(ver nota)(208)
A la redacción:
70
En un artículo publicado en ese periódico el 15 de julio, que se ocupa del caso de mi discípulo,
el doctor Theodor Reik -más precisamente, en una sección que lleva por título «Informaciones
de círculos de psicoanalistas »- hay un pasaje al que querría aportar algunas rectificaciones.
Allí se dice: « ... durante los últimos años se convenció de que el doctor Reik, quien se ha
labrado fama por sus trabajos filosóficos y psicológicos, poseía un talento mucho mayor para el
análisis que los médicos que adhieren a la escuela freudiana; por eso, sólo le confía a él y a su
propia hija Anna -que demostró estar dotada de una manera muy especial para la ardua técnica
del psicoanálisis- los casos más difíciles».
Creo que el propio doctor Reik sería el primero en desautorizar semejante motivación de
nuestros vínculos. Empero, es cierto que recurro a su idoneidad en casos particularmente
difíciles, pero sólo en aquellos cuyos síntomas se sitúan en una esfera muy distante de la
corporal. Nunca omití decir a los pacientes que él no es médico, sino psicólogo.
Mi hija Anna se ha consagrado al análisis pedagógico de niños y jóvenes. Hasta ahora nunca le
he remitido un caso de neurosis grave en un adulto. El único caso con síntomas graves, que
rozaban lo psiquiátrico, tratado por ella hasta hoy recompensó con un éxito completo al médico.
que se lo confió.
Aprovecho esta oportunidad para comunicar que acabo de dar a la estampa un breve escrito
sobre el problema del. ejercicio del análisis por los legos. En él intento mostrar qué es un
psicoanálisis y cuáles son los requerimientos que plantea al analista, elucido las complejas
relaciones entre psicoanálisis y medicina, y de esa exposición deduzco los graves reparos que
se oponen a una aplicación mecánica de los artículos de la ley [austríaca] sobre el
curanderismo al caso del analista instruido.
Puesto que he abandonado mi práctica en Viena y he limitado mi actividad al tratamiento de un
número muy pequeño de extranjeros, espero que este anunció no me atraiga ninguna
acusación por propaganda ilícita, contraría al gremio médico.
«Psycho.Analysis»
Nota introductoria(209)
Puesto que el psicoanálisis no fue mencionado en la decimoprimera edición de la
Encyclopaedia Britannica, es imposible limitarse aquí a exponer sus progresos desde 1910. El
tramo de su historia que presenta mayor interés e importancia se sitúa en el período anterior.
(ver nota)(210)
Prehistoria
Entre 1880 y 1882, el médico de Viena doctor Josef Breuer (1842-1925) ideó un nuevo
procedimiento para liberar de sus variados síntomas a una muchacha enferma de histeria
grave. Vislumbró que podían tener algún nexo con las impresiones recibidas en una época plena
de emotividad a causa del cuidado de su padre enfermo. Breuer siguió, pues, esa vislumbre, y
movió a la paciente, en estado de sonambulismo hipnótico, a buscar en su recuerdo aquellos
nexos y a revivir las escenas «patógenas» en medio de un desinhibido desarrollo de afectos.
Toda vez que ella lo hacía, el síntoma desaparecía de manera permanente. Por ese tiempo no
se habían publicado aún los trabajos de Charcot y de Pierre Janet acerca de la génesis de los
síntomas histéricos. Los hallazgos de Breuer fueron por entero independientes de esas
incitaciones. Pero no siguió adelante con su descubrimiento; sólo un decenio después lo retomó
con la colaboración de Sigmund Freud. En 1895, ambos autores publicaron un libro, Estudios
sobre la histeria, que exponía los hallazgos de Breuer y procuraba explicarlos mediante la teoría
de la catarsis. Adoptaba la hipótesis de que el síntoma histérico nacía porque la energía de un
proceso anímico era apartada de su procesamiento conciente y guiada a la inervación corporal
(conversión). El síntoma histérico sería entonces un sustituto de un acto anímico interceptado y
una reminiscencia de su ocasionamiento. La curación -sostenían- se producía mediante la
liberación del afecto mal guiado y su descarga por vías normales (abreacción). El tratamiento
catártico proporcionaba notables resultados terapéuticos, pero no eran duraderos ni
71
independientes del vínculo personal del enfermo con el médico. Freud, quien más tarde
prosiguió solo con estas indagaciones, modificó su técnica empleando el método de la
asociación libre en lugar de la hipnosis. Creó el nombre de psicoanálisis, que en el curso del
tiempo cobró dos significados. Hoy designa: I) un método particular para el tratamiento de las
neurosis, y 2) la ciencia de los procesos anímicos inconcientes, que con todo acierto es
denominada también «psicología de lo profundo».
Contenido del psicoanálisis
El psicoanálisis gana cada vez más partidarios como procedimiento terapéutico porque
consigue en favor de los enfermos(211) más que cualquier otro método de tratamiento. Su
campo de aplicación son las neurosis leves -histeria, fobias y estados obsesivos-; además,
deformaciones del carácter, inhibiciones y anormalidades sexuales, donde obtiene
considerables mejorías y hasta curaciones. Su influjo sobre la dementia praecox y la paranoia
es dudoso; en circunstancias favorables puede dominar también depresiones graves. En todos
los casos plantea grandes exigencias tanto al médico como a los enfermos; a aquel le requiere
haber adquirido una formación particular y ahondar en cada enfermo durante mucho tiempo, y a
estos, considerables sacrificios materiales y psíquicos; pero en la mayoría de los casos
recompensa todos esos empeños. Por cierto, el psicoanálisis no es una cómoda panacea para
el sufrimiento psíquico («cito, tuto, iucunde(212)»); al contrario, sólo su aplicación permitió
esclarecer las dificultades y los límites con que tropieza la terapia en esas afecciones. Por el
momento, sólo en Berlín y Viena existen instituciones privadas que hacen accesible el
tratamiento analítico para la población trabajadora, carente de recursos. (ver nota)(213) El influjo
terapéutico del psicoanálisis descansa en la sustitución de actos anímicos inconcientes por
otros concientes, y no tiene más alcance que el que ello implica. Esa sustitución se promueve
venciendo resistencias internas en la vida anímica del enfermo. El futuro juzgará,
probablemente, que el valor del psicoanálisis corno ciencia de lo inconciente supera en mucho a
su valor terapéutico.
El psicoanálisis como psicología de lo profundo considera la vida anímica desde tres puntos de
vista: el dinámico, el económico y el tópico. Bajo el primer aspecto, reconduce todos los
procesos psíquicos -prescindiendo de la recepción de estímulos externos- al juego de unas
fuerzas que se promueven o inhiben unas a otras, se conectan entre sí, entran en
compromisos, etc. Todas esas fuerzas poseen originariamente la naturaleza de las pulsiones,
vale decir, son de origen orgánico, se destacan por una grandios a capacidad somática
(compulsión de repetición) y hallan su subrogación psíquica en representaciones investidas
afectivamente. La doctrina de las pulsiones es para el psicoanálisis, sin duda, un ámbito oscuro.
El análisis de las observaciones lleva a establecer dos grupos de pulsiones: el de las llamadas
pulsiones yoicas, cuya meta es la autoconservación, y el de las pulsiones de objeto, que tienen
por contenido el vínculo con el objeto. En cuanto a las pulsiones sociales, no se les reconoce
carácter elemental e inderivable. La especulación teórica permite conjeturar la existencia de dos
pulsiones básicas que se ocultan tras las pulsiones yoicas y de objeto, manifiestas: el Eros, que
quiere alcanzar una unión cada vez más comprensiva, y la pulsión de destrucción, que lleva a la
disolución del ser vivo. La exteriorización de fuerza del Eros es llamada libido en el
psicoanálisis.
La consideración económica supone que las subrogaciones psíquicas de las pulsiones están
investidas con determinadas cantidades de energía (cathexis(214)) y que el aparato psíquico
tiene la tendencia a prevenir una estasis de esas energías y a mantener lo más baja posible la
suma total de las excitaciones que gravitan {belasten} sobre él. El decurso de los procesos
anímicos es regulado automáticamente por el principio de placer-displacer, relacionándose de
algún modo el displacer con un aumento de la excitación, y el placer con un aminoramiento de
ella. En el curso del desarrollo, el principio originario de placer experimenta una modificación en
virtud del miramiento por el mundo exterior (principio de realidad); así, el aparato psíquico
aprende a posponer satisfacciones placenteras y a tolerar provisionalmente sensaciones
displacenteras.
La consideración tópica concibe al aparato anímico como un instrumento compuesto y busca
establecer en él los lugares donde se consuman los diferentes procesos anímicos. De acuerdo
con nuestras actuales intelecciones, el aparato anímico se articula en un ello, portador de las
mociones pulsionales; un yo, que constituye el sector más superficial del ello, modificado por el
influjo del mundo exterior, y un superyó, que, proveniente del ello, gobierna al yo y subroga las
inhibiciones pulsionales características de los seres humanos. También la cualidad de la
conciencia posee su referencia tópica; los procesos que tienen lugar en el ello son totalmente
inconcientes; la conciencia es la función del estrato más externo del yo, destinado a la
percepción del mundo exterior.
Aquí caben dos puntualizaciones. No debe suponerse que estas representaciones, de carácter
en extremo universal, serían las premisas del trabajo psicoanalítico. Antes bien, son sus frutos
más tardíos y susceptibles de revisión (open to revision(215)). El psicoanálisis se apoya con
seguridad en la observación de los hechos de la vida anímica; por eso, su superestructura
teórica es todavía incompleta y se encuentra en un proceso de permanente trasformación. En
segundo lugar, no debe maravillar que el psicoanálisis, que en su origen sólo pretendía explicar
fenómenos anímicos patológicos, terminase por desarrollar una psicología de la vida anímica
normal. Se obtuvo la justificación para ello cuando se halló que los sueños y las operaciones
fallidas de las personas normales poseen idéntico mecanismo que los síntomas neuróticos.
La primera tarea del psicoanálisis fue el esclarecimiento de las neurosis. La doctrina analítica de
las neurosis descansa en tres pilares: las doctrinas 1 ) de la represión (repressíon), 2) de la
significatividad de las pulsiones sexuales, y 3) de la trasferencia (transference).
1. En la vida anímica hay un poder censurador que excluye del devenir-conciente y del influjo
sobre la acción a las aspiraciones que le resultan desagradables. De estas, se dice que están
reprimidas. Permanecen inconcientes; cuando uno se empeña en que el enfermo se haga
conciente de ellas, provoca una resistencia (resistance). Empero, tales mociones pulsionales
reprimidas no siempre se han vuelto impotentes; en muchos casos consiguen procurarse influjo
sobre la vida anímica a través de unos rodeos, y las satisfacciones sustitutivas de lo reprimido,
así alcanzadas, forman los síntomas neuróticos.
72
2. Por razones culturales, las pulsiones sexuales son las más intensamente afectadas por la
represión, pero es sobre todo en ellas donde esta última fracasa, de suerte que los síntomas
neuróticos aparecen como la satisfacción sustitutiva de la sexualidad reprimida. No es correcto
que la vida sexual del ser humano sólo comience con la pubertad; más bien se la registra desde
el comienzo de la vida extrauterina, alcanza una primera culminación alrededor del quinto año
(período temprano) y luego experimenta una inhibición o suspensión (período de latencia) a la
que pone término la pubertad, el segundo apogeo del desarrollo.
La acometida en dos tiempos de la vida sexual parece característica de la especie humana.
Todas las vivencias de este primer período infantil poseen gran importancia para el individuo y,
junto con la constitución sexual heredada, producen las disposiciones para ulteriores
desarrollos del carácter y patológicos. No es correcto hacer coincidir sexualidad con
«genitalidad». Las pulsiones sexuales atraviesan un complicado desarrollo y sólo a su término
se instaura el «primado de las zonas genitales». Por el camino se establecen varías
organizaciones «pregenitales» a las que la libido puede «fijarse» y a las que en caso de ulterior
represión regresa (regresión). Las fijaciones infantiles de la libido son decisivas para la posterior
elección de la forma de enfermedad. Así, las neurosis aparecen como inhibiciones del
desarrollo de la libido. No se encuentran causas específicas para la contracción de la neurosis;
las proporciones cuantitativas deciden si el desenlace de los conflictos será la salud o la
inhibición funcional neurótica.
La más importante situación de conflicto que el niño debe solucionar es la del vínculo con sus
progenitores, el complejo de Edipo; los destinados a la neurosis por regla general fracasan en
dominarlo. De las reacciones frente a las exigencias pulsionales del complejo de Edipo surgen
las operaciones más valiosas y de mayor significatividad social del espíritu humano, tanto en la
vida del individuo como, probablemente, en la historia de la especie humana en cuanto tal. A raíz
de la superación del complejo de Edipo nace también la instancia moral del superyó, que
gobierna al yo.
3. Se denomina trasferencia a la llamativa peculiaridad de los neuróticos de desarrollar hacia su
médico vínculos afectivos de naturaleza tanto tierna como hostil, vínculos que no se fundan en
la situación real, sino que provienen del vínculo con los progenitores (complejo de Edipo) de los
pacientes. La trasferencia es una prueba de que el adulto no ha superado todavía su
dependencia infantil de antaño; coincide con aquel poder que ha recibido el nombre de
«sugestión». Su manejo, que el médico debe aprender, es lo único que permite mover a los
enfermos a superar sus resistencias internas y a cancelar sus represiones. El tratamiento
psicoanalítico se convierte, de esta manera, en una reeducación del adulto, en una enmienda de
la educación del niño.
