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lunes, 13 de enero de 2014

Volumen XXIII - Moisés y la religión monoteista, Esquema del psicoanálisis, y otras obras (1937-1939) : 5. La escisión del yo en el proceso defensivo (1940 [1938]) 6. Algunas lecciones elementales sobre psicoanálisis (1940 [1938]) 7. Comentario sobre el antisemitismo (1938) 8. Escritos breves (1937-38)

«Die Ichspaltung im Abwehrvorgang»
Nota introductoria(250)
Por un momento estoy en la interesante situación de no saber si lo que voy a comunicar ha de apreciarse como algo hace tiempo consabido y evidente, o como nuevo por completo y sorprendente. Me inclino, empero, a creer lo segundo.
En fin, me ha llamado la atención que el yo joven de la persona con quien décadas después uno trabará conocimiento como paciente analítico se comportara en el pasado de una singular manera en determinadas situaciones de aprieto. La condición de ello se puede indicar, en general y con alguna imprecisión, diciendo que acontece bajo la injerencia de un trauma psíquico. Prefiero poner de relieve un caso bien circunscrito, que desde luego no cubre todas las posibilidades de la causación. El yo del niño se encuentra, pues, al servicio de una poderosa exigencia pulsional que está habituado a satisfacer, y es de pronto aterrorizado por una vivencia que le enseña que proseguir con esa satisfacción le traería por resultado un peligro real-objetivo difícil de soportar. Y entonces debe decidirse: reconocer el peligro real, inclinarse ante él y renunciar a la satisfacción pulsional, o desmentir la realidad objetiva, instilarse la creencia de que no hay razón alguna para tener miedo, a fin de perseverar así en la satisfacción. Es, por tanto, un conflicto entre la exigencia de la pulsión y el veto de la realidad objetiva. Ahora bien, el niño no hace ninguna de esas dos cosas, o mejor dicho, las hace a las dos simultáneamente, lo que equivale a lo mismo. Responde al conflicto con dos reacciones contrapuestas, ambas válidas y eficaces. Por un lado, rechaza la realidad objetiva con ayuda de ciertos mecanismos, y no se deja prohibir nada; por el otro, y a renglón seguido, reconoce el peligro de la realidad objetiva, asume la angustia ante él como un síntoma de padecer y luego busca defenderse de él. Es esa una solución muy hábil de la dificultad, hay que confesarlo. Ambas partes en disputa han recibido lo suyo: la pulsíón tiene permitido retener la satisfacción, a la realidad objetiva se le ha tributado el debido respeto. Pero, como se sabe, sólo la muerte es gratis. El resultado se alcanzó a expensas de una desgarradura en el yo que nunca se reparará, sino que se hará más grande con el tiempo. Las dos reacciones contrapuestas frente al conflicto subsistirán como núcleo de una escisión del yo. El proceso entero nos parece tanto más raro cuanto que consideramos obvia la síntesis de los procesos yoicos (ver nota(251)). Pero es evidente que en esto andamos errados. La función sintética del yo, que posee una importancia tan extraordinaria, tiene sus condiciones particulares y sucumbe a toda una serie de perturbaciones.
No puede redundar sino en ventaja que yo introduzca en esta exposición esquemática los datos de un historial clínico particular. Un varoncito entre los tres y los cuatro años tuvo conocimiento de los genitales femeninos por seducción de una niña mayor que él. Rotas esas relaciones, prolongó la incitación sexual así recibida en un ferviente onanismo manual, pero fue sorprendido pronto por la enérgica niñera y amenazado con la castración, cuyo cumplimiento, como es usual, se atribuyó al padre. En este caso es tán dadas las condiciones para un efecto de terror enorme. No es forzoso que la amenaza de castración por sí sola cause mucha impresión; el niño le rehusa creencia, no le es fácil representarse como posible una separación de esa parte del cuerpo tan apreciada por él. Si ha visto [antes] los genitales femeninos, el niño pudo convencerse de semejante posibilidad, pero en aquel tiempo no extrajo esa conclusión porque la repugnancia a ello era demasiado grande y no existía ningún motivo que se la impusiera. Al contrario, lo que pudo moverlo a desasosiego fue apaciguado con el subterfugio: lo que ahí falta ha de venir luego, eso -el miembro- ya le crecerá más tarde. Quien haya observado suficientes varoncitos puede recordar una exteriorización de esa índole a la vista de los genitales de su hermanita. Pero diversamente ocurre si ambos factores se conjugan. Entonces la amenaza despierta el recuerdo de la percepción que se tuvo por inofensiva y encuentra en ella la temida corroboración. El niño cree comprender ahora por qué los genitales de la niñita no mostraban pene alguno, y ya no se atreve a poner en duda que su propio genital pueda correr la misma suerte. En lo sucesivo no puede menos que creer en la realidad objetiva del peligro de castración.
Pues bien: la consecuencia ordinaria, considerada la normal, del terror de castración es que el muchacho ceda a la amenaza con una obediencia total o al menos parcial -no llevándose más la mano a los genitales-, sea enseguida, sea luego de prolongada lucha; vale decir, que renuncie en todo o en parte a satisfacer la pulsión. Sin embargo, nosotros estamos preparados para entender que nuestro paciente supiera remediarse de otro modo. Se creó un sustituto del pene echado de menos en la mujer, un fetiche. Con ello había desmentido, es cierto, la realidad objetiva, pero había salvado su propio pene. Si no estaba obligado a reconocer que la mujer había perdido su pene, perdía credibilidad la amenaza que le impartieron; ya no necesitaba temer más por su pene y podía continuar, imperturbable, su masturbación. Este acto de nuestro paciente se nos impone como un extrañamiento respecto de la realidad, como un proceso que tenderíamos a dejar reservado para la psicosis. Y de hecho no es muy diverso, no obstante lo cual suspenderemos nuestro juicio, pues, tras un abordaje más ceñido, descubrimos un distingo que no carece de importancia. El varoncito no ha contradicho simplemente su percepción, no ha alucinado un pene allí donde no se veía ninguno, sino que sólo ha emprendido un desplazamiento {descentramiento} de valor, ha trasferido el significado del pene a otra parte del cuerpo, para lo cual vino en su auxilio -de una manera que no hemos de precisar aquí- el mecanismo de la regresión. Por cierto que ese desplazamiento sólo afectó al cuerpo de la mujer; respecto de su pene propio nada se modificó.
Este tratamiento, se diría mañoso, de la realidad objetiva decide sobre el comportamiento práctico del varoncito, Sigue cultivando su masturbación como si ello no pudiera traer ningún peligro a su pene, pero al mismo tiempo desarrolla, en plena contradicción con su aparente valentía o despreocupación, un síntoma que prueba que ha reconocido, sin embargo, aquel peligro. Lo amenazaron con que el padre lo castraría, e inmediatamente después, de manera simultánea a la creación del fetiche, aflora en él una intensa angustia ante el castigo del padre, angustia que lo ocupará largo tiempo y que sólo podrá dominar y sobrecompensar con todo el
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gasto de su virilidad. También esta angustia ante el padre calla sobre la castración. Con ayuda de la regresión a una fase oral, aparece como angustia de ser devorado por el padre. Es imposible no recordar aquí una pieza de primordial antigüedad de la mitología griega: la que narra cómo el padre de los dioses, Cronos, engullía a sus hijos y quiso también engullirse al menor de sus hijos varones, Zenus, y cómo Zeus, salvado por la astucia de la madre, castra luego a su padre. Pero, para volver a nuestro caso, agreguemos que él produjo todavía otro síntoma, si bien de poca monta, y lo ha conservado hasta el día de hoy: una sensibilidad angustiada de los dos dedos pequeños de los pies frente al contacto, como sí en todo ese pasar de un lado a otro entre desmentida y reconocimiento hubiera tocado en suerte a la castración la expresión más nítida. ( ... )
«Some Elementary Lessons in Psycho-Analysis»

Nota introductoria(252)
Cuando uno quiere exponer determinado ámbito del saber. -o, dicho en términos más modestos, de la investigación- para los profanos, es evidente que puede escoger entre dos métodos o técnicas. Uno sería partir de lo que todo el mundo sabe o cree saber y considera cosa evidente, sin contradecirlo en principio. Enseguida se hallará oportunidad de llamar la atención del profano sobre unos hechos de ese mismo ámbito, de los cuales él sin duda tiene noticia, pero que hasta entonces ha descuidado o no apreció lo suficiente. Y a continuación se puede familiarizarlo con otros hechos de los que él nada sabía, y así prepararlo para la necesidad objetiva de ir más allá del juicio que hasta entonces tenía, buscar nuevos puntos de vista y prestar oídos a nuevos supuestos explicativos. De esta manera, el otro participa en la edificación de una teoría nueva sobre el asunto y puede tramitar sus objeciones a ella ya en el curso del trabajo en común.
Una exposición así merece el nombre de genética: repite el camino recorrido antes por el propio investigador. No obstante sus ventajas, le es inherente el defecto de no hacer suficiente impresión sobre el aprendiz. Algo que él ha visto nacer y crecer en medio de dificultades no se le impondrá, ni con mucho, como algo que surja frente a él en forma acabada, en apariencia cerrado en sí mismo.
La otra explicación, que consigue precisamente esto último, es la dogmática; ella anticipa sus resultados, demanda atención y creencia para sus premisas, da pocas informaciones para su fundamentación. Es cierto que de ese modo se engendra el peligro de que un oyente crítico diga, sacudiendo la cabeza: « ¡Qué raro que suena todo esto! ¿Y de dónde lo sabrá nuestro hombre?».
En mi exposición no utilizaré ninguno de esos métodos, sino que seguiré ora uno, ora el otro. No me engaño acerca de la dificultad de mi tarea. El psicoanálisis tiene pocas perspectivas de ser bien visto o popular. Y no sólo porque muchos de sus contenidos afrentan los sentimientos de numerosas personas; casi igual efecto perturbador produce el hecho de incluir nuestra ciencia algunos supuestos -uno no sabe si contarlos entre los resultados de nuestro trabajo o entre sus premisas (ver nota(253))- que no pueden sino parecer en grado sumo ajenos al pensar ordinario de la multitud y contradicen de manera radical ciertas opiniones dominantes. No hay remedio: con la elucidación de dos de estos delicados supuestos tenemos que inaugurar la serie de nuestros breves estudios.

La naturaleza de lo psíquico

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El psicoanálisis es una parte de la ciencia sobre el alma, de la psicología. También se lo llama «psicología de lo profundo»; luego averiguaremos la razón de ello. Si alguien preguntara qué es propiamente lo psíquico, fácil sería responderle remitiéndolo a sus contenidos. Nuestras percepciones, representaciones, recuerdos, sentimientos y actos de voluntad, todo esto pertenece a lo psíquico. Pero si esa inquisición prosiguiera, y ahora quisiera saber si todos esos procesos poseen un carácter común que nos permitiera asir de una manera más ceñida la naturaleza o, como también se dice, la esencia de lo psíquico, sería más difícil dar una respuesta.
Si se hubiera dirigido una pregunta análoga a un físico (p. ej., acerca de la esencia de la electricidad), su respuesta -hasta hace muy poco tiempo- habría sido: «Para explicar ciertos fenómenos suponemos unas fuerzas eléctricas que son inherentes a las cosas y parten de ellas, Estudiamos estos fenómenos, hallamos sus leyes y aun logramos aplicaciones prácticas. Provisionalmente nos basta. En cuanto a la esencia de la electricidad, no la conocemos; quizá más tarde, en el progreso de nuestro trabajo, habremos de averiguarla. Confesamos que nuestra ignorancia atañe, justamente, a lo más importante e interesante de todo el asunto, pero ello no nos turba por ahora, Nunca ha sido de otro modo en las ciencias naturales».
La psicología es también una ciencia natural. ¿Qué otra cosa puede ser? Pero su caso es de diverso orden. No cualquiera osa formular juicios sobre cosas físicas, pero todos -el filósofo tanto como el hombre de la calle- tienen su opinión sobre cuestiones psicológicas y se comportan como si fueran al menos unos psicólogos aficionados. Y aquí viene lo asombroso: que todos -o casi todos- están de acuerdo en que lo psíquico posee efectivamente un carácter común en que se expresa su esencia. Es el carácter único, indescriptible pero que tampoco ha menester de descripción alguna, de la condición de conciente. Se dice que todo lo conciente es psíquico, y también, a la inversa, que todo lo psíquico es conciente. Que sería algo evidente, y un disparate contradecirlo. Ahora bien, no puede aseverarse que con esta decisión se arroje mucha luz sobre la esencia de lo psíquico; en efecto, ante la condición de conciente, uno de los hechos fundamentales de nuestra vida, se detiene la investigación como frente a un muro. No halla camino alguno que lleve a otra parte. Y además, la equiparación de lo anímico con lo conciente producía la insatisfactoria consecuencia de desgarrar los procesos psíquicos del nexo del acontecer universal, y así contraponerlos, como algo ajeno, a todo lo otro. Pero esto no era aceptable, pues no se podía ignorar por largo tiempo que los fenómenos psíquicos dependen en alto grado de influjos corporales y a su vez ejercen los más intensos efectos sobre procesos somáticos. Si el pensar humano ha entrado alguna vez en un callejón sin salida, es este. Para hallar una salida, los filósofos debieron por lo menos adoptar el supuesto de que existían procesos orgánicos paralelos a los psíquicos concientes, ordenados con respecto a ellos de una manera difícil de explicar, que, según se suponía, mediaban la acción recíproca entre «cuerpo y alma» y reinsertaban lo psíquico dentro de la ensambladura de la vida. Pero esta solución seguía siendo insatisfactoria,
El psicoanálisis se sustrajo de estas dificultades contradiciendo con energía la igualación de lo psíquico con lo conciente. No; la condición de conciente no puede ser la esencia de lo psíquico, sólo es una cualidad suya, y por añadidura una cualidad inconstante, más a menudo ausente que presente. Lo psíquico en sí, cualquiera que sea su naturaleza, es inconciente, probablemente del mismo modo que todos los otros procesos de la naturaleza de los cuales hemos tomado noticia.
Para fundar su enunciado, el psicoanálisis invoca una serie de hechos, de los cuales se ofrece una selección en lo que sigue.
Se conocen las llamadas «ocurrencias», unos pensamientos que afloran a la conciencia de pronto y ya acabados, sin que uno tenga noticia de sus preparativos, pero que, no obstante, tienen que haber sido actos psíquicos, Así es; puede acontecer que de esa manera uno reciba la solución de un difícil problema intelectual, sobre el cual un rato antes se devanaba los sesos en vano. Habían escapado de la conciencia todos los complicados procesos de selección, desestimación y decisión, que llenaron el intervalo. No creamos ninguna teoría nueva si decimos que han sido inconcientes, y acaso lo siguieron siendo.
En segundo lugar, he escogido, de un grupo enormemente grande de fenómenos, un ejemplo destinado a subrogarnos todos los demás (ver nota(254)). El presidente de un cuerpo colegiado (la Cámara de Diputados de Austria) abrió cierta vez las sesiones con las siguientes palabras: «Compruebo la presencia en el recinto de un número suficiente de señores diputados, y por tanto declaro cerrada la sesión». Fue un caso de desliz en el habla; no hay duda de que el presidente quiso decir: «la declaro abierta». Entonces, ¿por qué dijo lo contrario? Uno está preparado a oír esta respuesta: Fue un error casual, un yerro de la intención, como es tan fácil que suceda bajo toda clase de influjos; no tiene por qué significar nada, y además es muy sencillo que los contrarios, justamente, se permuten entre sí. No obstante, si uno examina la situación en la cual ocurrió el desliz en el habla, se inclinará a preferir otra concepción. Muchas sesiones anteriores de la Cámara habían trascurrido en medio de unas tormentas poco edificantes e infructuosas; era asaz comprensible que el presidente pensara, pues, en el momento de la apertura: «Ojalá la sesión que debe empezar ahora ya hubiera pasado. Antes preferiría cerrarla que abrirla». Cuando comenzó a hablar, es probable que este deseo no le fuera presente, conciente, pero sin duda había estado presente y consiguió abrirse paso, contra el propósito del hablante, en su aparente error. En esta oscilación nuestra, entre dos explicaciones tan diversas, difícilmente pueda decidir un caso aislado. Pero, ¿y si todos los otros casos de desliz en el habla admitieran un mismo esclarecimiento, como así también los parecidos errores en la escritura, la lectura, la audición y el trastrocar las cosas confundido? ¿Y si en todos estos casos -en verdad, sin excepción- se pudiera rastrear un acto psíquico, un pensamiento, un deseo, un propósito, capaz de justificar el supuesto error, y este fuera inconciente en el momento en que exteriorizó su efecto, aunque hubiera podido ser conciente antes? Entonces, en realidad, ya no se podría cuestionar que existen actos psíquicos que son inconcientes, más aún, que pueden devenir activos en el intervalo en que son inconcientes, y en ese intervalo son aun capaces de vencer a unos propósitos concientes. El individuo mismo se puede comportar de diversos modos ante semejante operación fallida. Puede ignorarla por completo, o reparar él mismo en ella; quedar turbado, avergonzarse de ella. Pero, en general, no es capaz de hallar por sí mismo la explicación del error; para ello ha menester de una ayuda, y a menudo se revuelve, al menos por un rato, contra la solución que se le comunica.
