio de la amnesia infantil en el segundo de los Tres ensayos de teoría sexual (1905d), AE, 7, págs. 158 y sigs.]
182 (Ventana-emergente - Popup)
[Los «recuerdos encubridores» fueron analizados por Freud en el capítulo IV de la Psicopatología de la vida cotidiana (1901b), AE, 6, págs. 48 y sigs., así como en un trabajo anterior dedicado específicamente a ese tema (1899a).]
183 (Ventana-emergente - Popup)
[El sueño es relatado en IS, 4, pág. 43, donde se encontrarán mayores referencias; el accidente se describe en ibid., 5, pág. 552.]
184 (Ventana-emergente - Popup)
[Este hecho ya había sido mencionado por Freud en su carta a Fliess del 10 de marzo de 1898 (1950a, Carta 84).]
185 (Ventana-emergente - Popup)
[Este sueño se describe con más detalle en IS, 4, págs. 171-2, y vuelve a hacerse referencia a él en i bid., pág. 259. En tres oportunidades, a la muchacha se le asigna en tales pasajes la edad de «quince» años (en letras); los «17» años (en números) que figuran en todas las ediciones alemanas del presente libro tal vez respondan a un error de imprenta.]
186 (Ventana-emergente - Popup)
[Una historia que parece ser la misma que esta se narra con mucho más detalle, y no con relación a un sueño sino a un «trastrocar las cosas confundido», en Psicopatología de la vida cotidiana, AE, 6, pags. 184-5.]
187 (Ventana-emergente - Popup)
[Freud vuelve sobre este problema al final de la presente conferencia.]
188 (Ventana-emergente - Popup)
[Las relaciones entre hermanos y hermanas se discuten con ejemplos en la sección D del capítulo Vde IS, 4, págs. 260-5.]
189 (Ventana-emergente - Popup)
[Lo dice John Tanner en Hombre y superhombre, acto II]
190 (Ventana-emergente - Popup)
[Este punto se examina con mayor amplitud en la 33ª de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a), AE, 22, pág. 124.]
191 (Ventana-emergente - Popup)
[Freud cita literalmente a Sachs (1912, pág. 569) en un párrafo que introdujo en 1914 casi al final de IS (5, págs. 607-8).]
79
192 (Ventana-emergente -Popup)
[El complejo de Edipo se examina mucho más detenidamente en la 21ª conferencia, 16, págs. 300 y sigs.]
193 (Ventana-emergente - Popup)
[Esta es, por supuesto, una alusión a la secesión de Adler y Jung. Cf. 16, pág. 315n.]
194 (Ventana-emergente - Popup)
[Examinado más ampliamente en la 20ª conferencia, 16, pág. 290.]
195 (Ventana-emergente - Popup)
[Freud se explayó sobre este punto en un trabajo de la rnisma época, «Una dificultad del psicoanálisis» (1917a), AE, 17, pág. 132.]
196 (Ventana-emergente - Popup)
[El tema de la sexualidad infantil es vuelto a tratar con mayor extensión en la 20ª y 21ª conferencias, 16, págs. 277 y sigs.]
197 (Ventana-emergente - Popup)
[La responsabilidad moral por el contenido de los sueños fue objeto, de un examen especial de Freud (sección B de 1925i), AE, 19, págs. 133 y sigs, Cf. también la 21ª conferencia, 16, pág. 302.]
198 (Ventana-emergente - Popup)
[Esta cuestión es retornada al final de la 14ª conferencia.]
199 (Ventana-emergente - Popup)
[«Aunque falta la fuerza, la voluntad merece la alabanza» (Ovidio, Epistulae ex Ponto, 3, 4, 79).]
200 (Ventana-emergente - Popup)
[Freud insistió desde época muy temprana en el carácter laxo de la conexión entre las ideas y sus afectos concomitantes. Véase, por ejemplo, su trabajo sobre «Las neuropsicosis de defensa» (1894a), AE, 3, págs. 53-4,]
201 (Ventana-emergente - Popup)
[Este párrafo, en su totalidad, fue posteriormente incluido por Freud como nota en la edición de 1919 de IS, 5, pág. 572.] El mismo cuento es relatado, en un contexto muy distinto, en el trabajo sobre «Lo ominoso» (1919b), AE, 17, pág. 245.]
202 (Ventana-emergente - Popup)
[Es el tema de la 25ª conferencia]
203 (Ventana-emergente - Popup)
[Los sueños de punición se examinan en IS, 5, págs. 470-3 y 549-50.]