Son muchos los temas merecedores del interés más universal que no pueden exponerse en
este compendio del psicoanálisis; entre otros, la sublimación de las pulsiones, el papel del
simbolismo, el problema de la ambivalencia. Por desdicha, tampoco pueden considerarse aquí
las aplicaciones del psicoanálisis, nacido en el suelo de la medicina, a ciencias del espíritu
como la historia de la cultura y de la literatura, la ciencia de la religión y la pedagogía, que día a
día cobran mayor importancia. Baste apuntar que el psicoanálisis -como psicología de los actos
anímicos inconcientes, profundos- promete convertirse en el eslabón que une la psiquiatría y
todas esas ciencias del espíritu.
Peripecias externas
del psicoanálisis
El psicoanálisis, cuyos comienzos pueden marcarse con dos fechas (Breuer y Freud, Estudios
sobre la histeria, 1895; Freud, La interpretación de los sueños, 1900), no despertó al principio
interés ninguno entre los médicos y el público. En 1907 se inició la colaboración de un grupo de
psiquiatras suizos, de Zurich, dirigidos por E. Bleuler y C. G. Jung. En 1908 tuvo lugar en
Salzburgo la primera reunión de partidarios procedentes de diversos países. En 1909, Freud y
Jung fueron invitados a Estados Unidos por G. Stanley Hall para dictar conferencias sobre
psicoanálisis en la Clark University, de Worcester, Massachusetts. En tanto, en Europa
aumentaba rápidamente el interés por aquel, pero se exteriorizó en una desautorización muy
enérgica, a menudo acientífica. Esa hostilidad estaba motivada, de parte de los médicos, por la
insistencia del psicoanálisis en el factor psíquico, y de parte de los filósofos, por la hipótesis
fundamental del concepto de una actividad anímica inconciente; pero sobre todo, sin duda
alguna, por la general repulsa de los seres humanos a conceder a la vida sexual la
significatividad que el psicoanálisis le atribuyó. A pesar de esa oposición general, el movimiento
en favor del psicoanálisis no se detuvo. Sus partidarios se organizaron en una Asociación
Internacional que ha resistido la prueba de la Gran Guerra y en la actualidad (1925) abarca los
grupos locales de Viena, Berlín, Budapest, Londres, Suiza, Holanda, Moscú, Calcuta, y dos en
Estados Unidos. Varias revistas sirven los propósitos de estas sociedades: Internationale
Zeitschrílt für Psychoanalyse, Imago (para la aplicación a las ciencias del espíritu) e
International Journal of PsychoAnalysis. Entre 1911 y 1913, los ex partidarios Alfred Adler
(Viena) y C. G. jung (Zurích) se apartaron del movimiento y fundaron sendas orientaciones a las
que la hostilidad general contra el psicoanálisis aseguró una benévola acogida, pero que han
permanecido estériles desde el punto de vista científico. (ver nota)(216) En 1921, el doctor M.
Eitingon fundó en Berlín la primera policlínica psicoanalítica e instituto de enseñanza públicos, a
la que pronto siguió una segunda en Viena.
Bibliografía
(ver nota)(217)
Breuer y Freud, Studien über Hysterie (1895); Freud, Die Traumdeutung (1900); Zur
Psychopathologie des AlItagslebens (1904); Drei Abhandlungen zur Sexualtheorie (1905);
Vorlesungen zur Einführung in die Psychoanalyse (1916). Las obras completas de Freud han
sido publicadas en alemán (Gesammelte Schriften, 1925) y en español (Obras completas,
73
1923); la mayor parte de ellas han sido traducidas al inglés y a otros idiomas. Se hallarán breves
informes sobre el contenido y la historia del psicoanálisis en Freud, Über Psychoanalyse
(conferencias pronuncíadas en Worcester, Estados Unidos de América, 1909); Zur Geschichte
der psychoanalytischen Bewegung (1914); Selbstdarstellung (en la edición de Grote, Die
Medizin der Gegenwart in Selbstdarstellungen, 1925). Particularmente accesibles para los
lectores de habla inglesa son los trabajos de Ernest Jones, Papers on PsychoAnalysis, y A. A.
Brill, Psychoanalysis.
«Ansprache, an die Mitglieder des Vereins B'nai B'rith»
Nota introductoria(218)
Estimadísimo Gran Presidente, dignos Presidentes, amados hermanos:
Les agradezco los honores que me han tributado hoy. Ustedes conocen la razón por la cual no
puedo responderles con el timbre de mi propia voz. Han escuchado disertar a uno de mis
amigos y discípulos sobre mi trabajo científico, pero el juicio sobre estas cosas es difícil y acaso
durante mucho tiempo no se lo pueda formular con certeza. Permítanme agregar algo a lo dicho
por otro que es también mi amigo y mi solícito médico. Querría comunicarles brevemente cómo
me hice B.B., y qué he buscado entre ustedes.
En los años que siguieron a 1895 ocurrió que dos fuertes impresiones se conjugaron en mí para
producir un mismo efecto. Por una parte, había obtenido las primeras intelecciones en las
profundidades de la vida pulsional humana, viendo muchas cosas que desencantaban y hasta
podían asustarlo a uno al comienzo; por otra parte, la comunicación de mis desagradables
hallazgos me hizo perder casi todas mis relaciones humanas de entonces; me sentí como
despreciado y evitado por todos. En esa soledad despertó en mí la añoranza de un círculo de
hombres de multifacética cultura y elevadas miras, que me acogieran amistosamente a pesar
de mi temeridad. La Sociedad de ustedes se me indicó como el lugar donde los hallaría.
Que fueran ustedes judíos no podía sino resultarme deseable, pues yo mismo lo era, y siempre
me pareció no sólo indigno, sino un craso disparate desmentirlo. Lo que me ataba al judaísmo
no era ni la fe ni el orgullo nacional; en efecto, siempre permanecí incrédulo y fui educado sin
religión, aunque no sin respeto por los reclamos llamados «éticos» de la cultura humana. Y no
bien sentí la inclinación hacia un sentimiento de exaltación nacional, me empeñé en sofocarlo
por funesto e injusto, asustado por los ejemplos, que nos sirven de advertencia, de los pueblos
bajo los cuales vivimos los judíos. Pero restaban sobradas cosas que volvían irresistible la
atracción del judaísmo y de los judíos, muchos poderes de oscuro sentimiento, tanto más
imperiosos cuanto menos admitían ser capturados con palabras, así como la clara conciencia
de la identidad íntima, de la familiaridad en una misma construcción anímica. Y a esto se sumó
pronto la intelección de que debía precisamente a mi naturaleza judía las dos cualidades que se
me habían vuelto indispensables en el difícil sendero que la vida me deparaba. Porque era judío
me hallaba libre de muchos prejuicios que limitaban a los otros en el uso de su intelecto, y como
judío estaba preparado para pasar a la oposición y renunciar a la aquiescencia de la «compacta
mayoría». (ver nota)(219)
Así me convertí en uno de los suyos, participé en sus intereses humanitarios y nacionales, gané
amigos entre ustedes y moví a los pocos amigos que me restaban a ingresar en nuestra
Sociedad. En ningún momento el propósito fue convencerlos de mis nuevas doctrinas, pero en
una época en que nadie me escuchaba en Europa y ni siquiera en Viena tenía yo discípulos,
ustedes me dispensaron una benévola atención. Fueron mi primer auditorio.
Durante unos dos tercios del largo período trascurrido desde mi ingreso, me mantuve
escrupulosamente junto a ustedes y gocé del aliciente y los estímulos que brotaban de su trato.
Hoy han tenido la amabilidad de no reprocharme que en el último tercio me haya mantenido
apartado. El trabajo me había desbordado, exigencias provenientes de él me abrumaban, mi
jornada ya no soportó prolongarse con la asistencia a las sesiones, y pronto tampoco mi cuerpo
aguantó el retraso en la comida. Por último, se sumaron los años en que estuve enfermo,
condición que también hoy me impide aparecer ante ustedes.
74
No sé si he sido un buen B.B. en el sentido en que ustedes lo entienden. Casi lo pondría en
duda; fueron demasiadas las condiciones particulares que plasmaron mi caso. Pero sí me es
lícito asegurarles que ustedes significaron mucho para mí y me brindaron mucho durante los
años en que asistí a sus reuniones. Reciban, pues, por lo de entonces y lo de hoy, mi cálido
agradecimiento.
Suyo en W. B. y E.(220)
Sigmund Freud
Karl Abraham
(ver nota)(221)
El 25 de diciembre [de 19251 murió en Berlín el doctor Karl Abraham, presidente del grupo de
Berlín por él fundado y a la sazón presidente de la Asociación Psicoanalítica Internacional.
Sucumbió, no habiendo cumplido aún los 50 años(222), a raíz de una enfermedad interna contra
la que su vigoroso cuerpo había debido luchar ya desde la primavera de 1925. En el Congreso
de Homburg(223) pareció restablecido, para alegría de todos nosotros; una recidiva provocó la
dolorosa desilusión.
Con este hombre -«Integer vitae scelerisque purus(224)»- enterramos a una de las mayores
esperanzas de nuestra joven ciencia, tan atacada todavía; quizás a una porción irrecuperable de
su futuro. Entre todos los que me han seguido por los oscuros senderos del trabajo
psicoanalítico, él se conquistó una posición tan sobresaliente que un solo nombre más podría
mencionarse junto al suyo(225). La irrestricta confianza que le dispensaban colaboradores y
discípulos lo habría llamado probablemente a la jefatura, y sin duda se habría convertido en un
conductor ejemplar en la búsqueda de la verdad, a quien no perturbarían ni la alabanza ni la
censura de la muchedumbre, como tampoco el engañoso brillo de los productos de su propia
fantasía.
Escribo estas líneas para amigos y colegas que han conocido y apreciado a Abraham tanto
como yo. Ellos comprenderán fácilmente lo que para mí significa la pérdida de un amigo tanto
más joven, y me disculparán si no hago más intentos por expresar lo que tan duro resulta decir.
Otro emprenderá, en esta nuestra revista, la descripción de la personalidad científica de Karl
Abraham y la apreciación de sus trabajos. (ver nota)(226)
A Romain Rolland
(ver nota)(227)
Viena IX, Berggasse 19, 29 de enero de 1926.
75
¡Hombre inolvidable! ¿Por qué trabajos y sufrimientos no habrá pasado usted para elevarse a
semejante altura de humanidad?
Muchos años antes de que lo viera personalmente, yo lo veneraba como artista y apóstol del
amor entre los seres humanos. Yo mismo adhiero a este último, no por motivos sentimentales
ni por exigencia de un ideal, sino por sobrias razones económicas: no he podido menos que
declararlo tan indispensable como la técnica para la conservación de la especie humana, dadas
nuestras disposiciones. pulsionales y el mundo que nos circunda.
Cuando al fin lo conocí a usted personalmente, me sorprendió hallar que supiera tener en tan
alta estima al vigor y la energía, y que se encarnara en usted una fuerza de voluntad tan grande.
Que la próxima década sólo le traiga a usted realizaciones.
Cordialmente suyo
Sigmund Freud, aetat. 70.
Nota preliminar a un
artículo de E. Pickworth
Farrow
(ver nota)(228)
Conozco al autor como un hombre de inteligencia vigorosa e independiente, que probablemente
a consecuencia de cierta terquedad no pudo entenderse con los dos analistas con quienes lo
intentó. Se volvió, entonces, a la aplicación consecuente del procedimiento del autoanálisis, del
que yo mismo me serví en su momento para analizar mis propios sueños. Sus resultados
merecen consideración justamente por la particularidad de su persona y de su técnica. (ver
nota)(229)
Notas finales
1 (Ventana-emergente - Popup)
Presentación autobiográfica. (1925 [1924])
Selbstdarstellung
Ediciones en alemán
1925 En L. R. Grote, Die Medizin der Gegenwart in Selbstdarstellungen, Leipzig: Felix Meiner, 4, págs.
1-52.
1928 GS, 11, págs. 119-82.
1934 En forma de libro, con el título Selbstdarstellung, Leipzig, Viena y Zurich: Interna tionaler
Psychoanalytischer Verlag, 52 págs.
1936 2º ed. Viena: Internationaler Psychoinalytischer Verlag, 107 págs. (Incluye nuevas notas al pie, otros
agregados en el texto y el «Posfacio», escritos en 1935.)
1946 Londres: Imago Publishíng Co., 107 págs. (Reimpresión de la anterior, con diferentes ilustraciones.)
1948 GW, 14, págs. 33-96. (Con las nuevas notas al pie de la 2º ed., de 1936, pero sin los otros agregados.
Para el «Posfacio» de 1935, véase lo que sigue.)
«Nachschrift1935»
Primera edición
1935 En Autobiography, Nueva York: W. W. Norton, 153 págs. (La edición inglesa apareció
simultáneamente con el título An Autobiographical Study, Londres: The Hogarth Press e Institute of
Psycho-Analysis, 137 págs.)
Ediciones en alemán
1935 Almanach 1936, págs. 9-14.
1936 En Selbstdarstellung, 2º ed., págs. 102-7.
1946 En la reimpresión londinense de Selbstdarstellung.
1950 GW, 16, págs. 31-4.
77
Traducciones en castellano
1924 Sin título. BN (17 vols.), 9, págs. 297-370. Traducción de Luis López-Ballesteros.
1943 Sin título. EA, 9, págs. 283-354.El mismo traductor.
1948 Autobiografía. BN (2 vols.), 2, págs. 921-50. El mismo traductor.
1953 Sin título. SR, 9, págs. 239-98. El mismo traductor.
1968 Autobiografía. BN (3 vols.), 2, págs. 1013-42.El mismo traductor.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 7, págs. 2761-98. El mismo traductor.
1955 «Apéndice al "Estudio autobiográfico"». SR, 21, págs. 305-10. Traducción de Ludovico Rosenthal.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 535-8.
1974 «Adición de 1935». BN (9 vols.), 7, págs. 2798-800. Traducción de Jacobo Nurnhauser Tognola,
Como explica Freud en el «Posfacio», la traducción de esta o bra al inglés, publicada en Estados Unidos
(Nueva York: Brentano, 1927), fue incluida en el mismo volumen que ¿Pueden los legos ejercer el análisis?