Y en tercer lugar: en personas hipnotizadas se puede demostrar experimentalmente que existen actos psíquicos inconcientes, y que la condición de conciente no es indispensable para la actividad [psíquica]. Quien haya asistido a un experimento tal habrá recibido una impresión inolvidable y adquirido una inconmovible convicción. Sucede más o menos así: El médico entra
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en la habitación de los enfermos en el hospital, deja su paraguas en un rincón, pone en estado de hipnosis a uno de los pacientes, y le dice: «Ahora yo me retiro; cuando regrese, usted me saldrá al encuentro con el paraguas abierto, y lo sostendrá sobre mi cabeza». Tras ello, médico y acompañante abandonan la habitación. Tan pronto regresan, el enfermo ahora despierto realiza justamente aquello que se le ordenó en la hipnosis. El médico le increpa: «¿Pero qué hace usted?. ¿Qué sentido tiene esto?». El paciente queda evidentemente turbado, balbucea algo así como: «Sólo pensé, doctor, que llovía afuera, y entonces usted abriría el paraguas antes de salir de la habitación». Un subterfugio a todas luces insuficiente, inventado en el momento para motivar de algún modo su comportamiento sin sentido. Pero para los espectadores es claro que él no tiene noticia de su motivo real y efectivo. Nosotros lo conocemos, pues estábamos presentes cuando éI recibió la sugestión que ahora ha obedecido, si bien nada sabe de su existencia dentro de él (er nota(255)).
Ahora consideramos tramitada la pregunta por la relación de lo conciente con lo psíquico: la conciencia es sólo una cualidad (propiedad) -inconstante, por lo demás- de lo psíquico. Todavía tenemos que defendernos de una objeción. Ella nos dice que, a pesar de los hechos mencionados, no es necesario resignar la identidad de lo conciente con lo psíquico. Y que los llamados procesos psíquicos inconcientes serían, justamente, los procesos orgánicos paralelos de lo anímico, hace mucho admitidos. Es verdad que esto reduciría nuestro problema a una cuestión de definición en apariencia indiferente. He aquí nuestra respuesta: Sería injustificado, y muy inadecuado, destruir la unidad de la vida anímica en aras de una definición, cuando nosotros vemos, al contrario, que la conciencia sólo puede brindarnos unas series incompletas y lagunosas de fenómenos. Y, por otra parte, difícilmente se deba al azar que sólo tras el cambio en la definición de lo psíquico se volviera posible crear una teoría abarcadora y coherente de la vida anímica.
No es lícito creer, además, que esta otra concepción de lo psíquico sea una innovación debida al psicoanálisis. Un filósofo alemán, Theodor Lipps,(256) ha proclamado de manera tajante que lo psíquico es en sí inconciente, que lo inconciente es lo psíquico genuino. Hacía mucho tiempo que el concepto de lo inconciente golpeaba a las puertas de la psicología para ser admitido. Filosofía y literatura jugaron con él harto a menudo, pero la ciencia no sabía emplearlo. El psicoanálisis se ha apoderado de este concepto, lo ha tomado en serio, lo ha llenado con un contenido nuevo. Sus investigaciones dieron noticia sobre unos caracteres hasta hoy insospechados de lo psíquico inconciente, descubrieron algunas de las leyes que lo gobiernan. Pero con todo ello no se dice que la cualidad de la condición de conciente haya perdido su significatividad para nosotros. Sigue siendo la única luz que nos alumbra y guía en la oscuridad de la vida anímica. A consecuencia de la naturaleza particular de nuestro discernimiento, nuestro trabajo científico en la psicología consistirá en traducir procesos inconcientes a procesos concientes, y de tal modo llenar las lagunas de la percepción conciente. (...)

«Ein Wort zum Antisemitismus»
Nota introductoria(257)
Examinando los comentarios de la prensa y de la literatura provocados por las recientes persecuciones a los judíos, encontré un ensayo que me pareció tan inusual que tomé algunas notas para mi propio uso.
Lo que el autor de ese ensayo escribía era aproximadamente lo siguiente:
«A modo de prólogo, debo explicar que no soy judío y, por ende, no me impulsa a hacer estas observaciones ningún propósito egoísta. Pero he sentido vivo interés por los excesos antisemitas actuales y he dirigido particular atención a las protestas contra ellos. Estas protestas vienen de dos direcciones: la eclesiástica y la laica; las primeras, en nombre de la religión; las segundas, apelando a la humanidad. Las primeras fueron escasas y llegaron tarde, pero lo cierto es que llegaron, y aun Su Santidad el Papa elevó su voz. Confieso que eché en falta algo en las manifestaciones provenientes de ambos lados: alguna cosa al principio y otra al final. Intentaré proporcionarlo ahora.
»Pienso que todas esas protestas podrían ir precedidas por una introducción especial que dijera: "Es verdad: tampoco a mí me gustan los judíos. Me parecen en cierto modo extraños y antipáticos. Tienen muchas cualidades desagradables y grandes defectos. Pienso, también, que la influencia que han ejercido en nosotros y en nuestros asuntos ha sido sobre todo
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negativa. Su raza, comparada con la nuestra, es evidentemente inferior; todas sus actividades hablan en favor de ello". Y después de esto, lo que en realidad contienen estas protestas podría continuar sin que hubiera discrepancia alguna: "Pero nosotros profesamos una religión de amor. Debemos amar como a nosotros mismos incluso a nuestros enemigos. Sabemos que el Hijo de Dios dio su vida en la Tierra para redimir a todos los hombres de la carga del pecado. El es nuestro modelo y, por consiguiente, consentir que los judíos sean insultados, maltratados, robados y sumidos en la miseria es pecar contra su intención y contra los mandamientos de la religión cristiana. Debemos protestar contra esto, sin tener en cuenta si los judíos merecen poco o mucho este trato". Los escritores laicos que creen en el evangelio de la Humanidad protestan en términos similares.
»Confieso que no me ha satisfecho ninguna de estas manifestaciones. Aparte de la religión de amor y humanidad hay también una religión de verdad, que ha salido mal parada de estas protestas. Pero lo cierto es que durante muchos siglos hemos tratado injustamente a los judíos y que continuamos haciéndolo al juzgarlos injustamente. Cualquiera de nosotros que no empiece por admitir nuestra culpa no ha cumplido con su deber en esto. Los judíos no son peores que nosotros; tienen otras características y otros defectos, pero en conjunto no tenemos derecho a despreciarlos. Incluso en algunos aspectos son superiores a nosotros. Ellos no necesitan tanto alcohol para hacer la vida tolerable; son muy raros entre ellos los crímenes brutales, los asesinatos, los robos a mano armada y las violencias sexuales; siempre han concedido gran valor a las realizaciones e intereses intelectuales; su vida familiar es más íntima; cuidan mejor de los pobres; consideran la caridad un deber sagrado. Tampoco podemos llamarlos inferiores en ningún sentido. Desde que les hemos permitido cooperar en nuestros quehaceres culturales, se han hecho meritorios por sus valiosas contribuciones en todas las esferas de la ciencia, el arte y la tecnología, y nos han pagado abundantemente por nuestra tolerancia. Así pues, cesemos por fin de hacerles concesiones como si fueran favores, cuando ellos tienen derecho a que se les haga justicia».
Era natural que tan decidida adhesión de parte de alguien que no era judío causara en mí una profunda impresión. Pero tengo que hacer una extraña confesión. Soy un hombre muy viejo y mi memoria no es ya la que era. No puedo recordar dónde leí el ensayo del que tomé las notas ni quién era su autor. ¿Tal vez uno de los lectores de esta revista podrá venir en mi ayuda?
Acaba de llegar a mis oídos el rumor de que probablemente tenía presente el libro del conde Heinrich Coudenhove-Kalergi titulado Das Wesen des Antisemitismus{La esencia del antisemitismo}, que contiene precisamente lo que el autor que ahora no puedo recordar echaba en falta en las recientes protestas, y algunas cosas más. Conozco el libro. Apareció por vez primera en 1901 y fue reimpreso por su hijo [el conde Richard Coudenhove-Kalergi] en 1929 con una admirable introducción. Pero no puede ser. Yo me refiero a un pronunciamiento más breve y reciente. ¿O estoy equivocado, no existe tal cosa, y el trabajo de los dos Coudenhoves no ha tenido influencia alguna en nuestros contemporáneos?

Lou Andreas-Salomé. (1937)

(Ver nota(258))
El 5 de febrero de este año tuvo dulce muerte, en su casita de Gotinga, Lou Andreas-Salomé, poco antes de cumplir los 76 años. Los últimos veinticinco años de vida de esta mujer extraordinaria estuvieron dedicados al psicoanálisis, al cual brindó valiosos trabajos científicos, ejerciéndolo además en la práctica. No digo gran cosa si confieso que todos nosotros sentimos
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como un honor su ingreso en 1.. filas de nuestros colaboradores y compañeros de lucha, y, al mismo tiempo, como una nueva confirmación del contenido de verdad de las doctrinas analíticas.
Se sabía que siendo joven había mantenido intensa amistad con Friedrich Nietzsche, una amistad fundada en su profunda inteligencia para las osadas ideas del filósofo. La relación halló un final repentino cuando ella rechazó la propuesta matrimonial que él le hizo. Y de años posteriores se conocía que había sido tanto musa como madre solícita para el gran poeta Rainer Maria Rilke, hombre bastante desvalido en el diario vivir. Pero en lo demás, su personalidad permaneció en las sombras. Era de una modestia y una discreción poco comunes. Nunca hablaba de sus propias producciones poéticas y literarias. Era evidente que sabía dónde es preciso buscar los reales valores de la vida. Quien se le acercaba recibía la más intensa impresión de la autenticidad y la armonía de su ser, y también podía comprobar, para su asombro, que todas las debilidades femeninas y quizá la mayoría de las debilidades humanas le eran ajenas, o las había vencido en el curso de su vida.
En Viena se había desarrollado, en aquel tiempo, el episodio más conmovedor de sus destinos femeninos. En 1912 regresó a esta ciudad para hacerse introducir en el psicoanálisis. Mi hija, que mantenía trato familiar con ella, la oyó lamentarse por no haber conocido al psicoanálisis en su juventud. Es verdad que por entonces no lo había.
Febrero de 1937

Conclusiones, ideas, problemas. (1941 [1938])

(Ver nota(259)) Londres, junio de 1938
16 de junio. Es interesante que de vivencias tempranas, por oposición a las posteriores, se conserven todas las diferentes reacciones, incluidas desde luego las reacciones opuestas. Ello en lugar de la decisión, que más tarde sería el resultado. Explicación: endeblez de la síntesis, conservación del carácter de los procesos primarios.
12 de julio. En sustitución de la envidia del pene, identificación con el clítoris, buenísima expresión de la inferioridad, fuente de toda clase de inhibiciones. Para eso -en el caso X.-, desmentida del descubrimiento de que tampoco las otras mujeres tienen un pene.
«Tener» y «ser» en el niño. El niño tiende a expresar el vínculo de objeto mediante la identificación: «Yo soy el objeto». El «tener» es posterior, vuelve de contrachoque al «ser» tras la pérdida del objeto. «El pecho es un pedazo mío, yo soy el pecho». Luego, sólo: «Yo lo tengo, es decir, yo no lo soy. . . ».
12 de julio. Con el neurótico se está como en un paisaje prehistórico, por ejemplo en el jurásico. Los grandes saurios rondan todavía, y los equisetos crecen como palmas (? ).
20 de julio. El supuesto de unas huellas heredadas en el interior del ello modifica, por así decir, nuestras opiniones sobre esto.
20 de julio. Que el individuo perece por sus conflictos internos, y la especie en la lucha con el mundo exterior, al cual ya no se adapta, merece cabida en el Moisés.
3 de agosto. Una conciencia de culpa nace también de un amor insatisfecho. Como un odio. Realmente hemos tenido que producir con este material todo lo posible, como los Estados autárquicos con sus «productos sustitutivos».
3 de agosto. Razón última de todas las inhibiciones intelectuales y de trabajo parece ser la inhibición del onanismo infantil. Pero acaso llega más hondo, no se trata de su inhibición por influjos externos, sino de su naturaleza insatisfactoria en sí. Siempre falta algo para el pleno
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aligeramiento y la satisfacción -«en attendant toujours quelque chose qui ne venaít point(260)»-, y esta pieza faltante, la reacción del orgasmo, se exterioriza en equivalentes en otros ámbitos: ausencias, estallidos de risa, llanto (Xy), y quizás otras cosas. La sexualidad infantil ha vuelto a fijar aquí un arquetipo.
22 de agosto. La espacialidad acaso sea la proyección del carácter extenso del aparato psíquico. Ninguna otra derivación es verosímil. En lugar de las condiciones a priori de Kant, nuestro aparato psíquico. Psique es extensa, nada sabe de eso.
22 de agosto. Mística, la oscura percepción de sí del reino que está fuera del yo, del ello.

Antisemitismo en Inglaterra. (Carta a Time and Tide). (1938)

(Ver nota(261))
20 Maresfield Gardens Londres, N.W. 3 A la directora de Time and Tide
Llegué a Viena siendo un niño de cuatro años, desde un pequeño, pueblo de Moravia. Tras setenta y ocho años de laborioso trabajo tuve que abandonar mi hogar, asistí a la disolución de la Sociedad científica que yo había fundado, vi destruidas nuestras instituciones, ocupada por los invasores nuestra imprenta («Verlag»), confiscados o reducidos a pulpa los libros que yo había publicado, expulsados de sus profesiones a mis hijos. ¿No cree usted que debería reservar las columnas de su número especial para declaraciones de personas no judías, menos comprometidas que yo en lo personal?
En este sentido, acude a mi mente ahora un antiguo dicho francés:
«Le bruit est pour le fat,
La plainte est pour le sot;
L'honnête homme trompé
S'en va et ne dit mot».
(Ver traducción y nota(262))
Me afectó profundamente el párrafo de su carta en que usted reconoce «un cierto agravamiento del antisemitismo, aun en este país». La persecución actual, yo pregunto, ¿no debería más bien dar origen en este país a una corriente de simpatía?
Indice General
Notas introductorias de James Strachey
Notas finales 1 (Ventana-emergente - Popup)
Moisés y la religión monoteísta. (1939 [1934-38])
Der Mann Moses und die vionotheistische Religion: Drei Abhandlungen
Ediciones en alemán
1939 Arnsterdam: Verlag Allert de Lange, 241 págs.
1950 GW, 16, págs. 101-246.
1974 SA, 9, págs. 455-581.
Traducciones en castellano
1939 Moisés y la religión monoteísta. Buenos Aires: Losada. Traducción, de Felipe Jiménez de Asúa.
1955 Igual título. SR, 20, págs. 7-132. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 181-285.
1975 Igual título. BN (9 vols.), 9, págs. 3241-324.
Los primeros dos ensayos que componen esta obra aparecieron en 1937 en Imago, 23, nº 1, págs. 5-13, y nº 4, págs. 387-419. La sección C de la parte II del tercer ensayo fue leída en nombre del autor por Anna Freud, el 2 de agosto de 1938, en el Congreso Psicoanalítico Internacional de París, y publicada luego por separado en Internationale Zeitschrift für Psychoanalyse-Imago, 24, nº 1-2 (1939), págs. 6-9, con el título «Der Fortschritt ín der Geistigkeit» {«El progreso en la espiritualidad »}. El primer ensayo y las primeras tres secciones del segundo fueron incluidos en Almanach 1938, págs. 9-43. Al incorporar estas tempranas publicaciones a la obra total sólo se hicieron unos pocos cambios carentes de importancia, de los cuales
se da cuenta en la presente edición.
Aparentemente, Freud completó el primer borrador de este libro en el verano de 1934, titulándolo El hombre Moisés, una novela histórica (Jones, 1957, pág. 206). En una larga carta dirigida a Arnold Zweig el 30 de setiembre de 1934 (incluida en Freud, 1960a, C arta 276), hizo una síntesis de él y le manifestó sus razones
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para no publicarlo. Estas eran más o menos las mismas que expresa en la primera «Advertencia preliminar» al tercer ensayo (AE, 23, pág. 52), a saber: por un lado, sus dudas en cuanto a que su argumentación estuviera suficientemente bien fundada, y, por otro lado, su temor a la reacción que provocaría la publicación entre los dignatarios de la Iglesia Católica Romana que a la sazón tenían un papel dominante en el gobierno austríaco. De la síntesisque hizo entonces se desprende que la obra era en esencia igual a la que hoy tenemos ante nosotros -hasta su división en tres e nsayos se mantuvo sin modificar-. No obstante, algunos cambios debe de haber sufrido. Freud exteriorizaba de continuo que se sentía insatisfecho con ella, en particular con el tercer ensayo. Parece que en el verano de 1936 la sometió a una revisión general, si bien las noticias que nos han llegado al respecto distan de ser claras (Jones, 1957, pág. 388). Sea como fuere, el primer e nsayo se publicó a comienzos del año siguiente (1937), y el segundo, al término de dicho año (ver nota). Pero al tercero lo retuvo aún, y sólo lo pasó a la estampa luego de su arribo a Inglaterra en la primavera de 1938. El libro se imprimió en Holanda meses después, y en
marzo de 1939 se publicó la traducción inglesa.