204 (Ventana-emergente - Popup)
No he mencionado otra posible interpretación de este «3» en una mujer estéril porque su análisis no produjo material que la refrendara.
205 (Ventana-emergente - Popup)
[Presumiblemente un desliz por «cien veces».]
206 (Ventana-emergente - Popup)
[El primer sueño del caso «Dora» (1905e), AE, 7, págs. 57-60.]
207 (Ventana-emergente - Popup)
[Véase «Un sueño como pieza probatoria» (1913a).]
208 (Ventana-emergente - Popup)
[Se hallarán más consideraciones acerca del uso apropiado de la palabra «sueño» en dos notas, agregadas en 1925 y 1914, respectivamente, a IS, 5, págs. 502 y 570-1, y también al final de la sección 1 de «Sueño y telepatía» (1922a), AE, 18, págs. 199-200.]
209 (Ventana-emergente - Popup)
[Al final de esta oración se lee, en todas las ediciones alemanas, «dieser Wünsche» («estos deseos»), en plural, lo cual parecería oscurecer el significado. El examen del manuscrito original (que no es muy claro) parece demostrar que Freud escribió en realidad, o intentó escribir, la forma singular «dieses Wunscbes» («este deseo»). Una descripción más breve, aunque similar en esencia, del mismo proceso se ofrece en «Un sueño como pieza probatoria» (1913a), AE, 12, págs. 287 y sigs.]
210 (Ventana-emergente - Popup)
[Esta analogía fu e propuesta originalmente en la sección C del capítulo VII de IS, 5, págs. 553-4, donde se la ilustra más ampliamente.)
211 (Ventana-emergente - Popup)
[La cuestión del uso del término «inconciente» fue crucial en las teorías de Freud. Aludió a ella varias veces en el curso de estas conferencias. Pero es evidente que ya se sentía incómodo con este uso, pues de hecho revisó su concepción de todo el asunto varios años más tarde, en El yo y el ello(1923b)Se hallará una exposición cabal del problema y de su historia en mi «Introducción» a esta última obra, AE, 19, págs, 4 y sigs. La nueva solución a que llegó Freud es también explicada por él en la 31ª de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a).]
212 (Ventana-emergente - Popup)
[Véaseel trabajo posterior sobre «Los límites de la interpretabilidad de los sueños», sección A de «Algunas notas adicionales a la interpretación de los sueños en su conjunto» (1925i).]
213 (Ventana-emergente - Popup)
{El juego de palabras es del original.}
214 (Ventana-emergente - Popup)
[Este sueño es relatado en IS, 5, pág- 410.]
215 (Ventana-emergente - Popup)
[El chiste y su relación con lo inconciente (1905c). En IS, 4, págs. 304-5n., Freud cuenta que fue llevado a escribir esa obra a causa de que alguien (Wilhelm Fliess) le había reprochado que los sueños por él relatados contenían demasiados chistes. Hay un pasaje sobre esto en el propio libro acerca del chiste, AE, 8, pág. 166.]
216 (Ventana-emergente - Popup)
[Este término se explica en la 19ª conferencia.]
217 (Ventana-emergente - Popup)
[Véase el capítulo VI del libro sobre el chiste, y en particular AE, 8, págs. 165-6 y 171-2.]
218 (Ventana-emergente - Popup)
[Mencionado también en IS, 4, pág. 121, n, 4.]
219 (Ventana-emergente - Popup)
[Freud se ocupó extensamente de esta teoría de Maeder en dos notas de IS, 5, págs. 502 y 570-1.]
220 (Ventana-emergente - Popup)
[Cf. IS, 5, pág. 399.]
221 (Ventana-emergente - Popup)
[Esto se discute ampliamente en IS, 5, pág. 518, y en «Sueño y telepatía» (1922a), AE, 18, pág. 207, y «Complemento metapsicológico a la doctrina de los sueños» (1917d), AE, 14, pág. 227, n. 19.]
222 (Ventana-emergente - Popup)
[Cf. IS 5, pág. 399.]
223 (Ventana-emergente - Popup)
80
[Se hallará un examen más detenido de esto en «Observaciones sobre la teoría y la práctica de la interpretación de los sueños» (1923c), AE, 19, págs. 115 y sigs.]
224 (Ventana-emergente -Popup)
[Vuelve a hacerse referencia a los sueños en la 28ª conferencia.]
225 (Ventana-emergente - Popup)
[Freud se ocupó nuevamente del tema de los sueños en la primera de sus Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a), 29ª conferencia.]