( 1926e), pero ni en la tapa ni en la portada de este último se mencionaba la Presentaciónautobiográfica.
Cuando, ocho años más tarde, otro editor norteamericano quiso volver a publicarla, le sugirió a Freud que la
revisase y actualizase. Así fue como el material agregado apareció en inglés antes que en alemán. En
Gesammelte Schriften, 11, sólo se da, por supuesto, el texto de la primera edición; en Gesammelte
Werke, 14, volumen publicado en 1948, se ofrece una reproducción fotostática de aquella versión junto con
las nuevas notas agregadas en la segunda edición; pero desgraciadamente se pasó por alto el gran n úmero
de cambios y agregados hechos en el cuerpo principal del trabajo. Por consiguiente, estos no figuran en las
Gesammelte Werke, aunque sí se los hallará, naturalmente, en las ediciones del libro que se hicieron por
separado (1936 y 1946). En la traducción que sigue damos cuenta de ellos.
Según Ernest Jones (1957,pág. 123), la parte fundamental del escrito fue redactada en agosto y setiembre
de
1924, y apareció en febrero de 1925; el «Posfacio» fue terminado en mayo de 1935.
Suele hacerse referencia a esta obra, equivocadamente, como la «autobiografía» de Freud. El título de la
serie para la cual fue originalmente escrita -Di e Medizin der Gegenwart in Selbstdarstellungen {La medicina
actual a través de presentaciones autobiográficas}, que apareció en cuatro volúmenes entre los años 1923 y
1925, incluyendo colaboraciones de alrededor de veintisiete importantes personalidades médicas- muestra
bien a las claras que sus directores pretendían ofrecer un relato de la historia reciente de la medicina hecho
por la pluma de quienes tuvieron un destacado papel en ella. Así pues, el estudio de Freud es, en esencia,
una descripción de su p articipación personal en el desarrollo del psicoanálisis. Como él mismo señala en el
primer párrafo, inevitablemente debía volver a recorrer el trayecto ya atravesado en su «Contribución a la
historia del movimiento psicoanalítico» (1914d) diez años atrás. Sin embargo, la comparación entre ambas
obras indica que la presente fue redactada en un talante muy distinto. Las polémicas que agriaron el trabajo
anterior habían perdido significación, y ahora Freud estaba en condiciones de trazar en forma serena y
totalmente objetiva la evolución de sus ideas científicas.
Quienes deseen conocer su vida privada deben remitirse, una vez más, a los tres volúmenes de la biografía
de Jones.
James Strachey
2 (Ventana-emergente - Popup)
Las conferencias se publicaron por primera vez (en inglés) en American Journal of Psychology (1910); el original
alemán se editó con el título Über Psychoanalyse [1910a].
3 (Ventana-emergente - Popup)
These Eventful Years (Nueva York, 1924). Mi ensayo, traducido por el doctor A. A. Brill, constituye el capítulo
LXXIII del segundo volumen [1924f]
4 (Ventana-emergente - Popup)
[En las ediciones de 1925, 1928 y 1948, el resto de este capítulo apareció impreso en un tipo de letra más pequeño.]
5 (Ventana-emergente - Popup)
{Luego denominado Príbor.}
6 (Ventana-emergente - Popup)
{En Alemania y otros países europeos, establecimiento de enseñanza media preparatorio de los estudios
universitarios.}
[El denominado «Sperlgymnasium]. Cf. «Sobre la psicología del colegial» (19141), AE, 13, pág. 245.
7 (Ventana-emergente - Popup)
Freud se explaya sobre esto en su «Epílogo» (1927a) a ¿Pueden los legos ejercer el análisis?.
8 (Ventana-emergente - Popup)
[Esta oración y la siguiente se agregaron en 1935. Se las omitió, por accidente, en la edición alemana de 1948 (GW, 14,
pág. 34).]
9 (Ventana-emergente - Popup)
[Este nombre fue agregado en 1935, pero suprimido en 1948. -Según Pestalozzi (1956), el verdadero autor del ensayo
(escrito en 1780) fue el suizo G. C. Tobler; Goethe lo leyó medio siglo después y, por una paramnesia, lo incluyó entre
sus obras propias. - El ensayo, «Fragment über die Natur», figura en uno de los sueños de Freud relatados en La
interpretación de los sueños (1900a), AE, 5, pág. 440. - Se afirma que Freud escribió un resumen de la confe rencia para
un periódico vienés, aunque no ha podido hallárselo; cf. Jones, 1953, pág. 31n.]
10 (Ventana-emergente - Popup)
Alusión a la obra de Ibsen Un enemigo del pueblo. Cf. la «Alocución ante los miembros de la Sociedad B'nai B'rith»
(1941e).
11 (Ventana-emergente - Popup)
Goethe, Fausto, parte I, escena 4.
12 (Ventana-emergente - Popup)
[Ernst Wilhelm von Brücke (1819-1892), profesor de fisiología.]
13 (Ventana-emergente - Popup)
[Sigmund Exner (18464926) fue el sucesor de Brücke en la cátedra de fisiología.]
78
14 (Ventana-emergente - Popup)
[Ernst Fleischl von Marxow (1840-1891), destacado físico y fisiólogo.]
15 (Ventana-emergente - Popup)
Lo que en esta oración sigue a «modelos» fue agregado en la edición de 1936, pero suprimido en la de 1948.
16 (Ventana-emergente - Popup)
Se encontrarán muchas referencias a este período en La interpretación de los sueños (1900a); cf. esp. AE, 5, págs. 478
y sigs.
17 (Ventana-emergente - Popup)
[El hospital más importante de Viena.]
18 (Ventana-emergente - Popup)
[Theodor Meynert (1833-1892), profesor de psiquiatría.]
19 (Ventana-emergente - Popup)
La forma larval de la lamprea de río; cf. Freud (1877a y 1878a) y el resumen de sus trabajos como docente adscrito
(Freud, 1897b), AE, 3, págs. 223-5.
20(Ventana-emergente - Popup)
[Freud (1885d, 1886b y 1886c).]
21 (Ventana-emergente - Popup)
[Ludwig Edinger (1855-1918), célebre profesor berlinés de neuroanatomía.]
22 (Ventana-emergente - Popup)
Hermann Nothnagel (1841-1905), profesor de clínica médica.
23(Ventana-emergente - Popup)
Nothnagel, 1879.
24 (Ventana-emergente - Popup)
Jean-Martin Charcot (1825-1893), profesor de neuropatología en París. Al producirse su deceso, Freud escribió un
largo artículo en su homenaje (1893f).
25 (Ventana-emergente - Popup)
O Privatdozent, docente adscrito. Este cargo no tiene una equivalencia exacta en las facultades de medicina de otros
países. El Privatdozent no forma parte del claustro de profesores permanentes ni percibe sueldo alguno, pero se le
permite dictar una serie de clases sobre temas vinculados al programa de estudios. Es un puesto muy cotizado y de
gran prestigio.
26 (Ventana-emergente - Popup)
{«Cocoliche», inglés elemental mezclado con palabras de la lengua propia.}
27 (Ventana-emergente - Popup)
La suma fue de 600 florines. Cf. «Informe sobre mis estudios en París y Berlín» (1956a).
28 (Ventana-emergente - Popup)
{«la afasia motriz», pero no de «la afasia sensorial del francés».}
29 (Ventana-emergente - Popup)
En una carta a Fliess del 4 de diciembre de 1896 (Freud, 1950a, Carta 51), menciona Freud este epígrafe como las
«altivas palabras» con que encabezaría un libro sobre psicología de la histeriaque proyectaba escribir (aunque nunca
lo hizo). Más habitual es encontrar citada esta frase en la forma «Introite, nam et hic dii sunt» {«Entrad, pues aquí
también están los dioses»}. Lessing la usó asimismo como epígrafe para su drama Nathan der Weise. Aristóteles, en
De partibus animalium, 1, 5, la atribuye a Heráclito.
30 (Ventana-emergente - Popup)
La frase completa de Charcot rezaba así: «La théorie, c'est bon, mais Ça n'empêche pas d'exister» {«La teoría es
buena, pero eso no impide que las cosas sean como son»}. Era una cita favorita de Freud, quien la repite, entre otros
lugares, en las Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17), AE, 15, pág. 133. Una nota al pie agregada
por él a una de sus traducciones de Charcot (Freud, 1892-94, pág. 210) muestra que la acotación le estaba dirigida a
él mismo.
31 (Ventana-emergente - Popup)
Alrededor de siete años más tarde Freud publicó un trabajo en francés sobre el tema(1893c).
32 (Ventana-emergente - Popup)
[Max Kassowitz (1842-1913), pediatra vienés.]
33 (Ventana-emergente - Popup)
[Adolf Baginsky (1843-1918) era director de la revista pediátrica en la que Freud colaboró con reseñas sobre temas
neurológicos.]
34 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. Freud (1891a y 1893b).
35 (Ventana-emergente - Popup)
Freud(1897a).
36 (Ventana-emergente - Popup)
[Este episodio es narrado en detalle en la biografía de Jones (1953, cap. VI).]
37 (Ventana-emergente - Popup)
Laboratorio de productos medicinales establecido en Darmstadt.
38 (Ventana-emergente - Popup)
[Leopold Königstein (1850-1924), profesor de oftalmología que mantuvo una perdurable amistad con Freud.]
39 (Ventana-emergente - Popup)
[En 1925 se leía aquí «mein damaliges Versäumnis» {«mi negligencia de entonces»}, frase remplazada en 1935 oor
«die damalige Störung» {«la interrupción de entonces»}. Esta modificación no se introdujo en la edición de 1948.]
40 (Ventana-emergente - Popup)
[Freud comenta su relación con Meynert entre las asociaciones a uno de sus propios sueños, en La interpretación
de los sueños (1900a), AE, 5, págs. 436-7
41 (Ventana-emergente - Popup)
[Carl Hansen (1833-1897), el mesmerista danés cuyas demostraciones públicas -realizadas no sólo en Dinamarca sino
en gran parte de Europa- contribuyeron mucho a reavivar el interés por la hipnosis. La desaprobación de esas
demostraciones por parte de los círculos médicos oficiales hizo que en la década de 1880 la policía las prohibiera,
tanto en Estocolmo como en Viena, pese a lo cual Hansen continuó ofreciendo sesiones «privadas» sin que mermara
su celebridad.]
42 (Ventana-emergente - Popup)
Aquí debe de haber un error, pues la primera traducción de Bernheim realizada por Freud (1888-89) se publicó antes
de su viaje a Nancy. La segunda apareció en 1892.
43 (Ventana-emergente - Popup)
Freud (1891a) .
44 (Ventana-emergente - Popup)
El Handwörterbuch de Villaret, diccionario para el cual Freud escribió algunos artículos sin firma cuya autoría no
puede adjudicársele con total seguridad (Freud, 1888b y 1891c
45 (Ventana-emergente - Popup)
79
[1842-1925. Freud escribió sobre él con mayor amplitud en ocasión de su muerte, acontecida poco después de
publicarse el presente trabajo (Freud, 1925g).]
46 (Ventana-emergente - Popup)
[El tema de este párrafo y el siguiente se examina con cierto detenimiento en mi «Introducción» aEstudios sobre la
histeria (1895d), AE, 2, págs. 15 y sigs.]
47 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. Estudios sobre la histeria (1895d), AE, 2, pág. 47.
48 (Ventana-emergente - Popup)
[Adolf von Strümpell (1853-1925), el conocido neurólogo alemán, escribió una reseña muy desfavorable de la obra
(1896).]
49 (Ventana-emergente - Popup)
Freud (1914d), AE, 14, págs, 12-4.
50 (Ventana-emergente - Popup)
[En una carta a Fliess del 3 de enero de 1899 (Freud, 1950a, Carta 101), Freud mencionaba un artículo de Havelock Ellis
(1898b) aparecido en el mes de octubre de 1898, diciendo que «comienza con Platón y termina con Freud».]
51 (Ventana-emergente - Popup)
[Cf. «Sobre la justificación de separar de la neurastenia un determinado síndrome en calidad de neurosis de
angustia"» (1895b).]
52 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. Tres ensayos de teoría sexual (1905d), AE, 7, págs. 196 y 197n., ytambién mi «Nota introductoria» a esa obra
53 (Ventana-emergente - Popup)
[Freud examinó más a fondo esta cuestión poco después, en Inhibición, síntoma y angustia (1926d). En una nota al
pie agregada por mí a «Sobre el psicoanálisis "silvestre"» (1910k), AE, 11, pág. 224, doy una lista de otras
referencias suyas a este tema.]
54 (Ventana-emergente - Popup)
[El episodio es narrado en detalle por Jones (1953, págs. 246 y sigs.).]
55 (Ventana-emergente - Popup)
[Freud describió el procedimiento muy minuciosamente en uno de sus últimos trabajos, inconcluso, «Algunas
lecciones elementales sobre psicoanálisis» (1940b).]
56 (Ventana-emergente - Popup)
Este párrafo apareció impreso en un tipo de letra más pequeño en las ediciones de 1925, 1928 y 1948.
57 (Ventana-emergente - Popup)
En las ediciones de 1928 y 1948 se remplazó esta palabra por «manière».