Es muy probable que al lector de Moisés y la religión monoteísta lo impresione en primer lugar una cierta heterodoxia, y aun excentricidad, en su construcción: tres ensayos de muy distinta extensión, dos «advertencias» a comienzos del tercero y un «resumen» situado en la mitad de ese mismo ensayo, recapitulaciones y repeticiones continuas: esta clase de irregularidades son desconocidas en otros escritos de Freud, y él mismo lo señala y se disculpa por ello más de una vez. ¿A qué atribuirlo? Sin duda, a las circunstancias en que fue redactada la obra: el largo período (cuatro años o más) durante el cual se la sometió a una constante revisión, y las agudas dificultades externas de la fase final, cuando Austria vivió una serie de perturbaciones políticas que culminaron con la ocupación de Viena por los nazis y la forzada migración de Freud a Inglaterra. Que todas estas influencias sólo dejarían huella en el ámbito limitado y temporario de este único trabajo lo demuestra, de manera muy concluyente, la obra que le siguió de inmediato, Esquema del psicoanálisis (1940a), AE, 23, págs. 133 y sigs., la cual se halla entre las más
concisas y mejor organizadas de Freud.
Pero aun si se piensa que Moisés y la religión monoteísta sufre alguna carencia en su forma de exposición, ello no implica una crítica al interés de su contenido o a la coherencia de su argumentación. Sus fundamentos históricos son, por cierto, materia de debate para los especialistas, pero el ingenio con que los desarrollos psicológicos se ajustan a las premisas ha de persuadir, sin duda, al lector desprejuiciado. En particular, a las personas familiarizadas con el psicoanálisis del individuo les fascinará apreciar la misma serie de desarrollos aplicados al análisis de un grupo nacional. Por supuesto, la obra en su conjunto debe considerarse continuación de los estudios anteriores de Freud sobre los orígenes de la organización social humana: Tótem y tabú (1912-13) y Psicología de las masas y análisis del yo (1921c). Se hallará un
muy elaborado y esclarecedor examen del libro en la biografía de Jones (1957, págs. 388-401)
James Strachey
2 (Ventana-emergente - Popup)
[Así se designa a Moisés en la Biblia (cf. Números, 12: 3), y la frase aparece varias veces a lo largo de esta obra, cuyo título, traducido literalmente, seríaEl hombre Moisés y la religión monoteísta.]
3 (Ventana-emergente - Popup)
[Exodo, 2: 10.]
4 (Ventana-emergente - Popup)
Herlitz y Kirschner (eds.) (1930), 4, pág. 303. [El colaborador citado era M. Soloweitschik.]
5 (Ventana-emergente - Popup)
Breasted, 1934, pág. 350.
6 (Ventana-emergente - Popup)
[Adelbert von Chamisso (1781-1838), autor de Frauenliebe und leben, ciclo de piezas líricas a las que Schumann puso música, y de Peter SchleinihI, la historia de un hombre que vendió su sombra.]
7 (Ventana-emergente - Popup)
Breasted, 1934, pág. 354. Sin embargo, la conjetura de que Moisés era egipcio se formuló con bastante frecuencia, desde los tiempos más antiguos hasta hoy, sin aducir su nombre como prueba. [Freud citó un chiste relacionado con esto en sus Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17), AE, 15, pág. 147. Esta nota apareció por primera vez en la edición de 1939; no fue incluida en la publicación original de Imago en 1937. La frase de Breasted citada proviene en verdad de un sermón de San Esteban (Hechos de los Apóstoles, 7: 2 2).]
8 (Ventana-emergente - Popup)
Quinta entrega de Schriften zur angewandten Seelenkunde {Escritos sobre psicología aplicada}, Viena: Deuticke. Está lejos de mi intención empequeñecer el valor de las contribuciones autónomas de Rank a este trabajo.
9 (Ventana-emergente - Popup)
[Freud se está refiriendo aquí a las «fotografías mixtas» de Galton, que gustaba de presentar como ejemplo. Véase, verbigracia, La interpretación de los sueños(1900a), AE, 4, pág. 158.]
10 (Ventana-emergente - Popup)
[Karna es un personaje de la leyenda épica hindú Mahabharata, escrita en sánscrito; Gilgamesh es un héroe babilónico, y los restantes pertenecen a la mitología griega.]
11 (Ventana-emergente - Popup)
[Véase, por ejemplo, La interpretación de los sueños (1900a), AE, 5, págs, 402-4.]
12 (Ventana-emergente - Popup)
[Cf. «La novela familiar de los neuróticos» (Freud, 1909c), trabajo publicado originalmente como parte del volumen de Rank antes citado.]
13 (Ventana-emergente - Popup)
[Meyer, 1906, págs. 46-7.]
14 (Ventana-emergente - Popup)
[Esto es mencionado también en el informe de Flavio Josefo.]
15 (Ventana-emergente - Popup)
Rank, 1909, pág. 80n.
16 (Ventana-emergente - Popup)
{En este trabajo traducimos «Geschichte» por «acontecer histérico»; es la historia real y objetiva. Para « Historie» hemos adoptado «historia conjetural», en el sentido de una historia reconstruida llenando lagunas de nuestras noticias mediante un razonamiento analógico fundado en la experiencia. En cuanto al adjetivo «historisch», lo vertemos por «histórico-vivencial», o sea, la historia como ocurrió para los hombres en cada caso. Si no procediéramos así desfiguraríamos el texto, al no diferenciar la historia como nexo causal objetivo de la historia vivida. Creemos que Freud nos autoriza a dar esta versión cuando diferencia entre lo vivenciado por el individuo y un vivenciar histórico que puede devenir «herencia arcaica».}
17 (Ventana-emergente - Popup)
Así, por ejemplo, dice Meyer (1905, pág. 651): «El nombre "Moisés" es probablemente egipcio, y "Pinjás", que aparece en la casta sacerdotal de Silo ( ... ) lo es sin duda alguna. Esto no prueba, desde luego, que esas castas fueran de origen egipcio, pero sí que mantuvieron vinculaciones con Egipto». Claro está, cabe preguntar qué vinculaciones
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pudieron ser esas. [Este trabajo de Meyer (1905) es una síntesis de otro mucho mayor (1906), donde se examina con más detenimiento la cuestión de estos nombres egipcios (págs. 450-1). De allí parece inferirse que hubo dos personas llamadas «Pinjás»: el nieto de Aarón (Exodo, 6: 25, y Números, 25: 7) y un sacerdote de Silo (I Samuel, 1: 3), ambos levitas. (Cf. AE, 23,págs. 37-8.) En Silo sealzó el tabernáculo con el Arca de la Alianza antes de mudarla definitivamente a Jerusalén, (Cf. Josué, 18; L) ]
18 (Ventana-emergente - Popup)
Imago, 23 (1937). [Ensayo I.]
19 (Ventana-emergente - Popup)
No tenemos ninguna idea sobre el número de personas que emprendieron el éxodo de Egipto.
20 (Ventana-emergente - Popup)
{Amenofis, según otras trascripciones. En el texto hemos dejado siempre las grafías empleadas por Freud, excepción hecha de los acentos ortográficos.}
21 (Ventana-emergente - Popup)
Breasted [1906, pág. 356] lo llama«the first individual in human history» {«el primer individuo en la historia humana»}.
22 (Ventana-emergente - Popup)
Lo que sigue se basa principalmente en las exposiciones de Breasted (1906 y 1934) y las secciones correspondientes de The Cambridge Ancient History, vol. II [1924].
23 (Ventana-emergente - Popup)
{O «Tutmosis».}
24 (Ventana-emergente -Popup)
Quizá también Nefertitis, la amada esposa de Amenhotep.
25 (Ventana-emergente - Popup)
«But, however evident the Heliopolitan origin of the new state religion might be, it was not merely sun-worship,the word "Aton" was employed in the place of the old word for "god" (nuter), and the god is clearly distinguisbed from the material sun» {«Pero, por evidente que sea que la nueva religión oficial tenía su origen en Heliópolis, no era un mero culto del Sol; la palabra "Atón" era empleada en lugar de laantigua palabra para designar al "dios" (nuter), y el dios era diferenciado claramente del sol material»} (Breasted, 1906, pág. 360). «It is evident thal what the king was deifying was the force by which the Sun made itself felt on earth» {«Es evidente que lo que adoraba el rey era la fuerza con la cual el Sol se hacía sentir sobre la Tierra»} (Breasted, 1934, pág. 279). En Erman (1905, pág. 66) encontramos un juicio semejante sobre una fórmula en honor del dios: «Son palabras destinadas a expresar, de la manera más abstracta posible, que no se honra al astro mismo sino a la esencia que en él se revela».
26 (Ventana-emergente - Popup)
Breasted, 1906, pág. 374n.
27 (Ventana-emergente - Popup)
Adopto para estos nombres la grafía inglesa (lo común es «Akhenatón»). El nuevo nombre del rey significa más o menos ¡o mismo que el anterior: «el dios está contento». Cf. nuestros «Gotthold» [«dios benévolo»], «Gottfried» [«dios contento»]. [En realidad, «Ikhnatón» era la versión norteamericana de Breasted.]
28 (Ventana-emergente - Popup)
Allí se halló en 1887 la correspondencia entre los reyes egipcios y sus amigos y vasallos de Asia, tan importante para el conocimiento de la historia.
29 (Ventana-emergente - Popup)
Breasted, 1906, pág. 363.
30 (Ventana-emergente - Popup)
Weigall (1922, págs. 120-1) dice que Ikhnatón no quería saber nada de un infierno contra cuyos terrores la gente tendría que protegerse por medio de innumerables fórmulas de ensalmo: «Akhnaton flung all these formulae into the fire. Dfins, bogies, spirits, monsters, demigods, demons, and Osiris himsell with all his court, were swept into the blaze and reduced lo ashes» {«Ikhnatón arrojó todas estas fórmulas al fuego. Genios, duendes, espíritus, monstruos, semidioses, demonios, y el propio Osiris con toda su corte, fueron echados a las llamas y reducidos a cenizas»}.
31 (Ventana-emergente - Popup)
[Aquí debería decir quizás «una pequeña pirámide o un halcón». Cf. Breasted, 1934, pág. 278.]
32 (Ventana-emergente - Popup)
«Akhnaton did not permit any graven image to be made of the Aton. The True God, said the king, had no form; and he held lo this opinion througbout his life» {«Ikhnatón no permitía que se hiciera ninguna imagen grabada del Atón. El Verdadero Dios, decía el rey, no tenía forma; y sostuvo esta opinión durante toda su vida»} (Weigall, 1922, pág. 103).
33 (Ventana-emergente - Popup)
«No se debía oír hablar más de Osiris ni de su reinci» (Erman, 1905, pág. 70). «Osiris ís completely ignored. He is never mentioned in any record of Ikhnaton or in any of the tombs at Amarna» {«A Osiris se lo ignora por completo. jamás se lo menciona en ningún documento de Ikhnatón ni en ninguna de las tumbas de Amarna»} (Breasted, 1934, pág. 291).
34 (Ventana-emergente - Popup)
[Deuteronomio, 6: 4.]
35 (Ventana-emergente - Popup)
{Versión de Casiodoro de Reina (Sociedades Bíblicas Unidas): «Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es». Biblia de Jerusalén: «Escucha, Israel: Yahvé es nuestro Dios, sólo Yahvé».}
36 (Ventana-emergente - Popup)
Sólo algunos pasajes en Weigall (1922, págs. 12 y 19): «El dios Atum, que designaba a Re como el Sol poniente, quizá fuera del mismo origen que Atón, universalmente venerado en el norte de Siria», y «acaso una reina extranjera, junto con su séquito, se sintiera a causa de ello más atraída por Heliópolis que por Tebas», [El nexo entre Atum y Atón sugerido por Weigall no goza de aceptación general entre los egiptólogos.]
37 (Ventana-emergente - Popup)
{Con su hijo Guersom.}
[Sobre el empleo de la palabra «Heilig» {«sagrado», «santo»} por Freud, cf. AE, 23, pág. 116, n. 13.]
38 (Ventana-emergente - Popup)
[Génesis, 17: 9 y sigs., y Exodo, 4: 24 y sigs. Véase AE, 23, pág. 43, la explicación del episodio.]
39 (Ventana-emergente - Popup)
[Herodoto, Los nueve libros de la historia, libro II, capítulo 104.]
40 (Ventana-emergente - Popup)
[Génesis, 34.] Cuando procedemos de manera tan despótica y arbitraria con la tradición bíblica, aduciéndola para corroboración donde nos conviene y desestimándola sin reparos donde ella nos contradice, bien sabemos que nos estamos exponiendo a una seria crítica metodológica, y debilitamos la fuerza probatoria de nuestros desarrollos. Pero es la única manera en que puede uno tratar un material del que sabe con certeza que su confiabilidad está muy menoscabada por el influjo de unas tendencias desfiguradoras. Uno espera conseguir más tarde cierta legitimidad si cae sobre el rastro de aquellos motivos secretos. Certeza no se podrá alcanzar, y por lo demás tenemos derecho a
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decir que los otros autores han procedido de la misma manera.
41 (Ventana-emergente - Popup)
{Otros textos de Freud sugieren la asimilación de esta palabra de etimología griega a «Untergang», «sepultamiento»
(p. ej., el «sepultamiento del complejo de Edipo»).}
42 (Ventana-emergente - Popup)
[Confuso período, unos doscientos años anterior a la época de Ikhnatón, durante el cual gobernó en el norte de Egipto un pueblo semítico, los hicsos («reyes pastores»).]
43 (Ventana-emergente - Popup)
Si Moisés era un alto funcionario, ello nos facilita entender el papel de caudillo que desempeñó entre los judíos; si era un sacerdote, su carácter de tal lo habría ayudado a presentarse como fundador de una religión. En ambos casos, no habría hecho sino prolongar su cargo anterior. Un príncipe de la casa real bien podía ser ambas cosas, gobernador y sacerdote. En el relato de Flavio Josefo (Antigüedades judías) -quien acepta la saga de abandono, aunque parece conocer tradiciones diversas de las bíblicas-, Moisés, como general egipcio, lleva adelante una victoriosa campaña militar en Etiopía.
44 (Ventana-emergente - Popup)
[Exodo, 13: 3, 14 y 16.]
45 (Ventana-emergente - Popup)
O sea, un siglo antes de lo que suponen la mayoría de los historiadores, que lo sitúan en la dinastía decimonovena, bajo Merneptah. O quizás algo más tarde, pues la historiografía oficial [egipcia] parece haber comparado el Interregno dentro del período de gobierno de Haremhab. [Cf. AE, 23, pág. 47.]
46 (Ventana-emergente - Popup)
[Exodo, 19: 6, y Deuteronomio, 7: 6. AE, 23, pág. 116.1]
47 (Ventana-emergente - Popup)
Herodoto, quien visitó Egipto hacia 450 a.C., traza en su relación del viaje una caracterización del pueblo egipcio que presenta asombrosa semejanza con notorios rasgos del posterior judaísmo: «Son en todos los puntos muchísimo más piadosos que los demás hombres, de quienes los separan además numerosas costumbres. Así la circuncisión, que fueron los primeros en introducir por razones de pureza; además, su horror a los cerdos, que sin duda se debe a que Set había herido a Horus en figura de un cerdo negro; y por último, y sobre todo, su veneración hacia las vacas, que ellos no comen ni sacrifican porque eso importaría una afrenta para lsis, la de los cuernos de vaca. Por eso ningún egipcio ni egipcia besarían a un griego, ni usarían su asador o su caldero, ni comerían de la carne de un buey purificado (en lo demás) que se hubiera cortado con un cuchillo griego ( ... ) Miraban despreciativamente, con orgullo y estrechez mental, a los demás pueblos, que eran impuros y no estaban tan cerca de los dioses como ellos». (Según Erman, 1905, pág. 181.) [Erman resume allí los capítulos 36 a 47 del libro II de Herodoto.] Desde luego, no olvidemos los paralelismos que existen en la vida del pueblo hindú. ¿Y quién habrá inspirado al poeta judío H. Heine para que, en el siglo XIX d.C., se lamentase de su religión como «la plaga que se arrastra desde el valle del Nilo, esa insana creencia del Egipto antiguo»? [Del poema «Das neue Israelitische Hospital zu Hamburg» {El nuevo hospital judío en Hamburgo}, Zeitgedichte, XI.]
48 (Ventana-emergente - Popup)
[Símil tomado del álgebra, naturalmente.]
49 (Ventana-emergente - Popup)
En Josefo hallamos esta misma anécdota, con leves variantes.
50 (Ventana-emergente - Popup)
[Exodo, 2: 11-12 y 32: 19.]
51 (Ventana-emergente - Popup)
[Si se refiere a la prohibición de entrar en la Tierra Prometida (Deuteronomio, 34: 4), la explicación era, en verdad, que Moisés había mostrado su impaciencia al golpear la peña con su vara, en lugar de hablarle (Números, 20: 11-12).]
52 (Ventana-emergente - Popup)
[Exodo, 4: 10 y 14.]
53 (Ventana-emergente - Popup)
{«Qadés» en el original; también se lo conoce como «Kadesh» o «Cadés».}
54 (Ventana-emergente - Popup)
[Su ubicación precisa es incierta, aunque probablemente se hallara en lo que ahora se conoce como el Neguev, más o menos en la misma latitud que Petra pero unos ochenta kilómetros más hacia el oeste. No debe confundírselo con la ciudad siria de Kadesh, al norte de Palestina, mejor conocida a causa de la renombrada victoria que tuvo allí Ramsés II sobre los hititas.]
55 (Ventana-emergente - Popup)
En algunos pasajes del texto bíblico ha quedado que Yahvé descendió del Sinaí hasta Meribat-Qadesh. [P. ej., Deuteronomio, 1: 19. - «Sinaí» y «Horeb» son distintos nombres con que se designa habitualmente el mismo monte.]
56 (Ventana-emergente - Popup)
Meyer, 1906, págs. 38 y 58.
57 (Ventana-emergente -Popup)
[Exodo, 3: 1 y 18: 2-27.]
58 (Ventana-emergente - Popup)
Meyer, 1906, pág. 49.
59 (Ventana-emergente - Popup)
[Josué, 5: 9.]
60 (Ventana-emergente - Popup)
Meyer, 1906, pág. 449. [Cita tomada de Herodoto, Los nueve libros de la historia, libro II, capítulo 104.]
61 (Ventana-emergente - Popup)
Meyer, 1906, pág. 451 [n.]
62 (Ventana-emergente - Popup)
Meyer, 1906pág. 49.
63 (Ventana-emergente - Popup)
[Estos parecen ser los nombres de los manantiales de Qadesh. Cf. Exodo, 17: 7.]
64 (Ventana-emergente - Popup)
Meyer, 1906, pág. 72.
65 (Ventana-emergente - Popup)
[Exodo, 1: 16 y 22.]
66 (Ventana-emergente - Popup)
Meyer, 1906, pág. 47.
67 (Ventana-emergente - Popup)
[Números, 21: 9.]
68 (Ventana-emergente - Popup)
[Gressmann, 1913.]
69 (Ventana-emergente - Popup)
[Meyer, 1906, págs. 60 y sigs.]
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70 (Ventana-emergente - Popup)
[No existe tal mención anterior; sin duda, Freud laeliminó en el curso de sus revisiones del libro. Véase, empero, mi agregado a la nota de AE, 23, pág. 15.] Este supuesto se concilia bien con las referencias de Yahuda (1929) sobre el influjo egipcio en la antigua literatura judía.
71 (Ventana-emergente -Popup)
{En estas grafías, la «J» tiene igual pronunciación que la «Y».}
72 (Ventana-emergente - Popup)
[Esto se trata con más detalle enAE, 23, pág. 41.]
73 (Ventana-emergente - Popup)
Gressmann, 1913, pág. 54.
74 (Ventana-emergente - Popup)
[Exodo, 13:21y 14:21-8.]
75 (Ventana-emergente - Popup)
[Véase, por ejemplo, Exodo, 32: 19, y Números, 12: 3.]
76 (Ventana-emergente - Popup)
Artículo «Bible» {Biblia}, en Encyclopaedia Britannica, 11ª ed., 3, 1910.
77 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. Auerbach, 1932.
78 (Ventana-emergente - Popup)
Fue Astruc quien en 1753 distinguió por primera vez entre Yahvista y Elohísta. [Jean Astruc (1684-1766), médico francés de la corte de Luis XV.]
79 (Ventana-emergente - Popup)
Es cosa históricamente asegurada que la fijación definitiva del tipo judío fue el resultado de la reforma de Esdras y Nehemías en el siglo v a. C., vale decir, tras el exilio y bajo la dominación persa, benévola para los judíos. Según nuestra cuenta, habrían pasado entonces unos novecientos años desde laentrada en escena de Moisés. En esa reforma se tomaron en serio las estipulaciones que tenían por fin la santificación del pueblo todo, se estableció la segregación respecto de los pueblos vecinos mediante la prohibición de los matrimonios mixtos, se confi rió forma definitiva al Pentateuco, el genuino libro de la ley, y se dio cima a aquella refundición conocida como «Código Sacerdotal». Sin embargo, parece seguro que la reforma no introdujo tendencias nuevas, sino que recogió y consolidó incitaciones anteriores.
80 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. Yahuda, 1929.
81 (Ventana-emergente - Popup)
Si ellos tenían prohibido confeccionar imágenes, constituía esto un motivo para abandonar la escritura figural jeroglífica en el momento de ajustar sus signos de escritura para la expresión de una lengua nueva. Cf. Auerbach, 1932, pág. 142. [En la escritura jeroglífica, había signos que designaban objetos y otros que figuraban sonidos.]
82 (Ventana-emergente - Popup)
[Cf. Exodo, 6: 3.]Las limitaciones impuestas al uso deeste nombre nuevo no se vuelven por eso más inteligibles; sí más sospechosas.
83 (Ventana-emergente - Popup)
[Génesis, 17: 9-14.]
84 (Ventana-emergente - Popup)
Yahvé era indudablemente un dios volcánico. Los habitantes de Egipto no tenían motivo alguno para venerarlo. Por cierto que no soy el primero a quien ha sorprendido la homofonía del nombre «Yahvé» con la raíz de otro nombre divino, «Jupiter (Jovis)». El nombre compuesto «Johanán», una de cuyas partes es abreviación del Yahvé hebreo (más o menos como «Gotthold»; equivalente púnico: «Aníbal»), se convirtió en el nombre de pila predilecto de la cristiandad europea bajo las formas «Johann», «John», «Jean», «Juan». Cuando los italianos lo reproducen como «Giovanni», y luego llamaron «giovedi» {«jueves»} a un día de la semana, vuelven a traer a la luz una semejanza que puede no significar nada, o acaso muchísimo. Aquí se abren unas perspectivas vastas, pero también muy inciertas. Parece que en aquellos siglos oscuros, apenas abiertos para la investigación historiográfica, las comarcas que bordean la cuenca oriental del Mediterráneo fueron el teatro de frecuentes y violentas erupciones volcánicas, que no pudieron menos que causar la más fuerte impresión a los moradores de los contornos. Evans supone que también la destrucción definitiva del palacio de Minos, en Knosos, fue consecuencia de un terremoto. Por entonces se veneraba en Creta, como probablemente en todo el mundo egeo, a la gran diosa madre. Acaso la percepción de que ella era incapaz de proteger su casa contra los ataques de un poder más fuerte contribuyera a obligarla a dejar su sitio a una deidad masculina, y en tal caso el dios volcánico tenía los mejores títulos para sustituirla. Zeus sigue siendo «el que sacude la Tierra». Hay pocas dudas de que en aquellos oscuros tiempos se consumó el relevo de las deidades maternas por dioses masculinos (¿hijos varones en su origen?). Impresiona, en particular, el destino de Palas Atenea, que era sin duda la forma local de la diosa madre: rebajada a la condición de hija tras el vuelco religioso, despojada de una madre propia y excluida para siempre de la maternidad por la virginidad que se le impone. [Acerca de las deidades maternas, cf. AE, 23, pág. 80.]
85 (Ventana-emergente - Popup)
Por lo demás, en aquellos tiempos apenas habría sido posible otro modo de influjo.
86 (Ventana-emergente - Popup)
Realmente es notable lo poco que en los largos siglos de historia egipcia se habla de eliminación violenta o asesinato de un faraón. Una comparación con la historia asiria, por ejemplo, no puede menos que acrecentar el asombro. Desde luego, ello tal vez se deba a que la historiografía estaba en Egipto exclusivamente al servicio de propósitos oficiales.
87 (Ventana-emergente - Popup)
[Números, 14: 33.]
88 (Ventana-emergente - Popup)
[Exodo, 32: 19. {Biblia de Jerusalén: «Las hizo añicos al pie del monte».}]
89 (Ventana-emergente - Popup)
Meyer, 1906, págs. 222 y sigs.
90 (Ventana-emergente - Popup)
[En La tentation de Saint Antoine.]
91 (Ventana-emergente - Popup)
[Exodo, 3: 8.]
92 (Ventana-emergente - Popup)
[Deuteronomio, 13: 15.]
93 (Ventana-emergente - Popup)
Sus himnos no sólo destacan la universalidad y unicidad de Dios, sino también su amorosa providencia hacia todas las criaturas, y exhortan a regocijarse con la naturaleza y gozar de su belleza. Cf. Breasted, 1934 [págs. 281-302].
94 (Ventana-emergente - Popup)
Sellin, 1922, pág. 52.
95 (Ventana-emergente - Popup)
Volz 1907, pág. 64.
96 (Ventana-emergente - Popup)
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[Ensayos I y II]
97 (Ventana-emergente - Popup)
No comparto la opinión de un hombre de mi edad, Bernard Shaw, para quien los seres humanos sólo conseguirían hacer algo como se debe si pudieran vivir trescientos años. Nada se lograría con la prolongación del tiempo de vida; para ello habría que cambiar radicalmente muchas otras cosas en las condiciones mismas de la vida.
98 (Ventana-emergente - Popup)
[En Tótem y tabú (1912-13).]
99 (Ventana-emergente - Popup)
[En realidad, el escrito original de Freud parece datar de cuatro años antes, de 1934; tal vez lo sometió a una primera revisión importante en 1936. (Cf. AE, 23, pág. 4.)]
100 (Ventana-emergente - Popup)
Empiezo por resumir los resultados de mi segundo estudio sobre Moisés, el cual es puramente histórico. En las páginas que siguen no serán sometidos a nueva crítica, pues constituyen la premisa de las elucidaciones psicológicas que de ellos parten y a ellos se remiten de continuo.
101 (Ventana-emergente - Popup)
También llevaba ese nombre el escultor cuyo taller se encontró en Tellel-Amarna.
102 (Ventana-emergente - Popup)
Esto coincidiría con los cuarenta años de migración por el desierto, de que nos habla el texto bíblico [Números, 14: 33].
103 (Ventana-emergente - Popup)
Vale decir, Moisés más o menos 1350 (o 1340-1320 (o 1310); Qadesh hacia 1260 o un poco después, y la estela de Merneptah antes de 1215.
104 (Ventana-emergente - Popup)
[«Fixierungen». Véase, no obstante, Esquema del psicoanálisis (1940a), AE, 23, pág. 158n.]
105 (Ventana-emergente - Popup)
Auerbach, 2, 1936.
106 (Ventana-emergente - Popup)
La misma consideración es válida para el maravilloso caso de William Shakespeare, de Stratford. [Cf. Esquema del psicoanálisis (1940a), AE, 23, pág. 192, n. 4.]
107 (Ventana-emergente - Popup)
Macaulay ha convertido esta situación en la base de sus Lays of Ancient Rome. Allí se pone en el papel de un cantor que, afligido por las despiadadas luchas facciosas del presente, exalta ante su auditorio el espíritu de sacrificio, la unidad de miras y el patriotismo de los antepasados.
108 (Ventana-emergente - Popup)
De suerte que es un disparate afirmar que uno practica psicoanálisis cuando no toma en cuenta justamente estas épocas primordiales y las excluye de la investigación, como muchos hacen. [Véase la crítica a que somete Freud las concepciones de Jung en «Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico» (Freud, 1914d), esp. AE, 14, págs. 60-1.]
109 (Ventana-emergente - Popup)
[Cf. Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17), AE, 16, pág. 316.]
110 (Ventana-emergente - Popup)
[Cf. AE, 15, pág. 183.]
111 (Ventana-emergente - Popup)
12 [Cf, «Sobre las teorías sexuales infantiles» (1908c), AE, 9, págs. 196-7,]
112 (Ventana-emergente - Popup)
[El distingo entre realidad psíquica y realidad exterior ya había sido establecido por Freud en su «Proyecto de psicología» de 1895 (1950a), AE, 1, pág. 421, donde examino en una nota al pie la terminología por él aplicada. Véase también AE, 23, págs. 125-6n.]
113 (Ventana-emergente - Popup)
[Cf. mi «Nota introductoria» a «Análisis terminable e interminable» (1937c), AE, 23, pág. 215, y la sección V de ese artículo.]
114 (Ventana-emergente - Popup)
[Véase una nota mía a pie de página en El yo y el ello (1923b), AE, 19, pág. 58, n, 10.]
115 (Ventana-emergente - Popup)
[Darwin, 1871, 2, págs, 362-3].
116 (Ventana-emergente - Popup)
[Atkinson, 1903, págs, 220-1.]
117 (Ventana-emergente - Popup)
[Freud emplea siempre este término con el sentido de «grupo pequeño dotado de cierto grado de organización». Cf. Tótem y tabú (1912-13), AE, 13, pág. 128n.]
118 (Ventana-emergente - Popup)
[Tal el tema de la parte II, sección D, AE, 23, págs. 112 y sigs.]
119 (Ventana-emergente - Popup)
[Robertson Smith, 1894.]
120 (Ventana-emergente - Popup)
[La mayor parte de la concepción aquí expuesta es examinada con mucho más detalle en el cuarto ensayo deTótem y tabú (1912-13), aunque tal vez sea este el lugar en que más atención se presta a las deidades maternas. (Véase, acerca de ello, AE, 23, pág. 44n., y algunas puntualizaciones contenidas en Psicología de las masas y análisis del yo (1921c), AE , 18, págs. 128-30.) El tema general es retomado en la parte II, sección D, infra, págs. 115 y sigs.]
121 (Ventana-emergente - Popup)
[«Lo creo porque es absurdo», dicho atribuido a Tertuliano; Freud ya se había ocupado de este dicho en El porvenir de una ilusión (1927), AE, 21, págs. 28-9.]
122 (Ventana-emergente - Popup)
Ernest Jones señala que el dios Mithra, el que dio muerte al toro, pudo ser una figuración de este cabecilla que se gloria de su hazaña. Es bien sabido durante cuánto tiempo luchó el culto de Mithra con el joven cristianismo por el triunfo final.
123 (Ventana-emergente - Popup)
[Cf. «Recordar, repetir y reelaborar» (1914g), AE, 12, págs. 151-6.]
124 (Ventana-emergente - Popup)
«Israel in der Wüste» {«Israel en el desierto»}; en la edición Weimar, 7, pág. 170.
125 (Ventana-emergente - Popup)
Véanse, sobre este tema, las conocidas argumentaciones de Frazer en la parte III (The Dying God) de The Golden Bougb. [Frazer, 1911c.]
126 (Ventana-emergente - Popup)
[En GW,16, pág. 196, fueron omitidas estas palabras entre corchetes.]
127 (Ventana-emergente - Popup)
90
[Se recordará que en su Presentación autobiográfica (1925d), AE, 20, pág. 8, Freud menciona una información familiar según la cual los antepasados de su padre habían residido durante una larga época en Colonia.]
128 (Ventana-emergente - Popup)
[En El malestar en la cultura (1930a), AE, 21, pág. 111, Freud se refiere al «narcisismo de las pequeñas diferencias»; en ese lugar se ocupa también del antisemitismo]
129 (Ventana-emergente - Popup)
[La primera mención que hizo Freud de que el antisemitismo tiene su raíz inconciente en el complejo de castración y la circuncisión parece ser la que se encuentra en una nota del historial clínico del pequeño Hans (1909b), AE, 10, pág.
32. Insistió en ello en una nota agregada en 1919 a su estudio sobre Leonardo (1910c), AE, 11, pág. 89. Ya hemos mencionado la referencia al antisemitismo en El malestar en la cultura. El presente examen de la cuestión es, sin embargo, mucho más minucioso que cualquiera de aquellos. El tema es retomado en «Comentario sobre el antisemitismo» (1938a), AE, 23, págs. 289 y sigs.]
130 (Ventana-emergente - Abreviaturas)
[Señalemos que estas abreviaturas -cc, icc, prcc- hacen aquí su última aparición tras un largo intervalo. Si se prescinde de un par de casos en la 31ª de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a), AE, 22, pág. 67, habían quedado totalmente fuera de uso desde unos quince años atrás, cuando en El yo y el ello (1923b) quedó establecida la división estructural del aparato psíquico; en mi ,«Introducción» a dicha obra (AE, 19, págs. 4 y sigs.) se hallará un amplio comentario al respecto. Curiosamente, en el presente trabajo Freud las emplea, contrariando su costumbre, en el sentido «descriptivo». En verdad, estas abreviaturas volvieron a ser utilizadas en el manuscrito del Esquema del psicoanálisis (1940a); pero allí hay abundancia de abreviaciones de toda índole, y además Freud no alcanzó a ver la obra impresa.]