58 (Ventana-emergente - Popup)
[Freud declaró por primera vez que había descubierto este error en su doctrina en una carta a Fliess del 21 de
setiembre de 1897 (Freud, 1950a, Carta 69), AE, 1, págs, 301-2. Dio a publicidad este cambio de opinión en «Mis tesis
sobre el papel de la sexualidad en la etiología de las neurosis» (1906a), AE, 7, pág. 266. Sólo muchos años más tarde,
en «Sobre la sexualidad femenina» (1931b), AE, 21, págs. 239-40, sostuvo que estas fantasías de sus pacientes se
vinculaban originalmente no con el padre sino con la madre]
59 (Ventana-emergente - Popup)
(Nota agregada en 1935: ) Las averiguaciones sobre la sexualidad infantil se hicieron en el varón, y también la teoría
derivada de ellas estuvo dirigida al niño varón. La expectativa de un acabado paralelismo entre ambos sexos era
bastante natural, pero resultó desacertada. Posteriores indagaciones y reflexiones descubrieron profundas
diferencias entre el desarrollo sexual del hombre y el de la mujer. También para la niña pequeña es la madre el primer
objeto sexual, pero para alcanzar la meta del desarrollo normal la mujer debe cambiar de vía no sólo el objeto sexual,
sino la zona genital rectora. De ello resultan dificultades y posibles inhibiciones, ausentes en el caso del varón. Ya en
«El sepultamiento del complejo de Edipo» (1924d) se expresaban dudas acerca del paralelismo en el desarrollo sexual
de ambos sexos; y estas dudas recibieron cabal tratamiento en «Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia
anatómica entre los sexos» (1925j). Véase mi «Nota introductoria» a este último trabajo, AE, 19, págs. 261-5.
60 (Ventana-emergente - Popup)
(Nota agregada en 1935:) El período de latencia es un fenómeno fisiológico. Empero, sólo puede provocar una
interrupción completa de la vida sexual en aquellas organizaciones culturales que han incluido en su programa una
sofocación de la sexualidad infantil. No es este el caso en la mayoría de los pueblos primitivos.
61 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. Tres ensayos (1905d), AE, 7, págs. 173-4.
62 (Ventana-emergente - Popup)
Véase el análisis del pequeño Hans (1909b).
63 (Ventana-emergente - Popup)
(Nota agregada en 1935: ) Si se toma en cuenta el muy frecuente fracaso de la función del sueño, cabe caracterizar a
este, con acierto, como un intento de cumplimiento de deseo. Permanece incuestionada la vieja definición que da
Aristóteles del sueño como la vida anímica durante el dormir. No deja de tener su sentido que yo no haya titulado a
mi libro El sueño, sino La interpretación de los sueños.
64 (Ventana-emergente - Popup)
«Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico» (1914d), AE, 14, pág. 22.
65 (Ventana-emergente - Popup)
[Eugen Bleuler (1857-1939) era director del Burghölzli, hospital público de Zurich para enfermos mentales.]
66 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. «De guerra y muerte» (1915b), AE, 14, pág. 282,
67 (Ventana-emergente - Popup)
Este párrafo apareció impreso en un tipo de letra más pequeño en las ediciones de 1925, 1928 y 1948.
68 (Ventana-emergente - Popup)
[El original alemán rezaba: « ... grupos locales en Viena, Berlín, Budapest, Zurich, Londres, Holanda, Nueva York,
América, Moscú y Calcuta». El autor aprobó expresamente el cambio para la versión inglesa.]
69 (Ventana-emergente - Popup)
[Véase la nota necrológica que le dedicó Freud (1919b) y el prólogo que escribió para una recopilación de sus
escritos (1921a).]
70 (Ventana-emergente - Popup)
Freud escribió en ocasión de su muerte una nota necrológica (1920c).
71 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. la «Introducción» de Freud (1919d) a Sobre el psicoanálisis de las neurosis de guerra.
72 (Ventana-emergente - Popup)
En realidad, aún le quedarían más de doce años de vida activa
73 (Ventana-emergente - Popup)
Examino esto en el «Apéndice B» a El yo y el ello (1923b), AE, 19, págs. 63-6.
74 (Ventana-emergente - Popup)
Se hallará una reseña de la evolución de las concepciones de Freud sobre las pulsiones en mi «Nota introductoria» a
80
«Pulsiones y destinos de pulsión» (1915c), AE, 14, págs, 108 y sigs.
75 (Ventana-emergente - Popup)
Todo el resto de este párrafo fue agregado en 1935, pero lamentablemente suprimido en la edición de 1948.
76 (Ventana-emergente - Popup)
[Según demostró Jones (1955, pág. 209), todos estos trabajos fueron escritos en verdad en 1915, junto con otros siete
desaparecidos. Véase mi «Introducción» a«Trabajos sobre metapsicología», AE, 14, págs. 101 y sigs.]
77 (Ventana-emergente - Popup)
Este párrafo apareció impreso en un tipo de letra más pequeño en las ediciones de 1925, 1928 y 1948.
78 (Ventana-emergente - Popup)
[La influencia de Fechner se evidencia sobre todo en el «principio de constancia» (cf. Más allá del principio de placer
(1920g), AE, 18, págs. 8-9) y en el concepto de «localidad psíquica» (cf. La interpretación de los sueños (1900a), AE,
5, pág. 529). Véase también el capítulo IV del libro sobre el chiste (1905c).]
79 (Ventana-emergente - Popup)
[Véase la sección III del segundo trabajo de Freud sobre las neuropsicosis de defensa (1896b), AE, 3, págs. 175 y
sígs.]
80 (Ventana-emergente - Popup)
Personaje cómico de Minna von Barnhelm; es un mercenario francés que responde así, con tono de sorpresa, a una
dama que lo acusa de hacer trampa en los juegos de naipes: «¿Cómo, señora? ¿A esto lo llamáis "hacer trampa"?
Rectificar a la fortuna, someterla en la punta de los dedos, estar seguro de lo que se hace, ¿a eso lo llaman los
alemanes "hacer trampa"? ¡Hacer trampa! ¡Oh, qué lenguaje más pobre y burdo ha de ser el alemán!».
81 (Ventana-emergente - Popup)
Recuérdese que la presente obra formaba parte originalmente de una serie de autobiografías médicas.
82 (Ventana-emergente - Popup)
(Nota agregada en 1935: ) Es esta una construcción que preferiría retirar expresamente. Ya no creo que el actor
William Shakespeare de Stratford sea el autor de las obras que durante tanto tiempo se le atribuyeron. Desde la
publicación del libro de J. T. Looney, «Shakespeare» Identified [1920], estoy casi convencido de que tras ese
seudónimo se oculta de hecho Edward de Vere, conde de Oxford. [Cuando en 1935 el traductor inglés de la presente
obra {el propio James Strachey} recibió el manuscrito de esta nota agregada, quedó hasta tal punto desconcertado
que le escribió a Freud solicitándole que reconsiderara su inclusión -no fundándose en la posible verdad o falsedad
de la opinión en ella sustentada, sino en el efecto que la nota probablemente habría de causar en el lector inglés
medio, sobre todo teniendo en cuenta la mala fama del autor de referencia. La respuesta de Freud fue muy indulgente,
como podrá apreciarse en el siguiente fragmento de su carta, fechada el 29 de agosto de 1935: « ... En cuanto a la nota
sobre Shakespeare-Oxford, su propuesta me pone en la inusual situación de presentarme como un oportunista. No
puedo entender la actitud de los ingleses frente a este asunto: Edward de Vere fue sin duda tan buen inglés como
Will Shakspere {sic}. Pero como la cuestión está lejos de poseer interés analítico y usted. valora tanto que yo me
muestre reticente, estoy dispuesto a suprimir la nota o a poner en su lugar, simplemente, una frase que diga más o
menos: "Por razones particulares no deseo hacer hincapié en este punto". Decídalo usted mismo. En cambio, me
gustaría que en la edición norteamericana la nota se conservara tal como está. No hay que temer allí el mismo tipo de
defensa narcisista... ». En consecuencia, en la edición inglesa de 1935 la nota al pie reza: «Tengo particulares razones
para no querer hacer más hincapié en este punto». Véase la nota de Freud incluida en Esquema del psicoanálisis
(1940a), AE, 23, pág. 192, n. 4, donde ofrezco otras referencias.]
83 (Ventana-emergente - Popup)
[Freud las expuso en la primera edición de La interpretación de los sueños (1900a), AE, 4, págs. 272 y sigs.]
84 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. «El creador literario y el fantaseo» (19080.
85 (Ventana-emergente - Popup)
Se refiere a Wilhelm Ress. Véase una nota al pie de La interpretación de los sueños (1900a), AE, 4, págs. 304-5.
86(Ventana-emergente - Popup)
Este párrafo y el siguiente aparecieron impresos en un tipo de letra más pequeño en las ediciones de 1925, 1928 y
1948.
87 (Ventana-emergente - Popup)
G. Psicología de las masas (1921c), AE, 18, págs. 119 y sigs.
88 (Ventana-emergente - Popup)
Véase la introducción de Freud a uno de sus libros (Freud. 1913b).
89 (Ventana-emergente - Popup)
(Nota agregada en 1935: ) Desde entonces, el análisis de niños precisamente ha cobrado poderoso impulso gracias
a los trabajos de Melanie Klein y de mi hija Anna Freud.
90 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. ¿Pueden los legos ejercer el análisis? (1926e)
91 (Ventana-emergente - Popup)
La última oración fue agregada en 1935.
92 (Ventana-emergente - Popup)
[W. W. Norton & Co., de Nueva York.]
93 (Ventana-emergente - P opup)
Cf. Moisés y la religión monoteísta (1939a), AE, 23, págs. 123-7
94 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. Freud (1930d y 1930e).
95 (Ventana-emergente - Popup)
[En las ediciones en alemán se suprimió de esta nómina a Rusia, sin duda por accidente. El autor dio su autorización
para que se la incluyese en la versión inglesa.]
96 (Ventana-emergente - Popup)
Inhibición, síntoma y angustia. (1926 [1925])
Hemmung, Symptom und Angst
Ediciones en alemán
1926 Leipzíg, Viena y Zurich: Internationaler Psychoanalytischer Verlag, 136 págs.
1928 GS, 11, págs. 23-115.
1931 Neurosenlehre und Technik, págs. 205-99.
1948 GW, 14, págs. 113-205.
1972 SA, 6, págs. 227-308.
81
Traducciones en castellano
1934 Inhibición, síntoma y angustia. BN (17 vols.), 11, págs. 5-111. Traducción de Luis López-Ballesteros.
1943 Igual título. EA, 11, págs. 7-103. El mismo traductor.
1948 Igual título. BN (2 vols.), 1, págs. 1235-75. El mismo traductor.
1953 Igual título. SR, 11, págs. 9-82. El mismo traductor.
1967 Igual título. BN (3 vols.), 2, págs. 31-71. El mismo traductor.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, págs. 2833-83. El mismo traductor.
Unfragmento del capítulo I del manuscrito original apareció en el periódico vienésNeue Freie Presse el 21
de febrero de 1926.
Sabemos por Ernest Jones (1957) que este libro fue escrito en julio de 1925, revisado en diciembre de ese
año y publicado en la tercera semana de febrero de 1926.
Los temas aquí tratados abarcan un vasto ámbito, y hay indicios de que Freud tuvo inusuales dificultades
para conferir a la obra un carácter unitario. Esto se aprecia, por ejemplo, en el repetido examen de la
misma cuestión en diversos puntos del trabajo, con una terminología muy semejante; en la necesidad que
sintió Freud de reunir en la «Addenda» cierto número de materias separadas; e incluso en el propio título
del libro. Pero aun cuando en este se tratan importantes problemas colaterales, como las diferentes clases
de resistencia, el distingo entre represión y defensa, y las relaciones entre la angustia, el dolor y el duelo,
lo cierto es que su tema principal es la angustia. Si se echa una mirada a la lista de escritos que damos en
el «Apéndice B» , se advertirá hasta qué punto esta cuestión estuvo continuamente presente en Freud
desde el comienzo hast a el fin de sus estudios psicológicos. Aunque en algunos aspectos del problema
sus opiniones sufrieron pocas variantes, en otros (como nos dice en estas páginas) las modificó
considerablemente. Tal vez sea interesante esbozar, siquiera, la historia de esto s cambios en lo referente a
las dos o tres cuestiones principales.
La angustia como libido trasmudada
Freud abordó por primera vez el problema de la angustia en el curso de sus investigaciones sobre las
neurosis «actuales»; sus más tempranos exámenes de este asunto se hallan en su primer trabajo sobre la
neurosis de angustia (1895b) y en la comunicación que le envió a Fliess poco tiempo antes, probablemente
en junio de 1894 (Freud, 1950a, Manuscrito E), AE, 1, págs. 228 y sigs. En ese momento se hallaba
influido en gran medida por sus estudios neurológicos y profundizaba su intento de expresar los datos
psicológicos en térmi nos de la fisiología. En particular, siguiendo a Fechner, había adoptado como
postulado fundamental el «principio de constancia», según el cual era inherente al sistema nervioso la
tendencia a reducir, o al menos a mantener constante, el monto de excitación presente en él. Por
consiguiente, cuando hizo el hallazgo clínico de que en los casos de neurosis de angustia era siempre
posi ble comprobar cierta interferencia de la descarga de la tensión sexual, estableció, como es natural, la
conclusión de que la excitación acumulada buscaba la vía de salida trasformándose en angustia. Según
consideraba Freud, se trataba de un proceso puramente físico, sin ninguna determinación psíquica.
La angustia sobrevenida en las fobias o en las neurosis obsesivas plantearon desde el comienzo una
complicación, pues aquí era imposible descartar la presencia de fenómenos psíquicos; pero en lo tocante al
surgimiento de la angustia, la explicación siguió siendo la misma. En estos casos (las psiconeurosis), la
razón de que se acumulase excitación no descargada era de índole psíquica: la represión; no obstante, en
todo lo demás ocurría como en las neurosis «actuales»: la excitación acumulada (o libido) se trasmudaba
directamente en angustia.
Algunas citas mostrarán cuán fiel se mantuvo Freud a este punto de vista. En el citado «Manuscrito E»
(circa 1894) escribió: «La angustia ha surgido por mudanza desde la tensión sexual acumulada» (AE, 1,
pág. 231). En La interpretación de los sueños (1900a): «La angustia es un impulso libidinoso que parte de
lo inconciente y es inhibido por lo preconciente» (AE, 4, pág. 342). En su trabajo sobre la Gradiva de
Jensen (1907a): «La angustia de los sueños de angustia, como en general toda angustia neurótica, [ ... ]
proviene de la libido en virtud del proceso de la represión» (AE, 9, pág. 51 ). En su escrito metapsicológico
sobre «La represión» (1915d): «Después de la represión, [ ... ] la parte cuantitativa [de la moción pulsional,
o sea, su energía] no ha desaparecido, sino que se ha traspuesto en angustia» (AE, 14, pág. 150).
Finalmente, en 1920 agregó todavía, en una nota al pie de la cuarta edición de los Tres ensayos de teoría
sexual ( 1905d): «El hecho de que la angustia neurótica nace de la libido, es un producto de la
trasmudación de esta y mantiene con ella la relación del vinagre con el vino es uno de los resultados más
significativos de la investigación psicoanalítica» (AE, 7, pág. 205).
Sin embargo, es interesante notar que ya en una época temprana parece haberlo asaltado la duda respecto
de e sta cuestión. En una carta a Fliess del 14 de noviembre de 1897 (Freud, 1950a, Carta 75) comenta, sin
relación aparente con el r esto de lo que venía diciendo: «De acuerdo con ello, he resuelto considerar en lo
sucesivo como factores separados lo que produce libido y lo que produce angustia» (AE, 1, pág. 313). En
ningún lugar hay otra evidencia de esta retractación aislada. En la obra que aquí prologamos, Freud dejó de
lado la teoría que había sostenido durante tanto tiempo: ya no concibe a la angustia como libido
trasmudada, sino como una reacción frente a situaciones de peligro regida por un modelo particular. Pero
aun afirma como muy posible que en el caso de la neurosis de angustia «sea el exceso de libido no
aplicada el que encuentre su descarga en el desarrollo de angustia». Este último remanente de la antigua
teoría sería abandonado pocos años más tarde. Al examinar el problema de la angustia en la 32º de sus
Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a), escribió que también en la neurosis de
angustia el desarrollo de angustia era una reacción ante una situación traumática: «Ya no afirmaremos que
sea la libido misma la que se muda entonces en angustia» (AE, 22, pág. 87).
Angustia realista y angustia neurótica
Pese a su teoría de que la angustia neurótica era libido trasmudada, Freud insistió desde el comienzo en la
íntima relación existente entre la angustia debida a peligros externos y la provocada por amenazas
pulsionales. En su primer trabajo sobre la neurosis de angustia (1 895b) leemos: «La psique cae en el
afecto de la angustia cuando se siente incapaz para tramitar, mediante la reacción correspondiente, una
82
tarea (un peligro) que se avecina desde afuera; cae en la neurosis de angustia cuando se nota incapaz para
reequilibrar la excitación (sexual) endógenamente generada. Se comporta entonces como si ella proyectara
la excitación hacia afuera. El afecto, y la neurosis a él correspondiente, se sitúan en un estrecho vínculo
recíproco; el primero es la reacción ante una excitación exógena, y la segunda, ante una excitación
endógena análoga» (AE, 3, pág. 112).
Esta posición, sobre todo en lo referente a las f obias, fue elaborada luego en muchos escritos de Freud; por
ejemplo, en «La represión» (1915d) y «Lo inconciente» (1915e), AE, 14, págs. 149-51 y 179-80,
respectivamente, así como en la 25º de las Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17). Pero,
si se seguía pensando que en las neurosis «actuales» la angustia derivaba directamente de la libido, era
difícil sostener que en ambos casos se trataba de una misma clase de angustia. Con el abandono de este
punto de vista y la nueva distinción entre a ngustia automática y angustia-señal se aclaró todo, y ya no hubo
motivo para ver una diferencia de género entre la angustia neurótica y la realista.
La situación traumática y las situaciones de peligro
Una de las dificultades adicionales de la presente obra es que el distingo entre la angustia como reacción
directa y automática frente a un trauma, y la angustia como señal d e peligro que anuncia la inminencia de
ese trauma, aunque mencionado al pasar en diversos puntos, sólo se reafirma en el último capítulo. (Quizá
sean de más fácil comprensión las formulaciones, más breves, contenidas en la 32º de las Nuevas
conferencias.)
El factor determinante de la angustia automática es una situación traumática, y esta es, esencialmente,
una vivencia de desvalimiento del yo frente a una acumulación de excitación, sea de origen externo o
interno, que aquel no puede tramitar. La «angustia-señal» es la respuesta del yo a la amenaza de una
situación traumática, amenaza que constituye una situación de peligro. Aunque los peligros internos
cambian en las distintas etapas de la vida, tienen como carácter común el implicar la separación o pérdida
de un objeto amado, o la pérdida de su amor; esta separación o pérdida puede, por diversas vías, conducir
a una acumulación de deseos insatisfechos y, por ende, a una situación de desvalimiento. Freud nunca
había reunido antes todos estos factores, pero cada uno de ellos tiene una larga historia.
La situación traumática en sí es, a todas luces, descendiente directa del estado de tensión acumulada y no
descargada del que hablaba Freud en sus primeros escritos sobre la angustia. Algunas de las
descripciones que aquí se hacen de ese estado podrían ser citas textuales de pasajes de 1894 o 1895.
Verbigracia, leemos: «Sea que el yo vivencie en un caso un dolor que no cesa, en otro una estasis de
necesidad que no puede hallar satisfacción... ». Compárese esto con el siguiente fragmento del
«Manuscrito E» (1950a): « ... una acumulación de tensión sexual física [ ... ] consecuencia de una
descarga estorbada» (AE, 1, pág. 230). Cierto es que en este temprano período las excitaciones
acumuladas eran casi siempre consideradas libidinosas, pero no siempre. En otra oración del «Manuscrito
E» se señala que la angustia puede ser «una sensación producida por la acumulación de un estímulo
endógeno diverso, el estímulo de respirar [ . . . ], que es entonces susceptible de aplicación para una
tensión física acumulada en general». Asimismo, en el «Proyecto de psicología» de 1895(1950a), Freud
enumera, entre las necesidades principales que originan estímulos endógenos prontos a la descarga, el
hambre, la respiración y la sexualidad (AE, 1, pág. 341 ), y en un pasaje posterior indica que esa descarga
«exige una alteración en el mundo exterior (provisión de alimento, acercamiento del objeto sexual)»,
alteración que «el organismo humano es al comienzo incapaz de llevar a cabo». Para lograrlo se precisa un
«auxilio ajeno», que el niño convoca con sus gritos. Y aquí Freud menciona «el inicial desvalimiento del ser
humano».
En la parte III del «Proyecto de psicología» hay una referencia similar a la necesidad que tiene el niño de
llamar la atención «del individuo auxiliador (por lo común, el objeto-deseo mismo) sobre [su] estado
anhelante y menesteroso».
Todos estos fragmentos parecen constituir un preanuncio de la descripción del estado de desvalimiento, en
el cual el niño echa de menos a su madre, en la presente obra . Ya lo había formulado claramente en la nota
al pie de los Tres ensayos (1905d) a que hicimos referencia antes (AE, 7, págs. 204-5), donde dice que el
miedo del niño a la oscuridad obedece a que echa de menos a una persona querida.
Pero esto nos lleva al problema de los diversos peligros específicos capaces de precipitar una situación
traumática en distintas épocas de la vida. Sucintamente, son ellos: el nacimiento, la pérdida de la madre
como objeto, la pérdida del pene, la pérdida del amor del objeto, la pérdida del amor del superyó. Sobre el
nacimiento trataremos en la sección E; acabamos de mencionar algunas referencias tempranas a la
importancia de la separación de la madre. La amenaza de castración, con sus devastadores efectos, es sin
duda el más conocido de todos estos peligros; pero vale la pena recordar que en una nota al pie agregada
en 1923 al historial clínico del pequeño Hans (1909b), Freud desaprueba que se aplique el rótulo de
«complejo de castración» a las otras clases de separación que el niño debe sufrir inevitablemente (AE, 10,
págs. 9-10). Tal vez deba verse en ese pasaje una primera alusión al concepto de la angustia causada por
la separación, que aquí cobra prominencia. El hincapié en el peligro de perder el amor del objeto amado es
relacionado expresamente en esta obra con las características de la sexualidad femenina, de la q ue Freud
había comenzado a ocuparse muy poco tiempo atrás. (ver nota) Por último, el peligro de perder el amor del
superyó nos remite a las controversias con respecto al sentimiento de culpa, tal como había sido
reformulado también poco antes en El yo y el ello(1923b).
La angustia-señal
En lo que atañe al displacer en general, era esta una noción de antigua data en Freud. E n el «Proyecto de
psicología» de 1895 (Freud, 1950a) se describe así el mecanismo mediante el cual el yo restringe el
desarrollo de vivencias penosas: «Por ese medio se habría limitado cuantitativamente el desprendimiento de
displacer; su comienzo, en efecto, sería para el yo la señal de emprender una defensa normal» (AE, 1, pág.
405). Y en La interpretación de los sueños (1900a) se sostiene que «el pensar tiene que tender [ ... ] a
restringir el desarrollo del afecto por el trabajo de pensamiento a un mínimo que aún sea utilizable como
señal» (AE, 5, pág. 592). Y en «Lo inconciente» (1915e), esta misma idea es aplicada ya a la angustia;
refiriéndose a la aparición en las fobias de « representaciones sustitutivas» y al entorno a ellas asociado,
que recibe una intensa investidura, Freud escribe: «Una excitación en cualquier lugar de este parapeto dará,
a consecuencia del enlace con la representación sustitutiva, el envión para un pequeño desarrollo de
angustia que ahora es aprovechado como señal a fin de inhibir el ulterior avance de este último ... » (AE, 14
pág. 180). De igual manera, en la 25º de las Conferencias de introducción (1916-17) se nos dice en uno o
dos lugares que el estado de «apronte angustiado» brinda una «señal» para impedir el estallido de una
grave angustia. De ahí no había más que un paso hasta la esclarecedora exposición de las páginas que
83
aquí siguen. Puede observarse que también en la presente obra el concepto se introduce primero como
señal de «displacer» y sólo luego como señal de «angustia».
Angustia y nacimiento
Queda en pie esta cuestión: ¿Qué determina la forma en que se exterioriza la angustia? También esto fue
examinado por Freud en sus primeros escritos. Al principio, en armonía con su concepción de la angustia
como libido t rasmudada, consideró que sus síntomas más notorios -la falta de aliento y las palpitaciones
eran elementos propios del acto del coito, que, a falta de una vía de descarga normal para la excitación,
aparecían aislados y exagerados. Esta descripción figura e n el citado «Manuscrito E», que probablemente
data de junio de 1894, así como en su primer trabajo sobre la neurosis de angustia (1895b), AE, 3, pág.
111; y se la repite en el historial clínico de «Dora» (1905e [1901]), donde leemos: «Hace ya años he
puntualizado que la disnea y las palpitaciones de la histeria y de la neurosis de angustia son sólo unos
fragmentos desprendidos de l a acción del coito» (AE, 7, pág. 70). No resulta claro cómo se compadecía
todo esto con las concepciones de Freud sobre la expre sión de las emociones en general, que por cierto
parecen derivar en última instancia de Darwin. En los Estudios sobre la histeri a (1895d), Freud citó en dos
oportunidades el libro que aquel dedicó al problema (Darwin, 1872), apuntando en la segunda de ellas que,
conforme a las enseñanzas del naturalista inglés, la expresión de las emociones «consiste en operaciones
originariamente provistas de sentido y acordes a un fin» (AE, 2, pág. 193). Jones (1955, pág. 494) informa
que en un debate de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, llevado a cabo en 1909, Freud había dicho que
«todo afecto [ ... ] es sólo una reminiscencia de un suceso». Mucho después, en la 25º de sus
Conferencias de introducción (1916-17), retomó este punto manifestando su creencia de que el «núcleo» de
un afecto «es la repetición de determinada vivencia significativa» (AE, 16, pág. 360). Recordó allí, asimismo,
la explicación que antes había dado de los ataques histéricos como revivencias de sucesos infantiles
(1909a; AE, 9, pág. 210), y añadió como conclusión que «el ataque histérico es comparable a un afecto
individual neoformado, y el afecto normal, a la expresión de una histeria general que se ha hecho
hereditaria». Esta teoría es repetida en términos casi iguales en la presente obra.
Sea cual fuere el papel cumplido por esta teoría de los afectos en la anteriorexplicación de Freud sobre la
forma de la angustia, fue esencial en su nueva explicación, que salió a la luz, en apariencia sin
antecedentes, en una nota al pie agregada en la segunda edición de La interpretación de los sueños
(1900a). (ver nota) Al término de un examen de las fantasías sobre la vida en el vientre materno, dice
(destacando la frase con bastardillas): «El acto del nacimiento es, por lo demás, la primera vivencia de
angustia y, en consecuencia, la fuente y el modelo del afecto de angustia» (AE, 5, pág. 403). Esa edición
se publicó en 1909, pero el prólogo está fechado en el «verano de 1908». Una posible pista sobre la súbita
aparición en ese momento de esta idea revolucionaria la da el prólogo que muy poco tiempo atrás (está
fechado en «marzo de 1908») escribiera para el libro de Stekel sobre los estados de angustia (Freud,
19081). Cierto es que en ese prólogo no hay el mínimo indicio de la nueva teoría, y que en su obra S tekel
parece aceptar explícitamente la teoría anterior sobre el vínculo entre angustia y coito; pero es indudable
que Freud había vuelto a dirigir su interés hacia el problema, y fue tal vez entonces cuando revivió en él un
antiguo recuerdo de un suceso que narró más tarde, al examinar la angustia en las Conferencias de
introducción (1916-17). Me refiero a la historia que, como anécdota cómica, contara en una reunión de
médicos uno de los jóvenes asistentes: una partera, al preguntársele en el examen qué si gnificaba la
aparición de meconio en el agua del nacimiento, respondió: «Que el niño está angustiado». «Se rieron de
ella y la reprobaron», continúa Freud, «pero yo [ ... ] empecé a sospechar que esa pobre mujer del pueblo
había puesto certeramente en desc ubierto un nexo importante» (AE, 16, págs. 361-2). Este recuerdo debía
remontarsea 1884, pero al parecer Freud no lo mencionó n unca hasta esa conferencia de 1917; es posible
que su lectura del libro de Stekel lo reavivara, dando lugar al surgimiento en 1908 de la nueva teoría, que en
adelante ya no sería abandonada por él. Le confirió un sitio de especial prominencia en «Sobre un tipo
particular de elección de objeto en el hombre» (1910h), AE, 11, pág. 166, trabajo cuyo contenido esencial
ya había sido expuesto ante la Sociedad Psicoanalítica de Viena en mayo de 1909; y las actas de la
Sociedad correspondientes a noviembre de ese a ño, citadas por Jones (1955, pág. 494), nos lo presentan
señalando que el niño tiene su primera vivencia de angustia en el propio acto de su nacimiento.