131 (Ventana-emergente - Abreviaturas)
[Señalemos que estas abreviaturas -cc, icc, prcc- hacen aquí su última aparición tras un largo intervalo. Si se prescinde de un par de casos en la 31ª de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a), AE, 22, pág. 67, habían quedado totalmente fuera de uso desde unos quince años atrás, cuando en El yo y el ello (1923b) quedó establecida la división estructural del aparato psíquico; en mi ,«Introducción» a dicha obra (AE, 19, págs. 4 y sigs.) se hallará un amplio comentario al respecto. Curiosamente, en el presente trabajo Freud las emplea, contrariando su costumbre, en el sentido «descriptivo». En verdad, estas abreviaturas volvieron a ser utilizadas en el manuscrito del Esquema del psicoanálisis (1940a); pero allí hay abundancia de abreviaciones de toda índole, y además Freud no alcanzó a ver la obra impresa.]
132 (Ventana-emergente - Abreviaturas)
[Señalemos que estas abreviaturas -cc, icc, prcc- hacen aquí su última aparición tras un largo intervalo. Si se prescinde de un par de casos en la 31ª de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a), AE, 22, pág. 67, habían quedado totalmente fuera de uso desde unos quince años atrás, cuando en El yo y el ello (1923b) quedó establecida la división estructural del aparato psíquico; en mi ,«Introducción» a dicha obra (AE, 19, págs. 4 y sigs.) se hallará un amplio comentario al respecto. Curiosamente, en el presente trabajo Freud las emplea, contrariando su costumbre, en el sentido «descriptivo». En verdad, estas abreviaturas volvieron a ser utilizadas en el manuscrito del Esquema del psicoanálisis (1940a); pero allí hay abundancia de abreviaciones de toda índole, y además Freud no alcanzó a ver la obra impresa.]
133 (Ventana-emergente - Popup)
[No obstante, se hacen algunas consideraciones sobre el superyó AE, 23, págs. 112-3.]
134 (Ventana-emergente - Popup)
[Un tratamiento más completo del tema se halla en la 31ª de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a).]
135 (Ventana-emergente - Popup)
[Ese punto, según lo explicita Freud en Más allá del principio de placer (1920g), AE, 18, pág. 24, y en El yo y el ello (1923b), AE, 19, pág. 21,se encuentra en el sistema percepción, considerado cortical tanto por la anatomía cuanto por la metapsicología freudiana.]
136 (Ventana-emergente - Popup)
[Se hallará un extenso examen de este tema en «Lo inconciente» (1915e), AE, 14, págs. 198 y sigs.]
137 (Ventana-emergente - Popup)
Dispositionen»,término con que Freud designa, en otras obras, las predisposiciones adquiridas en la evolución individual; aquí se refiere claramente a las constitucionales, para las cuales suele emplear «Anlagen» («disposiciones» en nuestra versión). Véase también en AE, 23, nuestra nota al pie de la página 183.}
138 (Ventana-emergente - Popup)
Schiller, «Die Gotter Griechenlands» {Los dioses de Grecia}.
139 (Ventana-emergente - Popup)
[El análisis que hace Freud aquí de la «herencia arcaica» es con mucho el más detenido de los que aparecen en sus escritos. Por cierto, el papel relativo que cumplen en la vida anímica la herencia y la experiencia fue un tema recurrente desde sus primeras épocas, pero, en especial, la posibilidad de heredar efectivas vivencias ancestrales sólo fue abordada comparativamente tarde. El problema de la trasmisión de esas vivencias se presentó, forzosamente, en Tótem y tabú (1912-13), donde Freud se pregunta «cuáles son los medios ycaminos de que se vale una generación para trasferir a la que le sigue sus estados psíquicos» (AE, 13, pág. 159). En dicho pasaje no se compromete mucho en la respuesta, aunque parece sugerir que la comunicación conciente e inconciente de una generación aotra puede dar cuenta del proceso. Pero es fácil ver que ya entonces había en el trasfondo de su pensamiento otras ideas. De hecho, en conexión con la ambivalencia menciona allí expresamente que es factible heredar «una constitución arcaica como resto atávico» (ibid., pág. 72), y dentro de ese mismo contexto nos topamos con la expresión «archaisches Erbteil» {«herencia arcaica»} en «Pulsiones y destinos de pulsión» (1915c), AE, 14, pág. 126. Parece probable que estas ideas cristalizaran (como tantas otras) tras el análisis del «Hombre de los Lobos», particularmente en relación con las «fantasías primordiales». Dicho análisis estaba en curso mientras Freud escribióTótem y tabú, y su primer manuscrito del historial clínico fue redactado en 1914. Ahora bien: la posibilidad de una «herencia filogenética» también había surgido entramada con el simbolismo. A esta cuestión hizo Freud breve alusión en la 10ª de sus Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17), AE, 15, págs. 151-2, y una referencia más explícita en la 13ª conferencia (ibid., pág. 182). La primera mención definida de la herencia de las fantasías primordiales se halla en la 23ª conferencia (AE, 16, pág. 338), y fue desarrollada en uno de los pasajes entonces agregados al historial del «Hombre de los Lobos» (1918b), AE, 17, pág. 89. La frase«archaische Erbschalt» {«herencia arcaica»} hace su aparición en 1919, en un párrafo agregado aLa interpretación de los sueños (1900a), AE, 5, pág. 542, así como en «"Pegan a un niño"» (1919e), AE, 17, pág, 190, y en el prólogo al libro de Reik sobre psicología de las religiones (Freud, 1919g), AE, 17, pág. 258. A partir de ese momento, tanto el concepto como la expresión se presentan con frecuencia, si bien el tema se discute con cierta extensión sólo en el capítulo III de El yo y el ello (1923b), AE, 19, págs. 37-40. (Una última referencia al asunto se halla en «Análisis terminable e interminable» (1937c), AE, 23, pág. 242.) En el tercer volumen de su biografía de Freud, Ernest Jones ,1957) pasa revista en su totalidad a las concepciones de aquel sobre la herencia de los caracteres adquiridos.]
140 (Ventana-emergente - Popup)
[Freud se había expresado sobre esto en términos más o menos similares, pero con mayor amplitud, en la 24ª de las Conferencias de introducción al psicoanálisis(1916-17), AE, 16, pág. 345.]
141 (Ventana-emergente - Popup)
El menosprecio por los judíos por considerarlos «leprosos», tan frecuente en tiempos antiguos (véase Manetón), tiene sin duda el sentido de una proyección: «Se apartan de nosotros como si fuéramos leprosos».
142 (Ventana-emergente - Popup)
91
[Esto ya había sido señalado en las Cinco conferencias sobre psicoanálisis (1910a), AE, 11, pág. 33. Freud insistió constantemente, desde los primeros tiempos, en la causación múltiple; véase, por ejemplo, Estudios sobre la histeria (1895d), AE, 2, págs. 270-1.]
143 (Ventana-emergente - Popup)
Protesto, sin embargo, contra el malentendido de que yo sostendría que, siendo el mundo tan complejo, cualquier aseveración que uno haga acertará por fuerza con algún fragmento de la verdad. No; nuestro pensar se ha tomado la libertad de excogitar relaciones de copertenencia y nexos a los que nada corresponde en la realidad efectiva, y es evidente que aprecia en mucho este don, puesto que tanto lo usa así dentro como fuera de la ciencia.
144 (Ventana-emergente - Popup)
der grosse Mann» tiene también el sentido de «el hombre grande».}
145 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. Frazer, loc. cit. [cf. supra, pág. 86, n. 26].
146 (Ventana-emergente - Popup)
[La teoría antaño sostenida de que la madre de Ikhnatón, la reina Tiye, era de origen extranjero ha sido abandonada luego del descubrimiento de la tumba de los padres de ella en Tebas.]
147 (Ventana-emergente - Popup)
[Como aclaramos en nuestra «Nota introductoria» (AE, pág. 3), esta sección se publicó originalmente por separado en Internationale Zeitschrift für Psychoanalyse-Imago, 24, n 1-2 (1939), págs. 6-9. Aquí consignamos dos modificaciones de la versión final.]
148 (Ventana-emergente - Popup)
[Véase una puntualización sobre esto en Tótem y tabú (1912-13), AE, 13, págs. 83-4n.]
149 (Ventana-emergente - Popup)
[Esta trilogíarelata el asesinato de Agamenón por su esposa Clitemnestra, la venganza que en esta se toma Orestes, hijo de ambos, su persecución por las Furias y su enjuiciamiento y absolución en el Areópago de Atenas.]
150 (Ventana-emergente - Popup)
[El desarrollo del lenguaje y el fin del matriarcado.]
151 (Ventana-emergente - Popup)
[En la versión original de esta sección (cf. AE, 23, pág. 108n.), figuraba aquí, además, la voz griega.]
152 (Ventana-emergente - Popup)
[Se le atribuye haber escapado de Jerusalén en un ataúd y obtenido licencia del general romano para la fundación de esa escuela en Iabne, poblado cercano al mar, al oeste de Jerusalén (70 d. C.).]
153 (Ventana-emergente - Popup)
[En la versión original (cf. AE, 23, pág. 108n.): «se decidieron por lo más significativo desde el punto de vista cultural».]
154 (Ventana-emergente - Popup)
[Freud trata el tema de lo «sagrado» («heilig») en términos algo diferentes en «La moral sexual "cultural” y la nerviosidad mederna» (1968d), AE, 9, pág. 187. La esencia de la argumentación que allí desarrolla ya se encuentra en un breve y notable pasaje que, con el título «Definición de "sagrado"», incluyó en una comunicación a Fliess del 31 de mayo de 1897 (Freud, 1950a, Manuscrito N), AE, 1, pág. 299.La misma palabra «heilig», aplicada apersonas (la «santidad»), es empleada en El malestar en la cultura (1930a), AE, 21, pág. 122, donde se considera también, en sus aspectos más generales, el presente tema (ibid., págs. 122-6).]
155 (Ventana-emergente - Popup)
[Sobre el «horror al incesto» versa el primer ensayo de Tótem y tabú(1912-13).]
156 (Ventana-emergente - Popup)
[«Hambre execrable de oro». Virgilio, Eneida, VI, 816. Cf. «Sobre el sentido antitético de las palabras primitivas» (1910e), AE, 11, pág. 151.]
157 (Ventana-emergente - Popup)
[Alusión a un comentario irónico de Mefistófeles en Fausto, parte I, escena 4.]
158 (Ventana-emergente - Popup)
[No hemos podido dar con la fuente de esta referencia.]
159 (Ventana-emergente - Popup)
También aquí un poeta tiene derecho ala palabra. Para explicar su atadura {amorosa}, inventa: «En tiempos pasados fuiste mi hermana o mi mujer». [Goethe, «Warum gabst du uns die tiefen Blicke», poema dedicado a Charlotte ven Stein. Freud lo había citado en su «Alocución en la casa de Goethe, en Francfort» (1930e), AE, 21, pág. 209.]
160 (Ventana-emergente - Popup)
[Sobre las situaciones de peligro, cf. Inhibición, síntoma y angustia (1926d), AE, 20, págs. 154 y sigs.]
161 (Ventana-emergente - Popup)
[La expresión, y el concepto correspondiente, se remontan como mínimo al segundo trabajo de Freud sobre las neuropsicosis de defensa (1896b), AE, 3, págs. 170-1.]
162 (Ventana-emergente - Popup)
{«Creencia según la cual, aun habiendo una sola divinidad para el pueblo o nación a que se pertenece, existen otras divinidades para los otros pueblos o naciones». (Nicola Abbagnano, Diccionario de filosofía, 1963.)}
163 (Ventana-emergente - Popup)
[La idea contenida en esta oración ya había sido expresada por Freud, en términos muy semejantes, en la primera edición de Psicopatología de la vida cotidiana(1901b), AE, 6, págs. 248-9, y también en El delirio y los sueños en la «Gradiva» de W. Jensen (1907a), AE, 9, pág. 67. Ahondó en el asunto en «Sobre algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y la homosexualidad» (1922b), AE, 18, págs. 219 y sigs. Ahora bien: en sus aspectos generales, la noción se remonta mucho más atrás, hasta el segundo trabajo sobre las neuropsicosis de defensa ( 1896b), AE, 3, págs, 183 y sigs., y a pasajes de la correspondencia con Fliess (Freud, 1950a) que datan del 1º de enero de 1896 (sección sobre la paranoia del Manuscrito K), AE, 1, págs. 267-8, y del 24 de enero de 1897 (Carta 57), ibid., pág. 285. -El distingo aquí trazado entre verdad «histórico-vivencial» y verdad «material», vinculado a lo anterior, era de origen mucho más reciente Hay un indicio de él en El porvenir de una ilusión (1927c), AE, 21, pág. 44, y una alusión más clara, en relación con los mitos, en «Sobre la conquista del fuego» (1932a),AE, 22, pág. 177.Pero la primera referencia explícita es la del «Posfacio» a Presentación autobiográfica(1935a), AE, 20, pág. 68, donde, curiosamente, se menciona la idea como si ya todo el mundo la conociera, pese a que no fue desarrollada hasta «Construcciones en el análisis» (1937d), AE, 23, págs. 268 y sigs. La cuestión ya había sido rozada en el presente trabajo (AE, 23, págs. 56 y 81-2). Para una referencia acerca del distingo, posiblemente análogo, entre realidad psíquica y realidad exterior, véase AE23, págs. 73-4.]
164 (Ventana-emergente - Popup)
[Sin duda, Freud piensa aquí fundamentalmente en las «fantasías primordiales». Véase mi nota anterior sobre la «herencia arcaica», AE, 23, págs. 98-9.]
165 (Ventana-emergente - Popup)
[El hecho de la existencia del padre primordial.]
166 (Ventana-emergente - Popup)
Esquema del psicoanálisis. (1940 [1938])
Abriss der Psychoanalyse
92
Ediciones en alemán
1940 Int. Z. Psychoanal.-Imago, 25, nº 1, págs. 7-67.
1941 GW, 17, págs. 63-138.
1975 SA, «Ergänzungsband» (Volumen complementario}, págs. 407-21. (Sólo el cap. VI: «Die psychoanalytische Technik».)
Traducciones en castellano
1951 Esquema del psicoanálisis. RP, 8, n° 1, págs. 5-54. Traducción de Ludovíco Rosenthal.
1955Compendio del psicoanálisis. SR, 21, págs. 67-126. El mismo traductor.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 392-440.
1968Esquema del psicoanálisis. BN (3 vols.), 3, págs. 1009-62. Traducción de Ramón Rey-Ardid.
1975 Compendio del psicoanálisis. BN (9 vols.), 9, págs. 3379-418.
Cuando se publicó esta obra por primera vez, tanto la edición alemana como la versión inglesa incluyeron dos largos pasajes tomados de un trabajo fragmentario de Freud de la misma época, «Algunas lecciones elementales sobre psicoanálisis» (1940b [ 1938]). En la edición alemana, estos pasajes aparecieron como nota al pie en el capítulo IV (cf. AE, 23, pág. 156, n. 3), y en la inglesa, como un apéndice. Poco después se publicó completo el fragmento del cual habían sido extraídos (cf. AE, 23, págs. 279 y sigs.), y
consecuentemente la nota y el apéndice ya no se incluyeron en reimpresiones posteriores.
Por un infortunado descuido, el «Prólogo» del autor (AE, 23, pág. 139) fue omitido en la edición de las Gesammelte Werke, y por ende sólo se lo encontrará, en alemán, en Internationale Zeitschrift für Psychoanalyse. Debe destacarse que el volumen XVII de aquella colección, e l primero que vio la luz (en 1941), fue impreso simultáneamente con distinta portada y encuadernación llevando como título Schriften
aus dem Nachlass {Escritos póstumos}.
El manuscrito de este trabajo está redactado en forma inusualmente abreviada, en particular el capítulo III («El desarrollo de la función sexual» AE, 23, págs. 150 y sigs.), donde se omiten, por ejemplo, los artículos definidos e indefinidos y gran cantidad de verbos -podría decirse que su estilo es «telegráfico»-. Los
directores de la edición alemana informan que completaron estas abreviaturas; el sentido general no ofrece dudas, y aunque en algunos puntos ese completamiento fue realizado con excesiva libertad, nos pareció que lo más simple era aceptarlo y traducir de la versión suministrada en las Gesammette Werke.
El autor no puso título a la parte 1; los editores alemanes adoptaron para ella «Die Natur des Psychischen» {«La naturaleza de lo psíquico»}, que es a su vez un subtítulo del ya citado trabajo «Algunas lecciones elementales sobre psicoanálisis» (cf. AE, 23, pág. 284). Para la presente edición se ha propuesto un título
algo más general.