Tras esa conferencia de 1917, el problema quedó en barbecho por algunos años, hasta reaparecer
repentinamente en El yo y el ello (1923b), donde se dice que el nacimiento es «el primer gran estado de
angustia» (AE, 19, pág. 59). Con esto llegamos a la época en que Rank publicó Das Trauma der Geburt {El
trauma del nacimiento}. El nexo cronológico entre esa a firmación de Freud y la obra de Rank no está del
todo claro. El yo y el ello vio la luz en abril de 1923; la portada del libro d e Rank lleva como fecha « 1924 »,
pero en su última página se lee: «escrito en abril de 1923», y en la dedicatoria se declara que le fue
«obsequiado» a Freud el 6 de mayo de 1923 (día de su cumpleaños). Si bien Jones (1957, pág. 60)
sostiene expresamente que Freud no lo leyó antes de su publicación en diciembre de ese año, ya en
setiembre de 1922 este se hallaba al tanto de las ideas generales de Rank, y sin duda eso basta para
justificar la referencia al nacimiento en El yo y el ello. (ver nota)
En su obra, Rank iba mucho más allá de la mera adopción de las elucidaciones de Freud sobre la forma de
la angustia. Argumentaba que todos los posteriores ataques de angustia son intentos de «descargar por
abreacción» el trauma del nacimiento. Con similares argumentos explicaba todas las neurosis -destronando
así, dicho sea de paso, el complejo de Edipo-, y proponía una nueva técnica terapéutica basada en la
superación de ese trauma. Los comentarios publicados de Freud sobre el libro de Rank fueron
aparentementefavorables en un comienzo; pero en Inhibición, síntoma y angustia se puso de manifiesto un
cambio radical y definitivo en esas opiniones. El rechazo de las concepciones de Rank estimuló a Freud
para reconsiderar las suyas propias, y la presente obra es el resultado de ello.
James Strachey
97 (Ventana-emergente - Popup)
Cf., por ejemplo, Tres ensayos de teoría sexual (1905d), AE, 7, pág. 149.
98 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. «La represión» (1915d), AE, 14, pág. 142.
99 (Ventana-emergente - Popup)
[Es este un problema de antigua data. Véanse, verbigracia, las cartas a Fliess del 6 de diciembre de 1896 y del 14 de
noviembre de 1897 (F reud, 1950a, Cartas 52 y 75), AE, 1, págs. 276 y 313. La cuestión fue abordada por Freud en su
historial clínico de «Dora» (1905e), AE, 7, pág. 27, donde ofrezco otras referencias en una nota al pie. La solución a
que arriba aquí ya había sido indicada por él en una breve nota que agregó en 1925 a Más allá del principio de placer
(1920g), AE, 18, pág. 11]
100 (Ventana-emergente - P opup)
Cf. Más allá del principio de placer (1920g), AE, 18, pág. 24.
101 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. mi «Introducción»
102 (Ventana-emergente - Popup)
Se hallará un amplio examen de esta expresión en mi «Nota introductoria» a «Pulsiones y destinos de pulsión»
84
(1915c), AE, 14, págs, 107 y sigs
103 (Ventana-emergente - Popup)
Freud recurrió a esta frase en varios lugares de Estudios sobre la histeria (1895d) para dar cuenta de los síntomas
histéricos; cf., por ejemplo, AE, 2, pág. 302. El concepto es muy claramente explicitado en la primera de las Cinco
conferencias sobre psicoanálisis (1910a), AE, 11, págs. 13-4.
104 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. mi «Introducción»
105 (Ventana-emergente - Popup)
«La represión» (1915d), AE, 14, pág. 143.
106 (Ventana-emergente - Popup)
Más allá del principio de placer (1920g), AE, 18, págs. 27 y sigs.
107 (Ventana-emergente - Popup)
[El yo y el ello (1923b), capítulo V.]
108 (Ventana-emergente - Popup)
Esto es objeto de un detenido examen en la última de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis
(1933a).
109 (Ventana-emergente - Popup)
{Nombre de una serie de guías turísticas publicadas por primera vez en Alemania por Karl Baedeker.}
110 (Ventana-emergente - Popup)
Se refiere a la aparente contradicción entre la fuerza y la debilidad que presenta respecto del ello.
111 (Ventana-emergente - Popup)
Esta analogía es criticada en la contribución de Freud a Estudios sobre la histeria (1895d), AE, 2, págs. 295-6. Había
sido propuesta originalmente en la «Comunicación preliminar» (1893a).
112 (Ventana-emergente - Popup)
Un anticipo de esta idea se halla en el segundo de los trabajos de Freud sobre las neuropsicosis de defensa(1896b),
AE, 3, págs. 170-2.
113 (Ventana-emergente - Popup)
{«Besetzung»; significa también «ocupación», «movilización», en sentido militar.}
114 (Ventana-emergente - Popup)
Este tema se trata ampliamente en la 24º de las Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17).
115 (Ventana-emergente - Popup)
AE, 10, pág. 22.
116 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. «Una dificultad del psicoanálisis» (1917a), AE, 17, pág. 132.
117 (Ventana-emergente - Popup)
AE, 10, pág. 43.
118 (Ventana-emergente - Popup)
«De la historia de una neurosis infantil» (1918b). Se refiere al «Hombre de los Lobos», un joven ruso que comenzó a
analizarse con Freud a los 23 años; cf. AE, 17, págs. 29 y sigs.
119 (Ventana-emergente - Popup)
AE, 10, pág. 102.
120 (Ventana-emergente - Popup)
AE, 17, pág. 32.
121 (Ventana-emergente - Popup)
{Literalmente, «hombre del pan de jengibre»; la misma expresión se emplea en inglés («ginger-bread man») para
designar a un hombre de cabello color arena.}
122 (Ventana-emergente - Popup)
[Del paciente ruso]
123 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. «Pulsiones y destinos de pulsión» (1915c), AE, 14, págs. 122 y sigs.
124 (Ventana-emergente - Popup)
[AE, 17, págs. 19 y sigs.]
125 (Ventana-emergente - Popup)
Cf., por ejemplo, «La represión» (1915d), AE, 14, págs. 149-50, 150, donde también se analiza el caso del «Hombre de
los Lobos». Se hallarán otras puntualizaciones sobre esto en el apartado «Angustia por trasmudación de libido», así
como en mi «Introducción»
126 (Ventana-emergente - Popup)
[Véase el primer trabajo de Freud sobre la neurosis de angustia (1895b).]
127 (Ventana-emergente - Popup)
{«No está claro», antigua fórmula legal utilizada para expresar que las pruebas ofrecidas no han sido concluyentes.}
128 (Ventana-emergente - Popup)
Esta expresión había aparecido en la 19º de las Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17), AE, 16, pág.
275.
129 (Ventana-emergente - Popup)
Véase el segundo trabajo de Freud sobre las neuropsicosis de defensa (1896b), AE, 3, pág. 169. Esto se ilustra en el
análisis del «Hombre de los Lobos» (1918b), AE, 17, pág, 70.
130 (Ventana-emergente - Popup)
Véase mi trabajo «La predisposición a la neurosis obsesiva» (1913i). AE, 12, pág. 339
131 (Ventana-emergente - Popup)
En El yo y el ello (1923b), AE, 19, pág. 43, Freud había sostenido que el progreso desde la fase sádico-anal a la
genital «tiene por condición un suplemento de componentes eróticos»
132 (Ventana-emergente - Popup)
Véase para todo esto el historial clínico del «Hombre de las Ratas» (1909d), AE, 10, págs. 173 y sigs., y 133n.
133 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. Theodor Reik, 1925, pág. 51.
134 (Ventana-emergente - Popup)
Se hace referencia a estas dos técnicas en el historial clínico del «Hombre de las Ratas» (1909d), AE, 10, págs. 184 y
189.
135 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. Tótem y tabú (1912-13), AE, 13, págs. 35 y sigs. y 77.
136 (Ventana-emergente - Popup)
Véase el historial clínico del «Hombre de los Lobos» (1918b), AE, 17, pág. 16.
137 (Ventana-emergente - Popup)
Véanse las elucidaciones de Freud sobre las fobias en «Lo inconciente» (1915e), AE, 14, págs. 179-81; cf. también mi
«Introducción»
85
138 (Ventana-emergente - Popup)
Sólo raras veces empleó Freud la frase «regresión temporal». Aparece en las Cinco conferencias sobre psicoanálisis
(1910a), AE, 11, pág. 45, comotambién en un pasaje agregado en 1914 a La interpretación de los sueños ( 1900a),
AE, 5, pág. 541, y en «Complementó metapsicológico a la doctrina de los sueños» (1917d), AE, 14, pág. 221.
139 (Ventana-emergente - Popup)
El examen más completo de estas cuestiones por parte de Freud se hallará en los capítulos VII y VIII de El malestar
en la cultura (1930a).
140 (Ventana-emergente - Popup)
[La Primera Guerra Mundial.]
141 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. l a «Introducción» de Freud (1919d) a Sobre el psicoanálisis de las neurosis de guerra.
142 (Ventana-emergente - Popup)
Véase una nota al pie agregada en 1923 al historial clínico del pequeño Hans (1909b), AE, 10, págs. 9-10.
143 (Ventana-emergente - Popup)
Véanse los párrafos finales de El yo y el ello (1923b), AE, 19, págs. 58-9
144 (Ventana-emergente - Popup)
Cf, «Duelo y melancolía» (1917e), AE, 14, págs. 242-3.
145 (Ventana-emergente - Popup)
Véase el primer trabajo de Freud sobre la neurosis de angustia(1895b), AE, 3, págs, 94-5.
146 (Ventana-emergente - Popup)
[Tal como se expresaron, verbigracia, al comienzo de Más allá del principio de placer (1920g), AE, 18, págs. 7 y
sigs.]
147 (Ventana-emergente - Popup)
[Esta idea fue tomada probablemente de Darwin, The Expression of the Emotions (1872), obra citada por Freud,
dentro de un contexto análego, en Estudios sobre la histeria ( 1895d), AE, 2, pág. 193. Cf. mi «Introducción». La
naturaleza de los afectos ya había sido examinada en «Lo inconciente» (1915e), AE, 14, págs. 173-5, y también, con
mayor claridad, en la 25º de las Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17), AE, 16, págs. 360-1,
148 (Ventana-emergente - Popup)
Hay otras consideraciones sobre la teoría de Rank
149 (Ventana-emergente - Popup)
Véase una nota al pie en Tres ensayos de teoría sexual (1905d), AE, 7, págs. 204-5.
150 (Ventana-emergente - Popup)
«Caesur»; en la edición alemana de 1926 dice aquí, por error, «Censur», «censura».
151 (Ventana-emergente - Popup)
[Freud ya había analizado esta fantasía en el caso del «Hombre d, los Lobos» (1918b), AE, 17, pígs, 92-3.]
152 (Ventana-emergente - Popup)
Cf., por ejemplo, «Lo inconciente» (1915e), AE, 14, pág. 179.
153 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. mi «Introducción»
154 (Ventana-emergente - Popup)
[Cf. El yo y el ello (1923b), AE, 19, pág. 57.
155 (Ventana-emergente - Popup)
[Esta expresión ya había aparecido en el primer trabajo de Freud sobre la neurosis de angustia (1895b), AE, 3, pág.
109; el presente pasaje es como un eco de la sección III de dicho trabajo.]
156 (Ventana-emergente - Popup)
Después que distinguimos entre yo y ello, no podía menos que recibir nuevo aliento nuestro interés por los
problemas de la represión. Hasta entonces nos habíamos conformado con estudiar el aspecto del proceso vuelto
hacia el yo: el apartamiento de la conciencia y de la motilidad, y la formación sustitutiva (de síntoma); en cuanto a la
moción reprimida como tal, suponíamos que permanecía en lo inconciente, inmutada, durante un tiempo
indefinidamente largo. Ahora el interés se vuelve hacia los destinos de lo reprimido, y vislumbramos que esa
persistencia inmutada e inmutableno es algo evidente de suyo, y quizá ni siquiera lo habitual. Sin duda la moción
pulsional originaria ha sido inhibida y apartada de su meta por la represión. Pero, ¿se ha conservado en lo inconciente
su planteo, y ha probado este ser resistente a los influjos alteradores y desvalorizadores de la vida? ¿Subsisten, pues,
los viejos deseos de cuya existencia anterior nos informa el análisis? La respuesta parece obvia y segura: Los viejos
deseos reprimidos han de pervivir en lo inconciente, ya que hallamos que sus retoños, los síntomas, son todavía
eficaces. Pero esa respuesta no basta, pues no permite decidir entre dos posibilidades: si el viejo deseo sigue
ejerciendo efectos ahora sólo a través de sus retoños, a los que trasfirió toda su energía de investidura, o si además
se conservó él mismo. Si su destino fuera agotarse en la investidura de sus retoños, quedaría una tercera posibilidad:
que en el circuito de la neurosis fuera reanimado por regresión, por inactual que pudiera ser en el presente, No hay
que considerar ociosas estas reflexiones; en la vida anímica tanto patológica como normal hay mucho que parece
reclamar este tipo de planteo. En mi estudio sobre el sepultamiento del complejo de Edipo (1924d) me vi llevado a
prestar atención a la diferencia entre la mera represión y la efectiva cancelación de una antigua moción de deseo.
157 (Ventana-emergente - Popup)
[Cf. «Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos» (1925j).]
158 (Ventana-emergente - Popup)
Esto ya había sido sostenido por Freud treinta años antes, en «La herencia y la etiología de las neurosis» (1896a),
AE, 3, pág. 155,
159 (Ventana-emergente - Popup)
Lo que aquí se afirma es en buena medida una revisión de los, argumentos expuestos en «La represión» (1915d), AE,
14, págs. 148-150, y en «Lo inconciente» (1915e), AE, 14, págs. 179-81. - Sobre la «angustia de la conciencia moral»
160 (Ventana-emergente - Popup)
Véase, por ejemplo, Adler, 1907.
161 (Ventana-emergente - Popup)
De lo afirmado por Freud sobre esto mismo en El yo y el ello 1923b), AE, 19, pág. 37, se desprende que tiene en
mente la era de las glaciaciones. La idea había sido sugerida por Ferenczi (1913c).
162 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. «La represión» (1915d), AE, 14, págs. 145-6.
163 (Ventana-emergente - Popup)
Véase una nota mía al pie en «Análisis terminable e interminable» (1937c), AE, 23, pág. 223.
164 (Ventana-emergente - Popup)
Freud se explayó acerca de este término, en conexión con el concepto de «desmentida» («Verleugnung»), en su
trabajo posterior sobre el fetichismo (1927e).
165 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. El yo y el ello (1923b), AE, 19, pág. 19.
166 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. «Recordar, repetir y reelaborar» (1914g), AE, 12, pág. 157. Freud volvió sobre el tema en la sección VI de
86
«Análisis terminable e interminable» (1937c).
167 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. «Recordar, repetir y reelaborar» (1914g), AE, 12, págs. 152 y sigs.
168 (Ventana-emergente - Popup)
Este punto fue considerado en el capítulo V de El yo y el ello (1923b), AE, 19, págs. 49 y sigs.
169 (Ventana-emergente - Popup)
«ókonomisch». Esta palabra sólo aparece en la primera edición (1926), habiendo sido omitida, sin duda por
accidente, en todas las posteriores.
170 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. mi «Introducción»
171 (Ventana-emergente - Popup)
«Las neuropsicosis de defensa» (1894). Véase también el «Apéndice A»
172 (Ventana-emergente - Popup)
Consideraciones similares se hacen en Más allá del principio de placer (1920g), AE, 18, pág. 12, y en la25º de las
Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17).
173 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. Más allá del principio de placer (1920g), AE, 18, págs, 16-7.
174 (Ventana-emergente - Popup)
Acaso ocurra bastante a menudo que en una situación de peligro apreciada correctamente como tal se agregue a la
angustia realista una porción de angustia pulsional. La exigencia pulsional ante cuya satisfacción el yo retrocede
aterrado sería entonces la masoquista, la pulsíón de destrucción vuelta hacia la persona propia. Quizás este añadido
explique el caso en que la reacción de angustia resulta desmedida e inadecuada al fin. Las fobias a la altura (ventana,
torre, abismo) podrían tener ese mismo origen; su secreta significatividad femenina se aproxima al masoquismo. [Cf.
«Sueño y telepatía» (1922a), AE, 18 pág. 205.
175 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. «Duelo y melancolía» (1917e) [AE, 14, págs. 242-3
176 (Ventana-emergente - Popup)
Véase el juego infantil del «fort-da», descrito en Más allá del principio de placer (1920g), AE, 18, págs. 14-6.
177 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. Más allá del principio de placer (1920g), AE, 18, pág. 30, y el «Proyecto de psicología» (1950a), AE, 1, págs. 351-2.
178 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. «Introducción del narcisismo» (1914c), AE, 14, pág. 79.
179 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. Más allá del principio de placer (1920g), AE, 18, págs. 29-30, y el Manuscrito G en la correspondencia con Fliess
(Freud, 1950a), AE, 1, pág. 245, el cual probablemente data de principios de enero de 1895.
180 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. Más allá del principio de placer, loc. cit., y el «Proyecto» (1950a), AE, 1, pág. 365.
181 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. «Duelo y melancolía» (1917e), AE, 14, págs. 242-3.
182 (Ventana-emergente - Popup)
¿Pueden los legos ejercer el análisis?.
Diálogos con un juez imparcial (1926)
Die Frage der Laienanalyse.
Unterredungen mit einem Unparteiischen
Ediciones en alemán
1926 Leipzig, Viena y Zurich: Internationaler Psychoanalytischer Verlag, 123 págs.
1928 GS, 11, págs. 307-84.
1948 GW, 14, págs. 209-86.
1975 SA, «Ergänzungsband» {Volumen complementario}, págs. 271-341.
«Nachwort zur Die Frage der Laienanalyse»
1927 Int. Z. Psychoanal., 13, nº 3, págs. 326-32.
1928 GS, 11, págs. 385-94.
1948 GW, 14, págs. 287-96.
1975 SA, «Ergänzungsband» {Volumen complementario}, págs. 342-9.
Traducciones en castellano
1928 El análisis profano. BN (17vols.), 12, págs. 5-90. Traducción de Luis López-Ballesteros.
1943 Igual título. EA, 12, págs. 7-92. El mismo traductor.
1948Análisi s profano (Psicoanálisis y medicina). BN (2 vols.), 2, págs. 751-86. El mismo traductor.
1953 El análisis profano. SR, 12, págs. 7-71. El mismo traductor.
1968 Análisis profano (Psicoanálisis y medicina). BN (3 vols.), 2, págs. 843-78. El mismo traductor.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, pág. 2911-53. El mismo traductor.
1955 «Apéndíce a la discusión sobre El análisis profano». SR, 21, págs. 227-36. Traducción de Ludovico
Rosenthal.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 498-505. 1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, págs. 2954-9.
Fragmentos del trabajo original, con el título «Psychoanalyse und Kurpfuscherei» {Psicoanálisis y
curanderismo}, se incluyeron en el Almanach 1927, publicado en setiembre de 1926 (más o menos por la
87
misma época en que apareció el libro).
En el primer semestre de 1926 se inició en Viena una causa judicial contra Theodor Reik, miembro
prominented e la Sociedad Psicoanalítica de Viena, que no era médico. Basándose en informaciones de
una persona a la que había tratado psicoanalíticamente, se le imputó trasgredir una antigua ley austríaca
contra el «curanderismo», que declaraba ilegal el tratamiento de pacientes por alguien que no tuviese el
título de médico. Freud intervino al punto enérgicamente. En rigor, ya venía defendiendo la posición de Reik
y del análisis ejercido por legos desde 1924. En una carta inédita que escribió a Abraham el 11 de
noviembre de ese año le decía: «El fisiólogo Durig, miembro jerárquico del Consejo de Salud y, como tal,
dotado de alta autoridad ofi cial, solicitó mi opinión sobre el análisis ejercido por legos. Se la di por escrito y
luego discutí el tema con él, y esto dio lugar a un amplio acuerdo entre ambos». Pese a dicho acuerdo, el
Consejo Municipal de Viena prohibió oficialmente a Reik, al parecer, la práctica del psicoanálisis en febrero
de 1925. (ver nota)
Freud comenzó a redactar el presente opúsculo a fines de junio de 1926, para su publicación inmediata; fue
impreso antes de fines de julio y publicado en setiembre. En parte, quizá, como c onsecuencia de su
intervención, pero también en parte porque las pruebas contra Reik eran insuficientes, el fiscal dio por
cerrada la causa luego de una investigación preliminar. (ver nota)
Pero el asunto no paró allí. La publicación del opúsculo de Freud trajo a primer plano las grandes
diferencias de opinión existentes dentro de las propias asociaciones psicoanalíticas en cuanto a la
admisibilidad del ejercicio del psicoanálisis por personas sin título médico. Era, pues, conveniente ventilar la
cuestión, y en 1927 se dio a publicidad una larga serie de ponderadas declaraciones (28 en total) de
analistas de varios países en las dos revistas psicoanalíticas oficiales -en alemán, en Internatíonale
Zeitschrift (13, partes 1, 2 y 3), y en inglés, en Internatíonal Journal (8, partes 2 y 3)-. El propio Freud puso
término a esta serie de pronunciamientos con un «Epílogo» en el que respondió a las argumentaciones de
sus opositores y expuso de nuevo sus puntos de vista.
En el tercer volumen de su biografía sobre Freud, Ernest Jones dedicó un capítulo a la detallada reseña de
esos puntos de vista (1957, págs. 309 y sigs.). Desde los primerostiempos, Freud sostuvo firmemente que
el psicoanálisis no debía ser considerado como de competencia exclusiva de la profesión médica. La
primera publicación en que expresó esta opinión parece ser su introducción al libro de Pfister (Freud,
1913b); el 18 de julio de 1926 envióa Neue Freie Presse una carta sobre este mismo tema; y en otra carta
citada por Jones (1957, pág. 323), que data de 1938, cuando se aproximaba el fin de su vida, declaró: «No
he abjurado nunca de estas opiniones y las sostengo con mayor insistencia aún que antes». Pero es en la
presente obra donde discutió más cabal y puntillosamente el problema.
Aparte de esa cuestión, en estas páginas Freud hizo quizá su más feliz descripción de la teoría y práctica
del psicoanálisis, escrita en su estilo más ágil y vivaz. La parte teórica, en especial, posee, con respecto a
sus obras de divulgación anteriores, la ventaja de haber sido redactada luego de la gran clarificación de sus
concepciones sobre la estructura de la psique en El yo y el ello (1923b).
James Strachey
183 (Ventana-emergente - Popup)
[En rigor, esto solamente es válido respecto de ciertos estados de Estados Unidos, no de todos ellos. También lo es
respecto de Gran Bretaña.]
184 (Ventana-emergente - Popup)
Lo mismo sucede en Francia.
185 (Ventana-emergente - Popup)
[Cf. Goethe, Fausto, parte I, escena 4, el diálogo de Mefistófeles con el estudiante.]
{El pasaje aludido es el siguiente:
«Estudiante: Sin embargo, algún concepto tiene que haber en la palabra.
Mefistófeles: ¡Muy bien! Sólo que no es preciso martirizarse demasiado,
pues donde conceptos faltan, allí mismo
y en el momento justo acude una palabra.
Con palabras se puede sostener una querella,
con palabras aderezar algún sistema,
en palabras se puede creer admirablemente;
de una palabra no puede eliminarse ni una iota».}
186 (Ventana-emergente - Popup)
«Im Anfang war die Tat» (Goethe, Fausto, parte I, escena 3). Freud concluyó con esta misma cita su libro Tótem y
tabú (1912-13). AE, 13, pág. 162,
187 (Ventana-emergente - P opup)
Johann Nestroy (1801-1862), autor de comedias y farsas que era famoso en Viena. La misma sentencia se cita en
«Análisis terminable e interminable» (1937c), AE, 23, pág. 231.
188 (Ventana-emergente - Popup)
Hans Vaihinger (1852-1933), quien enunciara su sistema filosófico en Die Philosophie des Als Ob (1922). Esta obra
estuvo muy en boga en los países de habla alemana, especialmente después de la Primera Guerra Mundial. Freud
hace un comentario bastante extenso sobre ella en El porvenir de una ilusión (1927c), AE, 21, págs. 28-9.
189 (Ventana-emergente - Popup)
«Bewusstsein»; sin el guión, es la palabra correspondiente a «conci encia». Al insertar el guión, Freud pretende
destacar el sentido pasivo que tiene en alemán la voz «bewusst». Cf. mi «Nota introductoria» a «Lo inconciente»
(1915e), AE, 14, pág. 159n. La palabra aparece dividida del mismo modo y con propósitos análogos enEl yo y el
ello (1923b), AE, 19, pág. 15, aunque en ese caso no figura el guión intermedio. En cuanto a la presente obra, el
guión sólo aparece en la edición original (1926), habiendo sido erróneamente omitido en las ediciones alemanas
posteriores, donde los dos componentes están fundidos en una sola palabra.
190 (Ventana-emergente - Popup)
En la actualidad se lo suele denominar «análisis didáctico». El «autoanálisis» en sentido estricto es mencionado,
entre otros lugares, en una nota preliminar a un artículo de E. Pickworth Farrow (Freud, 1926c).
191 (Ventana-emergente - Popup)
[La cita completa reza así: «Hambre y amor mueven al mundo» (Schiller, «Die WeItweisen»).]
192 (Ventana-emergente - Popup)
CL «Neurosis y psicosis» (Freud, 1924b).
193 (Ventana-emergente - Popup)
Se refiere sin duda a Tolstoi y sus partidarios. Véase un pasaje similar en «Puntualizaciones sobre el amor de
trasferencia» (1915a), AE, 12, pág. 165.
194 (Ventana-emergente - Popup)
Alude, naturalmente, a las teorías de Jung y de Adler.
88
195 (Ventana-emergente - Popup)
A causa de su carácter obvio; véase un pasaje similar en «Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico»
(1914d), AE, 14, pág, 17.
196 (Ventana-emergente - Popup)
«Äusserungen» en la primera edición; en las siguientes, «Änderungen» {«cambios»}, probablemente una errata.
197 (Ventana-emergente - Popup)
Cf, «Construcciones en el análisis» (1937d).
198 (Ventana-emergente - Popup)
Schiller, Guillermo Tell, acto III, escena 3.
199 (Ventana-emergente - Popup)
Gran parte del contenido de este capítulo fue tomada, en algunos pasajes casi textualmente, de los trabajos anteriores
de Freud sobre técnica psicoanalítica (AE, 12).