Respecto de la fecha en que Freud comenzó a escribir el Esquema existen algunas opiniones antagónicas. Según Ernest Jones (1957, pág. 255), lo hizo «durante el tiempo de espera en Viena», o sea, en abril o mayo de 1938. No obstante, en su página inicial el manuscrito está fechado el «22 de julio», lo cual da la razón a los editores alemanes cuando sostienen que la obra fue comenzada en julio de 1938 -vale decir, poco después del arribo de Freud a Londres, en los primeros días de junio-. A principios de setiembre había escrito ya 63 páginas, cuando debió interrumpir su trabajo para someterse a una gravísima operación; y no volvió a retomarlo, aunque al poco tiempo dio comienzo a otra obra de divulgación («Algunas lecciones
elementales sobre psicoanálisis») que también muy pronto debió dejar.
Así pues, cabe considerar que el Esquema quedó inconcluso, si bien no puede afirmarse sin más que sea incompleto. Cierto es que el último capítulo es más breve que los restantes, y bien podría habérselo continuado con el examen de temas tales como el sentimiento de culpa -ya tocado, empero, en el capítulo VI-; no obstante, constituye un enigma saber hasta dónde y en qué dirección habría proseguido Freud, ya
que el programa trazado por él en el «Prólogo» parece haberse cumplido en grado razonable.
Dentro de la larga serie de obras de divulgación que escribió Freud, el Esquema presenta características singulares. Las demás están destinadas, sin excepción, a exponer el psicoanálisis ante un público ajeno a este, un público con muy variados grados y tipos de aproximación general a la materia de la que trata Freud, pero siempre relativamente ignorante en ella. No eseste el caso del Esquema. Resulta claro que noes una obra para Í novatos, sino más bien un «curso de repaso» para estudiantes a vanzados. En todas sus partes supone que el lector está familiarizado no sólo con la concepción psicológica general de Freud sino con sus descubrimientos y teorías acerca de aspectos muy precisos. Por ejemplo, un par de brevísimas alusiones al papel que cumplen las huellas mnémicas de las impresiones sensoriales de las palabras (AE, 23, págs. 160 y 201) serán apenas inteligibles para quien ignore ciertos difíciles razonamientos del capítulo final de La interpretación de los sueños (1900a) y de la última sección de «Lo inconciente» (1915e); y las exiguas consideraciones que se hacen en dos o tres lugares sobre la identificación y su nexo con los objetos de amor abandonados (AE, 23, págs. 193 y 207) implican conocer siquiera el capítulo III de El yo y el ello (1923b). Pero para quienes ya se mueven a sus anchas entre los escritos de Freud, este trabajo constituirá un epílogo sumamente fascinante. Arroja nueva luz sobre todo aquello de que se ocupa -las teorías fundamentales o las más detalladas observaciones clínicas-, y todo lo examina empleando la terminología más reciente. Hay incluso indicios ocasionales de desarrollos completamente nuevos, en particular al final del capítulo VIII (AE, 23, págs. 203-6), donde recibe amplio tratamiento el problema de la
escisión del yo y la desmentida de partes del mundo exterior, tal como lo ejemplifica el fetichismo.
Esto nos muestra que a los 82 años Freud poseía todavía un don sorprendente para enfocar de manera renovada lo que podrían parecer temas trillados. Tal vez en ningún otro sitio alcanza su estilo un nivel más alto de compendiosidad y claridad. Por su tono expositivo, la obra nos trasmite una .sensación de libertad, que es quizá lo que cabía esperar de un maestro como él al presentar por última vez las ideas de las que
93
fue creador.
James Strachey
167 (Ventana-emergente - Popup)
{La presente versión de este prólogo ha sido tornada de latraducción inglesa de la Standard Edition.}
168 (Ventana-emergente - Popup)
[El segundo se enuncia en AE, 23, pág. 156.]
169 (Ventana-emergente - Popup)
Esta parte más antigua del aparato psíquico sigue siendo la más importante durante toda la vida. En ella se inició también el trabajo de investigación del psicoanálisis.
170 (Ventana-emergente - Popup)
Los poetas han fantaseado algo semejante; nada correspondiente nos es consabido desde la historia de la sustancia viva. [Indudablemente, al decir esto Freud tenía presente, entre otros escritos, el Banquetede Platón, que ya había citado con un propósito análogo en Más allá del principio de placer (1920g), AE, 18, págs. 56-7, y al que había aludido antes aún, en el primero de los Tres ensayos de teoría sexual (1905d), AE, 7, pág. 124.]
171 (Ventana-emergente - Popup)
La figuración de las fuerzas fundamentales o pulsionales, contra la cual los analistas suelen revolverse todavía, era ya familiar al filósofo Empédocles de Acragas. [Freud examinó las teorías de Empé-docles con alguna extensión en «Análisis terminable e interminable» (1937c), AE, 23, págs. 246 y sigs. Una referencia a las dos fuerzas que operan en la física aparece en su carta abierta a Einstein, ¿Por qué la guerra? (1933b), AE, 22, pág. 193, así como también en la, 32º de sus Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a), AE, 22, pág. 96,]
172 (Ventana-emergente - Popup)
[Literalmente podría traducirse «lo enferma». Esto mismo, incluido el juego de palabras con «Kränkung», fue dicho por Freud cuarenta y cinco años antes en su conferencia sobre la histeria (1893h), AE, 3, pág. 38.]
173 (Ventana-emergente - Popup)
[Se hallarán ciertas consideraciones mías sobre este pasaje y una parte de uno anterior (AE, 23, pág. 147) en el «Apéndice B» a El yo y el ello (1923b), AE, 19, págs. 64-5.]
174 (Ventana-emergente - Popup)
[En esta versión se han completado las abreviaciones del original. Cf. mi «Nota introductoriaAE, 23, pág. 136.]
175 (Ventana-emergente - Popup)
Véase la conjetura de que el hombre desciende de un mamífero que alcanzaba madurez sexual a los cinco años. Algún gran influjo exterior ejercido sobre la especie perturbó luego el desarrollo rectilíneo de la sexualidad, Acaso con ello se entramaron otras trasmudaciones de la vida sexual del hombre, comparada con la del animal; por ejemplo, la cancelación de la periodicidad de la libido y el recurso al papel de la menstruación en el vínculo entre los sexos. [Cf. Moisés y la religión monoteísta (1939a), AE, 23, pág. 72. Ferenczi (1913c) había sido el primero en sugerir años atrás un nexo entre el período de latencia y la época glacial. Freud se refirió a esto con gran cautela en El yo y el ello (1923b), AE, 19, pág. 37, y volvió a hacerlo, esta vez con mayor acuerdo, en Inhibición, síntoma y angustia(1926d), AE, 20, pág. 146. El problema del cese de la periodicidad de la función sexual fue analizado con detenimiento por Freud en dos notas a pie de página de El malestar en la cultura (1930a), AE, 21, págs, 97-8, y 102-4.]
176 (Ventana-emergente - Popup)
Se plantea la cuestión de si la satisfacción de mociones pulsionales puramente destructivas puede ser sentida como placer, si ocurre una destrucción pura sin suplemento libidinoso. Una satisfacción de la pulsión de muerte que ha
permanecido en el interior del yo no parece arrojar sensaciones de placer, aunque el masoquismo constituye una mezcla enteramente análoga al sadismo.
177 (Ventana-emergente - Popup)
Se suele afirmar la existencia de excitaciones vaginales tempranas, pero muy probablemente se trate de excitaciones en el clítoris, o sea, en un órgano análogo al pene, lo cual no suprime el derecho a llamar fálica a esta fase.
178 (Ventana-emergente - Popup)
¡Una orientación extrema, como el conductismo nacido en Estados Unidos, cree poder edificar una psicología prescindiendo de este hecho básico!
179 (Ventana-emergente - Popup)
[Algunos comentarios sobre Lipps (1851-1914) y la relación que Freud mantuvo con él se brindan en mi «Introducción» al libro de este último sobre el chiste (1905c), AE, 8, págs. 4-5.]
180 (Ventana-emergente - Popup)
[En la primera publicación alemana de esta obra (1940), se incorporó en este sitio una larga nota al pie. Cf. mi «Nota introductoria»,AE, 23, pág. 135.]
181 (Ventana-emergente - Popup)
Fixierung»; la palabra es utilizada con el mismo sentido en La interpretación de los sueños (1900a), AE, 5, pág.
532. Otras veces, Freud emplea «Niederschrilt» {«trascripción»}; por ejemplo, en «Lo inconciente» (1915e), AE, 14, pág. 170, y en una carta a Fliess del 6 de diciembre de 1896 (Freud, 1950a, Carta 52), AE, 1, pág. 274. Cabe destacar que en Moisés y la religión monoteísta (1939a), obra que acababa de terminar, usó varias veces «Fixierung» para denotar el registro de una tradición. Véase, verbigracia, supra, pág. 59.]
182 (Ventana-emergente - Popup)
[Expresión utilizada a menudo por Freud desde las más tempranas épocas como equivalente de «energía psíquica». Véase mi «Apéndice» al primer trabajo sobre las neuropsicosis de defensa (1894a), AE, 3, págs. 66-7, y una nota mía a pie de página en «Sobre la sexualidad femenina» (1931b), AE, 21, págs. 243-4.]
183 (Ventana-emergente - Popup)
La analogía sería: Un suboficial ha recibido mudo una reprimenda de su jefe, tras lo cual se procura una salida a su ira en el primer soldado inocente que le sale al paso. [En esta persistencia del ello en descargar cantidades de excitación vemos una réplica exacta de lo que Freud, en su «Proyecto de psicología» de 1895 (1950a), AE, 1, pág. 340, había enunciado en términos cuasi-neuro-lógicos como el principio primordial de la actividad de las neuronas: «las neuronas procuran aliviarse de la cantidad».]
184 (Ventana-emergente - Popup)
[Cf.. Moisés y la religión monoteísta (1939a), AE, 23, pág. 117.]
185 (Ventana-emergente - Popup)
mitgebracbten Dispositionen»; véase nuestra nota en AE, 23, al pie de la página 94.}
186 (Ventana-emergente - Popup)
[Wilhelm Roux (1850-1924), uno de los fundadores de la embriología experimental]
187 (Ventana-emergente - Popup)
La castración tampoco falta en la saga de Edipo, pues la ceguera que Edipo se inflige como castigo tras descubrir su crimen es, según el testimonio de los sueños, un sustituto simbólico de aquella. No se puede desechar la conjetura de que la responsabilidad por el efecto extraordinariamente terrorífico de la amenaza sea compartida por una huella mnémica filogenética de la prehistoria de la familia humana, pues el padre celoso realmente despojaba al hijo varón de sus genitales si lo importunaba como rival con la mujer. La antiquísima costumbre de la circuncisión, otro sustituto simbólico de la castración, sólo se puede comprender como expresión del sometimiento a la voluntad del padre. (Cf. los ritos de pubertad entre los primitivos.) No se ha estudiado aún cómo se plasma este decurso, por nosotros
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descrito, en los pueblos y culturas que no sofocan la masturbación infantil.
188 (Ventana-emergente - Popup)
[Cf. «Análisis terminable e interminable» (1937c), AE, 23, pág. 254n.]
189 (Ventana-emergente - Popup)
El nombre «William Shakespeare» probablemente sea un seudónimo tras el cual se oculta un gran desconocido. Un hombre en quien se cree discernir al autor de las poesías shakespeareanas, Edward de Vere, conde de Oxford, había perdido, niño aún, a un padre amado y admirado, y renegó de su madre, que contrajo nuevo matrimonio apenas muerto su esposo. [La primera mención de este punto de vista de Freud se halla en una oración agregada por él en 1930 a La interpretación de los sueños (1900a), AE, 4, pág. 274, n. 27. Se explayó acerca del asunto en su alocución en la casa de Goethe (1930e), AE, 21, pág. 211, así como en una nota agregada en 1935 a su Presentación autobiográfica (1925d), AE, 20, págs. 59-60. Por último, volvió a hacer referencia a esto en Moisés y la religión monoteísta (1939a), supra, pág. 63n. En una carta que escribió a J. S. H. Branson el 25 de marzo de 1934 expuso una larga argumentación en favor de sus opiniones; dicha carta fue publicada en el «Apéndice A» (n? 27) del tercer volumen de la biografía de Ernest Jones (1957, págs. 487-8).]
190 (Ventana-emergente - Popup)
Si el pequeño salvaje fuera abandonado a sí mismo, conservara toda su imbecilidad ysumara a la escasa razón del niño en la cuna la violencia de las pasiones del hombre de treinta años, retorcería el cuello a su padre y se acostaría con su madre».}
[De Le neveu de Rameau. Freud ya había citado este mismo pasaje en otras dos oportunidades: en la 21ª de sus Conferencias de introducción al psicoanálisis(1916-17), AE, 16, pág. 308, y en «El dictamen de la facultad en el proceso Halsmann» (1931d), AE, 211 pág. 249.]
191 (Ventana-emergente - Popup)
[Parece haber sido Jung (1913, pág. 370) quien primero utilizó esta expresión. Freud, en «Sobre la sexualidad femenina» (1931b), AE, 21, págs. 230-1, sostuvo la inconveniencia de introducirla.]
192 (Ventana-emergente - Popup)
[Esto fue examinado con mucho más detalle en «Análisis terminable e interminable» (1937c), AE, 23, págs. 251 y sigs.]
193 (Ventana-emergente - Popup)
[El concepto, muy semejante, de «aptitud para la cultura» había sido analizado con cierta extensión en «De guerra y muerte» (1915b), AE, 14, pág, 284, y fue mencionado también en El porvenir de una, ilusión (1927c), AE, 21, pág. 38. Freud no establecía un distingo en su uso de las palabras «cultura» y «civilización».]
194 (Ventana-emergente - Popup)
[Se informa con bastante amplitud acerca de este caso en «Sobre algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y la homosexualidad» (1922b), AE, 18, págs. 220-1.]
195 (Ventana-emergente - Popup)
[Las elucidaciones sobre el fetichismo en este capítulo derivan principalmente del trabajo que Freud dedicara al tema (1927e), en donde se hallará también una temprana referencia a la escisión del yo. (Cf. mi «Nota introductoria» a ese trabajo, AE, 21, pág. 145.) Ambas cuestiones habían sido abordadas en «La escisión del yo en el proceso defensivo» (1940e), AE, 23, págs. 271 y sigs., principiado por Freud pocos meses antes de redactar el presente trabajo, y que quedó inconcluso. Consúltese también mi «Nota introductoria» a dicho artículo, AE, 23, págs. 273-4.]
196 (Ventana-emergente - Popup)
[Goethe, Fausto, parte I, escena 1. Estos versos habían sido citados en Tótem y tabú (1912-13), AE, 13, pág. 159.]
197 (Ventana-emergente - Popup)
{Téngase presente que el título admitiría esta otra versión: «El análisis finito y el análisis infinito»,}
198 (Ventana-emergente - Popup)
Análisis terminable e interminable. (1937)
«Die endliche und die unendliche Analyse»
Ediciones en alemán
1937 Int. Z. Psychoanal., 23, nº 2 , págs. 209-40.
1950 GW, 16, págs. 59-99.
1975 SA, «Ergänzungsband» {Volumen complementario}, págs. 351-92.
Traducciones en castellano
1946«Análisis terminable e interminable». RP, 4, nº 2, págs. 224-57. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1955 Igual título. SR, 21, págs. 315-51. El mismo tra ductor.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 540-72.
1975 Igual título. BN (9 vols.), 9, págs. 3339-64.
Los ocho párrafos finales de la sección VI del original alemán, y un fragmento del p árrafo inmediatamente anterior (AE, 23, págs. 244-8), se reimprimieron en el otoño de 1937 en Almanach der Psychoanalyse 1938, págs. 44-50.
Este trabajo fue escrito a comienzos de 1937 y publicado en junio de ese año. junto con el que le sigue en este volumen, «Construcciones en el análisis» (1937d), constituyen los últimos artículos estrictamente psicoanalíticos de Freud que vieron la luz durante su vida. Casi veinte años habían trascurrido desde que diera a publicidad una obra dedicada puramente a la t écnica del psicoanálisis -«Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica» (1919a)-, si bien en otros trabajos suyos se había ocupado, por supuesto, de los
problemas que esta plantea.
Su primera reseña del modo en que opera la terapia psicoanalítica se encuentra en la 27ª y la 28ª de sus
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Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17). Volvió sobre el tema, en forma mucho más sucinta., en la 34ª de las Nuevas conferencias ( 1933a), AE, 22, págs. 140-5. Los lectores de estos textos se han mostrado a veces sorprendidos por las diferencias que el presente trabajo parece tener con respecto
a aquellos. Estas aparentes divergenciasrequieren ser examinadas.
En su conjunto, el artículo deja una impresión de pesimismo en relación con la eficacia terapéutica d el psicoanálisis. Destaca de continuo sus limitaciones e insiste en las dificultades del procedimiento y los obstáculos que se l evantan en su camino. Tal es, de hecho, su tema principal. No obstante, no hay en esto nada totalmente novedoso. Freud siempre f ue muy conciente de las barreras que se oponían al éxito del análisis y estuvo dispuesto a investigarlas. Por otra parte, jamás dejó de subrayar la importancia de las aplicaciones no terapéuticas del psicoanálisis -dirección en la cual se inclinaban sus preferencias personales, sobre todo en los últimos años de su vida-. Se recordará que en esos breves párrafos sobre técnica de las Nuevas conferencias escribió: «Nunca fui un entusiasta de la terapia» (AE, 22, pág. 140). No hay, entonces, nada imprevisto en la frialdad que muestra en este artículo hacía las ambiciones terapéuticas del psicoanálisis ni en la enumeración de los escollos que enfrenta. Lo que tal vez provoca mayor sorpresa son ciertas características del examen a que somete la naturaleza y causas subyacentes
de tales escollos.
Empero, hay un aspecto en el cual las opiniones expresadas en esta obra parecen discrepar con lo anterior o aun contradecirlo: el escepticismo con que juzga la eficacia profiláctica del psicoanálisis. Duda de la posibilidad d e impedir no sólo que se produzca una neurosis nueva y diferente, sino aun que retorne una neurosis ya tratada. Este cambio se hace evidente si recordamos un pasaje de la 27ª de las Conferencias de introducción: «El hombre que en la relación con el médico ha pasado a ser normal y libre del efecto de unas mociones pulsionales reprimidas, sigue siéndolo en su vida propia, cuando el m édico se ha hecho a un lado» (AE, 16, pág. 404). Y en la 289 conferencia, al comparar los efectos de la sugestión hipnótica y del psicoanálisis, decía: «La cura analítica impone a médico y enfermo un difícil trabajo que es preciso realizar para cancelar unas resistencias internas. Mediante la superación de estas, la vida anímica del enfermo se modifica duraderamente, se eleva a un estadio más alto del desarrollo y permanece protegida frente a nuevas posibilidades de enfermar». Análogamente, al final de la 3 1ª de las Nuevas conferencias sostenía que el propósito del psicoanálisis «es fortalecer al yo, hacerlo más independiente del superyó, ensanchar su campo de percepción y ampliar su organización de manera que pueda apropiarse de nuevos fragmentos del ello. Donde Ello era, Yo debo devenir» (AE, 22, pág. 74). Todos estos pasajes parecen descansar en una misma teoría, que a su vez difiere en aspectos importantes, se diría, de la que está
implícita en la presente obra (ver nota).
Es digno de nota, en primer lugar, que los factores sobre los que hace principal hincapié son de índole fisiológica y biológica, y por consiguiente insusceptibles, en lo fundamental, de influencia psicológica; tales, por ejemplo, la relativa intensidad «constitucional» de las pulsiones (AE, 23, págs, 227 y sigs.) y la debilidad relativa del yo por p rocesos fisiológicos como la pubertad, la menopausia y la enfermedad física (AE, 23, págs. 228-9). Pero el estorbo más poderoso y el que se halla fuera de toda posibilidad de control es la pulsión de muerte, a la que dedica un largo pasaje (AE, 23, págs. 2 44 y sigs.). Freud nos sugiere aquí que ella no sólo es responsable de gran parte de la resistencia que se encuentra en el análisis (como ya lo había apuntado en escritos anteriores), sino que es en verdad la causa última del conflicto anímico (AE, 23, pág. 246). Empero, tampoco en esto hay nada revolucionario. Cierto es que Freud insiste más que lo habitual en los factores constitucionales al hablar de los impedimentos que traban el psicoanálisis, pero
siempre había reconocido su sustantividad.
Ni siquiera son nuevos los tres elementos que escoge aquí como «decisivos» para el éxito de la terapia (AE, 23, pág. 227): el pronóstico más favorable en los casos de origen «traumático» que en los de origen «constitucional», la importancia de las consideraciones «cuantitativas» y el problema de la «alteración del yo». En este tercer punto, el artículo arroja mucha luz nueva. En sus descripciones previas del proceso terapéutico, Freud siempre había adjudicado un papel esencial a una alteración en el yo que el analista debía provocar como paso previo a la cancelación de las represiones del paciente. (Véase, por ejemplo, la 28ª de las Conferencias de introducción (1916-17), AE, 16, pág. 414.) Pero poco se sabía acerca de la índole de esa alteración y la manera como podía efectuársela. Sus recientes progresos en el análisis del yo permitieron a Freud ahondar en esta indagación. Ahora concebía más bien la alteración terapéutica del yo como la cancelación de alteraciones ya existentes por obra del proceso defensivo. Y merece señalarse que el hecho de que los procesos defensivos produzcan alteraciones del yo había sido mencionado por Freud en fecha muy temprana. El concepto aparece en su examen de los delirios en «Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa» (1896b), AE, 3, pág. 184, así como en varios pasajes de su Manuscrito K, del 1° de enero de 1896 (1950a), AE, 1, págs. 260, 262 y 267. A partir de entonces, es como si la idea se hubiera mantenido en estado latente; el nexo entre las contrainvestiduras, la formación reactiva y las alteraciones del yo sólo se postula expresamente por primera vez en Inhibición, síntoma y angustia (1926d), AE, 20, págs. 147-9 y 153. Resurge en las Nuevas conferencias (1933a), AE, 22, págs. 83-4, y, luego del prolongado examen del tema en el presente artículo, en Moisés y la religión monoteísta (1939a),
AE, 23, pág. 74, y en el Esquema del psicoanálisis (1940a), AE, 23, págs. 179-80.
Creemos que este mayor escepticismo de Freud se basa en su convicción de que es imposible abordar un conflicto que no sea «actual», y en las graves objeciones que se levantan contra la conversión de un conflicto «latente» en uno «actual». Esta postura implicaría una diversa concepción n o sólo del proceso terapéutico sino, en términos más generales, del acaecer psíquico. Freud parece considerar aquí al conflicto «actual» como si estuviera aislado en un compartimiento estanco, por así decir. Aunque se ayude al yo a enfrentar este conflicto, no por ello se habrá afectado su capacidad para vérselas con otro. De igual manera, parece concebir aisladas las mociones pulsionales: el haber reducido su esfuerzo en el conflicto actual no esclarece su comportamiento futuro. Por el contrario, de sus ideas anteriores podía inferirse que el proceso analítico es capaz de alterar al yo de un modo más general, persistiendo esa alteración al término del análisis, y que las mociones pulsionales extraían su fuerza de un reservorio indiferenciado de energía. Así, en la medida en que el análisis hubiera tenido éxito, toda nueva incursión de las mociones pulsionales se habría visto reducida en su fuerza por aquel, que habría vuelto más idóneo al yo para enfrentarlas. No existiría, entonces, una segregación absoluta del conflicto «actual» respecto de los «latentes», y la eficacia profiláctica de un análisis (así como su resultado inmediato) dependería de consideraciones cuantitativas -vinculadas al relativo aumento que él hubiera generado en la robustez del yo
y su relativo rebajamiento de la intensidad de las pulsiones-.
Más o menos un año después del presente artículo, en el Esquema del psicoanálisis (1940a), la exposición que hizo Freud de los efectos terapéuticos del análisis fue en general muy similar; empero, sobre el particular problema que estamos tratando retornó, quizás, a su opinión anterior. Verbigracia, luego de comentar allí «el tiempo y la pena» que lleva el vencimiento de las resistencias, agregaba que eso es recompensado, «pues produce una ventajosa alteración del yo, que se conserva independientemente del resultado de la trasferencia y se afirma en la vida» (AE, 23, pág. 179). Esto sugeriría una alteración de
carácter general.
Es interesante notar que desde los albores de su vida profesional inquietaron a Freud problemas muy semejantes a estos, que por lo tanto estuvieron presentes, puede decirse, en la íntegra extensión de sus estudios analíticos. He aquí el fragmento de una carta que escribió a Wilhelm Fliess el 16 de abril de 1900 (Freud, 1950a, C arta 133) y que versa sobre uno de sus pacientes, el señor E., quien había estado en tratamiento con él probablemente desde 1895 (lo estuvo con certeza desde 1897) y a los altibajos de cuyo
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caso hay repetidas referencias en el epistolario: «E. concluyó, por fin, su carrera como paciente mío con una invitación a cenar en mi casa. Su enigma está casi totalmente resuelto; se siente perfectamente bien y su manera de ser ha cambiado por completo; de los síntomas subsiste todavía un resto. Comienzo a comprender q ue el carácter en apariencia interminable {Endlosigkeit} de la cura es algo acorde a ley y depende de la trasferencia. Espero que ese resto no menoscabe el éxito práctico. En mis manos estaba continuar la cura, pero vislumbré que ese es un compromiso entre salud y enfermedad, compromiso que los propios enfermos desean, y por eso mismo el médico no debe entrar en él. La conclusión a sintótica de la cura a mí me resulta en esencia indiferente; decepciona más bien a los profanos. En todo caso, mantendré
un ojo vigilante sobre este hombre ... ».
James Strachey
199 (Ventana-emergente - Popup)
[Esto fue escrito poco tiempo después de la gran crisis financiera en Estados Unidos. En Inhibición, síntoma y angustia (1926d), Freud había hecho una ponderada crítica de la teoría de Rank; véase, en particular, AE, 20, págs. 128-9 y 141-3.]
200 (Ventana-emergente - Popup)
Véase mi escrito «De lahistoria de una neurosis infantil» (1918b), publicado con anuencia del paciente. La posterior afección de este joven no se expone allí con detalle; sólo se la roza donde lo exige perentoriamente la conexión con la neurosis de la infancia.
201 (Ventana-emergente - Popup)
[Cf. AE, 17, págs. 12-3.]
202 (Ventana-emergente - Popup)
[En realidad, su informe había aparecido en inglés varios años atrás (Brunswick, 1928a). El curso posterior del caso puede seguirse en la nota al pie que agregué al final del historial (AE, 17, pág. 111). En fecha reciente aparecieron varios capítulos autobiográficos del paciente editados por Muriel Gardiner (1971).]
203 (Ventana-emergente - Popup)
[El concepto de «alteración del yo» es examinado extensamente, especialmente en la sección V. Cf. también mi «Nota introductoria»,AE, 23, pág. 215.]
204 (Ventana-emergente - Popup)
[Según Ernest Jones, alude aquí aFerenczi, quien fue analizado por Freud durante tres semanas en octubre de 1914 y por otras tres (a razón de dos sesiones diarias) en junio de 1916. Cf. Jones, 1957, pág. 158, y 1955, págs. 195 y 213. Véase también la nota necrológica que escribió Freud (1933c) en ocasión de la muerte de Ferenczi (AE, 22, pág. 227).]
205 (Ventana-emergente - Popup)
Bändigung».Freud utilizó estapalabra, entre otros lugares, en «El problema económico del masoquismo» (1924c), AE, 19, pág. 170; allí lo hizo para enunciar que la mezcla de la libido con la pulsión de muerte torna inocua a esta última. Mucho antes, en el «Proyecto de psicología» de 1895 (Freud, 1950a), AE, 1, pág, 430, la había empleado para designar el proceso por el cual los recuerdos penosos, a raíz de la intervención del yo, dejan de portar afecto.]
206 (Ventana-emergente - Popup)
[Goethe, Fausto, parte I, escena 6.]
207 (Ventana-emergente - Popup)
Rectifico por prurito de exactitud: para un cierto campo de esta relación.
208 (Ventana-emergente - Popup)
Sirva esto para justificar el valor etiológico de factores tan inespecíficos como el exceso de trabajo, el efecto de «choques», etc., que gozaron siempre de universal reconocimiento y que justamente el psicoanálisis debió empujar a un segundo plano. Es que lasalud sólo se puede describir en términos metapsicológicos, por referencia a unas proporciones de fuerzas entre las instancias del aparato anímico por nosotros discernidas, o, si se prefiere, inferidas, conjeturadas. [Desde los primeros tiempos, Freud menospreció la importancia etiológica que tienen para las neurosis factores tales como el exceso de trabajo; véase el Manuscrito A(que probablemente date de 1892) en la correspondencia con Fliess (Freud, 1950a), AE, 1, pág. 216.]
209 (Ventana-emergente - Popup)
[Esta misma argumentación fue desarrollada con particular claridad, y con un lenguaje menos técnico, en ¿Pueden los legos ejercer el análisis? (1926e), AE, 20, págs. 226-7.]
210 (Ventana-emergente - Popup)
[Cf. «La represión» (1915d), AE, 14, pág. 143, donde el término empleado (como en otras obras de Freud en ese período) es, empero, «Nachdrängen» {«esfuerzo de dar caza»}.]
211 (Ventana-emergente - Popup)
[Esta misma observación de Nestroy había sido citada en ¿Pueden los legos ejercer el análisis? (1926e), AE, 20, pág. 181.]
212 (Ventana-emergente - Popup)
[Cf. «Puntualizaciones sobre el amor de trasferencia» (1915a), AE, 12, pág. 168, y «Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica» (1919a), AE, 17, págs. 158 y sigs.]
213 (Ventana-emergente - Popup)
[Compárense estas reflexiones con las más espontáneas contenidas en un trabajo anterior, «El esclarecimiento sexual del niño» (1907c).]
214 (Ventana-emergente - Popup)
[Referencia indirecta al superyó.]
215 (Ventana-emergente - Popup)
[Goethe, Fausto, parteI, escena 4.]
216 (Ventana-emergente - Popup)
[Cf. «Construcciones en el análisis» (1937d), AE, 23, pág. 255.]
217 (Ventana-emergente - Popup)
[Véase una nota mía a pie de página en Moisés y la religión monoteísta (1939a), AE, 23, págs. 98-9.]
218 (Ventana-emergente - Popup)
[Esta frase aparece en la 22ª de las Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17), AE, 16, pág. 317. Esta característica y la más generalizada «inercia psíquica» que a continuación se examina no siempre son tratadas por separado en los escritos previos de Freud. Doy una lista de pasajes en que se tocan estos temas en «Un caso de paranoia que contradice la teoría psicoanalítica» (1915f), AE, 14, pág. 272n.]
219 (Ventana-emergente - Popup)
[Cf. el «Apéndice A» de Inhibición, síntoma y angustia (1926d), AE, 20, pág, 150.]
220 (Ventana-emergente - Popup)
[Al mismo símil se acude en un pasaje del historial clínico del «Hombre de los Lobos» (1918b), donde se considera este mismo rasgo psicológico (AE, 17, págs. 105-6).]
221 (Ventana-emergente - Popup)
[Era esta una de las frases favoritas de Freud. Se la hallará, verbigracia, en el primer párrafo de La interpretación de
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los sueños (1900a), AE, 4, pág. 29. Tal predilección refleja su fidelidad a una «intuición básica dualista», como lallama en El yo y el ello (1923b), AE, 19, pág. 47. Cf, también AE, 23, págs. 247-8.]
222 (Ventana-emergente - Popup)
[Se hallarán algunas puntualizaciones sobre esto en «Josef Popper-Lynkeus y la teoría del sueño» (1923f), AE, 19, págs. 281 y 283n.]
223 (Ventana-emergente - Popup)
{Llamada Agrigento en la época moderna.}
224 (Ventana-emergente - Popup)
Para lo que sigue me he basado en una obra de Wilhelm Capelle (1935).
225 (Ventana-emergente - Popup)
[Tomado, con modificaciones, del primer parlamento de Fausto en la obra de Goethe (parte I, escena I). {El párrafo reza así: « ... me entregué a la magia pensando si, por fuerza del espíritu o por su misma boca, algún secreto me fuera revelado».}]
226 (Ventana-emergente - Popup)
Capelle, 1935, pág, 186.
227 (Ventana-emergente - Popup)
[Freud volvió a mencionar a Empédocles en una nota del Esquema del psicoanálisis (1940a), AE, 23, pág. 147, n. 2. Hizo algunas otras consideraciones sobre la pulsión de destrucción en una carta escrita poco después de este trabajo a la princesa Marie Bonaparte, de la cual reproduzco un fragmento en mi «Introducción» aEl malestar en la cultura (1930a), AE, 21, pág. 63.]
228 (Ventana-emergente - Popup)
[En el Congreso Psicoanalítico de Innsbruck; fue publicada al año siguiente.]
229 (Ventana-emergente - Popup)
[Hay un párrafo similar en el «Prólogo» a un libro de Aichhorn (Freud, 19251), AE, 19, pág, 249.]
230 (Ventana-emergente - Popup)
Anatole France, La révolte des anges.
231 (Ventana-emergente - Popup)
{«porque las cosas anduvieron bien».}
232 (Ventana-emergente - Popup)
[Cf, Adler, 1910.]
233 (Ventana-emergente - Popup)
[Véase, por ejemplo, «Sobre la sexualidad femenina» (1931b), AE, 21, págs. 231-2.]