200 (Ventana-emergente - Popup)
Desde luego, esto fue escrito en la época de la República de Weimar.
201 (Ventana-emergente - Popup)
{La «ciencia cristiana», secta creada por Mary Baker Eddy en 1866, se basa en la idea de que las enfermedades son
curables por influencia espiritual, sin auxilio de la medicina,}
202 (Ventana-emergente - Popup)
[«Nach seiner Façon selig zu werden». La sentencia, «In meinem Staate kann jeder nach seiner Façon selig
werden» {«En mi dominio cada hombre puede alcanzar la bienaventuranza a su manera»}, se atribuye a Federico el
Grande.]
203 (Ventana-emergente - Popup)
Probablementeel fisiólogo Durig
204 (Ventana-emergente - Popup)
{La serie de artículos de Internationale Zeitschrift für Psychoanalyseen que se debatió la cuestión
205 (Ventana-emergente - Popup)
Abraham (1924) y la 32º de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (Freud, 1933a), AE, 22, pág. 92.
206 (Ventana-emergente - Popup)
[«Seelsorger»; en su «Introducción» a un libro de Pfister (Freud, 1913b), AE, 12, págs. 352-3, Freud ya había aludido
a la asistencia espiritual que en tal carácter se brinda en los países protestantes.]
207 (Ventana-emergente - Popup)
[Célebre semanario cómico de Munich.]
208 (Ventana-emergente - Popup)
[«Dr. Reik und die Kurpfuschereifrage». Esta carta se publicó en Neue Freie Presse el domingo 18 de julio de 1926
(pág. 12). El original alemán no fue reimpreso, aparentemente; una versión al inglés sin mención del traductor apareció
en Bulletin of the American Psychoanalytical Associalion, 4 (1948), pág. 56; en esa versión se consigna
erróneamente como fecha de la carta el «18 de julio de 1928». Sobre las circunstancias que llevaron a Freud a
escribirla, cf. mi «Nota introductoria», {Traducción en castellano (cf. la «Advertencia sobre la edición en
castellano»: 1956: «Una carta de Freud sobre el análisis profano», RP, 13, nº 3, pág. 288, trad. de L. Rosenthal.}]
{La presente carta apareció en el volumen 21 de la Standard Edition, págs. 247-8; allí, el propio Strachey consigna
que debía incluírsela en este volumen 20 pero lamentablemente se la omitió en el momento de prepararlo.}
209 (Ventana-emergente - Popup)
Psicoanálisis (1926)
«Psycho.Analysis»
Primera edición
(1925 Fecha probable de redacción del t rabajo.)
1926 En Encyclopaedia Britannica, 13º ed., vol. supl. 3, págs. 253-5. Trad. de J. Strachey. (1929, 14º ed.,
18, págs. 672-4; reimpresión de la anterior.)
Ediciones en alemán
1934 GS, 12, págs. 372-80.
1934 Almanach 1935, págs. 9-17. (No incluyebibliografía.)
1935 Z. Psychoanal. Pádag., 9, nº 2, págs. 73-80. (Incluyebibliografía.)
1948 GW, 14, págs. 299-307.(Incl uyebibliografía.)
Traducciones en castellano
1955 «Psicoanálisis: escuela freudiana». SR, 21, págs. 217- 26. Traducción de Ludovico Rosenthal.
(Incluyebibliografía.)
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 492-8. (Incluyebibliografía.)
1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, págs. 2904-9. (Incluyebibliografía.)
La decimoprimera edición de la Encyclopaedia Britannica, publicada en 1910-11, no contenía referencia
alguna al psicoanálisis. Luego de la Primera Guerra Mundial, en 1922, apareció la conocida como
«decimosegunda edición», consistente en la anterior más tres «nuevos volúmenes», y tampoco en ella se
hacía alusión a a quel tema. Poco después se decidió publicar una «decimotercera edición», que habría de
constar una vez más de la decimoprimera y tres «nuevos volúmenes suplementarios », sólo que estos
últimos serían diferentes de los que compusieron la «decimosegunda edición». En esta oportunidad se
estimó necesario incluir un artículo sobre el psicoanálisis, y la colaboración le fue solicitada al propio Freud.
Sin duda a este le alegró el pedido, ya que la EncycIopaedia Britannica ocupaba un cálido sitio en su
corazón: mientraspreparaba Tótem y tabú (1912-13), le escribió a Ernest Jones (el 24 de febrero de 1912)
dándole la lista de todas las fuentes autorizadas que había consultado, y al final decía con evidente orgullo:
«Ahora hasta estoy en posesión de la EncycIopaedia Britannica, 11º ed., 1911» (Jones, 1953, pág. 395). Y
siempre estaba ávido por consultarla. (ver nota) Además, ya en 1924 había escrito un largo artículo sobre el
psicoanálisis para una compilación en dos volúmenes publicada por los editores de la Encyclopaedia
Britannica bajo el título These Eventful Years: The Twentieth Century in the Making, as Told by Many of its
89
Makers {Estos años memorables: cómo se fue forjando el siglo veinte, según el relato de muchos de sus
hacedores}. (ver nota)
Había trascurrido un breve lapso desde la publicación de la decimotercera edición cuando se vio la
necesidad de producir una edición totalmente nueva de la obra en su conjunto. Hubo un intento de
remplazar el artículo de Freud por otro diferente, pero gracias a los esfuerzos aunados de Ernest Jones y
del propio Freud la idea se frustró, de modo tal que se lo dejó inmodificado en la «decimocuarta edición»
1929)y en todas las subsiguientes.
No obstante, cuando en 1934 salió a luz el original alemán de este trabajo se comprobó que desde el
principio se habían introducido en la versión inglesa cierto número de cambios pequeños pero no
intrascendentes. Por ejemplo, el título del artículo, que en el original era «Psicoanálisis», en esa versión
aparecía como « Psicoanálisis: escuela freudiana»; una referencia poco halagüeña a Jung y a Adler había
sido eliminada, y se habían insertado subtítulos que no parecen contribuir a que se siga el hilo de la
argumentación de Freud.
Para nuestros presentes propósitos, hemos creído que lo mejor era volver al original alemán tal como fue
preparado por Freud, indicando en notas a pie de página las más importantes divergencias con respecto a
la versión publicada en la Encyclopaedia.
James Strachey
210 (Ventana-emergente - Popup)
Este párrafo fue omitido en laEncyclopaedia Britannica; ello es explicable, porque la contribución de Freud habría
de aparecer en uno de los tres volúmenes suplementarios de 1926, cuyo único objeto era actualizar la decimoprimera
edición, de 1910-11.
211 (Ventana-emergente - Popup)
[En la EncycIopaedia:«en favor de ciertas clases de enfermos».]
212 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. Aulo Cornelio Celso, De medicina, III, 4:1: «Asclepiades officium esse medici dicit, ut tuto, ut celeriter, ut
iucunde curet» {«Esculapio dice que es deber del médico curar en forma segura, rápida y agradable»}. El lema había
sido citado por Freud en «Sobre psicoterapia» (1905a), AE, 7, pág. 252.
213 (Ventana-emergente - Popup)
[En la Encyclopaedia, esta oración fue trasladada al final del artículo.]
214 (Ventana-emergente - Popup)
Esta palabra y otras que aparecen en inglés a lo largo del artículo fueron incluidas por el propio Freud en el
manuscrito original- parece ser este el único caso en que Freud empleó el equivalente inglés de «Besetzung»
215 (Ventana-emergente - Popup)
[En la Encyclopaediase agrega aquí «en todos los aspectos».]
216 (Ventana-emergente - Popup)
La última cláusula de la oración fue suprimida en la EncycIopaedia.
217 (Ventana-emergente - Popup)
[Tal como figuraba en el manuscrito de Freud.]
218 (Ventana-emergente - Popup)
Alocución ante los miembros de la Sociedad B'nai B'rith (1941 [1926])
«Anspra che, an die Mitglieder des Vereins B'nai B'rith»
Edición en alemán
1941 GW, 17, págs. 51-3.
Traducciones en castellano
1955 «Discurso a los miembros de la Sociedad B'nai B'rith». SR, 21, págs. 55-8. Traducción de Ludovico
Rosenthal.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 3, págs. 387-8.
1974 Igual título. BN (9 vols.), 8, págs. 3229-30.
Este discurso fue leído en nombre de Freud durante una de las reuniones de la Sociedad B'nai B'rith,
realizada el 6 de mayo de 1926 en homenaje al 70º cumpleaños de aquél. Fue precedido por una
presentación muy elogiosa que hizo de él su médico, el profesor Ludwig Braun.
La Sociedad B'nai B'ri th (Hijos del Pacto) es una entidad con fines culturales, intelectuales y de
beneficencia, representativa de los intereses de los judíos. Fundada en Estados Unidos a mediados del
siglo xix, tiene filiales en muchos lugares del mundo. Como se verá enseguida, Freud se unió al grupo de
Viena en 1895, y durante muchos años acostumbró asistir regularmente a sus reuniones de los martes
cada quince días. En diversas ocasiones pronunció allí conferencias; se conocen los temas acerca de los
cuales versaron algunas: sobre los sueños, en diciembre de 1897 (Freud, 1950a, Carta 78); otra no
determinada en marzo de 1900; sobre La fécondité, deZola, el 27 de abril de 1900 (Jones, 1953, pág.363);
sobre La révolte des anges, de Anatole France (Sachs, 1945, pág.103); y también leyó allí, en 1915, el
segundo de los ensayos de su trabaio «De guerra y muerte. Temas de actualidad» (1915b) (Jones, 1955,
pág. 415).
James Strachey
219 (Ventana-emergente - Popup)
Cf. laPresentación autobiográfica (1925d).
220 (Ventana-emergente - Popup)
[Abreviatura de «Wohlwollen, Bruderliebe und Eistracht» {«Benevolencia, amor fraternal y armonía»}, el lema de la
Sociedad.]
221 (Ventana-emergente - Popup)
«Karl Abraham». Publicado con la firma «Der Herausgeber {el director}: Sigm. Freud».Ediciones en alemán: 1926:
Int. Z, Psychoanal., 12, nº 1, pág. 1; 1928: GS, 11, pág. 283; 1948: GW, 14, pág. 564. {Traducciones en castellano
(cf. la «Advertencia sobre la edición en castellano»): 1951: «En memoria de Karl Abraham», RP, 8, nº 1, pág. 93, trad.
de L. Rosenthal; 1955: Igual título, SR, 20, págs. 213-4, el mismo traductor; 1968: Igual título, BN (3 vols.), 3, págs.
332-3; 1974: Igual título, BN (9 vols.). 8, pág. 3236.}
222 (Ventana-emergente - Popup)
90
Abraham había nacido en 1877
223 (Ventana-emergente - Popup)
El 9º Congreso Psicoanalítico Internacional, llevado a cabo en setiembre de 1925.
224 (Ventana-emergente - Popup)
{«Aquel que es íntegro en vida y puro de culpa».} Horacio, Odas, 1, xxii, 1.
225 (Ventana-emergente - Popup)
[Sin duda pensaba en Ferenczi.]
226 (Ventana-emergente - Popup)
[En los números siguientes de laZeitschrift y la Journal se incluyó una larga nota de homenaje a Abraham escrita
por Ernest Jones (1926).]
227 (Ventana-emergente - Popup)
«An Romain Rolland». Ediciones en alemán: 1926: En Liber amicorum Romain Rolland, Zurich y Leipzig: Rotapfel,
pág. 152 (obra publicada en homenaje a su 60º cumpleaños, que había tenido lugar el 26 de enero); 1928: GS, 11, pág.
275; 1948: GW, 14, pág. 553. {Traducciones en castellano (cf. la «Advertencia sobre la edición en castellano»): 1955:
«A Romain Rolland», SR, 20, pág. 212, trad. de L. Rosenthal; 1968: Igual título, BN (3 vols.), 3, pág. 332; 1974: Igual
título,BN (9 vols.), 8, pág. 3224.}
Diez años más tarde, Freud tributó un homenaje mayor al mismo autor al dedicarle su «Carta a Romain Rolland (Una
perturbación del recuerdo en la Acrópolis)» (1936a).
228 (Ventana-emergente - Popup)
[«Eine Kindheitserinnerung aus dem 6. Lebensmonat» {Un recuerdo del 6º mes de vida}. Ediciones en alemán: 1926:
Int. Z. Psychoanal., 12, nº 1, pág. 79; 1948: GW, 14, pág. 568. {Traducciones en castellano (cf. la «Advertencia sobre
la edición en castellano): 1955: «Nota para un trabajo de E. Pickworth Farrow», SR, 20, pág. 174, trad. de L. Rosenthal;
1968: Igual título, BN (3 vols.), 3, pág. 311; 1974: Igual título, BN (9 vols.), 8, pág. 3218.} La presente nota encabezaba
el artículo de Farrow precedida por estas palabras: «El profesor Freud nos escribe lo siguiente con respecto a este
artículo». No hay indicios de que el artículo en sí haya sido publicado en inglés, aunque lo esencial de él fue
incorporado muchos años después a una obra del autor, A Practical Method of Sell-Analysis {Método práctico de
autoanálisis}, Londres: Allen & Unwin, 1942; Nueva York: International Universities Press, 1945, Como prólogo a ese
volumen se incluyó la nota de Freud traducida al inglés, aclarando que se contaba para ello con su autorización. (Esto
sucedía, por supuesto, algunos años después de su muerte.) Farrow se ocupó del tema también en otros artículos de
la misma época (1925a, 1925b, 1925c y 1927).]
229 (Ventana-emergente - Popup)
En su artículo, Farrow informaba que había alcanzado el preciso recuerdo de haber sido abofeteado por su padre
cuando tenía seis meses de edad. -Se hallará un resumen de las concepciones de Freud acerca del autoanálisis en
una nota mía al pie en «Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico» (1914d), AE, 14, págs. 19-20.