234 (Ventana-emergente - Popup)
«"Pegan a un niño"» (1919e) [AE, 17, págs. 196 y sigs. En verdad, a Fliess no se lo menciona por su nombre en ese trabajo.]
235 (Ventana-emergente - Popup)
«... todo paciente masculino tiene que alcanzar un sentimiento de ecuanimidad con el médico, como signo de que ha superado la angustia de castración; y todas las enfermas mujeres, para que su neurosis pueda considerarse íntegramente tramitada, tienen que liquidar su complejo de masculinidad y aceptar sin resentimiento las consecuencias del papel femenino». (Ferenczi, 1928, pág. 8.)
236 (Ventana-emergente - Popup)
La designación «protesta masculina» no debe inducir al error de suponer que la desautorización del varón recaiga sobre la actitud pasiva, sobre el aspecto por así decir social de la feminidad. Lo contradice la observación, fácil de corroborar, de que tales hombres suelen exhibir una conducta masoquista hacía la mujer, una lisa y llana servidumbre. El hombre sólo se defiende de la pasividad frente al hombre, no de la pasividad en general. En otras palabras: la «protesta masculina» no es de hecho otra cosa que una angustia de castración. [A la «servidumbre sexual» del hombre ya había aludido Freud en «El tabú de la virginidad» (1918a), AE, 11, pág. 190.]
237 (Ventana-emergente - Popup)
Construcciones en el análisis. (1937)
«Konstruktionen in der Analyse»
Ediciones en alemán
1937 Int. Z. Psychoanal., 23, nº 4, págs. 459-69.
1950 GW , 16, págs. 43-56.
1975 SA, «Ergänzungsband» {Volumen complementario}, págs. 393-406.
Traducciones en castellano
1951 «Construcciones en el análisis». RP, 8, n° 1, págs. 65-73. Traducción de Edgardo Blum.
1955Igual título. SR, 21, págs. 353-66. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1968 «Construcciones en psicoanálisis». BN (3 vols.), 3, págs. 573-83. Traducción de Ramón Rey-Ardid.
1975 Igual título. BN (9 vols.), 9, págs. 3365-73. El mismo traductor.
El presente trabajo se publicó por primera vez en diciembre de 1937.
Aunque en las obras sobre técnica analítica las construcciones recibieron mucho menos atención que las interpretaciones, como el propio Freud lo destaca, sus escritos contienen muchas referencias a aquellas. Hay dos o tres extensos ejemplos en sus historiales clínicos del «Hombre de las Ratas» (1909d), AE, 10, págs. 144-5 y 161, y del «Hombre de los Lobos» (1918b); este último caso gira en su totalidad en torno de una construcción, pero el problema es tratado específicamente en la sección V (AE, 17, págs. 48 y sigs.). Por último, las construcciones cumplieron gran papel en «Sobre la psicogénesis de un caso de
homosexualidad f emenina» (1920a), como se pone de manifiesto en la sección I (AE, 18, pág. 146).
98
La escisión del yo en el proceso defensivo. (1940 [1938])
El artículo finaliza con el examen de una cuestión que interesaba mucho a Freud en esta época: el distingo
«Die Ichspaltung im Abwehrvorgang»
entre lo que llamó la «verdad histórica» y la «verdad material».
James Strachey
238 (Ventana-emergente - Popup)
{«Si es cara yo gano, si es ceca tú pierdes».}
239 (Ventana-emergente - Popup)
[Se retorna aquí lo discutido en «La negación» (1925h), AE, 19, págs. 253-4 y 256-7, así como en un pasaje del historial clínico de «Dora» (1905e), AE, 7, pág. 51, y en una nota agregada a dicho pasaje en 1923; véase, también, el historial del «Hombre de las Ratas» (1909d), AE, 10, pág. 145, n. 20.]
240 (Ventana-emergente - Popup)
[Se da un ejemplo de construcción incorrecta en el historial del «Hombre de los Lobos» (1918b), AE, 17, pág. 19.]
241 (Ventana-emergente - Popup)
[Cf. «Observaciones sobre la teoría y la práctica de la interpretación de los sueños» (1923c), AE, 19, pág, 117.]
242 (Ventana-emergente - Popup)
[Frases casi idénticas se consignan al final de «La negación» (1925b), AE, 19, pág. 257.]
243 (Ventana-emergente - Popup)
[Cf. Psicopatología de la vida cotidiana (1901b), AE, 6, pág. 95. En el lenguaje vulgar alemán, la «g» se pronuncia a menudo, igual que la «j», como «i».]
244 (Ventana-emergente - Popup)
[Cf. El yo y el ello (1923b), AE, 19, pág. 50.]
245 (Ventana-emergente - Popup)
[En su comediaDer Zerrissene.]
246 (Ventana-emergente - Popup)
[El fenómeno aquí descrito parece remontarse a observaciones hechas por Freud en conexión con su Psicopatología de la vida cotidiana (1901b). Véase allí una larga nota a pie de página (AE, 6, pág. 20). El presente pasaje puede incluso aludir a un episodio narrado en esa obra (ibid., págs. 258-9). Véanse, asimismo, los siguientes trabajos anteriores: «Sobre el mecanismo psíquico de la desmemoria» (1898b), AE, 3, págs. 282-3 y n. 5, y 288, y «Sobre los recuerdos encubridores» (1899a), ibid., págs. 305-6. En todos estos pasajes, Freud emplea la misma palabra: «überdeuttich» {«hipernítido»},]
247 (Ventana-emergente - Popup)
{Alusión a Hamlet, acto II, escena 2.}
248 (Ventana-emergente - Popup)
[Véase la «Comunicación preliminar» escrita en colaboración con Breuer (Freud, 1893a), AE, 2, pág. 33.]
249 (Ventana-emergente - Popup)
[El tema de estos últimos párrafos, la verdad «histórica», ocupaba mucho el pensamiento de Freud en este período, y lo aquí expuesto es su primer examen extenso de ese tema. Se hallará una lista completa de referencias en una nota de la sección de Moisés y la religión monoteísta (1939a), en que se trata dicha cuestión (cf.AE, 23, págs. 125-6).]
250 (Ventana-emergente - Popup)
Ediciones en alemán
1940 Int. Z. Psychoanal.-Imago, 25, nº 3-4, págs. 241-4.
1941 GW, 17, págs. 59-62.
1975 SA, 3, págs. 389-94.
Traducciones en castellano
1951 «La escisión del yo en el mecanismo de defensa». RP, 8, nº 1, págs. 62-4. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1955 «La escisión del yo en el proceso defensivo». SR, 21, págs. 61-6. El mismo traductor.
1968 «Escisión del "yo" en el proceso de defensa». BN (3 vols.), 3, págs. 589-91. Traducción de Ramón Rey-Ardid.
1975 Igual título. BN (9 vols.), 9, págs. 3375-7. El mismo traductor.
El manuscrito de este importante trabajo inconcluso, que se publicó en forma póstuma, está fechado el 2 de e nero de 1938, y según Ernest Jones (1957, pág. 255) fue escrito «en la Navidad de 1937».
En este artículo se profundiza en la i ndagación del yo y su comportamiento en circunstancias difíciles. Se entrelazan en él dos temas que en los últimos tiempos venían ocupando a Freud: la noción de «desmentida» («Verleugnung») y la idea de que ella da por resultado una «escisión» del yo. La «desmentida» fue habitualmente considerada por Freud, como en este caso, en conexión con el complejo de castración. Aparece, por ejemplo, en «La organización genital infantil» (1923e), AE, 19, pág. 147, donde en una nota al pie doy otras referencias respecto de los lugares en que se ha de hallar el término. Uno de ellos es el breve estudio del «Fetichismo» (1927e), AE, 21, págs. 150-1, del cual el pre-sente trabajo puede considerarse una continuación, ya que en aquel se hacía hincapié en la escisión del yo c on poste-rioridad a
la desmentida. (Esto ya había sido insinuado en «Neurosis y psicosis» (1924b), AE, 19, págs. 158-9.)
Aunque, por algún inexplicado motivo, Freud dejó este trabajo inconcluso, retomó el tema poco después, en
99
las últimas páginas de Esquema del psicoanálisis (1940a), AE, 23, págs. 203-6. Allí, no obstante, aplica la idea de la escisión del yo no sólo a los casos del fetichismo y las psicosis sino a las neurosis en general. Hay así un enlace con el problema, más amplio, de la «alteración del yo» invariablemente producida por los procesos defensivos. De este problema se había ocupado Freud en fecha reciente, en «Análisis terminable e interminable» (1937c), en especial en la sección V, pero se remonta a las primeras épocas: lo encontramos en e l segundo trabajo sobre las neuropsicosis de defensa (1896b), AE, 3, pág. 184, y, antes
aun, en el Manuscrito K de la correspondencia con Fliess (Freud, 1950a), AE, 1, págs. 260-1 y 267.
James Strachey
251 (Ventana-emergente - Popup)
[Cf. la 31ª de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a), AE, 22, pág. 71, donde en una nota doy otras referencias.]
252 (Ventana-emergente - Popup)
Algunas lecciones elementales sobre psicoanálisis. (1940 [1938])
«Some Elementary Lessons in Psycho-Analysis»
Ediciones en alemán
1940 Int. Z. Psychoanal.-Imago, 25, nº 1, págs. 21-2 (Parcial.)
1941 GW, 17, págs. 141-7. (Completo.)
Traducciones en castellano
1951 «Algunas lecciones elementales sobre psicoanálisis». RP, 8, nº 1, págs. 55-9. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1955 Igual título. SR, 21, págs. 127-34. El mismo tra ductor.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 441-6. Traducción de Ramón Rey-Ardid.
1975 Igual título. BN (9 vols.), 9, págs. 3419-23. El mismo traductor.
Partes aisladas de este trabajo se publicaron originalmente como nota al pie de la primera edición en alemán de Esquema del psicoanálisis (1940a) y como apéndice a la primera traducción inglesa de esa obra (International Journal of Psychoanalysis, 21, nº 1, págs. 83-4).
El título del manuscrito se halla en inglés. Fue redactado en Londres y lleva como fecha el 20 de octubre de 1938. Posee un carácter fragmentario, como el Esquema interrumpido a comienzos de setiembre -si bien luego de un desarrollo más extenso y sustantivo-, no siendo este sino un nuevo enfoque de la misma cuestión. Se hallarán otras consideraciones sobre e stos dos trabajos en mi «Nota introductoria» al Esquema, AE, 23, págs. 135-6.
James Strachey
253 (Ventana-emergente - Popup)
[En la única edición alemana que contiene el presente pasaje, esta palabra, «Voraussetzungen», ha sido inexplicablemente cambiada por «Moralbesetzungen»,«investiduras morales».]
254 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. Psicopatología de la vida cotidiana [(1901b), AE, 6, págs. 62-3].
255 (Ventana-emergente - Popup)
Presencié este experimento de Bernheim en Nancy en 1889. Puedo prescindir hoy de la duda acerca del carácter genuino de tales fenómenos hipnóticos. [Freud narra con más detalle su visita a Nancy en el primer capítulo de su Presentación autobiográfica (1925d), AB, 20, pág, 17.]
256 (Ventana-emergente - Popup)
[1851-1914. Profesor de filosofía en Munich. Se hallarán algunas acotaciones acerca de la relación de Freud con los escritos de Lipps en mi «Introducción» al libro sobre el chiste (1905c), AE, 8, págs. 4-5.]
257 (Ventana-emergente - Popup)
Comentario sobre el antisemitism o. (1938)
«Ein Wort zum Antisemitismus»
Edición en alemán
1938 Die Zukunft: ein neues Deutschland ein neues Europa, nº 7 , 25 de noviembre, pág. 2.
Traducciones en castellano
1968 «Un comentario sobre el antisemitismo». BN (3 vols.), 3, págs. 1007-8. Traducción de Ramón
100
Rey-Ardid.
1975 Igual título. BN (9 vols.), 9, págs. 3424-5. El mismo traductor.
Algunos pormenores sobre la revista en que apareció este artículo han sido proporcionados por Arthur Koestler (1954, págs, 406 y sigs.), su director a la sazón. Publicada en París, la describe como «un semanario de emigrados alemanes». Comenzó a aparecer en el otoño de 1938 y dejó de hacerlo unos dieciocho meses después. Koestler se hizo cargo de ella durante los primeros meses. El artículo de Freud salió en un número «anglo-germano» bilingüe; Koestler relata que acudió a Londres para persuadir a Freud de que enviara su colaboración. En la actualidad esta revista es difícil de conseguir, y estamos sumamente agradecidos al doctor K. R. Eissler, de los Archivos Sigmund Freud, por habernos suministrado copias fotostáticas del manuscrito original, del artículo impreso y de una muy libre traducción contemporánea
anónima al idioma inglés (ver nota).
Como se verá, el artículo consiste casi enteramente en una cita de una fuente de la cual Freud declara no guardar memoria. Se ha sugerido, con cierta verosimilitud, que la cita pertenece en realidad al propio Freud, quien escogió esa manera indirecta para expresar puntos de vista que no le eran muy gratos. En todo caso, hay un gran parentesco entre mucho de lo que aquí se sostiene y opiniones manifestadas por Freud en otros sitios, particularmente en Moisés y la religión monoteísta (1939a), que acababa de terminar. (Véase, por ejemplo, AE, 23, págs. 86-8 y 102-3.) Y el argumento, expuesto aquí tan notoriamente, de que las protestas contra la persecución a los judíos debían ser elevadas por personas que no fueran judías aparece, asimismo, en la carta que Freud dirigió a Time and Tide (1938c), publicada un d ía después que este artículo
(cf AE, 23, págs. 303-4).
James Strachey
258 (Ventana-emergente - Popup)
[«Lou Andreas-Salomé». Ediciones en alemán: 1937:Int. Z. Psychoanal., 23, nº 1, pág. 5; 1950: GW, 16, pág. 270. {Traducciones en castellano (cf. la «Advertencia sobre la edición en castellano»): 1955: «En memoria de Lou Andreas-Salomé», SR, 20, págs. 222-3, trad. de L. Rosenthal; 1968: Igual título, BN (3 vols.), 3, págs. 338-9; 1975: Igual
título,BN (9 vols.), 9, pág. 3338.)
Lou Andreas-Salomé nació en San Petersburgo en 1861. Su esposo, Friedrich Carl Andreas (1846-1930), era profesor de lenguas orientales en Gotinga. Contrajeron matrimonio en 1887. El volumen de la correspondencia de Freud (1960a) editado por su hijo Ernst contiene algunas cartas dirigidas a ella. Véase también en el libro preparado por Ernst Pfeifer (Freud, 1966a) la muy completa edición de las cartas que ambos intercambiaron.]
259 (Ventana-emergente - Popup)
[Estos breves párrafos, desconectados entre sí, se publicaron en alemán al final del volumen de obras póstumas que vio la luz en 1941 (GW, 17, págs. 149-52) con el título «Ergebnisse, Ideen, Probleme: London, Juni 1938». Salvo la fecha, el resto del título fue puesto por Freud. El manuscrito de estas anotaciones, junto con otras dos omitidas en la edición alemana, ocupa las dos carillas de una sola hoja de papel. {Traducciones en castellano (cf. la «Advertencia sobre la edición en castellano»): 1951: «Conclusiones, ideas, problemas»,RP, 8, nº 1, págs. 60-1, trad. de I.. Rosenthal; 1955: Igual título, SR, 21, págs. 135-8, el mismo traductor; 1968: «Hallazgos, ideas, problemas»,BN (3
vols.), 3, págs. 339-40, trad. de R. Rey-Ardid; 1968: «Construcciones, ideas, problemas»,BN (3 vols.), 3, págs. 446-7; 1975: Igual título, BN (9 vols.), 9, págs. 3431-2.}]
260 (Ventana-emergente - Popup)
{«esperando siempre algo que nunca vino».}
261 (Ventana-emergente - Popup)
[Esta carta, escrita por Freud en inglés, responde a una solicitud de la directora de Time and Tide (Lady Rhondda), quien le pidió una colaboración para un número especial dedicado al antisemitismo. Fue publicada en el periódico el 26 de noviembre de 1938 (pág. 1649) con el título «A Letter from Freud» {«Una carta de Freud»}. Ernst Freud la incluyó en su recopilación de las cartas de su padre (Freud, 1960a). {Traducciones en castellano (cf. la «Advertencia sobre la edición en castellano»): 1968: «Antisemitismo en Inglaterra», BN (3 vols.), 3, pág. 341, trad. de R. Rey-Ardid; 1975: Igual título, BN (9 vols.), 9, pág. 3426, el mismo traductor.}]
262 (Ventana-emergente - Popup)
El ruido es para el fatuo,
la queja es para el tonto;
el hombre honesto engañado
se va sin decir palabra».}
[De la obra de Jean Sauvé de la Noue (1701-1761) titulada La coquette corrigée, acto I, escena 3.]